Lluisín (El primer examen)
El secreto de Lluisín al descubierto... ¿Cómo aprueba? ¿Cómo lo hace para que no lo cojan? ¿Cómo puede ser tan cabrón?
En fin... sé que todos querréis leer ya de una puta vez cómo me fue eso de los exámenes y si me salieron bien y... va, pá qué mentir. Lo qué queréis saber es cómo se pueden pasar los exámenes sin tener ni puta idea del temario. ¿A qué sí? ¿A que os he pillado? Si a mí no me engaña ni Dios. Pero bueno, antes de eso, sabéis lo que toca. El tito Lluisín se tira el rollo un ratito, luego pone los links a los relatos anteriores, después se tira un poquito más de rollo y ya luego si eso y queda tiempo, pues ya habla algo de lo que toca. Por cierto, hablando de links:
El Cabrón de la Facul: http://www.todorelatos.com/relato/39045/
Y como dijo el Pocholo: http://www.todorelatos.com/relato/39562/
¿No lo tienes en deuvedé?: http://www.todorelatos.com/relato/41057/
Fútbol es fútbol: http://www.todorelatos.com/relato/41923/
Sujeto Sexualmente Activo: http://www.todorelatos.com/relato/46821/
Algunos hombres verdes: http://www.todorelatos.com/relato/47358/
La oshcuda pdofecía: http://www.todorelatos.com/relato/47662/
El Equipo U: http://www.todorelatos.com/relato/48184/
Joer, como sigamos así, voy a tener que mandar un relato sólo con los links a los anteriores... ¡Qué barbaridad! ¿Y todo eso es mío?... ¡Anda, qué curioso! Pienso lo mismo cada vez que me saco a Bartolín...
En fin, que vosotros estáis aquí para enteraros de cuál es mi arma secreta por que, recordemos, los intentos del equipo U por instruirme en diez asignaturas en sólo dos días no habían dado el resultado esperado por ellos. Así que tuve que ponerme serio y enseñarles yo cómo estudia el único, el irrepetible, el genio, el Dios, el puto amo, el fucking crack... en una palabra: Lluisín...
Entrad en mi templo de "sabidurida"...- les dije al fracasado Equipo U mientras les abría la puerta de mi habitación.
¡Cojones! ¿Ha pasado por aquí el "Katrina"?- exclamó Ximo observando los cajones abiertos, las camisetas desperdigadas, los ceniceros rebosantes de ceniza de los porros, las botellas de vodka volcadas, los cedés del Chivi tirados por el suelo, la alfombra colgada de la lámpara, el ejército de polillas, cucarachas y ratones que se defendía en el "fuerte Playmobil" del asedio de los G.I. Joe (la mayoría de ellos llevaban cruelmente mutilados desde mi más tierna infancia, cuando jugué a que mis juguetes tenían la lepra)... en fin... un cuarto normal y corriente, como el que todos ustedes pueden o pudieron tener a mi edad...
No ¿Por?- respondí.
No, por nada...- contestó él, contemplando el paisaje post-apocalíptico que se le ofrecía ante la vista.
Lluishín... ¿Tienes algo para shentarme?- preguntó Frodo, que parecía al borde de un colapso nervioso o un desmayo o las dos cosas a la vez tras ver el caos reinante en mi habitación.
Sí, hay una silla. Debe estar bajo esa ropa.- dije, señalando un pequeño montoncito de ropa (bueno, vale, era una amalgama de gallumbos, calcetines y camisetas de metro y medio de altura y más o menos lo mismo de diámetro que llevaba allí creciendo desde Barcelona '92).
¿Ahí debajo?- Preguntó él.- Ximo, shácala, que a mí me da miedo...
Ximo, tomando aire, metió su brazo en el montón de ropa, pero lo sacó al momento.
¡Coño! ¡Ahí hay algo que se mueve!
Sí, lo llamo Genaro. Un día apareció por mi habitación y desde entonces vive aquí. ¡Genaro, pásame la silla!
Al momento, muy obediente, Genaro echó la silla fuera del montón.
Lluisín... Este perchero es muy raro...- me dijo la Moni, señalando a la chati-robot tetona que me llevé de la nave de los aliens (Si alguien no sabe de lo que hablo... ¡Te jodes! ¡Pardillo! ¡Te dije que te leyeras todos los relatos! Así que si quieres saberlo... búscalo en mis anteriores historias.). Xenxo y yo nos miramos y pusimos cara de circunstancia...
Bueno...- dije.- sabes lo raros que son estos suecos con los muebles... es la nueva moda en los altos círculos de Estocolmo.
Moni, sin estar convencida del todo, se apróximo más a la dulce cara de la tetona robótica... y fue entonces cuando las dos se enzarzaron en un pasional beso que encendió a Bartolín hasta lograr que sus más de treinta y dos coma veintiocho centímetros destrozaran mi pantalón con una poderosa erección y...
...
¡Eh! ¿Qué pasa? ¿Por qué no puedo seguir escribiendo? ¿Qué me está pasando? ¡Caronte, hijo del mal! ¿Qué me haces?
Tú dedícate a narrar lo que pasó y no te vengas con capulladas ficticias que no son el objeto de este relato.
¡PUTO CABRÓN ACOMPLEJADO DE MIERDA! ¡¿PERO POR QUÉ?! Y si yo digo que me monté un trío con las dos mientras Ximo, Xenxo, Frodo y Genaro miraban... ¿Quién me va a decir que es mentira? ¿Eh? ¿Quién? ¡Que levante la mano el valiente!... ¡Eh! ¡Hostia!... Ya, ya podéis bajarla todos, panda de cabrones... qué hijos de puta... ¡Qué lectores más cabrones tengo, copón!...
Bueno, vale, la chati-robot y Moni no se fundieron en un lésbico y sexual show, y Bartolín es más modesto... Puto Caronte... Mariconazo desgraciado de mierda...
¿Dices algo, Lluisín?
¡No, no digo nada, bwana! ¡Negrito e' bueno! ¡No le pegue a e'te pob'e negrito!... (Tsssss, ¡Capullo!)
...
En fin, volvamos al tema. El Equipo U esperaba ansioso que les contara el sacrosanto secreto de Lluisín para los exámenes.
¡Observad todos!- exclamé con garapullos de profeta.- ¡El mayor logro de la humanidad después de las comidas para microondas!- Acto seguido, pulsé un botón que había al lado del panel de corcho que colgaba de la pared de mi cuarto. En cuanto le di al botoncito, el panel empezó a moverse, hizo unos ruidos raros, como mecánicos... y se quedó quieto con un bufido.
¿Qué... qué ha pasado?- preguntó la Moni
¿Que qué ha pasado? ¿Que qué ha pasado?- grité yo.- ¡Mecagüenlamadre que parió a McGyver y a todos los circuitos caseros! ¡Ya se ha vuelto a escacharrar el mecanismo de los huevos!- exclamé, empezando a darle de puñetazos al jodido corcho de los cojones.- ¡Genaro! ¡El tres en uno!
Acto seguido, un botecito surgió de las profundidades del montón de ropa y yo lo cogí al vuelo. Unas gotitas por aquí y otras gotas por allá... una patada estilo Bruce Lee para reiniciar el movimiento... unas gotitas de mercromina por aquí y otras gotas de mercromina por allá más unas gasas para curar las heridas que me hice intentando pegar la patada (más concretamente, en la caída posterior), y entonces sí. El panel se dio la vuelta y allí apareció el Dorado de las chuletas. Las habían de todos los tipos, de mano, de manga, de boli, de goma, de efecto óptico, de uña, de asiento, de mesa, de usar y tirar, reciclables, de zapatilla, de zapato, de gorra, electrónicas, en braille, químicas, de faldón, de cremallera, de lengua, enrollables, de reloj, de brazo, de estuche, ocultas, para colocarlas en la nuca del de enfrente o en la espalda del profesor...
¡¿CHULETAS?!- preguntaron mis compañeros.
Efectivamente, almas de pollo... tras largos y duros años de perfeccionamiento en la técnica, he conseguido llegar a ser el mayor experto del país en el campo de las chuletas.
¡Pero Lluisín!- me increpó la Moni.- ¡Eso no está bien! ¡Es hacer trampa! ¡Jamás me lo habría imaginado!...
Querida... ¿Te acuerdas de tu compañera Claudia?
¿q-qué? N-no... ¿C-claudia? ¿Qué Claudia? ¿De qué conoces tú a Claudia? ¿Qué tienes tú que ver con Claudia?- la voz le temblaba a mi chica.
Dile que mañana le pasaré las chuletas de Filosofía... creo que ya tenía una compradora... ¿No es verdad, Mónica Villar?
Eeeee... pues... yo... la verdad...- balbuceaba Mónica.
¿Moni? ¿Tú ushash chuletash?- preguntó Frodo.
La Moni, más roja que un jubilado alemán un dos de agosto en Benidorm sólo bajó apenada la vista, con gesto de niña cogida en falta.
Jooooo... si es que hay examen de Rousseau... y ese tipo es lo más aburrido que te puedes echar a la cara... y el día anterior estrenan la última del Jhonny Deep y...- se disculpó con carita de pena.
Debo avisaros que por mis manos pasan todas y cada una de las chuletas de la universidad... soy el "Grandfather" de los "apuntes de apoyo". Es un negocio que, al año, mueve cientos de euros por titulación. Y yo... tengo el poder... tengo la información... tengo el saber...
Sí, vamosh, que lo tienesh todo.- Me dijo Fordo
Nooooo... - y empecé a cantar.-yo no tengo... No tengo "astrosi", no tengo reuma, no tengo "colesteró"... no tengo "asuca", no tengo caspa, ni tengo piedra en el riñón...
¡Mierda! ¡Ya está otra vez!- exclamó la Moni.- Xenxo ¿Cuánto le va a durar la tontería de las canciones de los Mojinos?
Pues no sé... En una persona de inteligencia normal, los efectos duran unos días.
Ya, eso en una persona normal... pero... ¿Y en Lluisín?
va para largo.
¡Que güeno que estoy! ¡Que güeno que estoy!- gritaba yo.
¿Puedo pegarle?- preguntó Ximo.
Naaaa... déjalo, ya se callará.
Pues bueno, allí como estaba todo visto para sentencia, la gente se fue a su casa y yo me quedé colocando estratégicamente las chuletas en la ropa para el examen de mañana a ritmo de los Mojinos.
Al día siguiente
¿Dónde coño se ha metido este gilipollas?- Gritaba Xenxo, a la puerta de la clase donde, cinco minutos más tarde, tendría lugar mi primer examen del curso.
Tranquilo, no creo que tarde...- decía Moni, aunque sin ninguna confianza.
Como no venga a su primer examen le pego. ¿Puedo pegarle?- terció Ximo
Sin embargo, dos minutos antes de que el examen diera inicio, aparecí por el pasillo caminando tranquilamente.
¡LLUISÍN!- me gritaron todos.- ¡Que va a comenzar el examen!
¡No me gritéis, coño, que estoy de resaca!- les pedí.
¿Te fuiste anoche de fiesta teniendo hoy un examen?- se sorprendió la Moni.
Nooooo...- contesté yo, con todo el sarcasmo que me cabía en el cuerpo.- Me quedé en casa estudiando y durmiendo como un buen chico por que al día siguiente tenía un examen... ¡No te jode! ¡Pues claro que me fui de fiesta! ¡Había un dos por uno en el "Maná"!
Va, entda, que va a empezad el examen...- me espetó Frodo, cortando la conversación, al tiempo que Ximo me empujaba dentro de la clase.
Tomé aire, hice crujir las cervicales con un par de movimientos de cuello y me senté delante de la hoja que había pasado el profesor.
- El examen consta de veinte preguntas y...- empezó el profesor.
Bueno, eso no nos importa. El examen dio comienzo y ahí la gente escribía y escribía sin parar. Igual que yo, pero ellos sin la dificultad añadida de, además, tener que mirarse las chuletas cada dos por tres... si es que... mira que lo tenían fácil los muy cabrones... Pero bueno, habñía que reconocer que las chuletas eran de muy buena calidad y la única pregunta que tuve que hacerle al profesor, que tenía pinta de viejecito adorable, fue la siguiente:
Oye, tú, que tienes pinta de haber sido su compañero de pupitre... ¿Séneca es del primer siglo antes de Cristo o del primero después de Chusín?
Usted debería saberlo.- me contestó el cabrón, que tenía una pinta de momia arrugada que no se la sacaba de encima.
Venga, payo, dímelo... no te hagas mala sangre, que sabes que yo soy buena "presona". Anda payo, mira que yo soy de confianza, que tú sabes que yo no te deseo ningún mal, payo... va, dímelo...
Gran estrategia esta, oye. Mano de santo. La gente, con tal de no oírte, te dice hasta el Quijote de memoria.
¡Del primero después de Cristo!- me espetó el anciano profesor.
¡Ah, vale! Entonces es pie derecho.
¿Pie derecho?- se extrañó. Glups. A ver si la iba a haber cagado y me iba a descubrir las chuletas.
Nada, nada... cosas mías... jeje... jeje... je.. je.- añadí, con una sonrisa forzada.
En fin, en cuanto se alejó un poquito, eché mano a las zapatillas, despegué el falso logo de "Nike", y pude leer toda la biografía de Séneca, de Nerón, de Augusto y de otra gente que no sé qué coño pintaba allí.
Al final del tiempo convenido para el examen, todos los alumnos fueron entregando las hojas (obvio y normal) con una cara más o menos alegre según hubieran sabido contestar más o menos preguntas (obvio y normal). Todos, excepto yo (para los que me conocéis, también es obvio y normal), que continuaba en mi silla, con los codos apoyados en la mesa, y aguantándome la cabeza con ambas manos, mientras el examen permanecía bajo ella, sobre la mesa.
El profesor, cuando vio que yo aún estaba en mi sitio, se acercó a mí mientras decía:
- Oiga, el examen ya ha terminado, si hace el favor de entregarme la hoja...- ni me moví.- ¿Me ha oído? El tiempo ha acabado. Puede entregarme el examen.
A medida que se acercaba a mí, creo que el profesor podía oír una especie de murmullo creciente, y sólo cuando estaba justo a mi lado, pudo oír:
Jrrrroooooonnnnccc... fiufiufiufiu...
¡Pero por dios! ¿Está usted dormido?
¡Ein!- desperté yo de un salto al berreo del maestro.
¡Estaba usted dormido!
¡No señor! ¡Yo no estaba dormido! ¡Yo estaba durmiendo!- contesté, con una sonrisa.
Antes que usted, eso lo dijo el insigne Camilo José Cela....- me contestó el tío listo.
¡Ya está el listo que tó lo sabe abriendo la boca! ¡Ya me ha jodido la gracia! ¡A que te doy de hostias por listo! ¡Que te hago el "cangrejo ruso" y te fundo!- le amenacé.
El tiempo de examen ha terminado. Usted no lo ha entregado, por lo tanto está suspendido.
¡UUUUUUUUEEEEEEEEEECCCCCCC! ¡NINONINONINONINONINO! ¡ALARMA, ALARMA, ALARMA! ¿Qué me acababa de decir? ¿Que me iba a suspender? ¿Teniendo el examen terminado? (Hombre, ¡Pues claro que lo había terminado! Una cosa es dormirse mientras follas, que eso le puede pasar a cualquiera, pero yo, antes de dormirme, había acabado el examen. Como un campeón.)
¿Cómo que estoy suspendido?- le fui siguiendo, con mi examen en la mano, mientras él se volvía para sentarse en su mesa de tío importante. ¿Me iba a suspender a mí el tío ese? ¿Pero desde cuándo a uno le suspenden por quedarse dormido en el examen? ¡Eso es nuevo! ¿Acaso a alguien lo despiden por quedarse dormido en el trabajo? ¡Mirad a Fraga o a Luis Aragonés por ejemplo! ¡Lo mío era un caso claro de discriminación!- ¡Eso es por que soy negro! ¿Verdad?
¿Pero qué dice? Además, usted es blanco.- me espetó el catedrático.
¡Anda, no me jodas! ¡Mierda! Voy a tener que borrar todas mis canciones de Soul... Bueno, entonces todo olvidado ¿no? Yo borro mis canciones de Ray Charles y usted me coge el examen.
No. Está suspendido.
¿Suspendido? ¿Pero usted sabe quién soy yo?- le grité, agitando violentamente mi examen en la mano izquierda.- ¡¿Usted sabe quién soy yo?!- berreé indignado.
No.- me contestó. A lo que yo respondí:
¡Mira, un ladrillo!- con voz alegre y señalándole hacia la derecha.
Obviamente, el muy lelo se giró, encontrándose no uno, sino cientos y cientos de ladrillos que, como era normal, formaban la pared del aula.
¿Y qué?- me dijo él, cuando volvió a mirarme, encontrándome en la misma posición que antes, con las hojas del examen en la mano izquierda.
¿Qué de qué?- contesté.
Que qué tiene de especial ese ladrillo...
¿Cuál ladrillo?
¡El ladrillo!
¿Ladrillo de qué?- sí. Soy un cabronazo. Lo estaba intentando volver loco. Y, a merced de la mirada asesina que me dedicó, por Belcebú que lo estaba consiguiendo.
¡Basta ya! ¿Qué me estaba diciendo?
¡Ah, sí! Que si sabe quién soy yo.
Con un rápido e imprevisto movimiento, me quitó el examen de las manos. Ya no había vuelta atrás ni cambio posible.
- Ahora sí que lo sé. Así que está usted suspendido, señor Joseba Amador.
Y vosotros diréis: ¿Eeeeinnn? O, posiblemente, ¿Queloqué?... de todas formas, os lo explicaré con un poco de flashback:
Cuando yo le dije que mirase al ladrillo, me las apañé para sustituir mi examen por el primero del montón que habían dejado los estudiantes, quedándome tiempo aún para mangarle al profesor el boli "Montblanc" de encima de la mesa, saludar a cámara e ir y escribir en la pizarra "Soy un gnomo" y una flecha que señalase al profe, volviendo luego a mi posición anterior en tiempo récord. Así, dejaba mi examen a buen recaudo aunque tuviera que sacrificar el de un compañero (pobrecito... ¡Que se joda!), al tiempo que me vengaba del capullo del maestro por no saber quién soy yo. Vale que no había ido a una clase suya desde que mis compañeros me gastaron la broma de decirme que íbamos a hacer una clase práctica sobre las orgías romanas (Puta desilusión). ¡Pero eso no era razón ninguna para no saber que yo soy Lluisín!
- Muy bien... tendrá noticias mías.- le dije, mientras salía por la puerta mostrando resentimiento e indignación a partes iguales y repitiendo mentalmente "jódete, jódete, jódete y si te queda tiempo... jódete".
A la salida me esperaba la salida, digoooo... la Moni, con el resto del Equipo U.
- ¿Qué? ¿Nos vamos de fiesta?
Y si eso pasó sólo en mi primer examen, os podéis imaginar lo que podría pasar en los siguientes. Aunque mejor, no os lo imaginéis, esperaros al próximo relato y no me seáis cabrones. Y bueno... Me toca lo de siempre. Pediros comentarios. Rogaros comentarios. ¡Mendigaros comentarios como si fuera un puto vagabundo! ¡Pues no! ¡Que os den! ¡Podéis iros a tomar por culo! ¡Ya no me sale de los cojones perder mi dignidad por un par de comentarios! ¡Yo valgo demasiado como para arrastrarme! A partir de ahora, ya no pediré más comentarios para que se inflen los números del pendejo bastardo de Caronte. Ya no pido comentarios.
Eso sí. Si no llego a quince comentarios, no publico el siguiente capítulo. ¡A cabrón no me gana ni Dios!
¡Nos vemos en el McDonald's!