Liz la esclava por infidelidad (2)

Continua la historia de Liz, como su vida se transforma cada ves más en la de una esclava.

Desde aquí el relato será narrado por un tipo de narrador de carácter omnisciente.

El amo regreso a casa a eso de las 4 de la tarde y encontró a Liz en asiendo los deberes caseros, ella estaba descalza con un pantalón de buzo y un peto blanco.

Carlos dijo con una voz penetrante – hola perra – y ella muy sumisa respondió dejando de hacer lo que estaba asiendo en ese momento - hola amo, ¿que tal su día?- y Carlos dijo – bien, no hubo mucho que hacer en la central, pero ven acá tengo ganas de orinar- Liz fue sumisa y le desabrochó la bragueta y manipuló su miembro hasta ponerlo dentro de su boca, en ese preciso momento comenzó a sentir como escurría aquel líquido caliente y extremadamente amargo en su boca, ahora si no dejaría que se escapara ni una sola gota de su boca, y así lo hizo, lo trago todo, no desperdició nada, Carlos estuvo muy contento y se lo hizo saber con una caricia en la cabeza como si ella fuera un perrito.

Finalmente Carlos fue y se sentó en su sillón preferido a ver la televisión, Liz muy cariñosamente se sentó a su lado, pero en ese momento sintió la mano de su amo pellizcándole un pezón y retorciéndoselo muy ferozmente, ella no pudo contener un grito de dolor, Carlos al ver que esta gritaba, le metió tres de los dedos de su mano libre en la boca metiéndoselos hasta la garganta hasta que ella guardo silencio.

  • Perra estúpida, número uno, en ningún momento te e dado autorización para sentarte, número dos tampoco te e dado autorización de quejarte, y número tres no te dado permiso de usar ropa – a Liz después de todo no le sorprendía ser castigada por sentarse y quejarse, pero lo que le sorprendió fue que desde aquel momento debía tener permiso para estar vestida.

Y volvió a hablar Carlos – cuando estés en casa deberás estar desnuda, había dejado pasar esa falta pero ante las otras dos – hablaba de sentarse sin permiso y quejarse ante el castigo – no me quedó mas remedio que hacértelos saber, ya lo sabes debes estas desnuda a menos que yo te indique lo contrario, ¿entendido? – Liz respondió – si amo- solo en ese momento Carlos soltó el pezón de su esclava que ya tenia un tono rojo intenso. En los ojos de Liz se asomaban algunas lágrimas producto del dolor, pero aún así no se quejó mas.

  • Bien así me gusta, sígueme – el amo se dirigió al cuarto de baño y la sumisa detrás de el con la mirada baja, - métete a la tina de baño boca abajo – ordenó y ella lo hizo sin rechistar, el se detuvo un momento para mirarla, realmente era preciosa, ese pelo castaño hasta mas abajo de los hombros, esa diminuta cintura y ese redondo culo. Le dedicó unas palabras. – fue una buena idea construir ese mini-gym en la parte trasera de la casa – y miró las marcas producidas por las fustas de Sam en el sex-shop de su amigo, estaban mucho mejor que el día anterior, la pomada era muy buena. Finalmente salio y regreso con un bolso, del cual saco unas correas y ato los brazos de Liz en su espalda de tal manera que sus manos quedasen tocando sus codos del otro brazo y la hizo beber mucho agua, tanta que Liz después que terminó de beber se sentía muy llena y pesada, finalmente le vendo los ojos y le dijo – Escúchame bien maraca de mierda, con toda el agua que as bebido as bebido también un purgante, así que es natural que sientas ganas de evacuar tus intestinos, no quiero que uses el inodoro, yo volver dentro de dos horas y quiero encontrarte igual como te e dejado ¿entiendes puta barata?

Liz asistido con la cabeza ya que estaba amordazada, su amo salió del cuanto de baño y todo quedo en silencio, debían ser cerca de las 6:30 de la tarde pensó ella no se escuchaba nada dentro de la casa, de pronto sintió la primera contracción en su estomago, pero lo que tenia no eran ganas de cagar, sino de orinar, pensó en levantarse, pero su incondicional lealtad al amo no se lo permitió, estuvo allí unos 15 minutos aguantándose las ganas de orinar, la increíble cantidad de agua que había bebido quería salir, hasta que las ganas fueron incontrolables, entonces su orina empezó a salir, ella sentía una gran repulsión y asco, sentía como su orina mojaba sus piernas y abdomen, era muy molesta aquella situación, cuando pensó que la situación no podía empeorar más sus tripas empezaron a sonar y unas increíbles ganas de defecar se le hicieron presentes, ella de alguna manera pudo haberse parado y tratado de ir hasta el inodoro pero su amo había sido claro. Las ganas de cagar eran cada vez más grandes, ella apretaba sus muslos para no dejar salir nada, no sabía cuanto más aguantaría, ya le empezaba a doler la barriga pero ella aun así no quería dejar salir nada, la situación se alargó por media hora hasta que le comenzó a sentir un gran dolor que se transformó en un terrible calambre, que hizo que su trasero cediera liberando toda la mierda que estaba dentro de sus tripas, que escurrió por sus piernas manchando todo a su paso, aquello si que era asqueroso, ella no podía creer lo que estaba pasándole, se sentía tan humillada, pero no podía hacer nada, no hizo mas que quedarse ahí sintiendo aquella pestilencia que provenía desde su culo y sus muslos, además la mierda se mezcló con su orina y eso le mojaba la barriga, ella sintió ganas de llorar, por lo humillada que estaba, pero no lo hizo.

Pasaron los segundos, los minutos y se completo una hora antes de que su marido volviese, cuando volvió la encontró tal y como la había dejado, eso lo complació mucho, le quito la venda de los ojos y ella se fijo que no estaba solo, sino que estaba con dos hombres, que ella los conocía, eran compañeros de su esposo en el trabajo, ella se sintió tan humillada que se sentía morir.

El nombre de los hombres era Martín y Alberto, ambos la miraban humillada en su suciedad, no contento con eso Carlos saco su verga y dirigiéndose a sus colegas les dijo – le voy a hacer los honores – y apunto hacía la espalda de su esclava soltó su orina y comenzó literalmente a mearla de pies a cabeza, pasó por su espalda y por sus manos, subió hasta su cabeza y le baño el pelo, ella trato de ocultar su cara para protegerla pero su amo le ordenó poner su boca para recibir la orina de sus compañeros que habían tomado mucha cerveza y tenían unas ganas de mear que no se aguantaban.

Para esto Liz fue puesta de rodillas dentro de la tina, Martín y Alberto sacaron sus vergas y apuntaron a la boca de Liz, Alberto soltó un chorro que dio justo en la garganta de Liz, su boca pronto empezó a rebalsar dado la cantidad de orina que soltaba Alberto, a Martín le costó un poco mas orinar dado lo excitado que estaba en esa situación, pero lo consiguió soltó su chorro dentro de la boca de Liz que empezó a sentir nauseas por lo margo del líquido que tenia en su boca, era un sabor que la mareaba, la orina de los caballeros escurría por su mentón y caía sobre sus tetas bajando por su estomago y llegando a sus muslos para juntarse con la mezcla de su orine y su mierda, la nueva mezcla hizo que Liz sintiera una tremenda repulsión y sintió mas ganas de vomitar, Carlos se dio cuenta de eso y le advirtió – mas vale que no botes nada de eso sino tendrás que tragarlo otra ves – ante esta amenaza Liz hizo un esfuerzo sobrehumano por no vomitar y mantener los la mezcla de orines en su boca, los tipos ya habían vaciado sus esfínteres pero Liz pensó que su amo se sentiría complacido si ella mantenía el orine en su boca y así fue, ella notaba una sonrisa en la cara de Carlos, que se le acercó y miro el contenido en la boca de se esclava, y con un gesto de complacencia le escupió dentro de la boca y le ordenó – traga – Liz hizo un último esfuerzo y trago todo lo que estaba en su boca, lo sintió pasar por su garganta con una asco cada vez mayor, la humillación era total.

Carlos sus invitados miraban complacidos y con una gran sonrisa en el rostro salieron todos des cuarto de baño dejando a Liz en la tina, ella sabía que no tenia permiso de salir, el olor a la mezcla de orina de ella y de los hombres y su mierda la tenían mareada, casi salto de alegría cuando su marido volvió y le dijo – tienes 25 minutos para bañarte y asearte bien, lávate en pelo y los dientes, lávate bien la vagina y el ojete, te quiero limpia en la sala en 25 minutos ¿esta claro?-

Si amo – asintió ella

Cuando termines vas a salir a exhibirte delante de mis amigos y quiero que me dejes bien con ellos, ¿entendiste perra?

Perfectamente amo – entonces su amo abrió la llave del agua, el agua fría, pero a Liz no le importó, ella solo quería quitarse ese olor tan repugnante, y se metió debajo de la ducha, se aseo muy bien en todos los rincones de su cuerpo, dedicando especial tiempo a su ojete.

Carlos y los demás conversaban en la sala sobre lo bella puta que se estaba bañando en ese momento

Faltaba poco más de 3 minutos para que se cumplieran los 25 minutos cuando Liz apareció en la sala en la que estaban Carlos y los demás y se quedó parada frente a todos sintiéndose muy humillada ante la mirada de aquellos hombres

– Putita, tráeme a mis amigos y a mi unas cervezas – ella se apresuró a llevar las cervezas a donde estaba su amo con los invitados cuando llego con una bandeja con las cervezas le ordenaron ponerse en cuatro patas frente a ellos, cuando la tuvieron en 4 patas posaron las cervezas sobre su espalda como si se tratare de una meza de centro de living además de las cervezas posaron un cenicero para botar las cenizas de sus cigarros, la estuvieron usando como mesa cerca de 1 hora mientras ellos veían un partido de basket-ball por la televisión. Cuando terminó dicho partido siguieron bebiendo y riendo.

Llego un momento en que quitaron las cosas de la espalda de Liz y Carlos la invitó a sentarse entre Martín y Alberto, ella acepto, aunque mas que invitación era un orden camuflada, de inmediato ellos comenzaron meterle mano a sus tetas y entre sus piernas, Liz instintivamente tendía a cerrar las piernas, viendo esto Carlos dio un puñetazo a una de sus tetas, y le ordeno abrirlas, Liz las abrió un poco, Carlos tomó una fusta que estaba por allí y le dio un fustazo en cada muslo diciendo: - no puedo ver tus concha perra estúpida – Lis ante tan invitación abrió mucho mas las piernas, oportunidad que Martín aprovecho para meter dos de sus dedos en la concha de Liz, ella no decía nada pero estaba terriblemente excitada, la ponía a mil esos malos tratos de su esposo

Carlos dijo – haber maraquita, diles a nuestros invitados que eres tu-

  • una golfa, una perra – dijo Liz casi susurrando

No escucho – dijo Carlos, dilo mas fuerte

Una maraca, una mujerzuela – dijo Liz un poco mas alto

Valla sigo sin escuchar, tal ves el electrodo anal le suelte la lengua a esta puta – digo Carlos un poco molesto

Liz presa del terror dijo claramente – soy una zorra, un objeto del placer de mi amo y de quien el me diga, soy una mujerzuela sin voluntad- de los ojos de Liz salió una lagrima, hasta donde llegaría la humillación.

Muy bien – dijo Carlos que se sentía muy satisfecho ahora ofrécele tu culo a Martín para que te lo folle como la perra que eres

Liz se levanto de su sitio y le dio la espalda a Martín, luego se inclinó y con sus manos separó sus nalgas que aun tenían los surcos rojos, de los fustazos recibidos el día anterior, sintió que un dedo exploraba su ojete, luego fueron dos y no protestó cuando sintió un tercer dedo visitante, delante de ella se puso Alberto que había sacado su verga fuera de su pantalón y lo refregaba en el rostro a Liz y ella con su lengua lo trataba de alcanzar, estaba muy excitada por las caricias en su ojete, de pronto sintió que Martín apoyaba su polla contra la conche de Liz, se la metió muy suavemente cuando estuvo completamente dentro de ella le proporcionó una sonora nalgada que a Liz le dolió mucho pues la carne de sus nalgas estaba delicada aún, pero no se quejó (sabía lo que le esperaba si se quejaba).

Carlos miraba muy complacido desde el otro extremo de la sala donde él estaba sentado, le excitaba ver como se cogían a aquella mujer que antes era su mujer y ahora mucho más que eso, era su esclava.

Martín aceleraba cada vez mas las embestidas detrás de Liz, a ella le dolía mucho como Martín chocaba con sus delicadas nalgas, pero eso no impedía que se desconcentrara de la mamada que le estaba dando a Alberto, quien dijo

  • Que buena está esta zorra que tienes en casa Carlos, se ve que tienes buena mano para formar putas

  • jajajaja gracias amigo mío - respondió Carlos desde su asiento, pero no te fijes, as lo que quieras con ella, ella te sabrá satisfacer.

En eso Martín se salió de la cuca de Liz y posó su hinchada verga en la entrada del culo de Liz, por supuesto ella lo sintió y se alarmó mucho, sabría que te todos modos sería mejor aguantar que se lo metieran por detrás a soportar otra sesión de fustazos, además con lo excitada que estaba, su entrepiernas estaba muy mojada, - dolerá menos - pensó ella. Otro error de ella, pues Martín quería que ella lo sintiera, así que sacó de su bolsillo un pañuelo y seco el fruncido agujero de Liz, y esa se te percató de inmediato de las intenciones de el invitado de su amo, y empezó a mover mucho el culo para ver si podía evitar que se lo metieran por detrás sin lubricación, ella siempre fue muy estrecha de culo, siempre que tenia relaciones por el ojete con Carlos terminaba lastimada, siendo que el tenia mucho cuidado, eso era hasta entonces

Al ver esto Carlos se paró desde donde estaba y se aproximó a donde estaban los tres, Liz lo vio cuando venia en camino y se quedo muy quieta, pero ya era tarde, había molestado a su amo, quien apartó a Alberto y le pego una fuerte bofetada que hizo que Liz cayera al suelo temblando de temor, Carlos agregó:

Me pareció que entendías que mis deseos es que te quedaras quieta, será mejor que te dejes hacer si no quieres empeorar el castigo por la recién cometida falta.