Lo mejor del dia de mi boda,el polvo con mi cuñado

-Por favor Marina recuérdame que eres la mujer de mi hermano, recuérdame que mi mujer me espera en casa de tus suegros; mis padres, recuérdame que mi hermano duerme allí arriba y dime que me vaya, porque yo no soy capaz.

Trabajaba de camarera en una cafetería cuando conocí al que ahora es mi marido. Desde el principio me pareció encantador. Me sacaba algún que otro año pero no me importaba, me pareció guapísimo y encantador.

Por eso cuando a la semana de ir por ahí me invitó a cenar acepte y cuando me besó al dejarme en casa me gustó. A la siguiente semana me desnudaba lentamente en su casa, me tumbó en su cama y después de mil besos y caricias me penetró por primera vez.

Luis era dulce y tranquilo en todo, hasta en el sexo. Me enamoré de él desde el principio, por eso cuando me pidió que nos casáramos le dije que sí.

El día de la boda aun no conocía a media familia. Solo conocía a los padres y a la hermana, algún que otro primo. Pero aún me faltaba conocer hasta uno de sus hermanos, el mayor.

Estaba muy nerviosa vistiéndome cuando tocaron a la puerta y mi prima que me ayudaba abrió y tras disculparse dejo pasar a la persona que había tocado.

Yo me miraba al espejo cuando le vi  por primera vez detrás de mí. Era un hombre corpulento, de unos cuarenta y algo, muy atractivo sin ser guapo.

-Hola, ¿tú debes ser Marina verdad?

-Sí, ¿y tú?

-Me llamo Daniel, soy el hermano de Luis.

Me di la vuelta y al intentar bajar del escalón me tropecé y él me agarró de la cintura pegándome a su cuerpo grande. Nos miramos y mi pulso se aceleró, se quedó mirándome y yo me perdí en sus ojos color miel.

-Nunca había sido tan rápida mi atracción –me dijo con una sonrisa que cambio completamente su adusta expresión anterior-

Hice tan solo una mueca, mientras intentaba recolocarme y olvidar lo que acababa de sentir entre sus brazos, por dios parecía una chiquilla con las hormonas a flor de piel, encima con mi cuñado.

-Ya estoy bien, fue un tropezón –le dije intentando separarme de el-

El sin soltar mi cintura bajó la cabeza y besó ligeramente mis mejillas, encendiéndolas con una rara sensación de calor.

-Encantada Daniel, ahora tengo que terminar de vestirme.

-Bien, te he traído el ramo.

Al pasármelo e ir a cogerlos mi mano rozo la suya, él la agarró y llevándola a sus labios la beso reverentemente sonriendo, sentí de nuevo sus calientes labios ahora en mi mano.

Quería salir corriendo y sé que él lo supo, pero entonces tras el fingido beso inicial empezó a llenar mi mano de pequeños besos, sentí la punta de su lengua en mi piel, sin poder evitarlo suspiré y el siguió incendiando mi piel surcándola con mil besos. Sentía sus labios como el roce de unas alas de mariposa y todo mi cuerpo se tensó, anhelando que siguiera. Entonces me miró a los ojos y ambos quisimos que pasara, ambos vimos el deseo en los ojos del otro y justo en ese instante entro mi prima rompiendo la magia y devolviéndonos a la realidad, devolviéndonos a mi boda con su hermano.

-Encantado cuñada. –Me dijo saliendo casi con rabia de esa habitación-

No pude quitarme de la cabeza durante el resto del día esa sensación, jamás había sentido una atracción tan descarnada, tan fuerte. Culpe a la boda, a los nervios de ese día e intente olvidarlo. Cuando al final de la misma me encontré de nuevo en sus brazos supe que era una estupidez intentar negar lo evidente. Su mano al final de mi espalda me electrificaba, el roce de su cuerpo hacia que mi vestido rozara mi cuerpo, enseguida sentí como mis pezones se endurecían, sentí su aliento en mi cuello y desee que sus labios me rozaran; esto no podía estar pasando, madre mía era mi cuñado y estaba poniéndome a cien solo bailando.

La sorpresa fue aun mayúscula cuando noté su erección en mi cadera, mi cuerpo se acercó aún más, aunque mi mente me gritaba que me separara. Su mano me apretó más y por un segundo sus labios rozaron mi ardiente piel.

Me separé fingiendo estar cansada y volví junto al que ya era mi marido, este pletórico bebía con un par de amigos sin parar.

Eran las dos de la mañana y no podía más, necesitaba descansar, necesitaba desconectar y olvidar que mi cuñado me ponía a cien sin esforzarse demasiado.

Le pedí a mi marido que nos fuéramos, este me pidió un ratito más.

Me senté y le observe, estaba divirtiéndose de lo lindo, iba más que contento. Luego le busqué a él y le vi sentado frente a mí en el otro extremo del salón, su mujer a su lado hablaba con una conocida. Nuestras miradas se volvieron a encontrar, volví a perderme en esos ojos…

Media hora después, salíamos del salón yo no estaba dispuesta a que me llevara ninguno de sus amigos ya borrachos como él y Daniel se ofreció.

-Yo te ayudo yo cuñada. –dijo solemnemente-

Cargo casi literalmente con su hermano mientras yo recogía las cosas, mi suegra le dijo a la mujer de Daniel:

-¿Vienes con nosotros o acompañas a tu marido? –Ellos dormían esos días en casa de mis suegros, ya que vivían en otra ciudad-

Tras echar un vistazo a mi marido le dijo a mi suegra mirando a su marido:

-Me voy con vosotros mejor, estoy rendida.

Daniel coloco a mi marido detrás y este cayo de lado desde el minuto uno se quedó dormido por los efluvios del alcohol.

Subí delante y el me ayudo a meter el vestido de novia, no era muy pomposo. Me encantó desde que lo vi, era sencillo de cuerpo fruncido y apretado del que a la altura de las caderas salía la vaporosa falda que caía hasta el suelo; solo adornado ligeramente con algo de pedrería en el cuerpo, el escote palabra de honor resaltaba mis generosos pechos.

Al ayudarme inclinado nos miramos y de nuevo no dijimos nada.

Parecía increíble pero ese hombre me hacía sentir cosas que jamás había experimentado y apenas conocía su voz, sabia más que era ronca por haberlo oído hablar con otros.

Se metió en el coche y arranco, por alguna razón volvía a parecer enfadado. Mi cuerpo respondió de nuevo a su cercanía tensándose.

Enseguida llegamos a casa y tuvo que despertar literalmente a su hermano, que aun así, tuvo que arrastrar dentro y subirlo a rastras a la habitación que estaba arriba.

Luis vivía en un precioso dúplex y allí íbamos a vivir ambos.

Una vez que lo dejo caer en la cama le quito los zapatos y subió sus pies a la cama.

-Gracias Daniel ya termino yo. –le dije desde la puerta, sin querer acercarme a él en esa habitación que de repente se me antojo pequeña-

Salió pasando ante mí y durante un segundo se paró y aspiró, dejándome paralizada. Fue el quien tras mirarme de arriba abajo salió de la habitación. Yo le seguí escaleras abajo tras cerrar la puerta de la habitación.

-Bueno yo mejor me voy ya –me dijo bajando los últimos escalones despacio-

-Sí, yo subiré a desvestir a tu hermano, dudo que él se despierte para hacerlo

-Sí, dudo que tenga consciencia en las próximas horas. Ha bebido como una esponja.

Cuando llego abajo tres escalones por delante, se paró y  se giró hacia mí.

-Marina, no quiero irme

-¿Quieres un café o algo? –pregunte nerviosa y sabiendo a que se refería, yo sentía lo mismo-

-No; debería irme

-Sí, deberías hacerlo –le dije con voz entrecortada por su mirada-

Se fue hacia la puerta, la abrió y salió, yo me situé detrás de la puerta y cuando esta estaba a punto de cerrarse suavemente la abrió de nuevo, entro y cerro tras él, me agarro por la cintura y me beso.

-Por favor Marina recuérdame que eres la mujer de mi hermano, recuérdame que mi mujer me espera en casa de tus suegros; mis padres, recuérdame que mi hermano duerme allí arriba y dime que me vaya, porque yo no soy capaz.

Su boca se apodero de la mía y apenas sin tomar aire nos devoramos como locos, como si lleváramos media vida deseándonos.

Me agarré a su cuello y me abandoné a lo que necesitaba más que respirar.

-No Daniel, no te vayas, olvida quien eres, olvida quien soy y piensa solo en esto, solo ahora, solo esta vez. Te necesito.

El suspiró y siguió la línea de mi cuello, bajo por el sembrando mi piel de besos mientras yo jadeaba flojito.

-Marina te deseo

-y yo Daniel.

Agarrando el borde del escote de mi vestido de novia tiro de él y lo bajó dejando mis pechos al aire.

-Sabía que serían así, redondos, llenos, maduros… -me dijo lamiéndolos mientras los sobaba-

Sus caricias no eran suaves, su barba me lastimaba la piel y sin embargo mis braguitas estaban mojadas. Me mordió los pezones, tirando de ellos, mientras yo apoyada en la pared tiraba de su pelo levemente.

Subió de nuevo a morder literalmente mis labios, todo mi cuerpo se encendía mientras el frotaba en mi cadera la dureza de su sexo.

Tras unos minutos en los que ambos jadeábamos entregados por completo, él se separó y me miró de nuevo con dureza.

-Debo ser un monstruo, que vayas vestida de novia me excita aún más.

Me llevó a la escalera y apoyada el ella subió la larga falda de mi vestido, mientras metía sus manos debajo, sentía sus dedos acariciar la suave piel de mis muslos, subía hacia arriba hasta llegar a mis braguitas.

-Estas chorreando, eres tan caliente que me haces perder la cabeza…

Note como sus dedos apartaban mis bragas y buscaban la humedad de mi sexo, pronto dos dedos frotaban mi rajita mientras mil escalofríos recorrían mi cuerpo. Buscó mi cueva y me penetró con dos dedos, yo moví mis caderas jadeando mientras él seguía besando y mordisqueando mis labios.

De repente todo me dio vueltas y un orgasmo inesperado me sacudió todo el cuerpo, el ahogó mis gritos en su boca, lamiendo mi lengua.

-Si preciosa, desee tenerte así desde que te vi por primera vez.

-No pares Daniel…

Y no paro, es más añadiendo otro dedo me penetro con dureza y de nuevo volví a correrme en sus manos.

No podía más, desabroche rápidamente su pantalón y busque su ya dura polla.

-Marina aun puedes parar esto… ¿quieres? –me pidió con un jadeo al agarrársela-

No, respondí. Simplemente me arrodille extendiendo mi vestido de novia a sus pies y la saqué de su pantalón, ante mi apareció su preciosa polla, acerqué mis labios y sacando mi lengua lamí su glande, desde abajo, haciendo luego círculos con mi lengua alrededor, este pronto se mojó y probé la esencia de ese hombre.

El jadeaba apoyándose a la barandilla sin dejar de mirarme con ese fuego en los ojos que me consumía por completo.

-Mírame preciosa mientras me la chupas, quiero que tengas claro a quien se la chupas princesa.

La deje resbalar entre mis labios, mientras con una mano se la meneaba suavemente, no quería que esto acabara nunca.

El jadeaba cada vez que tragaba un trozo más, la sacaba un poco y volvía a ganar terreno hasta tenerla por completo dentro de mi boca. Mis labios rozaban mi mano que tiraba levemente de la suave piel de su polla.

Luego sacándola de mi boca dejé que   solo la punta de mi lengua rozara su capullo mientras mi mano apretaba y meneaba con dureza ese trozo de carne palpitante y caliente. No paré hasta que sus jadeos se aceleraban y el me suplico que parara.

-Preciosa, tranquila no voy a poder más.

Me levantó y me besó de nuevo con hambre.

Siéntate y súbete el vestido deja que te vea preciosa.

Me senté en el segundo escalón y mirándole con hambre, me subí la larga falda al tiempo que separaba mis piernas enseñándole mis bragas mojadas.

El miraba con ansia y con deseo, sus pupilas dilatadas no escondía la ferocidad de ese deseo aun por satisfacer.

-Chica verte así vestida, así sentada con las braguitas esas mojadas es lo más sexi y erótico que he visto jamás. Quítatelas despacio mi cielo. –Me pidió respirando con dificultad-

Levante un poco el culo y las baje lentamente lanzándoselas, las cogió y las beso antes de acercarse a mí y arrodillándose sentí su lengua por primera vez en mi sexo; menos de un minuto después me corría como una posesa en su lengua, que siguió lamiendo hasta que mi cuerpo se calmó.

Después se arrodillo ante mí y agarrándose la polla la froto por mi sexo antes de penetrarme con tanta lentitud que hubiera chillado si su mano no me hubiera tapado la boca.

-Tranquila preciosa, calla cielo –pero él no parecía tampoco tranquilo-

Jadeaba cada vez que un milímetro de su polla me penetraba, me volvía loca, me abría, me llenaba, me daba tanto placer….

A la mitad la metí de un solo golpe y me corrí al segundo empujón, me abracé a su cuello y moví las caderas hacia adelante entonces el me cogió del culo y me folló contra la barandilla con rudeza, entraba más y más como si quisiera partirme y de nuevo otro orgasmo me sacudió.

Salió de mi interior y casi lloré al sentirme vacía.

El jadeando por el esfuerzo y el deseo se sentó en la escalera y entonces abriéndome y sin subirme apenas el vestido baje clavándome su polla, el metió las manos debajo y me agarro el culo, me pellizco y amaso la carne de mi trasero mientras su polla me llenaba.

-Preciosa esto es extraordinario, iré por ello feliz al infierno.

Apreté con los músculos de mi vagina su polla y la solté varias veces, el jadeo y me apretó fuerte del culo.

-No puedo más me muero por correrme

Moví más mi pelvis, subí y baje sobre su polla hasta que sentí como se tensaba y baje mi boca a la suya para absorber su orgasmo, mientras se vaciaba en mi interior y sentí el calor de su semen, me corrí de nuevo y ambos gritamos con las bocas pegadas.

Allí en aquella escalera de la que iba a ser mi casa, el día de mi boda y mientras mi marido dormía la mona yo follé con su hermano y tuve el mejor sexo de mi vida. Pensé mientras me levantaba y su semen se deslizaba entre mis muslos ante su atenta mirada.

-Eres increíble nena, te miro y veo ante mí una chica preciosa vestida de novia, con las tetas fuera, preciosas por cierto, luego bajo la mirada y veo tu vestido levantado y mi semen bajando por tus muslos. Es excitante a rabiar cariño. Mira nunca me había pasado, apenas se ha aflojado mi polla.

De nuevo se la chupe hasta que volvió a estar en pleno apogeo, entonces poniéndome de rodillas, me acaricio desde atrás hasta que me corrí y aprovechando mi flujo lo repartió hasta mi ano y me penetro con un dedo, mientras me retorcía, luego otro y empezó a moverlos.

-Nena lo quiero todo, relájate. ¿Es la primera vez?

-Si

Agarró su polla y tras metérmela de un empujón en la vagina empezó a moverse con furia, entraba y salía duramente y luego sacándola la coloco en la entrada de mi ano y empujo.

Yo intentaba casi escapar del dolor, pero no me movía apenas, intentaba relajarme mientras el empujaba lentamente abriéndome, partiéndome en dos. No me importaba el dolor quería ser enteramente suya.

-Esto es aún mejor preciosa, tu culo es maravilloso, voy a partírtelo cariño

Apretó un poco más y empujo, empujó hasta que sentí sus huevos golpeándome, sus manos acariciaban mi espalda, luego las metió entre mis piernas y terminé suplicando

-Párteme en dos, fóllame bien Daniel. Quiero sentir de nuevo tu semen dentro de mi cuñado.

-Si cielo, nada me separaría ahora de tu cuerpo –arremetió con la furia de saber que esa mujer, era en verdad la mujer de su hermano-

El aceleró sus embestidas y justo cuando me corrí, se vacío de nuevo mordiéndome los hombros.

Me beso antes de irse y yo subí la escalera con todos mis agujeros llenos de su semen y me acosté junto a mi marido saciada como nunca y diabólicamente feliz.

¿Cómo pude creer que podría vivir sin la pasión que acababa de experimentar con mi cuñado?

Gracias a todos por leer mi relatos y comentarlos sobre todo.