Linda, una gran mujer 6

Andrea, la hermosa sobrina de Linda, cae rendida por los encantos de su hermosa tía.

La historia de Linda

Capítulo 6

La sobrina

¿Cuál soy yo?

Feliz, Linda mostraba a su amante una foto en que aparecían dos mujeres de espalda, mostrando sus culos perfectos. Un par de globos de exposición que harían la felicidad de cualquier hombre. Y las dos mujeres aparecían con una mano asomando bajo las piernas y tocando sus respectivos sexos, dando la idea de que lo estaban pasando muy bien.

Salvador se dio cuenta inmediatamente de cual de las dos era Linda. Conocía muy bien su cuerpo, el que había disfrutado por todos sus rincones. Y ese culo exquisito lo había tenido muchas veces cerca suyo cuando lo habían hecho a lo perrito o cuando derechamente la había enculado, algo que a ella le encantaba desde que descubrió que el dolor de la penetración anal le producía morbo. El otro culo era el de una joven, menudo, de dimensiones menores, por lo que no cabía lugar a equivocaciones. No obstante, señaló ese culo para que Linda se sintiera halagada.

“No, tonto, esa es mi sobrina”

Y rió divertida.

“¿Andrea?”

“Si, la misma”

“¿Cómo puede tener un culo tan exquisito si es una niña solamente?”

“Es que está en el proceso de desarrollo de su cuerpo”

“Está muy bien. Realmente muy bien”

“A decir verdad, está por cumplir sus dieciocho”

“Salió a la tía, no cabe duda”

“¿Por qué lo dices?”

“Por sus hermosas formas, como las tuyas”

“Nos parecemos más de lo que piensas”

Riendo, se puso encima de Salvador y se sentó sobre la verga de esta, dándole la cara para que viera cómo gozaba mientras lo montaba. Era una de sus poses favoritas.

Salvador se agarró de las nalgas de Linda y empezó a controlar el ritmo de esta, que en su afán de gozar había empezado a moverse demasiado aprisa. Sus ojos cerrados y la boca abierta, casi como si le faltara el aire, denotaban las exquisitas sensaciones que la invadían mientras la herramienta de su amante entraba y salía de su sexo.

En ese momento Salvador lo comprendió.

Linda, una mujer que había descubierto con él las delicias del sexo y que se había entregado completamente a descubrir todos sus secretos, ahora estaba en una etapa de búsqueda personal, sobrepasando con creces las indicaciones y limitaciones que Salvador le diera. Ya no le bastaba con hacer de puta callejera sin llegar a los hechos, ahora deseaba hacer de puta de lujo, con el peligro que eso llevaba. Más de una fantasía había salido de su imaginación y lo había sorprendido contándole de sus aventuras, las que hasta ahora no incluían relaciones con otro hombre. Se limitaba a calentarlos. Y estaba seguro de que en su afán de cumplir las tareas que Salvador le daba, había logrado seducir a su sobrina, tal como habían convenido un par de semanas antes. Al menos la foto así lo sugería.

Sus pensamientos fueron interrumpido por la boca de Linda que lo besó apasionadamente mientras empezaba a acabar entre grititos de placer.

“Rico, síiiiiiii”

“Toma, toma, puta caliente”

“Así, mijito, asíiiiiiiiii”

“Puta, como tu sobrina”

“Siiiiii, putas las dos”

“Goza, goza, perra caliente”

“Cabrón, más , más”

“Aghhhhhhh, ricooooooo, mijitaaaaaaa”

“Asíiiiiiiiiiiii, asíiiiiiiiiiiiiiii. Ayyyyyyyyyy”

Fue otra acabada increíble. El líquido de Linda caía sobre la polla de Salvador y se juntaba con el semen de éste, para terminar formando un charco gelatinoso en la cama. Los dos estaban felices de haber tenido un orgasmo tan intenso y quedaron abrazados desfrutando de la tranquilidad que les llegó al cabo de unos minutos. Salvador estaba más que feliz con lo sucedido, lo que indicaba que Linda no se había olvidado de la tarea de seducir a su sobrina. Era de esperar que una hembra tan caliente y dispuesta al sexo como Linda tarde o temprano tendría un acercamiento al lesbianismo. Y qué mejor si éste era con su sobrina, a la que esperaba incorporar como amante.

“Así que tu sobrina también se las trae”

“¿Por qué lo dices?”

“Dijiste que era tan puta como tu”

“¿Eso dije? Bueno, sí, es cierto”

“¿Estuviste haciendo las  tareas?”

Ambos rieron. Linda se sintió en confianza para empezar las confidencias.

“Tienes razón, cariñito, he estado haciendo maldades”

“¿Por qué no me habias contado?”

“Es que las cosas sucedieron recién hace tres días”

“¿Las cosas se dieron como planeamos?”

“Sí, hice todo lo que me dijiste”

Y le relató lo acontecido:


“No sé cómo te digo estas cosas, Andrea”

Linda rió nerviosa, recogió sus piernas, dejando a la vista una buena parte de sus muslos, y dejó a un lado el diario con su foto en traje de baño. Estaban en su dormitorio, comentando las incidencias del concurso de belleza para señoras al que le había insistido que participara y hoy había aparecido en la portada del periódico, luciendo su hermoso cuerpo enfundado en la blanca tela del traje de una pieza. Estaba experimentando cosas que nunca antes había sentido, como el halago de saberse deseada por los hombres que la veían desfilar en la pasarela.

Y precisamente fue ese comentario de su sobrina el que la puso alerta y decidió adelantar la línea de juego haciéndole confidencias a Andrea, tales como que sentía cosas dentro de ella cuando veía las miradas de los hombres recorriendo su cuerpo, con el deseo reflejado en sus ojos.

Andrea rió con ella y puso su mano sobre su rodilla.

“¿Alguno de ellos te gustó?”

Preguntó sin sacar mi mano. Parecía que era la sobrina la que la quería seducir y no la tía a ella, como era el plan original. Decidió seguirle el juego a la muchacha y aparecer como una mujer complemente inocente respecto de los planes de su sobrina.

“Mmmm. Hubo uno”

¿Cómo era?

“Bien parecido, alto, como de la edad de tu tío”

“¿Qué harías si él te insinúa algo?”

“¿Cómo se te ocurre? Nada, pues”

“Pero te agradó, ¿verdad?”

“Si, debo reconocerlo”

“¿No te atrae vivir una aventura?”

La mano apretó ligeramente su rodilla. Un leve temblor de parte de la tía respondió a la insinuación.

La intimidad del momento, la cercanía, el tema que abordaban, la seguridad de saber que estaban solas en casa, todo ello contribuyó para que ese temblor no fuera casual, como tampoco lo era el que Linda recogiera sus piernas y dejara a la vista de su sobrina sus hermosos muslos. Al parecer la sobrina estaba sintiendo los efectos de la estrategia que estaba desplegando con ella a sugerencia de Salvador. El le había adelantado que si llevaba la conversación por estos derroteros, como lo estaba haciendo, su reacción sería positiva para sus planes. Y sus  planes apuntaban a lograr que la tía y la sobrina tuvieran un encuentro íntimo y después entre los tres.

Aunque la conversación había girado en torno al hombre que le atrajo a Linda en el desfile de las modelos, la preguntaba tenía implicaciones que podrían llevarlas por otros derroteros.

Linda se movió aparentando estar nerviosa, pero no hizo nada por quitar la mano de su sobrina.

“Me encantaría vivir una aventura”

Lo dijo en voz queda, algo enronquecida por el deseo que le era difícil disimular, lo que hizo que Andrea apretara más su mano.

“¿En serio?”

Lu voz de la sobrina ya no se escuchaba divertida. Sonaba seria, como sabiendo que lo que se decían podría ser interpretado de más de una manera y que las dos querían que se interpretara de manera de permitir que siguieran por la senda que la mano de Andrea estaba insinuando en la rodilla de su tía.

“Sí. ¿Y a ti?”

La mano subió levemente por su pierna. El temblor con que el cuerpo de la tía respondió era una clara señal de aceptación, aunque, a decir verdad, el temblor se debía más al asombro que le causaba ver la manera en que su sobrina la estaba seduciendo que a los nervios que pudiera sentir por la mano de la muchacha en sus muslos.

“Mmmm. Así como lo planteas,sí”

Y sus piernas se abrieron ligeramente, dejando a la vista de la sobrina la blancura de sus muslos interiores y al fondo la negra tela de su bikini. La señal era evidente y la mano subió por su pierna hasta alcanzar sus muslos.

Se miraron a los ojos, seriamente. Ya no habían indicios de las risas anteriores y ambas sabían que habían escalado a otro nivel y querían llegar al final.

Salvador tenía toda la razón, pero se había quedado corto, pues la sobrina había respondido mucho más positivamente que como el había predicho.

“Son exquisitas tus piernas”

Le dijo sin dejar de mirarla, mientras la mano se acercaba peligrosamente al final de los muslos de Linda.

“¿Te gustan?”

Y abrió más aún sus piernas.

“Sí, me encantan”

“¿Quieres tocarme ahí?”

Y una de sus manos subió completamente su faldita, dejando al aire su bikini, con algunas manchas que delataban su excitación.

“Sácatelo”

Fue una orden. Y Linda obedeció, dejando su vulva al aire, completamente depilada. Andrea abrió sus piernas y su boca besó los labios carnosos, rosados y humedecidos por el deseo que se le ofrecían. Linda se recostó y se dejó hacer.

La sobrina metió la lengua entre sus labios y empecé a explorar su cavidad mojada por los jugos que la tía expelía mientras unos grititos ahogados delataban su orgasmo. Sus manos apretaron la cabeza de la muchacha, como queriendo hundirla en su chucha, en tanto la lengua de esta seguía buscando todos los rincones dentro de su túnel.

Linda quedó tirada en la cama, respirando ahogadamente, intentando recuperar la normalidad, en tanto Andrea se ponía a un lado suyo, mirando su cara de disfrute, con una sonrisa de satisfacción en sus labios.

“¿Te gustó?”

“Fue increíble, Andrea”

“Y estamos recién empezando”

“Muchos años que no gozaba así”

“Vas a gozar mucho más, tía”

“¿En serio?”

“Te lo aseguro”

“Es primera vez que lo hago con una mujer”

Era impresionante la manera en que la sobrina se había comportado en la cama. La seductora terminó siendo seducida.


“Salió aventajada tu sobrina”

“Fue algo increíble y exquisito”

“No creí que fuera tan caliente”

“Y es toda una puta, te lo aseguro”

“Imagino que no han perdido el tiempo en estas semanas”

“¿Tu crees? Ha sido una sucesión inacabable de chupar tetas, comer coños, meternos consoladores y otros adminículos, como las bolas chinas. Ella está dispuesta a todo y todo lo goza como si el mundo fuera a acabarse”

“¿Crees que estará lista para un trío?”

“Está más que lista, te lo aseguro. Anoche le conversé de ti y está dispuesta a acompañarnos”

“¿Cuándo podría ser?”

“Cuando quieras, pues está esperando mi llamada para venir”

Hubo una llamada y al cabo de unos minutos sonó el timbre del departamento.

Así entró Andrea en nuestras vidas.

La historia de Linda

Capítulo 6

La sobrina

¿Cuál soy yo?

Feliz, Linda mostraba a su amante una foto en que aparecían dos mujeres de espalda, mostrando sus culos perfectos. Un par de globos de exposición que harían la felicidad de cualquier hombre. Y las dos mujeres aparecían con una mano asomando bajo las piernas y tocando sus respectivos sexos, dando la idea de que lo estaban pasando muy bien.

Salvador se dio cuenta inmediatamente de cual de las dos era Linda. Conocía muy bien su cuerpo, el que había disfrutado por todos sus rincones. Y ese culo exquisito lo había tenido muchas veces cerca suyo cuando lo habían hecho a lo perrito o cuando derechamente la había enculado, algo que a ella le encantaba desde que descubrió que el dolor de la penetración anal le producía morbo. El otro culo era el de una joven, menudo, de dimensiones menores, por lo que no cabía lugar a equivocaciones. No obstante, señaló ese culo para que Linda se sintiera halagada.

“No, tonto, esa es mi sobrina”

Y rió divertida.

“¿Andrea?”

“Si, la misma”

“¿Cómo puede tener un culo tan exquisito si es una niña solamente?”

“Es que está en el proceso de desarrollo de su cuerpo”

“Está muy bien. Realmente muy bien”

“A decir verdad, está por cumplir sus dieciocho”

“Salió a la tía, no cabe duda”

“¿Por qué lo dices?”

“Por sus hermosas formas, como las tuyas”

“Nos parecemos más de lo que piensas”

Riendo, se puso encima de Salvador y se sentó sobre la verga de esta, dándole la cara para que viera cómo gozaba mientras lo montaba. Era una de sus poses favoritas.

Salvador se agarró de las nalgas de Linda y empezó a controlar el ritmo de esta, que en su afán de gozar había empezado a moverse demasiado aprisa. Sus ojos cerrados y la boca abierta, casi como si le faltara el aire, denotaban las exquisitas sensaciones que la invadían mientras la herramienta de su amante entraba y salía de su sexo.

En ese momento Salvador lo comprendió.

Linda, una mujer que había descubierto con él las delicias del sexo y que se había entregado completamente a descubrir todos sus secretos, ahora estaba en una etapa de búsqueda personal, sobrepasando con creces las indicaciones y limitaciones que Salvador le diera. Ya no le bastaba con hacer de puta callejera sin llegar a los hechos, ahora deseaba hacer de puta de lujo, con el peligro que eso llevaba. Más de una fantasía había salido de su imaginación y lo había sorprendido contándole de sus aventuras, las que hasta ahora no incluían relaciones con otro hombre. Se limitaba a calentarlos. Y estaba seguro de que en su afán de cumplir las tareas que Salvador le daba, había logrado seducir a su sobrina, tal como habían convenido un par de semanas antes. Al menos la foto así lo sugería.

Sus pensamientos fueron interrumpido por la boca de Linda que lo besó apasionadamente mientras empezaba a acabar entre grititos de placer.

“Rico, síiiiiiii”

“Toma, toma, puta caliente”

“Así, mijito, asíiiiiiiiii”

“Puta, como tu sobrina”

“Siiiiii, putas las dos”

“Goza, goza, perra caliente”

“Cabrón, más , más”

“Aghhhhhhh, ricooooooo, mijitaaaaaaa”

“Asíiiiiiiiiiiii, asíiiiiiiiiiiiiiii. Ayyyyyyyyyy”

Fue otra acabada increíble. El líquido de Linda caía sobre la polla de Salvador y se juntaba con el semen de éste, para terminar formando un charco gelatinoso en la cama. Los dos estaban felices de haber tenido un orgasmo tan intenso y quedaron abrazados desfrutando de la tranquilidad que les llegó al cabo de unos minutos. Salvador estaba más que feliz con lo sucedido, lo que indicaba que Linda no se había olvidado de la tarea de seducir a su sobrina. Era de esperar que una hembra tan caliente y dispuesta al sexo como Linda tarde o temprano tendría un acercamiento al lesbianismo. Y qué mejor si éste era con su sobrina, a la que esperaba incorporar como amante.

“Así que tu sobrina también se las trae”

“¿Por qué lo dices?”

“Dijiste que era tan puta como tu”

“¿Eso dije? Bueno, sí, es cierto”

“¿Estuviste haciendo las  tareas?”

Ambos rieron. Linda se sintió en confianza para empezar las confidencias.

“Tienes razón, cariñito, he estado haciendo maldades”

“¿Por qué no me habias contado?”

“Es que las cosas sucedieron recién hace tres días”

“¿Las cosas se dieron como planeamos?”

“Sí, hice todo lo que me dijiste”

Y le relató lo acontecido:


“No sé cómo te digo estas cosas, Andrea”

Linda rió nerviosa, recogió sus piernas, dejando a la vista una buena parte de sus muslos, y dejó a un lado el diario con su foto en traje de baño. Estaban en su dormitorio, comentando las incidencias del concurso de belleza para señoras al que le había insistido que participara y hoy había aparecido en la portada del periódico, luciendo su hermoso cuerpo enfundado en la blanca tela del traje de una pieza. Estaba experimentando cosas que nunca antes había sentido, como el halago de saberse deseada por los hombres que la veían desfilar en la pasarela.

Y precisamente fue ese comentario de su sobrina el que la puso alerta y decidió adelantar la línea de juego haciéndole confidencias a Andrea, tales como que sentía cosas dentro de ella cuando veía las miradas de los hombres recorriendo su cuerpo, con el deseo reflejado en sus ojos.

Andrea rió con ella y puso su mano sobre su rodilla.

“¿Alguno de ellos te gustó?”

Preguntó sin sacar mi mano. Parecía que era la sobrina la que la quería seducir y no la tía a ella, como era el plan original. Decidió seguirle el juego a la muchacha y aparecer como una mujer complemente inocente respecto de los planes de su sobrina.

“Mmmm. Hubo uno”

¿Cómo era?

“Bien parecido, alto, como de la edad de tu tío”

“¿Qué harías si él te insinúa algo?”

“¿Cómo se te ocurre? Nada, pues”

“Pero te agradó, ¿verdad?”

“Si, debo reconocerlo”

“¿No te atrae vivir una aventura?”

La mano apretó ligeramente su rodilla. Un leve temblor de parte de la tía respondió a la insinuación.

La intimidad del momento, la cercanía, el tema que abordaban, la seguridad de saber que estaban solas en casa, todo ello contribuyó para que ese temblor no fuera casual, como tampoco lo era el que Linda recogiera sus piernas y dejara a la vista de su sobrina sus hermosos muslos. Al parecer la sobrina estaba sintiendo los efectos de la estrategia que estaba desplegando con ella a sugerencia de Salvador. El le había adelantado que si llevaba la conversación por estos derroteros, como lo estaba haciendo, su reacción sería positiva para sus planes. Y sus  planes apuntaban a lograr que la tía y la sobrina tuvieran un encuentro íntimo y después entre los tres.

Aunque la conversación había girado en torno al hombre que le atrajo a Linda en el desfile de las modelos, la preguntaba tenía implicaciones que podrían llevarlas por otros derroteros.

Linda se movió aparentando estar nerviosa, pero no hizo nada por quitar la mano de su sobrina.

“Me encantaría vivir una aventura”

Lo dijo en voz queda, algo enronquecida por el deseo que le era difícil disimular, lo que hizo que Andrea apretara más su mano.

“¿En serio?”

Lu voz de la sobrina ya no se escuchaba divertida. Sonaba seria, como sabiendo que lo que se decían podría ser interpretado de más de una manera y que las dos querían que se interpretara de manera de permitir que siguieran por la senda que la mano de Andrea estaba insinuando en la rodilla de su tía.

“Sí. ¿Y a ti?”

La mano subió levemente por su pierna. El temblor con que el cuerpo de la tía respondió era una clara señal de aceptación, aunque, a decir verdad, el temblor se debía más al asombro que le causaba ver la manera en que su sobrina la estaba seduciendo que a los nervios que pudiera sentir por la mano de la muchacha en sus muslos.

“Mmmm. Así como lo planteas,sí”

Y sus piernas se abrieron ligeramente, dejando a la vista de la sobrina la blancura de sus muslos interiores y al fondo la negra tela de su bikini. La señal era evidente y la mano subió por su pierna hasta alcanzar sus muslos.

Se miraron a los ojos, seriamente. Ya no habían indicios de las risas anteriores y ambas sabían que habían escalado a otro nivel y querían llegar al final.

Salvador tenía toda la razón, pero se había quedado corto, pues la sobrina había respondido mucho más positivamente que como el había predicho.

“Son exquisitas tus piernas”

Le dijo sin dejar de mirarla, mientras la mano se acercaba peligrosamente al final de los muslos de Linda.

“¿Te gustan?”

Y abrió más aún sus piernas.

“Sí, me encantan”

“¿Quieres tocarme ahí?”

Y una de sus manos subió completamente su faldita, dejando al aire su bikini, con algunas manchas que delataban su excitación.

“Sácatelo”

Fue una orden. Y Linda obedeció, dejando su vulva al aire, completamente depilada. Andrea abrió sus piernas y su boca besó los labios carnosos, rosados y humedecidos por el deseo que se le ofrecían. Linda se recostó y se dejó hacer.

La sobrina metió la lengua entre sus labios y empecé a explorar su cavidad mojada por los jugos que la tía expelía mientras unos grititos ahogados delataban su orgasmo. Sus manos apretaron la cabeza de la muchacha, como queriendo hundirla en su chucha, en tanto la lengua de esta seguía buscando todos los rincones dentro de su túnel.

Linda quedó tirada en la cama, respirando ahogadamente, intentando recuperar la normalidad, en tanto Andrea se ponía a un lado suyo, mirando su cara de disfrute, con una sonrisa de satisfacción en sus labios.

“¿Te gustó?”

“Fue increíble, Andrea”

“Y estamos recién empezando”

“Muchos años que no gozaba así”

“Vas a gozar mucho más, tía”

“¿En serio?”

“Te lo aseguro”

“Es primera vez que lo hago con una mujer”

Era impresionante la manera en que la sobrina se había comportado en la cama. La seductora terminó siendo seducida.


“Salió aventajada tu sobrina”

“Fue algo increíble y exquisito”

“No creí que fuera tan caliente”

“Y es toda una puta, te lo aseguro”

“Imagino que no han perdido el tiempo en estas semanas”

“¿Tu crees? Ha sido una sucesión inacabable de chupar tetas, comer coños, meternos consoladores y otros adminículos, como las bolas chinas. Ella está dispuesta a todo y todo lo goza como si el mundo fuera a acabarse”

“¿Crees que estará lista para un trío?”

“Está más que lista, te lo aseguro. Anoche le conversé de ti y está dispuesta a acompañarnos”

“¿Cuándo podría ser?”

“Cuando quieras, pues está esperando mi llamada para venir”

Hubo una llamada y al cabo de unos minutos sonó el timbre del departamento.

Así entró Andrea en nuestras vidas.