Lo bueno si doble, cuatro veces bueno 5

Sandra cae finalmente en las redes de Alex y Laura se deja embaucar por Ricardo

22

Hacía viento sur y aunque era bastante tarde, a las ocho y media del miércoles todavía se estaba bien en la calle. El cielo estaba teñido de rojo y morado, con el sol escondiéndose entre las nubes.

Sandra estaba sola con la mirada fija en los barcos que se alejaban de la ciudad hacia el mar. El viento hacía ondear su largo cabello y su vestido azul-verdoso, a juego con el color de sus ojos. Se sentía tan a gusto allí… No le apetecía nada coger la moto y volver a casa ahora.

El rumor del mar le impidió que oyera los pasos que se acercaban por detrás. Unos pasos que pararon a un par de metros detrás de ella.

-Hola, Sandra –dijo una voz dulce y tranquila.

Sandra se volvió sobresaltada. Allí estaba Álex, mirándola. Sonreía, pero tímidamente, no con la seguridad que solía tener. En aquel instante le pareció más guapo que nunca. Y más agradable.

-Hola –su voz estaba calmada, pero ella no por dentro.

-¿Mirando el mar? –su voz seguía siendo inusualmente tranquila.

-Sí. Me gusta mucho.

-A mí también –el chico sonrió más abiertamente.

-¿A ti? ¿A un sinvergüenza como tú? –repuso ella, poniéndose a la defensiva. No quería hacerlo, pero era lo que solía hacer. Estaba acostumbrada a tener ella el control

-¿Sinvergüenza? Eso lo dices porque no me conoces bien –el chico parecía más alterado que nunca.

-Me considero muy afortunada de no conocerte bien, Álex –dijo Sandra entrecerrando los ojos. Álex sonrió.

-Tal vez cambies de opinión. Tal vez necesites a un sinvergüenza como yo en tu vida.

-No me hagas reír –el chico se acercaba cada vez más, estaban muy cerca.

-Admítelo. No siempre te caigo mal. A veces te gusta cómo soy.

Sandra dudó

-Me gusta cómo eres cuando estás dormido. Seguramente es el único momento en que dejas de ser tan hipócrita –dijo con un hilo de voz. Seguía sin moverse mientras se acercaba.

-Eso tiene solución. Puedes acostarte conmigo si quieres verme dormido.

-Ni lo sueñes –la voz no fue más que un susurro. Los labios de Álex tocaron los suyos, pintados de rojo, y la voz se ahogó.

Sin darse cuenta, Sandra se encontró besándose con más pasión que nunca con Alex.

El sol iluminó a ambos mientras se besaban, envolviéndoles en un aura dorada.

Y también les iluminó la luna cuando, horas más tarde, apareció en el cielo y Álex y Sandra seguían besándose.

23

Laura estaba siendo salvajemente penetrada por Ricardo, gozando como nunca había gozado. Su polla entraba una y otra vez en su coño, y Laura pedía más, y más

Y entonces Laura despertó. Estaba en su habitación, era la tarde del jueves y se había quedado dormida en su mesa, donde estaba trabajando. ¡Qué sueño! Había gozado más que en cualquier momento de su vida, y no era más que un sueño. Laura estaba temblando y sudando.

"Eres la chica más lista de tu edad que he conocido. Y la más guapa"

No se podía concentrar en sus deberes. No podía. No hacía más que pensar en aquel hombre, en Ricardo. Pensó que lo mejor sería salir a la calle un rato, para relajarse y despejarse. "Y tal vez vea a Ricardo". A pesar de que el pensamiento era absurdo (vivían en las afueras), no pudo evitarlo. Tal vez fuera por eso que, inconscientemente, eligió una falda en vez de sus habituales pantalones; y tampoco se puso una blusa demasiado holgada. Bajó de un salto al piso de abajo.

Su madre, como siempre últimamente, se hallaba ausente. En su defecto, había una criada en la cocina, recién contratada por su madre, encargándose de la cena. A Laura no le hacía mucha gracia que otra persona entrara en la casa, suplantando a su madre en parte. Pero lo peor no era eso. Su madre seguía vistiéndose como una zorra (Laura no podía buscar otro adjetivo) para ir a cualquier sitio, pero la diferencia era que ahora estaba siempre muy contenta. Además, había oído comentarios en el Instituto según los cuales su madre se estaba comportando realmente como una zorra. Ya para colmo, varios alumnos en el Instituto (los más estudiosos) comentaban que ya no daba las clases como antes, que no las preparaba tan bien… Y eso debía ser verdad, porque Laura nunca la veía haciendo lo que tenía que hacer.

Todavía pensando en eso salió de casa. La brisa fresca del atardecer atizó su rostro, y Laura olvidó a su madre y se puso a pensar en Ricardo de nuevo, mientras caminaba lentamente por la calle. Era imposible que se encontrara con él por aquí. ¿Para qué iba a venir? Por eso Laura no estaba preparada para oír de nuevo su voz.

-Hola guapa.

Ricardo estaba de pie, detrás de ella.

-Ricardo –la cara de Laura se iluminó con una sonrisa. -¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?

-¿Y si te dijera que he venido a verte? –le contestó sonriente.

-No te creo… ¿para qué querías verme entonces?

-Digamos que simplemente me gusta verte.

Laura estaba cada vez más cortada. Las palabras llegaron a su boca antes de que se diera cuenta, y a medida que las iba diciendo se daba cuenta de la estupidez que estaba haciendo, pero no pudo evitarlo.

-Ricardo, estoy enamorada de ti. Estoy locamente enamorada de ti, perdidamente enamorada. Haría cualquier cosa por ti. Eres como… un…. ángel… para mí

Entonces se puso coloradísima y huyó corriendo. No paró hasta llegar a su casa. ¿Qué coño había hecho? ¿Había echado a perder la única oportunidad de estar a aquel hombre que tanto deseaba? ¡Qué estúpida había sido!

Pero si hubiera mirado a la calle hubiera visto la sonrisa de lobo que puso Ricardo. Y se le hubiera alegrado el corazón.

24

Álex y Sandra estaban tan pegados y tan abrazados que era difícil distinguir de quién era cada brazo y cada pierna desnuda. Se acababan de echar el polvo más bonito, más apasionado, más duro y más sentido de toda su vida. Al menos así era para Álex. Y la cara de satisfacción de Sandra no dejaba tampoco lugar a dudas.

La habitación se hallaba a oscuras, ya era tarde. Afortunadamente sus jadeos y suspiros no parecían haber traspasado las paredes de aquella habitación.

Estaban ambos sudando. Los labios de Álex buscaron de nuevo las de Sandra, comenzando otro apasionado morreo. Se iban calmando, ya. Pero sus cuerpos seguían pegados.

Álex había follado innumerables veces, con todo tipo de chicas, pero ninguna vez había sido como esta. Sus cuerpos se habían fundido perfectamente desde que entraran a la habitación de Sandra. Sus movimientos parecían previamente estudiados y ensayados. Casi sin decir una palabra, los dos sabían perfectamente qué hacer, qué quería el otro. Parecían hechos a medida.

Álex y Sandra. Parecía una unión tan natural

Finalmente Sandra se hizo a un lado. Álex apartó su melena rubia de la cara y encendió un cigarro.

-¿Qué tal, mi amor?

Los ojos de Sandra brillaban en la oscuridad.

-De puta madre –dijo sonriendo. -¿Tú?

-Nunca mejor.

Las palabras sobraban en aquel momento. Álex miró al perfecto cuerpo que hacía unos segundos estaba sobre él. Una melena teñida con tonos amarillos y marrones, ahora suelta, ocultándole parcialmente la cara, donde brillaba en la oscuridad un pequeño piercing debajo del labio. Un cuerpo moreno, fuerte y a la vez delicado y femenino, con otro piercing verde en el ombligo, brillando. . Suave. Con unas grandes curvas. Las tetas más ricas que Álex nunca había probado. Unos pezones duros y oscuros que invitaban al morbo

Al lado de otro cuerpo, masculino, musculoso, fuerte y duro, perfecto.

-Pensar que te resistías a salir conmigo

-¿Qué quieres? No soy una chica fácil.

Ambos sonreían. Álex adivinaba el pensamiento de la chica, y estaba seguro de que ella el suyo también. Pensaban al unísono, lo mismo.

-Es una pena que tenga que irme… -dijo Álex con voz melosa.

-Es un poco tarde para volver a casa. Puedes tener un accidente en moto… -dijo Sandra con picardía. –O pueden atracarte… o incluso violarte, y yo me pondría muy celosa… Quédate aquí toda la noche.

-No podré dormir. Tus padres están por ahí. Tu hermano es mi amigo y está al lado. Y… tú no me dejarías cerrar ojo, no puedo apartar la vista de tu cuerpo… y de tu cara –Álex hablaba lentamente, casi más para él que para ella.

-Bueno… no te preocupes por mis padres, no se enterarán de nada. Ni de mi hermano, no es la primera vez que estoy con un chico aquí. Olvida que es tu amigo. Y con respecto a mí… -sus ojos brillaban con malicia –¿quién te ha dicho que vayamos a dormir?

Álex se lanzó sobre Sandra. Los dos cuerpos se volvieron a fusionar y durante horas, fueron uno sólo de nuevo.

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