Llamada Nocturna (II: El intermedio)
Después de experimentar con una llamada a una Hot Line, nuestra protagonista decide seguir buscando experiencias excitantes.
Después de hacer la llamada a esa hot line, me quedé con las ganas de seguir hablando y encontrar hombres que me dijeran sus fantasías sexuales.
Llamaba cuando llegaba del trabajo. Me quitaba mis medias negras que cubrían mis piernas largas y blancas. Me despojaba de esa faldita que me llega arriba de la rodilla (muy arriba) y desabotonaba mi ceñida blusa.
Me ponía cómoda, cenaba y me disponía a hacer la llamada.
Al principio no había nadie, eran las 10 de la noche, pero 10 minutos después, encontré a un hombre maduro, como de unos 40 años. Me dio su teléfono y empezamos a hablar. Le pregunté cómo estaba, me dijo que muy caliente y que deseaba seguir oyendo mi voz. Así que fui directo al grano. Le dije que lo que más me excitaba, era oír las experiencias sexuales de los demás. El accedió y empezó a contarme una historia que me calentó sobremanera.
-¿Cómo estás vestida?, - me dijo entonces, bastante cachondo.
-Llevo una tanga blanca y nadamás- contesté sin pudor.
-Mmmm, que rico, pues con lo que te voy a contar, vas a tener que quitarte tus braguitas, por lo mojada que te vas a poner.
Esto empezaba bien. Tomé un espejo grande y empecé a masturbarme y a observar mi figura y mis grandes tetas en el.
Él, comenzó su relato.
-Hubo una vez, mientras salía en el intermedio de una película en el cine que me encontré a una amiga. Era una de esas amigas que estaban buenísimas. Imagínate, blanca, de cabello largo y medio rizado, oscuro, ojos grandes y boca de mamadora, con labios carnosos y lengua que de verla se antoja tenerla en la verga. Piernas largas y torneadas y unas tetas grandes y firmes que se antojaba chupar, con un pezón grande.
Iba saliendo de las ala también para fumar un cigarrillo, cuando la vi y decidí ir a saludarla. Yo a mis 40 no estoy tan mal, me mantengo delgado y mi cuerpo todavía resista una buena embestida. Mi amiga tiene 34 años (menor que yo), así que empecé a platicar con ella. Me comentó que se había separado de su novio y estaba sola, (y yo disponible).
No podía dejar de mirar su pronunciado escote que dejaba asomar su canalito de las tetas redondas sin ropa interior. Mi verga se empezaba a parar. Pero a todo esto, ¿tú que haces del otro lado del teléfono?
-Estoy empezando a manosearme la concha papi - le dije con una voz caliente y jadeante, me empezaba a calentar. -Y tu? Que haces? ¿te estás pelando el pito? - le dije traviesamente.
-Sólo de acordarme la verga se me para, estoy frotándome con las manos. ¿prosigo putita?
-Siii, que si no me enfrío.
Fue así como continuó su relato cachondo.
-Le pregunté si la acompañaba de regreso y veíamos juntos la película. Ella asintió. Era una película para adultos con muchas escenas muy sugestivas. Me senté junto de ella y la película comenzó. Tan sólo de ver unas escenas, y el hecho de tener a mi amiga a un lado, me calentó mucho, tanto que la verga se me paró. Ella, que se ve que no era ajena al mismo sentir, notó que yo empezaba a tocarle la pierna lentamente. Ella se dejaba hacer y nada perezosa comenzó su manoseo a mi paquete duro. Esto la excitó, además que no había mucha gente en el cine y nosotros estábamos en la última fila, donde no había prácticamente nadie.
Se ve que llevaba varios días sin coger, así que ni siquiera pidió permiso y empezó a bajarse del asiento hasta quedar incada frente de mi y mamó mi verga como toda una profesional, dándole unas buenas sobadas con la palma de la mano sobre la punta y lamiendo la cabeza como si fuera un caramelo.
Yo, tirada en la cama, no paraba de gemir y meterme los dedos en la concha, al mismo tiempo que veía mi figura moverse en el espejo y mis tetas voluptuosas menearse de un lado a otro. El, se oía muy excitado y no podía ocultar el ruido que hacía su mano al sacudirse una y otra vez la verga.
-Mi amiga seguía mamando cuando ya no aguanté más y la saqué por las escaleras de emergencia. Ahí la puse contra la pared y le empecé a sobar su ricas tetas, mientras ella tiraba de mi pelo excitada. Las saqué de su brassiere y comencé a darle una de las mejores mamadas que le he dado a unas tetas. No paraba de gemir y su tanga diminuta comenzó a empaparse. Mi palo estaba ya en su punto, así que la cargué de frente a mi, sosteniendo con mis manos debajo de sus muslos y se hizo a un lado la tanga para yo poder ensartarla en mi verga. Se la me ti una y otra vez mientras subía y bajaba para meterse en mi palo. Se ensartaba como trompo una y otra vez, gritaba y fácil la hice venirse dos veces. Sus líquidos chorreaban mi verga y escurrían en la pared. Sus nalgas sonaban riquísimo al chocar con la pared y mis bolas se juntaban en su raja. Cogimos así unos 5 minutos, cuando la paré, la voltee contra la pared, y la empiné para darle su regalito por el culo. Se ve que ya había cogido por ahí, así que no me costó ningún trabajo meterle todo hasta el fondo y hacerla gritar. Recuerdo lo que me decía "papi, dame, duro, así, uyuyu, dame más, métemela cabrón, cógeme duro, ay ay ay, si, quero todo, dame tu leche". Yo no paraba de meterle mi aparato en su rajada, mientras con mis manos a veces la tomaba de las caderas y la arremetía más, y otras me inclinaba a ordeñarle las tetas enormes que le colgaban.
El éxtasis llegó cuando se incó frente de mí y me hizo una cubana con sus tetas enormes, mi verga se perdía entre esa inmensidad de carne que en poco tiempo empecé a chorrear mi leche sobre ellas, sacando semen como nunca y ella lamiendo los chorros y esparciéndolos por sus pezones.
A estas alturas, yo, en el otro lado del teléfono, me había venido ya dos veces e incluso me subí al brazo de un sillón y lo cabalgué como si fuera un macho, hasta que me vine con mucha fuerza y gritando: "si, si, ay que rico, si si, sigueme diciendo que me vengooooo, me vengooooo ay ay ay". Él siguió después:
-Te gustó? Porque yo me estoy viniendo, mi leche, ya viene, ya viene, ahahahaaaaaa, uyuyuy, ay perrita estoy sacando mucha leche. Si vieras, esta toda regada en la cama.
Después de tranquilizarnos, me despedí de él y la di las gracias por semejante corrida.
Esto de las llamadas se me estaba haciendo un vicio, y el oír experiencias de otros me excitaba cada vez más, pero esto no acaba aquí, ya que no sólo he oído fantasías de hombres.
Pero eso se los contaré después.