Limpiadora argentina capítulo 1. La historia sigue

La historia de Cintia y Pedro sigue, pero no como esperaba ninguno de los dos; a ambos se les sale de control todo, pasando cosas con graves repercusiones y que no tienen remedio.

Capítulo 1. La historia sigue

No se porque esperaba que cuando viniera de nuevo siguiera con sus provocaciónes o que incluso aumentarán, pero no fue asi; no vino más tapada tampoco, pero si que vino más fría. Pero a los pocos días se le paso y estaba como siempre, empezó en primer lugar a llevar tanga bajo las mallas; luego empezó a alternar entre escote y mallas apretadas, continuo pintandose los labios y por último se empezó a perfumar.

Pero más allá de provocaciónes inocentes o contactos casuales, de agradecimiento; no pasaba nada más allá de eso, si es verdad que ya no se tapaba nunca...pero con ver no es suficiente, uno necesita tocar; sentir, oír.

Así fueron pasando los días, me alegraba cuando venia; porque me hacía una hermosa compañía, me iluminaba los días dejándome mirar su belleza. Hasta que una noche llamaron a las 6:30 de la madrugada, yo no conozco a nadie más aqui; a esa hora una llamada al telefonillo solo puede significar tres cosas, y ninguna buena.

De camino por el pasillo voy pensando las posibilidades, la primera: que sea la policía; la segunda: una broma de mal gusto y la tercera: un familiar porque algo grave haya pasado y haya venido por mi. Agarre el telefonillo no muy convencido.

  • ¿diga? - pregunto inseguro.

  • Pedro, ¿puedo subir? - pregunta Cintia insegura, su voz tiembla; y parece quebrada.

  • ¿Cintia, que haces aquí y a estas horas? - pregunto intentando entenderla.

  • por favor, dejame subir; y te lo explico arriba, me estoy helando de frio. - me suplica con su voz, le castañean los dientes; pero esto es muy raro y no entiendo nada, algo me huele raro aquí.

  • mmm...vale, sube. - le abrí, y pregunte para cersiorarme. - ¿esta abierto? - pregunto.

  • si, ya voy para arriba. - dice temblandole la voz, pero no tanto; cómo antes.

Miro por la mirilla para ver si esta sola, puede ser una trampa de ella y su novio; para robarme, porque sino no me explico que hace ella aquí y a esta hora. Espero intranquilo, mientras los sonidos del ascensor anuncian; que realmente viene para arriba, estoy nervioso también por verla y más en esta situación. Al poco el ascensor se abre y esta sola, no he escuchado ruido alguno de las escaleras; así que abro con cautela, desde la mirilla lo he visto pero cuando la tengo delante me quedo asombrado.

Viene con un corto vestido blanco ceñido, vestido que marga a la perfección su cuerpazo; sus tetazas, ella me mira y me sonrie nerviosa al ver que la miro entera.

  • ¿estas bien, que te pasa? - pregunto también nervioso.

Ella en respuesta me abraza fuerte, noto su nerviosismo y sus temblores; la abrazo también, notando cómo sus pechos se aprietan contra mi. Al rodear con mis manos su espalda, busco un poco pero no lleva sujetador; me asomo hacia abajo desde encima de su hombro desnudo, porque sus pechos son lo que aguantan el vestido y veo que también se le marca un culazo. Intento separarme al notar que mi ereccion esta creciendo, pero ella no me deja.

  • no me sueltes, por favor. - me pide desesperada.

  • vale, como quieras; ahora me cuentas que te ha pasado. - digo dando un par de pasos hacia detras, sin dejar de mirar la oscuridad y cerrando la puerta; por si acaso.

Mi ereccion esta en su punto culmine y ella tiene que notarla entera, porque se la estoy clavando justo en el sitio; al poco se me separa un poco con las lágrimas saltadas.

  • ¿quieres tomar algo? - pregunto, siendo educado.

  • ¿me traes un vaso de agua, por favor? - me pide educadamente.

  • pasa al salón si quieres, ya te conoces la casa; tu como en tu casa. - le digo, veo que ella asiente y se va murmurando algo.

  • si, ya me la conozco. - murmura, fuera de sí misma; cómo si estuviera en un trance.

Voy andando cómo puedo, con la tremenda ereccion que me ha dejado; al entrar en la cocina le hecho un vaso de agua y se lo llevó.

Ella está sentada en el sofá, cuando me siento a su lado; le doy el vaso de agua y pongo mis manos para intentar disimular la ereccion, sin éxito alguno. Ella bebé y luego deja el vaso sobre la mesa, agarra mi brazo; donde apoya sus pechos y se recuerda sobre mi hombro, cruza las piernas en mi dirección y mi mano queda justo encima de su rajita, pero la tela del vestido esta en medio.

Espero unos segundos en los que ella descansa la vista, cuando la noto más tranquila; que yo estoy que voy a reventar, vuelvo a preguntarle.

  • bueno, Cintia; ¿que te ha pasado? - pregunto, ella levanta la cabeza; me mira raro unos segundos con sus ojazos, entonces empieza a hablar.

  • ante todo Pedro, siento haber interrumpido tu sueño; pero es que no conozco aquí a nadie más,  y tu siempre eres amable...me haces regalos, pensé que si alguien puede o querrá ayudarme; eres tu.

  • no te preocupes, tu no molestas; continua. - le quito importancia y la instó a seguir.

  • me he peleado con mi novio y me ha quitado las llaves... - soltó tajantemente.

  • entiendo, no te preocupes; aquí puedes quedarte a dormir. - ofrezco desinteresadamente.

  • ¿y como voy a pagarte yo eso? - pregunta interesada.

  • me haces alguna comida tuya y me haces alguna hora extra. - ofrezco, pero ella parece molestarse.

  • no, eso no es suficiente; Pedro. - protesta ella molesta.

  • ¿y como quieres pagarmelo? - río divertido.

  • bueno, ya veremos... - dice misteriosa y pensativa.

  • bueno, necesitamos dormir los dos; así que te hago el sofa cama, y nos acostamos. - suelto, ella me mira con desconfianza.

  • cada uno en su cama. - aclaro molesto, por esa desconfianza.

  • te voy a ayudar. - suelta y lo hace, entre los dos hacemos el sofa cama en un periquete; una vez terminado, ella se acuesta y le doy un beso en la frente.

  • Buenas noches Cintia - digo al notar que en la oscuridad me mira raro.

  • Buenas noches Pedro - suelta por inercia.

Me voy a mi cama, sabiendo que no pegaré ojo en toda la noche; por el calentón que tengo, así que me pongo de lado a pensar en mis cosas. Mientras estoy pensando, pienso que en la mañana; iré al baño y me desahogare, ahora sería demasiado sospechoso.

Poco después, la escucho levantarse del sofá cama; pienso que va al baño o algo así,  pero sus pisadas se acercan a mi. La veo pararse en la puerta de mi cuarto, me esta mirando; sin decir nada ella sacude su cabeza y acto seguido anda los tres pasos hacia mi cama, sin decir nada la destapa. Mi corazón, respiración; y nervios se han acelerado, sobre todo cuando la veo que se sienta en la cama y que se mete delante mia. Pronto su cuerpo se roza con el mio, mis manos acaban en sus pechos y en su ombligo; mi ereccion acaba en su entrepierna, que está mojada y mi Nariz en su pelo.

Al notar eso, ella se pone cómoda y yo también, al notar que me muevo; se atreve a decir algo.

  • no quiero estar sólita. - suelta con voz nerviosa pero inocente.

  • yo te hago compañía - digo apretandola contra mi, desde sus pechos y desde su ombligo; yo también me aprieto contra ella dándole un puntazo y entonces gimen, sin querer o sin poder evitarlo.

Es un gemido tan morboso, que casi hace que por el calentón que tengo me corra en los boxers; que hace que mi mente se obnubile y tome el control mis impulsos.

  • ella se ha metido en tu cama, ningún juez te condenaría. - pienso y en ese momento, mis manos empiezan a manosear sus pechos; notando que son más agradables y blanditos de lo que esperaba, mi mano empieza a acariciar su tripa bajando para abajo y empiezo a darle puntazos desde atrás que resbalan fácilmente entre sus piernas por su cantidad de fluidos.

  • no - pide casi inaudiblemente, entre jadeos y gemidos que se escapan de su boca.

  • si no lo querías no haberte metido en mi cama - pienso, atreviéndome a comerle el cuello; ella se gira para mirarme de reojo, me parece ver que se está mordiendo los labios.

Con eso consigue disimular un poco sus gemidos y sus jadeos, pero noto en mis manos endurecerse sus pezones; noto en mis dedos la humedad de su ropa interior, noto en mi ereccion que no entra de milagro. Me bajo el pijama y el boxer dejando mi polla libre de barreras, con mi mano aprieto sus pezones y su clitoris a la vez; ella hace una especie de gemido y pone los ojos para arriba, vuelvo a darle puntazos y esta vez solo su ropa interior empapada hace de barrera.

En algunos puntazos noto que le entra un poco, y entonces no puede evitar gemir y jadear; ella no hace nada para impedírmelo, pero tampoco ayuda.

  • no, por favor. - consigue decir al poco, con los ojos llenos de lágrimas.

Yo en respuesta le como la oreja, a lo que ella contesta con un gritito; llegando a su orgasmo, que la hace temblar cómo loca. Esos temblores me dan tal gustazo a mi, que no puedo evitar correrme; dándole el puntazo más fuerte hasta ahora, para intentar que le entre más me corro a borbotones. Pero como ella esta apretandolo, no entra bien; hago el intento de bajarle la ropa interior y entonces si me para.

  • no, por favor no; sexo no. - me suplica llorando.

  • ... - me quedo mirándola un segundo, antes de contestar; le rozó sus labios con los míos.

  • Buenas noches Cintia - digo abrazandola con fuerza, para evitar que se vaya; cómo si así pudiera evitar que este momento acabará, como si no fuera a ir a la cárcel mañana.

  • gracias Pedro - lloriqueo.

Estuvo un rato llorando, hasta que nos venció el sueño.