Llamada perdida (2)

El final de la historia. Bailes eroticos, caricias, sexo y mucha fiesta.

Llamada perdida II

Al día siguiente salimos igualmente. La única diferencia es que nuestros bailes se hacían cada vez más insinuantes, más calientes; y tendíamos a separarnos más del grupo para intentar estar solos.

¡Que rápido se me pasaba el tiempo! Ya estaba a mitad de mis vacaciones

En nuestros bailes pasamos de unos roces inocentes a un jugueteo discreto: nos tocábamos a escondidas, las caricias empezaban a ser más atrevidas… Y nuestras bocas empezaban a conocerse, por ejemplo, pasándonos un hielo de la bebida de uno a otro.

Cuando dejamos a todo el mundo en sus casas, nos fuimos a dar una vuelta por el paseo marítimo. Yo creo que fue en ese momento cuando me di cuenta que nos gustábamos en serio.

Me llevo a una cala solitaria, una de estas que solo la conoce la gente de la zona.

Pasamos un buen rato escuchando el mar, mirando el horizonte, disfrutando del cielo infinito. Luego empezamos a besarnos. En todo momento era el quien llevaba la iniciativa. Sus caricias eran mas provocadoras, por lo que me invitaba a que las mías le siguieran.

Me fue desabrochando los botones de mi camisa y empezó a rozarme. Cuando la cosa se fue calentando, me pidió que me pusiera encima de el. Ahí le vi algo mas vergonzoso, aunque el me dijo que era porque iba de oscuro y así no nos verían.

Seguimos besándonos más apasionadamente. Con su lengua iba recorriendo cada centímetro de mí.

Me subió el sujetador, dejando mis pechos al desnudo. Me los toco suavemente, masajeándolos casi, beso mis pezones y con su lengua fue recorriendo su contorno.

Con mis manos acaricie su pecho y poco a poco me fui acercando a sus pantalones. Cogí su mano y la lleve a mi entrepierna. Esa noche llevaba minifalda (de por si me gusta llevarlas), así que no hubo ningún problema para que me acariciara a sus anchas.

Nos empezamos a masturbar. Cuando los gemidos se hacían más fuertes, los intentábamos acallar con profundos besos. Aunque a pesar de nuestros esfuerzos, algún chillido se nos escapaba.

Cuando Víctor estaba a punto de caramelo, saque su polla del pantalón, me aparte el tanga y le mire fijamente a los ojos, como para pedirle permiso.

El entendió enseguida lo que quería, así que me coloco encima de su miembro y empecé a cabalgar sobre el.

Estuvimos un buen rato así, moviéndonos apasionadamente hasta llegar ambos al clímax.

Luego, nos quedamos ahí, abrazados, queriendo que se parara el tiempo. Lo abrace tan fuerte que quería que se uniera a mí, ya éramos un solo ser, una única alma.

El día nos sorprendió, así que me acompaño a casa. Con una mirada picara, acompañada de una sonrisa, me dijo que esa tarde me vendría a buscar.

Dormí como un ángel, como hacia meses que no dormía. Aunque deseaba que el estuviera a mi lado.

Me desperté ya a mitad tarde. Comí algo y ya que estaba sola, recogí algo la casa. Encima que iba allí de invitada, no iba a ser una cara dura.

Al poco rato vino a buscarme Víctor con las cosas de la playa. Hacia una tarde maravillosa. Encima, el venia con su torso al aire, con un bañador de lycra, ajustado.

Mientras preparaba las cosas para llevarme a la playa, pensé que ya que estábamos solos (sus compañeros de piso estaban ya tomando el sol), podíamos aprovechar y… Por intentarlo no pasaba nada, Así que me acerque lentamente a el, y lo mas sutil que pude, le bese en la nuca y le susurre que le parecía si acabáramos lo que la noche anterior habíamos dejado a medias.

Soltó una risilla y me condujo hasta una de las habitaciones que tenia cama de matrimonio.

Me regalo toda clase de arrumacos y mimos. Las caricias por encima de la ropa se sucedían. Enseguida me decidí a desnudarle. Como aun hacia bastante sol, podría ver su fantástico cuerpo e intentar aprenderme cada centímetro de su morena piel.

Me dirigí a mi maleta y cogí el aceite que me ponía después de ducharme para tener la piel más suave y tersa.

Le eche un poco en la espalda, intentando hacerle un masaje. Tenía una fuerte espalda, un culo prieto y unas piernas bien moldeadas.

Luego el se dio la vuelta y empezó a desnudarme. Hizo lo propio conmigo, echándome aceite en mis turgentes pechos, los hombros, mi cintura, el culo, las piernas,

Cuando estuve bien resbaladiza, me tumbe encima de el y empecé a frotarme contra su cuerpo. El masaje erótico no solo quería hacerlo con las manos, sino también con el resto de mi cuerpo.

La temperatura iba subiendo a velocidad vertiginosa, así que me propuso hacer un estupendo sesenta y nueve.

Disfrutamos saboreando nuestros cuerpos durante varios minutos. Cuando note, por sus gemidos y por el estado de su pene, que estaba a punto de eyacular, me coloque encima de el dándole la espalda y me empecé a mover arriba y abajo; y de delante hacia detrás hasta que se corrió dentro de mi. A mi me faltaba muy poco para llegar al éxtasis, así que me tumbo en la cama, se puso el encima a penetrarme con fuertes embestidas. Finalmente consiguió lo que buscaba: que yo también disfrutara.

Después de quedarnos un rato tumbados en la cama, nos fuimos a la cocina a prepararnos algo para comer, aunque por la hora casi podríamos hacer una merienda-cena.

Después de unos mimitos (que tierno que es el amor…) inventamos un juego: yo me masturbaba delante suyo y el hacia lo mismo, también se tenia que masturbar.

Teníamos que ver quien aguantaba menos en querer echarse encima del otro para follárselo.

Casi siempre perdía el, aunque yo también tuve mis momentos de debilidad.

En cuanto nos dimos cuenta llego la noche. Ella se tenía que ir a ayudar al bar de sus padres, ya que tocaba fútbol y aquello se llenaba.

Me ofrecí para ayudarles, ya que mucha de mi familia se ha dedicado a la hostelería. Al principio se negó, pero no hay nada que no se consiga con mimitos y arrumacos.

Así que nada, nos fuimos al bar, les ayude en lo que pude y cuando la gente se fue yendo a sus casa, yo les seguí y me fui a dormir.

Y llego el viernes. A esas alturas ya nos habíamos hecho oficialmente novios.

Víctor me dijo que esa noche nos iban a invitar un par de amigas suyas latinas.

Una de ellas se llamaba Izke (se pronunciaba así, aunque seguramente no se escribiría así) y la otra no me acuerdo, aunque también era un nombre muy exótico.

¡Que pedazo de amigas! Casi me dejaban a mí a la altura del betún. Eran guapísimas.

Menos mal que esa noche yo también iba para arrasar. Iba con un traje ceñido negro sin sujetador, dejando marcar mis pezones de vez en cuando con la brisa nocturna, el pelo recogido en una coleta y zapatos negros de tacón.

Izke iba como una colegiala: faldita corta de cuadros, camisa blanca con un par de botones desabrochados, pelo recogido y zapatos.

Su otra amiga llevaba un pantalón blanco que dejaba adivinar su tanga y un top ajustadito, también dejando imaginar lo que se escondía debajo.

Estuvimos en varios locales, hasta que finalmente acabamos en uno en el que se estaba celebrando una boda.

Izke me pidió permiso para "robarme" a Víctor un ratito para sacarlo a bailar, mientras yo acompañaba al baño a su amiga. Supongo que me puse algo celosota, ya sabéis que las latinas bailan muy… sensual, frotándose mucho con su compañero de baile.

Las tres, habíamos empezado a llamar la atención de aquel grupo que celebraba la boda. Además, ya estaban algo contentillos.

Yo me acerque corriendo a Víctor para dejar claro "mi territorio". Entonces se acercaron Izke y la amiga y le preguntaron a Víctor que si quería que pusiéramos a esos tíos a tono.

Casi antes de que le diera tiempo a contestar, me agarraron del brazo y me llevaron a la mitad de la pista.

Entonces empezó el baile más inusual para mí. Empezaron a bailar alrededor mío, con cara de picaronas. Me estaban haciendo un baile erótico/sensual. Casi sexual diría yo.

Su culo se pegaba a mi sexo y sus manos acariciaban mis pechos, mientras decían que todo eso iba a ser para ellas esa noche. Incluso llego un momento en que me besaron ambas.

Al rato los de la boda estaban que ardían, así que mi novio me cogió de la cintura, Izke y su amiga actuaron como si fueran lesbianas y nos fuimos del local.

Víctor aprovecho un momento en el que me fui al baño para pedirles las llaves de su casa a Izke, para poder estar más solos, aprovechando que era nuestro ultimo fin de semana juntos.

Esa noche tuvimos sexo salvaje, ya que los dos estábamos muy calientes.

Al llegar a la casa de las amigas, casi nos arrancamos la ropa. Los besos parecían una batalla por la boca del otro.

Como ya veníamos así, fui directamente a su bragueta, y le hice tener un orgasmo monumental.

Mientras el se recuperaba, se dedico a hacerme sexo oral a mi, para que yo también disfrutara de su lengua. Ciertamente, tarde poco en llegar al clímax.

Después hicimos el amor. La verdad es que las penetraciones eran tremendas, con mucho ímpetu y muy profundas, procurando buscar las posiciones adecuadas a ello.

Yo encima con las rodillas dobladas, de pie, a lo perrito,

Incluso hubieron algunas palabras subidas de tono.

Dormimos como benditos. Acabamos agotados de tanto frenesí.

Y llego el sábado, el último día, ya que el domingo volvía a coger el tren rumbo a mi casa.

Estuvimos todo el día juntos, no nos separamos ni un momento, mientras las muestras de cariño y amor se sucedían constantemente.

Esa tarde me acompaño a despedirme de todos los amigos y amigas que había hecho, prometiendo que volvería muy pronto en cuanto pudiera.

Por la noche preparamos una noche romántica, con velas, vino, amor y sexo, pero mucho amor más que nada.

Después de cenar hicimos el amor dulcemente, mientras yo lloraba, pensando que al día siguiente todo acabaría. Pasamos toda la noche abrazados y hablando.

A la mañana siguiente, me ayudo Víctor a preparar mi equipaje y me llevo hasta la estación.

Allí nos despedimos con un beso eterno y lagrimas en los ojos. Nos prometimos volver cada vez que pudiéramos.

Y así fue. Estuvimos juntos casi dos años. Yo iba cuando podía y el igual.

Pero al final ya se sabe. La distancia hace el olvido, y llego un momento en el que la relación ya no podía seguir.

Pero bueno, hoy aun somos grandes amigos.

Espero hayan disfrutado de esta historia igual que yo escribiéndola. No quiero acabar sin dedicar todo esto a Víctor. Sin el no hubiera podido.