Llevo tiempo soñando
Seguro que encontraré a alguien que me descubra su piel así...
Todo empezó como habíamos planeado.
Llegué a su casa, piqué a la puerta de la calle, y sin preguntar me abrió. Al llegar a su casa, la puerta estaba entreabierta, y en el pomo, anudado, un pañuelo largo, no muy suave.
Me tapé los ojos con éste, y con su mano cogió la mía y me condujo por el pasillo, pero la paré… deseaba tanto aquello que no pude evitar abrazarla, casi con miedo. Me llevó al sofá y me acomodé. Tomó mis dos manos con las suyas y las puso en sus mejillas, en sus labios, pude notar la forma de su cara, sus ojos, bajé por el cuello; percibí claramente su olor mientras ella, despacio, conducía mis manos por sus hombros por su dorso… le gustaba que la tocara con firmeza, pero despacio, como si quisiera saborear como mis dedos surcaban su piel. Tomé sus pechos entre mis manos por primera vez, tibios, suaves, no muy grandes pero firmes, proporcionados…
En ese momento no había otra cosa en el mundo que su piel y la mía, y la deseaba con fuerza, pero no con ansia. Tampoco sabía qué aspecto tenía, si era musulmana o vietnamita, y no conocía su voz, pero conocía su aroma, su tacto, sabía cómo deseaba que la tocara, y pronto conocería su sabor.
Me puse de pie, y como si bailáramos, pasé nuestros brazos sobre su cabeza para que girara y estar a su espalda. Mordisqueé su cuello mientras mis manos recorrían su dorso, sus pechos, buscaba el calor de su ingle… ella desabrochaba hábilmente mi pantalón y escuchamos como mi cinturón golpeaba el suelo.
- Véndame a mí…