Lisa y su mundo - Meses después

Tercera entrega de la serie. Tras un tiempo más o menos rutinario decidí que las cosas debían cambiar.

Desde lo ocurrido en el anterior relato (Lisa y su mundo - Comienza la adicción) habían pasado varios meses durante los cuales los encuentros con Lisa habían seguido siendo esporádicos y siempre a voluntad de ella. A mí no me quedaba más que esperar a sus habituales mensajes en los que me indicaba sitio y hora en los que quedar.

Como siempre, tras unas cervezas íbamos a su casa y comenzaba una sesión de sexo salvaje cuyo guión era, casi siempre, el mismo: Yo empezaba comiendo su polla, despues el resto de su cuerpo a besos y tras eso venía un 69 en el cual Lisa conseguía que me corriera. Por último se hacía dueña y señora de mi ano penetrándome suave al principio y salvajemente al final hasta que se corría en mis entrañas.

Después de esto, teníamos un rato de charla pero como habitualmente se hacía tarde y eran siempre días de diario y al día siguiente teníamos que ir al trabajo, me tenía que volver a casa poco después.

Sinceramente, yo ya estaba un poco cansado de la situación ya que siempre era ella la que tenía la sarten por el mango, como se dice, y quería tener algún poder de decisión. Pero esta vez fue distinto.

Era un viernes por la tarde, pasadas las 7 de la tarde, y aún, por unos asuntos bastante urgentes para la compañía, buena parte de la plantilla estábamos trabajando o, como en mi caso, de guardia por si fuera necesario. El ambiente que se respiraba era de mucha tensión ya que una campaña en prensa y radio (en realidad se trataba de un publireportaje bastante extenso) debería estar terminado el mismo viernes para ser lanzada el domingo y todavía había temas pendientes de cerrar. La dirección de la empresa llegó a amenazar a varios empleados con el despido si la campaña no estaba esa misma noche ya que ésto acarrearía una cuantiosa indemnización, que, sobra decir, la empresa no querría pagar por nada del mundo.

Lisa estaba en medio de la tormenta ya que varios spots dependían de ella directamente y conforme pasaban las horas su estado anímico se acercaba a la peor versión que conocíamos de ella. Correteaba intranquila y a veces vociferando de un lugar para otro y alguna que otra vez se dejó caer por mi despacho, no sé si porque buscaba respuestas a preguntas intrascendentes y completamente obvias que me hacía o porque, quizás, yo le hacía un efecto tranquilizador, ya que salía de mi despacho algo más relajada de como entraba. Por mi parte, en cada una de sus visitas me recreaba viendo su estampa con su minifalda gris marengo bastante ajustada, una blusa blanca con alguna transparencia y sus taconazos de vértigo. Estaba para comérsela, si bien, no parecía ser el día mas oportuno.

Por fin un poco antes de las 10 de la noche todo el ambiente comenzó a relajarse. Ya se habían enviado los spots a las distintas cadenas de radio y en unos minutos se enviaban los reportajes a los medios de prensa. El domingo podría estrenarse la campaña y todos habían salvado el puesto. Mi intervención apenas fue necesaria más que para controlar que todos los sistemas seguían funcionando correctamente.

Unos minutos mas tarde Lisa apareció de nuevo por mi despacho y tras de sí cerró la puerta.

  • Uff, menuda tarde hemos tenido, no?

  • Bueno, yo tenía todo controlado por aqui -dije.

  • Ya, pero vamos, el resto estábamos de los nervios, créeme.

  • Jeje, no hace falta que lo jures, se os veía.

Seguimos un rato hablando de pormenores de lo que había estado pasando hasta que me armé de valor y decidí romper las normas respecto a nuestros encuentros.

  • Una cosa -dije interrumpiedo a Lisa.

  • Dime

  • Esta noche nos vamos a cenar tú y yo, te invito, quieres?

  • Ahora? Aún queda un rato de estar por aqui.

  • No te preocupes, espero lo que sea necesario -dije-. Hoy estas preciosa y quiero cenar contigo.

  • Pero estoy un poco cansada -dijo tratando de evadir la cita.

Como estaba decidido a cambiar las tornas y poder proponer citas yo también, lancé un órdago:

  • Mira, Lisa, sabes que me encanta estar contigo, pero si sólo puede ser cuando tu quieras y nunca cuando quiero yo, quizás no es eso lo que busco -dije con un semblante muy serio.

La expresión de su cara cambió. De hecho, era una expresión que desconocía en ella. Diría que era una mezcla de desconcierto y de angustia. A ver si al final la dura e independiente Lisa si que estaba un poco enganchada a mi!!!

  • Vale -dijo con un tono de resignación- pero ya sabes que si cenamos juntos tiene que ser en algun lugar lejos de aquí, sabes que no quiero que...

  • Ya sé, que no quieres que nadie sepa que nos vemos -dije interrumpiéndola.

  • Eso

Era auténtica obsesión lo de que nadie supiera que nos veíamos de vez en cuando, si bien, desde hacía un tiempo nadie decía comentarios desagradables sobre ella en mi presencia, con lo que suponía que ya era voz-populi que Lisa y yo nos lo hacíamos. Lo que si que estaba seguro era de que nadie conocía su secreto mas íntimo.

Fijamos un restaurante y la hora y quedamos en que yo saldría ya hacia allá y ella iría poco mas tarde para que nadie nos viera salir juntos. Lisa salió de mi despacho guiñándome un ojo y yo al poco rato recogí mis cosas y salí de la oficina.

Estuve esperando cerca de 3/4 de hora en la puerta del restaurante y ya pensaba que Lisa no vendría. Por otra parte, por la hora que era, es posible que no nos hubieran atendido ya. Pero cuando estaba a punto de coger mi móvil para ponerla un mensaje, en el que la diría que me iba para casa, la ví aparecer tras la esquina.

  • Perdona, Emilio, me había liado Ricardo (un compañero de trabajo que es un poco pesado) y no sabía como desembarazarme de él. Al final he podido.

  • Vale -respondí tratando de recomponer mi gesto-, pero vamos para dentro que es un poco tarde para cenar ya.

  • No te preocupes -dijo Lisa-, aqui atienden hasta bien tarde.

El maitre nos hizo sentarnos en una mesa un poco escondida ya que era de las pocas que estaban libres y nos ofreció la carta y nos preguntó por si queríamos pedir alguna bebida.

La cena transcurrió mejor incluso de lo que yo esperaba ya que, debido a lo apartados que estábamos, teníamos cierta intimidad y dió pié a conversaciones por momentos muy calientes y a varios arrumacos. El gesto de Lisa era completamente distinto al que mostraba por la tarde. Estaba contenta y diría que feliz de estar ahí conmigo.

Tras la cena pedimos un cocktail sentados a la mesa y brindamos por la campaña y por nosotros mismos.

  • Me gustaría que esto nuestro fuese mas frecuente -dije-, ya sabes, quedar habitualmente. Y no, nadie del trabajo lo sabría, no te preocupes por eso.

  • Sabes que a mi también -dijo Lisa con rostro apenado-, pero no sé si me lo debo permitir.

  • Por qué no? -pregunté extrañado.

  • A ver, Emilio, sabes que... bueno, esto -dijo señalando a su entrepierna-. Llegaría un momento que igual tu te avergüences de ello. Yo mo puedo engancharme a alguien que un día quizás me rechace.

  • No estes tan segura -contesté tratando de quitar hierro.

  • ¿Serías capaz de decir a tua amigos que estas liado con una transexual que aun tiene pene? -me preguntó.

Yo me quedé callado y pensativo. Era cierto que no me atrevia a eso ni de broma.

  • ¿Lo ves? -dijo con la cara muy triste.

  • La cuestión es que si supongo que mis amigos no entiendan eso, quizás prefiera cambiar de amigos a dejar de estar contigo -dije yo queriendo resultar convincente.

El rostro de Lisa cambió ligeramente y la tristeza que antes reflejaba parecía desvanecerse. Derivó de pronto la conversación por otros derroteros como tratando de olvidar lo hablado pero no por ello dejaba de traslucir un cambio a mejor en su semblante, tanto que al poco rato se podría decir que estaba feliz.

  • Vayámonos a tu casa. Quiero hacerte el amor -la dije.

La cara de Lisa era, sin duda, de felicidad. Cogimos cada uno nuestro coche y en unos minutos estábamos en su casa. No por casualidad había elegido un restaurante que estaba cerca.

Llegamos y aparcamos ambos coches en la puerta y entramos juntos a su casa. Cuando entramos nos abrazamos con auténtica pasión y comencé a besarla hasta llegar a su cuello. Su respiración se aceleraba así que la quité el abrigo que aún llevaba y al tiempo la despoje de su blazer. Quedó únicamente con su ligera blusa que permitía sentir su cuerpo al tacto.

Abrazados avanzamos hacia su dormitorio y tras cruzar la puerta fui quitándola su blusa y bajándola la faldita.

Menudo cuerpazo!. Yo a estas alturas estaba completamente empalmado.

  • Quiero follarte -dije cálidamente a su oído.

Lisa se separó un poco de mí y torciendo su gesto (yo diría que casi con vergüenza) dijo:

  • Es que... bueno, no sé si vamos a poder porque me duele mucho cuando... ya sabes.

  • No te preocupes, seré muy cuidadoso ¿o crees que yo te haría daño?

Esto último pareció relajarla ya que tras quitarse su sujetador se abrazó de nuevo a mí. Yo por mi parte, mientras con mis labios trabajaba su cuello, con las manos masajeaba su perfectas tetas. No sé si lo he dicho alguna vez, pero me encantan sus pechos.

La mano de Lisa se deslizó hacia abajo para abarcar y masajearme la polla sobre el pantalón, que ya estaba a cien. Tras esto se puso a desabrocharme el pantalón mientras yo mismo me despojaba de mi camisa. En un rato y tras el tirón hacia abajo que Lisa pegó de mi calzoncillo quedé completamente desnudo. Yo entonces imité su movimiento y tiré de su tanga con tan mala suerte que se desgarró. Los dos, entre risas nos abrzamos de nuevo y caimos sobre su cama.

Mis manos se dirigieron a homenajear a su pene que ya estaba listo para el combate. Ella al tiempo se iba situando de modo que en poco rato estábamos formando un delicioso 69 que duró unos cuantos minutos hasta que, y debido a la costumbre, yo estaba a punto de correrme. Dije a Lisa que parara y me concentré a pajear su polla al tiempo que la mamaba hasta que en poco rato conseguí que Lisa se corriera en mi boca.

Rápidamente se volteó para besarme y degustar su propio semen.

  • Ten cuidado, vale? -dijo Lisa tras un rato de besos mientras se colocaba en posición para ser follada.

  • Claro que si -respondí-, lo ultimo que quiero es dañarte.

Me coloqué tras ella e inseperadamente para ella comencé a hacerla un beso negro. Al principio su respiración se agitaba pero al poco rato, cuando con mis dedos comenzaba a juguetear en su ano, lo que emitía eran auténticos gemidos de placer.

Ya había metido dos dedos en su ano sin ninguna oposición por su parte así que intenté meter un tercero. Si bien al principio su ano se resistía un poco un par de minutos mas tarde entraba y salía sin resistencia. Los gemidos de Lisa eran poco menos que aullidos de placer mientras se retorcía al ritmo que mi otra mano marcaba al masajear sus testículos.

Al pensar que estaría preparada fui sacando los dedos y poniéndome yo en posición pero Lisa dijo suplicante:

  • Por favor, sigue con tus dedos un ratito mas, por favor!

Seguí un rato pero no fue mas de cinco minutos, durante los cuales no paré de decirla lo que deseaba follarla y lo bien que también ella lo iba a pasar.

Al fin me incorporé y apunté mi polla contra su ano. Nunca hasta el momento había observado con detalle su ano pero me pareció precioso. Como mi polla ya estaba empapada de liquido preseminal, tras posarla sobre el ano y una leve presión no hubo impedimento para que entrase un poco. Noté como Lisa se trensaba un poco y la dije que se relajara, insistiéndola de nuevo en que no la haría daño.

Una vez más tranquila volví a presionar ligeramente y mi pene se hundió un poco mas en su ano. Hice la misma maniobra varias veces hasta que casi todo mi capullo estaba dentro de ella. El siguiente empujón si que debió dañarla algo ya que se arqueó y emitió un leve quejido. Por mi parte, me paré pero no retrocedí. Pasados unos segundos volví de nuevo a la carga y mas de lo mismo. Intenté varias veces con el mismo resultado.

  • Ves como no se puede? -dijo Lisa en un tono lastimero.

  • Vas a ver como si -dije con una voz muy suave tratando de calmarla.

Comencé con una mano a acariciarla su pene y testículos al tiempo que notaba como se relajaba. Por mi parte de vez en cuando seguía empujando levemente y sin apenas darse cuenta hube introducido buena parte de mi pene. Viendo que así la penetración era mas fácil seguí masajeándola y clavando mi polla ya mas decididamente hasta que por fin mi pubis chocó contra sus glúteos.

Permanecí mas de un minuto sin moverme al tiempo que relajaba las caricias que estaba haciéndola. De ponto aceleré el sobeteo a su polla mientras sacaba mi polla, ya sin pausa pero lentamente. Cuando estaba casi toda fuera de nuevo volvi a introducírsela cuidadosamente.

Lisa ya estaba relajada y disfrutaba, no se si sólo de la paja que la estaba haciendo o de la enculada el caso es que a esta altura yo apenas había disfrutado ya que había estado mucho mas pendiente de ella que de mi propio placer, pero tras dos o tres metidas mas, y viendo que ya ella no se quejaba me dediqué a deleitarme de su estrecho culito. ¡Cómo apretaba mi polla!.

Unos minutos mas tarde solté su polla y con mis manos la sujetaba por las caderas mientras le daba polla ya a mas velocidad. Sus gemidos iban en aumento dándome a entender que también lo estaba disfrutando. Ya por fin me pude concentrar en mi propio placer mientras bombeaba hasta el punto de llegar a sensaciones proximas al orgasmo.

Debido a esto de vez en cuando me detenía y acto seguido volvía a la carga, pero varios minutos mas tarde vi que si quería seguir sin correrme tenía que hacer una pausa. Y es que follarme a Lisa era algo que deseaba mucho y el hecho de estar con mi polla enterrada en su culo me estaba excitando hasta límites insospechados.

Propuse a Lisa cambiar de posición. Yo me tumbé boca arriba en la cama y la dije que me cabalgara. Así podría ver sus preciosos pechos moverse con cada metida.

Lisa se posicionó de rodillas a horcajadas sobre mí y agarrando mi polla la apuntó a su ano. Sin miramientos, se sentó de golpe sobre mi polla.

  • Ahhh! Que gusto! -exclamo.

  • Lo ves, preciosa? Ves lo rico que es?

Ya Lisa me cabalgaba a un ritmo que me permitía ver el bamboleo de sus tetas. Yo llevé mis manos a su polla que descansaba sobe mi abdomen y mientras ella me cabalgaba yo la hacía una paja.

  • Que preciosa eres -dije-. Me encanta la cara de vicio que tienes ahora.

  • Ufff, es que no veas como me estoy poniendo -dijo entre gemidos.

Entre unas cosas y otras mi excitación ya estaba por las nubes y veía pronto la hora de correrme, pero no traté de contenerme. al fin y al cabo llenar el culo de Lisa de mi leche era algo que deseaba.

  • Me voy a correr pronto -dije.

  • Espérame -dijo mas jadeante aún.

Yo ya con mas intención la meneaba la polla para hacer que se corriera lo antes posible ya que yo estaba que reventaba, y por fin, un par de minutos mas tarde conseguí que exhalara un gemido mas intenso al tiempo que de su polla brotaban chorros de semen que me dejaron el pecho completamente empapado. Nada mas notar el calor de su semen sobre mi no me pude retener mas y estallé en una abundante corrida que hizo que su ano quedase completamente inundado.

Lisa se dejó caer sobre mi, aún con mi polla dentro, y nos fundimos en un beso que pareció eterno.

  • Sabes que es la primera vez que disfruto siendo follada? -me dijo muy dulcemente Lisa al oído.

  • Pues por mi, no va a ser la última -respondí en un tono un poco socarrón.

  • Tonto! -dijo cariñosamente Lisa dándome un simulacro de bofetada- crees que te voy a dejar escapar sin echarme mas polvos?

  • Yo también lo he pasado muy bien -dije justo antes de volver a besarla.

Ya mas relajados, me comentó que las primeras veces que la habían follado lo había pasado fatal debido a que, bien por impericia o por demasiada brusquedad, había sentido mucho dolor y ningún placer y que nunca había querido repetir y por eso, como pasó conmigo, si bien era y se sentía una mujer, necesitaba actuar como activa. Pero de nuevo me aseguró que había disfrutado mucho y que por supuesto pensaba repetir. Ya metidos en confesiones, me dijo que para ella había sido genial encontrarse conmigo, ya que había podido ser activa sin problemas, aunque ahora también deseaba ser follada a menudo.

  • Pero no creas que tu culo esta a salvo -dijo sonriente.

  • Eso espero -dije con una ligera esperanza de que en ese mismo momento me asaltara y me follara.

Pero a la hora que era y tras el día pasado, lo que mas apetecía a Lisa era dormir. Pensé en ese momento la putada de tener que vestirme e irme para casa pero Lisa, como si estuviera leyendo mi mente, me preguntó:

  • ¿Por qué no te quedas a dormir conmigo? Mañana no hay que ir a la oficina.

  • Si? De veras? -dije yo entusiasmado con la idea.

  • Claro, bobo, ¿crees que no me gusta dormir abrazada?

Parecía ser mi día de suerte. Había follado yo a Lisa, también podría yo decidir cuando quedar y como guinda del pastel, me iba a quedar a dormir con ella.

Entre las caricias en la nuca que Lisa me estaba haciendo y que tan metido estaba en estas cosas e imaginado como sería el amanecer a su lado que sin darme cuenta me quedé dormido.

El día siguiente, sábado, fué muy completito, pero es tema de otro capítulo.