Llámame Amigo (1)
De cómo dos compañeros de colegio, de 18 años, pasan de enemigos a amigos de uuna manera sorprendente.
Llámame Amigo
No era, ni mucho menos, un día caluroso. Cuando me levanté, por la mañana temprano, el despertador todavía no había sonado, pero yo me desembaracé de las sábanas y las mantas, me puse las zapatillas y salí de mi habitación, dejando a mi hermano todavía durmiendo.
A todo esto, me llamo Gonzalo, y tengo 18 años, tengo el pelo rubio (no teñido, natural) y todos me dicen que tengo una carita angelical (o de nenaza, para mis enemigos). Mi cuerpo no está nada mal, soy delgadito, de piel muy clarita, algo marcado por la natación, y una polla aún sin desarrollar de todo de 16 cm.
Mi hermano, Fernando, tiene 17 años, y como todo adolescente gusta de quedarse siempre en cama cuando puede, y aunque no pueda, lo hará igual. Le gusta cuidarse mucho el pelo, dice que un pelo brillante simboliza la virilidad (yo me río mucho de él cuando se pone a filosofar de semejante manera, pero hay que dejarlo) y atrae a las mujeres con más facilidad.
A mi me traía sin cuidado.
De hecho, a mi casi todo lo referente a las mujeres me traía sin cuidado.
Sin embargo, eso no ocurría con los hombres.
Los hombres como mi hermano me fascinaban, delgados, ligeramente musculados y con una piel bronceada ligeramente que le hacía ganarse un color miel que lo hacía muy interesante. Aquellos largos brazos, marcaditos y ejercitados
Aquella mañana, desayuné y me fui al instituto, un día como otros tantos, llegué a clase por los pelos, pero no me pudieron decir nada. Desde primera hora de la mañana encontré que David, con quien no me llevaba muy bien, tenía el día algo más picajoso de lo habitual, y empezó a molestarme constantemente con que si era una nenaza, que si me la iba a enchufar de golpe y demás cosas así. Yo no era abiertamente homosexual, pero tampoco estaba seguro de que no se me notase en absoluto.
Durante la hora anterior al recreo, David y su pandilla de rufianes, que para mal de colmo se sentaban alrededor de mi en clase, debían aburrirse, porque empezaron otra vez a decirme guarradas sobre que me iban a dar por culo y esas cosas. Sin embargo, yo en lugar de callarme, optaba por picarlo, que era mucho más divertido.
¡Tú qué vas a dar, hombre! Que te crezca un poco antes de fanfarronear tanto.
¡Oye, chaval! No empieces con esas mariconadas que tú seguro que lo que quieres es que te la enseñe.
A esas alturas de la conversación, debajo de mi pantalón mi polla hacía todo lo posible por romper la cárcel en la que estaba encerrada, y disimuladamente intenté colocarla para que no se notara, pero no logré que mis movimientos fueran lo suficientemente rápidos y enseguida vinieron más burlas.
¡¡Jajaja!! A la nenaza se le ha levantado, ¡cómo se nota que le mola que la idea!
Ante esto, no pude hacer más que callarme y bajar la cabeza, pero era demasiado tarde. El profesor, ante todo el escándalo que habíamos formado, nos acabó echando fuera a David y a mi.
Ya en el pasillo, me empujó y me culpó de que nos hubieran echado fuera a los dos. Eso me pareció fatal, y sin pensarlo le espeté:
¡Mira, déjame en paz de una vez! ¿Por qué no me chupas la polla, y así mientras estás calladito?
¡Es que no tengo tanta práctica como tu, y no quiero decepcionarte!
Y tras mandarlo a la mierda dos o tres veces, le dije que me largaba al baño.
Cuando llegué, cerré la puerta principal y me puse a mear. De repente oí pasos detrás de mi y comprobé que me había seguido.
Al final va a ser verdad que quieres que te dé por culo, mira cómo quieres provocarme.
Solté un bufido, ya no tenía ganas de discutir más con él.
Se fue acercando más y más a mi, y finalmente me cogió de la cadera y me acarició el culo. Yo, sorprendido, y furibundo, me solté y me lancé hacia él. Caímos al suelo, yo por encima de él, y empezamos a forcejear.
Él, haciéndose el gracioso, empezó a restregar su paquete contra mi pierna, y pronto me di cuenta que, para mi horror, estaba empezando a empalmarse. A esas alturas, yo estaba con un mástil que sobresalía hacia delante y no había quien lo disimulara. Paramos de forcejear, avergonzados, y por primera vez me fijé en lo cachondo que estaba David con su melenita, su piel morenita, su polla saludando al frente y su vientre plano y sin musculatura admirable.
Me acerqué un poco más a él, y leí en sus ojos que quería follarme de verdad.
Con delicadeza, le puse la mano encima del paquete, y empecé a frotarlo con suavidad, haciendo círculos. Él se arqueó hacia atrás, y suspiró sonoramente, señal de que le gustaba lo que le estaba haciendo.
En unos minutos, a mi me sobraba todo, y me quedé sólo en boxer, mis favoritos, blancos, que me marcaban absolutamente todo.
Le quité su camiseta y su pantalón, y sus calzoncillos volaron por encima de toda su ropa, pero yo quise tenerlos cerca de mí.
Por primera vez en toda mi vida, agarré una polla que no era la mía. Era un tacto agradable, estaba muy caliente, pero me gustaba. Empecé a hacer lo que ya sabía con ella, y le di un vaivén que a mi me hubiera gustado que durase más, pero me obligó a que parara.
Ohh, ¡para! No quiero correrme aún, quiero metértela entera.
Sin articular una sóla palabra, él se recostó en el suelo, usando de almohada su camiseta, y dejó su polla mirando hacia el techo, completamente descubierta.
Había visto en una película lo que tenía que hacer, así que me ensalivé bien el ano y apoyé mi culo sobre la punta de ese enorme palo, que debía medir unos 17 cm. Empecé a presionar ligeramente hacia abajo, él ayudó presionando fuertemente hacia arriba. Yo quise parar, pero él siguió empujando. A mi me dolía una barbaridad, pero ya no había marcha atrás. Mi culo estaba siendo penetrado por un animal con el que yo no simpatizaba mucho. Cuando sus peludos huevos tocaron mi culo, di un respingo, algo me estaba pasando, y tengo que decir que me encantó. Su polla estaba tocando algo que no sabía por qué, pero me estaba haciendo gemir como una perra.
Él no era menos, y la cara de placer que tenía me estaba poniendo muy cachondo. El sube-baja se estaba haciendo frenético, pero yo quería que me diese más hondo. Subía de todo, y luego bajaba de golpe.
Daba la sensación de no poder aguantar más.
Ohhh, síii, no pares ahora
Aaaah, tampoco tenía pensado.
Vamooos que me cooorrooo
Y dicho esto, empezó a gemir fuertemente, como corroborando lo que acababa de decir. Su sudor estaba goteando por toda su cara, y parecía a punto de estallar.
En unos segundos, entrecerró sus ojos, contrajo su vientre y no supo nada más que gemir y gemir, yo, sentí cómo entró muy dentro de mi, e iba dejando uno dos tres lecharazos dentro de mi culo.
Pero todavía no paró, sino que siguió durante cinco segundos más, como no queriendo todavía extinguir su orgasmo.
Finalmente, paró, y me salí de encima de él, cansado, también quería mi parte.
Sin miramientos, le enchufé mi polla en toda su boca, y empecé a follarlo fuertemente, en venganza por lo que me había hecho, aún con mi consentimiento.
En unos segundos, se acostumbró a la nueva situación que estaba viviendo, y le debió gustar, porque empezó a hacer circulitos con su lengua alrededor de mi capullo.
Jodeerrr, ah, ah, ahh.
Mi polla empezaba a ponerse muy dura, y aceleré el ritmo de mis arremetidas contra su cara. Le agarré de la cabeza al tiempo que notaba cómo un cosquilleo se iba apoderando de todo mi cuerpo, y le metí toda mi polla hasta la base. Un orgasmo brutal me hizo cerrar los ojos, mientras sacudía su cabeza hacia delante y hacia atrás para evitar que esa sensación parase, y no tuvo más remedio que quedarse con mi corrida, del mismo modo que yo me quedé con la suya.
Sin decir nada más, cogí mis cosas, me vestí y me fui a casa, sin querer aturar más a los estúpidos de mis compañeros, y cuando llegué a casa, me encontré con mi hermano, que no había ido a clase.
Próximamente, todo lo que ocurrió después de su llegada a casa, y de las cosas que le obligó a hacer su hermano para evitar que se lo dijera a sus padres.
P.D. Puesto que es mi primer relato, espero que le dediquen ustedes al menos 30 segundos para escribir un breve comentario para poder mejorar la segunda parte ¡Gracias por su tiempo!