Llevé a mi esposa al doctor

Lo que puede suceder en cuna consulta al ginecólogo cuando éste no tiene a su asistente.

Hola mis queridos amigos, para quienes leyeron mi primer relato titulado "Gloria" (sexo con maduras), ahora les traigo una experiencia que me sucedió con mi esposa.

Hace apenas unos meses, mi esposa Martha y yo habíamos empezado a fantasear con la idea de hacer un trío, pero todo quedaba en una simple fantasía. Debo reconocer que cuando pasaba esto, era cuando más satisfactorio era tener sexo.

Así pasó el tiempo y un día mi esposa me dijo que tenía una molestia con el dispositivo y me `pidió que la llevara al ginecólogo quien es amigo mío desde hace muchos años. Total que hice la cita y me dieron esta para el siguiente sábado en la mañana.

Llegamos en punto a consulta y mi amigo el doctor nos hizo pasar a su consultorio para ver cual era el problema de mi esposa. Una vez sentados frente al escritorio de mi amigo, empezaron las preguntas de rutina como que cuando empezaron las molestias y el por qué de estas. Así pasaron unos cinco minutos cuando le pide a mi esposa que por favor se desvista detrás de un biombo y que pasara a la sala de exploraciones para una revisión.

Yo no me había fijado como se había vestido mi esposa en la mañana, pero cuando la vi de espaldas para cumplir con las indicaciones del doctor, me di cuenta que llevaba un vestido floreado muy delgado y unas medias blancas que desde esa perspectiva permitía ver el rico y bien formado trasero de mi mujer, quien mide 1.55 mts de estatura con formas muy bien delineadas y unos pechos medianos pero preciosos, con un color de piel blanco y lo que más me gusta es que tiene lleno de pecas el pecho.

Bueno pero continuando con lo sucedido, ella se despojó de toda su ropa quedando únicamente con sus medias blancas (que por cierto traía liguero) y sus zapatos de tacón, y una delgadísima bata semitransparente típica de consultorio. Una vez hecho lo anterior, se dirigió a la mesa de exploración que quedaba en un privado junto al consultorio de mi amigo y gritó que ya estaba lista. En esos momentos mi amigo me pide que lo acompañe por que su asistente no pudo asistir ese día a trabajar y que por ética siempre tenía que haber otra persona en esos momentos mientras realizaba la revisión física de sus pacientes para evitar cualquier tipo de problemas. Cuando me dijo esto, mi mente empezó a trabajar a mil por hora y ya saben uno de caliente empieza a maquinar pendejada y media.

Una vez dentro del privado, mi amigo le pidió a mi esposa que se acostara y que separara y subiera sus piernas en los descansos de la mesa de exploración, en esos momentos yo ya tenía la verga bien parada pensando en puras cochinadas. Así fue como empezó la exploración, primero de manera exterior y después la interna, pero desde el principio yo me había percatado de que mi amigo estaba un poco incómodo puesto que caminaba algo así como que un poco jorobado, o sea con las nalgas hacia atrás, como que tratando de ocultar el bulto en sus pantalones pero no le di importancia. En el momento que empezó su exploración por la zona púbica de mi esposa, noté que sus movimientos eran más cachondos que profesionales, inmediatamente miré a mi esposa a la cara y me percaté que ligeramente medio cerraba los ojos y que empujaba su cadera ligeramente hacia adelante como alentando lo que estaba haciendo. Cada vez era más patente lo que mi amigo le hacía a mi mujer y ella lo disfrutaba de manera muy disimulada, pero en ese momento, mi amigo se separó del lugar en el que se encontraba y caminó por un costado de la cama y se acercó junto a mi esposa para revisar los pechos de esta.

Abrió la bata que la cubría y quedaron expuestos esas hermosas tetas blancas con unos pezones que parecían ya para ese momento de piedra salpicados por un mar de pecas que me tenían la verga mas dura que el acero. Yo continuaba solamente viendo el tratamiento que recibía Martha por lo que me puse del otro lado de ella, o sea, que estábamos cada uno de nosotros de frente y ella en medio acostada, con los ojos cerrados, un color rojizo en su cara, con las piernas abiertas y el pecho desnudo pidiendo a gritos ser atendida. Para esos momentos yo ya estaba bastante turbado por la situación, pero seguí callado y mirando lo que sucedía. Acto seguido, mi amigo con su mano derecha empezó a palpar el seno derecho de marta, primero por la parte de arriba y luego bajando por el costado hasta la base de este, para luego subir por el centro hasta llegar al pezón el cual era masajeado en círculos de afuera hacia adentro hasta llegar a la cresta de este. Para esos momentos, se notaba que mi esposa transpiraba lujuria y sólo se limitaba a cerrar los ojos y a contestar de manera muy sensual cuando mi amigo le preguntaba si le dolía decía la cabrona que solo un poquito en tanto que el Cabrón de mi amigo pasaba de un seno a otro como si se tratara de una piedra caliente.

Nuevamente el doctor regresó a la zona del vientre sentándose en su banquito de trabajo en medio de las piernas de Martha y se colocó unos guantes de látex y un poco de gel en los dedos de la mano derecha y le dijo a mi esposa que tal vez iba a sentir un poco de frío pero que de inmediato se le quitaría. Lujuriosamente el galeno, comenzó a hacer movimientos en los labios de mi esposa, de arriba abajo, como si pretendiera excitarla y para no tener problemas con nosotros, inmediatamente dijo que lo que hacía era efectivamente tratar de lubricarla de manera natural y así poder realizar mejor su trabajo.

Yo solamente veía como mi esposa se mordía los labios para no delatarse de que estaba disfrutando de lo lindo la visita al doctor, pero lo que yo no entendía era el por que si yo estaba enfrente no decía nada o intentaba detener a mi amigo. O tal vez ustedes se preguntarán por qué yo no hacia nada. Pues simple por que lo estaba disfrutando, por que sin quererlo parecía que estábamos mi esposa y yo a punto de lograr esa fantasía que habíamos tenido, motivo por el cual decidí que las cosas siguieran sin decir nada.

La exploración continuaba y veía como mi amigo ligeramente sudaba de la frente mientras sus movimientos en la zona vaginal de mi esposa eran más profundos como buscando el famoso e intrigante punto "G", hasta que en una de esas Martha dio un pequeño grito que desconcentró a mi amigo de su labor preguntando este si la había lastimado a lo que ella contestó que estaba bien que continuara. Entonces con más cuidado y abocándose ahora así a su trabajo, el doctor sacó de un cajón una especie de pinzas que sirven para abrir la vagina y poder revisar el dispositivo que tenía puesto. Hizo los arreglos necesarios para sustraerlo y cambiarlo por uno nuevo. Esto solo duro unos cinco minutos más pero en eso mi amigo le pidió a mi esposa permiso para seguir con la exploración con el pretexto de que si ya estábamos allí se fuera con una revisión completa. Mi esposa no dudó ni un segundo en aceptar y me miró a los ojos, yo simplemente sonreí y quedé callado.

Después de cambiar el dispositivo, aún con las pinzas abriendo los labios de Martha, el doctor sacó de otro cajón una especie de consolador explicando que se trataba de un ultrasonido (ya los conocíamos) que lo iba a utilizar para una última revisión. De otro cajón sustrajo una caja de condones y abriendo un paquete de estos lo colocó como si fuera un pene sobre el aparato e igualmente lo untó de gel y volvió a comentar lo mismo que iba a sentir un poco de frío pero que se quitaría en un momento.

Cuando empezó a entrar la punta del ultrasonido en mi esposa, pude ver como cerraba los ojos gozando de lo que le hacían mientras que mi amigo con una mano manipulaba el aparato hacia todo el interior y con la otra sobaba los labios externos, los acariciaba como sabiendo lo que iba a suceder. Luego de un rato en el que no entiendo como estuvo aguantando mi esposa la tortura que recibía, mi amigo sacaba de la vagina el aparato y lo pasaba por el ano de Martha sin penetrarlo, una y otra vez para luego preguntarnos que si en nuestras relaciones incluíamos el sexo anal, a lo que ella le contestó que sí y que muy frecuente. Mi amigo se notaba muy nervioso pero en eso veo que mi esposa me hace señas de que me acerque a su lado por lo que en un instante ya junto a ella me agaché y le pregunté al oído que qué quería.

No me contesto, solamente sentí su mano sobre mi bulto que buscaba la bragueta para abrirla y sacarme la tranca. Me pidió que me acercara más a su cara y me empezó a dar lengüetazos en la punta del pito y con la mano a hacerme una chaqueta como pocas veces mientras notaba como su cuerpo se movía al compás de las caricias de mi amigo y de los movimientos que este hacía con su aparato consolador. El ni cuenta se había dado de lo que mi esposa me hacía cuando Martha vuelve a dar otro grito ahora sí más fuerte y entonces mi amigo sorprendido de lo que vió cuando volteó hacia nosotros preguntó que si la había lastimado. Se quedó petrificado y más cuando Martha le dice que no que siga con lo que está haciendo pero que prefería que le quitara el aparato y continuara como quisiera. Mi amigo me miró a los ojos y yo le contesté apúrate cabrón que otra oportunidad como esta y con nosotros no la vas a volver a tener jamás. Ni lento ni perezoso se volvió a sentar en su banco de trabajo con la diferencia de que ahora la exploración de la zona vaginal la estaba haciendo con la lengua, Martha estaba hecha una sopa, mojada de la cola como si se acabara de salir de la regadera.

Yo por mi lado, estaba hecho un loco por la escena que habíamos armado entre los tres, una escena clásica de película pornográfica de la cual éramos protagonistas, mi esposa con una verga en la boca chupándome hasta los huevos, desnuda y sobándose las chichis que tenía al aire y por la otra un cabrón mamándole el mono como si fuera un helado. Martha nos pidió que mi amigo y yo cambiáramos de lugar para que se la pudiera meter y ella mamársela a el. En el breve camino que me separaba del lugar al que me dirigía, aproveché igual que mi amigo para quitarnos los pantalones y estar más cómodos. En ese momento en el que me acerqué a la cola de mi mujer mientras esta tomaba el nabo del doctor en sus manos y empezaba a chupárselo, me dí cuenta de que su vagina parecía una rosa por el color de los labios y la inflamación de estos y ni lento ni perezoso, acerqué la punta de mi verga a esos ansiosos y desesperados labios y la comencé a frotar de arriba a abajo.