Lluvia de estrellas I

Pensé: "No puedes hacer que quiera lanzarme al abismo, eso lo decido yo" Esta es mi decisión.

Una reluciente ráfaga de luces parpadeantes cruzaba el cielo oscuro que cubría a una pequeña ciudad. Pequeños puntos azules y plateados dejaban una estela a su paso de polvo cósmico, quizás. Las relucientes estrellitas se desvanecían antes de llegar al suelo, como hadas juguetonas. La vista era magnífica, pero a las 11 de la noche, en esa pequeña ciudad pocas personas se quedaban a mirar el cielo. Ningún soñador que suspirara con el frío, ni que mirara estrellas que parecían divertirse.

Kali vivía en el sexto piso de un edificio salido de The walking dead. Desolado si no se tomaban en cuenta las 5 familias que habitaban ahí. Era cierto, el lugar era espantoso, pero el apartamento de Kali era tan acogedor que pocas veces quería salir. No era una época difícil, podía permitirse estudiar, incluso darse pequeños lujos, como el agua caliente y pinturas de buena calidad. Su padre llevaba dos semanas fuera, era un trabajador ambulante, de los buenos. A pesar de ausentarse durante meses, las ganancias eran suficientes para ambos, así que valía la pena.

Ella se encontraba sentada cerca de su ventana, con una taza humeante de chocolate caliente, hacía frío y la calefacción empezaba a fallar. Enrollada en múltiples sábanas sonreía con los labios llenos de chocolate, mientras miraba el espectáculo que la naturaleza le ofrecía.

¿Una lluvia de estrellas especialmente para mí? – preguntó a la nada.

Un bostezo la siguió, luego otro y aunque le pesara, se dispuso a levantarse del sillón e irse a dormir.

Acarició a su pequeño y peludo amigo, Lucky, un conejito que había encontrado rondando en el edificio. Su nombre, evidentemente, se debía a la suerte que tuvo de llegar vivo al sexto piso de un edificio infestado de animales indeseables. Lucky meneó su nariz sobre la mano de su dueña y, como si supiera que era hora de dormir, se arrinconó en una pequeña manta que hacía de cama para él.

Kali se sentó sobre el cómodo colchón de su habitación, pero antes de que pudiera rendirse ante la suavidad de las sábanas limpias, una luz anaranjada iluminó parte de la habitación. Extrañada, se levantó a mirar por la ventana. Entre el montón de lucecitas que caían, se encontraba una reluciente estrella naranja que parecía perder intensidad. A la expectativa, de pie apoyada sobre el marco de la ventana, sus ojos seguían curiosa la estrella, en caso de que eso fuera. A diferencia de las demás, ésta no se desvaneció. La estela naranja le indicó que había tocado el suelo, justo detrás de las colinas que bordeaban la zona dónde vivía.

Y su curiosidad pudo más que su cansancio.

Ella solía pintar muchas estrellas, todas con formas diferentes, con colores diferentes, pero siempre dejando todo a su imaginación. Si lo que acababa de tocar el suelo era una estrella, podía saber ahora realmente como era una.

No quiso quitarse su pijama, se colocó una camisa de mangas largas, luego un abrigo encima y unos zapatos deportivos. Sin saber cuánto frío hacía afuera.

Salió corriendo de la habitación, tomó un pequeño bolso donde llevaba su cámara y las llaves del apartamento. Ni siquiera se tomó la molestia de esperar el ascensor, probablemente con los años que tenía ese viejo aparato sin ser revisado, tardaría más o, tal vez, nunca llegaría. Bajó las escaleras, cuidando de no resbalar con los pequeños charcos de agua sucia que dejaban salir las tuberías rotas.

El frío le heló las orejas y la nariz, haciéndola frenar de golpe en su frenética salida. Cruzó los brazos y caminó hacia las colinas, acelerando cada tanto. La luz que salía por los bordes iba disminuyendo cada vez, si llegaba a apagarse iba a ser imposible dar con la estrella.

Su padre le reprendería el hecho de que no se apurara. Sonrió, su padre jamás le reprocharía que saliera a medianoche hacia las colinas con el frío y la niebla, le reprocharía que no se diera prisa en su búsqueda. Sacudiéndose un poco el frío, apretó las correas de su bolso a ambos lados y empezó a correr de nuevo.

La luz ya era casi un reflejo. Resoplando por el cansancio de subir cuesta arriba, en la cima de la pequeña montaña pudo observar de dónde provenía la luz.

La silueta era alargada, oscura, rodeada por una luz casi fantasmal, pero anaranjada y pálida. Se acercó con el corazón a mil por hora, no era una estrella, era una persona.

Se arrodilló ante el cuerpo que yacía en el suelo, con la oscuridad no se podía distinguir bien, pero si notaba las curvas femeninas y que la chica en cuestión estaba completamente desnuda. A pesar del frío, la chica trasmitía calor, Kali luego se dio cuenta de que el calor provenía de la luz y que, a medida que la luz se iba extinguiendo, la chica empezaba a titiritar. Sin saber qué hacer, se quitó su abrigo y la rodeó con él. Kali miraba a su alrededor, tanteando alguna forma de ayudarla. No tenía un teléfono para llamar a nadie, pero no podía dejarla allí tirada. Con la adrenalina calentándole la sangre, se quitó también la camisa que traía y le cubrió las piernas. Ahora solo vestida con su pijama, intentó levantarla. Ella jamás había cargado en brazos a una mujer y menos a una inconsciente.

Resopló, se sentía tan débil e impotente, no podía con ella. Su mente se iluminó cuando recordó la vez que su padre se había fracturado la cadera. Había una silla de ruedas justo detrás de la puerta de su apartamento. Si corría lo suficientemente rápido, en 5 minutos podría ir y regresar. Abrigó bien a la chica y le susurró un “estarás bien”.


En, exactamente, 7 minutos ya estaba de vuelta, demasiado agotada como para sentir su propio cansancio. Maldijo el estruendoso golpe que se había dado al intentar empujar con su propio peso la puerta de hierro macizo del edificio. Su hombro cosquilleaba del dolor, pero pensó que ya tendría tiempo de lamentarse en otro momento. Sentó a la chica en la silla de ruedas, intentando que no se resbalaran los numerosos abrigos que había traído junto con la silla y que le había colocado.

Agradeció la suerte de que nadie estuviera rondando a esas horas por la ciudad, ya era demasiado extraño que la vieran con una desconocida inconsciente, sobre una silla de ruedas y envuelta en abrigos.

Rezó para que el ascensor no las dejara en mitad del edificio sin poder salir. El agotado aparato rechinaba mientras subía y con un golpe sonoro y un temblor, se detuvo justo en el sexto piso. Las puertas se abrieron y Kali agradeció al Dios de los ascensores.

Encendió varias velas en la mesa del centro de su sala, acomodó la silla de ruedas cerca y cayó pesadamente en el sofá.

Y fue cuando cayó en cuenta de que la chica que tenía en frente podía ser una estrella. Lo cual no tenía nada de sentido. Pero ella había visto la luz descender y había visto a la chica envuelta en esa misma luz.

Frunció el ceño, confundida, asustada y curiosa a la vez. Su piel era tostada, no pálida y su cabello era oscuro, no plateado. Se acercó más a ella y detalló la pequeña nariz, los labios, ni delgados, ni carnosos. El bronceado de su piel era casi perfecto, lo que era extraño debido al clima de la ciudad. Evidentemente, no era de por allí.

Claro, tonta, viene del espacio exterior – pensó y sonrió - ¿Pero, cómo puede broncearse en el espacio?

Dejó sus pensamientos para otro momento, rodó la silla hasta su habitación. Su rostro sonrojado duró mucho tiempo cuando tuvo que vestir a la desconocida. Era hermosa, como si alguien hubiese tallado cada centímetro de su cuerpo con una exactitud celestial. La arropó lo suficiente cuando empezó a titiritar de nuevo y salió de la habitación.

Volvió a caer pesadamente en el sillón, mientras Lucky salía de su cama improvisada y meneaba su nariz.

Creo que tengo demasiadas preguntas en la cabeza como para dormir tranquilamente – le dijo al pequeño conejo mientras lo acariciaba.

Sin embargo, muy contrariamente a lo que acababa de decir, el cansancio se apoderó de ella de golpe y se quedó dormida en el sillón, con Lucky en su regazo.


Lucky jugueteaba con los dedos de la chica que dormía en la cama de su dueña. La chica fascinada miraba al pequeño animal, llena de curiosidad. Se había quitado el pijama que Kali con mucho esfuerzo había logrado ponerle. Apoyada sobre el marco de la ventana, desnuda, jugando con la mascota de la chica que la había salvado parecía no tener preocupaciones.

Kali se levantó y se desperezó, no había dormido en la mejor posición, su cuello dolía y su hombro latía ferozmente.

Entró al baño para poder mirar su hombro, una enorme mancha morada lo cubría por completo. Maldijo nuevamente, igual que la noche anterior y recordó lo que había pasado.

Volvió a colocarse la camisa y salió apresurada a su habitación. Abrió la puerta de golpe y se encontró con el cuerpo desnudo apoyado sobre la ventana.

¿Qué rayos…? - dijo mientras bajaba la mirada, con las mejillas encendidas - ¿Por qué te has quitado la ropa? – Kali con una mano que cubría sus ojos, fue hasta donde se encontraba la ropa tirada y la recogió – toma – dijo tendiéndole la ropa, aun sin verla – póntelo de nuevo.

Pero la chica no se inmutó. Kali se dispuso a mirarla, pero ella solo la miraba fijamente.

No sé quién eres – dijo nerviosa – pero no puedes andar desnuda, ponte esto – agregó, tendiéndole la ropa de nuevo, pero la chica no se movió.

No sé – dijo la chica.

Sorprendida por la suavidad de su voz - ¿No sabes qué? – Preguntó - ¿vestirte?

La chica negó con la cabeza, mientras ponía al pequeño animal, que aún tenía en sus manos, en el suelo.

Pero despertaste vestida, ¿por qué te lo quitaste? – Kali se acercó un poco más a la chica.

Ésta señaló hacia la ventana – El sol – dijo – No hace daño aquí.

Bueno, no tanto – dijo Kali aún más curiosa - ¿De dónde vienes? – se atrevió a preguntar.

De lejos – respondió, volviendo a señalar hacia el sol.

Vale, entiendo – dijo un poco confundida – te ayudaré a vestirte, pero no debes quitarte la ropa otra vez – la chica asintió y le regaló una sonrisa. Y una punzada cruzó su pecho. Pero, que sonrisa.

Ahora, chica misteriosa – dijo Kali – debes responderme muchas preguntas – y el estómago de la chica gruñó. Kali sonrió, mientras ella miraba confusa su estómago – Primero a desayunar.

Mientras desayunaban, Kali le contó cómo la había encontrado, desde las estrellas que caían del cielo, hasta que la acostó bajo las sábanas en su habitación.

De donde vengo, el sol hace daño – dijo, volviendo a señalar hacia el sol – nosotras buscamos irnos en cuánto podemos, intentamos no acercarnos demasiado al sol, pero yo me acerqué demasiado – agregó, mirando su piel – ahora estoy dañada.

¿De qué hablas? – preguntó Kali.

Nuestro cuerpo es pálido, tener un color igual al sol es estar dañada – dijo con mirada triste.

Tu piel es hermosa – dijo, sorprendida de lo que salía de su boca – Parece como si hubieras vivido toda tu vida en una isla – agregó sonriendo.

Los ojos de la chica se abrieron sorprendida – Isla – repitió – Ese es mi nombre.

Isla – Dijo Kali – Yo me llamo Kali.

Kali – repitió la chica – así se llama nuestra luz – dijo acercándose peligrosamente a Kali.

¿Luz? – preguntó Kali confundida, mientras retrocedía un poco.

Sí – asintió Isla – cuando el cielo oscurece, sale nuestra luz, ella nos guía, es nuestra protectora.

¿Te refieres a la luna? – preguntó.

Nuestra Kali – finalizó orgullosa.

Entonces, si eres una estrella – concluyó Kali.

Soy Isla – dijo la chica y Kali sonrió.

¿Por qué estabas desnuda? –

No hace falta usar esto allá – respondió Isla – No tenemos nada de esto, somos como aire, aire plateado. Tú eres muy diferente.

¿A qué te refieres? –

Tus ojos son como un bosque – dijo mirándola fijamente – los bosques allá no son tan bonitos como tus ojos y tu piel está como acariciada por el sol, él no te hace daño a ti, es agradable el sol aquí.

Las mejillas de Kali volvieron a sonrojarse.

Tus ojos son como mirar a la luna – dijo Kali, percatándose del gris claro.

He pasado muchos años mirando nuestra luz, ella siempre está conmigo –

Yo también he pasado mucho tiempo mirando la luna – agregó sonriéndole – Debes contarme más de ti – Y ambas sonrieron.

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@MyLiveAsThunder (Sí, cambié el twitter, otra vez)

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No puedo decir con seguridad que la tormenta pasó, pero si que estoy mucho mejor desde entonces. Esto es como un nuevo comienzo :3

Besitos, los quiero xD