Lilly 1

Lilly es una preciosa bastonera adolescente que será violada, humillada y vejada por dos desconocidos ayudados por tres condiscípulos de ella y el padre de uno de ellos. Primer Capítulo.

Lilly iba sola por la calle, caminando muy de prisa puesto que las nubes amenazaban con una gran tormenta. Eran las 6 de la tarde, pero los negros nubarrones anunciaban una precoz oscuridad, macabra por repentina; los truenos lejanos retumbaban en sus oídos al igual que el sordo taconeo de sus botas nuevas.

Ella es una hermosa adolescente que acaba de salir de la práctica de bastoneras de su instituto; tuvo que cubrir su sugerente uniforme con un abrigo a medio muslo, por las prisas, no atinó a cambiarse apropiadamente para regresar a casa y porqué hacerlo? Estaba orgullosa de su cuerpo, grandes tetas redondas y erectas, un culo firme y parado y un par de piernas que las botas nuevas, apenas estrenadas el día de hoy, solamente hacía lucir más largas y tentadoras. Era hermosa y lo sabía.

Como lo temía, comenzó a lloviznar, se trataba de esa lluviecita molesta con ráfagas de aire helado que nubla la vista, más cuando ella utilizaba gafas ya que padecía cierto grado de miopía, el cual no le impedía deshacerse de sus lentes durante las prácticas pero que la obligaba a usarlos para andar por la calle. Sus anteojos estaban empañados y decidió hacer una pausa en su camino para limpiarlos. Pésima decisión.

Se sentó en una solitaria butaca que servía como parada de autobuses y procedió a rebuscar en su mochila los pañuelos desechables, colgó sus anteojos en su escote por una de las patitas, de poco le servían por lo mojados que estaban, tan concentrada estaba en esa tarea, que no se percató del par de sujetos que estaban acercándose a ella, franqueándola, acechándola, olfateando su recién floreciente sexualidad.

El que estaba pegado al poste de la parada del autobús, se adelantó y le pidió cortésmente la hora, sin despegar los ojos de sus generosos pechos pues pese a que llevaba el abrigo abotonado, los anteojos colgando del escote los insinuaban a la perfección. Ella saltó pues no esperaba que alguien se le acercara tanto y al querer consultar su reloj, sintió las manos del otro sujeto cerrándose en su muñeca izquierda. Instintivamente volteó a ver al sujeto de la hora y tarde comprendió que se trataba de dos atacantes, ya que este la tomó por el cuello con una mano y con la otra la instó a callarse de un bofetón, jamás se sintió tan asustada, tan indefensa, quiso voltear a la calle, llamar la atención de alguien, pero la incipiente lluvia había limpiado de transeúntes aquella avenida tan concurrida. Pero los autos seguían transitando frente a ellos, era al menos una esperanza, el semáforo tendría que detener a alguien y por Dios! Se tendrían que dar cuenta de su situación.

Sin soltarla, ambos sujetos se sentaron a su lado, dejándola en medio de los dos. El que le pidió la hora ya tenía la mano metida en su escote y rápidamente le desabrochaba los primeros botones de su abrigo, como le estorbaban los anteojos de Lilly, los arrojó bajo la banca, ella gimió, impotente pues el otro sujeto la abrazó por la cintura para acercarlo a él y sus manos ya reptaban por sus torneadas piernas.

-Suéltenme! Déjenme!, -suplicaba Lilly, con los ojos llorosos y la respiración agitada. El de la hora, volteó su cara con un manotazo y le dijo: Más te vale que te comportes, bonita, solamente queremos acompañarte, te vimos muy solita y con lo rica que estás, mmmmmmh, qué buenos melones tienes, mamita – una de sus manos ya tenía en su poder uno de sus pechos, puesto que ella solamente llevaba la camiseta del uniforme, el sostén se lo había quitado, total, llevaba puesto su abrigo, no pensó que fuese problema y de hecho, les facilitó las cosas a sus captores.

Ya viste que esta putita no trae chichero? –le dijo a su compinche mientras retorcía a dos manos sus suculentos pezones color carmesí- nos estaba esperando a nosotros, la muy zorra, a ver, tendrá calzones? Tú qué opinas? Pues, habrá que averiguarlo, dijo el otro, ella profirió un grito ahogado al sentir que una mano pugnaba por abrirse paso entre sus piernas encontrando un hermoso tesoro. Si será puta! Trae tanga, definitivamente quieres que te fajen, o no, pendejita? Contesta! Dijo, mientras la sacudía por un hombro sin soltar la parte delantera de su tanguita blanca. Ella sólo bajó la cabeza, avergonzada, humillada y el sujeto le pegó un tirón a su inmaculada prenda, lastimándola. Lilly profirió un leve quejidito que fue más de sorpresa ya que nadie le había tocado ahí, ni remotamente.

Burlonamente, el sujeto tomó el frente de su tanga introduciéndolo en la vagina de Lilly, ella brincó y hubo que sujetarla de las piernas para mantenerla quieta. Qué bonita panochita has de tener, me muero por probarla, tú que dices? Le habló a Lilly, sacando la lengua y moviéndola lascivamente, a ella le repugnó. Así te voy a lamer la panocha, pendeja, qué opinas? Y mientras su mano hacía que la tela de la tanga frotara grotescamente su virginal raja, con la otra aprisionaba uno de sus pechos y aparte, le lamía asquerosamente la mejilla y el cuello. El otro individuo ya estaba succionando el pezón del pecho que tenía sujeto desde el principio y con una de sus manos, pugnaba por separar más sus piernas, como bestias en celo, olfatearon el fragante sexo que estaban por disfrutar, ya que, muy a pesar de Lilly, su panochita comenzó a reaccionar ante estos abusos.

Ella forcejeaba, pero ellos la obligaban a sentarse y estarse quieta, sus manos recorrían su cuerpo de arriba hacia abajo, conociéndola, familiarizándose con sus formas femeninas, ideando qué hacer con esta ninfa adolescente; ambos se preguntaban si sería virgen y sus vergas ya pugnaban por averiguarlo. El primer sujeto tomó una de las manos de Lilly y la obligó a agarrar su verga por encima del pantalón. –Sientes, putita? Ella estaba horrorizada, quiso retirar su mano del asqueroso bulto que crecía por momentos pero el muy pervertido la obligó a sobar ese trozo que parecía respirar. El otro individuo había ocupado el lugar de la mano de su amigo y ya estaba hurgando en su tierna panocha, escarbando en su intimidad, ella, gimió y protestó, y por toda respuesta, él jaló los vellitos que alcanzó de la entrada de su panocha, arrancando algunos, ocasionándole un dolor insoportable; él se los mostró a Lilly, olfateándolos asquerosamente e imitando a su amigo con muecas lascivas perpetuadas con su lengua. Tan entretenidos estaban, que no se fijaron que un coche estaba detenido por el semáforo en rojo, se trataba de una destartalada van, y que los 3 ocupantes del mismo no les quitaban la vista de encima, se trataba de unos compañeros de la escuela de Lilly.

Ella, aliviada, logró incorporarse de la banca y quiso gritar un AUXILIO! A todo pulmón, pero se quedó en el intento, solamente movía los brazos que no tardaron sus atacantes en volver a inmovilizar. Tenía el abrigo hecho un desastre, bajado hasta la cadera, la blusa descosiéndosele por el frente mostrando sus generosos pechos, la falda hecha un cinturón por encima de su cintura y con las botas altas de tacón, parecía más una callejera que su compañera de clases. Además, el par de sujetos la besaban y acariciaban incesantemente, podría decirse que se trataba de un cuadro difícil de definir.

No cabe duda que el despecho y el rencor son ponzoña y envenenan la mente, Carlos, el conductor había querido salir con ella en más de una ocasión, pero Lilly siempre se negaba porque conocía de sobra su reputación, le gustaba alardear de que se acostaba con todas y ella lo había despreciado públicamente. Carlos sonrió burlonamente y le gritó: Con que así te gusta, Lilly? Eso es, cójansela rico, aquí en la calle, cómo ven, muchachos? Sus amigos del coche estaban excitadísimos y solamente Agustín preguntó si no necesitaría ayuda esta muchacha, dudando ante tal situación, pero con la verga inflamada con semejante espectáculo.

Claro que no, pendejo, le dijo Carlos, eres idiota o qué? Esta es una calienta vergas, como yo se los decía, una no le basta, hasta borracha debe estar, mírenla, abierta de piernas, mostrando la concha, pelos, pelos! Gritaba y los demás lo corearon también.

El par de sujetos, riéndose, sujetaron fuertemente a Lilly y la abrieron de piernas, frente a los mirones, mostrando cómo tenía bien retacada su raja con el frente de su tanga, con sus vellos púbicos desparramándose a los lados. Carlos y compañía aplaudían y se levantaban de los asientos.

El par de malvivientes, animados por estos ignorantes, se miraron con complicidad y el de la hora le arrancó de un brutal tirón la tanga por el frente, ella se estremeció pues tenía la panocha abierta, retratando a los chicos de la camioneta. Quiso proteger su intimidad, inútil y lastimeramente, pero el par de sujetos se lo impidieron, de hecho le abrieron aún más las piernas, ella casi se cae de espaldas de cómo la tenían expuesta. Como pudo, se sostuvo con ambas manos del borde de la banca, los dos la tenían agarrada por sus muslos y tobillos. En verdad no se daban cuenta sus crueles condiscípulos de que tenía el rostro bañado en lágrimas? No querían darse por enterados de que estaba en contra de su voluntad? Así de sencillo la despreciaban y animaban su inminente violación? No lo podía creer. Sus compañeros de clase devoraban el abierto coño con la mirada y sus erecciones no se hicieron esperar.

El sujeto de la hora, envalentonado y sobre todo, con ganas de cogerse a la tierna perrita a la brevedad, le hizo señas a su cómplice de que sujetara bien a su presa, a lo que éste asintió complacido y acomodó a la aturdida Lilly en sus piernas, diciéndole al oído: Quietecita o te mueres, escuchaste bien? Tengo una pistola apuntando directito a tu coño empapado. Ella sintió efectivamente un objeto duro y frío abriendo se paso por su intimidad por lo que se dejó hacer, como una muñeca sin voluntad. A su alrededor, ya caía una lluvia torrencial.

Hey! Les gritó a los bastardos de la van, porqué no se largan y nos dejan solos, estamos esperando un taxi porque esta putita ya no se aguanta. Mejor aún, dijo Carlos, porqué no les damos un aventón? Suban. Ellos no lo pensaron dos veces y arrastraron a su presa al interior del vehículo, Tomás tuvo que pasarse al asiento delantero con los otros dos para que los tres pasajeros se acomodaran en el asiento posterior. El conductor enfiló derecho y torció en una solitaria callejuela para valorar la situación. Estacionándose, volteó para observar a sus "invitados".

Carlos sacó su teléfono celular y apuntó la cámara los turgentes pechos de su compañera, a ver, ayúdame, le dijo a uno de los malvivientes, sácale las tetas a esta lindura, el otro ni tardo ni perezoso terminó de desgarrar el frente de su blusa y este, complacido, tomó algunas fotos de sus pechos. Lilly tembló al imaginarse lo que le esperaba. Iba a perder su virginidad de una manera por demás brutal y no conformes con eso, la humillarían públicamente sus compañeros de clases. Qué pudo haber hecho ella para merecer semejante afrenta? A veces la belleza es una maldición.

Carlos, balbuceó ella, no es lo que piensas, me van a violar, no te das cuenta? Se calló de golpe, pues sintió un fuerte dolor en un costado, el de la hora le había asestado un duro golpe en las costillas y el otro volvió a meter el cañón de su pistola en su empapado hueco, por detrás como había hecho en la banca. Comenzó a masturbarla con él y ella, temblando de miedo le obsequiaba sus jugos a tan inesperado intruso.

Carlos se encogió de hombros y dijo. No me interesa putita, siempre y cuando a mí me toque perforarte el culo, tenemos un trato, muchachos? Se dirigió a sus captores y estos, algo sorprendidos pro tanta cooperación, asintieron y comenzaron a discutir a dónde llevar a su suculenta víctima. Y ustedes que dicen? Espetó a sus dos amigos. Si se quedan, compartiremos a esta chichona con ustedes, si deciden rajarse, se bajan ahora mismo y cargarán con la culpa de lo que hagamos, no necesito recordarles quién es mi papá, o sí? El papá de Carlos era un tipo que contaba con bastante mala fama por ser judicial y según se decía, cargaba con varios cadáveres en su haber y protegía sobremanera a su primogénito. También decían que Carlos había violado a casi una docena de jovencitas quienes sospechosamente nunca habían declarado en su contra y por el contrario, estaban bastante quemadas en aquella población, algunas ya no asistían a la escuela y otras hasta de ciudad se habían mudado.

Tomás y Agustín intercambiaron miradas y asintieron a la vez, quizá más por el miedo que por la excitación, ambos eran a la fecha buenos muchachos que solamente compartían las bravuconadas de Carlos, precisamente por el temor que les inspiraba su cruel progenitor. Hecho, dijo Carlos, ahora, vamos a un sitio seguro para perforar a esta perra como se lo merece, yo sé exactamente a dónde ir. Dicho lo cual, hizo una rápida llamada por celular, a su padre, informándole que lo esperara donde siempre, que le llevaba "otra". "Te mando unas fotos, pá, para que te vayas emocionando con la calidad de la zorra que llevo, también voy con unos amigos, si no te importa. O.k. llegamos en una hora, hasta pronto!" Envió las fotos por mensaje y guardó el aparato en el bolsillo de su cazadora.

Así que los rumores eran verdad, Carlos disponía inclusive de un lugar perfecto y seguro donde llevaba a sus víctimas, seguramente respaldado por su padre quien sin duda, hasta participaba en tales vilezas.

Lilly se abandonó a sí misma, cerrando los ojos y abandonándose a su destino. Sus captores no paraban de manosearla y besuquearla, terminaron de quitarle la poca ropa que le quedaba y en cada alto que hacía la camioneta, Carlos y sus amigos la fotografiaban en esas poses tan denigrantes, ilustrando su dolor, su humillación; tomaron su coño abierto y lustroso, la pusieron a gatas y le abrieron sus nalgas perfectas, ella se quejaba cuando sintió que sus dedos pugnaban por invadir el ojete de su culo y ellos, carcajeándose, le introdujeron la punta del cañón de la pistola en él. Ella se dejó caer, empinando más el culo, cosa que ellos interpretaron como una señal de sumisión y le palmearon fuerte las nalgas, dejándole marcas de manos mientras metían y sacaban la puntita de la pistola en su pequeño orificio anal. Llegaron a remojar el cañón del arma en sus labios vaginales para intentar que le entrara más fácilmente en su agujerito trasero, era una 38, pero ella solamente sentía que estaba fría y dura y estos querían metérsela por el culo.

Aaaaaaaay! Me duele! Se quejaba ella y el de la hora la abofeteaba en la cara, su compinche retorcía sus pezones y Tomás y Agustín ya se estaban jalando la verga disfrutando del show. Carlos los observaba por el retrovisor y complacido, acariciaba su verga, ansioso de participar.

Qué rica te ves así, Lilly, dijo Carlos, pareces una vaca chichona con semejantes tetas colgándote, voltéenla por favor, quiero ordeñarla! El de la hora obedeció y se quedó con la panocha de ella en la cara, oliéndola, hundiendo su nariz en la intimidad de la chica, jaló sus brazos hacia él haciendo que sus chichotas apuntaran hacia el asiento de Carlos al frente, él, detuvo la camioneta, ya estaban en camino rural por lo que ella atisbaba por las ventanas, y era noche cerrada. Carlos tomó las tetas de Lilly a dos manos y cruelmente, retorció sus ya adoloridos pezones, alargándolos, haciendo que se hincharan más y más.

Esto quería hacerte, puta, disfrútalo, mmmmmmmmmh, y comenzó a mamar de esos pechos enormes cual becerro incestuoso, lamiéndolos, mordiéndolos a placer, sus dos amigos se replegaron hacia la ventanilla opuesta a él y sin animarse a participar, jaloneaban sus vergas ya por fuera del pantalón. Ella se quejaba, sollozaba y pedía que la soltaran, pero cada vez que abría la boca, el de la hora le mordía la panocha arrancándole gritos de dolor que Carlos respondía mordiendo más fuerte sus tetas. Estaba totalmente perdida y ni siquiera le había ocurrido lo peor. Decidió morderse los labios para que ya no la lastimaran más, pero el de la pistola de cuando en cuando la obligaba a mamar el cañón mojado de su néctar mientras se hacía tremenda paja. Terminó filmando la escena con su propio celular y viniéndose en el cabello de Lilly. Toma, tomaaaaaaaaaa, putita rica, mmmmmmmmmmh! Ya quería vaciarme en tu carita, pendeja y llenó su hermoso cabello castaño con una abundante y pegajosa lechada. Ella quiso limpiar lo que cayó a su rostro, pero ni eso le permitieron. El tipo se relajó y continuó filmando su infortunio.

El obsceno sonido de chapoteo que emitía la lengua del de la hora alimentándose de su empapada panocha la aturdía más que el dolor que estaba sintiendo en sus maltratadas tetas. Sentía toda la boca del maldito llenando su vagina, lamiendo, chupando, succionando su botoncito, mamándolo hasta sentir que se le desprendería de un mordisco ya que el muy salvaje de cuando en cuando le mordía fuerte el clítoris para que ella gritara y Carlos le mordisqueara las chichotas, según sus palabras. Esas grandes y redondas chichotas que eran su delirio desde quela conoció. Lilly odiaba sui situación, pero su tierna puchita tenía mente propia y muy a su pesar, tuvo su primer orgasmo en la boca de ese sucio sujeto.

Aaaaaaaaaaaaaaaaaah, nooooooooooooooooo, mmmmmmmmmmmmggggggh! La espalda de Lilly se arqueó aún más, delatando su poderoso orgasmo, no podía estar más disgustada con ella misma, así que realmente era una puta, una sucia prostituta que estaba gozando dejándose violar por unos degenerados. Estaba tan convencida de ese hecho, que comenzó a llorar convulsivamente. Su intimidad estaba siendo vejada pero peor que eso, habían mancillado su espíritu, nunca volvería a ser la misma, pero de algo estaba segura, tenía que escapar a toda costa, pues con escalofríos recordó que la estaban esperando en aquel lugar al que la llevaban y esto que le estaba ocurriendo, probablemente no sería nada en comparación de lo que estaba por venir.

Sus dos primeros captores no cesaban de manosearla fuertemente, para lastimarla más, para aterrorizarla y la amenazaban diciéndole: Ya verás, putita, te vamos a taladrar por todos tus agujeros y te abriremos aún más hoyos para cogerte por ahí, ja, ja, ja! Se carcajeaban y le pegaban en las nalgas, retorcían más fuerte sus pezones y le pegaban en las costillas. Lilly quedó echa un ovillo, encogida en posición fetal entre esos dos hombres que la habían arrancado de su apacible vida. Cerró los ojos nuevamente, deseando con toda su alma no volverlos a abrir. Estaba conociendo la verdadera maldad humana, esa que no conoce de misericordia ni se apiada de niñas inocentes con cuerpos de mujer, vulnerables y tremendamente apetecibles para engendros como los que la tenían en sus garras.