Lizzie Hoy

Lizzie quiere hacer trampa y relatarles algo de su vida actual. Depende de ustedes decidir qué tanto se mezcla la realidad con la ficción. Espero les excite tanto como a mí.

Eran las 6:30 de la tarde, viernes y quincena; estoy a punto de salir de la oficina, otro día agotador y frustrante. Mi jefe me llama y tengo qué ir con él. Me tiene loca, es un hombre alto, robusto y bien parecido. He imaginado cantidad de veces que sus enormes manos recorren mi cuerpo palmo a palmo mientras lo beso apasionadamente, es difícil estar con él, tan cerca y sin poder maniobrar como yo quisiera. Lo admiro por su porte y personalidad también.

Trabajo como su asistente desde hace ya 5 años y estoy segura de que le gusto, pero es tan recto, tan decente y devoto de la iglesia, que me parecía imposible que algún día él manifestara algo hacia una servidora.

Ambos somos de la misma edad y yo no estoy tan mal, digamos que sobresalgo del montón y me visto bien, debo lucir lo mejor que pueda pues soy su carta de presentación. Mido 1.65 mts. Pero siempre calzo tacones del 10 o del 11 y me gusta usar minifaldas o pantalones de vestir y por supuesto, escotes no tan pronunciados pero que hagan resaltar mis hermosas tetas, llenitas y de buen tamaño, mi cintura es fina aunque debo decir que mi mayor atributo es mi culo, firme y paradito, es lo que más llama la atención, aunque depende de si voy o vengo diría uno de los 2 hermanos mayores de mi jefe, ellos sí que manifiestan que les gusto. En otro relato les contaré lo que he pasado con ese par.

Ellos no trabajan en esta oficina y por cierto a mi jefe le molesta bastante que se la pasen aquí, porque ya sabe a lo que vienen, a babear por su "mobiliario" que es lo que yo pensaba que era para él, una simple silla que necesita, pero nunca una mujer atractiva, deseosa de complacerlo en todo si él me lo pidiera.

Pero algo cambió este día, él regresó de una comida de negocios y su mirada es extraña, noto que ha bebido desde que lo vi pasar a su oficina, más alegre que de costumbre y más me sorprende siendo día de pago, un día insufrible para él. Apenas entró a su oficina cuando ya me estaba llamando por el interfono: Lizzie, puedes venir por favor? Con su voz, ronca, pausada que tanto me excita.

Agarro mi libreta y me dispongo a pasarle los pendientes de la semana, a ver si terminamos temprano, ya me quiero ir a mi casa. Hoy me vestí con una minifalda negra un poquito arriba de la rodilla, una blusa color blanca con botones al frente y solapas y unos zapatos de tacón del no. 10, color negro, el cabello lo llevo recogido en una colita alta, es el tipo de atuendo que hace fantasear a sus hermanos, más porque uso anteojos y tengo fama de ser muy lista, soy la mano derecha de su hermano menor, el patriarca de la familia y aunque les pese, el que tiene la voz cantante en todos los negocios que les heredó su difunto padre y en las decisiones de todo lo que atañe a la poderosa familia Camarena.

Toco la puerta de su despacho y la puerta automática se abre, paso y tomo asiento frente a él, nos separa su escritorio, cada día lo veo más atractivo y sé que no le soy indiferente, pero si intentara pasarme de viva, sé que lo pagaría muy caro, conociendo su forma de ser, tan reprimido.

Bueno, eso creía yo.

Siempre he sido bastante fantasiosa, por mi afición a leer bastante y porque me apasiona el cine, por lo que mi jefe ha sido el protagonista de más de mil fantasías desde que lo conozco, más cuando viste de traje, como hoy.

No olvido que mi verdadera primera vez, fue precisamente con un hombre de traje y desde entonces, es lo que más me llama la atención cuando alguien me gusta, que luzca bien de traje, porque hay cada redrojo que más bien parece que se disfrazan.

Erick, que es el nombre de mi jefe, voltea su sillón ejecutivo, estaba absorto en su computadora, y me mira atentamente, hola Lizzie, cómo has estado? No me piensas saludar? Claro que sí, Erick y me levanté, depende de su humor, me saluda de beso o no, pero yo siempre dejo que sea él quien lo haga, es bastante especial. Me coloqué a un lado de él y como no se levantaba, me incliné para besar su mejilla como hago a veces, para animarlo cuando está presionado, pensé que hoy sería así, en ocasiones lo abrazo porque no sé qué más hacer, de sobra sé que tiene muchas responsabilidades con las empresas de su familia, asuntos familiares y demás broncas que siempre se busca porque es tremendamente responsable, como yo que también soy cabeza de familia ya que mi papá está pensionado y mi mamá tiene bastantes años que gracias a Dios, ya no tiene necesidad de trabajar. Mi jefe se apoya bastante en mí, tanto que suele salir bastante del país y me quedo yo a cargo de todo el movimiento, es pesado pero quisiera poder hacer mucho más, para él, lo merece, no confía en nadie más que en su Lizzie, ni su propia contadora sabe lo que yo y ella lleva más de 10 años a su lado, yo desde que entré aquí he tenido una conexión especial con él, a pesar de su posición, su dinero y su influencia política, es un estuche completo mi jefe, es un hombre solo que se la vive pegado a las faldas de su mamá y a pesar de ser el menor de todos sus hermanos, es el patriarca de la familia Camarena.

Al sentir el roce de su mejilla en mis labios, sentí que una de sus manos se posaba en mis nalgas, como por descuido, no sentí presión, simplemente una especie de, curiosidad? por su parte. Me reí y quise apartarme, pero él me jaló por las muñecas, con una sola mano me aprisionó las dos, al estar sentado, mis pechos quedaron a la altura de su rostro.

Erick, te sientes bien? Te pasa algo? Le pregunté, no es una conducta para nada normal en él. Como contestación, dijo: Ya salieron todos, verdad? Y te quedaste tú sola otra vez, conmigo. No Lizzie? Emma sigue en su despacho, Erick, suéltame por favor, me lastimas. Yo hablaba de la contadora, es la única que siempre se queda con nosotros cuando se nos hace tarde, a veces la apoyo, sobre todo en declaraciones anuales, pero ya es una mujer de edad, muy inteligente y trabajadora, pero se embebe con sus papeles y así temblara ella no se daría cuenta, por lo que estaba yo prácticamente sola, con mi jefe y su extraño comportamiento.

Erick, basta, insistí yo, a él parecía hacerle gracia que yo me resistiera, cuándo iba a poder liberarme de su manaza? Podía hacerme lo que él quería y quién se lo iba a impedir? Estábamos encerrados y el resto de las oficinas ya vacías, exceptuando a la sorda, el personal de bodega hacía rato que se había marchado, bendito viernes.

Cuántas veces imaginé que él se propasaría conmigo? Lo he sorprendido mirándome y a veces se comporta conmigo tan raro…. Yo soñaba con acercarme a él y lo besaría, sentándome en sus piernas, diciéndole al oído que yo estaba siempre para él, que jamás lo traicionaría, que su Lizzie haría todo lo que él quisiera, pero ahora no estaba tan segura. A mi casta paloma le habían brotado garras de gavilán. Cierto es que hace bastante tiempo que no soy virgen y que estuve envuelta en una relación intermitente con uno de sus hermanos y el otro me pretendía, pero de eso a ser violada por el ser a quien más respetaba en el mundo, distaba bastante de lo ideal, no?

Finalmente me soltó y yo me sobé las muñecas, vaya que es fuerte, él tiende a subir bastante de peso, pero tenía varios meses que me constaba que se mataba de hambre y asistía al gimnasio por las mañanas y al club por las noches, a jugar squash y algún partido de tenis ocasional, cierto es que a mí siempre me ha parecido súper atractivo, pasado de peso o no, pero por su cambio de apariencia tan drástico yo pensé que ya tendría a alguien en su vida o andaba en pos de alguien especial, porque bajó de peso a una velocidad asombrosa, lucía mejor que nunca.

Él se llevaba algo pesado con otras empleadas, me refiero a ponerles apodo y a veces parecía un niño juguetón, pero conmigo nunca tomaba actitudes así, por eso yo sentía que teníamos algo especial, hasta se sonrojaba cuando yo bromeaba con él, fuera de eso, él es un hombre serio, parco y muy trabajador. Pero sobre todo, es respetuoso porque así lo educaron en casa.

La idea de ser violada por él en esos momentos pasó de ser excitante a atemorizante, puesto que por ser él tan reprimido y devoto, lo más probable era que terminara yo perdiendo mi empleo, lo cual no me puedo permitir, así que antes que salvaguardar mi honra, debía proteger a mis papás, como ya dije, dependen de mí.

De improviso, se levantó, vaya que es alto, con todo y mis tacones aún debo mirar hacia arriba para verlo a los ojos, pasa del 1.98 de estatura el becerrito, no exagero, todos sus hermanos están casi igual que él pero se supone que él es el tranquilo, el decente, el recto.

Me sujetó por la cintura, acariciando mi talle, yo quise decir algo, pero me tapó la boca con una de sus manotas, déjame hablar, Lizzie, por favor, cállate un segundo, lo harás? Moví la cabeza para afirmar pero no me destapó la boca. Amo su perfume, de hecho, yo se lo regalé porque es de los que le sienta mejor, cada cumpleaños y navidad le regalo un perfume diferente, a mi gusto, no tengo novio a quien regalarle ni él novia que le regale y la que más lo huele soy yo, así que me parece excelente inversión. Mientras yo aspiraba su aroma, él me decía que tenía tiempo observándome y que le parecía que yo tenía conductas bastante impropias para con él, ahí si respingué, porque según yo, jamás le he faltado al respeto, por más que me lo imagine, es cierto que a veces tenemos desacuerdos, porque ambos somos de carácter fuerte y otras ocasiones nos peleamos porque tomo decisiones sin consultarlo, pero es que tampoco me hace caso y hay que seguir adelante, etc. Todo eso cruzó por mi cabeza, cuando me soltó lo siguiente:

Te paseas delante de mí con esas falditas que te acentúan las nalgas, te vistes con tremendos escotes y te inclinas de más para que yo te vea los pechos y crees que eso no es impropio? Yo soy hombre, Lizzie, además, siempre te las arreglas para quedarte sola conmigo y torturarme con tu aroma, con tu femineidad, toda tú eres una provocación al pecado, acaso no sientes cómo me trastornas? Yo me quedé muda, estupefacta, su mano ya no estaba en mi boca, me sostenía por el talle nuevamente, a escasos centímetros de su cuerpo tan viril.

No pensé lo que dije, solamente pregunté? Hice algo malo, Erick? Como respuesta, me soltó una sonora nalgada que me hizo retumbar por la sorpresa y la fuerza del golpe, sentí que mis anteojos saldrían disparados, atiné a detenerlos en mi cara.

Oye, con qué derecho….? Y me suelta otra nalgada, aún más fuerte, eso me hizo enfurecer y alcé una mano para abofetearlo, él esquivó el derechazo, me dobló el brazo en la espalda y me sometió en su escritorio, yo permanecí con mi brazo doblado en la espalda, con mis tetas pegadas en la rígida madera ornamental, con mi culo levantado, a su merced.

Le dije que me soltara, que estaba borracho, que me dijera lo mismo en sus cinco sentidos y lo hablaríamos, al soltarme el brazo me ordenó que alineara los dos brazos en el escritorio, quise protestar de nuevo y recibí un jalón de cabello, me tomó por mi colita de caballo y me dijo que no lo iba a repetir.

Asumí la posición que me pidió y con su pierna, me separó las mías, quise voltear a verlo y me nalgueó fuertemente, mereces unos buenos azotes, desde hace tiempo, Lizzie, me moría por dártelos, mis pobres nalgas ya estaban bastante adoloridas, tiene la mano bastante pesada!

En verdad quería llorar, porque me dolía la situación y los azotes tan fuertes que me propinaba mi adorado jefe, mi sueño de hombre, el mejor de los mortales para el cual yo nunca sería digna

Estando así, tan indefensa y adolorida, preguntó qué sentía? Le dije que me dolía, que por favor me dejara ir y que nos olvidáramos del asunto. Como respuesta, pegó su cuerpo al mío, me dolió la pelvis al chocar contra el duro material del escritorio, sentí su tremenda erección queriendo reventar mi faldita, siempre imaginé que a diferencia de su hermano, su verga sí sería de tamaño considerable y no me equivoqué.

Erick, Erick, ya basta, por favor, qué haces? Qué pensaría tu mamá, Erick? Por favor, ya déjame ir, lágrimas de impotencia rodaban por mis mejillas, las sentía tan rojas como debían estar mis nalgas en esos momentos, sus manos se las arreglaron para aferrar mis tetas colocándose entre ellas y el pesado mueble donde me tenía sometida.

En algún momento debió arrancar los botones que cerraban mi escote y a la fuerza, sacó mis pechos por completo, me dolió bastante su brutalidad, porque los despojó del sostén por un lado y se me encajaba el mismo haciéndome daño; yo siempre quise hacer el amor con él, pero esto no lo tenía en mente. Me iba a violar y después se desharía de mí, saciaría sus instintos y me botaría, así de sencillo, pero la realidad no era tan simple. Con él nada lo es.

Su boca estaba pegada a mi oído y me dijo lo más increíble: Crees que no sabía que te revuelcas con mi hermano a mis espaldas? Ah, así que estaba enterado de todo, bueno, nunca lo dudé, él no es tonto, pero como lo que yo hago fuera de las horas de oficina es mi asunto, nunca pensé tener esta conversación y menos así, soportando su peso contra el escritorio, golpeada como niña chiquita y sintiendo su erección en el culo, sin poderme defender, qué diferencia haría el que gritara? Excitarlo más, de seguro o hacerlo enojar, ambos escenarios me espantaban.

No me pareció prudente decir nada y solamente intenté zafarme otra vez, él me jaló de mi chonguito, obligándome a erguir el culo, sentí que se me partía la cintura por el jalón tan tremendo, me tenía bien abierta de piernas y con las tetas al aire, me estaba humillando el amor de mi vida, mi llanto era genuino.

Él prosiguió con sus acusaciones: Porqué creen que tengo cámaras por toda la bodega? Par de imbéciles, creían que me hacían tonto? Mi hermano es una vergüenza para la familia, ni siquiera se ha divorciado de su mujer, -llevan más de 10 años separados, pero la herencia pesa bastante, por eso ni ella le firma ni él le insiste, -no se ocupa de sus hijos –tiene 3, todos menores de edad- y apenas cumple con sus obligaciones, pero tú, Lizzie? Tú entre todas las mujeres que se ha cogido mi hermano, tú? Porqué Lizzie? Tan poco vales? Cada oración que decía significaba un brutal empujón contra mi culito, yo sentía mi falda cada vez más arriba hasta que me percaté de que la tenía subida hasta la cintura; con terror, sentí sus dedos recorriendo uno de los lados de mi bikini color negro, también sentí que su verga ya estaba fuera del pantalón de vestir de mi adorado patrón.

El problema es que mi culo aún era virgen, siempre que intentaban cogerme por ahí, yo me cerraba porque soy bastante nerviosa, claro que disfruto que me ensarten uno o dos dedos mientras me retacan la verga por la panocha, estilo perrito y he tenido orgasmos tremendos mientras me lamen el hoyo del culo y me cogen con varios dedos por la puchita, pero nunca he soportado una verga entera por el ojete de mi ano, mucho menos así de enorme como la que estaba sintiendo en esos momentos.

Eres una perra, Lizzie, yo te creí diferente a todas, cómo fuiste capaz de hacerme eso? Y con mi propio hermano? Y yo sintiendo la punta de su verga queriendo clavarse en mi culito virgen, totalmente cerrado, en ocasiones sentía el roce de su tronco en toda la hendidura de mis nalgas, incluídos sus huevotes, cargados de leche, que yo tantas veces ansié lamer, pero su intención era sodomizarme brutalmente como la perra que juraba que yo era.

Erick, Erick, por favor, no lo hagas! Yo quería a tu hermano, es verdad, por eso hice el amor con él, pero eso ya terminó, te lo juro,- y era verdad, él ya vivía con otra fulana de su edad, cuarentona y que le llamaba cada cinco minutos para fiscalizarlo, le gustan locas y celosas como su ex mujer. Alguna vez me dijo que yo nunca lo quise, porque me daba lo mismo lo que hacía o no, pero díganme, si lo conocí cabrón, iba a esperar que cambiara? Claro que no, pero a algunos simplemente no se les da gusto con nada y lo dejé por la paz, a veces viene y me manosea las tetas o de vez en cuando soba mis muslos hasta llegar a mi clítoris y me arranca uno que otro suspiro ocasional, y le fascina mi culo, cada que puede lo acaricia, pero hasta ahí; a mí me gusta besarlo en la boca y apretar su miembro por encima del pantalón, vestigios de la intimidad que compartimos por un tiempo y ya. Sin resentimientos, en verdad lo quise bien y aún lo estimo y me gusta mucho, qué de malo hay en ello? No ando en busca de su herencia ni nada por el estilo, gano suficiente y me interesa más la buena compañía que el dinero.-

Mientes como todas las putas! Me contestó y me abofeteó el rostro, mis anteojos aterrizaron en la alfombra del despacho, lo empujé con el culo con todas mis fuerzas, apoyada en mis manos contra el escritorio y ya libre de su peso le espeté: Tú siempre me has gustado y siento por ti un cariño que va más allá de lo que puedas comprender, imbécil, pero nunca te diste por enterado, tuvo que ser tu hermano el que descubriera que soy una mujer, no un mueble de oficina que escucha y soporta todos tus desmadres!

Rodeó el escritorio para enfrentarme y tomándome de los hombros me dijo que si sabía lo que me convenía, más me valía guardar silencio; con una mano, tomó el despachador de la cinta engomada y más rápido que un rayo, me selló la boca con ella, no más mentiras, hipócrita, ahora sí me vas a conocer, cuántas veces me mandaste a mi casa con la verga adolorida de aguantarme las ganas de metértela por tu inmundo coño, todo porque te creía una señorita decente, que se daba a respetar y me entero de que era yo el único imbécil por el que no te dejabas coger? Dicho eso, me abofeteó de nuevo, mis lágrimas seguían mojando mis mejillas.

Sabes acaso lo que sucedía tras esta puerta –dijo señalando la puerta de su oficina- cada vez que te retirabas de aquí, meneando este culo –lo aporréo con furia- que yo soñaba acariciar y besar? Te imaginas las veces que tuve que jalarme la verga yo solo aquí, avergonzado porque mi fe lo prohíbe? La culpa que he sentido por tener que derramar mi esperma en el baño cada noche, imaginando tus tetas desnudas en mi cara? Mientras decía esto, pellizcaba salvajemente mis pezones, yo solamente gemía y me retorcía de dolor. Vas a pagar cada humillante confesión que tuve que llevar a cabo en las misas para liberarme del recuerdo de tu asqueroso cuerpo de zorra, y de tu ladina vocecita, eres una puta ordinaria y mereces que te trate como tal!

Dicho todo lo anterior, cortó mi bikini con el abrecartas que tenía en su escritorio y me despojó de mi faldita arrojándola con desprecio en el bote de basura bajo su escritorio. Después, me giró para quedar frente a frente y con saña me quitó la blusa y lo que quedaba de mi sostén, quedé totalmente desnuda y temerosa, quise limpiar las lágrimas de mi cara, pero me apartó de un manotazo.

Tomó mi rostro con ambas manos y con su lengua lamió mis lágrimas, luego, desprendió con delicadeza la cinta que cubría mis labios, aún así me dolió, pero no más que la humillación a la que estaba siendo sometida. Mi Lizzie, decía él. Cómo te he deseado desde que te conozco y me obligas a tratarte como a una puta cualquiera, noté que se derrumbaba y vi una oportunidad, avancé para abrazarlo, así como estaba, desnuda e indefensa, apelando a mi fragilidad y a su cordura y tal vez al afecto que él aún sentía por mí, pero fui rechazada y arrojada al suelo por la frialdad de su religión incrustada a fuego desde su nacimiento y la firme creencia de que todo mi género estaba conformado por un hato de prostitutas sin escrúpulos, todas exceptuando a su santa madre éramos unas pecadoras que volvíamos locos a los hombres y les quitábamos el dinero. Eran sus expresiones cotidianas.

Toda esa educación tan escrupulosa y castrante se había tornado en violencia en contra del objeto de su deseo, su humilde servidora. Yo era la culpable de que el santo varón cayera de golpe de su pedestal, qué diría su madre si lo viera así? Con la verga de fuera, erecta, abusando de su asistente plebeya, al menos no habría peligro de embarazo por lo que pensaba hacerme. Respiraría aliviada?

Todo eso pensaba yo en el piso, derrotada, esperando a que terminara conmigo, lo sentí tan fuerte, tan violento que inclusive llegué a temer por mi vida, instintivamente comencé a rezar un padrenuestro, grave error….

Qué balbuceas, perra? Cómo te atreves? Quieres que te arranque la lengua, dijo mientras se hincaba y me obligaba a incorporarme para abrirme la boca, saca la lengua, Lizzie o te juro que no respondo! Obedecí y cerré fuertemente los ojos, como respuesta, sentí su boca succionando mi lengua mientras sus manos recorrían mi espalda, sobaban mi culito adolorido y descansaban en mi cintura posándose ahí finalmente, yo quise responder porque mi deseo por él aún no se extinguía y atrapé su lengua con la mía, por unos instantes creí que esto terminaría bien, porque él se sentó en el suelo, recargando su espalda en la pared, sin soltar mi cintura y yo me arrodillé frente a él, situándome entre sus piernas abiertas, rodeándolo con mis brazos, susurrando, Erick, mi vida, en su oído, cubriéndolo de besos en el cuello, las mejillas, él como que reaccionó y quiso empujarme pero lo anticipé y atrapé sus manotas con las mías, besándolas suavemente, lamiendo las puntas de sus dedos, actuando sumisamente, si me quería de su puta, le mostraría cómo hacerlo.

Con que lo disfrutas, maldita perra, no amor, decía yo, insúltame todo lo que quieras, desahógate conmigo, pero tranquilízate, por favor. Erick, mi vida, yo te amo, de verdad….nunca pensé que te interesaba, en serio, siempre eres tan cortante y… me cortó en seco tomándome por el cuello, obligándome a mirarlo a la cara, y volviendo a alzar la voz me dijo: Es que eres una verdadera estúpida, Lizzie, no, más bien el único estúpido aquí he sido yo, por tenerte tantas consideraciones y por querer darte un lugar que obviamente no supiste apreciar, te aborrezco, eres peor que todas las putas que habitan este mundo, bien haría en matarte ahora mismo, maldita perra, dicho lo cual, apretó mi cuello con fuerza, yo sentí que me desmayaría, tomé sus muñecas con mis manos y como comprendí que jamás podría yo liberarme por la fuerza, hice acopio de mi entereza y comencé a acariciar sus antebrazos, con toda la ternura que me fue posible aparentar, cómo calmar a alguien tan trastornado? Increíble el trabajo de lavado de cerebro que le perpetraron desde niño, su madre merece una ovación, sin duda lo programó a su gusto, con razón nunca ha tenido novia y yo creyendo que era gay! Él aflojó la presión, yo estaba ante él, hincada, finalmente me soltó y se puso de pie, yo me postré a sus pies.

Lo tomé de los tobillos y lo abracé de las piernas con todo mi cuerpo, desnuda y maltrecha, él sacó del bolsillo del saco que colgaba del respaldo de su sillón, un marcador fosforescente bastante grueso que yo reconocí en seguida, se trataba de un instrumento especial, utilizado por mí para aliviar mi excitación algunas veces, como prácticamente ya no ando con nadie ni me interesa buscar, yo solita me atiendo, pero al ver a Erick con mi consolador de oficina, sentí que el terror me invadía nuevamente.

Esta es una prueba de lo puta que eres, Lizzie, así que esta porquería te hace gozar? De verdad? Supe que definitivamente había escondido alguna cámara en mi oficina, pero era peor que eso, el muy degenerado me dijo que inclusive había una cámara oculta en mi baño del piso de arriba, Dios Mío…lo que habrá visto… Estando en mi oficina, a veces me siento sobre el marcador y me froto contra él hasta que mi panocha se abre y logro que roce mi clítoris, consigo derramar bastante jugo y desahogo tensiones. Pero en el baño, ahí sí que me había portado de la peor manera. A veces a la hora de la comida, cuando aún andaba con su hermano, bajábamos la tapa del inodoro y ahí cogíamos cuando podíamos. Me gustaba sentarlo a él en el asiento del baño, sacar su verga y mamársela hasta ponerla dura como roca; yo me quitaba la blusa y él succionaba mis tetas con ansias, después, dependiendo la hora porque según nosotros cuidábamos de no levantar sospechas, él me sentaba sobre su pito erecto, de espaldas a él y aferrándose a mi cintura, me ensartaba fuertísimo su rica verga, que sin ser muy grande, es gruesa y sabe utilizarla para darme mucho placer, después, yo controlaba el ritmo a sentones, clavándome sus huevos en el culo mientras él masajeaba mis tetas, así de espaldas a él. Si el tiempo era propicio o mi jefe andaba fuera, me sentaba en su verga cara a cara con él, rodeándolo con mis piernas y cabalgándolo hasta que sentía que se derramaba en mí; lo hicimos así infinidad de veces, yo me inyectaba mensualmente así que no había nada qué temer, pero después me enteré de algunas cosas que no me gustaron y que les contaré con detalle en su momento y terminamos; sólo que yo tengo que tratar con él y como ya les he contado, nos seguimos gustando bastante; en el último viaje de mi jefe, Daniel, que así se llama este individuo, me encerró con él en el mismo despacho en el que ahorita estoy padeciendo, me tiró sobre el escritorio sobre el cual se me ha sometido hoy, me abrió las piernas y me mamó la panocha como perro hambriento hasta que le llené la cara de mi néctar, para después penetrarme hasta derramar sus mecos en mi útero. Relatado así, Erick tiene toda la razón para llamarme puta, profané sus instalaciones y me dejé mamar y coger por su hermano mayor, es verdad que soy una zorra calienta vergas y merezco entonces ser castigada puesto que ya me había visto en acción, mamando la verga de su hermano y ofreciéndole mi ardiente panocha para que se la terminara, qué me quedaba por objetar? Cómo defenderme? Ahora sí que estaba perdida….

Qué tienes qué decir al respecto, perra? A ver, espera, te voy a escuchar pero antes ponte a gatas y abre bien tu sucia vagina, enséñame bien por dónde te meten la verga todos tus amantes, sólo de acordarme las caras de puta que haces cuando te fornica mi hermano hace que me hierva la sangre, pero yo te voy a enseñar lo que duele la decencia, es mi deber mostrarte lo que te espera con la condenación eterna, obedece!

No tuve más remedio que ponerme en cuatro patas y con mis manos abrí lo más que pude mi panochita, esperando lo peor y así sucedió, pues de golpe me encajó casi todo el marcador en mi pobre puchita. Aaaaaaaaaaaaaaagh! Grité, duele mucho! Duele, idiota? Pues no que te proporciona mucho placer esta porquería? Y ahora viene lo mejor, pendeja, no te atrevas a moverte o te reviento! Yo me quedé por algunos minutos en esa posición, con el culo levantado y tremendo marcador enterrado casi en su totalidad en mi vagina, con mis tetas pegadas en la alfombra ya que insistió en que mis labios vaginales permanecieran lo más abiertos posibles para él. De pronto siento que está atrás de mí de nuevo, quieta, perra, me dice, y comienza a darle vueltas al marcador, retorciéndolo en mi interior, luego lo saca, qué demonios hace? Lo está chupando??, es posible que sí por el ruido que hace, no puedo verlo, no me lo permite, ahora siento que la parte de la tapa del marcador está rozando mi clítoris, mi dolor persiste pero es inevitable sentir placer con ese contacto…instintivamente, suelto mis labios vaginales y me levanto del piso, sin mirarlo a los ojos, yo misma me pongo en posición, me subí a su escritorio y me quedé a gatas, alzando mi culo al máximo, poniéndolo a su alcance, mi calentura tomó el control de mi cuerpo, que mi violador hiciera lo que quisiera conmigo, trataría de pasarlo lo mejor posible, mi vergüenza ya se había disipado, Erick es solamente un hombre y está lastimado en su orgullo, puede ser que no le interese tanto mi persona, pero hay hombres a los que no les gusta perder ni soportan que otros les quiten sus cosas. Si de todas formas era una puta para él, pues que así sea, sería la peor de todas o, la mejor?

Él no hizo nada de inmediato, no creyó que yo reaccionaría así, ya no había temor en mí, sólo un ardiente deseo de ser su esclava sexual, si lo excitaba lastimarme, pues tal vez eso necesitaba para despertar y porqué no? Tal vez quedaríamos a mano y ambos en paz. Como ya dije, con él nada es sencillo, es un hombre divino, pero bastante complicado, ni yo misma imaginé cuánto! Obviamente tenía un oscuro mundo en su interior que yo trastorné y quizá me odiaba por eso, tanto autocontrol tenía que reventar alguna vez. Yo solamente fui su catalizador y ahora el receptor de su furia mezclada con deseo carnal, incomprensible e inadmisible para él.

Esperé pacientemente con mi culo levantado hasta que sentí que se acercó a mí, pero del lado de mi cabeza. Para ti esto es natural, maldita? Ofrecer tu sexo a quien te lo pida? No, señor, le contesté inclinando mi cabeza en señal de sumisión. Cómo señor, perra? Ahora te has vuelto tan educada? Somos de la misma edad, no quieras confundirme, eres tan puta como falsa! No señor, repetí. Volvió a tomarme del cuello y mirándolo fijamente le dije: me he vuelto una completa extraña ante sus ojos, y estoy a su disposición, señor, por favor ya no me lastime y permítame complacerlo como la puta que soy, mis manos recorrían sus fuertes antebrazos y logré que me liberara; arriesgándome otra vez, lo atraje hacia mi cuerpo desnudo y tembloroso, rodeando su cuello con mis brazos, llenándolo de besos otra vez, acariciando su espalda, su rostro y me torné aún más atrevida, aflojé su corbata y se la quité, colocándola en mi cuello, oscilante entre mis turgentes pechos, los cuales él tomó con sus manos, pero lo hizo con una mezcla de curiosidad y deseo, eso haría un extraterrestre con una hembra humana? Es posible? De improviso, agarró un par de pinzas sujeta papeles y me los colocó en los pezones, me dolió, pero no demasiado, después, tomó nuevamente mi marcador del placer y lo acercó a mi boca, yo lo miré fijamente y me dijo: chupa, perra, imagina que es la verga de mi hermano, anda, gózalo. Le quité el marcador y contesté: Porqué no pretendo que es la suya, señor? Y me senté al borde de su escritorio, colgando las piernas, bien abiertas mostrándole mi sexo lustroso totalmente afeitado esa mañana, con mis hermosas y redondas tetas castigadas por las pinzas, ostentando entre ellas su corbata, procedí a complacer su petición. Tomé el marcador y le besé la parte de la tapa, pasé mi lengua por toda su dura superficie y al final, lo metí por completo en mi boca, inflando mis mejillas, soplando y succionando, tal y como disfruto de una buena verga erecta.

No pude quitar la vista de su hermosa verga, parada, dura, a escasos centímetros de mi rostro, al alcance de mis manos. Él bufaba como un toro, no sé si de coraje por mi desfachatez o por que ya no soportaba las ganas de cogerme y tenía una clara lucha interna, porque también había tomado la tarea de redimir a una pecadora tan puta como yo. Le ofrecí el marcador húmedo por mi saliva y anterior a eso por mis jugos vaginales. El lo tomó entre sus manos y con rabia lo estrelló contra la pared, en eso, escuchamos que tocaban a la puerta quedamente, era Emma, avisando que ya se iba, miré el reloj del escritorio, faltaban 15 minutos para las 9 de la noche, él gritó sin abrir la puerta un buenas noches de mala gana, que no es raro en él, pero ella, pegada a la puerta preguntó si yo ya me había retirado, envalentonada, cruzando una pierna ante sus narices y mirando a mi jefe a los ojos le grité: Me voy a quedar un rato más, Emma, aún no terminamos y esto urge, nos vemos el lunes! Ella se marchó y mi castigo fue que las pinzas de mis pezones fueron arrancadas brutalmente de un solo jalón. Proferí un leve chillido y se me salieron algunas lágrimas del dolor que sentí.

Me cubrí las tetas con mis manos, sobándolas y lo miré con rencor. Qué ganas hiriéndome así? Te hace sentir muy hombre? Solté sin pensar. Me tomó de las orejas y zarandeándome frente a él contestó que yo necesitaba disciplina y que él me iba enseñar a respetar mi cuerpo, que era el templo del Señor y yo lo había profanado quién sabe con cuantos hombres.

En otras ocasiones, habíamos tenido acaloradas pláticas acerca de los fuegos del infierno, ya que su mamacita siempre nos enviaba con él montones de hojitas parroquiales de su iglesia en la que ella era la encargada de la publicidad y las finanzas y Erick siempre me decía que las leyera, que acudiera a misa, que me confesara y en más de una ocasión llegamos a rezar un misterio del rosario a las 3 de la tarde, para complacerlo. No es que yo no crea en Dios, solamente que no me trago lo que piensa la gente como este y su familia de Él, me parece insultante, pero le doy por su lado y se tranquiliza; a veces le pedía a Emma, otra beata de más de 50 años y señorita, que me llevara a retiros espirituales, no por Dios, ahí sí yo me zafaba y los ignoraba.

Ah, entonces es tu intención purificarme? Quién demonios te crees? Libre de mancha? Yo nunca te obligué a jalarte la verga a escondidas, temeroso, con vergüenza. Si hubieras tenido el valor de acercarte a mí, yo te hubiera facilitado las cosas, si hubiese sabido que te gusto, te invitaría a salir y a ver qué pasaba, a mí no me importa que tu mamita se entere o no, a mí me interesas tú, como hombre y nada más, tu dinero, tu apellido y tus influencias te las puedes meter por el culo si quieres. De un salto, me bajé del escritorio y me encaminé a la puerta, cierto es que seguía desnuda, pero recordé que en mi oficina tenía mi abrigo, de momento eso serviría, tomaría un taxi y que este loco quemara la bodega y su oficina si eso lo satisfacía.

Salí de su oficina, atravesé el comedor, todo estaba oscuro y desierto y llegué a mi oficina, encendí la luz y me puse mi abrigo, tomé mi bolso y me dirigí a la salida cuando siento que me alzan en vilo del suelo. Todavía no termino contigo, Lizzie, no le dijiste a Emma que esto urgía para hoy? Me llevaba bien sujeta por la cintura, la diferencia de estaturas nunca fue tan evidente, parecía una muñeca de trapo, atrapada por un enorme oso que no podía decidir entre destrozarla o cogérsela.

Ya bájame, animal! Me arrepiento tanto de lo que sentía por ti, tú eres peor que todos los demás, no sabes ni lo que quieres y le grité muchas otras cosas que estoy segura de que no escuchó y si lo hizo, ni le importó. Una vez en la bodega principal, me arrojó sobre unas cajas vacías que estaban dispuestas en un rincón. Caí de nalgas, abierta de piernas, cubriendo con mi abrigo todo lo que él ya había visto. Reconocí el lugar, una vez Daniel me ayudó con un inventario y terminó recargándome contra unas cajas llenas de mercancía, me subió la falda, me bajó los calzones y me penetró hasta que su esperma chorreaba por mi panocha satisfecha, recordé que le pedí que me ayudara a asearme antes de regresar a la oficina y con sus dedos recogía su propia leche, dándomela a lamer hasta que no dejé ni gota, eso lo excitó tanto que terminamos revolcándonos como poseídos en el baño de los empleados de bodega. Yo juraba que solamente había cámaras en ciertas partes de la bodega, salas de exhibición y los corredores y el tonto de Daniel pensaba igual, si no, no hubiéramos hecho tanta cosa, pero lo que hizo Erick de colocar cámaras inclusive en el baño, en mí baño, eso sí que me revolvía el hígado y le pregunté: Y también te excita verme orinar? Esa es una aberración, sabías? Eres un degenerado, próximo a violador, me alegro que tu papá ya no esté para ver en qué te has convertido, Erick.

Ya cállate o te amordazo. No eres nadie para mencionar a mi padre ni tienes derecho de seguir ladrando, perra. Eres culpable de mostrar tu cuerpo para seducir a los malditos que profanan tu cuerpo una y otra vez y después te tiran tal y como se deshace uno de la basura, eso eres, Lizzie? Una basura? No te respetas?

Bueno ya, le dije, te he seguido el juego porque quiero que entres en razón, pero ya me cansaste. Tuve relaciones con tu hermano y reconozco que hice mal al perpetuarlas en tu propiedad, pero fuera de eso, qué fregados te importa? Te consta acaso que me he metido con uno o con veinte? Te excita imaginarte eso. Dije que te calles, prostituta, dijo sosteniendo algo en su mano que yo no alcanzaba a distinguir por la escasa luz de emergencia que apenas nos alumbraba. Todo el local estaba ya en penumbras y ahora sí estaba sola con mi captor, mi jefe, mi amado Erick de quien yo ni siquiera me atreví a pensar que se fijaría en mí.

Pero logré reunir valor y me levanté del helado suelo de la bodega, pateé las cajas sobre las que había caído y me despojé de mi abrigo, quedando una vez más desnuda ante sus ojos. Avancé decidida hacia él, que empezó a retroceder hasta que topó con la pared del fondo. Qué te imaginas, amor? Que me gusta coger con más de un macho a la vez? Sobándome los pechos, continué: Crees que gozo teniendo todos mis agujeros retacados de vergas calientes? Abrí las piernas y me metí el dedo índice en la panocha, juras que me han llenado el culo y la pucha con litros y litros de semen? Refregué mi dedo empapado por mi sexo en su boca, y lo volví a meter en mi puchita para remojarlo más, humedeciendo sus labios con él.

Dejé que me golpearas, que me humillaras y que me aterrorizaras, pero no te voy a permitir que aún ahorita te sigas escudando en una religión que ni tú mismo entiendes y que tanto daño te ha hecho. El ya no hablaba más, sus ojos estaban fijos en mis pechos amoratados. Me arranqué su corbata y la arrojé al cubo de basura que estaba en el rincón, como él hizo con mi faldita.

Esto lo hiciste tú, le dije juntando mis tetas con las manos, sádico. Y por un momento volvió a ser mi Erick, el que a veces retrocedía con mis argumentos, el que a veces gritaba pero yo le respondía más fuerte cuando la razón estaba de mi parte, porque suelo ser firme cuando creo estar en lo correcto y no me dejo influenciar por nadie.

Qué quieres de mí, Erick? Dímelo y termina de una vez? Te diviertes mostrando que eres mucho más fuerte que yo? Es todo? Quieres que me disculpe por mi conducta impropia en tu propiedad? Estoy apenada que te hayas dado cuenta, de verdad, pero tampoco tienes derecho de espiarme hasta en el baño, eso es invasión. Soy tu empleada, pero no soy de tu propiedad.

Y ocurrió lo primero que pensé yo, necesitábamos quedar a mano en lo que a su retorcido deseo se refería, tenía que vengarse de mí para poder disfrutar de mi cuerpo, no concebía otra forma de placer sin culpa y viceversa, sentía culpa por sentir deseo. Y la culpable de desencadenar todo esto, era yo.

No espero que lo entiendas, puta y ponte en tu posición otra vez, a gatas, pero ya! Mientras decía esto, me tomó con fuerza por las muñecas y me empinó contra una pila de cajas, abrió mis piernas de un manotazo y esta vez apoyó una mano en mi cintura, para asegurarse de que yo no me voltearía, frotó su verga contra la entrada de mi culito y ahí sí que grité anticipando la tremenda violación. No, por favor, Erick, por ahí, no, te juro que no me va a entrar, está enorme.

Así que la putita de Lizzie tiene un agujero virgen? Mejor aún! Dijo, mientras remojaba su verga enorme en mis labios vaginales, tentándome con ella, sabiendo que yo ansiaba ser penetrada por ese agujero, nunca por el otro, el que él deseaba.

Más te vale que te relajes, no quiero romperte, Lizzie. Erick, mi vida, por favor, no, gemía yo inútilmente, sentí que la cabeza de su verga ya se estaba abriendo paso entre los pliegues del ojete de mi culo, sus manos estaban aferrando mis pechos, ya tenía su cuerpo pegado completamente al mío. Mmmmmmm, Lizzie, Lizzie, LIZZIE, murmuraba él en mi nuca, llegó a morder mi cuello y mis hombros y bufaba de nuevo, calculé que tenía ya media verga ensartada en mi culito, el dolor era insoportable, demoledor. Nunca he consentido una verga completa por el ano y la de mi jefe estaba inmensa, gruesa, larga, grande como él, y sucedió lo que siempre hago, mi culo se cerró atrapando al enorme intruso, y le dolió porque el culo nunca estará tan lubricado como la panocha si no se han tomado la molestia de consentirlo primero, antes de atacarlo con tamaña verga.

Sacó su vergota de mi interior y yo respiré aliviada, sentí como una bomba al vacío que me arrancaban del culo y vaya que me dolía, instintivamente toqué mi pobre agujero con mis dedos, no había sangre ni otras cositas, eso me dio gusto. Entonces sentí que sus dedos hurgaban mis labios vaginales, así, empinada como estaba, uno de ellos localizó mi clítoris, tan abandonado desde el principio y procedió a frotarlo con algo de fuerza, me lastimaba pero me estaba chorreando de placer también, empecé a gemir y a ronronear como sé hacerlo, cuando sentí una estocada brutal en el hoyo del culo, solamente atiné a tragarme mis sollozos de placer y grité que me lo sacara, estaba segura de que no era su verga, ni tampoco mi marcador, lo que sea que me había clavado se movía, hurgando la entrada de mi culo, adentrándose, queriendo llegar a mis entrañas. El nuevo intruso vibraba, por lo que adiviné lo que era, un consolador tamaño jumbo y debía ser lo que no pude distinguir en su mano cuando me arrojó al piso de la bodega, maldito sádico, sintió lo que me hacía sufrir con su vergota y no conforme me sodomiza con esa porquería monstruosa? El boy scout me estaba dando lecciones a mí.

Aaaaaaaaaay, gritaba yo a todo pulmón, no seas cruel, Erick, me está destrozando! Oh entonces prefieres mi miembro? Pídemelo y tal vez te lo conceda, mientras decía esto, retorcía el monstruo para acomodarlo más adentro de mi culo, justo como había hecho antes con el marcador en mi panocha. Ya no puedo más, por favor, mmmmmmmmm basta! Y los dedos de la mano que no me sujetaba seguían hurgando mi panocha, dos de ellos pellizcaban mi botoncito que ya estaba hinchado y también pedía clemencia de tanto placer; increíble, pero el culo me ardía tanto y aún así sentí que se avecinaba un fuerte orgasmo por sus toscas caricias en mi vagina.

Quiero probarte, puta, a ver a qué sabe tu sucia panocha, a mi hermano le encanta lamértela y jalarse la verga al mismo tiempo, deja de moverte ya! Y me azotó fuerte las nalgas, sentí que el vibrador ya no se movía y solamente seguía bien ensartado en mi culito mientras él se inclinaba para situar su rostro en la plenitud de mi vagina abierta.

Sentí primero su aliento, respirando cerca de la entrada de mi panocha, sentí que la examinaba a fondo, la olfateaba y lameteó mis labios vaginales un par de veces, aún no se decidía a degustar el platillo que enloquecía a su hermano mayor. Yo estaba en la gloria, anticipando que al fin me permitiría disfrutar de un buen orgasmo y porqué no? Lograr que él se corriera también.

Me empiné aún más, invitándolo a saborearme, apoyé mi cabeza contra las cajas para poder abrir mi panocha una vez más con mis manos, mostrándole el camino, enseñándole el interior de la pucha de su Lizzie, en vivo y a todo color. Ya no hablé pues cada vez que lo hacía, el cambiaba de opinión, solamente le facilité su experimento. Empecé a sentir su lengua, rasposa, deliciosa, lamiendo de arriba abajo toda mi pucha caliente y jugosa. Mis manos volvieron a servirme de apoyo contra las cajas y además, necesitaba morderlas para no gemir más fuerte, se supone que yo no debía gozar. Yo quería verme en esa posición, empinada, desnuda, con mi guapísimo patrón lamiéndome la panocha y el consolador jumbo bien apostado en el ojete de mi culo, cada vez me excitaba más y más la situación. Su lengua recorrió mis labios vaginales y sus labios chuparon mi clítoris con furia, yo estaba por explotar en su cara cuando sentí que se apartaba y de un solo empujón, penetró mi panochita con su descomunal vergota. Ooooooooooooooooooooh, gemía yo, mmmmmmmm, si, eso quería yo, pensé, ahora sí me estaba cogiendo en forma, sin trucos ni pendejadas, mi jefe es todo un semental que ya necesitaba descargar el contenido de sus huevotes en alguna puta con suerte, que resulté ser yo, su pequeña Lizzie.

Nalgona, nalgona, qué rico. Decía mientras metía y sacaba su riquísima verga de mi puchita, sus manazas golpeaban mis nalgas pero no tan fuerte como anteriormente, más bien estaba disfrutando de mi culito. Con tanto movimiento, el consolador se cayó al piso, pero yo sentía mi culo bien abierto; quise ocultarle este hecho a Erick, pero lo que hizo fue reemplazar el consolador con dos de sus dedos. Sentí que me estaba penetrando la panocha solamente con la punta de su vergota mientras sus dedos exploraban el interior de mi culo, a estas alturas yo ya ni sentía nada ahí.

Separó mis nalgas y escupió en mi ojete, después frotó los pliegues de mi agujero con la cabeza de su verga, resbalosa por estar tanto tiempo en mi puchita. Acerté al ayudar a dilatar más a mi ojete estando más tranquila y algo más relajada y le agradecí que no me ensartara toda la verga de golpe como intentaba hace un rato. Entraba un poquito y se retiraba, comprendiendo finalmente que podía destrozarme si se lo proponía y finalmente nunca fue su intención. Unos instantes después, arrojó chorros y chorros de leche al interior de mi culo totalmente estrenado, solamente gemía mi nombre y seguía aferrado a mis nalgas.

Yo ya estaba bastante cansada por la posición a la que estuve sometida tanto rato y me desvanecí en el piso, sin fuerzas para continuar; él seguía disfrutando de su abundante corrida, lo observé y estaba recargado en la pared, junto a mí, con su verga en la mano, se la estaba jalando.

Por Dios, lo que hace tanta abstinencia! hice ademán de levantarme y él me alzó sin problemas, cargándome; yo le rodee el cuello con mis brazos, sin atreverme a besarlo, mis piernas abrazaban su cintura, sentí su verga rozando mis nalgas y comencé un movimiento de vaivén para terminar de revivirla.

Funcionó de inmediato, porque ya estaba otra vez como mástil, lista para taladrar concreto, estoy segura. No me contuve y le dije al oído: Papito, quieres seguir cogiendo? Sentí que se estremecía y susurró un inseguro, sí. Me bajó al piso y me dijo: Lizzie, perdóname por favor, soy una bestia y merezco que me denuncies, no podría estar tranquilo ni volverte a ver por la oficina, sabiendo lo que te he hecho, lo que te dije, todo, Lizzie, yo… Yo me paré de puntitas y lo besé apasionadamente en los labios; Succioné su lengua, como quería hacerlo con su pene. Ya veremos, le dije, por el momento, relájate, solamente estamos tú y yo y nadie más, pero Lizzie.. me interrumpió, pero nada, dije yo y me arrodillé frente a su verga erecta, la probé con deleite, le pedí que la frotara en mi cara y eso hizo, la refregó por todo mi rostro, jugando con su gatita que la quería agarrar para lamerla toda.

Lo empujé suavemente para que se sentara en una de las sillas de los muchachos y lo ayudé a deshacerse de su pantalón, la camisa se la dejé puesta, sólo la desabotoné para admirar su torso, deslicé mis dedos por su vientre toqué sus tetillas con mi lengua y fui bajando hasta su palpitante vergota que ya me esperaba, Ooooooh Lizzie, decía él, te gusta, pequeña? Me encanta, mi rey, tienes una verga deliciosa y me la quiero comer entera, eso pareció excitarlo bastante y mientras yo recorría su pene con mis labios y mi lengua, él acariciaba mis pechos con suma delicadeza, pues estaban bastante lastimados, mis pezones estaban algo hinchados por la presión de las pinzas y los jalones que les propinó. Lizzie, Lizzie, en verdad lo siento, pero pensé que te odiaba con toda mi alma, pero la verdad es que yo…No lo dejé terminar, ya hablaríamos después, tal vez.

De improviso, me senté en su regazo y lo seguí besando mientras me ensartaba yo solita la enorme verga de mi jefe en su totalidad, vaya que es grande y gruesa, sus huevos chocaban con la entrada de mi vagina y el contacto que hacían con mi vulva era sumamente placentero. Él no se quedó quieto y sus manotas ya estaban sujetando mis nalgas nuevamente, ayudándome a clavarme su verga más y más y más y más, por Dios qué rico me estaba cogiendo mi jefe, mi patrón, mi amo….

Escuché que vibraba su celular, olvidado a un lado de nosotros, era su mamá, que lo esperaba a cenar de seguro, no le contestó y lo seguí cabalgando hasta que me dijo que estaba por correrse de nuevo, de un salto me desmonté y procedí a recibir al fin el tan ansiado cargamento de leche de mi amado patrón con mi boca hambrienta y golosa, tenía un regusto algo amargo, diferente a lo que yo he probado, pero delicioso, sorbí, succioné y mamé cada gota que le salió de la verga y también lameteé sus huevos para dejarlo limpiecito, se me cansó la quijada por las dimensiones de su vergón, la estoy sintiendo aún entre mis piernas, y ya no voy a aceptar otra, nunca más.

Nos quedamos mucho tiempo así como estábamos, él sentado en esa silla vieja, reposando de la cogida que me dio y yo postrada a sus pies, abrazando sus piernas, echa un ovillo como gatita con su amo, adolorida pero feliz, sintiendo su hombría en cada poro de mi maltrecho cuerpo, transpirando yo misma su esencia, ya nunca iba a ser la misma. También dormité, pero de cuando en cuando, me pegaba más a sus piernas, verdaderamente me sentí como su mascota o algo así. Me excita pensar así. Sé que las apariencias lo son todo para él, por los círculos en los que se mueve y las expectativas de su mamá y el resto de su familia, que son varias generaciones que pesan bastante, pero a mí eso no me importa, yo soy su putita, su esclava o lo que quiera él que yo sea, lo que necesite de mí se lo voy a dar siempre que él me lo pida, ya era suya desde que lo conocí, no hay otro como él.

Disfruto bastante escribiendo así, prometo seguir siempre y cuando a ustedes les agrade y me obsequien sus opiniones, de lo contrario, Lizzie ya no volverá.

Un beso a todos.