Llegó por fín... la noche
Final ( o no..) de este relato caliente y sensual en el que hago un ensayo de pensar como una mujer, relatandolo en primera persona de la protagonista en cuestión.
Nuestra amiga, sació su hambre chupando la polla de Pedro; una sensación de malestar quería abatirme al estar viendo aquella escena, ¡Eran celos!
La retiré de un empujón y metí mi lengua en la boca de él mientras agarraba el miembro semi-erecto y lo apreté con fuerza entre mis manos. Un gemido mas de dolor que placer sentí que salía de su boca a la mía. No se enfadó, simplemente me sonrió y me dijo:
-Laura, cariño... Vamonos.
Se acomodó sus ropas al tiempo que se levantaba y yo lo arrastraba fuera de aquel sitio. Nos despedimos de la demás gente y saliendo a la calle nos dirigimos a su coche. Puso en marcha el vehículo y en un instante empezó a sonar una melodía agradable que me dejo relajada por completo. Viajamos en silencio, mis piernas recogidas en el asiento, el vestido se había levantado lo suficiente para dejar ver casi todas ellas en su extensión. El tanga desapareció en el refriego de la discoteca, me sentía desnuda, una sensación extraña... Durante el trayecto, adormilada, sentía de vez en cuando unas ligeras caricias en mis piernas.
Al llegar al hotel en el que nos hospedábamos casi todo el grupo, entramos juntos pero nuestros cuerpos separados. Pedimos las llaves de nuestras habitaciones correspondientes y nos dirigimos a los ascensores.
Me cogió del talle suavemente y beso mis labios con una dulzura electrizante. Fue un beso simple, pero lleno de mucha pasión. Me miró a los ojos y me dijo con voz muy baja:
-¿Estas lista? ¿Te atreves?
En mi cabeza no había contado con tener una experiencia sexual que incluyera el coito. El amor a mi esposo y el miedo a no poder controlar la situación, me habían hecho tomar la determinación de no acostarme con Pedro. Lo acaecido hasta ahora, lo tomaba, mas bien me engañaba, como un simple escarceo y un flirteo algo desmadrado, pero no había cruzado la delgada línea que me marqué antes de ir a la reunión de amigos.
No respondí a la pregunta de pedro, y al abrirse el ascensor, ambos nos dirigimos a nuestras habitaciones, muy cerca una de otra.
Él paró delante de la suya y sujetó mi mano impidiendo mi marcha y reteniéndome. Abrió la puerta y me deje llevar con mas miedo que decisión hasta dentro.
-Mi niña... Tú pones los límites... pero creo que debemos aprovechar la ocasión.
Me susurro al oído mientras me sujetaba de las caderas.
Me hizo sentar en una silla y se dirigió al minibar, sacando una botella de cava y dos copas. Seguidamente sacó un bool. rebosante de fresas rojas como tizones.
Un cosquilleo subía por mi espina dorsal. Era una de tantas fantasías de las que habíamos hablado, ahora se hacía realidad...
Un "PLOF"! Me sacó de mis ensoñaciones y oí como el siseante sonido del cava al escanciarlo en las copas invitaba a beber dicha ambrosía.
Brindamos con un "por nosotros" y tomamos un par de sorbos del frió liquido disfrutando de las cosquillas que sus burbujas hacían al estallar en nuestro paladar. Pedro, tomando una fresa, la llevó a mi boca y mordí sin dilación, sintiendo como la mezcla de los sabores del cava y de la propia fresa se mezclaban dejándome un sabor agradable y fresco. Pedro, mordió de la misma fresa y acercó su boca a la mía e intercambiamos nuestras salivas con el nuevo gusto. Bebí de mi copa y sin tragar el cava, lo besé trasegando el liquido a su boca y jugando con su lengua a la vez. Él repitió la misma operación; era un juego candente que nos llenaba de morbo y un sin fin de sensaciones indescriptibles. Dejando las copas en la mesa, Pedro, por detrás de mi, me deslizo el vestido hasta el suelo paseándolo por mi cuerpo ayudado de sus manos. Allí estaba yo en medio de la habitación desnuda solo con mi sostén y en un ataque de pudor tape mi pubis con una mano y con el otro brazo mis senos. Me beso en la nuca, por debajo de mi pelo, mientras acariciaba mis hombros. Yo, estática como cual estatua, veía reflejadas nuestras figuras en el espejo del armario. Pedro, tapó mis ojos con un pañuelo de seda muy suave, la primera intención fue de escapar, pero me deje arrastrar por las sensaciones.
Me condujo de la mano hasta la cama, me acomodó encima de ella y con destreza ató una de mis manos al cabecero con una corbata.
-Confía en mi, mi niña... - Me susurró al oído. Curiosamente al oír su voz grave y profunda, todos mis miedos desaparecieron. Ató la otra mano y mis piernas, dejándome en forma de aspa encima de la cama, desnuda y como única prenda mi sostén.
Al rato, sentí mi cuerpo acariciado suavemente con algo que sabía que no eran sus dedos. Recorría mis hombros, jugaba en mi cuello, detrás de las orejas... en mi barbilla y luego rozando mis labios. ¡Era una fresa! Abrí mi boca y mordí con lujuria, al cabo él puso su boca en la mía y compartimos el bocado entre ambos.
Luego otra fresa... luego otra... Incluso con alguna recorrió mis piernas cerca de mi sexo. Mi sexo... en esos momentos, creo que empapados por los jugos de mi excitación.
Paseó una pieza de la fruta por mi rajita, recorriendo de arriba abajo como si pretendiera masturbarme con ella, o ¿Lo hacia? Mi coñito palpitaba al sentir el recorrido y la textura de la fresa y un placer se adueñó de mi. Apartó la fresa de mi sexo y la acercó a mis labios. Olí mis jugos en la fruta y deseé sentir su gusto, abriendo la boca chupé, mordí... el sabor era extraño pero sabroso... Lo compartí con él... Al tener los ojos tapados, parecía que las sensaciones se magnificaban, pero aun así las ganas de ver me podían por dentro y me agitaba levemente encima de las sábanas. De pronto sentí algo frió y húmedo en mi ombligo que me obligo a dar un grito de sorpresa; Había echado cava frió en el hueco de mi ombligo y lo chupaba con severa devoción. El cava desbordaba mi cuerpo y caía por mis ingles mojando mis piernas y parte de mi pubis. Siguió escanciando cava por mi pubis mojando mi chochito y refrescándolo. Chupó y absorbió todos los líquidos que surcaban los labios de mi vagina. Sentí un ligero escozor agradable y me dispuse a gozar de la boca y lengua paseando por mis intimidades. Estaba flotando y disfrutando de placeres que nunca había sentido.
Ya no corría el cava por mi cuerpo, solo eran su lengua y sus manos las que jugaban con mi cuerpo. Sin poder usar mis manos, atadas aun a la cama, sin casi poder mover mis caderas, intentaba acompasarme con los movimientos de su lengua en mi chochito. Subía, chupaba, mordía... Metía su lengua en la vagina y luego jugueteaba con el clítoris. Me ponía en una excitación nerviosa, ese ir y venir y no quedarse en un sitio fijo dándome placer de explosión inmediata.
Entonces se separó de mi... unos segundos eternos... Oí ruido de ropa al caer, se estaba desnudando. Al rato se acercó a mi cuerpo rozándome y llevando una mano a mis senos. Toqueteaba por encima del sostén, sacó los pechos dejándolos por encima de este. Su boca jugó con mis pezones que me dolían por la excitación. Noté algo frió entre mis senos por debajo del sujetador. Era una hoja de acero, al sentir el tacto y suponer lo que era un escalofrió recorrió mi espalda y al pronto sentí como mi sujetador caía a los lados de mi cuerpo cercenado por la fría hoja.
Sentí como se arrodillaba a un costado mío, y acercando su cabeza a mi, me empezó a besar por todo. Mientras con una mano, me tocaba el chochito y masajeaba el clítoris masturbándome. Sus besos acallaban mi s gemidos, tenia ganas de romper en un orgasmo ya, la multitud de nuevas sensaciones me tenia al borde... pero él no me dejaba terminar... Era una tortura agradable, pero tortura a fin de cuentas.
Retiro su mano, con gran disgusto por mi parte y sentí como mil agujas se clavaban en uno de mis pezones. Sentí como pasaba un cubito de hielo por mis tetas y el dolor en principio bajó toda mi calentura. Los pezones estaban duros y dolían, cualquier roce era pura sensación, una mezcla de dolor y placer escalofriante.
Noté como lo bajaba por mi estómago... jugaba con mi ombligo... y bajaba...
-¡No! En el clítoris no! Le espeté con temor y rabia.
-Confía en mi, laura...
sentí como el cubito recorría mis labios produciendo una sensación extraña pero placentera a la vez. Lo paseó por los alrededores del clítoris suavemente sin apenas tocarlo. Lo notaba hinchado y duro, las palpitaciones parecían querer hacerlo estallar.
-Pedro, no, por favor!! Hazme terminar...
Sin mas, note como se me ponía encima y agarrándose el pene con una mano lo condujo a mi chochito y lo restregó por toda la raja. Soltó mis pies de las ataduras y tomando mis piernas por los tobillos, las levantó poniendo su pene es la entrada de mi vagina. Yo no quería ya pensar en nada, necesitaba explotar y tenerlo dentro de mi. Metió despacito su glande en la entrada de mi coño y lo restregó entrando y saliendo muy poco. Sentí como las protuberancias del borde del glande rozaban con mi carne y dando un golpe de cadera en el aire, me metí el vástago hasta lo mas profundo de mi.
-Uhmmmmmmm!!!! Oí como gemía al sentir su entrada triunfal como una fiera le contesté:
-Fóllame!!! Hazme tuya!! Quiero sentirte muy dentro....
Su pene entraba y salía con fuerza de mi, chapoteando con los líquidos que durante tanto tiempo había licuado. El placer era inmenso, sentía cuando su pubis golpeaba mi clítoris excesivamente hinchado y duro. Sin mas espera, me deje llevar y exploté gritando...
-Ahhhggggggggghhhhh!!! Assssi!! Rompemé!!! Uhmmmm!!!!!
Se dejo caer en mi, y desató mis manos, lo abrace con fuerza para que no se moviera de mi mientras sentía las ultimas convulsiones de mi vagina. Aturdida por todo lo ocurrido y sintiéndome como una fiera, lo lacé a un lado y de un salto agarré su polla con mis manos y comencé a devorarla con pasión. Estaba dura como no había visto antes otra, las venas parecían querer explotar, el glande de un color violáceo daba la sensación de ser como la copa de una seta. No pude mas, y sentándome encima de él, encare la polla en mi coño y me clavé con fuerza. Fuerza que me hizo sentir un dolor lacerante en mi útero, pero que de inmediato se convirtió en un placer inenarrable. Lo cabalgue fuerte mientras sus manos sobaban mis tetas y retorcían mis pezones, era una autentica gozada.
Otro orgasmo me hizo ver luces de todos los colores a nuestro alrededor y mis gritos inundaron la habitación mientras su boca mordía mis pezones.