Llamada caliente
Las llamadas nocturnas siempre son el principio de un agradable sueño
Ya llevábamos un tiempo hablando en la distancia que nos separaba.
Era obvio que eras un chico estupendo con muchos intereses que me atraían.
Por mi parte yo también parecía agradarte e interesarte.
He de decir que soy un persona que observo cada detalle, me encanta obsequiar a quien aprecio y sobre todo soy, muy muy espontánea.
Haciendo honor a esa espontaneidad que me caracteriza, te llamo una noche.
-Me gusta oír tu voz.
Devuelves el cumplido diciendo que a ti también te gusta mi melódica y dulceciña voz.
Estamos un buen rato de conversación hasta que me paro y te pregunto “¿Me quieres corromper?”
Te quedas sin saber que decir y te explico que tengo la no tan ligera impresión de que los hombres me ven como a una niña buena a la que le gustaría corromper porque cuando sonrío creen ver mucha picardía.
Sigues sin saber que decir, asique atajo diciéndote que no se puede corromper lo que está corrupto y así te lo demuestro.
-Estas en cama, ¿no?
-Así es.
-Sácate la parte inferior del pijama.
-No me gusta que me den órdenes.
-Yo no soy las demás. Obedece y cállate.
-Sí.
-Si me merece la pena puede que yo me quite los míos y te acompañe.
-Me encantaría.
-No me importa lo que te a ti te apetezca o te guste.
-Atiéndeme bien porque están tus padres en la habitación contigua y no quiero que nos oigan asique te voy a susurrar al oído.
-Ponte de lado en la cama.
-¿Por qué?
-Sin preguntas.
-Está bien.
-¿Te estas tocando ya?
-No, aún no.
-Bien.
-Voy a acostarme detrás de ti, no hagas ruido cuando me notes rozar tu espalda.
-Vale.
-Recorro con un dedo tu columna vertebral, tienes la piel suave.
-Me gusta ver como se te eriza el cuerpo cuando te acaricio muy suavemente.
-¿Qué quieres que haga yo?
-Nada, esta noche tú eres el que debe disfrutar.
-Tiro del pelo de tu nuca y tú gimes.
-Gemir casi gimo ahora sin que me hagas nada.
-Se trata de eso, que lo imagines y lo sientas.
-Siénteme detrás de ti.
-Acerco una mano hasta tu boca. Escupe.
-Sí.
-Escupe en la tuya ahora.
-Y ahora qué hago.
-Acaríciate la polla. ¿Está dura?
-Un poco.
-Sólo un poco, no me basta con eso. Acaricia muy suavemente, hasta que te quedes sin saliva en la mano.
-Parece que mejora.
-Túmbate hacia atrás, pero antes deja caer saliva sobre la punta.
-Quiero que tú también hagas algo. Mete un par de dedos en tu coño.
-No, no te voy a dar el placer de escucharme.
-Sube muy lentamente la mano a través de tu polla, ya está muy dura.
-Sí, lo está.
-Cuando llegues al final aprieta muy fuerte y quédate un momento apretando.
-Jummmm
Dejas escapar un leve gemido.
-Uy parece que no vas a tardar mucho en correrte.
-No.
-Pues ahora va a ser cuando la fantasía cobre más realidad.
-¿Cómo?
-Voy a vestirme para ti y mandarte pequeñas pistas.
-Mientras no te digo lo contrario se acabó el masturbarte.
-No, por favor.
-Sí.
-Tendré que aceptar.
Abro un par de cajones contigo al teléfono.
Te voy relatando cada parte.
-Estoy abriendo un cajón y cogiendo un par de prendas. Ahora voy al armario y cojo otra parte. Y finalmente los zapatos.
Una foto.
Te llega una foto de unas botas negras de tacón.
-¿Ya sabes cuál es el uniforme?
Foto de las uñas negras.
-Hacen juego con el traje. ¿Alguna idea?
-Aún nada.
El pelo rizo echado para atrás por medio de una diadema negra.
-¿Ya?
-No.
Foto de mis piernas. Llevo ligueros blancos de encaje con un lazo negro y las botas puestas.
-¿Lo sabes ahora?
-Tengo alguna duda. Todavía.
Foto de la parte superior.
Un top ajustado blanco y negro de encaje también.
-¿Te rindes?
-Sí.
Foto conjunto. Llevo un plumero en la mano.
-Esta noche soy tu sirviente.
-Se me ha puesto más dura incluso que antes.
-Eso esperaba.
Empiezo a susurrarte guarradas para que te corras como nunca.
-Qué necesita mi señor de mí. ¿Nada? Pues si me da permiso para tomar la iniciativa me gustaría.
-Voy a agacharme. Ábrase de piernas y deje que limpie su polla.
-Hace días que tengo ganas de que lo hagas.
-Pues sólo tenía que mandármelo, señor, para eso soy su sirviente. Sólo hay una cosa que quiero pedirle.
-Dime.
-No me gusta el sabor de la leche ni que se corran en mi cara, ¿podría avisarme cuando vaya a hacerlo y correrse en mis tetas o en otro lugar?
-Por supuesto.
El siguiente rato yo estoy muy callada, sólo oyes como entra y sale tu polla de mi boca llena cada vez más de saliva.
-¿Va a correrse, señor?
-Aún no.
-Me afano entonces a chupar la punta succionando con mucha fuerza.
-Con una mano masturbo el resto de la polla y con la otra acaricio, tiro y pellizco tus huevos.
-Estoy muy entretenida en la acción, disfruto como nunca, y se me da como a ninguna, ¿por qué negarlo?
-Es tanto el disfrute que no me doy cuenta de que estas a punto de correrte.
-Interpretas algo así como la palabra cabrón en un instante, y es que te has corrido en mi boca y has sacado la polla justo a tiempo para correrte por mi cara también.
-Sonríes de felicidad
-Ahora también sonrío.
Y justo al terminar esta frase…
-Ummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
Te corres.
Yo cumplí mi promesa y no hice nada, solo darte placer y contarte la fantasía.
-Buenas noches. Descansa bien.
-Gracias a ti voy a descansar como nunca.
Clic. La llamada se corta
A día siguiente miras el móvil por si ya me desperté y te di los buenos días.
Hay un mensaje de voz de tres minutos míos.
Te pones a escucharlo.
En voz susurrante empiezo a contarte otra fantasía que se corta cuando empiezo a gemir y a decir tu nombre suplicando que me des más placer.