Llegando cansada del trabajo
Un día más de carga en el trabajo.
Salí al balcón y comencé a quitarme esa coleta alta apretada que traía, las gafas, me desfajé la blusa del pantalón y desabotoné un poco de la parte superior. Me senté encorbada y me quedé viendo a la nada unos segundos, me incliné para quitarme los tacones, y las medias a las rodillas que traía.
Continué viendo la ciudad y la nada por unos minutos más, viendo cómo las pequeñas luces encendian y se movían.
Eso era lo que me hacía falta, pensar en nada por unos minutos. Eso y un bocadillo, así que fui a la cocina y tomé lo que encontré. Pasta.
De regreso al balcón con un tazón de pasta y un vaso de agua continué viendo la ciudad debajo de mi. Cuando terminé de comer tomé mis cosas del sillón donde las había dejado cuando llegué, cerré puertas y ventanas, y me dirigí a mi habitación. Me senté en la cama a revisar mi teléfono, nada interesante, lo dejé ahí mismo y me fui al baño quitándome la ropa en el camino.
No tengo un cuerpo de revista ni mucho menos, soy mas voluminosa, aunque con senos pequeños, lo que resalta más es ese trasero y las piernas a las que se une. Mi cabello ondulado y oscuro, y mi cara. Bueno, no es nada del otro mundo, soy una mujer promedio.
Mientras iba de camino a la ducha me vi de reojo en el espejo, me quité los pendientes y los dejé a un lado.
Me dejé envolver por el agua caliente unos minutos, sientiendo como pasaba por mi piel sensible y solo frotando mi vientre, mi cuello, y mis piernas, que buena sensación.
Tomé el shampoo y puse un poco sobre mi mano, masajee mi cabeza para untarlo y seguí con mi ducha nocturna con el jabón corporal.
Siempre me ha gustado frotarme con una esponja, así que empiezo por mi cuello, hombros, brazos, axilas y mis pechos, entre ellos, sobre ellos, y debajo. Dejando que el agua siguiera haciendo resbalar el jabón por mi cuerpo, cuando terminé con mis pechos, los masajee un poco solo con mis manos, me pellizqué un poco los pezones, y continué con mi tarea de terminar de ducharme.
Tomé un poco más de jabón y seguí frotando sin prestar demasiada atención, mis glúteos, piernas, pies, espalda, barriga. Listo, ya está hecho.
Me metí debajo del chorro de agua y la dejé correr desde mi cabeza hasta mis pies.
Llevé mis manos por todo mi cuerpo, recorriendo, queriendo comprobar que no hubiera más restos de jabón.
Pasé mis dedos por encima de mi pubis, y abrí un poco mis labios para enjuagar con agua. Pues he escuchado que es mejor que solo laves esa zona con agua, en lugar de ponerle jabón, así que de esa forma lo hago yo.
Tomé la toalla y envolví mi cabello, que escurría agua por toda mi espalda. Me envolví a mi misma en una segunda toalla y me dirigí a mi cama, dónde apoyé una pierna para secarla, y después la otra, sequé mi trasero, mis muslos, y me tumbé sobre la cama, a mí parecer, lo mejor del mundo, recostarte desnuda después de un baño.
Ahí recostada aún con mi cabello en una toalla, recordé la sensación del agua caliente sobre mi piel, haciendo que quedara un poco roja, y como al pellizcar mis pezones estos se erectaron y al contacto del agua, aún más.
Sentí una punzada en mi vagina, eso fue agradable. Tomé uno de mis pezones y lo toqué ligeramente, haciendo círculos a su alrededor, y sobre el, hasta que despertó, mojé mi dedo en mi boca y volví a tocar ese pezón, que estaba en su máximo esplendor.
Con el otro fui directamente a tocarlo con un dedo húmedo y la respuesta fue inmediata.
Me veía desnuda tocando mis pezones, jalandolos suavemente, y me excité.
Continué jugando con mis pezones hasta que sentía como mientras movia mis caderas, mis labios vaginales chorreaban ese líquido de excitación. Abrí mis piernas y con una mano bajé por mi vientre y mi pubis, hasta llegar a la entrada de mi vagina y seguí bajando por esa raja húmeda, despacio empujé un poco un dedo hacia dentro, que cuando iba subiendo de regreso, quedaba oculto entre mis labios carnosos.
Cuando llegué al final, en mi clítoris, hice presión, fuerte, para sentir como palpita mi cuerpo bajo mis dedos, comencé a mover muy lento mis dedos, en círculos, sintiendo punzadas de placer con cada rose en esa pequeña parte de mi. Mi vagina no dejaba de producir ese juguito, llevé mi dedo mayor a la entrada de mi vagina y lo hice entrar un poco, rozando las paredes, apretando mis músculos.
En ese momento yo gemía del placer que me provocaba yo misma, me pellizqué fuertemente un pezón con la mano libre y saqué ese dedo para continuar mimando mi clítoris, está vez más rápido y fuerte, haciendo presión.
Mis caderas comenzaron a moverse por si mismas y gemía cada vez más fuerte, no paré de frotar mi clítoris hasta que un orgasmo, fuerte y penetrante, me consumió. Me quedé recostada en la cama, con la respiración entrecortada y recuperándome, hasta que caí en un profundo sueño, desnuda sobre la cama.