Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (03)

Finalmente les hablo de mi Kike, siempre un niño grande, siempre un vicioso a las vergas grandes y duras (hetero bisexual).

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… 03

Luego de que la casa estuvo lista y me pasara allí, me convertí en un ama de casa en toda regla. Mi casa es mi castillo y allí soy yo la que tiene la última palabra, está decorada según mi gusto y se maneja de la forma que yo creo más conveniente.

Los puntos más importantes de ella, lógicamente omitiendo la recámara, es la cocina y el estudio. El estudio es el sitio predilecto de Alberto, allí tiene una gran colección de libros (por el me he vuelto una asidua lectora) y es donde puede relajarse y sentarse a descansar. Luego, la cocina, porque en mi casa todos son unos hartones. Además, recuerden que el amor entra por el estómago, pues según el psicoanálisis la comida está íntimamente relacionada con esa noble emoción.

Kike es el responsable de que esta forma de vida que llevo ahora sea posible, el fue quien habló con los otros 2 y les puso las reglas del juego, los puntos sobre las íes como se dice. De el fue la idea de construir una nueva casa y pasarnos todos a vivir allí, buscaba lo mejor para nuestros hijos y no perderme. Beto y Bianca tampoco me querían perder, y sabían que Kike tenía una gran ventaja con nuestros 3 hijos. Pero Kike reconocía que no estaba en posición de exigirme nada, el también era esposa de Javier.

Por otro lado, Javier compró una casa en la capital con la excusa de poder atender los nuevos negocios que tenía aquí, pero en realidad era para estar más cerca de Kika, el pobre hombre, en cuanto supo del proyecto de la casa, decidió hacer otro tanto, me imagino que tenía mucho miedo de perder a Kika. Pero como buen hombre de campo, la cosmopolita y agitada vida citadina no le gustaba, la compró en el municipio de San Lucas, en mismo dónde se ubica la colonia en la que vivo. La verdad es un apoyo, creo que ya les hablé de eso.

Ya les hablé de Bianca y de Alberto, les di un pincelazo sobre como es mi vida al lado suyo, pero aun falta hablar de Kike. A el ya lo conocen, y muy bien si han leído mis historias desde el principio, el es el hombre con el que me casé a los 19 años y me dio 3 hijos, in imaginarnos jamás la vida que tendríamos en el futuro.

La intervención de Kike fue más que oportuna, el me conocía mejor que nadie, sabía que yo estaba flotando en el aire, dejándome llevar por la brisa. Ordenándome la vida todos salimos ganando, pues esa relación en que me convertí en mujer de 2 hombres y de una mujer pudo ser posible. Les hablaré un poco sobre mi relación con Kike

Luego de empezar esta nueva vida de casada con 3 personas, cada uno asumió un nicho, una forma de ser. Kike se convirtió en el parrandero del grupo, en el más extrovertido y el despreocupado. Siempre tiene una sonrisa, una palabra de aliento y un comentario para hacer reír a todos. Pero por su forma de ser puede exasperar a Beto y  Bianca con facilidad. Ellos son más serios que el y les moletas que no se tome la vida en serio. De hecho tienen razón, Kike ya ni trabaja pues Javier administra nuestra antigua finca, le da todo cuánto necesita.

Paradójicamente, si bien Kike puede sacar de quicio fácilmente a Alberto y a Bianca, Kika se lleva de maravilla con ellos, es increíble lo mucho que cambia cuando se convierte en ella. Podría decir que es la mejor amiga de ambos, pues esa era yo. Pero cuando te haces pareja de tu mejor amiga, necesitás otra, siempre es importante.

Por otro lado, sigue siendo el mismo hombre bueno y dulce del que estoy enamorada, un padre ejemplar y un hijo modelo… además de una puta incorregible. Como bien sabrán, a Kike le encanta ser penetrado por penes largos y gordos, con fuerza y violencia, y mejor si yo lo observo embobada y excitada. Con el dejo por un lado mi condición de perra sumisa y asumo un rol algo más activo, aunque de vez en cuando de dominatriz. A mi me encanta ver cuando se lo cogen duro, cuando lo parten en 2. También es travesti, convirtiéndose en una mujer muy hermosa y sensual llamada Kika, esposa de Javier, a quien ya conocen.

Actualmente utilizamos en la intimidad una gran cantidad de juguetes (bueno, lo hacemos desde hace años), algunos de ellos muy curiosos. Ahora que lo pienso nunca les he hablado de nuestra colección de objetos de placer, ¿quieren que les hable de ellos?

En la casa tenemos una bonita colección de consoladores y vibradores de varios tamaños que son de ambos (aparte están los jugotes que usamos con Bianca). Son 7 para ser más exactos. Hay 2 vibradores medianos, de baterías, como de 14 cm. y 2.5 de grosor, uno es rojo (el mío) y el otro verde (de Kike). Es una sensación deliciosa cuando me lo meto entre la vagina, ¡ggggrrrrrr! Me arranca orgasmo tras orgasmo, como bien sabrán, soy muy multiorgásmica.

Luego viene un vibrador negro, más o menos de 17 cm. y 2 de diámetro, que además de vibrar se retuerce y se dobla frenéticamente cuando está prendido, a mi marido lo vuelve loco tenerlo metido entre el ano. Luego viene una pareja de consoladores de cristal, primorosamente tallados, uno es de textura rugosa y glande en forma de hongo, el otro tiene pequeños bodoques colocados por todo su largo. Y en la parte de atrás poseen 2 pequeños orificios por donde cabe perfectamente un dedo. Estos son para que, una vez metido el instrumento en el interior de nuestros anos o de mi vagina, se les de vueltas como si se marcara un teléfono de disco. ¡Les juro que la sensación es increíble por las textura de ambos aparatos!

Y por último, nuestros juguetes favoritos, un par de penes de goma largos, de 20 cm. uno y el otro de 22, gruesos y de textura rugosa. Son los favoritos de Kike, pues yo siempre los uso con el mediante una de las varias tangas consoladores que poseemos. Estas son como tangas normales, pero con un frente amplio y fuerte en donde se insertan los aparatos, quedando yo como un auténtico chico/chica con una gran verga.

A mi me encanta usarlos, me vuelvo loca del morbo al ver a mi Kike, con ese cuerpo rosado, fuerte y firme que el tiene (aunque ya no tan marcado como cuando trabajaba el campo), en 4 patas y berreando como un desesperado. Le gusta que le ponga un collar de perro con su correa y que lo pasee por toda la casa. O como Kika, rebosando delicadeza y feminidad en cada poro de su cuerpo, me enloquece verla someterse al rigor de nuestros juguetes.

¡Si les contara todas las noches que hemos pasado gozando con esas tangas! Y digo gozando, porque me encanta encularlo con fuerza, ya se los dije, pero también poseemos otro curioso artilugio, una tanga negra, con un pene corto, pero bastante grueso, pegado en la parte interior, de manera que cuando me la pongo, tengo que incrustarme ese dildo hasta el fondo. Y al agarrar a caderazos a mi marido, siento como me coge esa cosa, ¡delicioso!

Pero como siempre es mejor una anécdota verdadera alas palabras, les voy a contar lo que hicimos una noche de tantas

Acostamos a los nenes entre 8 y 8:30 de la noche, nosotros nos quedamos un rato más mirando la televisión o platicando, generalmente esto último. A veces me siento sobre su regazo y nos ponemos a discutir cosas de los 2, a besarnos y acicalarnos. Y son esas noches, por lo general, en que hacemos el amor con mayor pasión.

Aquella noche se repitió el mismo ritual de siempre, acostamos a los nenes a las 8:15 y nosotros nos quedamos mirando una película. Yo aun amamantaba a Consuelito, así que mis senos morenos estaban grandes y rebosantes de ese alimento y Kike no dejaba de vérmelos.

-          ¿Qué? ¿Te gustan? – le pregunté yo en son de broma.

-          Mmmm… pues más o menos… están 2 que 3. – me respondió y yo me hice la ofendida.

Entonces Kike se puso más cariñoso conmigo, tratando de contentarme siguiéndome el juego. Me besaba el cuello por la nuca, avanzando poco a poco hacia el frente. Pronto nos estuvimos besando con pasión, nuestras lenguas jugueteaban entre ellas y nuestras manos recorriéndonos enteros, no queríamos dejar ni un resquicio de nuestra piel sin tocar.

Nos levantamos del sillón viéndonos a los ojos, ya sabíamos bien que sería una noche muy buena. Nos separamos e hicimos una pausa técnica, el fue a revisar que las puertas estuvieran cerradas y a guardar unos juguetes que Kikín dejó tirados, mientras yo iba a ver como estaban ellos y a prepararme un delicioso vaso de leche tibia que siempre me tomo antes de dormir. Pasamos al baño a hacer nuestras necesidades y a lavarnos las bocas, luego fuimos a la cama. Así, más o menos 15 minutos después de nuestro breve escarceo, estábamos preparados para retomar la acción donde la habíamos dejado.

Nos volvimos a besar, esta vez nos empezamos a desnudar hasta quedar en bolas. Nos tendimos en la cama y continuamos, rodando sobre el colchón. Kike se prendió de mis senos lactantes, bebiendo leche como un niño pequeño. Esa sensación me encanta, sentir su lengua sobre mi oscuro pezón es un placer tan intenso que desearía que nunca se acabase. Además, mientras me chupaba los senos, metía una mano traviesa en medio de mis piernas, jugando con los pliegues de mi vulva y jaloneándome el aro de mi clítoris, me mojé mucho.

Pasados unos minutos, le di vuelta y lo dejé boca arriba, mientras era yo la que le devolvía las atenciones. Bajé besando y lamiendo su cuello, orejas, mejillas y pecho, en donde me quedé un rato lamiéndole los pezones. Eso lo vuelve loco, lo hace sentir… no sé, ¿cómo mujer?

Mientras mis labios se aferraban a sus tetillas, mis manos acariciaban su cuerpo depilado, blanco y sonrosado, con esa piel tan suave y cuidada por los últimos productos de belleza (Kika es tan coqueta como yo) y que cubría una perfecta musculatura, ni grande ni muy marcada, simplemente hermosa. Y poco a poco fui bajando, lamiendo todo el camino hasta llegar a su miembro viril, ya duro y paradito, con sus 16 cm. listos para atender todas mis necesidades.

Ese día le pegué una muy buena mamada, que aquí entre nos es mi especialidad (por algo mi apodo entre mis “amigos especiales” es Garganta de Cuero). Me aferraba a su glande descubierto chupándolo y lamiéndolo al mismo tiempo que le apretaba el miembro desde la base y acariciaba sus testículos, estuvo a punto de acabar varias veces pero no lo dejé, esa noche tenía que ser larga.

Luego me senté poco a poco sobre su miembro para que visitara mi cálida gruta, encantada de recibirlo. Lo cabalgué pausadamente, pero constante y sin parar. Poco a poco mis movimientos de caderas se fueron haciendo un poco más veloces y fuertes, ¡qué rico! Poco a poco me fui inclinando hacia un lado, hasta que caí sobre la cama y el se trepó encima de mi. Me gusta estar abajo, me excita sentirme sometida.

-          ¡Oooohhhh!… ¡Kike, mi amor!

-          Te amo Laurita… no sé que haría sin ti. – Kike siempre me susurra cosas al oído cuando hacemos el amor, el sabe lo importante que es eso para una mujer, nos estimula mucho.

-          ¡¡¡AAAAAAHHHHHH!!!… ¡Kike, Kike, te amo… te amo!… ¡Si!… ¡Si mi amor, así!… ¡¡¡SIIIIII!!! ¡¡¡SIIIIII!!!… ¡¡¡¡AAAHHH, DIOOOOSSSS MÍOOOOOOO!!!! – gemí al alcanzar el orgasmo.

A pesar de nuestra extensa experiencia con otras parejas, nunca voy a dejar de gozar hacer el amor con mis maridos y con mi esposa. Ellos siempre sabe bien donde tocar, como y cuando, para hacerme estallar en deliciosas oleadas de placer.

Por fin terminé, quedé tendida y respirando agitadamente, con los ojos cerrados. Kike, aun sobre mi, mantiene su miembro en mi interior y se pone a besarme y a acariciarme, hasta que me recupero. Abrí los ojos, y me topé con sus preciosos lucero celestes, que me hablan en silencio.

Con cara de niño pícaro y consentido (en efecto, Javier y yo lo tenemos muy consentido) se sale de mi intimidad. Yo me pongo de pié y camino hacia un baúl que tenemos entre el armario, de donde saco algunos de los “juguetes”. Kike me mira haciéndose agua la boca.

Tomé el vibrador verde y me acerqué a el, que ya me esperaba parado, inclinado sobre la cama, sosteniéndose de los brazos. Metí mi mano entre sus jugosas nalgas y le encajé lentamente el dichoso aparato, el empezó a gemir de placer. Lo empujé e hice que se apoyara de los codos con el culito bien parado. Le encanta que lo someta, y a mi me gusta mucho hacerlo, me excita verlo dominado y humillado.

Me puse a jugar con el vibrador metido entre sus nalgas, moviéndolo en círculos y metiéndolo y sacándolo. El pene de mi esposo palpitaba enrojecido y el empezó a jadear. Incliné un poco mi cuerpo y me puse a restregarle las chiches sobre las nalgas, eso lo vuelve loco. También se las mordisqueé y las lamí, amo esas nalgas rosadas, lampiñas, duras y gordas.

-          ¿Te gusta amor?

-          ¡Siiiiii!… sos lo máximo… sos lo máximo… Laura… Laura… Laurita

-          ¿Querés que te monté ya, mi perrito adorado?

-          ¡Como a una yegua!… montame ya… ¡montame ya!

Me separé de el, sin sacarle el consolador, me puse una tanga/consolador de cuero, negra y con una delgadísima tirita en la parte trasera. Le coloqué uno de los penes de goma, negro, bastante grueso y con superficie rugosa.

Lo puse en 4 en el centro de la cama, culo parado ofreciéndomelo mientras el vibrador seguía temblando frenético entre su ano. Me paseé un poco frente a el, en 4 patas pues a ambos nos excita ver como esa cosa casi toca en el suelo, además la forma en que se menea… Llegué hasta su cara y lo besé, luego me puse de pié y le di el negro pene para que se los metiera entre la boca y lo mamara y chupara hasta donde le cupiera, lo hacía como si fuese un verdadero falo que lo llenaría de leche.

Unté el aparato con un poco de vaselina, me puse sobre el y le dije, en silencio, que era una yegua hermosa y caliente, luego nos besamos. Le saqué el vibrador y la punta del negro falo sobre el ano, ya dilatado y necesitado de más, empezó a entrar lentamente. Le introduje la cabeza y le saqué un gemido, pero no quise seguir, quería que el me lo pidiera, que me lo suplicara.

-          ¡¡Amor por favor, te lo suplico, metémela ya!! – y de un fuerte y seco empujón se la encajé hasta el fondo.

Kike cerró los ojos y comenzó a empujar hacia atrás con fuerza. Lo comencé a coger violentamente mientras acariciaba su espalda y le agarraba la verga. Lo sujeté de los hombros y le di duro como por 15 minutos, tuvo su primer orgasmo en la palma de mi mano, pues lo estaba pajeando. Le di su semen en la boca para que lo chupara y el resto se lo restregué en la cara. El lo lamía goloso, como si fuese un néctar divino. Luego yo le lamía el rostro, era una especie de comunión entre los 2.

Pasado un rato lo puse boca arriba y me coloqué sus piernas sobre los hombros, lo volví a penetrar y el se dedicó a pajearse, volvió a terminar en medio de gritos y gemidos sobre su vientre. Entonces yo me incliné y se lo limpié con la lengua. Me encanta el semen, me encanta… ¡incluso a veces he llegado hasta a ordeñar a don Tito para poderme tomar un vaso de rica esperma!

Lo malo de esas sesiones es que el pronto queda fuera de combate, por eso siempre me coge a mi primero, para no dejarme a medias. Y otra cosa mala es que a mi, aunque haya alcanzado el clímax, con un vibrador dentro de mi sexo no me es suficiente, sigo caliente. Pero mi dulce Kike no puede verme sin recibir tanta satisfacción como el, así que, aunque agotado luego de ser montado, me indujo a sentarme sobre su cara, sin la tanga, y me chupó y lamió el sexo. Exploté y alcancé un nuevo clímax, luego el se acostó junto a mi, con la cara aun embadurnada en su propio semen, y se quedó profundamente dormido, conmigo entre sus brazos.

Si, mi vida intima al lado de mis maridos y de mi esposa es muy buena. Y afortunadamente, pese al paso de los años, sigue siendo altamente satisfactoria, no puedo quejarme.

Como verán amigos, mi vida dista mucho de ser normal, conservadora. Tengo en mi casa 2 ardientes esposos que atender, además de una esposa caliente. Y junto a ellos una lista inacabable de amantes, que hacen de mi vida una constante aventura.

No me queda nada más que agregar, me despido de ustedes, pero no me quiero ir triste, siempre los llevaré en el corazón (incluso a un par de imbéciles que siempre me escribieron solo para insultarme). Algún día volveré a estar nuevamente frente a la compu, enviándoles más de mis aventuras. Gracias por su atención, espero sus comentarios a mi correo electrónico, besos y abrazos.

Fin.

Garganta de cuero.