Llevame a tu casa

Un hombre bajito, calvillo, regordete y con gafas; casado hace dos años conoce en la playa a una mujer espectacular... Y termina participando en una orgía en Madrid con cuatro chicas desnudas.

LLEVAME A TU CASA

Llevaba casado dos años. Soy calvillo, regordete, con gafas, algo bajito. Tengo 33 años.

Fui con mi mujer a la playa. A la zona de Castellón.

Un día estábamos en la playa, tomando el sol, cuando vi que a nuestro lado había una mujer formidable, rubia, bronceada, diosa, bella, alta. Maciza. Estaba en top less y tenía todo el cuerpo untado de aceite.

De pronto la diosa hizo un movimiento y se me quedó mirando a mí. Yo la miraba boquiabierto. Y entonces va y me dice:

  • Llévame a tu casa.

Lo primero que hice fue mirar a mi mujer. Pero vi que no estaba. Estaba chapoteando en el mar.

Y no me dijo nada más.

Esa noche le di vueltas a la cabeza. Aquella afrodita me había dicho aquello: "llévame a tu casa". Debía ser ninfómana. Debía pasar algo raro. ¿Se trataría de una broma de algún amigo o compañero del trabajo?. El caso es que no me atrevía a hacer nada. De momento.

Dos días después volvimos a sentarnos a su lado.

Esta vez no me dijo nada. Pero es que mi mujer, Loli, no se marchó ni por un momento de allí. Maldita.

Cuando regresamos al apartamento Loli va y me dice:

  • No te has dado cuenta.

  • ¿De qué?.

  • De esa mujer que teníamos a nuestro lado.

  • Pues no.

  • No te diste cuenta de que era un hombre. No te fijaste en su tanga.

¡Así que ese era el gran secreto!

Dos días después pensaba que por eso me había dicho aquello de "llévame a tu casa". Lo que significaba que era verdad. Era una transexual de esas. Que quería estar con un hombre. Y ese hombre era yo. Lo que en un principio podía hacer que me inhibiese se convirtió en todo lo contrario. Aquella "mujer" me deseaba. Nunca estuve, ni estaré con una mujer así. Tenía que aprovechar la oportunidad. Estaba empalmado. Y estoy bien dotado. Es lo mejor que tengo. Mide 19 centímetros. ¡Posiblemente se había dado cuenta de eso!.

Mi mujer se marchó a misa de 6.

Miré por el balcón y me sobresalté. Allí estaba ella, tumbada en la arena. ¡Que cuerpazo! ¡Que culamen! ¡ Que tetazas! ¡Que tatuaje en un brazo! ¡Que leona! ¡Que Venus de las estrellas!.

De pronto se levantó mirándome y me hizo un signo con el brazo diciéndome que si subía. Y con un movimiento de labios. Era una mujer perfecta. Una playmate de revista.

Dije que sí pero luego bajé lo más rápidamente posible. Le dije que teníamos que ir a su apartamento porque mi mujer podría venir en cualquier momento de misa de 6.

Me tropecé con el ascensor, las escaleras, y la puerta de su casa. Eran los nervios. Me sacaba la cabeza de estatura.

Se quitó el tanga y efectivamente vi su cosa colgando. Me daba igual.

Me apreté a ella por detrás. Y hacíamos como si folláramos. Sólo que era una polla contra otra polla. Las dos se pusieron duras. Tenían la misma talla.

Ella se puso a chupármela: "joder". Después se la metí por su culo. Toda dentro. ¡Que tiarrona!. Aunque pequeño soy bastante robusto y me la senté sobre la cama. "Ay, ay, ay", hacía ella. Se la saque del culo y me la senté encima apretando nuestras pollas. Nuestras respiraciones eran calientes. Se la clavé en su culo, aceitoso y aromatizado. Ella comenzó a menearse demostrándome lo experta que era. Conseguí tumbarla y moverme encima. Estaba a punto de correrme dentro. Se la saqué y se puso a pajearme muy rápidamente. Se dio la vuelta y me dijo:

  • Apriétame tu polla sobre la mía.

Así lo hice, corriéndome y llenándola de esperma, al mismo tiempo que ella también se corría. ¡Qué calientes nuestras leches juntas!

  • Ves como soy más vulnerable que tú. No te he hecho casi nada y me he corrido- me dijo.

Me había enloquecido. Sería capaz de pedirle el divorcio a mi mujer.

Le dejé mi tarjeta y mi teléfono y quedamos en que me llamaría en Madrid.

Meses después, ya en invierno, recibí una llamada de teléfono. Era ella.

De nuevo fui a su casa. Había un espacioso salón y luego un gran dormitorio con una inmensa cama de agua. Creo que no era su casa sino un picadero. Estaba ella. ¡Pero que sorpresón me llevé! ¡Cómo latía mi corazón!. Allí sentadas en los sofás había tres mujeres más. Y no trans sino mujeres.

Había una chica muy jovencita, de unos 19 años llamada Laura. Otra de unos 26 0 27 llamada Patricia. Ambas eran de pelo castaño, muy atractivas, delgaditas pero pechugonas. Podían ser hermanas. Pero no lo eran. Y la tercera mujer era Eva, de unos 48 años y una tía espectacular. Tan corpulenta o más que mi transexual a la que llamare Nadia. Esto se debía a que Eva era una fanática del fitnes. ¡Que cuerpazo! ¡Qué brazos! ¡ Que diosa!. La verdad es que parecían una trans acompañada de tres tortilleras. Pero la verdad es que eran unas salidillas bisexuales. Las cuatro.

Al verlas ahí mirándome de arriba abajo a un chico como yo, me pareció que estaba como en una trampa. Me dio miedo. Pero también deseo. Me fije en sus bocas, sus gestos, sus miradas babeantes y obscenas. Sus tatuajes de piratas.

  • ¿Que me vais a hacer? – les dije.

  • Que te vamos a follar el culo- me dijo la más jovencita.

  • Eres como un cerdito – me dijo Patricia

  • Te vamos a hacer de todo, hombrecillo- me dijo la musculosa Eva.

  • Y te vamos a poner perdido de semen – me dijo mi trans.

  • Méteme la polla entre las tetas – me dijo la jovencita Laura.

Se la metí. Y ella las apretaba bien.

  • Eres un maricón de mierda.

Desde luego que una cría tan jovencita te diga esas cosa.

Patricia me puso el clítoris en la boca y se lo lamí.

  • Mereces que te dé una hostia – me dijo.

Eva, la fuerte, se acercó y me pegó un cachetazo en mi cuerpo desnudo, gordete, blancuzco y libidinoso. Y luego Laura. Y también Patricia. Y mi trans. ¡Que pervertida era Laura!. Era la que más fuerte pegaba.

  • Te vamos a dejar de pegar porque sino te vamos a matar.

Froté mi polla sobre el clítoris de Eva.

  • Te vamos a emputecer – me dijo.

  • A mí métemela por el culo – me dijo mi trans.

Y así lo hice. Mientras las otras abiertas de patas se acariciaban y se metían las manos en los chochos. Y se corrían aunque no lo decían pero se notaba por sus gestos y lamentos.

Se levantó Laura y me aterrorizó. Se había puesto un pene de esos de plástico atado a su cintura. Y lo estaba untando de vaselina.

  • Ahora te vas a enterar de lo que es bueno...Ven aquí...He dicho que vengas cerdito...Pero ponte de rodillas- decía gritando histérica pero con la voz de una niña-. Abre el culo...Que abras te he dicho...

Y lo abrí y me metió aquella cosa por el culo. No me gustaba. Me dolía pero aquella oportunidad de estar en una orgía con mujeres desnudas no la podía desaprovechar.

Gracias a Dios tras hurgar un rato me dejó el culo en paz. Para tirarse sobre la alfombra a masturbarse compulsivamente.

  • Méteme la mano en el coño – me dijo Patricia.

Se la metí. Me llegó a dar asco.

Eva se acercó a mí y se frotó su clítoris sobre mi polla. Y mi trans me la meneaba.

  • Déjale joder, haber si se va a correr y me quedo a dos velas, coño, me cago en la puta- le dijo Eva enfurecida.

Laura se puso a chuparme la polla.

  • Ha sido genial te lo mereces – me dijo.

  • Tu recompensa – me dijo Patricia que me obligó a que se la metiera por el culo mientras se masturbaba el clítoris lo menos 5 minutos.

  • No quiero que te corras- me dijo Eva con rabia meneándome la polla con la fuerza de sus brazos más fuertes que los míos. Así una y otra vez -. No quiero que te corras...No te corras todavía...- ¡Qué gesto de rabia ponía! Toda la cara se contraía.

Mi trans se sentó sobre mí dándome la espalda y consiguiendo frotar nuestras pollas.

Luego Laura con un salto felino colocó su clítoris sobre mi polla enrojecida y hecha polvo.

Patricia me seguía obligando a meterle la mano por el coño. Y le salía agua. Y se lo hice también a Eva la gimnasta.

Nadia se volvió a frotar su polla contra la mía hasta hacerme correr. La puse perdida.

  • Ahora té quedas ahí mirando por tonto – dijo Laura.

  • Eres un hombrecillo no has aguantado nada – dijo Patricia.

  • Te mereces que te peguemos una paliza como al principio, mira esos cardenales que tienes- dijo Eva, la burra.

  • Me voy a correr en tu boca- me dijo mi trans.

Las tres tías se abalanzaron sobre Nadia.

Me puse celoso.

  • Pero que maricón de playa estás hecho- me dijo Laura.

Creo que la que más me gustaba era Laura.

La trans le metió el dedo en la boca a la jovencita Laura. Y le metió la polla en la boca a Patricia.

Cogió los pechos duros de Eva.

Comenzó a follarse por el culo a Laura.

  • Vas comprendiendo quien manda aquí- me dijo ella.

Nadia raspo con sus uñas los pezones de Patricia.

  • Nadia déjate hacer – le dijo Eva, que se sentó sobre la trans introduciéndose la polla en su vagina. ¡Qué dos cuerpos enfrentados! Parecían dos panteras. Del coño de la mujer atlética salió un montón de agua.

Nadia al mismo tiempo acariciaba vertiginosamente el clítoris de Laura.

Fue en ese momento cuando comente que mi mujer no me importaba pero que no me gustaría que mi jefe se enterase de esto.

Y recibí dos contestaciones. Una de Laura y otra de Patricia.

  • Giliputa.

  • Hijopollas.

Nadia tenia metida la mano en la boca de Patricia. Y media mano metida en la vagina empapada de Eva. Laura acercó sus pechos deliciosos a la trans.

  • Estrújamelos y vuélveme loca.

Y es lo que hizo.

Patricia masturbaba la polla de Nadia que cerraba los ojos.

  • Se me pone la carne de gallina con vuestras delicias- les dijo.

Eva le cogió la polla y se la metió entre las tetas. Las dos devoradoras de hombres se deseaban ciegamente. Mi corazón se aceleró por los celos. No sé quien quería ser. Quizá las dos. Ambas eran más mujeres que yo.

  • Méteme la mano por el culo – le dijo la sucia de Laura. Parecía una perra rabiosa. Tan jovencita y golfa.

Nadia se la metió.

Patricia llevaba uno de esos penes de plástico y se la metió toda a la trans.

Eva no podía dejar su boca en paz. Las dos leopardas morreaban.

Laura estrujó los pechos grandes de Nadia. La trans le comía los pechos a Patricia. Y Eva también le puso las tetas en la boca.

Con la punta de la lengua lamía los pezones de Laura. Y acarició con su polla el clítoris de Patricia que se revolvió con un orgasmo. Y le lamió el clítoris a Eva que eyaculó agua nuevamente.

Le metió los dedos con sus uñas rojas a Laura que tuvo un orgasmazo.

La trans se folló a Eva. Tumbada sobre ella, apoyando los brazos a ambos lados del suelo. Las dos diosas hermafroditas. De almas tiernas y carnes duras. Laura azotaba las nalgas de Nadia, y Patricia la acompañaba. ¡Que ferocidad la de Laura! . Patricia le metió un dedo en el culo a Eva y Laura a Nadia. Mientras hacían el coito. A Eva se le notó una corrida bestial.

Nadia no aguantaba más. La diosa se levanto masturbándose, se acercó a mí y se me corrió encima llenándome de semen. Eyaculó mucho más de lo que yo soy capaz de hacer.

  • Te has enterado ya hombrecito – me dijo Laura.

Laura salía con un chico, un chulito de piscina, que no sabía como era su novia. El muy tonto se había tirado a una chica hace poco. Pensaría: "le he puesto los cuernos, que hombre soy,jo,jo,jo", el muy cretino. No conocía a su encendida y encelada novia.

Eva estaba divorciada. Era bi. Pero prefería las mujeres.

Patricia era less. Bueno a medias. Tenía una novia que no sabía que se apuntaba a orgías en las que participaban también hombres.

Nadia era trans y bi.

Eran feministas pero lo que me hacían no era una venganza sino un juego...Un juego sexual. Les gustaban los hombrecillos y las trans tetudas.

Nadia y yo nos quedamos sentados en el sofá. Desmadejados. Laura, Patricia y Eva se fueron a la gran cama de agua.

Me acerqué parea ver que pasaba.

Laura y Patricia azotaban el cuerpo fibroso de Eva.

  • Pero dejadla en paz – dije yo. Era mentira me estaba volviendo un pequeño pervertido. Dicen mis amigos que soy como Woody Allen y López Vázquez.

  • A esta- dijo Laura-. A esta tortillera...Ni las pipas...En cambio a Patricia y a mí nos gustan los hombres.

Laura se desgañitaba. Estaba algo afónica. Era demasiada agresividad la que ponía para unas cuerdas vocales tan tiernas.

  • Chúpame la polla que sabe a leche- me dijo a mí.

Laura parecía la niña del exorcista.

Los azotes con las palmas de las manos convertían a Eva en una mujer bellísima; una virgen maltratada por dos chulas.

Vi como Eva le lamía la vagina a Laura, la de la voz ronca. Y Patricia le metía una parte de la mano a la chica fitnes. Y le acariciaba los pezones con dulzura. Después pasó a lamerle el clítoris a la jovencita. Y acerco sus tetas para que Laura las toqueteara. ¡Qué pinta de ninfómana salida tenía Laura! Patricia se puso uno de esos penes de plástico y se lo metió a Eva que tuvo uno de sus habituales orgasmos en los que se mueve todo el cuerpo. Y Laura le lamía las tetas. Patricia le acariciaba el clítoris con fuerza casi masculina. Laura le estiraba los pezones. Se detuvo para sonarse los mocos con un asqueroso pañuelo y siguió tironeando. Eva se los tironeo a Patricia que pego un grito. Laura le chupaba los pezones a la madura.

Patricia le metió algo de la polla de plástico por el culo.

  • No me castigues con eso- grito Eva.

Eva le puso uno de sus pezones erectos en el orificio medio abierto del culo de Laura.

Terminaron cansándose.

Las oí hablar sobre implantes de pecho. ¡Si ya los tenían grandes!.

La cuatro estaban tatuadas, sudorosas y eran unas guarras con el sexo.

Cuando salieron les pregunte que porque me odiaban.

Me dijeron que no me odiaban y todas me dieron besos en la cara y en la cabeza, incluida mi trans.

  • Se trata de un juego – dijo Eva.

  • Te queremos- me dijo Laura. Y me sonrojé-. Pero queremos que vuelvas otro día.

  • ¿Cuando?- pregunte.

  • Mañana- dijo Patricia.

  • Mañana no puedo...Tengo que estar con mi mujer...

Lo comprendéis. Era un lujo estar con aquellas mujeres bellísimas, transexualizadas, ninfomaníacas, poderosas y llenas de iniciativa. Si eso le pasa a cualquier hombre haría lo mismo. Estoy seguro.