Lo dijiste tu ayer (1)

Gracias al chat te puedes llevar muchas, pero que muchas sorpresas. Y si no piensa. A lo mejor, (o a lo peor) es que tus fantasías se pueden hacer realidad.

"Lo Dijiste Tú Ayer"

Gracias al chat te puedes llevar muchas, pero que muchas sorpresas. Y si no piensa. A lo mejor, (o a lo peor) es que tus fantasías se pueden hacer realidad.

CAPÍTULO 1

  • Mañana ponte la blusa rosa y el colgante de la "M"....

  • Sí, "mi amo" -repites en voz baja y para ti, mitad convencida, mitad con la ironía de quien disfruta siguiendo un juego perverso-

Hoy has abierto el correo y sé que te has sorprendido. Tan sólo era una frase. "Estás preciosa con la blusa rosa". Apenas te da tiempo a leerlo... tienes prisa... una cita...  Sales nerviosa y precipitada del trabajo... Son las 19.35... Casi no tienes ni tiempo para pensar... esa era mi intención.  " ¿Cómo lo sabrá? ¿Me habrá visto? No, simplemente le dije que me lo iba a poner" . Te es fácil autoconvencerte. Arrancas el coche. Tráfico, nervios... busca aparcamiento.

Como siempre tan puntual y educada. Entregas los documentos... Los examinamos. Las preguntas de siempre..., lo habitual... como todos los martes desde hace ya más de tres años.

Un inusual piropo al acabar. Preciosa blusa... bonito colgante en forma de "M"...

  • Gracias.

Esa mirada tan pícara... como diciendo si tú supieras lo que significa... Sé lo que lo piensas...

Te vas... De repente, alguien pronuncia ciertas palabras. Una sola frase aparentemente sin sentido y que, sin embargo, te deja paralizada. Son las palabras mágicas... Te vuelves sorprendida. Estupefacta. No es fruto de la casualidad, no puede ser. Esas palabras las inventaste tú, sólo las conocemos tú y yo... Si mal no recuero... lo dijiste TÚ ayer... Juraste que cuando oyeras esas palabras te entregarías a tu amo. Fue tu promesa. Y yo acabo de pronunciarlas.

Inmóvil, sin saber qué hacer permaneces de pie. Tu sola te has delatado. Me levanto y cierro la puerta. Ya no hay marcha atrás. Sé todo de ti, demasiado tarde para arrepentirte, para intentar decir que no.

Estás nerviosa. Desconcertada. No te lo esperabas. No sabes ni qué decir, ni qué hacer. Sé en qué piensas... ¿Recuerdas, verdad?... Aburrimiento, noches solitarias..., un chat..., una nombre gracioso.... Una noche tras otra... Hasta buscabas a ese desconocido... Hay algo en sus palabras, en sus juegos, que te engancha... Y esperas sus correos..., sus citas... Aunque a veces las conversaciones suban de tono... o te arranquen confidencias inconfesables... Y ahora estás con él..., tu amo... No puedes creértelo... Yo tardé tiempo en hacerlo.

El timbre. Vuelves la cara asustada. Miro el reloj y sonrío. Puntual.

  • Siéntate, puta... -susurro en tu oído-

Abro la puerta. El mensajero me entrega un paquete. Es una especie de largo cilindro. Lo abro frente a ti. No puedes evitar un gesto de asombro al ver la fusta.... Lo recuerdas... Es como si lo estuvieras leyendo. ¿Y cómo te gustaría que fuera la fusta? Mira, espera, ahora te mando una foto... Y es la misma: es la de la fotografía que me enviaste por Internet.

Te hago poner de pie. Tu carita de sorpresa.... Me encanta....

Me situó a tu espalda. Puedo verte reflejada en el cristal de la mesa mientras lo pienso... Casualidad. Mucha causalidad, tanta que es increíble... o, a lo mejor, no es casualidad... piensas que pueda ser una broma del destino...

  • Mira quién es la que suplicaba ser mi esclava... la que me suplicaba que la humille hasta la saciedad... Tú... mi clienta desde hace años... el objeto de mis más oscuras e inconfesables fantasías...

No reaccionas. No me sorprende.

  • Apoya las manos en la mesa, puta. ¿No obedeces?

La fusta golpea tus nalgas por encima del pantalón vaquero. Un leve gesto de rebeldía. Otra vez la fusta. Me gusta su sonido. Lo repito... Te coloco yo mismo. Manos apoyadas. Piernas un poco abiertas, no mucho. Un poco inclinada hacia delante. No te hablo. Sólo te miro.

Me encanta mirarte. Llevo años haciéndolo. Sé que la espera te pone nerviosa.

Paseo a tu alrededor.

  • Así que... eras tú... Esa guarra que me pedía... que hasta me suplicaba insistentemente que la hiciera mía... Eras tú...  ¡Tú!... Quién lo diría... Noches enteras al teclado..., frases obscenas... lúbricos tocamientos frente a una pantalla... Tú me decías que estabas desnuda... Y al día siguiente, en mi correo, recibía ardientes e-mail en los que te ofrecías como esclava... en los que me contabas que te masturbabas frenéticamente pensando en ello... Y me suplicabas que te aceptara... que deseabas ser mi puta... La de veces que has suspirado porque ese sueño se hiciera realidad... Y está aquí... tu sueño se ha cumplido... está aquí...

De nuevo la fusta se estrella en tus nalgas... Te quejas... No te hago caso... otra vez... y otra... hasta que soportas en silencio los golpes...

  • Eso es lo que querías, so puta..., que te azotaran sin hacer caso de tus súplicas..., que te humillaran...

La fusta descansa sobre tu cabeza. Dejo que se enrede en tu precioso pelo negro; que acaricie tus mejillas..., tu boca... Lentamente desciende por tu cuerpo..., tu espalda..., tus glúteos... Se interna entre tus piernas buscando zonas prohibidas. Hago que presione tus labios. Aun no se ha borrado de tu carita tu expresión de sorpresa, de no saber qué hacer.

Otro azote. Otro respingo. Me gusta su sonido.

Sujeto tu barbilla y tiro de ti hacia atrás. Te hago descansar sobre mi pecho. Sientes la dureza de mi miembro en tus nalgas. Cierras los ojos y te recuestas. La fusta se interna entre tus muslos. Sube. Vuelve a rozar tus labios. La tela del pantalón es muy dura, tengo que apretar para que lo sientas. Lo sé.

Ahora cruzo la fusta sobre tu estómago. La sujeto por los dos extremos. Como si fuera un rodillo de amasar, la subo por tu vientre. Por primera vez se escapa un suave suspiro de tu boca.

La dejo bajo tus pechos. Los levanto con ella. Sigue subiendo por su contorno. La hago subir y bajar a la altura de tus pezones. Los froto con ella. Los rodeo... Quiero que tus pechos sientan su tacto... su dureza... cómo se arquea bajo su peso.... Así hasta llegar a tu cuello. Allí la presiono. Te asfixia un poco. Podría ahogarte. Lo sabes y ni siquiera te mueves... me lo has dicho mil veces... " soy tuya... puedes hacerme todo lo que quieras...". Un día llegaste a decir "hasta matarme si quieres"... y yo te respondí que eso no, que no lo haría nunca..., que sólo gozaría de tu cuerpo... Y tú confías en mí..., me lo demuestras con cada segundo de tu entrega.

Vuelvo a colocarte como antes. Los brazos apoyados sobre la mesa... Mis manos con la palma abierta palpan todo tu cuerpo. Lo hacen con ansia, con deseo. No sólo hay cariño en mis toqueteos..., hay sexo..., hay lujuria... Quiero tocar toda tu carne..., todo tu cuerpo...  Aprieto tus nalgas. Están duras, muy duras. Tal vez sea por los vaqueros. Ahora suben por tu estómago. Sabes que palparán tus pechos. Y lo deseas...Tú me lo has repetido cientos de veces..., hasta me has explicado cómo querías que te tocara las tetas si algún día eras mía... Primero lo harán por encima de tu ropa. Los apretarán. Los rodearán con inquietud descubriendo sus formas...

Sigo pegado a tu espalda, sigues sintiendo mi pene.

Un botón. El primero. El más próximo al cuello. Sigo magreando tus senos. Llenando mis manos con tu carne... Mis labios besan tu cuello. Lamo tu oreja. Una linda carita de placer. Tu carne de gallina...

Estoy cerca de otro botón... Un susurro... ¿quieres seguir, zorra?

No contestas. Quieres que sea tu silencio quien lo confirme. Te niegas a hablar. Así no te sientes culpable. Pero yo no quiero eso. Yo quiero lo contrario, yo quiero que te sientas muy puta..., que sientas cada segundo de tu traición...

Te repito la pregunta.... ¿quieres seguir? Contesta, puta.... -restriego aun más obscenamente mi pene contra tu trasero-

  • ¿Me harás el amor? –Preguntas-.

  • No -te digo con severidad-. Voy a meterte el rabo en el coño, so puta..., voy a follarte como a una auténtica zorra... -Sé que las palabras soeces te resultan más humillantes...- Tu marido jamás lo hace... aunque a ti te excite...

Jadeas suavemente

Mis dedos se internan entre los botones de tu blusa rozando la piel desnuda. Un escalofrío te hace convulsionar. El índice se hunde en tu canalillo.

  • ¿Seguimos, puta?

Un suave susurro que se confunde con un gemido.

  • Sí... -un corto pero definitivo "sí"-

  • Muy bien, putita... suéltate tú un botón... ofréceme tus tetas, zorra...

Una mano temblorosa va soltando los botones de la blusa... Al tercero te detienes. Pareces dudar...

  • Vamos, guarra, ¡no tenemos todo el día!

Bruscamente agarro las solapas de tu blusa y las separo con violencia. Un "¡ay!" Se escapa de tu garganta. Me gusta ese pequeño lamento... Sé que no te he hecho daño, sé que ha sido el susto, la sorpresa por el inesperado cambio de mi conducta. Por primera, vez veo reflejado en tu cara un gesto de miedo.

Una lágrima resbala por tu mejilla.

Temblorosa te separas la blusa... Ves tus tetas reflejadas en el cristal. Sabes que yo también las estoy mirando. Las vemos aprisionadas en tu precioso sujetador de encaje negro.

Tu carita de pena..., de vergüenza..., de humillación... Vuelves la cara hacia otro lado... te resistes a mirar cómo toco tus tetas... Te lo permito..., me recreo en ello... Ya haré que mires directamente, ahora siente la vergüenza de los obscenos sobeteos... Cierra los ojitos si lo deseas... Ya tendrás que abrirlos... Quiero que te veas, que veas cómo mis manos se apoderan de tus inmaculados pechos..., que veas cómo las mancillo... Quiero que veas y sientas la transformación... Ya no serán los senos de una honesta madre de familia... Ahora serán las tetas de una puta... Sí, cariño, sí..., desde hoy, tus pechitos serán los melones de una zorra..., de una adultera viciosa...

Miras hacia el suelo... No quieres verlo... Te niegas a reconocer lo puta que eres... Pero yo creo que ya ha llegado el momento… Tus suaves jadeos..., tus pezones encabritados me lo dicen...

  • Mira al cristal, ¡so puta!

La tortura acaba de comenzar... Te fuerzo a mirar directamente al cristal sujetando tu cara...

Retuerzo uno de tus pezones..., te arranco un gemido de placer...

Un insultante susurro...

  • Zorra..., te gusta..., mírate el pezón, guarra..., mira cómo está...

Estás a punto de llorar..., sé que te cuesta trabajo contener las lágrimas... A duras penas aguantas tus sollozos...

  • ¡Qué vergüenza...! Tú..., la perfecta casada..., dejándose sobar las tetas..., disfrutando con estas adulteras caricias..., disfrutando sintiéndose puta... Dándome, lo que sólo pertenece a tu marido...

  • Por favor..., eso no... -gimoteas-

  • Mírate, guarra..., quiero que te veas disfrutar...

Coloco mis manos frente a tus ojos... Mira, zorra..., voy a tocar las tetas de tu marido...

Sé que por un momento te lo imaginas..., hasta te lo representas tocando ansioso lo mismo que yo... pero con una diferencia... -hija de puta...- tú le estas engañando..., guarra... Es entonces cuando todos los insultos, todas las palabras soeces acuden a tu mente... y tus remordimientos te dominan... Es como si dentro de tu cabeza no parara de repetirse una y mil veces la misma frase... " me estás traicionando ".... Pero sigues gimiendo, guarra... Aunque tu lucha interior no cese... Es más, hasta creo que es esa lucha la que te provoca tanto morbo... la que te da tanto placer...

  • Eso pesa... ¿eh?... Pesa… ¡verdad, guarra?... Haberlo pensado antes de meterte en esta harina... ¡so zorra!...  Un seco azote sacude tus nalgas...

Mis manos vuelven a apoderarse de tus tetas. Con ansia..., con desesperación... No me canso de jugar con ellas... Sobre la tela o por dentro de la copa del sostén, me da igual... Saco tus pechos por encima del sujetador..., los miro en el cristal... Pellizco los pezones, los retuerzo... Vuelvo a colocar cada pecho en su sitio..., los vuelvo a liberar... Me gusta jugar con ellos... Una pluma de ave acaricia el pezón..., un frío abrecartas... Esas cosquillas tan exasperantes erizan tu pezón...

  • Estas disfrutando... Zorra... Mírate cómo disfrutas engañando a tu marido..., entregando tu cuerpo a otro hombre...

Sólo coloco uno de los pechos, quiero que el otro cuelgue fuera..., te miro... Estás algo ridícula así... Sigues con esa carita de aparente sufrimiento... de entrega total... El remordimiento por lo que estás haciendo..., por sentir placer con ello..., por desear que no me detenga...

Medio desnuda..., la ropa desmadejada..., tu voluntad doblegada..., tu preciosa mirada de mujer sometida... Mis manos sobando tu cuerpo...

  • Mírate, zorra..., estás guapísima... -te piropeo-,  te sienta bien ser una puta...

  • ¿Desde cuando...? -te atreves a preguntar... Ni siquiera terminas la frase-.

  • Exactamente no sé cuando me di cuenta..., pero eran demasiados detalles..., demasiadas casualidades..., demasiadas coincidencias..., ¡Mira tú por dónde!..., tenías que ser tú..., Cuando te ibas... deseaba que pronto volviera a ser martes... La de noches que he deseado tenerte así..., desnuda..., a mi merced... Si..., así..., para poder tocar todo tu cuerpo..., para poder follarte... Pero no era posible... Estás casada..., ¡felizmente casada!... Eres una burguesita de buena posición..., inalterable..., imperturbable..., Una mujer inalcanzable para mí..., pero una mujer que me volvía loco con sus voluptuosas formas..., que me hacía sentir envidia de tu marido...

Respiras excitada...

  • Zorra..., me volvías loco... Cada botón suelto... Cada escote más pronunciado de lo normal... Para mi era una auténtica tortura... Esas falditas que hacían que mi pene se endureciera vergonzosamente... Puta... De vez en cuando cruzabas las piernas..., miraba de reojo tu muslo... incluso algún día vi tus braguitas... No paraba de preguntarme si lo hacías adrede... No sabes la vergüenza que pasaba rogando por que no te dieras cuenta de mi estado..., inventándome mil excusas para no levantarme y que vieras mi bulto... Menudos apuros me hacías pasar... Y en tus e-mails me contabas que de vez en cuando jugabas a excitar a los hombres... Te burlabas diciéndome que tenías a uno en concreto que te miraba con ojos de deseo... Y te divertía hacerlo... Disfrutabas dejándote ver... En las cafeterías..., en los probadores de las tiendas..., incluso en la piscina dejabas que uno de tus pechos asomara accidentalmente...Y te excitaba... Eso te hacía sentirte muy puta... y te mojabas las bragas como una adolescente... Y al llegar a casa, mientras tu marido dormía, tenías que masturbarte por la noche...

  • Sigue por favor... -me suplicas jadeante-

  • ¿Te imaginas la alegría que me dio al descubrirlo? No podía ser..., millones de cibernautas..., tan próximos y tan lejanos... Pero cuando viniste con los pantalones de cuero negro que te mande comprar... Esos que marcan tan bien tu culito... Saliste a la calle tal y como yo te pedí... A pesar de la riña con tu marido... Y en la primera cafetería que encontraste, te quistaste las bragas para resaltar más aun tus formas de mujer... Y cuando me lo confirmaste por la noche en el chat... Tu excitación..., tu locura..., tu exultante alegría... Habías obedecido el primer deseo de tu amo... Y yo había descubierto quién era mi esclava... Por fin todo esto se iba a acabar..., por fin podría disfrutar de tu cuerpo..., hacerte mía..., hacerte mi amante..., mi puta...

Por un momento me olvido de tus pechos...

El cinto..., el duro botón de los vaqueros..., la cremallera... Comienzo a bajar tus pantalones... Te turbas..., la vergüenza se apodera de ti..., lo veo en tu cara.... Sólo los bajo hasta casi la rodilla...

Desde atrás, mi mano recorre las nalgas, las soba y se interna buscando tu peludo coño...

  • Es tal y como me le has descrito, guarra...

Uno de mis dedos te penetra. Chapotea en tu interior.

  • Estás mojada, so zorra...

Reaccionas a la mínima caricia en tu clítoris...,  jadeas..., gimes..., te convulsionas

Te masturbo..., quiero ver tus gestos...

  • No cierres los ojos, puta, mírate en el cristal... Quiero que te veas guarra... Mira bien..., mira cómo gozas con mis manos...

Cojo la fusta..., separo los labios de tu coño...  Un suave golpecito...  La vara se interna entre tus labios..., la hago rozarte..., te froto con ella. La aspereza te excita. Es un tacto desconocido para ti, pero tan ansiado...

Un gesto de asombro..., un gemido..., te sorprendes a ti misma. Te estás corriendo.

Dejo que un pequeño orgasmo se apodere de ti...

Te vuelvo hacia mí bruscamente... Te atraigo hacia mi cuerpo. Mi mano hurga con dureza en tu sexo. Dejo que mis dedos se enreden en tu tupida mata de vello... Algún tirón... Te masturbo violentamente... Te abrazas a mí..., te retuerces... te convulsionas de placer...  Tu pelvis se mueve sin control... Intentas detener mi mano... El placer es tan intenso que no lo resistes..., las fuerzas abandonan tu cuerpo... Tu cara me lo dice todo..., no hace falta que hables..., nunca tu cuerpo ha sentido algo así..., no hace falta que me pidas más... La fusta golpea tus nalgas... No te importa, sólo sigues gimiendo..., mientras te miro directamente a los ojos.

Y yo te lo recuerdo todo....

  • ¡Quién te lo iba a decir...! Durante meses hablando..., amparada en el anonimato de las teclas confesándome tus sueños..., los vicios ocultos..., tus íntimos deseos..., esos que nunca te atreviste a poner en práctica... y, por supuesto, ni contar a tu marido... Y te descubrí... Gracias a aquel pantalón de cuero... Meses haciendo nacer en ti el deseo, el vicio..., preparando el terreno..., sembrando la semilla de la lujuria incontenible... y ahora te tengo ante mí..., gozando como una puta..., a punto de entregarte a todos mis caprichos...

Lloras de autentica vergüenza..., medio desnuda en mis brazos..., entregada totalmente..., corriéndote como una guarra...

Sujeto la blusa por un extremo..., suavemente te la quito..., bajo los tirantes del sujetador..., tus senos caen libres... Me recreo con tu estampa de puta sometida...

  • Acaba tú, zorra...

Obedeces. Tú sola te agachas y te quitas los pantalones y las bragas... Me ha gustado el balanceo de tus tetas...

Estás completamente desnuda frente a mí..., yo sujeto la fusta..., la hago aproximarse a tu entrepierna...

  • Qué puta eres..., mira como separas las piernas...

Gimes en cuanto vuelve a rozar tu sexo... Muevo la fusta hacia los lados, golpeando suavemente tus muslos... Interpretas a la perfección mi silenciosa orden... Separas aun más las piernas... La fusta se interna entre tus labios..., su movimiento de sierra adelante atrás, adelante atrás, casi te hace alcanzar un orgasmo... Veo la vara brillar por tus jugos... En ese momento, te lo dejo bien claro:

  • Bien, guarra..., prepárate a chupar..., me vas a lamer el rabo... Me vas a hacer una mamada ¡hasta con las muelas del juicio!...

  • ¡¡¡¡¿Qué?!!!... ¡Ni hablar! ¡Me niego!... ¡¡Eso es asqueroso!!  Me dan náuseas sólo con pensarlo....

Hasta me gritas que jamás...

  • ¡Eso, de ningún modo!... ¡Ni a mi marido se lo he permitido!... Eso nunca...

Por primera vez veo en tu cara un gesto de arrogancia..., de orgullo...

Ofendida me pides que te penetre. Es más, me ofreces una alternativa, una especie de ultimátum: ¡o me follas o me voy!

  • Pero ¿qué dices, puta?

Una bofetada cruza tu rostro. Te quedas quieta, seca, inmóvil, sorprendida.

  • ¿Tú me das ordenes?.. ¿A mí?... ¿Tú a mí?... ¡Puta asquerosa! ¿Tú a mi?... ¡Adultera!... Vienes aquí, engañas a tu marido de la forma más vergonzosa que hay ¿y te atreves a darme órdenes? ¿Pero quién te crees que eres?... A ver si te aclaras..., ¡eres una zorra!... Dos tetas y un coño... ¡Un puto pedazo de carne!... Estás aquí para darme placer a mí, no para que te salgas con la tuya.... ¡Qué lo tengas muy claro, bonita!... No estoy dispuesto a darte placer... Si lo que quieres es que te follen y gozar, paga a un chulo...

Con mi mirada te desprecio... Te aparto de mí..., te repudio..., te rehúso...

Despectivamente te doy la espalda... No quiero ni verte...

  • Eres una jodía puta... ¡fuera de aquí, so guarra!

Apenas balbuceas... Tu tono de voz es suplicante..., temblorosa..., tu cuerpo se estremece....

De espaldas a ti, te oigo llorar...

  • ¿Qué pasa, puta? ¿Ahora lloras?...

Con voz melosa me pides perdón..., me pides paciencia..., esto es nuevo para ti..., a veces no sabes lo que tienes que hacer..., estás arrepentida..., de nuevo me ofreces  tu cuerpo...

  • ¿Qué intentas, seducirme? ¿Te crees que porque vea tus tetas me voy a volver loco? Mira, guarra, tú estás aquí porque has querido... Has aceptado perfectamente tu papel. Nadie te ha engañado. Aquí se hace lo que yo diga, tú sólo puedes obedecer, no estas aquí para mandar, ni para disfrutar, sólo para obedecer y dar placer.

Llora, cerda.... Llora si quieres... Ahora vete de aquí...

Hice un ovillo con sus ropas y la eché. A empujones salió de mi oficina completamente desnuda. Tuvo que vestirse en el rellano de la escalera.

Sí me apetecía pasármela por la piedra -no lo niego- pero quería que sintiera la humillación del rechazo...

Sé que dentro de su cabeza la tortura sería terrible... Se avergonzaría más... No dejaría de pensarlo: " Me he ofrecido a un hombre... He traicionado a mi marido... Ha mancillado todo mi cuerpo... y ni siquiera me ha follado...". Estaba acostumbrada a ganar..., el sabor de la derrota tendría que causar algún efecto... El desprecio y la humillación del rechazo podían tener consecuencias imprevisibles..., pero decidí jugármela...

¿A la siguiente visita estaría más doblegada? ¿O no habría mas visitas?

undia_esundia@hotmail.com & perverseangel@hotmail.com