Llevando a Edith a su casa
Terminando una cena decidí llevar a una compañera de trabajo a su casa, nunca pensamos en engañar a su prometido, pero lo hicimos.
Hace un par de meses, en la oficina, empecé a tratar un poco más a Edith una chica linda y atractiva, me llamaba la atención siempre que nos cruzábamos en el camino.
Edith es una chica de 22 años, es delgada y de cabello lacio color castaño, mide aproximadamente 1.70 de altura, sus piernas son delgadas, es poseedora de una bonitas nalguitas que están bien paradas y redondas. Su cintura es delgada y le hace ver un cuerpo espectacular, así como sus senos que a pesar de no ser muy grandes, están firmes y dignos de observar.
A Edith le gusta vestir muy sugerentemente, casi siempre anda con pantalones ajustados a las caderas y de blusas de tirantes; siempre usa zapato de tacón que le ayuda a realzar sus nalguitas y le ayudan a ver sus piernas más torneadas; usa lencería de encaje blanca preferentemente y muy pequeña.
En una ocasión después de una cena a la que fuimos invitados todos los compañeros de trabajo, para festejar el aniversario del despacho, me ofrecí a llevarla a su casa ya que su novio no había podido asistir al evento. En el camino a su casa yo le confesé que me gustaba y que me atraía muchísimo, y ella contesto tajante que eso no podía ser, que ella estaba comprometida con Ricardo y que nunca le había sido infiel.
No le insistí, por la decepción que me había causado su respuesta, por lo que decidí no volver a tocar el tema. Antes de llegar a su casa, me dijo que me estacionara para no dejarla frente a su casa o donde su pretendiente pudiera vernos. Yo le comenté que si nos veía me lo tenía que agradecer por llevarla sana y salva, pero ella no lo vio así. Total me estacioné cerca de su casa, se despidió de un beso en la mejilla y me dijo: sólo tengo una duda Paco, es verdad lo que me dijiste?, yo sólo asentí con la cabeza pero insistí en que no volvería a mencionarlo y que me quedaba claro que eso no podía ser; y respondió: lo que pasa es que tú también me gustas y me he dado cuenta de cómo me miras y como hace lo posible para estar cerca de mí, y la verdad que me encanta que lo hagas.
No la deje terminar y me acerque lo suficiente sin besarla para decirle si podía besarla. Al principio trato de alejarse pero no la dejé, le fui dando pequeños besos, y ella fue cediendo, hasta que no puso mayor resistencia. Comenzaron las caricias por todo su cuerpo, pase mis manos por su cara, por sus senos que se encontraban aprisionados por una linda blusa de generoso escote, sobándolos cuidadosamente, por sus piernas que lucían radiante con esa minifalda negra ajustada a su cadera, puse una de mis manos entre sus piernas para sobarla con un poco más de fuerza. Entonces se separó y dijo: no puedo hacerle esto a Ricardo, nos vamos a casar en unos meses. Como si no la hubiera escuchado arranqué y me fui a buscar un motel, para no estar en la calle.
Al llegar a la habitación, sin más preámbulo se desvistió pidiéndome lo mismo, para no tardarnos ya que su prometido la esperaría en su casa hasta que llegara. Desnudos en la cama, ella me beso suavemente la boca, el cuello, el pecho, mordiendo cada uno de mis pezones, y se enfilo a mi erecto pene. Lo besó dulcemente antes de meterlo a su boca, le daba con la lengua y lo pasaba por sus labios, de repente lo introdujo en su boca y lo ensalivo por completo, así una y otra vez, su cara estaba toda mojada por las maniobras que ella ejecutaba.
Conforme lo hacía le fui jalando su pierna para poder meter mi lengua en su conchita, al estar en posición y comprobar que estaba muy mojada, le saboree unos minutos y ella me pidió que me la cogiera, así textualmente. Se acostó boca arriba, me acomode sobre de ella y la penetré, la sensación de sentirla mojada y calientita fue muy excitante, y vino su primer orgasmo, ahora lo se, porque cada que suceden me pide que me detenga que no me mueva para disfrutarlo.
Era un momento excitante, coger con Edith la prometida de un compañero de trabajo y que estaba a punto de casarse en un par de meses.
Y luego el segundo, con los cuales me dejo tremendos rasguños en la espalda, y como desquite no me detuve y seguí bombeando provocando unos gritos en ella tan excitante que terminaron por hacerme eyacular. Descansamos un poco y le pedí que se pusiera sobre sus rodillas, pero me dijo que esa posición no le gustaba. Entonces le pedí que se acostara boca a bajo.
Al estar boca abajo la penetre y empezamos a coger nuevamente, esta posición me calienta demasiado, por lo que me la cogida aumento de ritmo y de fuerza, cada empujón, cada metida era con más fuerza y provocaba grito mas y mas excitantes; con mi pierna le flexione la pierna derecha, y mientras seguía con mis embestidas, siguió la izquierda; y así logre tenerla de rodillas en posición de perrito. Ella gritaba hasta que tuvo un orgasmo más, más intenso que los anteriores, me pidió que me detuviera pero al instante no le hice caso. Me detuve conforme ella se iba desmoronando en la cama. Rico muy rico.
Mientras se recuperaba le pregunte si le gustaba el sexo anal, y me respondió que eso ni a su prometido se lo permitía. No insistí, pero quien iba a decir que en otro de muchos encuentros iba a pedirme que solo me la cogiera por ahí.
Finalmente ella decidió enjuagarse el cuerpo, por el sudor que nos delataba. Yo hice lo mismo, antes de vestirme ella se acercó y me dijo lo mucho que le gusto como cogimos. Se puso muy melosa y cariñosa, y empezó a masturbarme, y luego se la metió en la boca, repitiéndome que le avisara antes de eyacular; no lo hice, eyaculé en su boca, cuando la vi tenía mi semen en su boca moviendo la cabeza como desaprobando lo que había hecho. Me los enseño y se los pasó, después me dijo: no vuelvas a hacer eso cabrón, me gustan pero avísame antes de hacerlo De ahora en adelante serás solo mío y no pretendo compartirte con otra puta que sea de tu agrado a menos que yo esté de acuerdo.
Le había quedado un poco de semen cerca de su boca, se le salió cuando me mostró que los tenía, entonces me acerque y le dije te faltaron estos, y con la punta de la lengua le metí el semen a su boca, recibiéndolos gustosamente, exprimiendo mi lengua para que asegurarse de que no faltara nada.
Minutos más tarde la dejaba a una cuadra de su casa donde la debería estar esperando su prometido; actualmente nos vemos una vez por semana para disfrutar de ricas sesiones de sexo en la mañana, dado que ella trabaja en el despacho en la tarde y es cuando está junto a Ricardo.