Lluvia de estrellas III - Final
Buscando mi camino de vuelta a casa.
Isla no sabía lo que era el amor, una suerte quizás. Ella tenía la inocencia, el carisma, la sinceridad, eso que pocos poseen, ella lo tenía. Y Kali buscaba eso, confianza, respeto y alguien que la hiciera soñar. Parecían complementarse cuando Isla hacía cualquier mínimo detalle por hacerla sonreír. Regalarle una flor mientras caminaban juntas rozando sus dedos, sin llegar a tomarse de la mano. Isla no sabía aquello, no sabía cómo demostrarle amor. Pero, sabía cómo aprender, de donde ella venía el conocimiento lo era todo y aprender era su único fin.
Así que, cada día que salían, Isla observaba a las parejas que paseaban tomadas de las manos o se demostraban cariño con pequeñas caricias y miradas intensas.
O besos. El día que Isla vio, por primera vez, a dos personas besándose no pudo evitar mirar los labios de Kali.
¿Por qué te has puesto roja de repente? – Preguntó Kali divertida.
Eh… Por nada – titubeó nerviosa.
¿Quieres ir a casa? – Kali la miró fijamente.
Isla parecía derretirse cada vez que Kali la miraba, era algo completamente nuevo, le gustaba cuando Kali la miraba de esa forma, se sentía a gusto, cómoda y feliz.
Así que solo pudo asentir. Kali le dedicó una sonrisa y en un ataque de valentía, Isla tomó su mano. Sintió la presión que ejerció la otra chica, no quería soltarla, ninguna quería.
Kali empujó la pesada puerta de la entrada con su hombro sin recordar el golpe que aún tenía. Soltó un gemido de dolor mientras su hombro empezaba a latir.
¿Estás bien? – Preguntó Isla notablemente preocupada.
Sí, solo no recordaba… - pero fue interrumpida por las manos de Isla que descubrían la zona.
Duele – Se quejó Kali.
Lo siento, subamos – Dijo Isla volviendo a tomar su mano para gusto de Kali.
Al llegar al piso 6 y cruzar la puerta Isla haló a Kali muy cerca de su cuerpo, le arregló un mechón de cabello y suspiró. Esta vez Kali parecía derretirse, sus piernas perdían fuerza e intentaba con todo su ser mantenerse en pie.
No quiero que te pase nada malo – le dijo en un susurro.
¿Por qué? – Preguntó Kali en el mismo tono de voz.
Isla la miró, buscando la razón en su mirada, pero no había nada que buscar, estaba justo allí.
Me importas – Dijo.
Ninguna podía dejar de mirarse, Isla miró sus labios y mordió los suyos. Mientras que Kali, con aquel gesto, sentía su corazón dar brincos en su pecho. Empezaron a acercarse, Isla la iba a besar.
Un estruendo en la cocina las hizo sobresaltarse y separarse al instante. Mientras Lucky salía tranquilamente del lugar de donde provenía el estruendo, meneando su nariz.
Kali rascó su frente con el ceño fruncido mientras sonreía, nerviosa por lo que estaba a punto de pasar. Sonreía porque sabía que debían terminar aquello.
Isla tomó a Lucky, mientras Kali entraba a la cocina a ordenar las cosas.
Espera – Dijo Isla – Tu hombro – agregó señalando – déjame arreglar esto, puedes ir a descansar – dijo mientras le tendía al pequeño conejo.
¿Segura? – Preguntó, empezando a sentir el dolor latente otra vez.
Sí, luego haremos algo con tu hombro – Y sonrió.
Aunque luego de notar el gesto de dolor que hizo Kali al recostarse en la cama, cambió de opinión.
Creo que la cocina puede esperar – Dijo acercándose a ella – Quítate esto – agregó señalando la camisa de Kali.
¿Puedes ayudarme? – Preguntó Kali sin mirarla.
Isla se sentó frente a ella y empezó a subir su camisa.
Sé que deseaste algo el día que me encontraste – dijo Isla.
« Sé que no quisiera estar en ningún otro sitio, que no fuese aquí contigo. Me alegra mucho haber escuchado tu deseo, me alegra estar aquí ahora. Hay muchas cosas que no sé, Kali, pero estoy dispuesta a aprender y a entender estas cosas, porque no hay nada que desee más.
Isla entendió que su vida hasta ahora había estado incompleta y vacía, y que Kali era como su estrella fugaz, una que estaba cumpliendo su deseo.
Kali se acercó a ella y la besó. Isla tenía sus manos en su espalda, en su intento por quitarle la camisa a la chica, la acercó hacia ella y la besó aún más.
No era un intento desesperado por apoderarse una de la otra, ellas solo estaban cumpliendo sus deseos, como una pareja de estrellas fugaces. Una que había sobrepasado los límites planetarios.
Kali beso el cuello, los hombros y bajó hasta el vientre de una estrella que se retorcía debajo de ella. Y mientras mordía sus caderas, una lluvia de estrellas fugaces volvía a cruzar el cielo.
Kali dibujaba círculos en el abdomen desnudo de Isla, recostada sobre su pecho. Mientras que su hombro amoratado dejaba de doler. Se sentía en las nubes, diferente.
Es curioso como nos dejamos llevar cuando nos sentimos a gusto. Como ignoramos todas aquellas cosas que podrían salir mal, el sentido de alerta deja de funcionar y nos guiamos por lo que sentimos. Es, simplemente, curioso.
Esa noche no hizo tanto frío, o tal vez sí, pero no para ellas. Las estrellas titilaban en el cielo, algunas muy brillantes y otras parecían agotadas, pero aun así brillaban. Isla abrazó a Kali aún más. Se había perdido de todo eso durante tanto tiempo, que temía que alguien arrebatara a Kali de ella.
Empezó a sentir pánico e inseguridad, pero la respiración suave de Kali la tranquilizó. Ella no se iría de su lado. La cuidaría siempre, le daría su espacio cuando lo necesitara, iba a dar lo mejor de sí misma para Kali y Kali pensaba lo mismo. Era una suerte entonces, que ambas chicas se hubiesen encontrado. Porque en un mundo donde las personas están dañadas sentimentalmente, encontrar la inocencia y dulzura que emanaban ambos corazones era un milagro.
Ambas lo reconocieron, cuando al día siguiente no pudieron estar separadas la una de la otra. Los besos fugaces, los abrazos sorpresa, las mordidas. Descubriéndose, enamorándose poco a poco, cada cosa que conocían de la otra les encantaba.
No había nada de qué preocuparse, incluso cuando el padre de Kali las encontró besándose en el sillón. Él entendía y aunque la escena lo aturdió un poco, la felicidad que brotaba de los ojos de su hija era inigualable.
Un día, sentadas en un banco en el parque que solían visitar, Isla confesó un secreto.
Me gustaría tener hijos contigo – Dijo y Kali se sobresaltó un poco.
¿Hijos? – Preguntó sorprendida.
Sí, no ahora, no te asustes – dijo al notar el nerviosismo en Kali – pero, algún día me gustaría y que tengan tus ojos – Kali no dejaba de sonreír.
A mí me gustaría que tuvieran tu sonrisa – admitió Kali.
Entonces, ¿si te gustaría tener hijos conmigo? – preguntó Isla, emocionada.
Por supuesto – admitió Kali – Deberíamos desearlos con alguna estrella fugaz – dijo divertida.
Tal vez funcione – dijo Isla esbozando una sonrisa.
El cielo estaba despejado, el sol bronceaba levemente a los caminantes. Kali estaba recostada sobre el hombro de Isla, mientras ella jugaba con los dedos de la otra chica.
Creo que tú cumpliste mi deseo – dijo Isla de repente.
¿Cuál deseo? – Preguntó Kali aun sobre su chica.
Sentirme completa – confesó.
Kali se giró a mirarla con dulzura y la besó frente a los transeúntes sorprendidos.
Se dice te quiero, por cierto – Dijo Kali.
¿Qué? – Preguntó Isla confundida.
Anoche le preguntabas a mi papá qué se le decía a alguien para expresar su amor por esa persona – dijo Kali sonriendo – el muy tonto no entendió tu pregunta, pero se dice así ‘te quiero’.
¿Y tú me quieres? – Preguntó Isla.
¿Me quieres tú? – Preguntó esta vez Kali, con tono juguetón.
Con todo lo que soy – Respondió Isla en un suspiro.
Pues, yo te quiero más – finalizó robándole otro beso a su estrella.
Confiar es una palabra de doble filo, la sinceridad se ve en los ojos, se siente. Y la intuición no falla. Seamos un poco más conscientes cuando queramos a alguien, porque esa persona les estará dedicando un tiempo que no va a recuperar, no les hagan ver que ese tiempo ha sido perdido, hagan que valga cada segundo. No decepcionen, no hagan daño, nos estamos yendo cada vez más al fondo. Hay personas que no merecen todo eso. Valoren, cuiden y siempre sean sinceros, porque la vida cobra todo el daño.
No le mientan nunca a una persona que confíe en ustedes, no hagan del mundo un lugar peor. Sinceramente, sean la clase de persona que quieren cerca de ustedes mismos, no humillen, no engañen y sean siempre valientes cuando tenga que ser necesario.
No más corazones rotos.
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@MyLifeAsThunder
Bonny (ID: 1405229) : A mi también me tenía enganchadísima, no pensaba en nada más que no fuera escribir xD Saludos.
*Artwork (ID: 1368763) : Uno 'desea' ver una estrella fugaz, la ve y luego no desea nada, me ha pasado. No se si mi imaginación será privilegiada, pero me cuida del terrible entorno en el que estamos ahora, es como un ángel guardián y no deseo que se ausente.*
**rachellevzla02 (ID: 1434520) : Hola, muchas gracias por comentar y por tan bonitas palabras, espero te haya gustado el final de la historia.****
*Uma (ID: 1366827) : Tenemos la misma fascinación y se que hay muchas otras personas que comparten el mismo sentimiento. Gracias por leer :3*
*HombreFX (ID: 853437) : Gracias por leer :3*
**Juli (ID: 705842) : hola, muchas gracias, espero te guste este, saludos :3****
**monica (ID: 1333788) : Hola, me alegro que te haya gustado la historia. Gris azulado terminó, porque la etapa de mi vida en la que la escribí terminó de la misma manera que las protagonistas, murieron, como dije en ask, simbólicamente, es un sentimiento en mí que murió, ya no existe y si existe algo estoy tratando de hacerlo desaparecer por completo. La persona en la que estaba inspirada la historia me decepcionó de una forma brutal y sin anestesia, no merece si quiera que escriba una palabra más.**