Lo conocí por un masaje en los pies

Un nene que cambio su fisico de un dia para otro.

Lo conocí por un masaje de pies.

Apenas hace un mes me encontré con este joven que conocía desde bebe.

Todo un hombre de 18; buen cuerpo alto de seis pies. Su piel tostada por el sol del caribe le hace distinguir por su apariencia de mulato. Le llamaremos Manuel nombre (ficticio) para delatar su nombre verdadero. Manuel ya había crecido dejando atrás su infancia aunque conservaba su carita dulce e inocente. Encontré a Manuel en el pueblo y me saludo como de costumbre con un fuerte abrazo y beso de un hijo hacia un padre. Entre los asuntos que hablamos me dijo quería visitarme en mi apartamento para desahogar por las diferencias y mal trato que estaba recibiendo de sus padres de crianza. Acordamos la cita y al siguiente día lo fui a recoger para que pasara el día conmigo.

Al llegar a mi apartamento le di unos shorts que tengo para mis visitas de hombre para que estuviese cómodo. Se cambio de ropa y se quedo con el pecho al descubierto. Por no ser un chico dedicado a los deportes su cuerpo no era al fuera de lo común. Si embargo debido a su inocencia y carita de ángel era una experiencia prometedora. Nos dirigimos a una pequeña habitación en la que tengo mis equipos modernos de diversión. Allí decidimos ver una película en dvd mientras hablábamos. Le traje un refresco y unas palomitas de maíz. Mientras vemos la película comenzó a desahogar sus problemas; al notarlo ten mal le ofrecí darle unos masajes a los pies. Me ubique al lado con una silla mas baja, tome su pie derecho y comencé aplicar el masaje. Le advertí que se podía estimular y hasta tener una erección por ser su primera vez. Eso fue un estrategia para irlo preparando para lo que vendría mas tarde. Procedí a tomar su pie izquierdo ya para ese momento el chico estaba bien relajado. Fue cuando comencé mi misión de calentarlo. Mis manos recorrían desde sus pies hasta los muslos y la pantorrilla. Las yemas de mis dedos recorrían su virginal cuerpo nunca antes explorado. Ya daba muestras de falta de con contracción hacia la película que veía. Comenzaba a sentir las caricias (digo masajes) pues su pene comenzaba a ponerse duro y trataba de ocultar la erección. Interrumpí el silencio para decirle que subiría mas los masajes que si se sentía incomodo me avisará.

Pase mi mano por su pierna desde los pies hasta la ingle suavemente para este momento el comenzó a cerrar sus ojos. Le acomode el pantalón cortote tal forma que se pudiera notar su erección al marcarse en el pantalón. Cambié de piernas y repetí el masaje varias veces hasta que podía rozar sus pelotas lampiñas. El continuaba con los ojos cerrados pero su respiración se entrecortaba. Una vez observe que su erección era considerable le pedí se levantara del sillón reclinable y pasara a mi cuarto para allí de forma mas cómoda continuar con los masajes pero esta vez incluiría su espalda. El titubeo por saber que notaria su considerable casa de campaña pero le recordé que eso era normal en los masajes y que por ser hombres los dos no tenía que avergonzarse. Tomo confianza y se fue para la habitación; lo que veía era un dulce apetitoso virgen y vigoroso que luchaba por salir de su prisión.

Una vez en la habitación se acostó en la cama boca abajo para ocultar su erección; lo acomode y le subí los shorts hasta dejar expuestos su cachetes sin estar desnudo. Eran unos cahetes redonditos obscurito color chocolate. Volví con la misma técnica de darle masajes desde la planta de sus pies hasta llegar hasta sus glúteos. Llegando hasta su espalda y apretando sus hombros cada vez que repetía esa rutina suspiraba dado lo relajado que estaba fingió dormirse. Fue cuando los masajes los detenía en sus tiernas nalguitas duras y redonditas. Las apretaba como el que amasa pan pero no se quejaba mantenía sus ojos cerrados. Me atreví a meter los manos por dentro de los shorts y comencé apretar su ricas nalguitas; no se daba cuenta que mi pene quería revenar. Las ganas de morderlas y hasta chuparlas era una batalla dentro de mi. Cada vez que las apretaba su ojeteé pequeño quedaba al descubierto indicado su virginidad; tierno sin pelito alguno limpio con olor a recién bañado. Le pedí suavemente a su oído que se volteara. Al hacerlo su casa de campaña salto como un resorte de forma violenta demostrando un tamaño respetable. Pidió permiso para ir al baño a orinar; no me podía perder semejante espectáculo cuando se levanto de la cama se le vio por los lados un pene incircunciso de unos 19 a 20cm con unas pelotas pequeñas pero redondas tremendo manjar. Cuando regreso del baño ya lo tenia medio morcillon . Se acostó hacia arriba; lo acomode en la cama par darle los masajes. Ya para esa vez mis manos tocaban sus pelotas. Volví acomodar el short de tal suerte que se pudiera ver su erección. En varias ocasiones cruce mi brazo sobre su cuerpo rozándole el pene. Se sentía como un pedazo de manguera dura. Cada vez que lo rozaba abría sus ojos me pregunto que si era parte del masaje, pues no quería que lo tocara allí que no estaba listo para ese tipo de masaje. L e pedí me dejara tocar su pene una sola vez. Me dijo que si pero por sobre la ropa. Aproveche el permiso y lo agarre con firmeza pero tiernamente. Era todo un hombre y lo que tiene entre las piernas es la envidia de cualquier seductor de hombres vírgenes. Sonó su celular y me dijo tenia que irse. No sin antes de darme la esperanza de terminar el masaje completo pues había disfrutado mucho el que recibió por primera vez. Hemos hablado y me dice que pronto terminaremos ese masaje. Ya les contare.

El recuerdo de sus nalgas y pene me han valido las mejores pajas.