Llámala Furia
Primer relato que escribo en muchísimo tiempo, y aunque mi salud todavía me impide terminar mis otras historias, esto me llego en un momento de inspiración... espero les guste y comenten...
Separate Way de The Jouney sonaba en la radio, mientras Cassandra miraba el reflejo de su retrovisor preguntándose desesperadamente a sí misma que había mal en ella.
Ya había apagado su camioneta Ford del año setentaicinco frente un motel de mala muerte en las afueras de Masonville, en el Condado de Delaware, cuando las lágrimas empezaron a brotar por borbotones de sus ojos marrones.
A sus dieciocho años, Cassandra ha soportado muchas cosas, su madre la abandono antes de que pudiera realmente recordar algo de ella y su padre luego de eso, se entrego al alcohol, muriendo hacia menos de un par de años a causa de una cirrosis.
Sus manos empezaron a temblar y aunque esas mismas penas que ha pasado a lo largo de los años la han fortalecido, convirtiéndola en una chica dura, e incluso una busca pleitos en muchas oportunidades, ahora estaba completamente rota.
Sexo, sudor, lágrimas, dolor, sangre y muerte eran las cosas que pasaban por su cabeza, mientras seguía mirándose a sí misma, su cuerpo entero le dolía, y podía sentir todavía el calor de la adrenalina correr por sus venas.
Un sonoro trueno sobre la abrazadora lluvia la hizo salir de entre sus pensamientos, sostuvo en sus manos la cartera que había tomado del cuerpo sin vida del padre de su mejor amigo, y saco todo el efectivo que en su interior guardaba para poder pagar por una habitación.
No sabía si Frank estaba vivo, pero eso era lo menos importante, ni él, ni nadie estaba a salvo cerca de ella, y aunque le dolía no poder estar al lado de su mejor amigo ni saber como estaba, más lo hacía entender que su vida se arruino debido a ella.
Cassandra estaba huyendo, y aunque su miedo le gritaba que siguiera alejándose lo más que podía de todo y todos, sabía que la tormenta apenas empezaba, y las oscuras carreteras del condado podían convertirse en una trampa mortal.
Salió de su camioneta y aprovecho el agua de la lluvia para quitarse un poco la sangre que todavía tenían sus manos antes de entrar en la recepción del motel.
-Buenas noches ¿Hay vacantes?- Pregunto Cassandra a la joven encargada del motel, que estaba tan entretenida viendo a Madonna en MTV hablar sobre su reciente disco Like a Prayer que prácticamente no había notado su presencia.
-Disculpe ¿Tiene alguna habitación?- Exclamo ya empezando a exaltarse por la distraída chica que a duras penas era un poco mayor que ella.
La mano derecha de Cassandra golpeo fuertemente el mostrador, al punto que estuvo a punto de partirse la madera con la que estaba hecho, pero fue suficiente para que la encargara prácticamente saltara con la sorpresa.
-¿Cuál es tu condenado problema?- Grito, todavía sobresaltada la chica, mientras levantaba la mirada para encontrarse de frente con el bello rostro de Cassandra lleno de furia, pero fueron sus ojos sorprendentemente dorados los que la hicieron trastabillar del miedo.
Sentir el miedo de la chica, hizo que Cassandra misma retrocediera, y respirara profundo para poder calmarse, lo último que quería era que alguien le temiera.- Lo siento, de verdad, es que estoy muy cansada y solo quiero pasar la tormenta fuera de la carretera.- Le contesto mientras para sorpresa de la encargada, sus ojos parecían haber cambiado de color en centésimas de segundo, lo que la hicieron dudar de lo que había visto.
-Ok, ok, no ha pasado nada.- Tartamudeo la joven encargada mientras tomaba una de las llaves del motel, para dárselas todavía temblando, no entendía como una chica de su edad, que incluso era más baja que ella, podía provocarle tanto temor.
Temor, si, pero también atracción, pudo darse cuenta casi de inmediato, que no podía dejar de mirar a su nueva huésped, su blanca piel contrastaba con su cabello negro como la noche, pero era su mirada la que la hacía estremecer.
Cassandra abandonó la recepción del motel camino a su habitación sin siquiera mirar de nuevo a la joven encargada, y nada más pasar por la puerta de la habitación continua, pudo sentir de alguna manera el olor a sexo que de ella provenía, provocando que su cuerpo reaccionara casi de inmediato.
Entro casi corriendo dentro de su habitación y cerró la puerta con el cerrojo antes de pagarse contra la estrecha pared que dividía las habitaciones.
Casi podía ver en su mente a esa pareja de amantes envueltos en una llamarada de pasión carnal desenfrenada, tal vez esas personas no se amaban, pero el deseo que se tenían uno al otro, podía sentirlo como si estuviera dentro de sus mentes, quemando su propio sexo.
Ese calor que emanaba de su sexo la hizo llevar su mano por primera vez a su entrepierna, y metiéndola por dentro de sus jeans, toco su vibrante clítoris casi como poseída.
Después de pocos movimientos de su mano inexperta, el primer orgasmo de su vida hizo que sus piernas fallaran y tuviera que dejarse caer en la cama agotada, y presa ya de un sueño que no le permitió volver a abrir sus ojos.