¡Lo hice, que zorrita me follé!
Perdí el control, un dedo, luego dos, ella empezaba a quejarse, luego tres... hasta que la enculé fuerte. La bolsa anudada en la cabeza me volvía loco.
Si, me la folle...
Que por qué? Jajajajja. Menuda zorrita, vosotros también lo habríais hecho. Si, ahora que tenéis las manos puestas en vuestras braguetas esperando que os cuente como lo hice, verdad? Para qué. Para que luego me llaméis pervertido cabrón por hacerlo. Casi me quedo con ganas de callármelo.
Seguro que la mitad no sabéis ni lo que es un buen coño, sabrosito y rechoncho, de esos que me gustan a mi. Perfectamente rasurado, con olorcito a polvos de talco, de cachetes regordetes y profunda hendidura.
Solo de pensarlo la boca se me hace agua, y es que en mis 39 años no he encontrado en mi vida una zorrita como esa. Esos andares de gata en celo, que me sulplicaba clavarla sobre mi polla.
22 años ttenía, cuatro copitas cargadas, tres horitas de cháchara galantería y en quince minutos disponía de su cuerpo desnudo sobre mi cama. La amordacé, nunca en mi vida lo había hecho, y menos mientras medio borracha me mostraba un disgusto que no sé si sería real o no. Daros cuenta que era tan zorrita que cualquier cosa le habría gustado.
Todo me daba vueltas, pero la vi sobre mi cama, desnuda, de chocho limpio y suave con olor a ganas, unas tetitas tirando a pequeñas y unos pezones que habría taladrado con mis dientes. Que ganas de frotarme la polla solo al mirarla...
Ate sus manos a la espalda, ella pataleaba sin mucha fuerza, pero ver sus gestos me ponía bruto y a pesar del alcohol la polla se me amorataba entre mis manos. Os moriríais por verla, me imagino cuando luego os la empecéis a cascar como os correriais si la tuvierais al lado, entreabriendo las piernas asomando su carne rosada viscosa lista para vuestro disfrute.
Me corrí, sin ni siquiera tocarla, me corrí. Tuve que darme prisa y acercarme sobre su sexo para que toda mi leche blanqueara su carnosa juventud, y la vi manchar su sexo, pegajosa correr por su vientre y hundirse lentamente entre su raja... y lo observé hasta dormirme a su lado, dormirnos los dos.
Desperté a las horas, la escuché reptar por el suelo intentando huir. La teníais que ver, tan frágil de rodillas sobre la alfombra del dormitorio, me dieron ganas de atarle una correa y pasearla por el portal, pero me gustó mas observar su culo, cerrado, blanquecino, pequeño y redondo.
Tardo segundos la polla en poerseme como una piedra. La cabeza me daba vueltas, me puse en pie y la tumbé del todo sobre el suelo. Que cara puso cuando la llame puta. Tantas veces lo había soñado que se lo repetí hasta la saciedad mientras le llenaba su boca joven de polla tras levantar la mordaza.
Solo de recordarlo se me despierta un dolor de huevos impresionante. No sabéis como la mamaba la muy zorra. Ni un diente me posó. Lleno sus carillos de mi carne, que apuesto que aun sabía a mi corrida anterior, la cara de puta que se le ponía mientras lo hacía era espectacular.
Creí que me volvía a correr, la llevé al baño. Todavía recuerdo como le repetía que tenía un coño tan sucio que parecía una profesional. La puse dentro del plato de ducha de mi apartamento y la incite a mear. Me moría por verla de pie con las piernas abiertas y ese cuerpo casi infantil mientras el chorro se escapaba entre sus piernas.
La hice mear y cortar varias veces. La puta controlaba bien, después de echar un chorrito yo introduciá los dedos en su coño, para luego sacarlos y que siguiera. Fue impresionante.
Tenía ganas de partirla en dos. Ella no se manifestaba. Cuando acabamos de jugar vi que su coño estaba resbaladizo. Veis como era zorrita, se habia excitado.
Abrí los grifos de agua fría y dejé que se empapara. Sus manos seguían inmoviles. Por la ventana parecía que llegaba el amanecer, la luz empezaba a ocupar el salón. La saqué del baño la sequé con la toalla. Me la habría follado al instante, pero me sentí especialmente poderoso, excitado, dueño de una zorra de verdad.
La senté en el vater y comencé a comerme el coño. Menudo coño, blando, caliente, resbaladizo. Lo mordisqueaba entre pequeños aullidos de la chica, mientras tenía que apretarme las venas de mi verga para evitar el dolor. De nuevo al cuarto, sobre la cama. La deje tirada, tape su cabeza con una bolsa y la puse a cuatro patas, al tener las manos a la espalda se apoyaba sobre la barbilla.
Solo veía sus nalgas y las manos anudadas a la espalda. Metí dos de mis dedos en su ano, era estrecho, seguro que virgen, o quiza no, no lo sé. Perdí el control, un dedo, luego dos, ella empezaba a quejarse, luego tres... hasta que la enculé fuerte. La bolsa anudada en la cabeza me volvía loco.
Quería convertirla aun en más puta. La encule unos segundos, y después la di la vuelta para palmear su chocho. Siempre me ha encanado abrir las piernas y azotar con la mano abierta esos trozos de carne. Me vuelve loco. La castigué, por ser tan zorra, varías veces, para luego meterle la polla por el coño y estrujar a sus pequeñas tetitas.
La embestí, sin verla la cara, solo ese cuerpo joven que trate a mi antojo. Fuerte, hasta el fondo, soltando mi aliento sobre la bolsa del hipermercado. Cada vez más rápido, veía sus piernas abiertas, su sexo totalmente expuesto y como mi verga se metía hasta llenar esas estrechas caderas hasta derramar toda mi leche dentro de ella...
El sol entraba por la ventana, debajo de la bolsa ella estaba colorada sudorosa, me puse de rodillas a su vera y meti mi polla en su boca hasta que me la dejo reluciente, creí que me moría del gusto.
Os dije ue era una zorra, verdad? Nunca antes había probado una puta. Me resultaba frio llegar pagar y montarla en mi coche. Este servicio era diferente, internet te descubre nuevos mundos, pagué con tarjeta, describí el tipo de servicio que quería y todo se desarrolló como si el azar hubiera puesto una puta en mi camino, la realidad es que esa noche me costó 345 Euros. Pero joder, menuda zorrita me tiré!