Lo hizo con sus cuñados
Por el abandono en que la tenía, ella busco el consuelo de sus dos cuñados.
LO HIZO CON SUS CUÑADOS
Yo había tenido ya dos corridas, no sé si me masturbé o sólo de la impresión, pero era increíble ver lo que veía
Hacía tiempo que nuestra relación no andaba bien, el trabajo, los gastos, el mismo trajín de vida que llevaba había hecho que nuestra relación se enfriara, yo llegaba del trabajo y solo quería dormir, a veces teníamos sexo, pero era más por cumplir que realmente disfrutándolo como debe ser. Yo trabajador industrial, de 36 años, estaba casado con una aún atractiva mujer que tiene 38, tenemos dos pequeños, pero eso no ha logrado que ella pierda su escultural figura, mide 1,70 mts., tiene piernas alargadas y bien contorneadas, una cola de regular para arriba y lo que más destaca son un par de apetitosos senos, buen tamaño, rematados por unos oscuros pezones. Ya sus nervios por la falta de sexo afloraban, perdía fácilmente la calma, explotaba y lo peor de todo era que los chicos eran los damnificados, más de una persona me dijo, cuidado, la estás descuidando mucho, pero al estar casados por ya 14 años, yo creía que ella entendería que el cansancio que yo tenía era por ganar más dinero, por poder darles más comodidades, pero lamentablemente no fue así, sucedió lo inevitable. Ella tiene dos cuñados, esposos de sus hermanas, Juan que está casado con la mayor, es más bien tímido, pero con esa timidez sé que se cargó a más de una mujer y está Ricardo, el esposo de la hermana menor, un joven de 26 años y de constitución deportista ya que es preparador físico. Siempre yo había notado que ambos a su vez, miraban con deseo a mi mujer ya que de las tres hermanas, la mía de lejos es más atractiva y especialmente le veían los bellos senos, me imagino que ella se habría dado cuenta, pero nunca comentamos sobre esto. Se dio una reunión en la casa de mi cuñada, el motivo, la graduación de ella como abogada, una reunión sencilla, casi exclusivamente la familia, uno que otro amigo y eso sí mucha bebida y buena música. Yo que no andaba como para bailes, prefería conversar con mi suegro, con alguno de los amigos, ya subida de tono la reunión, comenzaron a bailar, mi esposa que estaba atractiva era el centro de las miradas, así que el cuñado mayor tomó la iniciativa, la hizo bailar y ella lo estaba disfrutando, la bebida iba y venía, en una de esas tocan esa música que se debe bailar pegadito, meneándose todo, ellos bailaban, cuando el otro cuñado que pasaba por allí, se colocó detrás de ella, siguió bailando entre los dos y se meneaba de arriba abajo, con algo de rubor en sus blancas mejillas, el espectáculo habría seguido de nos ser por una de las cuñadas que se molestó y los separó a manera de bailar con su esposo. Después de esta reunión empezó a cambiar, mejoraba su carácter, yo creía que lo que necesitaba era salir un poco, divertirse, pero me preparaba la gran sorpresa. No pasaría de esta fiesta ni un mes, salí aquel día martes del trabajo temprano, a mi jefe le dio por darnos tarde libre, así que me fui a casa, no encontré a nadie, los niños estudiaban en la tarde, por lo que en la casa debía estar mi mujer, pensaba yo que tal vez había ido de compras. Me disponía a descansar viendo la tele, cuando oigo unas voces, unas risitas, me escondí en el cuarto de mi hija mayor, que queda al lado del nuestro, entró mi mujer acompañada de Ricardo, en animada charla, entraron y empezó el diálogo: - Ya Ricardo es hora que te vayas - No me voy si no me das uno más de esos que tú sabes - Aquí en mi casa, estás loco, vete de una vez que mi marido no tarda en volver. - Pero si él llega tarde, él vive en la fábrica, si llega a las once es un milagro, así que o me das uno o no me voy. - Ya te has vuelto un goloso. Y acto seguido él la tomó por la cintura y le plantó feroz beso, acompañado de caricias, empezó a desnudarla, poco a poco la ropa iba cayendo y ella empezaba a gemir, él le mamó con destreza las tetas, ella desabrochó su pantalón y sobre el tanga manoseaba aquel miembro que ya peleaba por salir, ella se hincó y empezó a dar feroz mamada, lamía todo el miembro, de la cabeza a los testículos, miraba con miradas picaronas y el estaba en el paraíso, en eso estaban cuando sonó el timbre. Yo que aún no salía del shock de ver a mi mujer con otro y no sabía que acción tomar además de que estaba con tremenda erección, quería ver que hacía. Rápidamente se vistieron, él se fue al comedor de diario y ella a abrir, era nada menos que Juan, entró y le dice: - ¿Estás solita? - No estoy con una visita, pero pasa y charlemos - Hola Ricardo, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar dando clase? - ¿Y tú, no debías estar en tu oficina? - Lo que pasa es que quería hablar con Carmen, la veo tan sola. - Vamos Juan, sé a lo que has venido, yo estoy en lo mismo, a esta perrita le pica por dentro y yo estoy calmando eso y sé que tú también has estado saliendo con ella, claro que otra cosa le queda a ella que hacerlo con quien pueda ya que su maridito no la atiende. - ¡Ya basta por favor! Hablan de mí como si fuera una puta y lo único que yo quiero es sentirme amada, saber que alguien me necesita, que a alguien gusto y he tenido que llegar a esto, pero ya no, así que por favor váyanse. - Yo te dije que no me iba sin eso y así será, y lo haré delante de él si no se va. Acto seguido, la empezó a besar nuevamente, ella se resistía, Juan solo miraba, pero al notar que no había resistencia, también se acercó y empezó a acariciar las tetas por encima de la blusa blanca, los pezones estaban duros y ella empezó a perder la cabeza, recordé la escena de la fiesta, era igual ella se meneaba entre los dos, ambos le tocaban por todas partes, Juan le quitó la blusa, Ricardo desabrochó el brassier dejando los hermosos gemelos a la vista, fue Juan quien le mamó las tetas primero, Ricardo empezó a desabrochar la falda y dejó a la vista esas bellas piernas. Cubierta su intimidad con un pequeño tanga blanco, la llevaron al dormitorio mío, ella se sentó en la cama, ambos le mamaban cada uno una teta, ella les acariciaba la cabeza y gemía, ambos acariciaban sus piernas y fue Juan quien metió un dedo en ella, Ricardo jaló el tanga dejando ver su peluda pubis, y se agachó y empezó a chupar y jugar con su clítoris, ella ya había perdido totalmente la cabeza, se convulsionaba y subía y bajaba la pelvis y gemía como loca. Juan acercó a ella su miembro, ella lo empezó a masturbar y luego lo mamaba con prestancia. - Ya mis amores, háganme suya, ya no puedo más, me voy a morir. Juan la penetró primero, su cabezón miembro entraba y salía con facilidad por esa mojadísima raja, mientras ella seguía mamando a Ricardo. Cambiaron de posición, ella se puso de cuatro, Ricardo le embistió por atrás, Juan recostado se hacía mamar el pito. - Denme los dos a la vez, eso es lo que quiero, denme todo, llénenme de leche, quiero tenerlos a ambos en mí. Entonces ella se subió al pito de Juan, empezó a cabalgarlo, ella empinaba el trasero a la espera del otro, despacio Ricardo empezó a ensartarla por el culo, a ella le caían lágrimas de placer y dolor me imagino, era una locura, gritaba como perra en celo, ambos hacían un vaivén perfecto, por momentos Juan le mamaba las tetas, luego Ricardo se las apretaba, así se vinieron los tres casi al mismo tiempo, ella chupó el pito de Juan hasta secarlo por completo. Yo había tenido ya dos corridas, no sé si me masturbé o sólo de la impresión, pero era increíble ver lo que veía, se fueron a asear y vistieron, ambos con fuertes besos y promesas de más. Y yo ahora estoy en la disyuntiva, quiero dejarla, pero creo que lo que pasó fue mi culpa, además de que ella cambió, es la mejor esposa del mundo ahora, tenemos sexo mucho más seguido, pero en mi cabeza sigue la imagen, la imagen de la fiesta, ella entre los dos.