¿Lo hice por dinero? (2)

Continua la sesión fotográfica de Marilia con el desenlace y revelación de toda la historia.

¿LO HICE POR DINERO? (2)

Todos estaban mirándome para ver mi reacción, a la expectativa de mi posible decisión a “ayudarles” en el problema que les había surgido. Mi novio, Alberto, era el único que parecía haber tomado más que nada las riendas de la situación y se mantenía en una posición de, como decíroslo, cierta seguridad. Sus almendrados ojos negros brillaban con un fuego interior que me dejaba totalmente anonadada y perpleja pues no alcanzaba a interpretar los pensamientos que tenía mi chico ante las repercusiones que podría tener para nuestra relación aquella decisión.

Yo, como ya os había comentado, adoro y quiero con toda  mi alma a mi chico y podría muy bien afirmarse que estoy completamente enamorada de él. En sólo cinco ocasiones le había sido infiel en los casi dos años de relaciones y no por ello me considero una mujer promiscua con falta de principios. Soy una mujer que, como muchas, tengo unas necesidades básicas para poder cubrirlas y que si tu pareja no puede, por cualquier circunstancia, satisfacer esas necesidades tu psiquis más profunda e íntima no duda en “pecar” lo que sea necesario para poder llenar ese hueco que tu físico y tu mente te pide a gritos.

Y mi Alberto, mi querido y adorable chico que de forma magistral cubría la inmensa mayoría de todas mis expectativas, en el apartado del sexo no era capaz de satisfacerlas. Era como un cero a la izquierda, un negado total en las artes amatorias que me dejaba con más ganas que una monja repleta de una vida célibe y monacal y yo, precisamente monja, no me consideraba para nada.

Si al menos mi Alberto usara bien su preciosa y linda boquita para poder aplacar los fuegos que me invadían cuatro o cinco veces por semana hubiera sido harina de otro costal. No me hubiese importado lo más mínimo su problema, problema que era MI problema, y no hubiera hecho falta que mi ansiosa y nerviosa mano bajara tan a menudo a mis intimidades para hacerme desesperadas pajas capaces de apagar los ardores de mi vulva; unos tocamientos que desembocaban, en la mayoría de las ocasiones, en los más salvajes molinillos y las penetraciones más sórdidas con cualquier objeto fálico que encontrara a mano y que pudieran compensar esa falta de atención en mi chico.

En las cinco ocasiones no fui yo quien buscara la situación, fueron las circunstancias y la perentoria necesidad de mi ardiente vagina la que me impulsaba a una infidelidad que, para mí, era todo un suplicio después. Y es que una vez consumado el engaño me sentía hecha una mierda por mi traición. Era exasperante el no poder evitar, por mi parte, una situación morbosa cuando mi titilante clítoris me pedía a berridos que le calmase con algo que no fueran mis ya conocidos y asiduos deditos. No podía evitarlo y por ello, poco después, me sentía culpable, triste y melancólica pero…, muy satisfecha en mis bajos. Y de esta forma, iba tirando, poco a poco y a golpe de cadera semestral de mi amante casual.

Cuatro fueron los chicos que probaron mis mieles y mi ardiente cuerpo durante mi relación de pareja con Alberto y una chica, mi amiga Sonia Grijalbo, de la que ya os he hablado antes. Quizás sea una tontería pero llegué a consolarme, durante un tiempo al menos, que mi desliz con Sonia no había sido infidelidad hacia mi chico, quiero decir con “otro” chico, bueno ya me entendéis, ¿no? Sé que es una tontería pensarlo así pero, desde mi punto de vista y al menos durante un tiempo, pensé que mi encuentro con Sonia no contaba. Hubiera resultado otra cosa si ésta, mi primera experiencia lésbica, hubiera sido la que esperaba pero no fue así y tras ella mi cerebro seguía soñando con pollas de tamaño de brazo de gitano incrustadas en mi jugoso y ardiente sexo.

-         Marilia, cielo… te he dicho que por qué no lo pruebas. Creo que no tienes que pensarlo mucho dadas las circunstancias y lo que te ofrece el Sr. García. –volvió a decirme Alberto con cierta y sospechosa actitud condescendiente, tolerante y liberal-

-         P- pero Alberto… ¿tú te has vuelto loco, sabes realmente que esto es diferente a lo que ya he hecho?

-         ¿Puedo hablar con mi novia a solas un momento? –dijo mi chico agarrándome del brazo y dirigiéndose al fotógrafo-

-         Por supuesto, vayan a la habitación de figuración y maquillaje mientras yo hablo con Roger y Paul de otro asunto- contestó-

-         ¿Sabes una cosa? –dijo agarrándome por los hombros y cerrando la habitación en la que poco antes me había rasurado el sexo Eva- A mí me gustaría verte así, al menos una vez, sólo una vez. Esto es algo que me da muchísimo morbo, es una fantasía mía desde que… desde que me enteré que estuviste con Conrado. Me gustaría verte cómo lo haces con otros, es… es lo que siempre he soñado y bueno…, sabes que nunca te he pedido nada pero ¡Coño Marilia me gustaría que lo hicieras y yo verte!

Lo de Conrado fue una de las escasísimas ocasiones en las que mi voluntad no pudo aguantar más y sucumbió ante las presiones de mi libido. Fue sólo una vez, una noche en la que, encima, mi chico me había dejado más caliente que una mona encelada y se había marchado en plena fiesta diciendo que tenía que entregar un proyecto para no sé qué asignatura. Durante parte de la noche me estuvo comiendo los morros de esa forma que sólo sabe hacerlo él y es que me encanta como me besa, en eso sí que es un experto. Entre beso y beso, toque de tetas y pequeños tironcillos en mis pezones, que traviesos y sensibles pugnaban por hacer sendos agujeros en la camiseta de tirantes que llevaba, hicieron que mi entrepierna y mi clítoris despertaran de su impuesto y poco estable letargo. Para más inri, Conrado, era un tipo fornido y seguro de sí mismo que viendo como la gacela se había quedado sola en la sabana no dudó un instante en salir de caza con su lanza en ristre y dispuesta, y nunca mejor dicho, para clavársela a su presa y aún más sabiendo cómo su compañero del alma, mi novio, me había dejado preparada para la ocasión. Y pasó, bueno pasó…, lo que tenía que pasar y en los mismos lavabos de chicos de la discoteca en la que estábamos me hizo suya para deleite y satisfacción plena de mi hambriento sexo.

Me quedé sin habla y tragando saliva como una tonta ante la confesión de mi amor. Me volví a sentir culpable, estúpida y una perra salida que no podía evitar la infidelidad a una pareja que me lo estaba dando todo en mi vida salvo sexo. Mis piernas me temblaron ante la revelación y no era capaz de articular palabra alguna. Por mi cabeza pasó un sinfín de emociones y sentimientos que hicieron que empezaran a brotar de mis ojos unas lágrimas sinceras de pena hacia él y rabia contenida hacia mí. Alberto sabía que le había engañado una vez ¿Y si supiera que lo había hecho otras tres veces más, o mejor dicho, otras cuatro más contando con las lamidas, tijeras, y mutuas masturbaciones que había tenido con mi amiga Sonia aquella tarde noche de botellón? ¿Me perdonaría también o me mandaría a la mierda?

-         T-tú… ¿cómo te has enterado de eso? –llegué a balbucear espantada- ¿Quién te lo ha dicho?- noté como una maza imaginaria caía sobre mi cabeza, aquello era demasiado- Cariño perdóname fue solo un desliz una tontería yo… mi amor… te quiero, te quiero mucho perdóname yo…

-         Sssshshhh tranquila –dijo poniéndome un dedo en la boca para callarme- no importa quién me lo dijera, el caso es que me enteré y te perdono. En principio no me gustó pero el morbazo que me dio fue tal que….bueno, tuve que ordenar mis pensamientos y hace un tiempo que es una obsesión para mí. Quisiera verte cómo lo haces con otros y ésta es una ocasión para poder hacerlo de una forma excepcional.

-         El… el contrato…, es…, es de nivel 2 de compromiso y son dos chicos los que están ahí esperando para hacerlo Alberto ¡Son dos!

-         Leamos las condiciones del nuevo contrato –me interrumpió- quizás nos sorprenda y no sean más que tocamientos –dijo no muy convencido de lo que afirmaba-

-         Y-Yo, Alberto, por favor esto sí que no… delante de ti…, y con dos  tíos que no conozco de nada.

-         ¡Sr. García, por favor! -dijo abriendo la puerta de la habitación- ¿Puede traernos las condiciones del nuevo contrato si es tan amable?

-         Tomad, aquí tenéis- dijo “el Osito” ofreciéndonos el contrato redactado-

-         Bueno, ¡leámoslo! –dijo Alberto pletórico sentándose en una de las sillitas del receptáculo y volviendo a cerrar la puerta-

Este contrato sí que era duro, al menos lo sería para mí. Un contrato de sexo explícito hardcore , como se dice dentro del gremio, leyera por donde se leyera. Mamadas varias, penetraciones vaginales, anales, doble penetración, beso negro y una cosa que no sabía, hasta ese momento qué coño era pero que me lo aclaró de inmediato mi chico.

-         Esto es muy fuerte Alberto…, es puro porno. No sé si seré capaz, esto no va conmigo… ¿Y esto?, ¿esto qué es? –le dije señalando con una de mis largas y cuidadas uñas rojas la extraña palabreja en el anexo del contrato-

-         ¿Creampie? Es una corrida interna anal o vaginal en la que la chica después muestra cómo le baja el esperma de sus agujeros llenos de pastosa leche de macho –sentenció Alberto, tan campante y de una forma tan vulgar-

-         ¿Q-qué? ¡N-ni de coña vamos! ¡Encima que me van a meter sus pollas por todos sitios y que lo van a hacer sin capucha me van a echar todo su semen dentro de mí! ¡Y una mierda Alberto!

-         Marilia por favor, sé más objetiva. Esto no es una follada en sí misma, ya lo has visto, se mueven un poco, el fotógrafo hace una serie de tomas sucesivas simulando que en verdad estáis ahí dale que te pego y tú pones cara de zorra en cada foto pero de ahí, de meterte las vergas, no pasa cariño.

-         ¡T-tú estás enfermo tío! –le dije alterada poniéndome en pié-

-         Nunca te he pedido nada Marilia, y bien lo sabes. Siempre he estado atento a lo que tú puedas necesitar de mí y bien sabes que siempre he estado ahí, apoyándote en todo lo que necesitabas… Esto, Marilia, sí te lo pido, hazlo por mí. Quiero verte con otro y estar yo delante para verlo todo de cerca.

-         No Alberto, esto que me pides no puede ser –le contesté acalorada- Esto es una locura. Sabes que siempre lo hemos hecho con condón y sabes, de sobra, que no tomo nada y es peligroso.

-         Lo sé, pero seguramente sea una simulación más, como lo de la clara de huevo.

-         No Alberto, lo siento pero no y sin condón no quiero ni hablar del tema.

-         Pues a Javier y a Juan Pablo no te importó mucho tirártelos sin capucha y Crisanto te petó bien el culo sin ella.

-         (…) -No dije nada me quedé con la boca abierta, como un pez al que se le hubiera echado un anzuelo y quisiera respirar y es que sentí que me faltaba el aire-

-         Conrado –continuó diciendo ante mi mudez- sí utilizó los tres que tenía en la cartera contigo ¿verdad, cielo? Los aprovechó bien el pedazo de cabrón, ¿eh? Hasta uno de ellos lo usó un par de veces seguidas estando usadito y todo. Un portento ese Conrado, ¿verdad? ¿No fue así acaso cariño?

-         (…) –Yo seguía sin decir nada, estaba en shock y me dejé caer sobre la silla sobre la que poco antes había estado sentada-

-         Y con Sandra, bueno, con Sandra no hacía falta alguna un preservativo ¿no es así?–me soltó a bocajarro- Ella no dispara leche aunque sí me he enterado que es muy dada a soltar jugos vaginales importantes cuando se corre y que tú no le hiciste asco alguno en probarlos a conciencia-

-         ¿Q-qué?... ¿Quién te ha contado todo eso? ¿Han…, han sido ellos? ¿C-cómo lo sabes? – le dije sobreponiéndome un poco y sintiendo cómo se me nublaba la vista por las lágrimas que colmaban ya mis ojos.-

¡Lo sabía todo! ¡Dios mío pensé que había sido discreta! Estaba claro que no, que no lo había sido y que alguien le había contado con pelos y señales todas mis infidelidades. Lo de hacerlo sin forro con Javier y Juan Pablo fue una locura pero estaba tan necesitada que sopesé los problemas rápidamente. Javier me prometió no correrse dentro, le creí y lo cumplió echándome toda su carga por las tetas y parte de la cara. Esto me puso de muy mala ostia pero al menos cumplió su promesa y salí satisfecha tras mi orgasmo. Con Juan Pablo fue diferente, acababa de tener el periodo y estaba en el día más seguro de mi ciclo, además, sólo pensar que era virgen y que lo iba desvirgar fue la gota que colmó el vaso para que yo misma le dijera que me la metiera sin condón. Pero, ¿quién sería el que le había dicho todo a mi Alberto? ¿Sandra le habría contado lo suyo con lo mío? ¿Y lo de Javier y Juan Pablo?; ¿Se lo habrían contado ellos?

De Javier no me extrañaba que se lo hubiera dicho a más de un amigo suyo, era un bocachancla, y que de aquí, entre boca y boca, le llegara a mi chico, ¿pero de Juan Pablo? Ese era un auténtico nerd y un friki consumado incapaz de poder decírselo a alguien, aunque bien mirado podría haber alardeado con alguien de la tía con la que había perdido el virgo pero me resultaba, a todas luces, improbable.

De Conrado, sin embargo, me esperaba lo peor. Cualquier cosa de esa maldita máquina folladora. Era un cerdo consumado, un chulo, pero tenía algo entre las piernas que necesitaba aquella noche de forma perentoria, grande, venosa y gorda, como a mí me gustan y encima el bastardo sabía usar la herramienta como nadie. Me folló cinco veces esa noche; dos seguidas en el aseo de chicos de la discoteca, una por el coño usando capucha y la otra por la boca argumentando que tenía que limpiársela y que terminó follándome la garganta como una bestia. Al final me corrí haciéndome el molinillo en mis bajos mientras depositaba su segunda carga en mi tráquea yendo directa hacia el estómago. La tercera follada me la dio en el aparcamiento, también por la vagina y con otro preservativo que sacó de su vetusta cartera de tela. Ahí me corrí como una ramera berreando a lo bestia mientras me empalaba por detrás y mis tetas se apoyaban haciendo efecto ventosa en el capó de uno de los coches. El cuarto polvo me lo echó dentro del coche mientras yo saltaba como una loca con su verga bien clavada en el coño enfundada por su último preservativo. Quedé desmadejada ante este asalto y digo asalto porque Conrado parecía un boxeador y yo el saco, me había dejado satisfecha para, al menos, una semana sin pajas pero el cabrón, no lejos de estar satisfecho y tras hablar dentro del vehículo media hora de cosas triviales no se le ocurrió otra cosa que probar mi culito. Yo, muy ufana de mí y ya satisfecha, le di largas diciéndole que no habría penetración sin condón y sin mayores aspavientos cogió rápido el preservativo usado de antes que estaba en el salpicadero hecho mierda, se lo plantó y me la metió reventándome el orto a lo bestia. Ni que decir tiene que el pobre preservativo prácticamente se desintegró a las siete u ocho metidas porque noté por la noche, una vez ya en mi habitación a solas, cómo me bajaba un poquito de leche condensada del culito que me lo había dejado bien roto.

Conrado, menudo hijo de puta, pero que bien me folló.    Sin duda, había sido él el pedazo de cabrón que le fuera con el cuento a Alberto de cuántas veces me había follado, de cómo me lo había hecho y de cómo berreaba ante cada golpe seco de sus caderas ¿Pero cómo podría saber él lo de Juan Pablo? Y aún más, ¿cómo sabría lo de Sandra y lo mío? Estaba en un estado mental que podría asegurarse que estuviera en el borde del mismo Cañón del Colorado, mirando lagrimosa a mi chico para hacerle aquellas preguntas.

-         Eso no importa ahora mismo Marilia, -me dijo poniéndose de pie y entregándome el contrato que tenía entre sus manos-Piénsatelo un poco y si verdaderamente me quieres fírmalo. Desearía que lo hicieras.

Y se fue. Lento y sin más cerró la puerta dejándome sola, acompañada sólo por mis lágrimas, mis pesares y mi sentimiento de culpa. No sé cuánto tiempo estuve allí acompañada por mis fantasmas si bien no creo que fuera mucho pues nadie pasó para advertir cómo me enjugaba el rostro con un albornoz que colgaba de un  desvencijado y descolorido perchero azul oscuro.

En una esquinita de la mesa de maquillaje estaba el contrato, a su lado, un bolígrafo Bic cristal de los de toda la vida. No volví a leerlo ni busqué una escusa para evitar cualquiera de las partes del anexo que explicaba el nivel 2 de compromiso. Tampoco vi el apartado económico, me daba igual. Mi novio me había dicho lo que quería. Me lo había pedido, nunca me había pedido nada y todo me lo había perdonado. ¿Qué clase de persona sería si le dijera después de haberle sido infiel que no lo haría, que no le daría ese gusto, que no le satisficiera esa ilusión? No, no podía decírselo. Mi amor quería verme haciendo ese contrato y lo haría, no había otra. Habría unas fotos mías aún más pornográficas que las que ya me había hecho circulando por ahí pero aquello no me importaba si Alberto seguía conmigo. Salí al estudio y le di a “ El Osito ” el contrato firmado en todas sus partes, lo aceptaba todo.

-         Toma, aquí lo tienes firmado – le dije al hijo del fotógrafo que estaba casi en misma puerta de la habitación, pareciera que no se había movido de allí-

-         Uffff gracias, muchas gracias, estábamos en un aprieto de los gordos. ¡Eh chicos Marilia acepta hacer el contrato! –gritó a pleno pulmón. Todos corearon y empezaron a aplaudir-

-         Gracias cariño –dijo mi novio acercándose y dándome un beso en la frente- Sabía que ibas a intentarlo, al menos.

-         No, -le dije cogiéndole de la mano- no voy a intentarlo voy a hacerlo porque tú me lo has pedido. ¿Me perdonas? ¿Me perdonas todo?

-         No hay nada que perdonar preciosa. Venga, ahora ¡a trabajar!

Mientras el Sr. García y su equipo preparaban los decorados del nuevo contrato mis dos compañeros aprovecharon para conocerme mejor y preguntarme si llevaba mucho tiempo en el mundillo, que cuál era el origen de mi raro nombre, que en qué trabajaba… La verdad es que ambos hablaban por los codos. Roger me contó que era escocés pero que vivía en Madrid hacía ya cinco años y que se dedicaba desde hacía ya dos años a realizar posados eróticos y pornográficos para distintas publicaciones. Decía que sólo con eso vivía bastante bien y que vivía al día con caprichos. Paul, en cambio, era de Marsella y tenía un marcado acento francés a pesar de que su madre era española. Con mucho humor dijo que su madre se quedó “prendada” del poder negro francés de su padre marinero. Decía que se había marchado de casa y que sólo hacía dos meses que se dedicaba al mundo del porno y que había comenzado a trabajar en espectáculos en vivo en un club nocturno. Ambos me parecieron muy simpáticos y atentos. Mi Alberto, mientras tanto, no paraba de prestar atención a nuestra conversación sentado en el butacón. Su sonrisa y la paz que se le veía en el rostro me inspiraban sentimientos encontrados. Por una parte, paz y sosiego pues sabía que mis infidelidades habían sido personadas por mi amor y por otra, una cierta sospecha de que había algo más de lo que hasta ese momento yo podía percibir.

Al cabo de los quince minutos el estudio había sufrido una transformación increíble. En la parte verde que os comenté antes habían puesto una plataforma de arena de playa muy fina, una toalla y un par de botes de crema bronceadora alrededor de ella. Al lado una tumbona reclinable. Roger me explicó que ese fondo verde, llamado croma, permitiría al fotógrafo añadir fondos digitales como si estuviéramos en una verdadera playa y es que la sesión de fotos trataba de dos chicos que encuentran a una chica tomando el sol y terminan follándosela por todos sitios. Un argumento hartamente complejo, desde luego.

El Osito nos comentó que fuésemos cambiándonos para iniciar la sesión. Me ordenó que me pusiera un bikini de cortinilla de color blanco, bastante convencional, que tenían en el fondo de armario. Paul y Roger se cambiaron también en la misma habitación de antes, todos juntos. Yo estaba un poco cortada, bueno, bastante cohibida, todo hay que decirlo, pero vi que ellos se cambiaban con tanta naturalidad que me inspiraron a actuar del mismo modo.

Roger tenía una piel muy blanca con todo su trabajado torso salpicado de infinidad de pecas. Tenía un pene circuncidado que, en reposo, era muy delgado pero muy largo con unos testículos enormes que le colgaban de forma exagerada en una bolsa escrotal blanca y rojiza. Me sorprendió la delgadez de ese pene tan delgado comparado con el tamaño de unos testículos que bien podrían ser de otro miembro. Sonreí al vérselo y el pelirrojo escocés, dándose cuenta de mi actitud, no pudo por menos que decirme un: “ crecerá bastante más, ya lo verás” Me azoré bastante ante el comentario pero aún me quedé más pasmada cuando vi el pene de ébano de Paul. Aquel pene en reposo ya era una auténtica masa de carne magra, una auténtica morcilla de Burgos de tamaño familiar. Tuve miedo en cierta forma por lo que vendría a continuación pero éste miedo sólo residía en mi mente consciente porque mi inconsciente y mi libido pronto dieron notas de volver a despertar cuando mis pezones comenzaron a erizarse y a notarse de una forma escandalosa en el bikini que estaba terminando de ponerme. Roger se puso unos bermudas azul y rojo y Paul un slip de natación de competición que no alcanzaba a entender cómo podía haber metido toda aquella artillería en aquella diminuta tela. El paquete que se le notaba era, a todas luces, una exageración.

Salimos los tres a la palestra cuando me fijé que desde un monitor situado en la parte posterior se veía el decorado completo que estaba reproduciendo un ordenador portátil sirviendo de guía a todos los que allí estábamos por la labor de acabar el contrato. El paisaje era una playa caribeña de lo más paradisiaco, un paisaje virtual en el que las únicas notas reales eran la arena, los botes de bronceador, la tumbona y nosotros, los actores.

Llegado a este punto me hicieron poner  casi tumbada en la silla de playa. El fotógrafo comenzó a tirar series ordenándome las poses para simular que estaba sola tomando el sol. Me hizo ponerme sentada en la silla aplicándome un bote de aceite solar de los botes mientras Roger y Paul estaban hablando con el Osito.

-         ¡Muy bien guapa! ¡PFISSTT! Eso es, extiéndete bien ese aceite por todo ese cuerpecito… ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Perfecto! Bien ahora quítate la parte de arriba del bikini y déjala en la silla… ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Bien, bien! ¡Date bien en la tetas! ¡Qué brillen bien! ¡PFISSTT! Hija qué pezonacos se te han puesto…¡PFISSTT! ¡PFISSTT! Estás bien empitonada, ¿eh? Pellízcatelos un poco haber si se ponen más enhiestos aún.

-         ¿A- así? Mmmmf C-creo que estoy un poco sensibilizada de la sesión anterior… -dije estirándome y pellizcando un poco más mis pezones, que parecían haber ganado más en dureza-

-         ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Joder chica cojonudo! ¡Menudo cuerpo te gastas! Santi… desplaza el reflector 15 grados a tu izquierda. ¡Ahí quieto! Eva pulveriza a Marilia con el agua –Eva se acercó y con un botecito de agua comenzó a pulverizarme agua por todo el cuerpo pareciendo en verdad que tenía un calor de espanto- Eso es, genial ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! Ahora túmbate en la toalla boca abajo pero aplasta bien las tetas en ella para que sobresalgan bien por los lados… Así, quieta… ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! Genial. ¡Paul, Roger, vuestro turno!

Los chicos se aproximaron y el fotógrafo siguió tirando foto tras foto. Tuve que poner cara de sorprendida tapándome como pude los pechos con la mano. En la siguiente toma Paul se puso detrás de mí retirándome las manos de mis globos y besándome el cuello por detrás mientras yo me mordía el labio inferior en una mueca de simulada excitación. Lo cierto es que sí que estaba haciéndolo y aún más cuando las enormes manos del negro asieron mis sensibilizados cántaros sopesándolos y agarrándomelos con fuerza para aparentar en distintas tomas que me estaba tocando las tetas a conciencia. La verdad es que no sé si era simulación o qué pero ese chico me estaba tocando bien a fondo mis pechos, deteniéndose en los pezones y haciendo que estos se erizaran más y más. Noté cómo su enorme paquete iba cogiendo fuerza apoyado en mi trasero aún cubierto por la braga del bikini.

-         Me estás poniendo bien cachondo con estas tetas tuyas, putita –me dijo mordiéndome la oreja desde atrás haciendo que notara más aún el crecimiento de ese paquete en mi trasero-

-         B-basta… estate quieto. –le dije no muy convencida mirándole por encima del hombro- N-no sigas estirándome así los pezones…. Mmmmm por favor…. T-te lo ruego…

-         Calla zorrita, ya lo me lo ha dicho antes Roger que tú eres de las que disfrutan con esto más de lo que debieras… tú relájate y verás con un poco de suerte podremos dejarte bien satisfecha delante de todos… tú tranquila que ni siquiera se van a dar cuenta de que vamos a follarte en verdad.

-         N-no sigas por favor…

-         Roger arrodíllate y ve bajándola la braga mientras aproximas tu lengua al pubis… -dijo el fotógrafo- Así…, bien ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Bien joder! ¡Muérdela el bollo un poco! ¡Eso es quieto! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT!

-         Aaaaah Dios. –susurré notando la lengua del escocés; la braga del bikini había quedado arrebuñada en una esquina de la toalla. Ya estaba, me había quedado en pelotas-

-         Marilia separa las piernas más tal y como estás ahí de pie… ¡PFISSTT! Paul síguela besando el cuello y muévela un poco más las tetas ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Eso es, perfecto! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Marilia querida, ábrete más de piernas  para que pueda Roger meterse entre ellas por debajo- Eso es… ¡Quietoooss! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT!

-         Joder zorrita –dijo el pelirrojo muy bajito y sólo audible para los tres que estábamos allí cerca- tu rajita está destilando liquidillo por acá abajo…

-         Se está poniendo brutita la guarra Roger, tenías toda la razón –dijo Paul-

-         Ya, ya basta joder –dije respirando de forma fatigosa-

-         ¿Por qué? Estamos cumpliendo con nuestra parte del contrato –dijo el negro restregándome por mi culito libre de tela toda su herramienta que por su dureza debía de estar a punto -

-         Roger, ábrela los labios y mete la lengua dentro del coño. Así bien, ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! Muévela un poco…¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Eso es, así! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Basta quieto ahí! ¡PFISSTT! ¡Estupenda toma!

-         Aaaaah joooder…- susurré frunciendo el ceño y mirando en ese momento a mi novio que estaba en la butaca observándolo todo. Aquella media sonrisa suya…, no sabía en ese momento qué podía significar-

Las directrices del fotógrafo eran constantes. Me pusieron a cuatro y Roger seguía imitando que me comía el coño. De vez en cuando sus lamidas se intensificaban pero no llegaban a más de seis o siete intentos antes de que el fotógrafo nos hiciera cambiar de pose o le dijera que se estuviera quieto para tomar bien dos o tres instantáneas seguidas. Paul, por el contario, se quitó también el pequeño bañador de natación que llevaba y puso su enorme verga apoyada en mis labios como le habían dicho. Aquel era el primer pene negro que veía en toda mi vida tan cerca y posándose en mi boca, era, como decirlo… impresionante. Esta vez me tocó a mí mamar y ante las instrucciones del señor García iba variando, de vez en cuando, la profundidad de la penetración en mi boca sin dedicarle en realidad mamada alguna porque no era mi intención pero la tensión que se me estaba acumulando en mi entrepierna y en mis erectos e inflamados pezones decían todo lo contrario.

Roger se despojó también del bañador para descubrir una verga delgada pero bien larga de tamaño, quizás tres centímetro más que la de Paul que, de por sí era ya bien grande. Pero lo verdaderamente impresionante del instrumento de Roger, como ya os he dicho antes, eran sus huevos. Parecían los huevos de un toro de lidia salvo por lo libre de pelos y lo blancos que estaban. Me hicieron ponerme de rodillas y coger ambas vergas para meterme primero una de ellas, mientras la otra la agarraba imitando una masturbación; luego cambiar a la otra y finalmente intentar meterme ambos capullos en mi boca, cosa que resultó, a todas luces, imposible.

Ahora sí que ya no podía más y entre foto y foto estaba notando cómo mi clítoris ya no estaba para más roces y éste, muy lejos de estar tranquilito dentro de su capuchón, salió más aún en busca de nuevos estímulos que le trajeran la felicidad, el muy ladino parecía tener su propia voluntad. Por otro lado, sentía un vacío y una necesidad tal en mi bajo vientre que sabía de sobra que mi vagina necesitaba de nuevo ser saciada y que de nada había servido la intensa follada que me había dado en la anterior sesión con el consolador. Esa desazón me estaba poniendo histérica. Pero ante todo debía ser profesional y demostrar a  aquellos dos cabrones que estaban equivocados en sus elucubraciones.

Y mi novio allí estaba, mirando como si nada, con el rostro extasiado y concentrado pero con esa expresión tan extraña en su rostro. Los dos chicos con las pantallas reflectantes iban poniéndose aquí y allí en virtud de lo que el fotógrafo les decía mientras nosotros seguíamos cambiando de poses en un carrusel demostrativo de sexo oral en todas sus facetas. Mi entereza y voluntad seguían firmes, desquebrajadas pero al fin y al cabo, firmes hasta que el fotógrafo ordenó pasar al siguiente estadio de la sesión fotográfica.

-         Bien, ya es suficiente. Paul, siéntate en la tumbona y tú Marilia por favor, ponte a cuatro apoyándote sobre las piernas de Paul… así muy bien. Cógele ahora la polla… eso es y pasa ahora tu lengua un poco por el tronco ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Perfecto! Roger, tú ahora, desde atrás de ella, apoya el capullo en su sexo…

-         ¿Así? –dijo pasando el capullo por mis labios vaginales un par de veces-

-         Mmmmm uuuuuh –se me escapó el gemidito-

-         ¡Sí así quietos ahora los tres! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Genial! Penétrala un poco Roger…

-         ¡Aaaaaaaaaahh!

-         ¡Bien quieto! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! Métela un poco más ahora, hasta la mitad… ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT!

-         Joder putita tu bollo parece un bebedero de patos de cómo estás de mojada –dijo el escocés-

-         Marilia por favor, estás un poco estática, tenemos que simular movimiento. Métete un poco de verga de Paul en la boca… ¡Así, bien, bien! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! Roger bombea un poco… ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT!

-         Aaaaaaaaahh mmmfff joooder

-         ¡Hija de puta cómo aprieta el coño de esta zorrita Paul!

-         ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! Paul agárrala de la cabeza y tira de ella ¡Así joder, bien, bien! –dijo de fotógrafo entusiasmado- ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT!

-         Pues no veas cómo traga la cabrona ¡Uuuuf! –le dijo Paul a un Roger que mantenía por allá atrás sus vaivenes-

-         Mmmmfffff mmmmffff

-         ¡Quietos ahora los tres! –gritó el fotógrafo- ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! Vale basta suficiente. ¡Genial chicos tenemos una serie de tomas de lo mejor! Cambiar ahora posiciones pero poneros sobre la toalla. Paul penétrala tú ahora por el coño. ¡Roger… por favor deja de acezar tanto que no hace falta ahora hombre!

-         Es que si no se me puede bajar señor García –sentenció Roger dando tres o cuatro empellones verdaderamente fuertes y muy lejos tenían éstos que ver con el cometido que había afirmado el pelirrojo. Las tetas se me bambolearon cual las campanas de un monasterio-

-         Aaaaahhh yaa tío ya aaaaaaaaaaahh –le dije mirando hacia atrás y es que sentía su polla clavada bien hondo en mi encharcada vagina. Me estaba derritiendo toda pero aún mantenía cierta voluntad-

Tras sacarla Roger de mi coño me sentí vacía, necesitada de polla y mi agujerito protestó con un leve sonidito acuoso y de succión en clara queja de que quería algo que lo taponara a la mayor brevedad. Mi novio seguía en el sillón pero tocándose por encima del pantalón un paquete más que considerable. En los años que había estado con él no recordaba nunca que su verga alcanzara esas magnitudes y eso que el pantalón, de por sí, disimulaba. Ahora no me cabía duda alguna. Le encantaba mirar y estaba descubriendo que era un pervertido de los de armas tomar.

El fotógrafo hizo que pusiera apoyada una de mis rodillas en la toalla mientras que la otra pierna mantenía la palma del pie sobre ésta, hincada sólo sobre una de mis rodillas. La siguiente instrucción fue tajante y comencé a chupar la larga y fina polla de Roger mientras Paul me abría literalmente el coño con su trabuco. En cuanto sentí la penetración de esa masa de carne en mi sexo me volví a sentir plena y muy a mi pesar se me escaparon leves gemiditos del fondo de mi garganta. Nos mantuvimos estáticos unos segundos mientras el sonidito de la cámara digital continuaba su canto particular pero todo comenzó de nuevo a cambiar cuando el negro comenzó a bombearme muy lentamente cinco o seis veces seguidas. Fue en ese momento cuando verdaderamente perdí ya la poca voluntad que me quedaba y el placer empezó a embargarme de tal forma que cuando me quise dar cuenta ya no era Paul el que me estaba bombeando sino que era yo misma, con mis caderas quien le buscaba. El señor García ordenó a Roger que elevara las rodillas hacia su pecho dejando su bolsa testicular y su rojizo ano a escasos diez centímetros de la vista de una servidora. Aquí ya ni orden, ni instrucción ni nada que se le pareciera. Estaba sumida en una vorágine de estímulos y mi yo interior y primitivo era el que regía sobre mi mente consciente. Aquellos inmensos huevos y ese agujerito rojito e inmaculado eran unos reclamos demasiado poderosos para el estado en el que me encontraba y no por menos me abalancé a chupar, lamer y penetrar con mi tierna lengua el agujero del culo de Roger mientras le hacía una enérgica paja con una de mis manos. El fotógrafo y los que allí estaban no daban crédito a mi comportamiento y me gané a pulso o mejor dicho, a toque de lengua, el trato que a partir de entonces me dieron aquellos profesionales de la imagen.

Roger ronroneaba encantado con mi iniciativa y el fotógrafo no perdía ocasión de seguir con lo suyo. En tanto Paul, viendo lo visto comenzó a follarme el coño con su trabuco de ébano sin contemplaciones aprovechando en darme fuertes azotes en la montura que le estaba ofreciendo. Aquellas pelotas hipnotizadoras de Roger se movían al ritmo de samba que estaba imprimiendo mi masturbación y mi ávida lengua alternaba rápidamente entre su agujero plisado y sus dos enormes testículos.

-         ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡Joder qué pedazo de serie va a salir con esta putita! –gritó el fotógrafo que iba y venía por aquí y por allá para sacar los mejores planos de detalle-

-         No lo sé pero por lo que estoy viendo  creo que te están follando a tu novia –le dijo Eva a Alberto en un tono fácilmente audible para todos-

-         Es su trabajo ¿no crees? –contestó-

-         ¡Aaaaaahhhh joooodeeeeer más… dame más cabrón! –exclamé mirando a Paul que no paraba tampoco de darme nalgadas. Mis tetas se movían de un lado a otro y fueron captadas rápidamente por la boca de Roger. Mi mirada se cruzó con la de un Alberto que poniéndose en pie circulaba muy cerca del fotógrafo para no perder detalle de la follada que estaban dando a su novia-

-         ¿Te lo estás pasando bien putita? –dijo poniéndose en cuclillas muy cerca de mi cara y mirándome con una expresión que aún no sabía qué podía significar-

-         Y-yo… lo…lo siento… es que… aaaaaaaah….yo… mmmmfff aaaaahh ¡Dios!…¡No!…-quise decirle manteniéndole la mirada mientras Roger me daba alguna que otra bofetada en las tetas- Aaaaaaaah no… no he podido… ¡Ah joder bruto! ¡Ag a agh agggghh! -me interrumpió Roger cogiéndome del pelo para hacerle una garganta profunda. Poder continuar con mi tonta disculpa era un imposible.-

-         Tranquila zorrita no te apures y sé educada. –dijo Alberto- Con la boca llena no se habla.

-         A ver chaval, por favor ponte ahí en el sillón que me estás molestando en las tomas –le dijo el fotógrafo a mi novio- Además desde ahí puedes ver bien cómo revientan a tu zorra bien reventada- ¡PFISSTT! ¡PFISSTT! ¡PFISSTT!

-         Por supuesto… disculpe, no he podido evitar levantarme.

-         ¡Paul da la vuelta a la zorra puta ésta para iniciar el doble! –le ordenó el fotógrafo-

Rápidamente el negro me volteó e hizo que me sentara encima de la polla del escocés llegándome su fina y larga verga hasta el mismísimo estómago. Paul, abriéndome las piernas en 180 grados, me penetró el coño de forma simultánea asiéndome de los tobillos. Nunca en mi vida me había sentido más llena. Era mi primer doble. Un doble que hizo llevarme al orgasmo varias veces y que no pensara en aquel momento en cómo primero Roger en mi culo y el negro poco después en mi vagina se corrían abundantemente llenándome los agujeros de leche caliente y grumosa. Los creampies se habían consumado y mi nuevo estatus de zorra había comenzado sin ser yo aún consciente de este último detalle. La máquina digital estaba que echaba humo sacando fotos mientras mis agujeros no paraban de tirar a la toalla el semen sobrante que no podían retener en su interior. Me habían follado bien follada y mi libido caía rápidamente mientras mi psiquis y mi voluntad quebrada iba adueñándose de nuevo de mi yo consciente.

Salimos del estudio veinte minutos después. Yo rota en mis agujeros pero odiosamente satisfecha y mi novio…, bueno, mi novio salió con los bolsillos llenos de pasta y talones nominativos a mi nombre para poder cobrarlos. Tras dejarme en la residencia dormí como un bebe durante catorce horas seguidas. Al día siguiente, por la tarde, Alberto me llamó al móvil citándome en una cafetería cercana.

-         Hola –le dije sentándome-

-         Hola putita –me dijo-

-         No sé porqué me llamas así fue una locura, es cierto que perdí los papeles pero… - me interrumpió-

-         ¿Pero qué? Escucha bien lo que voy a decirte porque no voy a volvértelo a repetir. A partir de ahora, si es que quieres continuar conmigo y viéndome, vas a hacer todo lo que yo te diga. Sin contemplaciones ni gilipolleces todo lo que yo te diga ¿has entendido?

-         ¡P-pero qué dices! ¿Estás loco?

-         No, creo que soy bastante cuerdo y por qué no decirlo también, bastante cabrón. Escucha bien. Tú Marilia, eres muy puta, pero no una puta cualquiera no, una gran puta. Lo que ocurre es que aún no eres consciente de que eres una guarra consumada que necesita ser follada por todos sitios hasta que te revienten como ayer te hicieron esos dos.

-         Pero Alberto aquello… -volvió a interrumpirme más tajante aún y levantando el dedo índice para reafirmar su posición-

-         ¡Qué te he dicho que te calles coño! ¿Es que además de puta eres estúpida? –Yo me quedé de una pieza. Jamás me había tratado de esa forma tan despectiva, nunca lo había hecho… hasta ese momento- Harás lo que yo te diga si quieres seguir viéndome de forma contraria, lo nuestro ha terminado completamente.

-         ¡No Alberto por favor no me hagas esto! ¡La idea fue tuya! ¡Tú me llevaste allí! ¡Tú quisiste que llevara a cabo el último contrato! ¡Tú y sólo tú me lo pediste! ¡Lo hice por ti! –dije elevando el tono de voz y llorando a moco tendido. No podía controlar las lágrimas que invadían mis ojos. Las personas que estaban en la barra se dieron la vuelta un momento para ignorarnos poco después-

-         Serénate y no grites. No querrás que todos sepan que eres una guarra de mierda, ¿verdad? Escucha bien. A partir de este momento harás modelaje pornográfico, especialmente películas. Yo, a ojos de los demás, no seré tu novio sino tu representante. Hablaré y acordaré contratos de todo tipo para que puedan follarte como sólo una zorra como tú debe ser follada. Si alguien quisiera tener una “sesión privada” con la estrella también lo harás porque vas a ser puta pero de las buenas.

-         ¿Q- qué me estás diciendo cielo… no me hagas estas bromas por favor –dije llorando a moco tendido-

-         No es ninguna broma Marilia, es la pura verdad y una opción plausible y sostenible para seguir con lo nuestro en cierta forma. Supongo que te debo una explicación de todo. Bien, cómo empiezo a contarte…

Y me lo contó, me lo contó absolutamente todo. Me dijo que sabía de mis escarceos desde el primero que tuve poniéndole los cuernos y que lo supo gracias a mi mejor amigo, Ignacio, mi amigo gay al que todo se lo contaba y con el que tenía una relación tan cordial e íntima que más de una persona creía que entre nosotros había algo más que simple amistad.

La traición de Ignacio me dejó helada pero aún más petrificada me quedé cuando mi novio siguió con sus revelaciones. Me dijo que cuando me dejó en la discoteca sola con Conrado sabía qué iba a suceder porque ya le había dicho a Conrado, él mismo, que fuera a por mí pues estaba tan mojadita y preparada que no podría resistirme. Él mismo me entregó a aquella máquina sexual y lo hizo porque hasta ese momento su pena y sufrimiento de no poder satisfacerme le superaba en todos los sentidos. Cuando salió de allí, Ignacio salió detrás de él y congeniaron mucho más allá de la simple amistad que ya tenían. Me dijo que ambos se acostaron después de aquello como siete u ocho veces más.

Él lo hizo para experimentar su propia sexualidad dándose cuenta que no era del todo homosexual y que también le gustaban, y mucho, las mujeres, especialmente yo. Mi novio quiso saber más de sí mismo y mantuvo relaciones con varios hombres en un local gay. Mientras tanto, Ignacio para poder ganarse a Alberto, le contó con pelos y señales todas las demás infidelidades que había mantenido yo y esto le supuso caer en una depresión al verse incapaz de frenar mis fuegos. Ignacio y él seguían manteniendo, de vez en cuando, algún encuentro pero me  aseguró que cuando lo hacía conmigo era cuando más disfrutaba si bien con los hombres era más “viril” de cómo se comportaba conmigo.

Me contó también que nunca había estado antes con ninguna otra chica, nada más que conmigo, mientras estuvimos saliendo y que todo aquello no podía considerarse infidelidad por su parte cuando yo ya le había estado corneando. Lo cierto es que me aseguró que todo aquello lo hizo más motivado por las revelaciones que le hizo, con pelos y señales, mi buen “amigo” Ignacio. Ante todo esto, yo no podía articular palabra alguna y sentía ahogarme en mis propias lágrimas cuando Alberto continuó.

-         Yo Marilia, en ningún caso puedo estar con una puta como tú porque no doy la talla pero de igual forma te digo que te quiero –dijo levantándose de la mesa dejando pagado el café- Tampoco puedo soportar ser un cornudo contigo ni me sentiría bien tampoco haciéndolo con otros hombres pensando que tú lo haces por ahí con otros pero cosa distinta sería que tú, Marilia, lo hicieras de forma profesional, ya me entiendes… en películas, sesiones de fotos o digamos… otros aspectos profesionales. A mí no se me podría tachar de cornudo pues el que tú folles por ahí sería tu profesión, ganaríamos un dinero más que respetable y los dos podríamos seguir juntos… -dijo poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja-

-         (…) ¿P-por qué Alberto? ¿Por qué me has hecho esto?

-         Yo no he hecho nada… lo has hecho todo tú. Yo sólo quería darte una experiencia pero tú continuaste y eso me mataba por dentro. Debo irme. Llámame cuando lo hayas pensado y, en cualquier caso, siempre seguiremos siendo amigos ¿no crees?

Y se fue, dejándome allí, una vez más con mis fantasmas y mis lágrimas. Durante dos largas y desesperantes semanas no paré de pensar en la situación y pese a todo me concentré en los exámenes del último trimestre que ya estaba preparándose. Mi soledad y aislamiento sentimental era total sin Alberto. Salí del último examen del año sin saber muy bien qué resultado iba a poder sacar y es que no estaba en lo que tenía que estar. Necesitaba tener a Alberto a mi lado. Cogí el móvil y marqué su número.

-         ¿Al- Alberto? –dije balbuceando cuando contestó a mi llamada-

-         ¿Sí? –contestó muy fríamente-

-         Soy Marilia…he pensado en lo que me dijiste.

-         Ya… ¿Y?

-         Que haré todo lo que tú quieras… te… te necesito.

-         Bueno… esto… bien. Mira te llamo luego es que me has pillado con Ignacio celebrando nuestros títulos ¡Nos hemos graduado!

-         ¡Ah eso es estupendo! –dije celosa no por su graduación sino por el hecho de que estaba con el traidor de Ignacio- ¿Puedo ir a celebrarlo con vosotros?

-         Ahora no, Marilia… estamos en mi casa. Nos vemos esta noche voy a recogerte, ¿ok?

-         Ok –le dije con un nudo en la garganta-

-         Vístete muy putita ¿vale? Y otra cosa… ya sabes que un representante se lleva una comisión del 35% por los trabajos encontrados, ¿verdad?

-         No… no lo sabía.

-         Pues eso es así ¿no tendrás ningún problema con ello no?

-         No, Alberto, ningún problema.

-         Estupendo… ¡Nos vemos esta noche!

Y colgó… para estar con su amante. Aún así me sentía feliz de poder volver a ver a mi Alberto. Lo que ocurrió más tarde en los meses siguientes me hizo cambiar totalmente mi perspectiva de vivir la vida.


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Un saludo a todos,

Arcadia.