Liz y Fer

Nuestro encuentro en la oficina se convirtió en una sesión de sexo inolvidable...

Eliza y Fer

Eran las 15 hrs. Liza había quedado de llegar a la oficina, había algo de gente pero yo me encontraba solo en mi privado. Ella a sus 27 años y con dos niños no había perdido su silueta, sus formas gráciles y seductoras me tenían loco. Liza lo sabía y se esmeraba en hacérmelo notar con su vestimenta.

Nos une una gran cantidad de coincidencias en todos los sentidos; cultural, histórico, formativo, y por supuesto sexual. Es en este último punto en el que decidimos entregarnos a todo el placer que pudiéramos disfrutar sin cortapisas ni límites.

Por fin llega,

-Hola mi amor, perdona el retraso se me fue el tiempo con los niños-

  • No te preocupes corazón, yo también he estado un poco atareado con el trabajo-

Al mismo tiempo que nos justificamos el uno al otro, nos acercamos para darnos un beso, ese que de entrada se dan todos los enamorados, pero que en nuestro caso, siempre esta lleno de sensualidad y morbo. Nuestros cuerpos se pegan sintiéndose y restregándose en ese acto de amor y sexo implícito. Nuestras lenguas recorren las respectivas bocas, en tanto, nuestras manos ya están en pleno reconocimiento animal de los cuerpos.

Es claro que los cuerpos reclaman y gritan por la ansiedad de poseerse. Esa ha sido otra de nuestras coincidencias, la cachondez que compartimos, el deseo que nos acompaña, la fuerza del calor que nos quema por dentro y que busca hacer erupción en cualquier momento, en cualquier lugar

-Mi amor…- gime ella.

-Corazón…- apenas balbuceo

  • Ya no aguanto más, dice Liza, estoy mojadísima, venía tocándome y sintiendo mi tanguita incrustándose en mis nalgas, en mi panocha… ya no puedo más… quiero que me cojas

  • ¿Aquí en la oficina mi vida?- apenas si puedo responder.

  • Sí, aquí… que todo el mundo sepa que tienes una mujer que te atiende, que vean que tienes dueña, que eres mío y que yo soy tuya… ¡Ya cógeme!-

  • Claro mi amor, yo también te deseo, te necesito, tu sabes bien que soy tuyo… que todos sepan la hembra de fuego que me estoy comiendo… Ven siéntate aquí, déjame mamarte la panocha, probar tus jugos, meterte mi lengua y saborearte… ¡mmm…! Que rica estas mami… ábrete más… ¡aggghhh!!!

Liza abre sus piernas y las pone sobre mis hombros, mi boca se pierde entre sus piernas… la música de fondo se acompaña de los gemiditos de placer que emite Liza. Pruebo sus labios vaginales, mi legua los recorre hasta encontrar ese botoncito que la hace vibrar, su clítoris esta a merced de mi boca y mi lengua… lamo de arriba abajo, hacia los lados, pequeños mordisquitos… los líquidos de su panocha destilan hasta mi boca… los succiono porque no quiero perder nada… me los bebo cual néctar afrodisiaco, sediento y ansioso

Mis manos acarician sus piernas, - sin duda que las faldas amplias tienen su encanto-, me digo a mi mismo. El barullo de afuera se convierte en un elemento más cómplice de nuestros gemidos… de nuestro encuentro… de nuestro deseo.

¡Glup… glup… glup…! Podemos escuchar, la música de fondo, el barullo de afuera… ¡Que éxtasis! Sus ojos muestran la excitación que sus caderas me confirman, ese movimiento que acompaña mis embestidas linguales y labiales

Las caricias se hacen más fuertes… mi verga se encuentra dura y firme en espera del ansiado encuentro. – ¡Métemela ya…!- lo dice ahogando un grito. – ¡Métemela ya cabrón…! ¿Qué no ves como me tienes, como estoy…? – Ya papito méteme tu verga, cógeme ya cabrón…-

Me siento en una de las sillas al mismo tiempo que Liza se levanta, puedo ver su cuerpo, que a pesar de no estar totalmente desnudo me deja ver lo suficiente para observar su panocha mojada, escurriendo… es una visión morbosa, cachonda

Se levanta la falda y se hace un lado la tanguita, que por cierto también esta mojada, se pone en pompa y se va acomodando, se mueve para atrás… hasta estar en el punto en el que mi verga la espera… se va sentando poco a poco… se incrusta la verga tomándola con sus manitas… - ¡agghh…! Que placer!- apenas puedo decir

Mis manos recorren sus nalgas…mis dedos delinean las tiras de su tanga, desde las nalgas hasta llegar a su panocha… la tiene metida…en sus labios vaginales… ¡mmm…! Desde esa posición se puede sentir muy bien su papayita… puedo oír el gemidito ahogado que brota de su garganta… -¡mmmaggghhhh!-

Sube y baja de mi verga –¡clap, cap, clap!- se oye al chocar mis huevos con sus nalgas, mientras mis dedos masajean su clítoris, al mismo tiempo voltea su carita y me a probar sus labios, carnosos, húmedos, su saliva llena mi boca y la mía la de ella… el sudor de tal proeza sexual llena nuestros cuerpo originando un riquísimo olor a sexo que invade la oficina.

Mi verga se moja en el interior de su bollo, el líquido pre-seminal también contribuye a perfumar la oficina y a encharcar su sexo… Sin dejar de cabalgarme y susurrando me dice con voz entrecortada -¡Embarázame!... ¡Quiero que me hagas una hija…! - Palabras afrodisiacas que me extasían - ¡Sí mi amor, vamos a embarazarnos!, te voy a dar todos mi mecos para embarazarte, para preñarte, aaaggghhh!!!!-

Al oír Liza esas palabras su cuerpo se estremece, un orgasmo la invade, su cuerpo es presa de un estremecimiento que llega hasta mis huevos, puedo sentir como una oleada caliente brota de su vagina quemándome. Al tiempo que ella dice -¡Que cogidota me estas poniendo…!

Yo solamente alcanzo a proferir guturalmente y susurrándole al oído -¡Si mi amor, nos estamos poniendo una buena cogidota, aquí… en la oficina… y con todos esos pendejos allá afuera…!

Su cabalgata continúa pero ya no soporta más y me previene de su segundo orgasmo… -¡Voy a llegar otra vez… llega conmigo…lléname de tus mecos…! Mi verga mojadísima parece responder lo que mi boca ya no puede hacer… solamente alcanzó a gemir -¡Sí, tómalos son tuyos… toma mis mecos en tu panocha…te estoy haciendo a nuestra hija…aaagggghhh!!!-

Llegamos al mismo tiempo y nuestra cara refleja la felicidad del amor y el placer al mismo tiempo, te sacas mi verga con tu mano y te la llevas a la boca, la chupas… -Bésame, quiero probar nuestro sabor conjugado…- te lo digo con el morbo dibujado en mi boca.

Nos fundimos en un beso prolongado y caliente. - ¡Te amo Liza..!-, -¡Te amo Fer!-