Lo Logró (1)

Cuando entré en la habitación Marta estaba con los ojos vendados. Creo que era una media negra, de encaje, lo que la impedía verme. La otra media le ataba las manos.

Cuando entré en la habitación Marta estaba con los ojos vendados. Creo que era una media negra, de encaje, lo que la impedía verme. La otra media le ataba las manos. Se encontraba a cuatro patas, orientada hacia la puerta. Desnuda, esta posición permitía ver sus grandes pechos deseando ser agarrados. Entré justo a tiempo para oírla suplicar.

  • Métemela ya, Carlos.

Carlos me miró y me guiñó un ojo. Estaba detrás de ella, agarrándola por el liguero, que ya no tenía nada que sujetar, y que sólo servía como cinturón improvisado para atraerla hacia él.

  • ¿Y qué me das a cambio si te la meto, preciosa?

  • ¡Cabrón, lo que sea! ¡Córrete en mi boca otra vez si es lo que quieres! ¡Pero jódeme!

Marta frotaba su culo contra su paquete, y rozaba sus pezones contra el edredón de la cama. Estaba excitada como un animal en celo. En el suelo la ropa de Carlos cubría su vestido rojo. Del bolsillo de los vaqueros sobresalía un fino hilo negro. Era un tanga, que probablemente le habría entregado antes de llegar a casa.

Hace unas semanas Carlos y yo hablábamos de ella. Le dije que era una chica tímida, casi recatada, que no era la típica chica de las que él se follaba cada fin de semana.

  • Esas son las peores – me dijo. - Si sabes cómo tratarlas, acaban pidiendo que les metas la polla a gritos.

Proseguimos la discusión durante un buen rato. Tres pintas de cerveza después acabé haciéndole una apuesta: si se la conseguía follar en menos de un mes, le dejaría mi propia cama para que lo hiciese.

Ayer mismo me pidió permiso. Todavía no me lo creía, así que me invitó a presenciarlo.

Un gemido femenino me hizo volver a mirarles. Le estaba metiendo la polla poco a poco. Ella hacía fuerza hacia atrás, la quería toda dentro, pero él se resistía, la sujetaba para impedírselo, mientras me miraba sonriéndome. Sin retirarme los ojos, la dejó hacer. Dejó que se metiese su verga hasta el fondo, lo que la hizo gritar.

  • Aaahhh... Sí.....

Junto a mi cama, en el suelo, había tres tiras blancas de papel. Me agaché a recogerlas. Eran de un fotomatón. En las fotos de la primera se les ve riéndose y dándose picos. En la segunda, bromean. Carlos lleva el tanga de Marta en la cabeza. La tercera son primeros planos de Marta: seria, riendo, lasciva.. con las comisuras de los labios resbalando un hilero de semen.

Ya estaban follando sin parar. Los gemidos de ambos se sucedían. Él la azotaba, y ella pedía más y más. Hay que admitir que tenía razón, no es tan recatada como me parecía.

Ayer por la noche estaba sentado en el ordenador cuando recibí un correo electrónico con un asunto que no daba lugar a dudas: “Permiso”. Era suyo. Os transcribo aquí un resumen:

“Esta tarde he estado con ella. Todavía no ha pasado nada, pero sé que mañana por la noche puede pasar, si me das el permiso que hablamos. ¿Estás seguro?”.

No me lo creía. Serio, le respondí con un escueto “Sí.”.

Poco después mi novia, sentada en el sofá, recibió un mensaje en el móvil que respondió inmediatamente.

  • ¿Quién es? - le pregunté.

  • Nadie, mi madre, preguntando tonterías.

Al minuto me llegaba otro correo de Carlos.

“Mañana a las 11 en tu casa me follaré a tu novia si no haces nada por impedirlo. Si no me crees, supongo que sabrás cómo colarte sin hacer ruido”.

Ella se levantó del sofá para irse a la cama. Me dio un beso. “No tardes”, me dijo. Apagué el ordenador y fui con ella. Cuando llegué, estaba desnuda, masturbándose. Se puso a cuatro patas y me dijo que me acercase. “Te quiero”, susurró, justo antes de meterse mi polla en la boca. Se folló con fuerza, con violencia. Me chupaba mientras se hacía un dedo pensando en la noche siguiente. No me dejó que la hiciese nada. Se corrió por la acción de sus propios dedos, todavía conmigo en su boca. Ya no había marcha atrás.

Carlos, mi amigo, estaba a punto de hacer que mi novia se corriese con su follada. En la sala sólo se oía el “clap, clap” de sus huevos al chocar con su coño y sus gemidos. Sobre todo los de ella. No la faltaba nada para terminar.

  • Un poco más... un poco...

Seguramente incluso abrió los ojos bajo su improvisado antifaz cuando la llegó el violento orgasmo. Gritó como nunca esa habitación la había escuchado gritar.

  • SÍIIIIIIIII.....

Su cuerpo, sudoroso, cayó, boca abajo, sobre la cama, haciendo que la polla de Carlos saliese de ella. Él no se había corrido, seguía con su enorme erección.

Se tumbó junto a ella mientras la acariciaba la espalda.

  • No te desates las medias todavía, esto no ha acabado.

La dejó recuperar la respiración mientras la besaba por todo el cuerpo. Cuando se pudo sentar sobre la cama, se besaron. Ella le agarró la polla. Todavía quería más.

  • Te he traído un regalo de cumpleaños – le dijo. Se levantó y le acercó una bolsa. No le dejó que se quitase la venda, así que sacó una caja y torpemente le quitó el envoltorio.

  • Tienes que adivinar lo que es – le dijo.

La costó abrir la caja. Mi novia se veía algo ridícula, con los ojos vendados y las manos atadas, desnuda, intentando abrir una simple caja de cartón. Él sacó una cámara de fotos y la fotografió mientras conseguía sacar su regalo. No la costó mucho adivinar qué era, y cuando lo hizo, lo primero que hizo fue llevárselo a la boca. Todavía estaba muy excitada, y el hecho de que un amigo de su novio, al que se acababa de follar, le regalase un consolador con una ventosa fue suficiente para calentarla de nuevo.

Hoy yo sabía que habían quedado a las diez. Días antes había quedado con unos amigos para tomar algo, pero nunca llegué a ir al bar. Hace un rato recibí un mensaje suyo al que no respondí. No se creerían lo que estaban haciendo los dos que faltaban. En vez de ir me escondí en una habitación de la casa que apenas usamos, a esperar. Tenía que verlo con mis propios ojos. A las once mi novia me mandó un mensaje preguntándome que dónde estaba, y diciéndome que llegaría tarde, que estaba con sus amigas. La respondí diciéndola que estaba de copas, que no me esperase despierta. A la media hora entraba por la puerta, riendo, con Carlos. Se pusieron un cubata que no tardaron en beber. Al rato, los ruidos se hicieron más confusos y, a la vez, inconfundibles.

Carlos colocó el consolador pegado con la ventosa en el suelo, junto a la cama. Guió a Marta sobre él, y la hizo arrodillarse con el consolador metido. Gimió de nuevo.

  • Suéltame las manos, así no puedo moverme. - Le dijo.

  • Ya sabes lo que voy a hacer si te desato.

  • Un trato es un trato.

Él cogió el movil y simuló llamar por teléfono a un amigo.

“¿Hannibal? ¿Te acuerdas que te conté que me iba a follar a una tía espectacular, insaciable? Hace un rato la até las muñecas con sus medias y la dije que no la pensaba desatar en toda la noche. Me insistió, y acordamos que si quería desatarse llamaría a un amigo para follárnosla los dos. ¿Te vienes? Perfecto, dame un toque cuando llegues y te abro.”

Dio la dirección, y colgó.

  • Me ha dicho que viene en tres minutos, que está aquí al lado.

Le desató las manos y se sentó delante de ella, en la cama, para que le comiese la polla mientras se follaba al consolador.

En nuestro grupo, todos tenemos un mote que no sale de ahí. Él es “botella de coca-cola” por la polla que calza. Yo, Hannibal.

Con un mando encendió el consolador. Zumbaba como mi maquinilla de afeitar, pero su sonido quedó ahogado bajo el grito de mi novia. Aproveché para salir de la habitación sin que me oyese.

Me quité la ropa en el salón. Se la oía gemir. Había fantaseado muchas veces con sexo así con ella, pero ahora estaba en estado de shock. Pero excitado. Una vez desnudo, mi erección no tardó en llegar. Di un toque a Carlos poco antes del orgasmo de Marta.

  • ¡No le abras todavía, deja que me corra!

Él se rió y paró el juguete.

  • ¡Cabrón! - gritó ella, cuando salió de la habitación. Abrió la puerta para que pareciese verosímil y salí al pasillo. Fui directamente al dormitorio. Allí estaba ella, buscando a tientas el mando del juguete por el suelo, desesperada por llegar al orgasmo.

  • Lo tengo yo – dijo él, al verla. Se lo cogí y lo encendí. Al máximo. La vibración del juguete llenó la sala por un momento, justo antes de que su grito lo tapase.

  • ¡¡¡Sí...!!!

Allí estaba, debatiéndose todavía mientras se mitigaban los efectos del orgasmo del juguete. Mi (yo pensaba que) recatada novia, desnudada por un amigo, follada por él ante mis ojos, con un vibrador en el coño. Con los ojos vendados para jugar con su amante, y con sus manos sueltas sólo porque accedió a ser jodida por un tercer desconocido, que he resultado ser yo, pero todavía no lo sabe.

Y yo, desnudo, empalmado tras haber presenciado una escena de sexo duro en mi propia habitación sin ser yo el protagonista ni el causante de los gemidos de mi propia novia... por ahora.

Ella se reclinó para apoyar la cabeza en la cama. Sus manos separaron sus nalgas, y nos animó...

  • Folladme el culo, cabrones.