Llevada por la noche.
Podía notar su dureza rozar mi vientre. Su aliento en mi cuello me hacía sentir escalofríos por todo el cuerpo .Sus manos en mi espalda, acariciando lentamente, me hacían cerrar los ojos para sentirlo más aun.
Podía notar su dureza rozar mi vientre. Su aliento en mi cuello me hacía sentir escalofríos por todo el cuerpo .Sus manos en mi espalda, acariciando lentamente, me hacían cerrar los ojos para sentirlo más aun.
Ni sé cómo se llamaba. Lo había conocido hacia un ratito en la barra. Me invito a una copa, me callo simpático. En su dedo quedaba la marca de un anillo de casado. Poco me importaba. Yo era libre, el problema era suyo.
Había salido dispuesta a ligar esa noche y, si podía, no se me iba a escapar.
Vestía un ajustado pantalón vaquero. Una camiseta muy mona dejaba adivinar un pecho amplio y confortable. Sus manos eran delicadas, muy suaves. En su voz había un “algo” que me seducía. Su charla era animada, se notaba cierta educación de universidad.
Su nombre no pude oírlo cuando se presento, la música apenas si dejaba escuchar. Tampoco me importaba mucho.
Me invito a bailar en la pista de lentas y, dejando la copa en una mesita, nos dirigimos hacia allí.
Desde el primer momento se pego a mí. Era de esos hombres que se sienten seguros. Me gusta eso en un hombre. Normalmente se cortan cuando están conmigo. Puede ser por mi casi metro ochenta de estatura, que no sea fea o que mis pechos ocupen una copa del 90.Se que estoy muy buena a mis 35, ¿para qué mentirnos? Lo supe desde que empecé a darme cuenta de lo que eran los chicos y me interesaran.
Recuerdo que, el primero que tuve en mis brazos, el pobre se me vino apenas puse mi mano sobre su paquete. Cierto que era muy joven, apenas 17 años, pero...en fin, ¿para qué recordar?
Siempre fui muy activa sexualmente. Creo que empecé a masturbarme apenas con 12 años. Mi primer polvo serio seria a los 15 y, después de ese, vinieron muchos más. Nunca fui mujer de un hombre. No me gusta la monotonía. No me gusta estar atada a un pene habiendo tantos en el mundo. Mi sexualidad y mi libertad están por encima de ataduras de pareja. Creo que al único que he aguantado en mi cama es a mi consolador, llevo muchos años con él y me queda de vicio.
Note sus manos resbalar hasta alcanzar mi culo, me apreté un poco contra él para sentir su paquete bien pegado. Sus labios buscaron los míos y me deje besar. Su lengua hacia diabluras con la mía. Me mordía los labios, me absorbía la lengua hasta lo más profundo de su boca.
Mis braguitas se estaban poniendo al rojo vivo.
Bailamos por un buen rato, hasta que el me pidió dirigirnos a la mesa donde habíamos dejado las copas. Nos sentamos muy juntos y brindamos por aquella mistad que estaba naciendo. Amistad o polvo rápido, llamadlo como queráis.
De nuevo se acerco a mí y busco con su boca la mía mientras su mano resbalaba por mi estomago subiendo en pos de mis pechos que ya lo esperaban impacientes. Lo manoseo haciendo que mis pezones se erizaran. Su lengua no dejaba escapar ni un segundo para hundirse en mi boca como una minipolla.
Yo no estaba quieta, me gusta saber que estoy comprando, así que deslice mi mano por su muslo hasta alcanzar su entrepierna. Lo que note me gusto. Estaba duro, no era pequeño, latía al compas de mis caricias. Me gustaba el género.
Se separo lo justo de mí para dar un sorbo a su vaso. Aproveché para calmar mi respiración que ya estaba más que acelerada.
Charlamos por un momento y, cogiendo su mano, le pregunté si estaba casado. Pareció pillarle por sorpresa.
.-Bueno, algo así-Contesto
.- ¿Cómo que algo así? O lo estas o no lo estás
.-Bueno si, si estoy casado pero como si no lo estuviera.
.-Vaya. Pensé- ahora me tocara escuchar las mil excusas de siempre.”Ella no me quiere””lo nuestro no funciona”. Vamos, lo de siempre.
.-Te explico, no pienses que soy un infiel o algo así. Mi mujer y yo somos liberales. Nuestro matrimonio esta basado en el amor. Es decir, que la quiero y me quiere pero esto no quita para que nos gusten otras personas y tengamos la libertad, ambos, de experimentar placeres en camas diferentes.
.-Mmm...Me gusta esa forma de pensar.-Dije no muy convencida de que aquello fuese cierto.
.-A nosotros nos funciona, llevamos años así y no existen historias de celos ni nada parecido.
Cogí mi cubata de la mesa y bebí un largo trago. Lo mire buscando en su mirada un rastro de mentira pero no lo encontré. O aquello era cierto o era un actor de primera.
Volvimos a besarnos con ansias. De nuevo sus manos recorriendo mi cuerpo y las mías hacían otro tanto con el suyo.
Se acerco a mi oído y murmuro despacito.
.- ¿Nos vamos de aquí?
Conteste que si dándole el último sorbo a mi copa y nos levantamos dirigiéndonos hacia la salida.
Su coche estaba aparcado unas calles más allá. Era tarde y las calles aprecian casi desiertas. Solo algún gato rebuscando en los contenedores o un borracho tumbado en el portal de un edificio.
Íbamos caminando cogidos de la cintura. Alguna broma me hacia estallar en risas y así llegamos hasta su coche.
Una vez dentro pregunte.
.- ¿Dónde vamos?
.- ¿Que tal a mi casa?
Mis ojos se abrieron como dos faros en la noche. Él se limito a sonreír mientras arrancaba el vehículo.
.-No te preocupes. Tenemos habitaciones separadas y mi mujer no nos molestara. A no ser...
.- ¿A no ser que?
.-A no ser que este despierta y le apetezca mirar lo que hacemos. Siempre que a ti no te importe, claro.
Creo que pocas cosas me podrían sorprender a estas alturas pero aquello me dejo con la boca aun más abierta que los ojos.
.-Bueno...no sé. Esto no me había pasado nunca. Podría ser interesante. Dale caña al coche.
Nos deslizamos por las calles dirigiéndonos hacia un barrio de las afueras. No era un barrio de esos de chicos malos. Más bien al contrario. Una enorme verja se abrió para darnos paso mientras, un guardia de seguridad alumbraba brevemente con su linterna en el interior del vehículo. Nos dio las buenas noches y continúo con su guardia.
Entramos en un garaje de uno de los chalets que podía ser cualquier cosa menos barato. Detuvo el vehículo, apago las luces y salimos del. Me cogió de la cintura mientras nos dirigíamos hacia una puerta de un lateral. Junto al que acabamos de dejar había tres coches más. Todos de gama alta. Éste tío movía pasta, eso estaba claro.
Abrió la pequeña puerta y entramos en un ascensor que se activaba con llave privada. Un dulce olor llenaba el ambiente. Cuando se abrieron las puertas estábamos en un salón gigantesco. Unos grandes ventanales daban a una vista de la ciudad impresionante.En el jardín un piscina circular iluminada se veía tras los cristales.
Se aproximo a un mueble sacando una botella de whisky.
.- ¿Quieres una copa? Ponte cómoda, por favor.
Afirme con la cabeza el ofrecimiento mientras me quitaba la chaqueta y me sentaba en un sofá de piel de un blanco níveo. Escuche caer los hielos en los vasos. Él, se quito la chaqueta, después de pasarme una copa, la dejo sobre el sillón.
Se sentó a mi lado pasando un brazo sobre mis hombros para acercarme a él. Estaba un poco nerviosa. Su mujer podía aparecer en cualquier momento y no sabía que tenía que hacer. ¿Y si todo lo que había dicho era mentira? ¿y si me estaba utilizando para dar celos a su esposa? ¿Y si...?
Un beso me quito aquellas preguntas de la cabeza. Su olor me llegaba aun más fuerte que en la discoteca. Sus manos buscaron mi cintura y resbalaron por ella hasta llegar a mi muslo. Parecía no tener prisa. Subió un poco mi falda y me acaricio lentamente mientras no dejaba de besarme. Yo sujetaba su cabeza con mis manos, aquella lengua me estaba poseyendo. Era como si todo diese vueltas a mí alrededor.
Sentí su mano subir por mi muslo hasta rozar el borde de mis braguitas. Un gemido se me escapo sin querer. Mi mano había bajado hasta su entrepierna y sobaba con ganas aquella dureza. Bajé la cremallera y metí la mano buscando mi premio. Mmm...Estaba caliente y muy dura. Su gruesa cabezota chocaba contra mis dedos y me estaba calentando como una gata en celo.
Dejo de besarme, se puso en pie y tiro de mí para que me levantara. Cogidos de la mano me izo subir por unas amplias escaleras hasta dar a un pasillo con varias puertas. Abrió una y me dio paso. Era una habitación amplia, muy amplia. Un tatami en el suelo, dos puf forrados de piel blanca a su lado. La decoración muy liviana. Sus paredes eran amarillo albero y estaban decoradas con objetos tribales, pero no muy cargada.
Me quede allí parada, de pie, sin saber bien que hacer. Él se acerco a mí por detrás. Beso mi cuello mientras sus manos comenzaban a abrir los botones de mi camisa. Me la quito lentamente mientras me besaba en los hombros. Sus manos resbalaron por mi piel, desde mis brazos a mis pechos, aun dentro del sujetador.
Sentí su gran paquete rozar mi culo. Mi sujetador cayó al suelo junto a la camisa y sus manos se hicieron dueñas de mis pezones mientras me daba pequeños mordidas en los hombros.
Mis manos buscaron su cabeza para animarlo a seguir con sus caricias. Las suyas bajaron lentamente la cremallera de mi falda y abrieron la cremallera con lo que mi falda cayó a mis pies quedando en braguitas.
Para entonces mi respiración estaba acelerada, pequeños gemidos llenaban la habitación.
Las braguitas corrieron la misma suerte que la falda y quedaron arrugadas en mis tobillos.
Lentamente me dio la vuelta para poder mirarme de arriba abajo. Se abrazo a mí para sentir mis pechos apoyados en el suyo. Me beso, Su boca busco mis pezones y los beso delicadamente mientras sus manos resbalaban por mis caderas.
Se agacho para ayudarme a quitar mis zapatos y sacar las molestas braguitas y la falda. Subió lentamente y hundió su boca en mi pubis. Una descarga eléctrica me recorrió al sentir su lengua jugar con mi clítoris. Abrí mis piernas un poco y se clavo en mi interior como queriendo follarme con ella.
Se puso en pie y me arrastro hasta el tatami. Me deje caer en el desnuda, mientras lo miraba quitarse la ropa. Su camiseta dio paso a un pecho bien formado. Apareció depilado, como todo su tórax. Sus pantalones cayeron al suelo y unos bóxer apretaditos apenas si podían sujetar lo que guardaban. Éstos siguieron el camino del pantalón y su pene apareció cabeceando ante mis ojos.
A cuatro patas entro en el tatami, sé acerco a mis labios y sus manos empezaron a acariciarme con ternura. Las sentí apretar delicadamente mis pezones para después bajar hasta mi vulva y mojar sus dedos en mi feminidad que ya estaba inundada.
Yo permanecía con los ojos cerrados, apenas si podía controlar los pequeños espasmos que me provocaban sus dedos en mi vagina. Uno de ellos se había colado en mi interior y giraba lentamente rozando mis paredes interiores, lo que me provocaba una especia de pequeños orgasmos.
Giro sobre si mismo para bajar la luz hasta casi dejarnos en penumbra. Estando en esta postura me apresure a coger su miembro entre mis manos mientras pasaba mi lengua pos sus pezones. Se quedo quieto, se dejo acariciar. Bajé por su vientre hasta alcanzar aquel pedazo de polla que latía en mi mano. Estaba totalmente depilado y podía sentir su piel suave resbalar por mi palma desnuda. Cerré los ojos y saque mi lengua para saborear su glande que aparecía rojo, como congestionado. El no tener vello hacia que la mamada fuese más excitante, no había pelitos metiéndose entre los dientes ni haciéndote cosquillas en la nariz.
Me la metí en la boca para notarla en su rotundidad. Una pequeña arcada me aviso que era más grande de lo que pensaba. La saque un poco y seguía saboreando aquel helado de carne por un rato. Mi saliva resbalaba por aquel tronco venoso para ir a mojar sus testículos, que masajeaba con mi mano. Me sentía en la gloria...
Unos golpecitos en la puerta d la habitación me sobresaltaron. Él me miro a la cara mientras musitaba
.-Tranquila.
-¿Si?-dijo mirando hacia la puerta.
.- ¿Puedo pasar?
¿Te importa que pase?, es mi mujer. No te preocupes, no pasa nada.
Con mas recelo que otra cosa dije que si con la cabeza mientras miraba desconfiada a aquella puerta esperando ver que escondía.
Lentamente la puerta se abrió y la luz del pasillo se coló en la habitación. Allí parada, en el quicio de la puerta, al trasluz, se encontraba una mujer de mediana edad, rubia, de cara picarona, muy graciosa. Vestida con un camisón que poco dejaba a la imaginación al tener la luz detrás.
.-Perdonad, ¿os importa si miro? Os estaba escuchando y me ha excitado el oíros.
Él me miro para pedir permiso.
Dije que sí. En realidad, aunque la situación era extraña, no me importaba que mirara.
El tendió su mano hacia ella, y ella, dio unos pasos tras cerrar la puerta tas de sí. La habitación quedo de nuevo en penumbra. La vi acercarse a la mano extendida y sentarse en el borde del tatami lo que me permitió ver un cuerpo precioso. Sus muslos quedaban al descubierto hasta casi el nacimiento del culito. La vi sexi y provocadora.
Él se volvió hacia mi besando con fuerza mis labios como para que me relajase. Su mano volvió a coger mi pecho descubierto y sus dedos apretaron mi pezón entre ellos hasta arrancarme gemidos de placer.
Yo no quería mirar, me daba cierta vergüenza encontrarme con los ojos de su mujer, así que tenia los míos cerrados mientras el volvía a resbalar por mi cuerpo hasta llegar a mi vulva.
De nuevo su lengua busco mi clítoris y mis piernas se abrieron casi mecánicamente para darle paso. Lo sentí abrir mis labios con sus dedos y ahondar su lengua en mi intimidad. Largos lamentos de placer escapaban de mi boca. Mis manos acariciaban su cabeza y mis caderas se disparaban hacia adelante buscando el contacto de su lengua.
Abrí los ojos un momento y vi como su mujer resbalaba una mano por su pecho lentamente. Como buscando su placer. Tenía los pechos bonitos, un poco mas pequeños que los míos, pero apetecibles. La otra mano acariciaba la pierna del hasta llegar a su rodilla.
Cerré de nuevo los ojos y no me importo lo que ella hiciera. Solo quería sentir aquella lengua martillear mi clítoris hinchado y sentir placer.
Él se separo un poco de mi para empujarme suavemente y darme la vuelta. Quería saborear mi culito, rodé sobre mis caderas y lo deje expuesto a sus caricias. Su lengua busco mi canalillo y dejo sobre él la huella de su saliva. Sus dientes daban pequeños mordiscos en mis glúteos arrancándome pequeños quejidos de un dolor placentero. Volvió a mi canal y note como, poco a poco, buscaba la zona más escondida de mí. Con sus manos separo mis glúteos y mi culo quedo expuesto a su lengua asesina.
Llego sin prisas, la dejo resbalar entre mis glúteos hasta llegar a mi ano que, para entonces, palpitaba. Escalofríos recorrían mi cuerpo mientras sentí la punta de su lengua pujar para hundirse un poquito en mi interior. Abrí aun mas mis piernas mientas mordía la almohada. Estaba haciéndome perder la cabeza con sus caricias. Su lengua entraba y salía de mi culo follandome sin compasión.
Alce un poco mi grupa para que entrase más profundamente y eso hizo. Abrió aun más mis glúteos y su cabeza acompaño el ritmo de su lengua entrando en mi trasero.
Me estaba volviendo loca. Una mano furtiva me acaricio la pantorrilla y subió lentamente hasta mi muslo. Yo sabía que no podía ser él. No me importo. Giré un poco la cabeza y la vi apoyada en su marido. Una mano hundida entre sus piernas y la otra acariciando mi muslo hasta casi llegar a mi culo. Le sonreí, me deje hacer.
Para entonces él había sacado la lengua de mi cofre y volvía a pasarla por mi vagina abierta. Mi cabeza no paraba de dar vueltas mientras me hundía en un mar de placer.
Abrí de nuevo los ojos para ver como ella se metía en la boca el miembro de su marido. La chupaba con ansias. Su mano seguía acariciando, esta vez mas acelerada, su pubis, que para entonces estaba expuesto al haber echado su braguita hacia un lado.
Baje lentamente mi mano y acaricie su pierna, ella hizo un gesto para aproximarla a mi mano. Yo seguía bocabajo y aquella lengua no paraba de entrar en mi coño o en mi culo indiferentemente.
Ahora eran tres las manos que acariciaban mi culo. Pellizcaban, sobaban, se hundían entre mis glúteos. Me di la vuelta como pude y él se arrastro sobre mí para meterme todo aquello en el cuerpo. Sentí su cabezota rozar mis vulva hinchada, vacilante, húmeda. Una mano lo guio hasta el sitio exacto y se hundió en mi sin contemplación. Un grito de dolor se me escapo mientas me sentía partida en dos por aquella polla enorme. No tuvo piedad, volvió a sacarla y a hundirla hasta que mis paredes se acostumbraron a su grosor.
Para entonces, su mujer, se había tumbado a nuestro lado, su camisón había volado y mostraba un cuerpo dorado que ahora acariciaba con sus manos mientras gemía dulcemente.
Mis manos se apoderaron de los glúteos del para marcarle el ritmo. Todo eran gemidos y lamentos. Sentí una mano resbalar por encima de las mías, la mano de ella buscaba la entrepierna de su marido para acariciar sus testículos. Mientras los acariciaba rozaba de vez en cuando mis labios mayores y note un dedo insinuarse en mi culo. Abrí las piernas y entro dentro de mí gracias a la lubricación de la saliva de su marido.
Todo era placer en mi cuerpo. Me sentía llena. Bajé mi mano para acariciar un seno de ella. Estaba duro, su pezón inhiesto y morboso. Lo pellizque y la oí gemir.
Desde mi postura podía ver su pubis abierto a las caricias de su mano, deslice la mía y la aparte, quería sentir su humedad en mis dedos. Estaba depilado, igual que él, su piel era tersa suave. Su humedad le mojaba toda la entrepierna y podía sentir en mis dedos el latir de su clítoris.
La cogí de la mano y tire hacia arriba. Saco su dedo de mi, camino a cuatro patas sobre el tatami hasta que, guiada por mis manos se sentó literalmente sobre mi cara, dejando su coño expuesto a mi lengua. Él no paraba de taladrarme con ganas mientras, ahora, besaba y lamía , el culo de su mujer que se le había puesto justo delante de la cara.
Su humedad resbalaba por mi barbilla mientras mi lengua daba pequeños toques aquel clítoris que parecía una polla en pequeñito. Lo succionaba y gritos de placer llegaban hasta mis oídos a pesar de estar enterrados entre sus muslos.
Mis manos abrían su culo para deleite de su marido que hundía su lengua sin contemplación en el culo de su mujer. Sentí su polla rozar las profundidades de mi vagina y un rio correr por mis piernas.
Estuvimos en esa postura un rato, hasta que el saco su polla de mi y fue a hundirla en el culo de su mujer. La vi acercarse y hundirse poco a poco en ella mientras sus huevos quedaban al alcance de mi lengua. Permanecía un rato horadándola mientras ella gritaba, mezcla de dolor y placer, saco un momento su polla de aquel agujero negro para metérmela hasta las amígdalas. La chupe con ganas, dejándosela bien mojadita para que se volviera a hundir en aquel culo que parecía disfrutar a cada embestida.
Mientras me masturbaba salvajemente, retorciendo mi clítoris o dándole pequeños golpes con la palma de mi mano. Quería correrme.
Todo era frenesí, pasión, locura. Sentía en mi boca el sabor de aquel coño y su humedad cubrir toda mi cara. Unas manos apretaban con fuerza mis pechos que rozaban contra sus muslos a cada embate del.
La sacó dejando a su mujer caer sobre mí, rodo a mi lado como rota, mientas unos estertores me decían que se había corrido, Ahora quería hacerlo yo.
Me puse a cuatro patas y le supliqué que me la metiera. No se hizo de rogar. La hundió profundo en mí mientras yo mordía los pechos de ella, que, desmadejada, se dejaba hacer como ausente.
Yo gritaba como poseída a cada empujón del. Lo sentía entrar y salir de mi y, a cada empujón, sentía un orgasmo crecer en mi interior. Profundo, arrasador.
Mis piernas casi no me aguantaron cuando se abrieron las compuertas del placer, grite como loca a sentir que me vaciaba por dentro. Mi boca mordió un pezón de ella hasta hacerla gritar de dolor.
Que quede sin fuerzas y caí hacia adelante sobre ella. El se deslizo por nuestro lado para hundir su polla en la boca de su mujer. Como pude me acerqué para saborearla también. Quería sentir su leche caliente en mi cara, en mi pecho. Pasamos la lengua por todo su grosor. Se juntaban juguetonas en su glande mientras él se masturbaba. Nos la pasábamos para hundirla en nuestras bocas sedientas de semen hasta que su mano se acelero. Su corrida era inminente. Gruesas gotas de semen caliente nos salpicaron la boca y la cara mientas nuestras lenguas se deslizaban sobre aquel volcán en erupción.
Lo sentimos temblar y gritar a cada nuevo espasmo y su semen corrió por nuestros cuellos hasta nuestro pecho.
Nos quedamos tumbados, relajados. Solo la respiración acelerada se escuchaba en la habitación. Todo parecía como un sueño.
Nunca me había visto en otra pero me había gustado la experiencia. Todo era extraño pero profundamente sexual y, eso, me encantaba.
Dormimos lo que quedaba de noche. Cuando desperté el sol ya estaba alto.
A mi lado él estaba echado bocabajo durmiendo profundamente.
El sonido de la puerta al abrirse me despejo completamente para ser consciente de donde estaba. Hacia mi venia, completamente desnuda, una belleza nórdica con una bandeja de desayuno en las manos.
.-Buenos días. ¿Te apetece desayunar?-Dijo dejando la bandeja en el suelo junto a la cama
Un “buenos días” algo nervioso escapo de mis labios y acepte d buenas ganas la invitación.
.-Déjalo dormir, anoche tuvo trabajo extra y tiene que recuperar fuerzas.-Bromeo mientras untaba una tostada con mantequilla para pasármela.
Me senté en la cama y la cogí dándole las gracias.
-Tranquila-Dijo con un aire cómplice.- ¿Has dormido bien?
-Sí, gracias. ¿Y tú?
.-Jolín chica, me quede groguis, creo que nunca había sido tan fuerte.
.- ¿Es que nunca habías participado?...
.-Si, muchas veces, pero siempre me limite a masturbarme mientras él hacía el amor con la chica de turno, pero tu...bueno tu me atrajiste en cuanto te vi, me deje llevar por la situación y, tengo que confesar, que no me arrepiento.-Dijo con una gran sonrisa en su cara.
.-Bueno, hablando sinceramente, para mí también ha sido especial. Mejor dicho, muy especial. No sabía como ibas a reaccionar ni donde me estaba metiendo. Pero fue muy excitante.
Brindo por ello.-Dijo alzando una copa con zumo de naranja.-
Cogí otra y brinde con ella.
.-Cuando despierte, si te apetece, seguimos donde lo dejamos. ¿Quieres?
Me lo pensé un momento. Metí la mano bajo las sabanas buscando entre las piernas del para descubrir una erección matutina que lo hacia irresistible.
Le guiñe un ojo a ella y dije que sí
¿Sus nombres? ¿Y a quien le importa? A mí no.