Lo hecho está hecho

En el cumpleaños de mi hijo, un amigo suyo intenta llevarme a la cama, aprovechándose de mi embriaguez. Sin embargo, la lucidez se impone y al final, es mi hijo quien calma mi necesidad de esa noche.

LO HECHO ESTÁ HECHO

Aunque han pasado ya dos semanas de los hechos que me motivan a contarlos a través de la pluma de la escritora, el dilema de lo que pasó esa noche en mi casa, por un lado, tiene justificación o por otro lado se trató de una calentura de último momento, provocado por los amigos de mi hijo que estuvieron presentes en la casa, esa noche de su onomástico. Llevó ya más de diez días si poder conciliar el sueño tranquilamente, sin dejar de pensar en lo sucedido antes.

Hay ocasiones en el que trato de estar tranquila, de no pensar en lo vivido, pero es en esos instantes que no dejo de reprocharme a mí misma, más aún cuando tengo que verle la cara a mi hijo todos los días, ya que a él es quien le debo rendir cuentas, no al estúpido de mi novio, que ni sé para que lo tengo, sólo sé que las cosas están hechas.

Me llamo Valeria y soy una mujer de 38 años, soy de tez trigueña clara, 1.68 de altura, un cuerpo medianamente esbelto por el gimnasio que he practicado después de dar a luz a mi único hijo Michael, no me considero la sex simbol, pero si todos los que me conocen y en especial, algunos de mis amigos y compañeros de trabajo, me han dicho que tengo unos ojos marrones muy intensos, la cual vuelven loco al más exigente de los hombres.

De mi vida personal les cuento que me casé muy joven, de hecho, a los 19 años, con ese entonces mi ex esposo Antonio quien era 3 años, mayor que yo. Él siempre fue un hombre de complexión delgada, alto y moreno claro, los mismos rasgos que heredaría mi hijo, pero en nuestro matrimonio no hubo esa confianza, complicidad, estima, que toda pareja debía tener. Nunca me fue infiel, eso es lo positivo, pero siempre se dejaba absorber por su trabajo de ingeniero, el cual lo mantenía largas temporadas fuera de casa. La distancia y la poca atención entre nosotros, terminó por separarnos y la ocasión se dio cuando una vez había tenido que salir de viaje a Juliaca ya que tenía que ir a internarse en una obra de construcción de pistas y veredas, de varios sectores de dicha ciudad, manteniéndose distante por casi 7 meses. A su retorno, le expliqué mi postura y termino por concederme el divorcio, sin dejar de lado sus responsabilidades como padre.

Mi hijo Michael, por ser el único que tuve debido a razones de salud mía, nunca le había negado nada, era mi tesoro, mi razón de ser y de vivir, y por lo mismo siempre habíamos estado los dos juntos, en todo momento y lugar, más que mi hijo, era mi amigo, mi confidente, mi todo. Por eso cuando supo lo de la separación con su padre, no emitió una oposición y mucho menos, cuando años después, comencé una nueva relación con un amigo del trabajo, pensé que tal vez por ser aún un adolescente, podría darme algunas contras y eso conllevara a una distancia con él, pero mi hijo, mantuvo su distancia y siempre me decía que, si yo era feliz, él tampoco no era nadie para impedirme estar contenta.

A pesar de que mi hijo me lo decía muy sinceramente, nunca llevé a mi nueva pareja a la casa, con el fin de mantener a Michael distante con Sandro (como se llama el imbécil de mi novio). Cuando quería estar a solas con el último, simplemente nos íbamos a un hotel o su departamento de él, pero a mi casa, no papá, no podías venir.

Ahora los acontecimientos de este relato, se dan cuando mi hijo cumplió sus 19 años, el cual pasó en el mes de junio de este año. Algunos días antes, me comuniqué con el padre de mi hijo y le pregunté si me iba a ayudar con los detalles de su fiesta, pero él solo se comprometió a enviar el dinero, mas no podía estar presente. Yo por supuesto me incomodé con esta actitud, ya que siempre en los cumpleaños de nuestro hijo, estaba presente:

- ¿Como que no vas a venir, es el cumpleaños de tu hijo? - le recriminé por teléfono.

-  Discúlpame, pero ni puedo salir de la obra, estoy dando las supervisiones finales, pero mira... él ya es grandecito y puede estar con chicos de su edad... además cuando has visto una fiesta de puros chibolos, en donde estén sus viejos

- ¿Sólo excusas no más sabes poner?

-  Mira sabes qué, no quiero discutir contigo ahora … lo único que puedo hacer es que me digas que necesitas o cuanto necesitas para su fiesta. El resto deja que Michael lo decida ¿te parece?

Corté la llamada y no quise seguir discutiendo, aunque minutos después reflexiones y pensé que después de todo, mi ex tenía razón ¿Michael ya no era un niño y por lo tanto podía decidir de qué manera podía disfrutar su cumpleaños? Durante toda la semana me dediqué a pensar en que podía organizar el evento, incluso le pedí algunas ideas a Sandro, pero no quería decirme nada, porque el muy tarado, se puso celoso, debido a que como estaba organizando su santo de mi hijo y no le daba tiempo a lo nuestro. Bueno jódete mierda, mi hijo es más importante que tú ahora.

Organicé su fiesta, traté de investigar quienes eran sus amigos, a algunos los conocía, otros recién que eran amigos de universidad y una chica que, al parecer, estaba recién saliendo con ella.

A la semana de la llamada con mi ex marido, llegó el día del santo de mi hijo.

Por la mañana le preparé un buen desayuno. Ante todo, el gran abrazo de felicidad de madre e hijo. Mientras desayunábamos, comenzamos a dialogar, antes de irse a la universidad.

- ¿Entonces papá no vendrá hoy?

- No mi amor, imposible que venga.

- ¿Y tú novio, vendrá como el año pasado?

- No hijo, le invité, pero no aceptó venir .

- Bueno mamá, me voy y gracias por el desayuno. ¡TE QUIERO!

Por la tarde fueron llegando los amigos de mi hijo, en cuanto esté llegó gritamos el típico ¡ “SORPRESA !", al iniciar la música el dj, y ver que era la única mayor de edad en ese lugar y no habiendo un familiar, compañero de trabajo o hasta el extremo, el imbécil de mi novio, quien me hiciera compañía, decidí subir a mi habitación pensando en lo que mi ex esposo me había dicho, esa ya no era fiesta para viejos como yo, sino para jóvenes, así que pretendía quedarme encerrada en mi habitación hasta que terminara todo.

Creo que después de casi 3 horas de iniciada la fiesta, bajé por un poco de gaseosa, en verdad tenía mucha sed, en eso, Alejandro, uno de los amigos de mi hijo, desde la infancia, me ve y me empieza a conversar:

- Señora buenas noches, ¿no piensa acompañar a Michael en el tono?

- No Alejandro, me siento algo cansada

- Aún que sea tómese una gaseosa o un coctel.

- Luego hijo, si ahora quiero volver a mi cuarto, me duele la cabeza.

Subí a mi habitación, puse una película para distraerme, pero luego de una hora, alguien toca mi puerta.

- ¿Mamá, bajas un rato?

- No mi amor, disfruta tú, es tu tono, con tu people

- Baja aún que sea a tomar algo. ¿Por favor?

- Esta bien cariño, entonces ahorita bajo.

Antes de salir de mi habitación, besó mi mejilla. Después de algunos minutos de que mi hijo regresara a su fiesta decidí ir a tomar por lo menos una gaseosa.

Me dirigí a la cocina que era donde se encontraban las bebidas, ahí estaba Alejandro sentado.

- Hola señora Valeria que bueno que se decidió a venir un rato a la fiesta.

- Si, bueno realmente solo vine por un poco de gaseosa.

Ni bien terminé de decir esto, Alejandro fue a la barra y trajo dos inka kola tamaño personal, luego se sentó a mi lado.

- Gracias Alejandro, sigue disfrutando de la fiesta.

- Todavía no se valla señito. Aunque sea acompáñeme a terminar la gaseosa.

- ¿Pasa algo, Alejandro?

Se quedó pensando por un momento.

- Es que la chica a la que invite no vino y no quiero quedarme solo. Sabe es triste estar sin nadie y más aún en una fiesta.

Realmente las palabras de Alejandro me habían llegado a los más profundo del ser. Después de todo, yo también estaba sola en ese momento, separada, con un novio que sabe Dios donde carajos estaba y mi hijo, con gente de su edad. La vida se debe vivir.

- Está bien.

Estuvimos conversando de muchas cosas, hasta que la bebida la había terminado.

- Bueno sigue divirtiéndote muchacho, que yo ya me voy a mi habitación.

-  Aún no te vayas Valeria, que vas a hacer en tu habitación sola, acompáñame otro rato.

-  Está bien - dije con tono resignado, aún que no me molestaba en lo absoluto.

- Le sirvo otra gaseosa. Pero al minuto en vez de traer la bebida dulce, trajo dos cervezas negras.

- ¿Disculpe señito, le gusta la cerveza negra?

- Si, ¿por qué no?

Estábamos conversando, cuando se puso de pie y me pidió que bailase con él. Producto de que llevaba tiempo sin beber, la cerveza me hizo efecto

Mientras bailábamos, tomó mi mano izquierda con su mano y puso la otra en mi cintura, pero conforme tomó confianza puso ambas manos en mi cintura, hasta ahí note todo normal, hasta que sentí que llegó sus manos, a mis nalgas

- ¿Qué haces? - pregunte, pero sin dejar de bailar.

- Es que desde que te conocí me has gustado, estás bien rica.

- Pero ¿qué dices?, ¡si podría ser tu madre!

Al parecer lo que dije no le importo en lo absoluto, el siguió manoseando mis nalgas y trato de besar mis labios, consiguiéndolo en primer acto.

No sé qué me empezó a suceder, pero ya no me importaba y sobre todo a mi cuerpo se le empezaba a olvidar la ética y pues yo notaba la humedad que entre mis piernas se hacía presente, entre la situación con Alejandro y la cerveza, en mis venas me estaba poniendo muy arrecha. En mi mente se libraba una batalla.

- "Me estoy excitando!", "Nunca lo había visto así, pero Alejandro no está nada mal" - realmente el chico tenía un buen cuerpo, nada que envidiar al de mi hijo y también de mi novio.

-  ¿En verdad estoy pensando en serle infiel a mi novio, con el amigo de mi hijo?"

Alejandro seguía besándome y metiéndome mano, yo seguía correspondiendo. Sin embargo, como si una cachetada imaginaria, me hizo volver en sí.

- ¿En dónde está Michael?

- No lo sé, seguro que bailando en la sala.

- Voy al baño, pero por favor, mira que no venga,

- No tardes muñeca. Mira como estoy.

Salí de la cocina con dirección al baño de la planta baja, miraba a mi alrededor y parecía nadie enterarse de nada, asumí que todos o la mayoría estaría igual de ebrios que yo.

Mientras caminaba me iba preguntando,

_ ¿cómo nunca me di cuenta que este chico me veía como mujer?

_ ¿en verdad me estaba sucediendo esto, a mí?

_ ¿Y sí Michael también en el fondo me desea como mujer?

_ “AY DIOS MÍO”

Me decía estas palabras, mientras me echaba casi como un litro de agua fría a la cara.

Tome papel higiénico y lo pase por mi vulva secando las últimas gotas de orina, subí mi tanga y baje el vestido entallado que vestía aquella noche. Me di cuenta que mi ropa interior, estaba demasiado húmeda y yo caliente. Soy sincera, llevaba 7 meses sin tener relaciones con mi novio y el candor me estaba haciendo presa.

- ¿Has visto a Michael? - Pregunte a una chica que estaba bailando.

- Me parece que estaba conversando cerca de las escaleras.

Y tal como dijo la muchacha, lo encontré allí.

- Necesito que vallamos a mi habitación – le dije tomándole de la mano izquierda – me disculpas por favor - le decía al acompañante de mi hijo.

Mi hijo me quedó mirando, no entendiendo que estaba pasando, en el fondo, seguía más caliente que nunca.

Entre a mi habitación y mi hijo detrás de mí.

- ¿Que sucede mamá?

No sabía ni que decir, como empezar, quería salir de ahí, estaba hasta cierto punto arrepentida de estar frente a él.

- Dime mi amor ¿Yo te parezco atractiva?

- Claro que sí, eres hermosa.

- ¿Lo dices en serio o solo por qué soy tu madre?

- No sé a qué viene esto, pero te digo algo y perdóname lo que voy a decir. He visto a casi todas las mamás de mis amigos y te puedo asegurar, que eres la única a la que podríamos confundir con una universitaria, incluso eres más hermosa que muchas de mi clase.

Eso fue todo lo que quería escuchar. Cerré la puerta con llave y fue cuando confesé lo que pasaba

- Hijo no sé qué me pasa, pero quiero que sepas que llevó 7 meses sin tener nada de sexo con Sandro y a pesar de eso, nunca le he sido infiel, pero hoy no sé qué me pasa, que ahora tengo muchos deseos de hacer el amor o al menos que me tomen como mujer. Por eso hijo, antes que un extraño lo haga, prefiero que tú seas hoy mi compañero.

Mi hijo me miraba con una cara más de espanto que de sorpresa. Sin decir nada, me desnudé frente a él

- Ya eres todo un hombre mi amor ¿Quieres tomar este regalo que te da tu madre?

- ¿Pero mamá?

- necesito de un hombre en este momento y tú ya eres uno.

- Pero qué... -No lo deje terminar, cuando mis labios se estamparon en los suyos, en un profundo beso,

aquel calor de mi vagina se esparció por todo mi cuerpo.

Estaba recibiendo los mejores besos que me habían dado en toda mi vida, estaba sintiendo la saliva de mi propio hijo, a la altura de mi vientre sentía algo crecer, llevé mi mano hasta ahí, palpe con mi mano una pinga dura en su máxima extensión de ella, un miembro de casi 19 cm, totalmente dura, listo para hacer vibrar a una mujer, para penetrarla por todos sus agujeros, y ahí estaba yo, queriendo ser aquella mujer a quien mi hijo le metiera su pinga, Yo era un mar de emociones, estaba con mi hijo en una situación de hombre y mujer, estaba siéndole infiel al imbécil de mi novio, con mi propio hijo, con el hijo a quien yo tanto amaba, sangre de mi sangre, carne de mi carne.

En un rápido movimiento de manos, le quité toda la ropa, ya estábamos los dos totalmente desnudos, listos para disfrutar de una noche de full placer o al menos lo que quedaba de la velada.

Sentí que veía por primera vez su pene y en cierta forma era la primera, pues ahora ya no era el de un niño ahora era la de un hombre, de aquel macho que yo había criado sola, sin mucha ayuda.

Abrí mi boca y lentamente se fue introduciendo ese gran pedazo de carne en mí, mi cabeza no se detuvo hasta que el miembro de mi hijo tocó en lo más profundo que mi cavidad bucal, mientras yo contenía los deseos de arrojar.

- ¡Que rico regalo mamá! - escuché entre suspiros de placer.

Mientras chupaba ese pene de manera golosa, empecé a acariciar mi vulva con mis dedos.

- ¿Te gusta mi amor? - dije sacándome su pichula de la boca y empezaba a masturbarme con ambas manos, regando mi saliva por todo su tronco. La verdad ni con su padre y mi pareja, hice tanta felación, como estaba ahora.

- Si mamá, la verdad, lo haces maravilloso.

Regresé su pene dentro de mi boca y continúe chupando, en momentos lo sacaba y pasaba la lengua por todo el tronco, después de un par de besos a sus testículos, también los metí a mi boca succionándolos, en mi olfato se impregnaba ese aroma a macho y parecía llenarme en éxtasis, me hacía sentir más hembra, me hacía sentir mujer, me hacía pedir que me sacara toda esa calentura

Hice que mi hijo se recostara en la cama, me subí a cuatro en él y puse encima de su cara mi conchita continúe mamando su pene, uniéndonos en un 69 delicioso y ni tardó ni perezoso, el comenzó a mamarme la vulva, lo hacía de una manera tan exquisita, prácticamente masajeaba los labios internos de mi vagina. Un poco más y ya me parecía a una actriz porno amateur.

No tarde mucho en correrme, el movimiento de su lengua, logró lo que mis ex no consiguieron en varios minutos, en lo más íntimo de mi ser o si por lo caliente que me encontraba, después él también se corrió en mi boca, solo dos veces había tragado semen, es más ni siquiera había chupado más de una vez el pene de mi ex esposo y con el otro, ni de chiste se la chupaba, pero está vez me sentí como cualquier otra puta, disfrutaba la lechita de mi hijo, con la lengua hasta que me la tragué.

Miré a mi hijo que estaba desnudo en la cama, podía notar en su expresión el placer que le acababa de provocar.

- ¿Te gustó mi amor?

- ¡Claro que, si mamá, gracias eres la mejor!

- Entonces creo que te gustará más lo que sigue mi vida.

Volví a tomar el pee de mi hijo, la cual estaba empezando a volverse dura, la metí a mi boca, mamé hasta ponerla tiesa y dura. Yo me encontraba verdaderamente mojada, mi concha estaba más húmeda por mis jugos, la deje caer sobre su cara y dije.

- Esto es para mi niño hermoso, para que recuerdes cuánto te ama mamá - acto seguido comenzó a olerme mi sexo.

Esto me lleno aún más de morbo.

Sin decir más senté mi vagina en ese pene que se me hacía el más hermoso que pude haber visto alguna vez, él no hizo más que tomarme de la cintura.

No podía creer el gran placer que sentía clavándome en mi propio hijo, mis piernas se cansaron de tanto columpio, así que sujete mis brazos en la cama dejando mis tetas a su total alcance, Michael no desaprovechó la oportunidad y tomo mi pezón derecho con sus labios, mientras que sus brazos se entrelazaron en mi espalda, mis nalgas empezaron a subir y bajar y conforme el ritmo sonaban al choque con sus muslos.

Durante 20 minutos estuve cabalgando sobre mi hijo. Después de eso, me puso de costadito, levantando mi pierna derecha en sus manos y la izquierda sobre la cama. Con sus brazos me rodeaba y yo buscaba desesperada sus labios.

Sentía como su pene entraba y salía de mi húmedo coño en un vaivén muy rápido, delicioso. Yo contenía los gemidos, para que nadie sospechara. Mi hijo después de algunos momentos, se puso de pie, con sus brazos me llevó casi al filo, tomo mi pierna derecha, la puso sobre su hombreo y la otra en la cama  y siguió clavándome más fuerte por todo mi sexo que estaba húmedo e irritado de tanta metida.

Contenía los gritos y eso me ponía más caliente que nunca, mientras que mi vástago seguía clavándome más fuerte como si nunca fuera a cansarse. El sudor de su cuerpo complementaba nuestra escena, digna de ser llevada a XVIDEOS.

- Mami me corro, me voy a venir no aguanto más.

- Aguanta un poco mi amor, quiero que nos corramos juntos.

Sentí como mi vagina se contraía haciendo presión en el pene de mi hijo, hasta que sentí como su semen, caliente, se unía con mi útero. Sinceramente había sido la cogida más intensa que como mujer había experimentado hasta entonces.

Mi hijo se lanzó sobre mi pecho, uniendo su cara a mis pezones, mientras yo acariciaba su pelo, me sentía aún mareada pero no por el alcohol si no por la agitación sexual que tuvimos. Sentí como el semen salía de mi vagina, como un río por su cauce.

"Toc, toc" - escuchamos la puerta.

- ¿Quién? - Pregunte.

- ¿Disculpe señito, Michael está con usted?.

- Si Carolina, ahora voy.

Rápidamente mi hijo se puso de pie y se vistió, antes de salir de la habitación me miró a los ojos, y dándome un beso tan intenso, me dijo:

- Gracias mamá, eres increíble.

Puse llave a la puerta y me metí a bañar, estuve quizá media hora bajo el agua, preguntándome cómo había terminado con mi vagina, llena de semen de mi propio hijo, que podía haber sido peor, el ir con mi hijo y abrirme de piernas ante el o si lo hubiera hecho con su amigo y serle infiel a los dos.

Bajé a ver como seguía la fiesta. Vi que ya no había casi nadie.

Michael después de despedir a sus últimos amigos, se me acercó preguntando

  • ¿Qué fue lo que pasó hace rato mamá?

No sabía dónde esconder la cabeza. Pero la verdad debía ser afrontada

  • Prométeme que lo que te voy a decir, no va a cambiar nada entre nosotros.

El solo asintió con la cabeza.

- Alejandro me confesó que le atraía desde que era pequeño y eso me puso demasiado caliente - al escuchar esto su reacción fue de sorpresa – y yo ya estaba dispuesta a acceder a su pedido... pero bueno ya sabes que... antes de engañarte a ti en mi propia casa, decidí que tú seras quien me haya ayudado a superar esto. Además, tú te lo merecías más que tu amigo e incluso, más que ese otro idiota de Sandro. Por favor cariño, perdóname.

- Mamá no hay nada que perdonarte. Haz sido sincera y mi amor no va a cambiar nunca.

- Gracias mi amor. Te amo más que nunca.

Nos fundimos en un fuerte abrazo. Después de eso nos fuimos a descansar.

Cerca del medio día los dos despertamos, él con mucha hambre y yo con el deseo de hacer cambios en la casa y mi vida, en especial, en la relación con mi hijo.

Sabía que las cosas obligadamente debían cambiar. Una de ellas fue que ni corta ni perezosa, terminé con el idiota de Sandro y mi hijo, siguió su amistad con su amigo, a pesar de todo.

Este solo era el principio de una relación sui generis entre Michael y yo.