Lo estaba deseando pero no se atrevía
Me presento en casa de mi amiga intima, con un amigo que me he encontrado. Sé que ella está deseando tener un trío. La situación, los nervios y el cómo ella estaba vestida esperándome precipita los hechos. Al final ella cumple su fantasía.
Es un día como otro cualquiera, muy amablemente me has "invitado a un café". Aunque la última vez que hablamos por messenger, parecías nerviosa. ¿En qué estarás pensando?
Me has preguntado como deseo que me recibas. Soy benevolente, y como he visto que tienes una falda negra, ceñida, corta, jejeje, bastante corta, lo suficiente para que se vea que vas con medias, me encantan, ¡qué bien te quedan!. Por supuesto, sin nada debajo, quiero tener el camino libre, quiero que la casa se llene de tus aroma, de tus feromonas conforme vas andando esperando mi llegada: excitándote al notar tus labios moviéndose libres. Ya te imagino, con tu blusa de gasa, transparente, sin sujetador ¡ummmm, qué bien se te deben ver los pechos!.
Son las tres de la tarde, suena tu telefonillo "soy yo", sube. Se lo digo o no, quizás se enfade, pero bueno, al fin y al cabo no pasa nada, sólo es un café.
En el ascensor, me asaltan las dudas. "Se va a enfadar", con lo vergonzosa que es.
Llamo a tu puerta, abres. Por la vergüenza, estás detrás de la puerta.
"Pero..." dices tú, ya es tarde, estoy pasando por la puerta y detrás mío Juan.
"No entiendo" dices, "cómo....".
Cierras la puerta y te cruzas los brazos, avergonzada.
"No pasa nada, es un amigo, me lo acabo de encontrar después de bastante tiempo abajo, que iba a tomar un café. Hemos hablado y le he dicho que quizás no te importaría que 'tomasemos un café' ", te digo tratando de tranquilizarte.
Te doy un beso, te cojo de la mano, jajaja, haces un poco de fuerza "¿qué te pasa?", te pregunto.
Totalmente colorada, y con cierta cara de enfado, me dices "¿qué crees que me pasa? ¿te parece normal invitar a alguien a mi casa sin decirme nada, y vestida así?"
"Tranquila, estás muy guapa, no te avergüences, no pasa nada", te dice Juan.
"No es eso, pero me da vergüenza que me veas así", le dices tú.
"Pero si te veo en la playa haciendo topless te veo pero, quizás", dice él.
"¿Quieres que me vaya?", te dice. Rápidamente, y con bastantes dudas, le dices "No, ya para qué" Nos reímos todos.
Un poco más relajada, le das dos besos. Parece que el candado de tus brazos se ha abierto.
"Ves, eres muy guapa y estás muy bien", dice él.
"No la cagues, no te pases", le digo yo.
Pasamos al salón. Nos sentamos juntos, y Juan en el sillón de al lado.
Juan sonríe un poco, yo creo saber por qué. Tú no te das cuenta, pero al sentarte se te ven unas piernas muy bonitas, y el contraste de tu blanca piel con la oscuridad de las medias.
Cuando te levantas a poner el café, te percatas, pero... ya te da un poco igual. Te giras, y sonriéndonos, nos dices "¿Qué pasa, no os gustan mis medias? ¿Si queréis me las quito?"
"No", te digo yo, "en absoluto, estás bellisima"
Te bajas un poco la falda, lo justo para cubrir el encaje y te vas.
Voy detrás tuya, quiero hablarte, tranquilizarte.
En la cocina, muy seria me gritas en voz baja que me he pasado, que te tenía que haber avisado.
"Ya, pero ha sido todo muy rápido, me lo he encontrado al ir a llamar", te digo.
"Hemos hablado un rato, he instintivamente te he llamado. No pasa nada, tomamos un café y nos vamos".
"Ya, pero yo quería estar contigo, te deseo, me he vestido así para ti, para excitarte, para que me introduzcas cada extremo tuyo", me dices, con mirada de excitada.
"Bueno, pues le digo que se vaya, después de tomar el café y ya está", te digo.
"Ah, sabes una cosa", te digo, "yo también te deseo: estoy totalmente empalmado". Te cojo una mano y la introduzco en mis pantalones. Me la coges con firmeza.
"Sí, cierto", dices tú, "ya babea un poco". "Es por ti que babea", diciendo yo esto sacas mi mano y lames el dedo con el que has estado acariciando la punta.
¡Ummmm, cómo me excita verte hacer eso!.
Volvemos al salón, con los tres cafés, y nos sentamos entorno a la mesa. Juan, instintivamente se le va la vista a tus tetas, que mostrando la excitación que le provoca la situación y el roce con la tela, te hace tener erectos los pezones.
Hablamos de cosas banales, nos reímos. Mientras yo, acaricio tus piernas, de modo que mis dedos casi rozan tu conejito.
Nerviosa, apartas la mano, tratando de disimular.
Os dejo solos, me llevo las tazas. Cuando vuelvo, estáis los dos sentados en los sofás. Estás preciosa, con las piernas cruzadas. Mostrando el encaje de las medias y tu bonita piel.
Él no lo sabe, pero yo sí. Debajo no tienes nada, si te mueves un poquito más, si se te sube un poquito la falda se descubrirá.
Me siento a tu lado. Paso un brazo por detrás de ti, y con total naturalidad, pongo una mano en tu pierna. Me sonrío internamente, no me la has apartado.
Hablamos, Juan nos cuenta lo que está haciendo en Valencia, que ayer conoció a una chica en una discoteca. "Así que está noche te has vaciado", le digo yo riéndonos todos.
"No, en absoluto, eso es lo peor", dice él. "Era una calienta pollas". Ahora sí que nos reímos, pero a él parece que no le hace mucha gracias, aunque también se ríe.
"bueno, eso tiene solución", le digo yo.
Te pones tensa. "¿Qué te pasa?", te pregunto yo, con tranquilidad, "Te haces una paja, y arreando, y si quieres, hasta pensando en que es ella la que te la hace", le digo.
Pícaramente contesta "Vale, pues me voy al baño ahora", dice riéndose. Pregunta donde está el baño, y se va.
Nos quedamos los dos, sonriendo.
Te beso, te acaricio. Me pides que pare.
Pero mis dedos ya están dentro de ti, mientras mis labios tienen atrapado uno de tus pezones.
Se oye abrir la puerta del baño, rápidamente nos componemos, jejeje principalmente tú.
"Sí que tenías necesidad", dices tú, "¡qué rápido!", nos reímos.
Ahora es él, el que está un poco avergonzado, se sonroja, y con algo de nervios "No, como voy a hacerlo aquí, bastante, que me has gratificado con un café con unas vistas muy buenas", dice él.
"Tranquilo, sólo fue la primera impresión, y la sorpresa", dices tú.
"Si sientes mucha presión, con confianza, vete al baño, que nosotros sabremos entretenernos", digo yo.
Nos reímos, y él dice que no, que no hace falta.
Pero mi mano vuelve a estar en tu pierna, sólo que esta vez está debajo de tu falda. Te habías compuesto, pero se te había olvidado volver a cruzar las piernas. Ahora Juan, tiene una maravillosa visión. No sólo tu blusa está más abierta, sino que la falda está más arriba y puede desde donde está descubrir que sólo tienes cuatro prendas puestas, y dos son las medias.
Mis dedos se mueve lentamente, uno de ellos, el más avanzado, está dentro de tus labios mayores, rozando muy suavemente tu clítoris. ¡Uffff, cómo está!, pienso yo.
Así, seguimos hablando, comentando las imagines de la tele. Pero ni tu mente ni la mía están para tele, y sospecho que la de Juan, tampoco.
Mi mano está entre tus piernas, que ya tienes más relajadas, y mi dedo jugando tu clítoris lentamente. Casi sin darme cuenta, me besas, te dejas llevar, hasta que abres los ojos y ves a Juan mirándonos.
Tratas de recomponerte, estás nerviosa. Te cojo las piernas y las pongo encima de las mías. Pícaramente Juan protesta "prefería la posición anterior".
Azorada, sólo sonríes, pero tu calor interior, ya no sólo está entre tus piernas, tus mejillas se han puesto rojas.
Yo por el contrario, prefiero esta posición, pues con más tranquilidad puedo acariciar tu conejito.
Lenta y suavemente introduzco dos dedos en ti, y mueve los dedos muy léntamente. Te avergüenzas y me pides que me esté quieto.
"Jajajaja", Juan se rie, "Ah!, ¿qué se está moviendo? No me daba cuenta". "No os preocupéis, haced como si yo no estuviera", añade.
"¿De verdad? ¿No te importa?", le pregunto yo.
"No, por qué me iba a importar, sois amigos y hacéis lo que queréis"
"Ves, no importa, déjate llevar", te digo yo.
"Eh!, alto, que estáis hablando de mí", protestas tú
"¿Y si yo no quiero nada?", me dices mirándome entre enfadada y excitada. Mis dedos no paran, ni tu me apartas la mano, aún al contrario, tus ojos brillantes parecen pedir más.
"Bueno no te enfades", te digo besándote. Pero esta vez es diferente, me abrazas con todas tus ganas, y entreabres las piernas para que pueda llegar más. Parece que no te importa la presencia de otro, quizás hasta los estás disfrutando.
"¡Joder, cómo me estáis poniendo!", dice Juan
Le miras, y entre beso y beso, le sonríes. Te dejas hacer, estas muy mojada.
"¡Qué mojada estás!" te digo.
"No me digas eso aquí delante de él", me da vergüenza
"¿Por qué habría de darte vergüenza? ¿Qué crees que él no se lo supone?", te digo yo, "Igual que seguro él está totalmente excitado", añado.
"No lo jures, la tengo a reventar", dice Juan.
" ¿A sí?" dices tú, "pues si quieres, relájate", dices riéndote
"Vale, al final tendré que irme al baño", nos dice con una sonrisa
"No hace falta, hombre, hazlo aquí, así ella también se excitará más", le digo yo
Vas a decir algo, pero en ese momento te introduzco otro dedo, y él muy rápidamente se baja los pantalones y comienza a acariciarse delante de los dos.
Tu mientras tienes tu mano dentro de mi pantalón, acariciándome lentamente, disfrutando de mis dedos y mirando la polla de Juan.
"¡Vaya pedazo herramienta que gastas!", le digo yo, "Anda que no te gustaría tenerla entre tus manos", te digo
No dices nada, ni él tampoco, él sigue lentamente acariciándose.
Al oído te digo si deseas ir a la habitación. "¿Y Juan, le vamos a dejar aquí solo?", me dices tú
"Si quieres puede venirse a la habitación y mira como hago que te corras", te digo yo. Esas palabras te activan el botón del orgasmo y empiezas a agitarte. "Vale", me dices tú.
"Nos vamos a la habitación", le digo a Juan...
"Si quieres ven, y así tienes el espectáculo en vivo y no imaginas lo que estamos haciendo"
Ya desnudos en la habitación empiezo a acariciarte, y Juan, que no tiene donde sentarse, lo hace en el borde de la cama.
Te retuerces, gimes, casi gritas, mientras nos miras a los dos: Juan sigue acariciándose, y yo con mis dedos dentro de ti.
Casi sin darte cuenta Juan no se aguanta más y acaricia uno de tus pechos, no haces nada, sólo le miras: mis dedos no te dejan pensar, estas en las nubes; no quieres bajar.
Juan empieza a besar tus pechos. Salta de un pezón a otro. Tu empiezas a acariciarle la poya, como haces conmigo, la cabeza, jugueteando con la babilla que va saliendo. Le cojo una mano y se la pongo en tu clítoris. Juan entiendo inmediatamente, mientras yo te acaricio por dentro con mis dedos él empieza a pajearte el clítoris, ya no aguantas más y estallas en un increíble orgasmo, te retuerces, gritas,..., te ríes.
Me muevo para que me la empieces a chupar, lo estoy deseando, deseo sentir la humedad de tu boca, tu calidez. Con avidez la coges y empiezas a lamer a chupar. Juan que está al lado se acerca también.
Coges las dos, y empiezas a chupar alternativamente la dos.
Os dejo a los dos, me pongo entre tus piernas y empiezo a follarte, mientras tu sigues chupándole la polla a Juan.
Te digo que te pongas a cuatro patas, pero esta vez es Juan el que quiere ocupar mi sitio. Te giras con vicio, mirándole mientras yo me pongo delante tuya: ¡qué imagen! Juan detrás de ti, tu gimiendo mientras me la chupas.
En un momento, echas tu mano atrás y empiezas a acariciarte el culito. Juan entiendo y comienza a introducirte un dedo, dos dedos: "Sí", dices
"¿Te gusta?", te pregunto yo
"¡Me encanta!, no pares sigue", le dices a Juan
Nos cambiamos. "¡NO!, ¿dónde vas? ¿por qué te sales ahora?", le gritas a Juan
"Tranquila, que nos tendrás para un buen rato", te digo yo, mientras te la introduzco desde detrás, mientras sigo jugando con tu culito. "¡Qué dilatado lo tienes!", te digo. Y acto seguido te la empiezo a meter por el culito: "¡Ummmm, qué bueno!", te digo. "Sí, sigue, no pares, me encanta", me pides tu
Juan nos mira con admiración: "¡Joder, qué tía más caliente!", dice.
Tus movimientos, tus gemidos nos indican que un orgasmo nuevo está llamando a la puerta de tu cuerpo.
Le digo a Juan que se tumbe y tú que te pongas encima. Empiezas a cabalgarle, mientras me la vuelves a chupar. Me encanta sentir tu lengua rodeándola, sentir como quieres aspirarme, secarme.
Me pongo otro preservativo y me pongo detrás tuyo.
"No sé si podré, me da un poco de miedo", me dices.
"Tranquila, si no sabes lo que voy a hacer", y diciendo eso empiezo a introducirte dos dedos en tu culito, mientras Juan no parar.
"¿Qué tal?", te pregunto. "Bien, no paréis, seguid", nos reclamas tú.
"¿La quieres?", "Sí, hazlo, no sé si podré, pero hazlo", me pides tú.
Poco a poco te la voy introduciendo, reclamándole a Juan que se detenga un momento. Ya con las dos dentro de ti, y tú gritando, empezamos a movernos acompasadamente.
"¡Qué bueno!, sí, seguid, no paréis", nos dices, acompañando tu frase de un gemido largo, un grito, y viendo nosotros como tu cuerpo está envuelto en una gran convulsión.
"¡Joder, cómo te has corrido!", te dice Juan. Pero tú no puedes hablar, mientras nosotros seguimos sin parar, tu sigues gritando, tu orgasmo se alarga, es más largo que ninguno que hayas experimentado.
Ninguno de los dos aguantamos más, y primero yo, y luego Juan, nos corremos, cosa que a ti te provoca otro pico en el tuyo. Pues no es otro orgasmo, es el mismo, pero se vuelve a intensificar.
Ya tumbados los tres en la cama, contigo en medio, acariciándonos a los dos lentamente, "jejeje, ¿qué quieres volver a resucitarnos?", te digo yo.
"No, o sí, no sé, sólo es una muestra de cariño".
Juan se da cuenta de la hora que es. "¡Hostia, qué tarde!, se me ha pasado sin darme cuenta!" dice "Bueno, más bien has estado muy entretenido", le respondo yo, riéndonos los tres.
Te da un beso, y se despide.
"A ver si volvemos a coincidir", le digo yo. "Todas las veces que ella desee", dice Juan
"Encantada", le contestas.