Lo Maravilloso de la Cotidianidad… (02)

Les cuento ahora sobre Alberto, mi semental, y les narro una anécdota, un día en que llegó con su prima y mujer Lesbia y nos cogió como auténticas perras.

Lo Maravilloso de la Cotidianidad… 02

Como les dije en mi relato anterior, a pesar de que mi vida de mujer casada con 3 ángeles es muy buena y armoniosa, no está exenta de roces. No es que hayan habido grandes peleas, jamás ha pasado, pero es porque yo me ocupé de ello desde el principio.

Empezó cuando Kike y Beto se dieron cuenta de que Bianca había comprado en secreto un pequeño lote detrás de nuestra propiedad y estaba construyendo un departamento allí. En un principio les molestó que no les consultara, luego que terminaría interviniendo en la intimidad de ellos conmigo. Luego fue que Tito, el papá de Kike y mi suegro, compró el lote al lado del terreno y se puso a construir un departamento. El aducía que necesitaba de una casa en la capital, y como Kike le habló de lo bonita que era esa colonia decidió comprar allí.

La verdad es que Beto tenía razón de estar molesto, Bianca y Kike buscaron formas de pasar a mi lado por más tiempo sabiendo que Beto no podía. Pero se vengó de una forma ingeniosa, cada vez que venía a la capital a verme, traía consigo a otra de sus mujeres, y a muchas las dejaba hasta una semana conmigo.

Aquello empezó a crear un clima de tensión entre los 3, de tirantez. Y eso se unía a las características innatas que los 3 tienen y que se bastan para causar problemas: Alberto y Bianca son muy dominantes los 2, con recios temperamentos. Bianca es feminista, tiene ideas claras de emancipación femenina; Beto tiene 9 esposas, todas sometidas voluntariamente a el, era de esperarse que les costara llevarse bien. Por otro lado ambos son intelectuales, serios y tranquilos, es algo que comparten y que utilicé para que limaran asperezas.

Kike es extrovertido, bullanguero y parrandero, de entrada choca con los caracteres reservados de los otros 2. Pero lo que realmente le choca a Beto y a Bianca de el es que no trabaja. Kike, o mejor dicho Kika, es sostenido por Javier, que administra con mucha pericia nuestra finca de ganado. Por otro lado, los demás negocios en los que nos metimos hacen que el pueda vivir cómodamente de sus rentas. Además, es algo sarcástico cuando está discutiendo. No obstante es al que menos le molestan las cosas, su actitud es “si quieren pelear… que peleen solos”, eso ayuda bastante a mantener las cosas tranquilas. Paradójicamente Kika se lleva muy bien con ellos, se han vuelto muy amigos con ella.

Tuve que plantármeles enfrente, con mucha decisión, y un encabronamiento de la gran puta, les dije que ellos podían ser mis maridos, que yo podía ser su esclava, que bien podía ser sumisa a todos sus deseos y caprichos y que me podía entregar completamente… ¡pero en mi casa las cosas se hacen como y cuando yo diga, chilamierda! Les advertí que no iba a tolerar peleas entre ellos ni situaciones tensas, que si no podían llevarse bien y tener una relación armoniosa tomaría medidas que a ninguno de los 3 les convenían. Luego me di la vuelta y me metí a mi habitación cerrando la puerta tras de mi. Los 3 se quedaron afuera con caras de tontos.

Desde ese día la situación mejoró, y aunque siempre existen desavenencias, las cosas nunca pasan más allá de un enojo momentáneo. Bianca terminó su departamento, lo cual es muy ventajoso para mí, pues de esa forma nunca permanezco sola en la casa. El papá de Kike construyó el suyo, lo cual también es muy ventajoso pues me ayuda mucho con los niños y es un abuelo muy consentidor… además de poder contar con sus 30 cm. de verga siempre que necesito ser partida y cogida como una perra. Y Beto, el sigue trayendo a sus mujeres… algo muy bueno para mi también.

Como les dije, a sus 30 años Beto tiene un harem compuesto de 9 mujeres deseosas de complacerlo en todo incluyéndome a mi, todas las demás son familiares cercanas suyas. Estas son su madre Silvia, sus tías Blanca, Berta y Rosario, su abuela doña Irma, su hermana Silvia y sus primas Jeannette y Lesbia. Todas son mujeres mucho muy hermosas.

La historia de Beto la pueden leer en “El Semental de las Mayén” y la mía con el en “Alberto, el Semental que me hizo su Yegua”.

Beto es un hombre tranquilo, alegre, protector y algo paternalista a veces. Es muy cariñoso y considerado, el marido perfecto si lo quieren ver así. Y por si fuera poco, es absolutamente guapísimo. Mide 1.90, es fuerte como un árbol y robusto como un toro, tiene piel blanca y cabello castaño claro, con un divino par de ojos grises que brillan como con fuego, hechizantes, cautivadores. Y su rostro, otrora angelical y bello, era ahora la cara de un hombre apuesto, guapísimo.

Por otro lado, Alberto también tiene un físico tremendo, es un hombre sumamente musculoso y deseable. Posee un ancho pecho de pectorales enormes, recubiertos de una fina capa de vellos perfectamente recortados y arreglados que se prolongan hasta cubrir unos abdominales perfectamente marcados sobre un estómago plano y duro. Por detrás aparece una espalda igualmente fuerte, ancha y muy marcada. Sus brazos son gruesos y definidos, sus piernas duras y robustas, su trasero grande y redondo, el culo masculino más hermoso que he visto, tan solo superado por el de mi Kike. Y todo ello, coronado por una enorme verga de 20 cm., en tiesa en erección, horizontal, rígida, palpitante, muy gruesa y surcada de largas venas moradas.

Mi relación con el es distinta a la que llevo con Kike y con Bianca, pues a el debo compartirlo con otras 8 mujeres más. En el harem soy sumisa, mansa, me dejo cuidar por el, así es como son todas las demás. Claro, al ser sus parientes ellas lo cuidan mucho a el, a tal punto que Beto no sabe ni siquiera para qué sirve un sartén, una aguja, o cualquier cosa que se utilice en los quehaceres domésticos. Siempre que necesita algo cualquiera de sus mujeres saltaban a dárselo.

Procuro ir a su casa de Xela un fin de semana completo al mes por lo menos, Alberto se pasa más o menos una semana y media o dos en la capital conmigo. Obvio, no puede descuidar a las otras, así que es normal que siempre se traiga a una, a veces hasta 3. lejos de ser una carga para mi, son una gran ayuda en la casa. Les voy a contar de lo que pasó una vez.

Un día lunes llegó a la casa acompañado de Lesbia, su prima de 34 años, hija de su tía Blanca y su mujer. Venía con sus 2 nenes (si, Beto tiene hijos con sus tías, primas y hasta con su hermana, 10 en total incluyendo a mi Consuelito), Antonio y Blanca, de 10 y 7 respectivamente.

Lesbia Aquino de Mayén es una mujer hermosa, mide 1.75, es de piel blanca y cabello negro, ojos oscuros, de rasgos hermosos y un cuerpo delicioso, delgada pero con senos entre medianos a grandes, cintura estrecha y caderas anchas. Ella es la más independiente de todas sus mujeres y la única profesional como el, Lesbia es administradora de empresas y la segunda al mando de todos los negocios familiares. Se trata de una mujer muy inteligente y segura de si, con una gran voluntad que a menudo confunde con terquedad y tozudez. En general es muy buena persona y buena amiga.

Ese día ella tenía que hacer varias diligencias de trabajo, luego regresamos a la casa. Kikín y Estelita jugaban muy entretenidos con Tiñito y Blanquita, cuidados por doña Lety, una amable señora que me ayudaba con la limpieza. Mientras, Lesbia y Beto platicaban y hacían cuentas en el estudio, la habitación favorita de mi esposo.

-

¿Cafecito? – pregunté, entrando con café, tazas y pan dulce en un azafate.

-

Gracias… – me dijeron los 2.

Les serví café y me senté junto a ellos, detrás de Alberto. Estaba preparando un presupuesto para no sé que cosa que querían hacer en una de sus ferreterías. Me aburría, la verdad, hablaban en su jerga y yo no les entendía ni pío. Entonces, para ya no aburrirme más e interactuar con ellos, empecé a desabrocharle el pantalón a Beto, metiéndole la mano hasta el fondo, tocándole la verga hasta que se le puso durísima.

-

¡Uuuiiimmm! – gimió el.

-

¡Laura! – exclamó sorprendida Lesbia.

-

¡Ustedes sigan con sus negocios y déjenme a mi entretenerme con algo!

Sin decir nada más me escurrí debajo de la mesa, Lesbia y Beto hicieron como si nada pasara y trataron de seguir con su aburrida plática. Dije trataron, pues cuando tomé el enorme garrote de mi Beto entre mis labios su concentración se desvió desde su cabeza hasta… su otra cabeza. El morbo envolvió a Lesbia, que no podía evitar verme chupándosela a nuestro esposo con muchísimas ganas, metiéndome hasta la mitad dentro de mis ávidas fauces como si me estuviera cogiendo por la boca.

La miré y ella comprendió lo que quería, dejó a nuestro Alberto tratando de balbucear cosas de negocios y se me acercó debajo de la mesa con la boca abierta, cediéndole yo el placer del sabor de nuestro marido y, sin pensarlo, se la devoró. Beto sonrió cuando nos vio compartir su enhiesto mástil, metiéndoselo Lesbia un rato ella, para luego hacerlo yo. En cierto momento las 2 coincidimos sobre el glande, terminando en un apasionado y muy mojado beso con el miembro en medio.

Acariciábamos su pene con nuestras lenguas mientras nos desnudábamos mutuamente y nos manoseábamos. Luego Alberto jaló a Lesbia y la sentó a orillas de la mesa, allí, mientras yo me seguía comiendo su enorme falo, la comenzó a acariciar, a lamerle y chuparle los senos con ansias, murmurándole lo mucho que nos amaba y lo buenas que éramos.

Dejé su pene y me puse de pié, y tras terminar de desnudarlo empecé a acompañarlo en las caricias que le prodigaba a Lesbia. El no dejaba de lamerla y chuparla entera, yo me puse a manipular sus chichotas, poniéndoselos yo misma en la boca a Beto para que los estrujara con sus labios y dientes. Lesbia se retorcía de placer, sentía mis hábiles dedos surcar sus pliegues íntimos, capturando y liberando caprichosamente su caliente clítoris.

Beto separó sus piernas y la penetró sin miramientos, colocándoselas sobre los hombros y sujetándola a ella de la cintura. Yo volví a ponerme de rodillas, esta vez detrás de mi marido, y empecé a lamer la vagina de Lesbia mientras era penetrada. Cuidaba de lamerle las bolas a Beto también, pero sin tocar su ano, eso no le gusta y no es porque sea prejuicioso, simplemente no le gusta.

A veces sacaba la verga de su caliente canal y la mamaba unos segundos, saboreando el sabor de los jugos de mi co-esposa (la verdad no sé si eso existirá) antes de volverla a apuntar contra su pusa para que Alberto le diera con renovados brillos. Ella no iba a aguantar mucho tiempo con un tratamiento así, y en menos de un minuto se estaba revolcando sobre la mesa como un gusano.

-

¡¡¡¡AAAAHHHHHH!!!! ¡¡¡¡OOOOUUUUUGGGHHHHHH!!!!… ¡¡¡¡LALITA, QUE LENGUA, QUE LENGUAAAAAAGGGHHHHHHHH!!!! – gemía mientras yo me bebía todos sus jugos.

Alberto la dejó despatarrada sobre la mesa, respirando agitadamente, desnuda y cubierta de sudor, con el sexo chorreándole con gruesos goterones. Redirigió su atención hacia mi entonces, yo lo veía de rodillas, desafiante.

-

Lalita, limpiame la verga de los fluidos de Lesbia… – me ordenó y yo obedecí dócilmente.

Me metí su poderosos palo entre la boca, lamiéndolo y chupándolo con fruición mientras me masturbaba vigorosamente. Mientras tanto, Beto volvía a masturbar a su otra perra con una mano, sobándole los senos y acariciándole el clítoris, poco a poco Lesbia estuvo lista para otro ruond.

Me tomó de la cabeza entonces y, girándose pasando una pierna por encima de mi cabeza, quedó de frente a Lesbia y conmigo entre sus piernas. Me tomó de la cabeza al tiempo que se agachaba hasta quedar con su cara metida entre las piernas de la otra y comenzó a darle una chupada para recordar y a mi me violaba por la boca. Le succionaba con fuerza el clítoris a la perra de Lesbia mientras me metía y sacaba su tremenda paloma en la garganta, sujetándome firmemente de la nuca. Lesbia ayudaba a su propio placer acariciándose las tetas, rozándose los pezones, jaloneándoselos, y a medida que se acercaba de nuevo a un orgasmo, se los estrujaba con fuerza.

Yo apenas si lograba respirar, tenía el rostro enrojecido y os ojos llorosos, podía sentir como el oxígeno se me hacía cada vez más necesario, pero no estaba dispuesta a parar, ni a dejar que parara. Mi vulva palpitaba fuerte, estaba ardiéndome y totalmente encharcada, mi pezón parecía querer explotar y toda yo ansiaba desesperadamente ser por fon penetrada. Esa cruel sumisión al que mi amado amigo y esposo me sometía me excitaba como a una perra.

Una vez más, Lesbia estalló en un poderosos orgasmo que, esta vez si, la dejó noqueada.

-

¡¡¡¡¡¡ALBERTO!!!!!! ¡¡¡¡¡¡ALBERTO!!!!!!… ¡¡¡¡¡¡OOOOOOOHHHHHH ALBERTOOOOHHH!!!!!!… ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAOOOOOOOUUUUUGGGGGRRRRRRRHHHHHH!!!!!! – Lesbia acabó casi con furia, agarrándose fuertemente de la hermosa cabellera castaña de nuestro esposo.

La dejó a ella y me soltó a mi, ella quedó aun más desmadejada que la última vez, casi medio muerta, yo quedé tirada en el suelo tosiendo, limpiándome las lágrimas de mi rostro. El se me quedó mirando, cuan alto es, parado frente a mi, imponente.

-

Todavía faltás vos Lala… ¿qué podría hacer contigo?

-

Lo que tu querrás. – le contesté con mucha coquetería, poniéndome en 4 y meneándole las caderas y mi poderoso culo.

Me tomó del pelo y, suavemente, hizo que me levantara. Sin soltarme de la cabellera me agarró de aro en mi clítoris y me condujo hasta un sillón. Allí hizo que me sentara, abriera las piernas y lo dejara pasar a mi interior. ¡Qué rico sentí cuando su pene me comenzó a atravesar!

-

¡¡¡¡ DAME DURO BETO!!!! – le exigí como la perra hambrienta que me he convertido – ¡¡¡ROMPEME ADENTRO, PARTIME EN DOOOOSSSIIIIIIINNNNNPIEEEEDAAAAADDD!!! – dije gimiendo cuando me la dejó ir con todo.

Mi sexo estaba inundado, así que no me costó asimilar sus embestidas, mis piernas sobre sus hombros me dejaban inmovilizada pues el estaba echado sobre mi, mis rodillas rozaban mis oídos, mis caderas estaba prácticamente en el aire, su sudor caía a goterones sobre mi piel morena empapada, mis flujos salían como ríos por mi vagina y ese semental me tomaba con más fuerza y violencia cada vez. Su miembro gordo entraba en mi interior horadándome con saña, sus 20 duros cm. de hombría forzaba la longitud de mi sexo y con sus movimientos rozaba mi clítoris. ¡Qué cogida tan maravillosa! No tardé demasiado en reventar en un poderosos y ruidoso orgasmo que estremeció todo mi cuerpo.

-

¡¡¡¡¡¡AAAHHHHH!!!!!! ¡¡¡¡¡¡AAAHHHHH!!!!!! ¡¡¡¡¡¡ALBERTOOOOOOOGGGGHHHHH!!!!!!… ¡¡¡¡¡¡AAAHHHHH, AAAHHHHH, AAAHHHHH… AAAAAAUUUUUGGGGGMMMMHHHHH!!!!!!

Quedé tirada sobre el sofá como un costal moreno mojado, jadeante y agotado… pero Beto apenas estaba empezando. Esa tarde me cogió hasta por la orejas, y a Lesbia también. Nos puso en todas las posiciones que quiso, nos dio con tanta fuerza que cada órgano de nuestros cuerpos se estremecían. Y ambas tuvimos por lo menos 3 orgasmos. Al fina, en medio de fuertes rugidos, Alberto llenó las entrañas de su otra perra de su preciosos semen, con ella no importaba, ya estaba operada. Y luego, para cerrar con broche de oro, encuclillada sobre mi cara, conmigo acostada desnuda en el suelo, abriéndose el sexo con sus dedos, Lesbia dejó caer sobre esta perra, su servidora, la enorme cantidad de leche alojada en su interior. Mi rostro quedó totalmente cubierto, ella se dedicó a limpiarlo con la lengua mientras nos besábamos y revolcábamos, fue una forma muy excitante de terminar la tarde.

Continuará

Garganta de Cuero.

Pueden mandarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, besos y abrazos.