Lo conocí por Internet

Nunca lo habia echo, pero despues de mi separación queria cambiar muchas cosas en mi vida...

Hola a todos, mi nombre es Cristina, tengo 30 años y una buena experiencia que me gustaría compartir.

Empecemos por el principio, soy una mujer separada desde hace un par de meses y desde entonces el ritmo de mis días solo ha ido en ascenso. Me siento liberada ya sin mi marido al lado, tengo el apartamento para mi sola y mis hijos, un niño de 11 años y una nena de 2 que viven en su mundo por separado.

Paso a describirme y pido disculpas si me paso de halagos para conmigo misma, pero es que me siento atractiva, o por lo menos deseable.

Mido 1.70cm, tengo cabello castaño y ojos verdes, cambio de peinado muy seguido pero ahora mismo lo llevo por los hombros. Mi cuerpo es bastante aceptable, tengo unos senos medianos, redondos y firmes, mis pezones son cafecitos, pequeños como botones, tengo anchas caderas y muy buenas nalgas, eso es lo que mas me gusta de mi, mi derrier es mi mayor atractivo, después están mis piernas, las que suelo cuidar con mucha rigurosidad para evitar todos esos defectos de los que sufrimos las mujeres.

Hace casi dos años que ya frecuentaba esta página, mi oculto pasatiempo era leer relatos de toda clase buscando una propia identidad erótica, pero terminé por descubrir que me gustaba de todo.

Desde que los relatos empezaron a quitarme tanto tiempo, y después de leer todo lo que escribía tanta gente con tantos diferentes gustos, sentí que me limitaba a mi misma con el acostumbrado sexo tres veces por semana con mi marido. Entonces y después de solucionar varios dilemas que jamás compartí con nadie y no es cuestión de aburrirlos a ustedes con eso, le fui infiel a mi esposo, esa será una historia para otra ocasión.

Por ahora les contaré una experiencia real de hace tres semanas a la fecha (17 de agosto del 2004)

De meses atrás chateaba yo con mucha gente que me agregaba a sus contactos, producto de otro relato que publique ya hace bastante tiempo, tenia largas sesiones de sexo virtual, algo excitante si la imaginación de ambos daba para eso, pero me faltaba el contacto físico.

Yo vivo en Bogota, Colombia, una ciudad grande donde hay de todo, y en una de tantas conocí vía Internet a un hombre del mismo lugar.

Empezamos primero con una charla muy cordial, él se presentó como Manuel, hablaba muy refinado, era preciso en las palabras y bastante elocuente.

Al principio me dio miedo enviarle mi foto, no tengo problema en hacerlo con alguien que viva lejos, pero es que el mundo es muy pequeño y uno debe cuidar su imagen.

Pues bien, poco a poco fuimos haciéndonos muy amigos, él era casado pero tenia algunos problemas con su mujer y por ahí nos sentimos mas cercanos, le aconsejaba acerca de lo equivocado a la hora de querer salvar un matrimonio, y juntos buscábamos las soluciones.

Como siempre vía Internet, el sexo empezó a ser el tema de punta, primero nos contábamos experiencias y compartíamos trucos, pero luego la cosa se fue tornando más personal y llegamos a construir juntos experiencias a través del servidor.

Nuestras historias eran muchas y muy variadas, recuerdo muy bien una en la que yo era una puta y el me pedía un servicio a su casa, la imaginación voló aquella vez y entre los jugos que brotaban de mi concha escurrí mis dedos y me masturbé, como luego se volvió costumbre cada vez que nos encontrábamos a las 11 de la noche en el chat.

Con ansias me conectaba todos los días y esperaba a mi amante virtual con la vista fija en la pantalla, yo ya le decía mi amor y él acertaba en que yo era su perrita.

Manuel:

Perrita, y cuando nos vamos a ver?

Cristina:

Ya te dije que tuvieras paciencia, no estoy muy segura.

Manuel:

No estas segura de que?

Cristina:

Nunca he hecho esto, ¿no te parece suficiente?

Manuel:

No, yo quiero verte y tocarte, quiero abrirte las piernotas que tienes y clavarte por la mitad, como la perrita que eres

Cristina:

Mmmmmmm, que rico

Manuel:

No, no trates de salirte por la tangente, dime si nos vemos o no?

Cristina:

Y tú esposa?

Manuel:

Mi esposa no tiene porque enterarse, solamente salimos un rato, la pasamos bien y nos seguimos viendo

Cristina:

Bueno, esta bien, ¿Dónde quieres que nos veamos?

Manuel:

¿Qué te parece Unicentro?, por la puerta uno…yo voy en mi carro y te recojo, mañana a las 3:00pm.

Cristina:

OK, nos vemos allá

La situación me despertaba todo el morbo posible, mi pantaleta inundada era toda la prueba necesaria, cada vez que hablaba con Manuel era yo un charco de emociones, y ahora que lo iba a ver, y aunque con algunas dudas todavía rondando mi cabeza, sentía que cualquier cosa podía pasar, no sabia con que me iba a encontrar y mi pezones se endurecían con la idea.

Al día siguiente me vestí con mi traje mas indecente, me puse un vestido entero negro, ceñido al cuerpo por todos lados, hice lo posible para que la falda dejara al descubierto la totalidad de mis muslos, cosa que de inclinarme todo mi paquete brillara con el sol, por debajo llevaba un hilo que no cubría mas de lo que dejaba descubierto, estaba lista para todo.

Llevé a mi nena a la guardería y dejé el almuerzo de mi hijo listo para cuando llegara del colegio, pedí un taxi y esperé a que llegara parada en la puerta.

Desde que salí de la casa empecé a sentir las miradas hipnotizadas de los hombres sobre mi escote y mis nalgas, las mismas miradas que junto a mi marido solía evitar, ahora me parecían una delicia inmensa, me sentía como una real puta, saliendo al encuentro de un desconocido que solo quería follarme, pero estábamos a mano porque lo mismo buscaba yo.

Él hombre del taxi irrumpió con su mirada varias veces en la oscuridad de mi falda paseándose por mis muslos, buscando una abertura que jamás encontró para acceder a mi conejito. Y yo, caliente como solo estaba todo el día últimamente.

Llegué al sitio pactado por los dos y busqué la puerta principal, el hombre del taxi me dejó casi al lado opuesto del centro comercial y me tocó atravesarlo todo.

La delicia que fue caminar como una reina, con el escote apretado alzando mis tetas y la minifalda que dibujaba toda mi silueta, las miradas eran halagos que yo adoraba recibir.

Un par de tipos se atrevieron a decirme algo que no entendí bien, pero que de seguro y a juzgar por sus caras, era una atención a mi presencia.

Con la concha empapada y las piernas heladas por el frío capitalino, llegué a la puerta uno en donde un hombre alto de tez blanca y cabello negro esperaba por alguien.

Ya yo lo había visto a él en un par de fotos atrevidas que me había enviado por Internet, sin embargo para librarme de dudas me acerqué a su espalda y susurré su nombre.

Instantáneamente volteó, sus ojos negros profundos se hundieron en los míos y después recorrieron todo mi cuerpo analizando hasta el último detalle, buscó mis piernas y demoró bastante observando la forma de mis senos apretados.

Sin mediar muchas palabras me saludó

Hola Cris, ¿Cómo estas?

¿Bien y tu?

No también como te veo, estás divina hoy, no te creí tan atractiva.

Me puse así solo para ti.

Fantástico, esa faldita te queda de maravilla, que lindas piernas tienes.

Lo que esta abajo es mejor.

Mmmmm, ¿vienes calientita mi amor?

Un poquito no más, ¿A dónde vamos a ir?

Bueno, es temprano, si quieres podemos ir a mi apartamento un rato y después salimos a hacer algo.

Caminamos hasta su auto, uno muy moderno que abrió automáticamente, subimos y posteriormente lo encendió para salir del lugar.

Manuel no perdía tiempo y durante tres cuadras no quitó la vista de mis piernas mientras me hacia preguntas sobre mi atuendo, después escurrió una de sus manos por mi muslo izquierdo y acarició la suave textura de mi piel blanca levantando un poco mi falda haciendo que se me erizaran los vellos de todo el cuerpo y un chorrito de mis jugos rodara por entre mis piernas.

Mientras me repetía lo hermosa que estaba aquel día y me sonreía, yo actuando como una experimentada puta le coqueteaba tratando de ocultar los nervios que me causaban una situación tan nueva y el hecho de tenerlo tan cerca.

Sus dedos se estiraron hacia dentro y fueron alcanzando mi tanga húmeda, el suave roce de sus yemas con la tela delgadísima de mi prenda hizo que de nuevo apareciera un envión de líquido lubricante, esta vez se me escapó un gemidito de placer que lo despertó.

De inmediato corrió mi tanga hacia un lado y agarró con la mano completa todo mi conejito, con sus dedos apretaba por dentro de mi vagina alcanzando mi clítoris y con la palma de su mano oprimía mi monte de venus.

Ya no me pude contener y recibiendo su masaje sexual recosté mas mi cuerpo y separé las piernas, mis manos buscaron dar libertad a mis senos del incomodo escote que apretaba con fuerza mis ya duritos pezones que saltaron como resortes cuando de un jalón retire hacia abajo todo el vestido quedando desnuda dentro del carro en movimiento en plena vía.

Nos detuvimos en un semáforo pero ya en ese punto todo importaba un comino, sin reparar en el autobús que se ponía junto al carro y fijándonos menos aun en los pasajeros del vehículo que ya se habían dado cuenta de la calentona mujer que se amasaba los senos mientras su hombre le trabajaba la concha, aceleramos el paso aprovechando el color rojo del semáforo.

Mi mente volaba tras cada entrada y salida de los dedos de Manuel, su piel tosca y carrasposa estimulando mi clítoris hacia que me olvidara aun mas de la situación en la que estábamos y contara los segundos para llegar a su apartamento y lograr mas comodidad para comérmelo completo.

Con la mano izquierda busqué su pene, el mismo que ya estaba erecto dentro de su pantalón café y que saqué de allí con una destreza que ni yo misma recuerdo, total de un momento a otro ya ambos estábamos estimulando al otro directo a su sexo. Su pene debía medir unos 19cm, grueso con venas a punto de estallar, palpitante se movía su animal entre mi mano y pronto me pidió que le diera sexo oral.

Abandoné pues mis auto-masajes e inclinándome sobre su posición, dejé libre todo mi culo junto a la ventana para quien quisiera verlo, solo el delgadito hilo dental que se metía entre mis nalgas obstruía una visión completa.

Sintiéndome toda una perra, tomé entre mis labios el palo de Manuel, lo besé por un rato succionando su cabeza y amasando sus testículos, él se derretía en placer mientras yo jugueteaba como una tigresa sobre ese palo venoso.

Con la lengua lo empapé de saliva repasando una y otra vez la longitud de su aparato, sus 19cm de tersa piel de verga erecta, con aquella cabeza roja e hinchada que esperaba tener pronto rompiendo entre mis piernas.

Con la verga de Manuel en mi boca el camino se hizo mas corto y para cuando me vine a dar cuenta ya estábamos estacionando en el parqueadero de un edificio gigantesco y bastante lujoso.

Se guardó su pene y yo hice lo posible por arreglarme la vestimenta, el cabello y el maquillaje para tratar de ocultar casi por instinto una situación que me hubiese encantado todo el mundo viera.

Caminamos por el oscuro salón subterráneo y nos colocamos junto al elevador a esperar que llegara, Manuel pasó su mano por mi espalda y me apretó una nalga, yo entonces alcancé su pene aun parado debajo de su pantalón y se lo acaricié cariñosamente.

Entre besos y manos escurridizas tomamos el elevador y subimos los 13 pisos hasta el apartamento de mi amante, me sentía mojadísima, sentía como resbalaban mis piernas la una contra la otra tras cada paso que daba.

Manuel tomó la delantera y sacó la llave de su bolsillo para abrir la puerta, su apartamento era espectacular, la verdad yo no soy de las mujeres interesadas, pero aquello era un palacio, pisos alfombrados, paredes decoradas, cuadros costosísimos, un mar de lujos que fue interrumpido por Manuel que me tomaba por los hombros y retiraba los tirantes de mi vestido que posteriormente caería a mis tobillos.

Quedé entonces solo en mi ropa interior negra, mi hilo dental casi imperceptible fue el primero en rodar pierna abajo ayudado por las ágiles manos de Manuel.

Con el culito en el aire y la concha destapada pude sentir el tacto de mi hombre recorriendo a centímetros todo mi ser, besaba mis nalgas y con sus dedos hacia círculos con mis crespos vellos vaginales, cientos de escalofríos recorrían mi cuerpo y sentí morir cuando su mano se posó sobre mi conejito entrando por detrás.

Me besó la espalda y me abrazó por detrás haciéndome sentir todo el poder de su miembro sobre mi cola ardiente, me di media vuelta y me arrodillé, arreglé mi cabello para evitar sus interrupciones y con la cabeza de medio lado abrí el cierre de su pantalón y me tragué por segunda vez su pene.

Que rico la chupas mamacita, yo no creí que todo fuera a estar tan bueno

Fuimos hasta el sillón de la sala, me quité el sostén y me acomodé boca arriba y con las piernas abiertas para recibir el cuerpo peludo de Manuel sobre mi, él simplemente se puso encima y con una mano maniobró su miembro haciéndolo encajar entre los pliegues de mi vagina, la misma que tembló cuando se dio el primer contacto sexo con sexo.

Todo el animal de Manuel me entró hasta el fondo, sus vellos pubicos se enredaron con los míos y empezamos un vaivén delicioso que me hacia gritar.

Aquel hombre que apenas había conocido hacia un par de horas me tenia de piernas abiertas y ensartada del todo, ahora se que no es una cosa fuera de lo común en todo el mundo, pero para mi aquella vez era una locura.

Ya había echo unas cosas con mi marido que en otra ocasión les contaré pero no era algo parecido.

Pues bien, Manuel empujaba fuerte con golpes secos sobre mi pelvis y yo gemía diciéndole "papito", se aferró con los dientes de mis pezones y por momentos llegué a pensar que pronto los arrancaría, si me los lastimó un poco, pero era un dolor excitante.

Cris, mamacita, te voy a dar por detrás….

Dale amor, por donde te de la gana, soy toda tuya

Me puso entonces en cuatro después de bajarnos al suelo, de rodillas y codos sobre la suave alfombra, sentí como se iba asomando su palo a la puerta de mi hoyuelo posterior y percibí un escupitajo preciso que me entró hasta el fondo oscuro.

Ya todo mojadito mi culo, estuvo preciso para que Manuel, estando de cuclillas se apropiara de el, me sostuvo por las caderas y fue empujando lento hacia adentro.

Disfruté cada milímetro de su tersa verga conforme la sentía mas adentro, con la vista de la cuidad de bogota en el ventanal principal de la sala y con un calor que extrañamente vencía al común frío de la capital, la penetración anal estuvo lista en segundos.

El bombeo al principio fue complicado, hace rato que una verga de tal tamaño no perpetraba en los confines salvajes de mi ano, pero después de un rato los cuerpos de ambos se movían como descontrolados con cada envestida de mi viril compañero.

Su pene entraba preciso en mi culo y lo abría más y mas, yo gemía como puta y no sabia donde colocar mis manos para hallar mas placer.

Que culo tan rico mami, lo tienes como una perra

Si, que rico mi amor, sigue, sigue.

De un momento a otro sentí un líquido caliente esparciéndose a presión en mis intestinos, Manuel se había corrido en mi culo y descansaba su cuerpo sobre mi espalda, luego yo caí al suelo y permanecimos desnudos abrazándonos por unos minutos hasta que de su parte llegó una invitación para tomar una ducha.

Lo hicimos como animales, con jabón por todos lados la fricción era menor y nos resbalábamos sobre el otro, nos tiramos en el suelo de la ducha y fornicamos un rato.

Desafortunadamente recordé que mi hijo ya debía haber llegado a casa y me preocupé un poco por él, sin importar las peticiones de Manuel para que me quedara a pasar la noche bailando y posteriormente durmiendo con él, y con el dolor del alma, porque yo también la estaba pasando de maravilla, debí pedirle que me llevara a casa.

Esa noche me masturbé viendo un canal para adultos, me sentía dichosa por todo lo que había pasado y acordé con Manuel una salida para ese fin de semana, él me había invitado a pasar dos días en su casa de campo a las afueras de la ciudad y yo no pude resistirme, le pedí a una amiga que era mi cómplice en todas las aventuras que cuidara a mis hijos y después de escuchar mi historia ella aceptó.

Pero lo que pasó se los contaré en otra ocasión

Cualquier comentario que tengan lo pueden hacer a cristi_0@hotmail.com , chao.