Lo hice en público en una disco gay
Un chico visita su primera disco gay y acaba en un sofá follando mientras todos le miran.
Lo hice en público en una disco gay
Me llamo Rafa, tengo 18 años, aunque la historia que voy a contar me sucedió cuando aún tenía 17, hace un año más o menos. Yo me moría desde bien joven por salir al ambiente, y aunque algún sábado por la noche me daba una vuelta por la zona de ambiente de mi ciudad y veía a los chavales, yo tenía muchas ganas de entrar a una discoteca y ver qué tal era. Había oído hablar mucho de una, que se llamaba Hércules en la que según me contaban, había bastantes chavales jóvenes, y además de tener buena música tenía una zona con sofás alargados para la gente que quisiera enrollarse o incluso follar, pero que no estaba separada del resto del local. La idea de ir a esa disco, ligar con alguno y enrollarme con él allí mismo antes de ir a un sitio más íntimo me ponía a mil.
El año pasado, cuando cumplí los 17 decidí que un sábado intentaría ir, con 17 años era muy probable que me dejaran entrar, si el segurata no estaba muy atento me confundiría con uno de 18, esperaba que no me pidieran el carnet. Y así fue, el siguiente sábado me vestí algo provocativo, con un suéter muy ceñido y un pantalón que me sentaba genial y me fui para allá. Aproveché que entraba un grupo de chavales de unos 19 o 20 años para colarme con ellos y el segurata ni reparó en mí. Una vez dentro, como iba solo, no supe qué hacer. El sitio era oscuro, pero pronto me acostumbré, y la música no era demasiado alta, se podía hablar tranquilamente con la gente, el sitio me gustaba. Me di una vuelta para verlo todo. Aunque era pronto, pude ver que en la zona de los sofás ya había algunos chavales magreándose, besándose e incluso me pareció distinguir que al fondo a oscuras había un chaval arrodillado con la cabeza entre las piernas de otro haciéndole una mamada. Me encantaba aquel lugar. Me fui a la barra a pedir una cerveza y después me puse a bailar.
No era el único que había ido solo, al parecer a ese tipo de lugares van muchos chicos solos buscando compañía. Al poco de llegar un hombre de unos 30 años me guiñó un ojo y luego trató de entablar conversación conmigo, pero como no era mi tipo me libré de él diciéndole que había ido con mi novio que estaba en el baño. Me fui hacia otro lugar y pasando entre la gente noté como alguien me tocaba el culo, aunque no pude distinguir quién porque había bastante gente, pero me dio tanto morbo que al rato volví a pasar por aquel lugar a propósito para ver si se repetía la cosa. Me volvieron a tocar el culo, esta vez más descaradamente aún, y esta vez sí que noté quién era. Era un chaval de unos 20 años o así, rubio, con el pelo corto, no estaba delgado, aunque tampoco era obeso, digamos que tenía carnes, estaba fuerte. Era muy guapo, y se dio cuenta de que yo le había pillado. Me fui hacia la barra de nuevo para sentarme en un taburete mientras me bebía la cerveza, y el chaval me siguió y se sentó en el de mi lado sonriéndome.
Me dijo si estaba con alguien, a lo que yo respondí que no, evidentemente. Se llamaba Jorge. Me dijo que él había venido solo también y empezó a hablarme de tonterías que no recuerdo mientas él apuraba su cubata y yo mi cerveza. Cuando nos acabamos la bebida él quiso invitarme a otra cerveza. Yo viendo que estaba claro que quería enrollarse conmigo, decidí aceptar aunque diciéndole que ya me había bebido varias (mentira) y haciéndome el contentillo para que se confiara y me llevara a los sofás. Cuando aún no me había bebido ni la mitad de la nueva cerveza se acercó mucho a mí y me dijo al oído que me fuera con el a los sofás, a lo que yo evidentemente acepté. Una vez allí nos sentamos entre dos parejas que estaban enrollándose, una de chavales de unos 18 años y otra algo más mayores, de 25 o así. Nada más sentarnos Jorge me puso la mano en la pierna y empezó a frotarla y a subirla hasta llegar a mi paquete. Luego empezó a besarme. Era muy directo para todo, se notaba que iba a lo que iba, y yo también, la verdad. Me metió la lengua hasta la campanilla, mientras sobaba con sus manos mi paquete y todo mi cuerpo. Yo también empecé a sobar su pecho y él mismo se bajó la bragueta y me cogió de la mano haciéndome introducirla dentro de su pantalón y de su slip. Seguimos besándonos mientras yo tenía en mi mano su gran polla, que no mediría menos de 20 cm, y él empezaba a desabrocharme mi bragueta para introducir también su mano.
Todo estaba sucediendo más deprisa de lo que yo había planeado. De hecho no esperaba llegar tan lejos en un lugar así, público, a la vista de todos, pero aquello no era nada para lo que aún habría de venir. Mientras nuestras lenguas aún estaban entrelazadas, él se recostó bien en el respaldo llevando mi cabeza consigo, y después se separó de mí y se cogió su polla hasta sacársela. Puso su mano detrás de mi cabeza y empezó a empujármela hacia abajo. Yo deseaba hacer aquello, desde luego, pero nos vería todo el mundo, de hecho tenía a dos chicos de 18 años besándose a dos palmos de mi cara. Pero él siguió empujando y yo lo deseaba demasiado, así que me la metí en la boca, de todas maneras no era ni mucho menos el primero que se comía una polla a la vista de todos en aquella discoteca famosa por sus sofás. Seguramente aquello era tan frecuente que la gente ni se fijaría.
Creo que era la pollas más grande que me había comido nunca, además el chaval que estaba muy caliente empujaba mi cabeza hacia abajo con fuerza, haciendo que me la tragara enterita. Descubrí que me estaba dando un morbo tremendo que nos vieran y tener a la pareja de al lado rozándome de vez en cuando, porque estaba completamente empalmado y disfrutando como un loco comiéndome aquella pedazo de polla. Luego Jorge me la sacó de la boca y me dijo que me sentara sobre sus piernas. Me besó un poco más y me dijo que lo hacía muy bien, cuando noté que pasaba sus manos por detrás mía y me metía una mano por dentro del pantalón buscando mi culo. Con su dedo buscó mi agujero y empezó a introducirlo sin compasión. Yo empecé a gemir de placer y la pareja de al lado se me quedó mirando con un sonrisa pícara.
Luego comenzó a meterme un segundo dedo y cuando me tuvo bien abierto, noté que empezaba a bajarme un poco el pantalón, lo justo para poder metérmela. Yo le dije que si no sería mejor ir a otro sitio más tranquilo para eso mientras él se sacaba del bolsillo un preservativo y empezaba a ponérselo. Él me dijo que le daba morbo hacerlo ahí, y la verdad era que a mí también, pero también me daba algo de vergüenza, una cosa era enrollarse o mamarla y otra que te enculen en medio de una discoteca, pero tampoco podía parar aquello. Su polla se puso a la entrada de mi agujero, la había untado bien en saliva y empezó a entrarme mientras yo gemía de placer. No me dolía porque ya me habían metido varias pollas y yo me metía de todo para entrenar mi culito, por lo que todo fue placer puro. Cuando la tuvo toda dentro sin esperar empezó a bombearme haciendo que yo cabalgara. Noté como no solo la pareja de al lado, si no algunos chavales de alrededor miraban la escena. Por mucho que solo nos hubiéramos bajado el pantalón un poco se notaba que estábamos follando, es más, la gente que quedaba detrás nuestro debía de ver perfectamente como su polla entraba y salía de mi culo abierto, aunque mi suéter tapara algo.
La situación me tenía a explotar, y a Jorge también, que cada vez bombeaba más fuerte. Los dos estábamos sudando como cerdos. Su polla entraba hasta lo más profundo de mí y volvía a salir casi entera, yo pegaba saltos como si galopara a caballo, y Jorge me pegaba palmaditas en el culo mientras todo el mundo nos miraba. Cuando pensaba que aquello era lo máximo que íbamos a hacer, Jorge me la sacó y me dijo que me levantara. Me hizo ponerme de rodillas en el sofá con el culo en pompa y él se puso detrás de mí. Si hasta entonces habíamos disimulado algo, a partir de ahí parecía que Jorge quería exhibirme, quería dar la nota y que todo el mundo se fijara en nosotros, porque me bajó los pantalones todo lo que pudo y subió mi suéter de forma que todo el mundo podía verme desnudo y preparado para que me perforara. No tardó en hacerlo, me la clavó en mi culo y siguió dándome caña mientras notaba cientos de ojos disfrutando del espectáculo. Me cogía por la cintura fuertemente y me embestía como si estuviera poseído. Me di cuenta de que había gente que nos estaba grabando vídeos con el movil no muy lejos, aquello era humillante y tremendamente morboso a la vez. Entre tanto morbo y placer acabé corriéndome sin tocarme sobre el sofá.
Al final Jorge aceleró su ritmo y cuando estaba a punto de terminar me la sacó, se quitó el preservativo rápidamente y se corrió en mi espalda. Se quedó un rato restregando su polla por mi culo, esparciendo el semen que me chorreaba hacia abajo. Fue entonces, pasado el calentón y recuperado el aliento cuando sentí la vergüenza más absoluta. Nos empezamos a vestir de nuevo mientras la gente nos miraba con una sonrisa más que evidente. Les habíamos dado un espectáculo flipante, aunque yo me sentía muy sucio y guarro. Me limpié lo que pude del semen con un pañuelo que llevaba en el bolsillo y me coloqué bien toda la ropa. Cuando acabé vi que Jorge ya se estaba marchando hacia los servicios, sin decirme nada siquiera. Tampoco pretendía que lo hiciera, estaba claro desde el principio que solo era un polvo rápido en una disco, aunque hubiera sido un gran espectáculo. Cuando estuve a punto me fui hacia la otra parte del local, tratando de evitar los ojos que me seguían y los comentarios que hacían unos y otros mirándome, pero era imposible, así que me dispuse a marcharme de allí.
Aunque me marché avergonzado tengo que reconocer que todo fue tremendamente morboso, que me puso muy cachondo que viera tanta gente en aquel momento y que Jorge además me utilizara para ello. Por esa razón el sábado siguiente volví. Todavía se oían comentarios sobre el jovencito de la semana anterior y alguno que otro noté que me reconocía por cómo me miraba y comentaba con sus amigos. Pero ya no volví a dar la nota. Ligué con un chico de 18 y nos marchamos a su casa a hacerlo. Me encontré a Jorge de nuevo unas semanas más tarde en la disco, pero solo me saludó, y pasado un rato lo vi con otro chaval jovencito en el sofá. Desde entonces no he dejado de ir a la discoteca Hércules.
Espero vuestros comentarios, pero que conste que es una historia ficticia fruto de mis fantasías, que nadie me pregunte ahora dónde está la discoteca, jajajaja, un saludo.