Lluvia de estrellas II

Desearía que mi vida cambiara, que alguien le diera el sentido, la razón y ser feliz con ello.

No era muy común encontrar a Kali sentada en la hierba que bordeaba el lago más grande de la ciudad. La ventaja, o desventaja, de vivir en una zona pequeña era que todos, o casi todos, se conocían. Pero a Kali, a ella todos la conocían, sin excepción. Por eso las miradas de sorpresa eran esperadas por la chica cuando se cruzaban con ella, seguidas de un amistoso saludo. Isla, encantada con las sonrisas que le dedicaban, saludaba alegremente a cualquiera que pasara por su lado.

Calma, pensarán que estás loca – decía Kali divertida.

Pero ustedes lo hacen – fue lo que logró decir mientras se entretenía saludando a los perros que corrían por el pequeño parque persiguiendo pelotas de tenis.

Isla era extremadamente amable, eso lo notó Kali, cuando al llegar y sacar las mantas para sentarse sobre la hierba la chica se la quitó de las manos y la colocó ella misma y le tendió la mano a Kali para ayudarla a sentarse. Nadie había hecho algo así, ni siquiera los dos escasos chicos con los que había salido hace tanto tiempo que se le hacía lejano a años luz.

Muy bien – dijo Kali destapando una bolsa de frituras – háblame de ti.

¿Qué quieres saber exactamente? – Preguntó Isla tomando papas de la bolsa que le ofrecía su acompañante.

Todo – Pensó para sí misma – ¿Qué te gusta hacer? – Preguntó al final, sabiendo que debía ser precisa con sus preguntas.

Bueno – Empezó a decir mientras miraba al cielo pensativa – Me gustaba cumplir deseos – dijo luego de un rato y al notar la cara confusa de Kali, añadió – Las estrellas, como las llamas, cuando caen reciben muchos deseos – Hizo una pausa para mirar a Kali – Yo llegué a cumplir algunos.

Oh – Logró decir Kali, recordando la cantidad de veces que había pedido un deseo a una estrella fugaz – ¿Cuáles deseos recuerdas haber cumplido? – preguntó.

“Deseo ser feliz” – recitó – “Deseo un ángel”, “Deseo que regrese”, “Deseo salir bien en la prueba de hoy” – finalizó haciendo un gesto de no entender ese último – ¿Sabes qué significa? – preguntó arrugando la nariz. Gesto que Kali adoró.

Sí – dijo riendo – ser una estrella parece divertido.

El sol empezaba a ocultarse y Kali miró sin disimular como Isla miraba hipnotizada el suceso.

¿Qué está pasando? – Preguntó con nerviosismo.

Está anocheciendo – dijo Kali sin dejar de mirarla – Pronto saldrá la luna.

¿El sol se oculta cuando sale nuestra Kali? – Preguntó confundida.

Así es, ¿cómo es de dónde vienes? – Preguntó.

EL sol no se esconde, siempre está a la vista – dijo – nuestra luz está del otro extremo y tampoco se esconde, ella siempre ilumina sus tierras, nunca las deja.

¿Las estrellas son como nosotros? – Se atrevió a preguntar – quiero decir, ¿tienen sentimientos, emociones, pensamientos?

Pensamientos – repitió Isla – pensamos todo el tiempo, pero sentimientos, te refieres a sentir aquí, ¿no? – preguntó tocando el pecho de Kali sin temor.

Kali se sobresaltó por el tacto y asintió torpemente.

Tal vez si, debe haber alguna razón para que huyamos de nuestro mundo – dijo divertida.

¿Te refieres a que no huyen solo por el sol? – Preguntó.

El sol hace daño solo si llegan a sus dominios, sin embargo, para llegar aquí, debemos cruzarlo y cuidarse de no llegar directamente a él – explicó – tiene sentido el riesgo, si los sentimientos son los que nos traen aquí.

Déjame ver si entiendo, ¿viniste por algo en específico? ¿Hay más estrellas en la tierra? –

Es posible, algo debió moverme para arriesgarme tanto y también es posible que haya más estrellas andantes por allí – respondió pensativa.

¿Y qué hizo que te arriesgaras tanto? – preguntó de nuevo.

No lo recuerdo – dijo mirando a Kali profundamente.

Kali bajó la mirada al lago, pensativa.

Kali, que hermosa – escuchó susurrar a Isla y su corazón dio un vuelco.

Levantó la mirada hacia ella, pero Isla no la miraba, sus ojos estaban fijos en la luna. Y la decepción cruzó su rostro.

¿Cómo es que puede hacerme sentir de esta manera?

¿Por qué me hace sentir de esta manera? Esa es la pregunta correcta.

¿En qué piensas? – Preguntó Isla.

Quiero saber más sobre ti – Dijo Kali.

No hay mucho que saber – dijo sonriendo – Háblame de ti.

Eso la tomó por sorpresa.

¿Qué quieres saber? – Preguntó con una sonrisa, Isla le miró los labios. O eso pensó Kali.

¿Qué es lo que más deseas? – Preguntó finalmente – Y no me digas que deseas pasar alguna prueba.

Me va muy bien en la universidad – dijo orgullosa – desearía…

Una estrella fugaz atravesó el cielo.

Que recordaras – La estrella se iluminó y desapareció.

Tenía la sensación, o tal vez esperanza, de que Isla estuviera allí para ella, para arrebatarle la soledad, para hacerla reír a diario. Pero no pensó en qué pasaría si, en realidad, Isla estaba allí por otra razón, una razón lejos de ella. Luego se arrepintió de haber deseado eso.


Lucky mordisqueaba los dedos de Isla, mientras Kali empezaba a derretir el chocolate. Era otra noche fría, Isla estaba envuelta en abrigos, un poco exagerado de parte de Kali, pero solo se preocupaba. Cosa que la desconcertaba, apenas tenía dos días conviviendo con esa extraña y en su interior brotaba un instinto de querer cuidarla siempre.

Bebe con cuidado, está caliente – dijo Kali tendiéndole una taza.

Isla la tomó, curiosa y bebió un sorbo.

Me gusta – dijo esbozando una sonrisa con los ojos llorosos por lo caliente.

Con cuidado – volvió a repetir Kali.

He visto tus dibujos – soltó Isla luego de otro sorbo.

¿Qué? – Preguntó Kali.

No era que no le gustara que miraran sus dibujos, pero ella era de esas artistas tímidas que guardaba con recelo sus obras.

Tienes un montón debajo de tu cama – volvió a decir – pude deducir que pasas mucho tiempo mirando hacia el cielo – agregó sonriendo.

Es mi fuente de inspiración – dijo Kali con un leve sonrojo.

¿Puedes dibujar lo que viste cuando me encontraste? – Preguntó Isla con entusiasmo.

Ehm… s-sí – titubeó – mañana empezaré.

No – dijo Isla – Ahora, por favor.

Kali se levantó del sillón y empezó a sacar de un estante cercano varias pinturas y pinceles, un lienzo en blanco y un delantal que se puso sobre el pijama.

¿Puedo verte? – Preguntó Isla aun sentada.

¿Quieres verme pintar o quieres ver lo que voy a pintar? – Preguntó Kali confundida.

A ti – Respondió la otra chica sentándose de tal forma que podía ver directamente a Kali y estaba cómoda.

En menos de 5 minutos Kali ya estaba concentrada dibujando, tan concentrada que se olvidó de Isla.

Isla solo observaba los gestos de Kali, como arrugaba la nariz cuando algo no la convencía, como se mordía los labios cuando iba por donde quería y como sonreía cuando el resultado era el esperado. Se dio cuenta de que el verde de sus ojos brillaba con cada trazo. Un sentimiento conocido atravesó su pecho. Ella había cumplido un deseo y ese deseo la hizo descender, pero su cerebro martillaba una respuesta, no estaba segura de que Kali hubiera deseado algo. Era probable, pero no estaba segura. Una ráfaga de cansancio le hizo entrecerrar los ojos y sin darse cuenta se quedó dormida mirando a su Kali.

Del otro lado estaba la chica dibujando como nunca, llevaba tres lienzos terminados. Había recordado con detalles cada momento de su lluvia de estrellas. Estaba animada, inspirada, llena de fuerza. Sonrió cuando notó que Isla dormía profundamente. Recordando que aunque se sintiera con fuerzas, era imposible cargar a la chica, solo pudo arroparla y darle un beso en la frente. Suspiró y volvió a su trabajo, esperaba que cuando Isla despertara pudiera tener todos los dibujos listos para ella. Eso, extrañamente, la hacía feliz.

Cuando el sol comenzaba a asomarse por la ventana de la sala, Kali se encontraba lavando los pinceles. Agotada, pero alegre, se echó en el sillón al lado de Isla y su cabeza fue a parar sobre el hombro de la chica. Ni se percató cuando un par de horas después, Isla se despertó y la miró dormir durante unos minutos.

Ahí volvía a aparecer ese sentimiento, no lo entendía, se sentía confundida, ansiosa y su corazón palpitaba estruendosamente. Temiendo que Kali se despertara, se levantó con cuidado y puso una almohada en su sitio.

Se desperezó y su mirada fue a parar a los lienzos. Se arregló un mechón de cabello, cuando al percatarse de las escenas caminó rápidamente hacia ellos. El primero era de la lluvia de estrellas, caían y desaparecían, el segundo, el tercero y el cuarto lienzo eran una secuencia de la misma lluvia de estrellas, la única diferencia era el punto naranja que caía del cielo, se veía como al caer no se desvanecía, sino que se ocultaba detrás de una mancha oscura, parecida a las colinas que se veían desde la ventana del apartamento. Y el último lienzo, era la silueta de una mujer sobre el suelo, rodeada de una tenue luz naranja muy pálida, era ella misma.

Desearía que mi vida cambiara, que alguien le diera el sentido, la razón y ser feliz con ello.

Ese había sido el deseo cumplido, la razón por la que ella descendió con tanto afán, arriesgando su vida, era por Kali. Recordaba haber visto el mismo color de sus ojos, soñadores como ningún otro, llenos de esperanza y de esa cosa que ellos llamaban “amor”, ella estaba enamorada de las estrellas, ella buscaba algo especial  y pretendía ofrecérselo.

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@MyLifeAsThunder

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No he subido nada nuevo al blog por falta de tiempo :(

Artwork (ID: 1368763) : ey, me alegro que te guste y no me entendiste, me refería a que no iba a continuar con la historia anterior. Esta es mi salvación, mi refugio, mi lista de deseos. Y oye, yo he pasado 21 años de mi vida mirando el cielo, tampoco ha pasado nada, pero créeme que me gustaría que pasara algo xD

*HombreFX (ID: 853437) : Gracias por leer :3*