Lo amo, per no pude controlarme... Parte Ultima

De timida a una bomba sexual, sin que mi esposo lo sepa...No puedo controlarme...

Antes de empezar quisiera recomendar a los lectores nuevos que lean el primer relato y segundo relato para que la historia sea un poco más clara (este son los enlaces: http://todorelatos.com/relato/106868/ y http://www.todorelatos.com/relato/107246/ ), sin embargo no es de suma necesidad. Aquí empieza la historia:

Esas palabras retumbaban en mi cabeza. “Tenemos que hablar…”. ¿Qué significaba? ¿Acaso alguien nos había visto en la cocina? ¿Alguien habría visto las fotos en la máquina fotográfica de Alberto? ¿Era otro truco de Alberto para conseguir que yo me deje coger nuevamente por él? … Eran todas preguntas que surgían a partir de aquel mensaje con palabras tan simples y claras, pero a la vez llenas de incertidumbre y con mucho peso. Eran preguntas que retumbaban en mi cabeza las cuales no tenían respuesta a menos que contestase ese mensaje.

Dejé pasar los días, no sabía si responder ni que responder en caso de hacerlo, mis dudas me estaban carcomiendo, estaban afectando mi vida laboral y la vida con mi esposo que ya estaba empezando a mirarme sospechosamente, sabía que si no actuaba en un corto plazo todo podía empeorar...

Era Jueves en la mañana, cogí mi teléfono móvil, marqué el número de Alberto y escribí el mensaje que tanto temía enviar.

- “Mañana es nuestra sesión de póquer, encontraremos algún momento para que me expliques que es lo que ha pasado… ”

Yo ya había olvidado mi última aventura con Alberto, ya ni siquiera me sentía culpable porque habíamos dejado claro que esa era nuestra última vez y mi esposo no se había enterado de nada, incluso recordaba con algo de excitación la manera como me entregaba a Alberto, sabía que lo ocurrido con él era sexo puro y no amor como lo que siento por Ricardo, mi esposo.

El jueves transcurrió con normalidad (claro, sin dejar de pensar en que tenía Alberto para decirme); llegó el viernes, estaba nerviosa, a las 8 llegarían todos los invitados habituales: Alberto, Juan, Sandra y Manuel, su esposo. Eran las 18:30, entré al baño, abrí el agua caliente y entré bajo la ducha, estuve ahí por casi media hora, enjabonando mi cuerpo e intentando relajarme por lo que vendría. Al salir de la ducha escuché abrir la puerta principal de la casa, sabía que era mi esposo que volvía del trabajo, así que sin preocuparme tomé la secadora y empecé a secar mi cabello.

Estaba desnuda en frente al espejo secando mi cabello cuando mi esposo entra al baño para saludarme, al verme desnuda noté como sus ojos se iluminaban de felicidad. Acto seguido me abraza por detrás, me da un beso en la mejilla y apoya sus manos en mis pechos, yo solo atiné a mirarlo a los ojos por el reflejo del espejo y le sonreí dejando que prosiguiese con su diversión mientras yo seguía secando mi cabello. Ricardo empieza a besar mi cuello, sus manos pasan de mis pechos a mi culo, sus manos recorren todo mi cuerpo desnudo, se apoya contra mí haciéndome sentir su polla que ya estaba bastante dura. Yo seguía en lo mío cuando el empieza a bajar con su boca por toda mi espalda, besaba cada vertebra de mi espina dorsal hasta llegar a la parte más baja de mi espalda, se detiene un segundo, se pone de rodillas detrás mío y empieza a besar y lamer suave y lentamente mis nalgas. Nuevamente noto como su boca se aleja de mi cuerpo y sus manos la reemplazan, siento como poco a poco abre mis nalgas y de repente su lengua se introduce a lamer desde mi coño hasta mi culo, subía y bajaba, me lamía como un poseído.

Yo no pude resistir, dejé el secador, me incliné empinando mi culo y con una mano apretaba su cabeza contra mi culo, incluso empecé a moverme de arriba abajo sobre su cara para acrecentar el placer. Empecé a gemir de placer, el seguía lamiéndome, yo me empinaba cada vez más y apretaba su cabeza cada vez más fuerte, sentía como el orgasmo estaba por llegar, estaba decidida en mojarle la cara con mi orgasmo, pero cuando prácticamente mis movimientos simulaban tener una polla dentro y cuando mis gemidos llegaron a un extremo, se escucha tocar la puerta. Claramente mi esposo se levantó rápidamente, me abrazó haciéndome sentir su polla que estaba por estallar, y dándome un beso en la nuca y una nalgada, sale del baño y cierra la puerta.

Por unos segundos me quedé en la posición en la que Ricardo me había dejado, había quedado muy mojada y excitada. Puse una toalla alrededor de mi cuerpo y salí del baño, tuve que pasar por la mesa de póquer donde estaban sentados mi esposo y Alberto, nuestro primer invitado y quien había interrumpido mi orgasmo!

- Hola Alberto, no quería que me veas en toalla… - Le dije mientras me sonrojaba.

- No te preocupes, cámbiate con calma. - Claro que mientras me lo decía sus ojos se posaban en mis piernas y pies que quedaron descubiertos por la toalla.

Fui a mi habitación, estaba acalorada o tal vez excitada. Empecé a vestirme, endosé un vestido amarillo floral largo hasta la mitad de mi muslo y un poco holgado, debido a esto no use sujetador para estar más cómoda y use un panty normal ya que no se marcaria en mi vestido debido a su holgura (como ustedes saben no me gusta que se marquen los pantis en los vestidos por lo que uso hilo cuando mi vestido es aprieto).  Puse unos zapatos plataforma en mis pies, en perfecta combinación con mi vestido y que dejaban notar el arco del pie y la punta de los dedos. Puse un poco de maquillaje a mi cara y unos aros grandes y salí a la sala.

Por mi fortuna en la sala ya estaban mi amiga Sandra y Manuel, eso me ayudó a apaciguar la vergüenza y nervios que sentía por la presencia de Alberto.

- Hola Sandra, hola Manuel, como han estado?

- Hola amiga, que lindo vestido, que bien te ves! - Dijo ella.

- Gracias amiga!

- Y Juan? - Dijo mi esposo.

- Se excusa hoy no podrá venir, pero no faltará al próximo juego. -  Contestó rápidamente Alberto.

Al escuchar esas palabras fui a la cocina a preparar los acostumbrados tragos, los llevé a la mesa y empezamos a jugar. Yo estaba al lado de mi esposo, al frente de nosotros se encontraba la otra pareja y en la punta se encontraba el solitario Alberto. La noche proseguía con suma normalidad, de vez en cuando intercambiaba alguno que otro beso con mi esposo (con el pasar de los tragos cada vez más apasionados) y sentía como Alberto nos miraba o mejor, ME miraba muy atento; pero fuera de eso no hubo ningún sobresalto.

Sandra fue la primera en quedar eliminada y poco tiempo después le siguió Ricardo. Bajo la eliminación de mi esposo decidimos tomar un pequeño descanso. Ricardo fue al baño, Sandra y Manuel se quedaron hablando entre ellos en la mesa y Alberto fue a la cocina a servirse otro trago. Yo no había olvidado el asunto del mensaje y de lo que teníamos que hablar con Alberto, así que aproveché la ocasión para estar solos y lo seguí a la cocina.

- Tenemos 5 minutos, por favor sé directo y sincero conmigo. - Le dije mirándolo consternada

- Juan vio accidentalmente las fotos de la cámara…

Lo miré sin saber que decir y prosiguió.

- Se dio cuenta de lo que pasó entre nosotros, pero no te preocupes, él no va a decirle a Ricardo, no va a chantajearte pero si ha pedido que hagas algo por el…

- Alberto esto ha ido muy lejos, yo me sentí muy mal por haberle sido infiel a mi esposo  y dos veces, pero estaba tranquila porque solo había sido contigo y confiaba en ti, pero ahora hay otra persona que lo sabe y quien sabe que quiere de mi para quedarse callado…Creo que seré yo misma en confesar todo a Ricardo…

- Melisa no tomes decisiones apresuradas, él no quiere entrar en un juego de chantaje ni quiere follar contigo, lo que pidió es algo muy simple…

- Que es lo que quiere?

- Sabes Melisa? Eres una mujer preciosa, deseable, con un cuerpo precioso, todos quisieran follarte, todos te desean! Y Juan no es la excepción, al ver tus fotos se puso como loco y quiere el también conseguir un pedazo de ti…Quiere que le regales la misma sesión de fotos que me regalaste a mi…

Al escuchar esas palabras sentí algo dentro mío que no esperaba sentir, lejos de sentir enojo, sentí excitación, excitación por ser deseada, excitación por que otro hombre me viese y se vuelva loco por mí, la misma excitación que se vio reflejada en mis pezones que se pusieron duros, y al no llevar sujetador empezaron a marcarse en el vestido. Pero tenía que salir rápido de esa conservación, así que me recompuse de mis pensamientos lujuriosos y contesté:

- Pero entonces pásale las fotos que tienes en tu cámara y acabemos con este asunto ya!

- No Melisa, él quiere verte en vivo, quiere que repitas las mismas poses y con la misma ropa en frente de él. Me prometió que solo miraría, que no te tocaría y que no te sacaría fotos, solo quiere verte posar para él y se olvidará de todo...

En mi cabeza rápidamente aparecieron las imágenes de aquella noche que posé para Alberto, de timidez pasé a regalarle las mejores fotografías de mi cuerpo desnudo a ese hombre, y lo peor de todo me acordé de lo mucho que me gustaba sentirme tan deseada y tan entregada. Mis pezones volvieron a delatar mi excitación, pero esta vez Alberto se percató de tal evento y mirando directamente mis senos me dijo:

- No tardes mucho en decidirte…Tu sabes que lo quieres hacer… - Me dio la espalda y se dirigió nuevamente hacia la mesa de póquer.

Las piernas me temblaban, sentía una mezcla de sensaciones entre nervios, excitación llegando hasta el miedo. Intenté recomponerme rápidamente y regresar a la sala con los invitados, así lo hice. Llegué a la mesa y mi esposo estaba sentado junto a Sandra (los dos eliminados), Manuel se sentó en la punta y a mí me tocó sentarme al lado de Alberto. Yo seguía nerviosa, pasaban las manos y jugaba casi por inercia, Sandra y Ricardo miraban atentamente el juego pero el cansancio se hacía notar en sus caras. Manuel al notar el cansancio de su esposa decidió retirarse para llevarla a casa y dejarla descansar. Una vez despedidos de Manuel y Sandra, quedamos en juego Alberto y yo, claramente yo cambié de lugar para sentarme al frente de Alberto mientras que mi esposo se sentó en la punta para hacer de repartidor de cartas.

A mí ya no me importaba el juego, mis pensamiento solo estaban concentrados en la propuesta de Juan. Con el avanzar de la noche y de los tragos, los pensamientos negativos se apaciguaban y solo quedaban aquellos que me habían delatado anteriormente en la cocina con Alberto. Justamente fue él quien se dio cuenta que mis senos me delataban nuevamente, y mirando mis pezones y posteriormente mis ojos me sonrió levemente y prosiguió con su jugada.

Mientras mi esposo estaba concentrado en barajar las cartas para una nueva mano, escucho el ruido de una ficha caer al piso, inmediatamente Alberto se agacha bajo la mesa a recogerla a lo cual yo le quito importancia al asunto. Sin embargo, luego de pocos segundos de ver desaparecer Alberto bajo la mesa, siento una mano acariciar mi muslo y bajar lentamente hasta mi pie, yo no pude reaccionar para no alterar a mi esposo, y Alberto, al no ver mi reacción, descalza mi pie, le da un beso en la planta apoyándolo sobre toda su cara y vuelve a aparecer en su sitio con la ficha en la mano. Al verlo aparecer nuevamente, mi esposo empieza a repartir las cartas mientras yo veo a Alberto a los ojos y entiendo en seguida su intención. Estiro lentamente mi pierna con el pie descalzo hasta su rodilla, el con una mano bajo la mesa acaricia frenéticamente mi pie y lo dirige hacia su polla. Todo tenía que hacerse con extrema delicadeza para evitar que mi esposo se diese cuenta, y siguiendo esta premisa empiezo a mover de arriba abajo mi pie con la intención de  masturbar a Alberto.

Yo estaba excitadísima, me calentaba la actitud de Alberto, era la primera vez que alguien besaba mis pies, sabia de la existencia de ese fetiche pero no sabía que podía llegar a gustarme, y por último me excitaba que todo ocurría en frente de mi esposo sin que se diese cuenta. Quería levantar la mesa, seguir masturbando a Alberto con mis dos pies y con mayor comodidad y que se corra en ellos, era una sensación nueva para mí pero extremadamente excitante. Sin embargo eso no podía suceder, por lo que seguí masturbando a Alberto lentamente y siento como su mano se apoya nuevamente en mi pie y empieza a moverlo con extrema rapidez. Estuvo así por casi un minuto hasta que de repente frena su mano y se limita únicamente a tocar mi pie con tanta excitación que sabía que había llegado al orgasmo.

Alberto inmediatamente se para excusándose con Ricardo y se dirige hacia el baño, yo intento ponerme el zapato y hablo con mi esposo para disimular la situación y me excitación. Al salir Alberto del baño se excusa nuevamente y dice:

- Se hizo un poco tarde, creo que es mejor que dejemos en empate la partida de hoy.

- Mejor así, amigo, buenas noches. - Dijo mi esposo.

- Hasta el próximo viernes Alberto. - Me acerco para darle un beso en la mejilla y le susurro al oído “SI!”

Alberto sin decir nada nos saluda y sale de nuestra casa.

No sabía que había hecho, sabía que me había traicionado mi excitación, me habían traicionado mis pensamientos y acepté sin pensar la propuesta de Juan. Pero era un riesgo que valía la pena tomar, todas mis aventuras podrían quedar en el olvido solo posando para un amigo confiable de mi esposo.

Llegados a la cama, mi esposo se durmió rápidamente y yo quedé con las ganas de terminar lo que habíamos empezado en el baño antes de que llegasen los invitados. Tuve que aguantar esas ganas y proseguir así el resto de la semana. No me había olvidado mi compromiso con Juan, sabía que en cualquier momento recibiría una llamada o un mensaje para ultimar detalles, y por ese motivo, con el pasar de los días mis nervios se acrecentaban.

Era ya jueves, mi teléfono suena y el número era desconocido.

- Aló?

- Buenas tardes, habla Melisa?

- Si ella habla, con quien tengo el gusto de hablar?

- Hola Melisa, soy Juan...

- Hola Juan, a que se debe tu llamada? - Intenté hacerme a la desentendida…

- Bueno, Alberto me comentó que estuviste de acuerdo con hacerme ese “favor” que te pedí...Solo quería proponerte que sea el sábado en la noche en mi casa…

No hablé por unos segundos, pensé en la factibilidad de su propuesta y acepté ya que podía decirle a mi esposo que saldría con mis amigas…

- Ok, está bien, mañana en la noche arreglamos la hora…

- Ok Melisa, gracias por tu disponibilidad. - Y colgó.

Estaba a dos días de olvidarme de todo, ese era el lado positivo que quería ver de toda esa situación. El viernes, a pocas horas de la sesión de póquer, recibo una llamada de mi esposo:

- Hola amor, soy Ricardo.

- Hola mi amor, ya estas por llegar? Ya van a llegar los invitados.

- Meli hoy no podré jugar, tengo que quedarme a trabajar hasta tarde.

- Lo siento amor, en seguida cancelo todo y te espero en casa. - Le dije inocentemente.

- No, no hay problema que jueguen, a parte que tal vez s por un tiempo  no pueda jugar y no quisiera que pierdan esa costumbre…

- Ok mi amor, estaré esperándote entonces después del póquer, besos.

- Besos.

Me entristeció mucho escuchar que no estaría mi esposo, pero, por lo menos para esa ocasión, era mi oportunidad. Disqué rápidamente el número de Juan.

- Hola Juan te habla Melisa.

- Hola Melisa, a las 8 nos vemos para jugar póquer no?

- Si claro que sí, pero también quería decirte que la sesión se anticipó a hoy porque mi esposo no estará. Cuando todos se vayan la hacemos rápidamente y nos olvidamos de todo.

- Ok Melisa, como tu quieras. Nos vemos mas tarde.

- Hasta luego.

- Chau Melisa.

Era algo terrible lo que había hecho pero era mejor así. No había necesidad de mentirle a mi esposo y nadie nos podía ver porque íbamos a estar en mi casa.

Como siempre fui a ducharme y a vestirme luego. Me puse un vestido gris, me llegaba hasta mitad de los muslos, en los pies unos tacones plateados y debajo del vestido use una tanga-hilo para que no se marque el calzón y no usé sujetador ya que era bastante aprieto mi indumento. Era exactamente el mismo vestido con el que Alberto me fotografió un tiempo atrás.

Me encontraba en los últimos detalles cuando tocan la puerta. Eran Sandra y Manuel.

- Hola Sandra, hola Manuel.

- Hola amiga, y Ricardo? - Pregunta ella.

- Hoy no vendrá, así que esperaremos a Alberto y Juan y empezamos.

- Qué pena. - Añadió Manuel.

Estábamos los tres en la cocina, me ayudaban a preparar los tragos que serviría esa noche. De repente tocan la puerta.

- Deben ser ellos, Manuel puedes ir a abrir por favor?

- Claro que si Melisa.

Manuel se dirige hacia la puerta y efectivamente eran Alberto y Juan. Se saludan y se sientan alrededor de la mesa. Aparecemos Sandra y yo con los tragos y hacemos las debidas salutaciones. Se sientan los esposos juntos, al frente me siento yo con Alberto y en la punta se sienta Juan. Este último no logra quitarme los ojos de encima durante toda la noche, a parte que seguro había reconocido el famoso vestido, por lo que no me imagino que imágenes estarían pasando pos su cabeza.

La noche transcurre sin sobresaltos, riendo, tomando, jugando. Esta vez soy yo en quedar eliminada primero, luego le siguieron Sandra y Manuel. Estos últimos, habiéndose quedado eliminados y como ya era costumbre, deciden volver a su casa. Se despiden de todos y se retiran. Yo ya andaba entonada, también porque al perder tan rápidamente solo me dediqué a tomar. Mientras jugaban, Juan notó mi cara de aburrimiento.

- Estas preciosa Melisa. - Me dijo para levantar la noche.

- Te podría ver de cuerpo entero? -  Prosiguió.

Yo sabía donde todo iba a parar así que aproveche la ocasión para ganar tiempo, y con el alcohol en mi cuerpo todo se hizo más fácil.

- Claro Juan.

Me levanté de la silla y di una vuelta lentamente para que viese todo mi vestido. Con ese mismo impulso me fui a la cocina a traer más tragos. Los llevé a la mesa y con la bandeja en la mano, parada en medio de los dos jugadores, sentí como una mano se posaba sobre mi culo, me voltee a ver y era Juan. El hecho de estar sola en mi casa con dos hombres que no eran mi esposo, que me habían visto desnuda, que tenían fotografía mías, que sabía que me deseaban y que encima me estaba dejando tocar me excitaba demasiado. Así que solo lo miré a los ojos y lo dejé hacer. Después de esta escena que claramente había visto Alberto, se para y dice:

- Yo me voy, los dejo a ustedes solos para que hagan lo que tienen que hacer.

- No Alberto, no es necesario que te vayas. - Le dije.

El morbo se había apoderado de mí. Tenía que posar para Juan pero sin duda quería que Alberto me viese otra vez desnuda y entregada. Ya no podía más, me sentía mojada, me sentía embriagada de excitación y lujuria. Me senté en la mesa, en medio de los dos y abrí ligeramente mis piernas dejando notar mi tanga.

- Esta primera pose esta bien? -  Dije mirando a Juan.

- Date la vuelta y agáchate sobre la mesa.  - Me responde Alberto con autoridad.

Obedecí inmediatamente. Baje de la mesa, me di la vuelta y agaché mi torso sobre la mesa dejando mi culo empinado. Cuando lo hice sentí como las manos de Alberto y Juan se posaban sobre mi culo, me levantaban el vestido y acariciaban con más comodidad mis nalgas puesto que el hilo las dejaba descubiertas. Sus manos recorrían todo mi culo, bajaban hasta mi coño sintiendo la humedad que emanaba. Levanté la cabeza, miré a Juan y dije irónicamente:

- No era solo mirar?

Mientras pronunciaba esas palabras Juan mueve ligeramente mi tanga-hilo e introduce con suma facilidad un dedo en mi coño. Yo seguía mirándolo fijamente, pero al sentir su dedo penetrar mi coño solo pude cerrar los ojos, agachar mi cabeza y disfrutar.

Juan me penetraba suavemente con su dedo, Alberto me acariciaba el culo a gusto y placer y yo solo gemía y disfrutaba.

- Súbete completamente a la mesa mirando hacia nosotros y abre al máximo tus piernas. - Volvió a dictaminar Alberto.

Me di la vuelta, de un salto subí a la mesa y abrí mis piernas lo más que pude dejando a la vista mi tanga-hilo que ya estaba completamente mojado por mis líquidos vaginales. Juan se dirigió nuevamente a mi coño. Pasaba su mano apretando mi tanga contra su mano la cual quedaba completamente mojada. Alberto en cambio, se dedicó a su nueva obsesión. Se levantó de su silla, empezó a besar mis piernas desde la rodilla y fue bajando hasta mi pie, descalzó mi pie y empezó a lamerlo y besarlo con delicadeza. Y ahí estaba yo, en mi casa matrimonial, completamente entregada a dos hombres sobre la mesa de póquer, dejando que tocasen a placer mi cuerpo y gimiendo casi inconteniblemente.

- Ahora cruza tus piernas y estíralas hacia arriba.  - Dijo nuevamente Alberto.

Fue fácil pasar de la pose en la que estaba a la nueva que me habían pedido. Crucé las piernas y las estiré hacia arriba. Juan aprovechó para deshacerme del tanga, lo ayudé levantando mi cadera y él lo deslizó por todas mis piernas hasta deshacerse de él. Habiendo dejado mi coño al descubierto Juan se agachó nuevamente pero esta vez fue su boca la que se acercó a mi coño. En cuanto sentí su lengua mi cuerpo se estremeció y empecé a sentir su lengua bajar de arriba abajo por mi coño y por la posición alguna vez llegaba hasta mi culo. Alberto seguía con mis pies, no sabía que lo excitaban tanto, los lamia mientras su mano se posaba sobre mis senos. Finalmente se decidió y me despojó completamente del vestido dejando al descubierto todo mi cuerpo. Al fin estaba desnuda, al fin podía llegar al orgasmo que mi esposo me había negado hace una semana. El placer que me daba Juan con su boca era demasiado grande, decidí abrir mis piernas en esa misma posición para facilitar la penetración de su lengua y apretar su cabeza contra mi coño. Inmediatamente Alberto se abalanzó sobre mis pechos y los lamia con furia y excitación.

- Podemos liberar nuestras pollas? - Dijo Juan con tono de súplica.

- Hagan lo que quieran, hagan conmigo lo que ustedes quieran, ahora me poseen!

Dicho esto, y habiendo dado rienda suelta a Alberto y Juan, me recliné nuevamente sobre la mesa, cerré mis ojos y dejé que hicieran lo que quieran.

Estaba con los ojos cerrados, cuando siento como Juan aleja su boca…

- Por favor sigue, no me dejes así te lo suplico…  - Le dije casi llorando por el placer que me estaba negando.

Sin decir nada, Juan siguió alejándose y de repente siento algo cerca de mi coño, no podía ver que era, pero sabía que era muy grueso para ser un dedo y no era su boca, era su polla! La empieza a mover de arriba abajo por sobre mi mojadisimo coño, yo gemía, abría mis piernas al máximo…

- Métemela por favor, ya no me hagas desearlo, quiero que me metas tu polla y me cojas!

No entendía como algo que hace un tiempo me parecía una locura, ahora estaba rogando por hacerlo. Sin hacerse rogar más, Juan mete su polla en mi coño, empieza a moverse primero con delicadeza pero aumentando cada vez su ritmo hasta lograr que todo mi cuerpo se mueva sobre la mesa de adelante hacia atrás.

- Aaaahhhhhhh asiii si por favor asiiii, dame mas, dame duro! Cogeme asiii…

Mientras gemía y dejaba a Juan cogerme a su gusto y placer, siento como Alberto coge mi mano y la acerca a su polla. Sin pensarlo empiezo a masturbarlo, pero Juan estaba volviéndome loca, y esa excitación se reflejaba en Alberto, así que acerco su polla a mi boca y empiezo mamarle la polla como poseída. Ya no podía hablar, quería gritar de placer, pero la polla de Alberto en mi boca me lo impedía, por lo tanto todo se volvió en una mezcla de gemidos míos, de Juan y de Alberto.

- Déjame cogerla a mí ahora. - Dice Alberto a Juan.

Me encantaba que hablasen así de mí. Me sentía totalmente entregada a esos hombres. Juan sale de mi coño, Alberto sale de mi boca y yo me quedo en esa misma posición, con las piernas abiertas esperando al próximo. Siento como Alberto se acerca y antes de que me coja, salen de mi boca unas palabras impensadas.

- Te extrañaba Alberto, extrañaba tu polla, extrañaba sentirla dentro, gracias por dármela gracias por cogerme mi amor!!

- Y ahora no te importa que tu esposo te descubra? - Me respondió el con tono irónico.

- Solo cógeme mi amor, no me importa mi esposo, quisiera que vea como me haces disfrutar, métemela mi amor por favor, métemela ya!

Al escuchar mis palabras, Alberto ensartó su polla de un solo golpe, me quitó el aire por unos segundos pero luego comenzó ese inmenso placer que solo el podía hacerme sentir, que solo mi amante, amigo de mi esposo podía provocar en mi!

Juan se abalanzo directamente sobre mis senos, los lamia, los besaba, los mordía. Yo con mi mano intentaba alcanzar su polla y empecé a masturbarlo mientras el se divertía con mis senos.

- Estoy por correrme. -  Dice Juan.

- Espera solo un poco. - Le responde Alberto.

Juan se aleja de mí para que no siga masturbándolo y para que no se corra. Al mismo tiempo Alberto se aleja de mí y me da la vuelta.

- Bájate de la mesa y apóyate sobre ella como al principio . -  Dijo Alberto.

- Si mi amor…

Bajé de la mesa estiré mis piernas apoyé mi torso sobre la mesa y dejé mi culo empinado a merced de Alberto. Nuevamente mis palabras me traicionaban.

- Si quieres métemela por atrás, tú ya me acostumbraste a eso, mi culo es solo tuyo!

Sin pensarlo dos veces, Alberto introdujo despacio su polla en mi culo. Me dolía pero ya no era un dolor tan intenso como el de la primera vez, así que rápidamente el dolor se tornó en puro placer.

Mientras le entregaba el culo a Alberto, me voltee hacia Juan y le dije:

- Córrete en mi cara, llena mi cara de leche…

Estaba ahí, completamente entregada sobre la mesa de póquer, con Alberto cogiéndome el culo y Juan masturbándose en mi cara y restregando su polla por toda ella, mientras mis ojos se dirigían hacia la puerta…De repente mi corazón se detuvo, vi como suavemente se movía la perilla de la puerta principal, sin duda era mi esposo, sin duda había escuchado todos mis gemidos…Y así fue, entró suavemente sin hacer ruido esperando encontrarme en nuestra cama matrimonial con otro, pero su sorpresa fue aún mayor cuando me vio entregada de esa manera a sus dos amigos sobre la mesa de póquer…Nuestras miradas se cruzaron y debí haberme alarmado y parado todo lo que estaba haciendo, sin embargo no fue así, era tanto el placer que estaba sintiendo que no quería perderlo por nada del mundo…Miré a mi esposo a los ojos por unos segundos más y luego los cerré, sabía que él seguía ahí petrificado mirándome y con intención que me escuche dije:

- Cógeme más fuerte Alberto, cógeme el culo como mi esposo nunca lo hizo…

Volví a abrir mis ojos y mire nuevamente a mi esposo en la puerta, los cerré otra vez y proseguí:

- Córrete dentro mío, lléname de semen, llena mi culo de semen, hazme tuya Alberto, soy tuya Albertooo, mi culo es tuyo mi amooor… aaaahhhhhhh siiiii

Juan empezó a correrse en mi cara, su semen cayó sobre mi mejilla, sobre mi pelo, sobre la mesa, era tanta la excitación que me provocaba Alberto que todo el semen de Juan que cayó sobre mi boca empecé a lamerlo mientras que el restregaba y limpiaba su polla sobre toda mi cara…Mientras tanto sentí las embestidas de Alberto más fuertes y profundas.

- Me corro, me corroooo Melisa, eres mía! Eres mi mujer ahora!

- Hazloooo, hazlo dentro mío, soy tuya, soy tu mujer, soy tu puta!

Sentí el semen de Alberto inundar mis entrañas, abrí mis ojos y los dirigí nuevamente hacia la puerta, Ricardo se había dado cuenta que también Alberto se había corrido, asa que con mi cara llena de semen y con Alberto todavía detrás mío, le sonreí a mi esposo, quien simplemente se dio la vuelta y sin hacer ruido salió de la casa.

Juan y Alberto no se percataron de la presencia de mi esposo. Fui rápidamente al baño a limpiar mi cara y mi culo y al salir estaban ellos sentados en el sofá aun desnudos. Me senté igualmente desnuda junto a ellos y dije con tono irónico.

- Espero que no le comenten nada a mi esposo!

- Claro que no Melisa, esto queda entre nosotros y ahora todo está saldado. - Dijo Juan.

Se vistieron rápidamente y los despedí sin siquiera vestirme, bese a ambos en la boca y ambos me tocaron las nalgas antes de irse.

Cuando salieron de la casa estaba muy cansada para todo, estaba muy cansada para pensar en lo que había pasado y en cómo había podido engañar de esa manera a mi esposo y sentir morbo por que el me viese. Fui a dormir y acabó la noche.

Mi esposo no regresó y por un tiempo decidí no llamarlo. Mi vida había cambiado, estaba sola en la casa que antes compartía con él, pero la tristeza no era tanta como yo pensaba, creo que al fin y al cabo el placer que sentí fue tan alto que sentía que todo había valido la pena.

Las semanas pasaban, nunca perdí la costumbre de jugar póquer los viernes, aunque tuve que inventar que mi esposo estaba de viaje y por eso no participaba de nuestras sesiones de póquer. Fui tomando más confianza con Alberto y Juan que casi siempre se quedaban hasta que Sandra y Manuel se fuesen a sus casas, Alberto incluso empezó a recogerme a la salida de mi trabajo. Una que otra vez repetimos el trio de aquella noche, alguna otra vez después de que Alberto me buscaba de mi trabajo íbamos a tomar unas copas a su casa y pues ni regresaba a dormir, alguna otra vez salía con Alberto y Juan y acabábamos en mi casa a disfrutar yo de esas pollas y ellos de mi cuerpo. Me gustaba esa vida, me gustaba ese placer, me gusta sentirme deseada y entregada, probé cosas impensable que repetiría una y mil veces, al fin estaba disfrutando del sexo al 100% con esos dos machos y lo mejor de todo es que ya no sentía remordimientos.

Era Viernes, salía del trabajo y ya no me sorprendía ver el auto de Alberto esperándome para llevarme a mi casa a jugar póquer.

- Hola Meli, como te fue en tu trabajo hoy?  - Me dijo Alberto mientras subía a su carro.

- Hola Alberto, fue un día normal, gracias por recogerme. - Le dije dándole un beso en la mejilla.

Yo estaba vestida con ropa de trabajo, una falda negra aprieta, una camisa blanca con escote, zapatos de tacón negros. Me senté en el carro, crucé mis piernas y Alberto comenzó a conducir hacia mi casa.

- Nos tenemos que apresurar, me llamó Juan y me dijo que ya está en camino hacia tu casa.  - Me dijo Alberto.

- Si, Sandra y Manuel, también van en camino.

Mientras conducía Alberto apoyaba disimuladamente su mano sobre mi pierna, la rozaba con cada cambio de caja. Yo sabía que todo era a propósito, pero la confianza era tal que simplemente dejaba que me tocase, sabía que yo le gustaba y la verdad es que ese día yo también andaba un poco caliente. Paramos en un semáforo y su mano se posó entera sobre la parte alta de mi muslo, lo miré a los ojo y posando mi mano sobre su polla le dije:

- Que pasó hoy? Que te puso tan caliente? - Y solté una carcajada.

- Es tu vestimenta. - Y el también soltó a reir.

Yo sabía que era lo que le gustaba a Alberto y ese día estaba dispuesta a complacerlo, así que desabroche su pantalón, saque su polla ya dura, saque mis zapatos, me recline contra la puerta del carro y empecé a masturbarlo con los pies mientras conducía. De vez en cuando agarraba mi pie con su mano y lo subía hasta su boca, lo besaba y lamia, y lo posaba nuevamente sobre su polla. Yo seguía masturbándolo con los pies, cuando de repente, con tono alterado y sorprendido dice:

- Tu esposo!! Escóndete!

Le hice caso, la única forma de esconderme era apoyar mi cara sobre su regazo, donde se encontraba su polla, claro que a mí su polla ya no me provocaba timidez ni vergüenza, por el contrario me excitaba sentirla cerca. Agaché mi cabeza sobre su regazo y Alberto paró por la luz roja de un semáforo, al frente, en sentido contrario se encontraba mi esposo en su carro. Ricardo al ver a Alberto esperando en el semáforo, paró cerca de el para platicarle. Me sorprendió como mi esposo accedió a hablar con él con tanta normalidad después de lo que había presenciado aquella noche.

La distancia entre auto y auto era suficiente como para que Ricardo no se percatase que había otra persona agachada en al auto. Yo estaba ahí, sobre el regazo de Alberto con su polla dura a escasos centímetros de mi cara. Creo que la situación también lo excitó a él porque mientras hablaba con mi esposo, Alberto estiró su mano y empezó a subirme la falda disimuladamente, intentando que Ricardo no notase nada. Seguían platicando, Alberto seguía subiendo mi falda y empezó a tocar mi coño que ya estaba mojado. Yo ya no pude más, acerque mi boca a su polla y la introduje, la rodee con mi lengua y empecé a moverme de arriba hacia abajo, tratando de no subir mucho para que Ricardo no notase mi cabello por la ventanilla. Alberto dejo de tocar mi coño, apoyó su mano sobre mi cabeza y me empujaba hasta el fondo, yo dejaba hacerlo, con mi mano tocaba sus testículos e intentaba lamerlos también. El semáforo cambió, Ricardo y Alberto se despidieron, Alberto avanzo y saco su mano de mi cabeza, pero yo no quise levantarme, seguí lamiendo su polla mientras pensaba que había mamado la polla del amigo de mi esposo mientras ambos hablaban! La situación me había excitado demasiado y lamia su polla como poseída, me gustaba hacerlo, me gustaba darle placer a ese hombre. Lamentablemente llegamos a mi casa y todo tuvo que parar.

En la puerta de mi casa estaba esperando Juan, abrí la puerta y entramos.

- Sabes con quien me encontré Juan?  - Preguntó Alberto molesto.

- Con quién?

- Con Ricardo!!

Ambos me miraron enfurecidos.

- No que estaba de viaje?

Me habían descubierto, habían descubierto mi mentira.

- No se enfaden, les voy a explicar. Les dije para apaciguar los ánimos.

Me senté en la mesa y proseguí.

- El día que Juan quiso verme posando y todo acabó saliéndose de control, mi esposo nos vio, yo lo vi en la puerta parado, pero ustedes no se dieron cuenta. Desde ese día él se fue de la casa y no volvimos a hablar.

- Y porque no nos dijiste nada? - Dijo Juan.

- Porque no quería que dejemos de tener nuestras reuniones, en pocas palabras no quería dejar de coger con ustedes porque con ustedes al fin disfruto de mi sexualidad al 100%!!

- Nosotros nunca hubiéramos dejado de cogerte! - Dijo Alberto con una sonrisa picarona.

- Lo único que no entiendo es porque Ricardo habló con Alberto con tanta naturalidad si nos vio cogiéndote…pero bueno ese es problema suyo. - Dijo Juan prosiguiendo.

- Bueno ahora que ya no están enfadados voy a cambiarme que ya deben estar por llegar Sandra y Manuel. - Dije yo.

- Porque no te pones ese vestido amarillo que te pusiste el día que Juan no vino? Seguro que el querrá verlo.  - Dijo Alberto.

- Claro que quiero verlo! - Añadió Juan.

- Ok, le mostraremos a Juan mi vestido.

Entre a mi habitación y empecé a cambiarme. Esta vez no me cambié el tanga-hilo, me puse el famoso vestido amarillo, saque mi sostén igual que la otra vez y en los pies calcé los zapatos plataforma de la otra vez.

Al salir de la habitación tuve la grata sorpresa de ver a Sandra y Manuel ya instalados en la mesa.

- Hola Sandra, hola Manuel.

- Hola amiga, te ves divina. - Dijo ella.

- Si, te ves preciosa. - Añadió Juan.

Todo prosiguió como de rutina, jugando, tomando, riendo. Esta vez todo acabó mucho más rápido, Manuel ganó y nos quedamos en la mesa platicando. Llegada una cierta hora, y como de costumbre, Sandra y Manuel decidieron irse. Como muchas otras veces nos quedamos Alberto, Juan y yo.

Los invité a pasar al sofá a mirar televisión, me senté yo primero y se sentaron uno a cada lado. Los dos me abrazaban, yo no decía nada, solo reía con ellos y dejaba que me abracen. Habíamos terminado los tragos, así que me levanté para ir a la cocina por mas, pero antes de alejarme de ellos, Alberto levanta mi vestido, me tira hacia él y me besa la nalga mientras me dice:

- No te incomoda el hilo?

Lo miré desde arriba y de espaldas y le dije:

- Si me incomoda…

Sin perder tiempo Alberto empezó a quitarme el hilo y cuando me lo quitó completamente me fui a la cocina. Serví mas tragos y volví a sentarme con ellos. Esta vez me quité los zapatos, apoyé mi espalda contra Juan y mis pies sobre Alberto. Mientras veíamos televisión Juan pasaba mi mano por el pecho hasta meterla dentro del vestido para tocar mi senos, lo primero que hice fue bajarme la parte de arriba del vestido y dejar descubiertos mis senos, para que Juan los tocase a su gusto y placer. Mientras tanto Alberto jugaba con mis pies, los tocaba, los besaba, también metía su mano debajo del vestido llegando con suma facilidad a mi coño ya que ya me habían despojado de mi tanga.

Mientras Juan tocaba mis senos, Alberto empezaba a introducir sus dedos en mi coño y yo empezaba a abrirme de piernas y subí por completo el vestido. Sobre esa posición me di la vuelta, mi cara quedó sobre la polla de Juan y mi culo quedo empinado para Alberto. Saqué la polla de Juan, ya estaba dura y grande, y empecé a introducirla en mi boca. La lamia de arriba abajo, le baje el pantalón para facilitar mi tarea, el me ayudaba con su mano, guiaba mi cabeza de arriba abajo. Mientras tanto Alberto con un dedo en mi coño lamia la planta de mis pies, lamia todas mis piernas y volvía hasta mis pies. Estuvimos así por un tiempo hasta que mientras chupaba la polla de Juan, siento como la lengua de Alberto empieza a lamer mi coño y subía hasta mi culo.

Estaba a 4 patas con la polla de Juan en la boca y con la cara de Alberto en mi culo. Decido pararme, la polla de Juan ya estaba afuera, así que sin pensarlo me siento sobre ella mirándolo a los ojos. Estaba cabalgando a Juan, lo miraba a los ojos y nos besábamos…

- Gracias por no negarme esto, gracias por cogerme como lo hacen…

Mientras esas palabras salían de mi boca veo a Alberto ir detrás mío, puso su polla en la entrada de mi culo y  mientras Juan me cogía por el coño, Alberto me cogía por el culo.

- Si asiiiii, cójanme asiiiii, háganme lo que quieran, soy de ustedes aaaaaaaahhhhh…

Mientras gritaba y gemía suena mi teléfono, era mi esposo! Los dos se dieron cuenta pero no quisieron parar, lo único que les dije fue:

- Por favor despacio, no hagan ruido…

Tome el teléfono y contesté.

- Aló?

- Hola Melisa, habla Ricardo.

Mientras tanto ambos empezaron a cogerme más fuerte y mis gemidos se hacían incontenibles.

- Que haces? - Prosiguió el.

- Estamos jugando póquer.

- Y porque estas tan agitada?

- Porque estoy por ganar y estoy emocionada.

Y ahí estaba yo, nuevamente siendo cogida por dos hombres a la vez, con dos pollas dentro mío, mientras hablaba con mi esposo por teléfono y gemía delante de el…

- Bueno, quiero hablar contigo. - Prosiguió el.

- Ok, mañana en la mañana nos vemos.

- Ok, hasta mañana Melisa.

- Hasta mañana Ricardo.

Tiré el teléfono y abrace nuevamente a Juan, lo besé mientras Alberto seguía penetrándome por atrás.

- Sigan, sigan no pareeennn por favor, aaaaaaaaahhhhh sssssiiiiiii

Juan ya no podía mas.

- Me corro, me corroooooo Melisa…

Empecé a cabalgarlo mas fuerte…

- Hazlo en mi coño, lléname de leche, no me importa si me preñas…

Él quería salirse y no terminar dentro de mi coño, pero no lo deje lo cabalgue y cabalgue hasta sentir sus chorros dentro mío. Me levanté, su polla cayó flácida y me acosté sobre el sofá, Alberto se sentó sobre mis pechos e introdujo su polla en mi boca.

Yo no me movía, era el quien se movía dentro de mi boca, estaba cogiéndome por la boca, mientras el semen de Juan escurría por mis piernas..

- Cógeme la boca, cógeme para tu placer y córrete en mi cara…Hazlo Alberto, usa mi boca como si fuera mi coño y lléname de leche, hazme sentir tuya, poséeme!!

- Eres mía, estas totalmente entregada a mí, eres mi puta!!

Mientras decía esas palabras me cogía mas y más fuerte, su polla entraba hasta el fondo de mi boca, mis manos se posaron sobre su culo y lo empujaban hacia mi boca para aumentar su placer…

- Me voy a correr mi amor…

- Hazlo, papacitooo hazlooo, dame tu lecheee…

Sacó su polla de mi boca, yo cerré los ojos y abrí mi boca para que se semen caiga por todo lado, y así fue, cayó sobre mi cabello, sobre el sofá, en mi boca, en mi cara, en todo lado.

Alberto se levantó y se sentó al lado de Juan, Yo no aguanté más, caí rendida en esa misma posición, me dormí con el semen de Juan que escurría por mis piernas y con el semen de Alberto por toda mi cara.

Al día siguiente fue Ricardo quien me despertó. Yo estaba desnuda sobre el sofá tapada con una manta, supuse que la noche anterior Alberto y Juan me taparon antes de irse.

- Porque estas durmiendo aquí en el sofá desnuda?

- Anoche sentía calor y me quede dormida delante de la televisión. - Le dije.

Esperando que no descubriese los restos de semen seco por todo mi cuerpo, proseguí:

- De que querías hablar?

- Pues verás la verdad es que nunca entendí cómo pudiste dejarte coger de esa manera delante mío y por mis dos amigos. Pero no puedo vivir sin ti, estoy dispuesto a volver contigo si antes me contestas una pregunta…

- Que pregunta Ricardo?

- Volviste a coger con alguno de ellos dos?

Lo mire a los ojos y le dije:

- Claro que no, esa noche fue un error que no se repitió, yo te amo a ti…Sin embargo antes de volver contigo necesito que me prometas algo…

- Que quieres que te prometa Melisa?

- Cuando te fuiste no perdimos la costumbre de jugar póquer y luego nos quedábamos a platicar con Alberto y Juan hasta altas horas de la noche puesto que Sandra y Manuel siempre se iban temprano. Por este motivo no quiero que estés en casa los viernes por la noche puesto que vendrá Alberto y Juan a jugar póquer y luego se quedarán hasta muy tarde a platicar. No quiero que estés tu presente porque nos gusta hablar solo los tres y a veces hacemos mucho ruido…

Ricardo me miró y dijo:

- Ok, no te preocupes, los viernes por la noche iré a dormir a casa de mis padres y tu podrás quedarte aquí con Juan y Alberto a platicar hasta cualquier hora…

Dichas sus palabras, besé a Ricardo haciéndole probar los restos de semen de Alberto de la noche anterior y le dije:

- Ok mi amor, te amo…

Ese momento cogí mi teléfono, marque el número de Alberto y Juan y les mandé el siguiente mensaje:

- “Volví con Ricardo, pero el viernes es noche de póquer y él nos dejará jugar y platicar solos toda la noche todos los viernes, los espero…”

Esta es una historia real que me pasó después de lo que conté en mi primer relato y segundo relato, se cambiaron los nombres para proteger identidades…Espero que les haya gustado y espero su opinión, comentarios, historias similares, recomendaciones, o cualquier cosa! Me interesa mucho todo lo que me digan. Aquí abajo pueden escribir y también me pueden contactar a mi email para cualquier tipo de cosa:    m_s_10_85@hotmail.com