Llámala Furia Cap 3
Terror, persecución, la vida de Cassandra y Cassidy se ve en peligro ante la presencia de una cruel amenaza... tercera parte de una historia extraña... espero les guste y comenten...!
Capitulo 3
Cassandra lanzo a Cassidy dentro de la camioneta como quien lo hace con un bolso de mano, y con una agilidad animal logro entrar rodeando su Ford, prendiéndola en un solo movimiento.
El rugido del motor fue ahogado por el de esa criatura que las perseguía bajo la lluvia, mientras saltaba prácticamente cinco metros con una facilidad pasmosa y caía pesadamente sobre el capo de su camioneta, justo cuando empezaban a retroceder.
Un trueno volvió a caer en las inmediaciones del motel y tanto Cassandra como Cassidy se sorprendieron al ver el rostro de su perseguidor.
El más blanco y lizo marfil no podía compararse con la piel de esa espigada mujer, sus ojos dorados brillaron al igual que su rubio cabello que se dejo ver cuando la capucha de su abrigo cayo, mientras sacaba una espada que tranquilamente podía medir lo mismo que Cassandra.
Cassidy grito de puro terror cuando la hoja de la espada atravesó el parabrisas como si de mantequilla se tratase, directo hacia Cassandra, pero justo cuando penetraba la pare derecha de su pecho, giraba con brusquedad la camioneta, y tiraba a su perseguidora rodando por el parqueadero del motel, al tiempo que arrancaba a toda velocidad hacia el horizonte.
-¿Qué acaba de suceder?- Exclamaba todavía en shock Cassidy, cuando ya había pasando unos minutos y por fin lograba hacer salir las palabras de su apretado pecho.
-Tranquila Casy, ella no venía a por ti, te dejare en el próximo pueblo…- Respondió Cassandra sin mirarla, sus ojos todavía eran dorados, al igual que los de la mujer que las atacó, aunque lejos de asustarla, a Cassidy solo le llenaban de interrogantes.
-¿Quién era ella? ¿Por qué tiene los ojos dorados igual a los tuyos?- Pregunto Cassidy, mientras Cassandra miraba su rostro en el retrovisor, y observaba por primera vez sus ojos dorados.
-No tengo idea Casy, ni se quien era ella, ni mucho menos sé porque mis ojos cambiaron, no sé nada, y será mejor que tu tampoco sepas nada, no estás a salvo conmigo.- Respondió Cassandra, jadeando, toco su pecho por primera vez, y su mano se lleno de su propia sangre.
-Detén la camioneta Cassandra… ¡Hazlo Ya!- Le grito Cassidy, y por primera vez en años, acepto una orden, aparcando a un costado de la carretera oscura y tormentosa.
Su vista se nublaba, mientras sus ojos dorados perdían su brillo y regresaban a su marrón natural.- No podemos durar mucho tiempo aquí, volverán a encontrarme, estas en peligro.- Pudo balbucear antes de tener que callar por el dolor de su herida.
Cassidy le quito con cuidado el abrigo a Cassandra y pudo ver la camiseta de The Clash empapada de sangre que mermaba de una herida justo encima de su seno derecho.
-Cassandra, debemos ir a un hospital, esta herida parece grave.- Exclamó Cassidy, mientras rompía una manga de su propia sudadera para intentar tapar la hemorragia.
-No puedo ir a un hospital, tranquila, ya no me duele tanto.- Le contesto Cassandra, intentando sonreírle a Cassidy a pesar de su dolor, parecía que la piel en la herida quemara.
-Ok, no quieres ir al hospital, pero no puedes seguir manejando, deja que tome el volante unos kilómetros hasta la próxima estación.- En realidad, no era una pregunta, y Cassandra lo sabía, así que no opuso resistencia y cambio de asiento con Cassidy.
Cassidy pasó con cuidado por encima de Cassandra que con dificultad se deslizo en el asiento de su camioneta, y una corriente eléctrica de nuevo pasó por ambas chicas cuando sus cuerpos se tocaron en el proceso.
-Casy, será mejor que apures el paso, están cerca… Puedo sentirlo.- Exclamó Cassandra jadeando mientras recostaba su cabeza en la ventana de su camioneta, Cassidy aunque desconcertada, le tomó la palabra y acelero a todo lo que daba, no sin antes ponerse el cinturón de seguridad, fue casi lo único bueno que hizo en las dos veces que había intentado la prueba de conducir.
La tormenta había cortado el suministro eléctrico en todo el Condado de Delaware, y la carretera de por si solitaria, parecía una boca de lobo gigante que tragaba las luces de la camioneta con su oscuridad.
Unos tres kilómetros antes de llegar a Walton, de la nada, la espigada figura de la mujer que las atacó, se atravesó frente a la camioneta con la espada en su mano.
-¡Arróllala Casy!- Exclamó Cassandra, mientras se enderezaba en su asiento y ponía su pie en el sobre el de Cassidy, impulsándola a acelerar a todo lo que daba la camioneta, acercándose ya a pocos metros de su perseguidora.
-¡No puedo!- Grito en respuesta Cassidy al tiempo con todas sus fuerzas giró el volante, logrando esquivar a su rubia perseguidora por escasos centímetros.
La camioneta perdió el control, saliéndose de la carretera y adentrándose entre el bosque que arropaba las afueras de Walton.
A duras penas Cassidy logro esquivar un par de arboles, pero poco pudo hacer cuando vio de frente un enorme tronco caído, tanto ella como Cassandra gritaron y se prepararon lo mejor que pudieron para el impacto.
Dolor, lo primero que pudo sentir Cassidy fue una oleada de dolor proveniente tanto de su cabeza como de su pierna derecha, además del sabor de su propia sangre.
Abrió sus ojos con dificultad, y lo primero que pudo ver gracias a la luz de uno de los faros que todavía funcionaba, fue el cuerpo de Cassandra tirado de espalda a unos metros luego del pesado tronco con el que se habían estrellado.
Intento salir de la camioneta, pero su pierna derecha estaba atrapada por el golpe, cuando levantó la mirada hacia su puerta, el rostro blanco y perfecto de su perseguidora estaba mirándola con una sonrisa aterradora.
Con una calma pasmosa, la espigada rubia abrió la puerta de la camioneta.- ¡Déjanos en paz!- Gritó con todas sus fuerzas Cassidy al ver como su perseguidora tocaba la herida en su cabeza y se llevaba sus dedos llenos de sangre a la boca, saboreándolos.
-Puedes gritar todo lo que quieras, me gusta cuando ustedes lo hacen.- Exclamó la rubia mientras levantaba su espada para poner la punta de su larga hoja en el rostro de Cassidy.
Los ojos de Cassidy se llenaron de lágrimas, sabía que era su fin, aunque no entendía la razón de su venidera muerte, miró por un segundo hacia el frente de la camioneta en búsqueda del cuerpo de Cassandra, pero su sorpresa fue total cuando se dio cuenta que no estaba allí.
La espigada rubia estaba tan absorta en su deseo de disfrutar asesinando a su presa, que no logró sentir cuando Cassandra con sus ojos dorados y completamente perdida en furia, ponía sus manos en el cuello de su perseguidora.
-Ni se te ocurra hacerle daño.