Lilim - 8. Kunoichi
Miguel alquila una casita para sus vacaciones, donde hay tres muertos con armas automáticas en las manos y una Kunoichi
Kunoichi - 8
El verano o más bien junio, comenzó muy bien, tal y como marchaban las cosas, diría que excesivamente bien. Para mí tranquilidad, la inspectora de la Interpol, Helen, se había vuelto para Alemania tras la resolución del caso, pese a que su intención en un principio estaba claro que no era esa. Por mi parte como os podéis imaginar, el tener suelta en mis cercanías a una Shattenkrieger de primer nivel era un serio inconveniente, algo así como el tener colgado de mi espalda al Consejo Europeo de las Razas mirando por encima de mi hombro en todo lo que hiciese, algo que no me hacia la menor gracia. Tras esto y por sorpresa para todos nosotros en la Brigada, terminaron por incluirnos en interpol, facilitando la documentación acreditativa correspondiente a todos los miembros, por algún motivo que no supe o quizá, mejor dicho, por mi afán de quitarme de enmedio a toda velocidad antes de que me jodiesen, mi acreditación no la recogí cuando los demás.
El grupo especial de la Inspectora Serena tuvo un par de meses de total y absoluta tranquilidad, únicamente llegaron casos de los considerados “normales", en los que al no ser necesarios mis servicios de asesor, me pude dedicar por completo a mi trabajo, más el casi cien por cien de mi tiempo libre a mi hobby preferido, el ver como poder follarme a todas mis vecinitas, y ahí sí que fue todo un desastre. Como recordareis, a quien más a mano tenía en esos instantes era a la más joven, a Nerea, la cual ya me había pasado por la piedra y ahora amenazaba con hacerme chantaje, lo cual más que preocuparme, me causaba tanta diversión como expectación por ver que haría o mejor dicho, que trataría de hacer, máxime cuando su hermana mayor, Eva, parecía su sombra desde que averiguo que su hermanita se había acostado conmigo. Por mi parte mi atención real estaba enfocada hacia ambas madres y el local donde se reunían con sus jóvenes amantes, esperanzado de poder follarme pronto a una de las dos, y a la vez, colocar en mis manos a la otra.
Pues bien, nada de nada, aunque con la que tuve sus más y sus menos en el bendito ascensor fue con la mosquita muerta de Marisa, quien no se achantaba para nada. Es más, si hubiese sabido de cierto por mis investigaciones que procuraba evitarme, habría pensado que me buscaba a propósito para tener nuestros encontronazos. No trató ni una sola vez de evitar que le metiese mano, pero no por ello se estaba quieta, cada vez que nos encontrábamos a solas, iba directo a manosearla un poco para ver de ponerla cachonda, y ella respondía intentando causarme el mayor daño posible, desde patadas en mi entrepierna a poco que podía, a mordiscos, arañazos profundos, etc... Todo lo que se le ocurría a la prójima para abrirme en dos la cabeza lo intentaba, pero eso sí, sin montar el menor escándalo que pudiese atraer a nadie en su ayuda. En el último encontronazo gracias a que no me fiaba de ella en lo más mínimo, esquivé su intento de golpe con el bolso, donde la muy bruta llevaba dentro dos figuritas de bronce que debían de pesar como unos siete u ocho kilos entre ambas... De haberme alcanzado en la cabeza como trató, me la hubiese abierto como un melón maduro, y eso que bajo su blusa cuando comencé mi “ataque" sobándole los pechos a conciencia aparecieron dos pitones, dando fe de su excitación... A estas alturas ya había disfrutado por completo de sus labios, le había tocado directamente las tetas, el coño y el culito, e incluso había frotado mi miembro sobre su sexo, empotrándola contra el espejo del ascensor, únicamente separados ambos por nuestra ropa y colocado una de sus manos sobre mi polla, que la “hija de...“ aprovecho para sobarla bien sobada mientras no cejaba en tratar de partirme la cara con la otra mano... Reconozco que con solo cruzarme con ella ya me la ponía dura, máxime cuando fijaba en mí su mirada desafiante, en un claro reto a que intentase algo con ella.
Los poco más de dos meses de calma, amor y cordialidad se acabaron con la reaparición por sorpresa de la alemana, quien traía un completo archivo de casos especiales que tenían en esos instantes en interpol para que según dijo, les diese un vistazo y por supuesto, mi opinión como consejero del Grupo. Dado que cuando me los dio, también estaba la Inspectora Jefa, Serena y no dijo ni media palabra, supuse que ya habrían discutido ellas dos sobre el morro de Interpol de usar recursos que no les pertenecían, así que verlas tan “cordiales" fue mi gozo en un pozo, cerré la boca y me puse con ellos. Obviamente me faltó tiempo para escaparme de allí, por lo que me los lleve a mi piso para estar tranquilo y de ese modo tratar de evitar preguntas incomodas, el problema fue que a nadie se le ocurrió de informarme de que para esas fechas ya pertenecíamos a Interpol. De los trece casos que la alemana me pasó para mirar, nueve los descarte de inmediato como “casos normales “, tres los deje aparte clasificándoselos como “simulaciones paranormales “, pero el ultimo... ese sí que iba a traer cola como no fuese rápidamente atajado, pero una muy larga. Al principio pensé que alguien en su inconsciencia estaba jugando con cosas muy peligrosas para la salud de cualquiera, pero al adentrarme más en el caso verifique que en realidad algún idiota estaba firmando crímenes como si se tratase de sacrificios realizados por algún tipo de secta “maligna" sin tener ni puñetera idea de verdad de lo que estaba haciendo, lo que aparte de para crear espectáculo y asustar al público, no servia para nada. Simplemente se trataba de un par de personas o tres, a los que les gustaba matar y que se habían juntado para practicar su deporte favorito aprovechando de paso para tratar de convocar algo del inframundo sin dar una a derechas. El problema es que, con sus juegos macabros, estaban consiguiendo en la ciudadanía una psicosis bastante importante.
Cuando tres días más tarde regrese a la brigada concertando una reunión con Helen y con Serena, ambas me estaban esperando tranquilamente, ninguna de las dos tenía la menor inquietud sobre los casos que me habían sido presentados. En lugar de entregar los casos y centrarme en el último que había visto, el de los “colegas" como le habían bautizado los medios vete tú a saber porque, simplemente volví a tender sus carpetas a Helen indicándola que en el interior de cada una de ellas tenía mis conclusiones y los motivos que me habían llevado a ello. Sonriendo, tras largarles las carpetas me despedí, haciéndome las dos un simple gesto con la mano, ni que decir tiene que trate de irme de allí lo más rápido que pude. Lamentablemente no llegue siquiera a salir de la oficina, acababa de cruzar el umbral del descansillo, comenzando a bajar por la escalera, cuando desde la brigada me llego un potentísimo berrido por parte de Serena para que regresase en el acto. Cuando volví a entrar en el despacho de Serena, ambas mostraban en sus rostros un cabreo más que evidente...
• ¿Esto es algún tipo de broma, ¿no? –preguntó Helen agitando fuertemente un expediente, que por su tamaño deduje que era el de los colegas.
• ¿Se refiere al de los Asesinatos de Hamburgo?
• Si, a ese mismo. ¿Qué coño es esto de “los colegas “? –me señaló Helen, indicándome con su índice un apartado de mi informe, dándole golpecitos con el dedo.
• ¿Es que se está quedando con nosotras? –intervino muy cabreada Serena.
• Para nada, y mantengo lo que digo en mis conclusiones, alguien está matando en base a esta publicidad peliculera de sectas satánicas para hacerse fama, pero por fortuna sin saber de verdad en que se está metiendo. Una cosa, estos no van a parar, si consiguen localizarlos la situación se puede descontrolar muy rápidamente. De momento ya están consiguiendo que los agentes vayan preparados para disparar primero y preguntar después, porque también le digo que esos no se piensan entregar, ni por las buenas, ni por las malas. Tenga claro también que, si no los paran en seco, y rápido, los cadáveres aumentaran, con lo que todo se volverá cada vez más desagradable hasta que den con los culpables... Créanme las dos que no me gustaría estar en el pellejo de los agentes cuando les pongan la vista encima y se les revuelvan.
• Es decir, según esto, todo es simple fachada “satánica" y además usted estima que no van a pedir, ni dar cuartel... –reclamo Serena cabreada.
• No, se equivoca, no es únicamente fachada, por fortuna lo que pasa es que no tienen ni puta idea de lo que están haciendo. Por eso mismo no pasan de ser unos simples asesinos en serie más, excepto por las escabechinas que les hacen a los cuerpos junto con el escenario que montan, y no, no piensan rendirse, esos van a morir tratando de llevarse por delante a cuantos más, mejor... incluso dentro del ritual que pretenden llevar, el autosacrificio, que no el suicidio, está contemplado –Selena y Helen respingaron a dúo-.
• ¿Pero es en serio? –pregunto atónita Selena.
• Del todo... –repliqué.
• Si todo lo que aquí refleja es verdad, tengo que poner sobre aviso de inmediato a mis superiores antes de que esto se nos termine descontrolando como usted dice... Con vuestro permiso... –hizo un gesto hacia Serena, que esta le devolvió, saliendo Helen del despacho con rapidez.
• ¡Inspectora! –la llamé antes de que saliese, haciendo que volviese la cabeza-, están como cabras y no tienen ni repajolera idea de lo que están haciendo, en ese sentido sí que no son peligrosos, si entiende la expresión, pero que no los menosprecien, porque ello no implica que sean idiotas o no estén comprometidos para llegar hasta las últimas consecuencias... –asintió y salió.
• ¿Entonces...? –preguntó directamente Selena una vez que Helen se marchó.
• Yo que los alemanes dedicarían todos los medios disponibles, y los que no, para solucionar ese caso antes de que sus investigaciones terminen en una masacre publica por parte de esos asesinos si se ven acorralados. Lo de Waco en Estados Unidos puede quedar en un simple picnic al lado de la que estos son capaces de montar...
Tras esto, me apresure a volver a desaparecer de allí. En el trabajo, a finales de junio y tras dejar mi último proyecto completado, mi jefa me propuso que en diez o doce días me tomase mi mes de vacaciones si quería, pese a que había un par de proyectos en los que la empresa estaba concursando para llevárselos, y en los que mi intervención podría llegar a ser necesaria. Al final esto, por unas cosas y por otras, lo de las vacaciones se fue retrasando hasta que, por mi parte, viendo lo ocurrido con Helen, el más que probable follón de caso que me habían pasado y la situación en el bloque donde vivía, porque a algún iluminado se le había ocurrido la opción de poner cámaras para mejorar la seguridad, decidí rescatar el asunto de mis naciones del cajón del olvido donde parecían haber caído. Por lo menos, entre tantas “buenas noticias", logramos entre varios vecinos que en los descansillos de los pisos no se pusiesen cámaras, pero no hubo forma de impedir que, tanto en el portal, como el parking, en los ascensores e incluso en los tramos de escalera entreplantas, se saturasen de cámaras de vigilancia. Obvio decir, que me sentó a cuerno quemado ya que acababan de joderme mi principal lugar de “entendimiento" con mis queridas victimas femeninas. Las malditas cámaras me iban a obligar a cambiar de planes para acercarme a ellas dentro de la finca para poder fallármelas. Como digo, los descansillos de los pisos fue lo único que quedo libre de cámaras tras una fuerte discusión con sus inspiradores, que resultaron ser los dos futuros cornudos de mis vecinos. Eso si, por la votación de la junta de la mancomunidad tuve que tragar, pero no por eso pensaba darme por vencido, ni con lo de las cámaras, ni con lo de mis vecinas.
Alla por finales del verano, casi para septiembre, entre enterarme por sorpresa que de repente pertenecíamos a interpol y además tener que aguantar la instalación de las cámaras en el edificio, decidí tomarme finalmente las vacaciones, aprovechando también la baja ocupación de la brigada en su nuevo “destino “, creándome entonces un dilema, decidir dónde ir, ¿playa o montaña?, ¿Sur o Norte? Al final me decante por alquilarme una pequeña casita rural en la serranía de Ronda, en Málaga. Confieso que hice las maletas y me escapé sin dejar más que una nota a mis amigos de la policía, por si pasaban por mi casa al no localizarme, de que me marchaba de vacaciones, pero sin especificar lo más mínimo, ni donde, ni hasta cuando, por supuesto. Además, el móvil, lo deje en casa, haciéndome con otro de prepago del que esperaba no les diese por encontrar el menor rastro si investigaban un poco. No creía que lo Hamburgo fuese a más si no acorralaban sin salida a esos asesinos, pero de momento aproveche mis vacaciones para poner tierra de por medio, no fuese que metiesen la pata y con esto de ser ahora también de Interpol me salpicase o me metiesen en el marrón, no quería estar cerca. Cargué todos mis bártulos en el coche y partí rumbo al sur, más contento que unas pascuas por quitarme toda esa presión de encima... Siete horas de tranquilo viaje tras un buen madrugón, incluyendo dos paradas a tomar un desayuno y posteriormente un café, fue lo que tarde en llegar a la preciosa casita que había alquilado por medio de una conocida página de internet. Eso sí, previo paso por Ronda para recoger las llaves en la agencia que la alquilaba, ya que estaba en Ronda, aproveche para comprarme algo para comer, cenar y desayunar al día siguiente más algunas provisiones con que hacerme la comida los días posteriores, además por supuesto de llenar el depósito del coche. La entrada en la casa que pretendía ser mi refugio por ese mes, fue mi gozo en un pozo.
Os pongo en situación, imaginaos, casita aislada en la montaña completamente reformada, de aspecto rustico, alquiler completo pagado por una página de pagos online, para evitar el fácil rastro de una transferencia. Era una casita de hasta cuatro personas de capacidad, perfectamente equipada, entre árboles que prácticamente impedían su visión desde el exterior, con piscina, espacio dentro del terreno de la casita para dejar el coche, un paraje idílico, recinto exterior cerradito, con su verja eléctrica con mando a distancia, cerradura de la casa perfectamente engrasada, con una entrada muy amplia dando a un salón-cocina tipo americano amplísimo. Eso sí, dentro al abrir la puerta también me encontré con tres muertos con armas automáticas en sus manos, y una figura femenina de pie completamente vestida de negro, capucha con pañuelo incluido cubriéndole la parte inferior del rostro, con una espada japonesa en su mano derecha literalmente chorreando sangre. La cual, por cierto, en ese instante, el de yo abrir la puerta, estaba limpiando la hoja de la espada con un trozo de tela con su mano izquierda mientras envainaba el arma...
Confieso que abrí la boca como si fuese un buzón de correos por la sorpresa, al igual que mis ojos, que solté la bolsa que llevaba en la mano izquierda, solté también el mango de la maleta que arrastraba con mi mano derecha... volando de golpe toda la vitae disponible en mi sistema de protección. Fue entonces cuando la mujer, mientras me miraba fijamente a los ojos, lanzó algo contra el suelo que genero una enorme nube de humo, al disiparse el cual, había desaparecido como si hubiese sido un fantasma... No pude evitar llevarme las manos a la cara gimiendo, en tan solo un par de segundos, acababa de darme cuenta de que había huido de Madrid para evitar caer en un problema con unos asesinos en serie que estaban en Hamburgo, Alemania, y me había marchado a Málaga para meterme en otro lio quizá incluso aun peor... Mi primer minuto de vacaciones trascurrió hablando con emergencias gracias a mi flamante teléfono de prepago del que nadie sabía nada, tratando de convencer a la persona al otro lado de la línea de que no estaba de coña y que hiciese el favor de mandar a la Guardia Cibi porque en mi salón había tres muertos con armas automáticas en sus manos.
Cuando llegó el primer coche de la Benemérita (nombre coloquial que también se le da a la Guardia Civil), yo estaba apoyado en el capo de mi SUV, con los brazos cruzados, mascullando maldiciones por lo bajo mientras miraba hacia la puerta de entrada de la casa, o lo que es lo mismo, acordándome de todo lo habido y por haber por el fregado que me había caído encima. Los primeros tres minutos fueron de lo más tranquilos, porque no se creyeron ni una palabra de lo que les explique, y que fue el tiempo justo que tardaron en ver por si mismos la carnicería que se presentaba dentro de mi flamantemente alquilado salón-cocina. Salieron conmigo de la casa y rápidamente pidieron refuerzos. Dado que la casa estaba vallada, que desde la carretera apenas se veía, que la parte de atrás subía hacia la montaña y que por ello se podía ver perfectamente desde la entrada si alguien trataba de salir por allí, y yo asegure no haber visto nada, ni al asesino, ni escuchado coche alguno ni nada, esperaron a que llegasen los refuerzos antes de revisar palmo a palmo todo el lugar y sus alrededores. Una hora después, ya eran tres las patrullas de la GC presentes, seis Guardias civiles habían revisado la casa y peinado la zona, mientras el cabo que llego en el segundo coche y uno de los dos primeros Guardias “hablaban amigablemente “conmigo. No creo que haga falta explicar cómo me miraron los dos agentes cuando les describí al supuesto asesino.
A las primeras horas de la tarde se presentaron miembros de la UCO, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, que por lo que dijeron serían los encargados de investigar el caso. Al mando se encontraba un Capitán y una teniente, los cuales mis sentidos ya me marcaron que no eran normales. La teniente en un momento determinado me hizo una pregunta que, junto con el tono, provocó que me pusiese en guardia y a la defensiva de inmediato, porque empecé a ver por donde comenzaban a ir los “tiros “.
• Bueno, entonces según usted, eso de ahí adentro lo ha realizado un Ninja, ¿no? –me preguntó muy seria y con cara de pocos amigos la teniente.
• Perdone Teniente, pero que yo sepa, esas palabras jamás han salido de mi boca.
• ¿Perdone?, A ver que yo me aclare. Usted ha descrito al asesino como alguien completamente vestido de negro, con una espada japonesa, capucha negra y una especie de velo o pañuelo cubriéndole la parte inferior del rostro de modo que solo podían vérsele los ojos, que además desapareció tras una gran nube de humo, ¿o no?
• Si, eso es justamente lo que les relate a los dos agentes que llegaron en primer lugar.
• Y dígame, ¿según esta descripción como definiría a esa persona? –pregunto suavemente la teniente.
• Pues... umma... ¿un usuario de las artes marciales o un asesino profesional quizá...?
• ¿Con una Catana?
• Perdone, eso es otra cosa que tampoco yo he dicho en ningún momento, eso son ustedes quienes lo están diciendo.
• ¿Entonces no vio una Katana? –Sonrió el capitán.
• Pues no, la verdad, lo que vi no era una Catana, dije que era una espada japonesa, en realidad era una Shinobigatana, o Ninjakën...
• Y eso se traduce, ¿en? –pregunto muy seria la teniente.
• Pues en una espada de las que de forma habitual siempre han usado los Ninja.
• Luego, ¿usted vio un Ninja? –pregunto la teniente mientras que el Capitán acudía al lado del Cabo con el que hablé primero, vi cómo le decía algo al oído, y el Capitán se volvía en el acto a mirarme.
• No, yo vi a alguien completamente vestido de negro limpiando una espada “japonesa “mientras la enfundaba. Lo del Ninja, le repito, que son ustedes quienes lo están diciendo, no yo.
• Una pregunta muy sencilla Sr. De Urquiza –se acercó el Capitán muy serio-, ¿porque motivo no nos ha dicho que es usted asesor de la Brigada de Investigación Especial de Interpol en Madrid?
• Perdone, pero eso no se supone que es información confidencial...
• Pedimos sus datos a la central y su Brigada se puso en el acto en comunicación con mis superiores. De hecho, creo que sus compañeros están ya de camino hacia aquí... Y ahora, ¿me responde, por favor?
• Reconozco que ni me acorde de ello, de hecho, mi acreditación es que ni la he recogido aun, y bueno... estoy de vacaciones, al irme además tuve muchísimo cuidado de no dejar huella de donde pensaba pasarlas para que nadie me molestase, especialmente la Brigada... Quería estar tranquilo... –hice un gesto como de disculpa con las manos.
• Ve, eso que ha dicho me lo creo a pies juntillas, por lo que me dijo el cabo, su jefa, la Inspectora Serena creo que es, no estaba muy complacida de saber que usted estaba aquí, sin que les hubiese dicho nada...
• Me lo temía... –me pase la mano por la cara bufando.
• Y dígame, ahora que todos sabemos quiénes somos, ¿qué opina usted que deberíamos de buscar...?
• Pues en función de lo poco que pude ver cuando llegué, a la que parecía una Kunoichi...
• Es decir, un ninja, ¿no? –me interrumpió la teniente apretando los dientes.
• Lo que usted entiende como Ninja por culpa de las películas desde luego no. Lo que están buscando ustedes aparentemente es una Kinich, una mujer, una asesina altamente especializada en matar de mil formas diferentes y desaparecer luego sin dejar el menor rastro...
• ¿La kunoichi no se supone que en el Japón se refiere al Ninja Femenino? –preguntó el Capitán, haciendo un gesto a la teniente, impidiendo que interviniese en ese momento.
• Eso es lo que se supone que es y este no quiere decir –mascullo la teniente, pese a todo, aunque decidí ignorarla.
• Si, del mismo modo que a la Shinobigatana, que es la espada que usaban los Ninjas, se la conoce ahora como Ninjato, y sin embargo, en realidad solo son espadas parecidas. Sobre esto se tiene en la mente la imagen que nos ha transmitido el cine, y no puede ser más falso que eso... por ello mismo prefiero dejar el termino Ninja quietecito.
• Bien, pues entonces, por favor, infórmeme de lo que es un Ninja... –pregunto el Capital cruzándose de Brazos.
• Pues mire, básicamente es un artista o especialista marcial, tanto con su cuerpo como con las armas, y actualmente esto engloba las blancas y las de fuego. Del mismo modo, es un experto asesino a sueldo del mejor postor de su Clan, lo cual es su principal función, y a la vez, también es un más que decente ilusionista, capaz de hacer creer a quien le vea en “la magia Ninja... “.
• Pues si lo que dice es verdad, estamos jodidos, encima es maga –replicó la teniente en tono sarcástico.
• Si, si se trata de una Kunoichi de verdad, desde luego que si, a las dos cosas, pero no es maga como tal, solo ilusionista, que es muy diente y ambos saben perfectamente a que me refiero.
• Pero si... –alce las manos deteniendo lo que iban a decir.
• Alto, alto... Les digo lo que me pareció, pero tengan en cuenta que solo la vi vestida de negro, encapuchada, además de envainar la Shinobigatana, que, si lo era, y desaparecer tras una nube de humo, algo de estudiante para ilusionista de primer año. No sé si es alguien real, o solo se estaba aprovechando del más que típico arquetipo del Ninja sacado de cualquier película de serie “B “.
• Los cadáveres ya se los han llevado, ¿cree que, si los viese, las heridas en foto me refiero, podría afinar un poco más su apreciación? –pregunto muy serio el Capitán.
• Si, posiblemente, al menos me serviría para saber más o menos si de verdad sabe o no manejar esa espada que llevaba. También me gustaría si no le importa, darle un vistazo al escenario en cuanto los de la científica terminen con él. Quiero ver donde estaba cada uno de los muertos, y también como y de qué modo entró esa mujer en la casa.
• Entiendo que quiere comprobar si es capaz de determinar los movimientos que realizo cada uno, ¿no?
• Si, en base a ello y a las heridas que presenten los muertos, quizá, y solo quizá, no prometo nada, les pueda dar algo más centrado sobre lo que buscar.
• Joder –se llevó la mano a la cara el Capitán-, y ahora en el informe... poner Ninja... nos van a tomar por locos, o lo que es peor, por idiotas...
• Si me permite... –se volvieron el capitán y la teniente a mirarme-. Yo que ustedes me limitaría a poner que ha sido un posible especialista en artes marciales disfrazado o vestido de negro estilo comando. Y si quieren, describan el modo de vestir que les he explicado, luego que cada uno piense que era lo que desee.
• Es buena idea, parece que tuviese usted experiencia en este tipo de cosas... –dejo caer el Capitán.
• Bueno, digamos que cuando algo puede sonar ridículo, o muy fantasioso, lo mejor es limitarse a explicarlo sin dar interpretaciones y luego que cada uno vea o diga lo que le dé la gana. Pero al menos, nadie puede decir que el autor del informe ha mentado nada raro...
• Sabe, he escuchado rumores sobre esa brigada para la que trabaja y el tipo de casos que llevan... hace poco que ha pasado a integrarse en Interpol, ¿no? –me preguntó el Capitán.
• Pues supongo que sí, de hecho y si le soy sincero, ese paso nos pilló a todos por sorpresa, no nos lo esperábamos ninguno. Supongo que al ser un simple asesor a nadie se le ocurrió advertirme del cambio de “jefes" para la brigada hasta que estuvo hecho...
• Pues mire, Sr. De Urquiza, creo que las dos señoras que se están bajando del primero de esos dos coches que acaban de llegar vienen por usted, y nada contentas por sus caras... si no me equivoco.
• ¡¡Joder!! –vi venir hacia mí a Selena y Helen como si fuesen dos miuras- sí que parecen cabreadas, sí.
• Yo más bien diría que muy, pero que muy cabreadas las dos –aceptó el Capitán.
Si bien con el Capitán Martínez y la teniente Oliveros tanto Selena como Helen fueron muy agradables, conmigo dicha “bondad “brillo por su ausencia. Lo primero que me llamo una fue imbécil, y la otra, idiota, sin contar con Coral y Tony que tampoco es que pareciesen nada contentos. La que me pregunto a bocajarro tras despacharse sobre mí a gusto fue Selena...
• Y ahora ya te estas explicando, ¿qué coño es eso de que te has topado con un Ninja?
• Bueno, pues eso, que he entrado, y no me ha dado tiempo a dar dos pasos cuando he visto a una mujer vestida completamente de negro envainando una espada tras hacer una escabechina con los tres tipos que estaban tendidos en el salón.
• Ninja, repite conmigo, Ninja... coño, llama a las cosas por su nombre –me explicó Selena con su cara pegada a la mía-. Y bien, ¿qué crees?
• Como le estaba diciendo al Capitán cuando habéis llegado, necesito ver los cuerpos para hacerme una idea además del salón, como cayeron, etc... Hasta no ver todo eso, solo puedo decir que vi a una mujer vestida de negro con una puta espada japonesa en la mano.
• Toma, copia de las fotos que se tomaron, posiblemente te sirvan también como en ver los cuerpos o el salón –me entrego el capitán.
No dije ni media, simplemente me apoyé en el capo del coche de la Guardia Civil junto al que estábamos hablando mientras miraba detenidamente las fotos que se habían hecho en el escenario. Estas junto con lo que yo mismo había podido observar en esos escasos segundos, me estaban pintando un panorama la mar de malo, de hecho, se ponía peor a cada foto que pasaba, y las de los cuerpos sobre la mesa del forense mostrando detalladamente cada herida lo empeoro aún más. Como vulgarmente se diría, alguien le había pisado la cola al Dragon mientras este dormía...
• ¿Y bien?
• Pues... mire hacia el Capitán y la teniente...
• No te preocupes por eso, tanto el Capitán como la teniente ya han trabajado anteriormente en algún caso, digamos que “raro “, uno de los cuales, por cierto, tu asesoraste a través de la brigada. Pertenecen a un grupo de investigación “especial “, igual que nosotros –dijo Helen.
• ¿Cual? –inquirió interesada la teniente en el caso mencionado, adelantándose sin duda al Capitán, que, por su gesto, iba más o menos a hacer la misma pregunta.
• El de los asesinatos rituales de Oviedo, él fue quien les indico en que dirección mirar –me señalo con un gesto de cabeza Serena.
• Está bien, bueno pues ya que todos somos aquí de confianza, Miguel, que tiene que decirnos sobre esto... –inquirió Helen.
• Pues que, si esto lo ha realizado una Kunoichi, y es muy posible que así haya sido tras ver las fotos, el uso de la espada en las muertes es un mensaje en sí mismo. Estos tres estaban en perfecta forma física, y por sus tatuajes creo que procedían de las fuerzas especiales bielorrusas, que desde luego no son hermanitas de la caridad precisamente.
• ¿Son buenas? –pregunto Selena.
• Excepcionalmente duras y rigurosas en su preparación, no tienen fama, pero son de lo mejorcito del mundo –intervino Helen.
• No sé qué harían aquí estos tres, pero alguien se molestó en tener a su lado a los mejores, y por lo que se ha visto, han molestado a quien no debían.
• ¿Parara aquí? –pregunto el Capitán
• Si fuesen inteligentes, tras este mensaje se replegarían y abandonarían lo que sea que estén haciendo, o al menos se detendrían en seco hasta ver donde se han metido que no debían. Pero lo dudo mucho, no se tiene a gente de este nivel para irte a la menor inconveniencia, además, al ser occidentales y por si fuese poco no de las razas, dudo que entiendan del todo el mensaje enviado... Creo que continuaran, y además probablemente traten de ajustar cuentas con quien fuese que mandase a esa mujer... por supuesto, también con ella misma.
• Y eso de que no entenderán el mensaje, ¿por qué? –preguntó Helen.
• Pues porque en oriente, especialmente en Japón, el uso de la espada sería un mensaje en sí mismo de hasta qué punto alguien está molesto con ellos. Si fuese un ajuste de cuentas normal o un mensaje “sin importancia “, esa mujer habría usado una automática de nueve milímetros con silenciador, un disparo a cada uno en la frente y punto. Además de pertenecer a las Razas, no habrían llegado a este extremo.
• Es decir, que esto va a ir a más –subrayo la teniente, ante lo que simplemente asentí con la cabeza.
• En cuanto a usted, le pondremos protección... solo por si acaso... –me explico el Capitán al ver mi intención de protestar.
• Ni se molesten Capitán, el Sr. De Urquiza es más que capaz de cuidarse el solo –objeto la Inspectora Helen-.
• Esos tres pensaban matar al Sr. De Urquiza, son miembros de una banda tras la que llevamos ya tres años, y como el mismo ha señalado, dudo mucho que sus “amigos “se olviden de el tras la muerte de esos tres –replicó el Capitán-. La protección le va a ser muy necesaria si quiere seguir vivo. En cada golpe siempre ocupan una casa aislada matando al ocupante, que suele ser alguien a quien nadie echara de menos en un periodo de tiempo relativamente amplio, de al menos veinte a treinta días. Por lo que sabemos son un grupo bastante amplio, los buscan en más de dieciséis países por una treintena de delitos, entre los que se encuentran casi sesenta asesinatos... Se libró de milagro Sr. De Urquiza...
• Capitán, si esa mujer no hubiese matado a esos tres, le garantizo que del mismo modo seguirían muertos. Estoy plenamente convencida de que a Miguel no le hubiese llevado más de treinta segundos eliminarles... puede que menos tiempo incluso. Creo que en esta ocasión la banda ha pinchado en hueso y en varios frentes, además –replicó Helen.
Ese fue el fin de la conversación, Serena nos retiró a todos de allí indicándonos que mejor fuésemos a descansar, para mi habían alquilado también una habitación de hotel justo contigua a la suya, o más bien, justo entre la suya y la de Helen, además frente a la mía estaba la de Coral y un poco a su derecha la de Tony, algo que no averigüe hasta que no llegamos. Sinceramente, la poco sutil advertencia que hizo Helen al resto del grupo sobre mí me preocupó. Era obvio que ella sí que no se tragaría en ningún momento mi fachada de hermanita de la caridad, pero de ahí a hacer pública la advertencia de que nadie me subestimase... me resulto cuanto menos raro, preocupantemente raro. Carol y Tony no tardaron ni veinte minutos en aparecer en la habitación, preguntante en primer lugar, por lo que Helen había insinuado, y en segundo, por la famosa mujer de negro...
Mi contestación a la primera pregunta fue obvia, que no sabía a qué se podía estar refiriendo con ello, que evidentemente si me hubiesen pillado preparado el matarme les podía haber resultado difícil, algo que ellos dos ya sabían, pero que por sorpresa como planeaban... y ahí lo dejé colgando, pasando al siguiente asunto, aunque vi claramente que ninguno de los dos me creyó. Reconocí a Coral y a Tony que aquello no me terminaba de sonar nada bien, primero porque la muerte con la espada tendría sentido dentro de un territorio muy específico, concretamente Oriente, Corea, China, Taiwán, incluso Vietnam, y evidentemente, el Japón, ya fuese como advertencia o como amenaza de lo más serio que se podía dar. Sin embargo, en esta situación, en Europa, con mercenarios humanos altamente entrenados, con una banda internacional de lo más problemática, hubiese sido más eficaz un disparo a cada uno en el centro de la frente o en el entrecejo, eso sí habría mandado un serio aviso a quien fuese, y no lo que habían hecho. Aunque pensé para mí que, si se confirmaban mis sospechas sobre esa mujer, era un error de bulto muy extraño para tratarse de quien pensaba que estaba tras esas muertes.
Además, les dije que lo pensasen fríamente por lo poco que sabíamos. Sorprender a tres exmiembros de fuerzas especiales cuando están preparados para tender una emboscada, con las armas en las manos y además no darles ni tiempo a disparar una sola vez... había algo que no me terminaba de encajar. La única explicación viable es que cuando fueron atacados con la espada los tres estuviesen incapacitados, pero por sus posiciones al caer, por las pruebas del escenario, por la forma que las salpicaduras de sangre habían dejado, era evidente que esos tres estaban de pie y en movimiento, posiblemente para cubrirse del ataque, pero no hicieron ni un solo disparo... Añadí además que todos estaban dando por sentado que la mujer que vi era de rasgos Orientales, y sinceramente, entre la forma de la capucha y por cómo le cubría el pañuelo, velo o lo que fuese que le tapaba la parte inferior del rostro, me fue imposible determinar nada de su rostro más allá de que por su fisonomía era mujer.
En mi mente seguía viendo perfectamente la escena con que me encontré cuando abrí la puerta y avance por el pequeño pasillo, también podía ver lo que las fotos me mostraban que había pasado o que parecía que hubiese ocurrido, y no encajaba. Tan solo se había empleado la espada, de haber sido una Kunoichi como sospechaba inicialmente, habría tenido que usar algún tipo de sustancia o gas que provocase que esos tres hombres perdiesen su autocontrol en buena parte, facilitándole a ella las cosas. Sin embargo, tenía la sospecha que las autopsias no dirían nada de nada sobre elementos extraños en sus organismos, pese a todo confiaba en que cuando llegaran, me trajeran también algún tipo de pista, aunque ya tenía mis sospechas, especialmente por el uso de la espada sin darles tiempo a nada, y no me gustaban en absoluto. Si lo que barruntaba se confirmaba, el asunto podía ser excepcionalmente problemático...
Me desperté temprano, sobre las siete de la mañana, fue abrir los ojos y fijarme en el balcón de la habitación para saber exactamente el porqué. Me levante tranquilamente para prepararme un café, por fortuna para mis vacaciones me había llevado mi máquina de café de capsulas, junto con la leche, azúcar, etc... Prepare dos tazas, depositándolas en una bandeja con la leche y los sobrecitos de azúcar. Tomé asiento en la mesa, con mi espalda pegada a la pared, y mientras me servia en mi taza, me dirigí a quien había entrado en mi habitación, despertándome...
• ¿Un Té? ¿quizá Café solo, con leche? ¿Azúcar? –pregunte mirando fijamente hacia una esquina de la habitación.
• ¿Como ha sabido que estaba aquí? –pregunto una mujer apareciendo como de la nada, agachada en cuclillas en la esquina hacia la que pregunte.
• Salvia –respondí sonriendo.
• ¿Salvia?
• Si, unte un poco de una crema hecha con salvia entre las dos puertas correderas del balcón, al abrirla permitiste que junto con el aroma floral de los jardines su leve aroma se extendiese por el cuarto...
• ¿Me esperaba?
• Bueno, si mis sospechas sobre quien mato a los tres asesinos que estaban esperándome eran ciertas, sabía que antes o después también vendrías a por mí, un testigo molesto.
• Veo que no me tienes miedo, lo que ya me demuestra que o no eres muy inteligente que digamos, o que no tienes ni idea de quién o que soy... –sonrió.
• Una Kunoichi del Clan Isuzuku, de los Mrtyu-Mara... o Shiniga... –se levantó rápidamente, sacando su espada y dirigiéndose a toda velocidad hacia mí.
• ¿Quién eres que sabes tanto? –en menos de dos segundos el filo de su espada estaba sobre mi cuello, haciéndome callar.
• Con eso en mi garganta, me es problemático hablar, ¿sabes? –retiré con un dedo el filo apenas unos milímetros, lo suficiente como para permitirme hablar sin abrirme la piel, una leve marca quedo donde estuvo apoyada su hoja...
• Habla...
• Como digo, eres una Mrtyu-Mara, o Sinigami, como prefieras, una de las razas ocultas de la Marca.
• Sabes demasiado... para tu propio bien... -masculló
• Puede que sí, o puede que no. Cuando te vayas tal y como has venido tras tomarte el café o el Té, quiero que mandes un mensaje a “casa “, dile al Shimgan que el Espartano de Kioto quiere hablar con él, y que recuerde que le debe una invitación... –la petición le hizo entrecerrar los ojos.
• ¿Nada más? –preguntó sarcástica, pero con el rostro serio, midiéndome detenidamente- ¿algo más que quieras que transmita en tu nombre?
• Si no quieres morir del modo más desagradable cuando el Gran Shimgan se entere de lo que te he pedido y no has trasmitido, si, desde luego, con eso es más que suficiente para que él sepa quién soy... realmente.
Se quedo mirándome fijamente, mientras que yo por mi parte le sostenía la mirada sin pestañear. Retiro su espada de mi cuello, dando dos pasos hacia atrás, estirando luego su espada con su punta colocada sobre mi cuello. Con ello me dejo muy claro que, si era mentira, volvería y esta vez no tendría una muerte rápida. Tras esto se retiró hasta la terraza del apartamento donde literalmente desapareció en el aire. Ni por un solo instante pensé en la posibilidad de darle mi número o el del hotel, sabía perfectamente que, si el Shimgan accedía a hablar conmigo, algo que ni dudaba, eso no sería ningún problema. Tras asegurarme de su marcha, me senté a tomarme el café, preguntándome que coño estaba pasando para que los Mrtyu-Mara hubiesen mandado gente aquí, cuando el Sur y Centroeuropa era el territorio de los Fénix dentro de la Marca. También tenía claro que desde luego dado lo extraño de la situación, podía asegurar con total certeza que no la habrían mandado a ella sola... Nuevamente volvíamos a tropezarnos con *La Marca, el verdadero brazo armado de la alianza de Razas, el RATTS.
Me quedé pensando en cuando conocí al Shimgan en Kioto. Fue durante el Shogunato Ashikaga, meses después de que el Comendador Errante, Jean Philippe de la Ruen, desapareciese del mundo y de las páginas de la historia. Reformé y salvé a la Orden del Temple, pero tuve que poner tierra de por medio con los reinos europeos de la época, y por entonces el islam tampoco era para mí una opción, por lo que me dirigí a Oriente, acabando en el Japón. Creo que al Shimgan fue al único que no logre engañar ni por un solo instante, aun hoy, no tenía ni idea de cómo fue capaz de atravesar mi disfraz para averiguar que era un Lilim, y además, de ser el primero de los Lilim, Ashur, el fundador, como me conocían los siete miembros de la marca. Durante cinco años, me convertí en su consejero sombra, nunca mejor dicho, mis conocimientos le resultaron de enorme utilidad. Me hizo sonreír recordar lo que le gustaba que le contase cosas de mi paso por el mundo, especialmente de mi época como Espartano, en ese entonces, el Shimgan ya tenía más de 600 años y su sabiduría podría rivalizar con la del mismísimo Salomón. Únicamente tenía una duda, si me haría llamar o bien, vendría él a verme a mí, y dado por lo que sabía, que no había abandonado su fortaleza en Japón durante los últimos doscientos años, la segunda opción sería mala, posiblemente, espectacularmente mala.
Dos días después la investigación del caso quedo exclusivamente en manos de la Brigada, tanto el Capitán Martínez como la teniente Oliveros se despidieron de todos ellos, la banda por lo visto había pegado un nuevo golpe en la zona de Valencia, y fueron ellos los comisionados. Pese a no estar muy conformes con la decisión, ya que según dijeron habrían preferido seguir esa investigación, no por ello dejaron de desearles suerte con, según el Capitán, “marrón “que tenían entre manos. Mientras que Helen, Serena, Coral y Tony trataban de averiguar cuál podría ser el objetivo de este grupo de la banda, a mí me preocupaba muchísimo más que era lo que estaban haciendo aquí los Mrtyu-Mara. Una vez repasado todo lo que las diferentes fuerzas policiales europeas habían reunido sobre las acciones de este grupo, no alcanzaba a ver por ninguna parte donde podrían haberse cruzado sus caminos. Los tres golpes que habían dado en Asia, territorio de los Mrtyu-Mara, dos en Corea y uno en Japón, no pasaban de ser a mi juicio simples robos para conseguir dinero, en cambio había varios otros golpes en los que no tenía nada clara la motivación, como por ejemplo el que acababan de dar en Valencia. Por lo que comento el Capitán Martínez, habían robado en una sucursal bancaria, donde había reventado varias cajas de seguridad de la cámara acorazada. Según todos los datos había sido un fracaso dado que en esos momentos la liquidez en la caja estaba bajo mínimos, al día siguiente era para cuando se había programado la entrada del efectivo necesario para poder funcionar con regularidad. Esa misma noche, el grupo entero nos reunimos en mi habitación, lo cual no creáis que no me judía, para comparar notas.
• Y bien Miguel, ¿qué opinas?, has sacado algo que nos sirva de todos esos informes... –Pregunto la Inspectora Serena.
• Si, y no...
• Explícate... –indico la alemana, cruzando los brazos bajo el pecho.
• Bien, he revisado todo lo que hay sobre esta banda y los golpes que han dado, o que al menos, hay suficientes datos como para saber que han sido ellos. No me convence... –menee la cabeza.
• ¿El que no te convence? –pregunto Coral.
• Los golpes, algunos son evidentes, su objetivo es meridianamente claro, el problema son los otros, los que no lo son tanto, como el de Valencia, o los muertos de la casa que alquilé...
• Que es lo que no nos cuentas sobre ellos Miguel... –afirmo Coral entornando los ojos.
• Vaya, tus poderes cada vez son más fuertes...
• Contesta –indico Tony.
• Aun no puedo, he realizado algunas gestiones, hasta que no tenga resultados sobre ellas no puedo decir nada que... –me detuve en seco.
Estaba apoyado con la espalda en la pared frente a ellos, me reincorpore de inmediato, podía sentir perfectamente un leve cambio a mi alrededor. No lo dude ni un solo instante, deje deslizar lentamente la vitae de mi interior para potenciar mis sentidos. Apenas me llevo unos pocos segundos saber que era lo que me había alertado... los cuatro al ver cómo me había detenido al hablar y reincorporado se levantaron bruscamente llevando sus manos a las armas de forma instintiva. Extendí el brazo hacia ellos levantando la mano en su dirección...
• Quietos los cuatro, dejad esas armas en la funda y sentaos de nuevo. Pase lo que pase quedaos donde estáis y no hagáis nada de nada, absolutamente nada.
• Pero... –interrumpí a Coral.
• Sin peros, quietos los cuatro y en silencio, sin moveros de ahí pase lo que pase, es en serio –tras esto incline mi cabeza llevando mi mano al pecho.
• Maestro, bienvenido a mis habitaciones, estas cuatro personas son de mi entera confianza, yo respondo por ellos... –le hable a la nada.
Repentinamente y haciendo que mis cuatro compañeros dieran un respingo, un hombre mayor, de aspecto enjuto y aspecto bondadoso apareció de la nada ante mí, abriendo los brazos en mi dirección dándonos los dos un fuerte abrazo. Cuando nos separamos sujetándonos por los antebrazos, nos quedamos mirándonos, comprobando nuestro mutuo aspecto... Mis compañeros cuando el anciano se volvió para mirarlos comprobaron que el bondadoso aspecto de su rostro no se correspondía en absoluto con la helada mirada de sus ojos, que parecían despedir esquirlas de hielo...
• Una Licántropo que es una Shattenkrieger del consejo, una súcubo, una maga instintiva y un Likos, curiosa mezcla. Supongo que esta es la famosa Brigada de investigación Especial que acaba de ser asignada a la Interpol en Europa... –indico mirándome el shimgan.
• Así es Maestro, veo que Anunaki ya lo ha comentado...
• Si, por fortuna. Cuando me explico lo que hablasteis y lo que un desconocido Druida sabia, o más bien, no debería de haber sabido, supe en el acto que era tú. Tenía gente por toda Europa tratando de encontrarte sin lograr nada...
• Supongo entonces que lo que ocurrió con esos tres mercenarios era en realidad una “llamada “.
• Así es, estime que interceptando a alguien de esa banda de forma creativa llamaría la atención de tu brigada y de paso les pararía los pies lo suficiente hasta poder hablar contigo. ¿Supongo correctamente que estos cuatro tienen tu más absoluta confianza, ¿no? –señalo hacia mis cuatro compañeros.
Al escuchar eso, tanto Serena como Helen hicieron intención de levantarse, encontrándose tras apenas haberse incorporado un par de centímetros con una espada cada una sobre su cuello aparecidas de la nada. Menos de un segundo después de eso tras una señal del Shimgan, las espadas volvieron a esfumarse y una figura de negro, con capucha y una fina gasa ante la parte baja de su rostro apareció arrodillada en una esquina de la habitación con la cabeza inclinada, una mano sobre la empuñadura de su espada y la otra con el puño apoyado en el suelo en señal de respeto, pero no por eso sin dejar de vigilar como un halcón a mis cuatro compañeros, que ahora estaban casi sin respirar. No dude ni un instante en identificarla como la mujer que vi con los tres muertos y a la que posteriormente pedí que transmitiese mi mensaje. El Shimgan la señalo...
• Ella fue quien dio contigo...
• Y supongo que lo de esos tres no fue una casualidad por su parte...
• Digamos que fue una afortunada coincidencia, alguien de la brigada a la que estabas ligado directo contra esa misma banda. Perfecto para llamar tu atención... Cuando me dio tu mensaje me hizo gracia la casualidad...
• Maestro, que ocurre para que los Mrtyu-Maru hayan entrado en Europa, y para que usted mismo haya venido hasta aquí para verme.
• Todos estos robos de esa banda tienen un objetivo y no es precisamente el hacerse ricos. Son simples mercenarios pagados para hacer un trabajo, no sabemos por quién, pero nos preocupa y mucho –hizo un gesto hacia la un lateral de la habitación, donde apareció otro individuo vestido de negó que me tendió un pergamino.
• ¿Qué es esto? –indague abriéndolo...
• Fíjate bien en la esquina Inferior Izquierda, solo he visto algo así una vez, y fuiste tu quien me lo enseño, es tu sello. También recuerdo perfectamente lo que me explicaste sobre ello... sí lo encuentran...
• Eso es imposible, solo yo sé dónde está y no se lo he dicho jamás a nadie, pero esto no debería de existir, no es mío.
• Después de tener eso en mi mano y comenzar a buscarte sentí que algo muy poderoso ha entrado en este plano, algo que no debería de estar aquí... y que aun continua.
• ¿Está seguro de que aun continua aquí Maestro? –pregunte preocupado.
• Completamente, pero nadie sabe que es...
• Yo sí... –me quede pensativo.
• ¿Azrael? –preguntó Coral mientras tanto ella como Serena como Tony se ponían pálidos ante la sorpresa de Helen...
• ¿Se refiere al Exterminador, al Angel de la Muerte? –me pregunto el Shimgan dando un respingo tras la pregunta de Coral, palideciendo entonces Helen.
• Si, aunque a estas alturas ya debería de haberse marchado... esto no me gusta.
• Sabes que tienes nuestra ayuda para lo que necesites, solo espero que no tengamos que despertarles, sería lo último que querría que ocurriese... su retorno al mundo podría ser terrible –dijo el Shimgan, mientras que mis cuatro compañeros no perdían detalle de la conversación.
• Hablare con Azrael para ver qué pasa...
• ¿Advierto al resto de tu presencia? Anunaki se va a enfadar después de estar ante ti y que no le dijeses que eras tú, lo sabes ¿verdad?, tiene a mucha gente investigándote –sonrió con cierta malicia.
• Perfectamente, diles que actualmente soy Miguel de Urquiza y con quienes estoy.
• Sabes, siempre me ha maravillado esa habilidad tuya para cambiar entre identidades, tanto física como mentalmente... Y ahora amigo mío, debo de regresar, si necesitas algo...
• Maestro, ¿cuántas células de esta banda habéis localizado? –señalé las fotos sobre la mesa de los cadáveres de la casa que alquilé.
• Algunas...
• Hay que ganar tiempo hasta que sepamos qué es lo que ocurre
• Bien, dictare sentencia, nos encargaremos de ellos...
• No, llamaría mucho la atención, lo ideal sería poder detener al máximo posible de ellos parando los golpes... El resto, los que no se pueda de ese modo...
• Me encargare de que tengas la información lo antes posible... del resto nos ocuparemos nosotros...
• Gracias Maestro por confiar en mi...
• Amigo mío, date prisa, el mero hecho de que el Angel de la Muerte este aquí no es nada bueno ya de por sí.
• Lo sé, veré de intentar hablar de nuevo con él...
• Adiós, y no te hagas tan caro de ver... –sonriendo, el anciano desapareció como si nunca hubiese estado allí. Tras él, la mujer de la esquina, tras inclinar la cabeza hacia mi enseñar de saludo también despareció.
Tras esto y cuando me estaba preparando para la más que probable batería de preguntas sobre lo que habíamos hablado el Shimgan y yo, la Inspectora Helen salió por un sitio completamente diferente al que pesaba, además por culpa mía, ya que había dejado el pergamino que me dio el Shimgan encima de la mesa, que termino en sus manos...
• Jean Philippe de la Ruen… -dijo mirando el Pergamino, levantando sus ojos, fijándolos en mí.
• ¿Como dice? ¿Qué tiene que ver ese Templario que ver ahora? –le pregunto Serena recordando lo que esta les contó en su momento, mientras que Coral y Tony la miraban sin entender.
• Digo que este –señalo en la esquina inferior del pergamino con el dedo índice- es el sello del Comendador Errante, le conozco bien del periodo en que le espié, y según ese hombre al que Miguel llamaba Maestro, es su propio sello... Luego entonces, tenemos frente a nosotras a Jean Philippe de la Ruen, por mucho que Miguel y él no se parezcan ni en el blanco de los ojos… De la Ruen era la mente más privilegiada y posiblemente el hombre en la sombra más poderoso de la Orden del Temple antes de su caída, sus conocimientos eran enciclopédicos, tal y como parecen ser los de alguien…
• Pero dijo que no era, que no se parecía en nada... –argullo Coral.
• Y sigo diciéndolo, Miguel no se parece a De la Ruen ni por casualidad, pero por lo que hemos escuchado, tengo muy claro que es el. Y no se bien porque, pero a ese hombre con el que Miguel hablaba, le creo... especialmente ese comentario sobre sus cambios físicos y mentales cuando varia su identidad... –dijo mirándome fijamente.
• ¿Pero tu quien y que cojones eres?, y quiero saberlo ya, sin tonterías... –pregunto muy seria Serena.
Estaba serio mientras los miraba a los cuatro, pensando rápidamente en lo que debía decirles para salir de esta. El Shimgan había hablado demasiado delante de los cuatro, no dejaba de preguntarme el porqué de ello. Que nadie imagine que ni por un momento pensé mal, el Maestro, como se conocía al Shimgan desde hacía siglos, era una de las dos personas más sabias que había conocido a lo largo de toda mi existencia, la otra había sido el Rey Salomón, con eso quiero dejar claro que ni por un momento dude de que su locuacidad tenía un motivo, aunque yo no alcanzase aun a verlo. Como dice un refrán, el Maestro rara vez daba una puntada sin hilo, y en esta ocasión con lo tratado y el venir a verme, esa puntada tenía hilo seguro. Ahora necesitaba algo lo bastante “fuerte “como para que esos cuatro se quedasen relativamente convencidos de que decía la verdad, por supuesto, ni por un solo instante pensé en revelarles que en realidad era Ashur, el maldito, el primer Lilim.
• Soy un Krypteia
• ¿Y eso que quiere decir?, ¿qué es un Krypteia? –pregunto Tony...
• Los Krypteia eran en la ciudad estado de Esparta el equivalente actual a las Fuerzas Especiales –dijo para mi sorpresa la Inspectora Helen.
• ¿Como los Seal o los Delta Force Americanos? –pregunto Coral.
• Peor, los hombres de Esparta eran separados de sus familias a los siete años, en que comenzaban su entrenamiento como Guerreros, y no todos salían vivos de él, mucho morían durante el mismo. Los Krypteia eran elegidos entre los mejores, más inteligentes y por supuesto, más despiadados de todos ellos, apartados y después entrenados hasta el límite. No muchos sobrevivían... pero los que lo hacían eran la Elite de Esparta...
• Vaya. Que sorpresa... –dije.
• Soy licenciada en Historia, y especialista en la Grecia Clásica. ¿Usted sabia algo de esto? –pregunto a la Inspectora Serena.
• Supongo que se refiere a lo que dije cuando lo de la casa que alquilo, que aun no apareciendo esa mujer Miguel se habría encargado de ellos, ¿no?
• Eso mismo...
• Para nada, me ha sorprendido tanto como a los demás que sea un Espartano, más de dos mil años, muy humano desde luego no parece, por muy Druida que vaya a seguir diciendo que es... Sin embargo, lo que sí que no me ha sorprendido es que él sea De la Ruen, lo sospeché en el acto cuando nos contó lo de ese movimiento contra el Vampiro. Después del tiempo que llevamos colaborando con él, tratándose de Miguel ya no creo en las coincidencias, y en ese caso lo que nos conto era excepcionalmente especifico como para no sospechar, pese a su aparente seguridad de que era imposible por no parecerse. Pero aquí no creo que debamos centrarnos en quien o no ha sido a lo largo de su historia de más de dos mil años, sino en que narices es exactamente y mejor aún, porque ese hombre que evidentemente pertenece a la Marca y no precisamente alguien de baja categoría, parece tan amigo de nuestro “compañero “–remachó la inspectora Serena cruzando los brazos bajo el pecho.
• Sin olvidarnos también de que era esa fantasía sobre El Angel de la Muerte... –recalco por su parte la Inspectora Helen.
• Esa parte es real, tanto Coral como yo estuvimos en su presencia, y le aseguro que acojona, si salimos vivos de su presencia fue gracias a Miguel que intercedió por nosotros... –explicó Tony.
• ¿Quién coño eres? –exploto Coral.
• Un Druida, y no –alce las manos-, no, no queráis saber más allá de eso. Si, tengo una muy buena relación con la Marca, y si, ese hombre pertenece a ella, así como del mismo modo conozco a Azrael, el llamado Angel de la Muerte, como en su momento pudieron comprobar en persona Tony y Coral. Podría explicaros más, pero entonces sobreviviríais exclusivamente el tiempo que yo permanezca con vosotros, una vez cambiase nuevamente de vida los cuatro seríais cazados como alimañas... y desde luego es algo que ni quiero, ni pretendo.
• Supongo que ese hombre si sabía quién eres de verdad, ¿no?, y no me refiero únicamente a que procedas de Esparta... –replico Coral.
• Si, y para que seáis consciente de lo que os estáis jugando los cuatro como algo de todo esto salga de estas cuatro paredes, os diré que ese hombre es uno de los dirigentes de la Marca, y no precisamente el menos peligroso de ellos...
• Dado que según creo haber entendido, hace un momento acabas de. “ordenar “a la Marca que elimine a todos los miembros de esa banda que conocen, tu también perteneces a ella, y no precisamente en sus escalones más bajos, ¿o me equivoco? –indago muy seria la Inspectora Helen.
• Del todo, yo no pertenezco a la Marca, pero sí que..., digamos que me deban algunos favores y tengo cierta reputación entre ellos. O puedes quizá preferir usar el termino... aliados, para definirlo de un modo algo más exacto. Y por cierto Helen, e igual para los demás, desde este momento, a vuestros jefes, nada de nada que yo no os diga que podéis informar, va en serio, porque repito, os jugáis el cuello.
• Bien, de todo esto ya hablaremos con calma cuando todo esto termine. De momento lo que está claro es que en un tiempo fuiste el Comendador Errante del Temple, y que por lo que sea esa carta es un problema, miedo me da preguntar que puede ser tan peliagudo como para preocupar de este modo a La Marca... y del otro tema, de esa "entidad", sinceramente, prefiero no saber nada más –dijo la Inspectora Helen estremeciéndose visiblemente.
• El Temple encontró en Jerusalén, bajo el templo de Salomón, algo que quedo bajo su protección, cuando este fue "destruido" me encargue de que siguiese oculto y no cayera en malas manos, como las del Papa o el Rey de Francia. En realidad, la caída del Temple no fue como todo el mundo cree por motivos económicos, sino por ese algo que guardaban y que tanto la iglesia como el Rey codiciaban.
• ¿Que era, el Grial, el Arca de la Alianza, La Lanza del Destino...? –preguntó Coral haciendo referencia a las distintas leyendas sobre el Temple.
• Esas leyendas fueron difundidas por la Orden por expresa orden mía, o más bien, hablando en tercera persona, de Jean Philippe de la Ruen, comendador itinerante de la Orden. Reorganizo la Orden para prevenir su posible caída y que sobreviviese, después puso el objeto en cuestión a buen recaudo antes de que esta pasase a la clandestinidad. Únicamente De la Ruen conocía el paradero exacto del objeto y como acceder a él, sin embargo, según ese manuscrito, existe un... digamos que una especie de elementos que juntos indican el camino a dicho objeto y como recuperarlo...
• Pero has dicho que únicamente De la Ruen, siguiendo tu forma de hablar, sabía dónde estaba ese objeto, y si no entendí mal, ese pergamino no era cosa tuya... –dijo Tony.
• Y no lo es, lo que no quiere decir que no pueda decir la verdad, de hecho, su codificación es correcta, es idéntica a la De la Ruen usaba hasta en sus más nimios detalles, incluidas las trampas en ellas para evitar su posible desencriptación si caía en manos equivocadas... Y señala en una dirección que no me gusta ni medio pelo.
Y en ese mismo momento, hizo acto de presencia en el centro de la habitación quien yo menos esperaba que apareciese, Azrael, el Angel de la Muerte en todo su esplendor, y encima con las Alas medio desplegadas para causar mayor impacto todavía en mis compañeros. Decir que Tony y Coral se incrustaron contra el sofá donde estaban sentados es decir poco, y que a Serena y Helen casi les da un infarto cuando se dieron cuenta de a quien tenían delante, ya no digamos... Su mera presencia ya provocaba terror...
• Amigo mío, tenemos que hablar... –extendió su mano hacia mí, la cual tome con la mía, desapareciendo luego los dos de allí.
Me di cuenta que Azrael había mirado a su alrededor con cierta curiosidad, luego sus ojos se clavaron en mi interrogante antes de desparecer los dos. Lo que hablase o no hablase con Azrael evidentemente no voy a explicarlo, del mismo modo que cuando una hora después regrese del mismo modo que me marche, tampoco se lo quise explicar a mis compañeros, los cuales, por cierto, sabiamente tras mi primer no, no os conviene, decidieron que era mejor no saber nada y no meterse en según que cosas viendo quien estaba de por medio. Lo único que les dije, es que Azrael abandonaba este plano, pero que me había comentado su preocupación por el objeto del que estábamos hablando cuando nos interrumpió... Ni decir tiene, que, con ello, si antes los cuatro ya pensaban que era algo serio, tras esto no creo ni que haga falta explicar lo que opinaban. Pero de lo que si me olvide es que lo que les explique en su momento a Coral y Tony de la vez que estuvieron ante Azrael...
• ¿Y esta vez que nos pasara? -pregunto Tony
• ¿Perdona? -pregunte sin entender a que se refería, distraído pensando en todo esto.
• Me refiero a Azrael, la vez anterior según nos dijiste tanto Coral como yo sufrimos... ciertos cambios...
• ¿De qué va eso de cambios? -preguntó alarmada la Inspectora Helen.
• Según Miguel, cuando se está en presencia de alguien tan poderoso como es este caso, no se sale indemne. Por ejemplo, por lo visto ahora mismo, o por lo menos, antes de esta "visita", Tony era inmune a ti, pese a ser una Omega...
• Eso es imposible -rebatió volviéndose de inmediato hacia Tony.
• Inténtelo... -replico Tony viendo como la inspectora se concentraba en él.
• No puedo, es cierto, no funciona... -se asombró Helen.
• Hasta este instante Tony era influenciable nada más, ahora mismo, incluso eso ha desaparecido, es absolutamente inmune a los dictados de cualquier Alfa, sin embargo, sigue siendo influenciable ante una Omega -repliqué.
• ¿Y los demás? -pregunto Serena.
• No lo sé seguro, pero por lo que veo en Tony y Coral, supongo que ahora usted será difícilmente controlable por ningún súcubo del sexo contrario y ella -señale a Helen-, muy probablemente, sea inmune a la Plata hasta cierto punto.
• Joder... a ver... -Helen se acercó a coral, arrancándole la cruz de plata que esta llevaba al cuello y haciéndose un corte con ella en la palma de la mano.
• Arhgggggggg... que dolor... -apretó los dientes Helen, tras hacerse la herida en la mano.
• Pero mire que es bestia, he dicho inmune hasta cierto punto, pero eso no significa que no sea doloroso o que no la pueda matar. Usted con una bala de Plata en el pecho estaría muerta en poco tiempo por el veneno del argentium, ese proyectil la envenenaría lentamente, sin embargo, ahora mismo sería igual de dolorosa que siempre, pero no tan letal, tardaría mucho en morir, lo suficiente como para poder extraerse la bala sin mayores daños que esos. Y antes de que nadie se alegre, tengan claro que todo esto tiene un precio...
• ¿Como dices? -pregunto Coral...
• El toque del Angel de la Muerte es especial y con vosotros cuatro lo ha hecho con su mera presencia. Pero ese toque, también otorga algo más, y ahora mismo, los cuatro estáis señalados por Azrael, portáis su marca... En el mundo oculto, eso es comprometido cuanto menos... y antes de que alguien lo pregunte, no, no se puede hacer absolutamente nada, eso está fuera de toda capacidad... por lo menos hasta el día del Juicio Final, claro.
• Por oculto te refieres a las Razas, ¿no? -pregunto la inspectora Serena.
• No, por oculto me refiero a lo esotérico, y esa marca no es baladí para ningún ente por poderoso que sea...
• No le veo la gracia Miguel, como broma es muy pesada -protesto Coral...
• ¿Y quién está de broma?, yo desde luego no... Vosotros continuidad como hasta ahora, no cambiéis de rutina y tratad de ir con mucho cuidado con lo que decís a nadie. De momento lo mejor es que cada uno se marche a dormir a su habitación y descansar todo lo posible, porque en cuanto me entreguen los datos que he pedido, vais a tener muchísimo trabajo los cuatro...
• ¿Y tú? -pregunto la inspectora Helen.
• Yo igual, pero con la diferencia de que nos soy más que un mero asesor, sin embargo, vosotros en cuanto la información sobre los distintos grupos de esa banda este en nuestro poder, como agentes responsables del "descubrimientos", vais a tener unos días de lo más "divertidos".
Por difícil que me resultase de creer, se marcharon los cuatro a sus habitaciones. Supongo que tenían muchas cosas en que pensar en esos momentos. Tras salir el último de ellos saque de un armario ropa de cama de respuesta que había en la habitación, dejándola sobre el sofá. Después en voz alta indique la conveniencia de que aprovechase el sofá durante unas horas para descansar. Nuevamente volvió a hacer acto de presencia la Kunoichi, en el mismo rincón en que estaba cuando el Maestro y con la misma postura, son sus ojos clavados en mi como los de un halcón. Por mi parte he de decir que había sido plenamente consciente de su presencia en todo momento, me resultaba de lo más obvio que el Maestro iba a dejar tras de sí algún tipo de enlace conmigo, además, el gesto de curiosidad de Azrael junto con su mirada me termino por señalar lo que ocurría, pese a que no me dijo nada sobre la presencia oculta de la mujer.
Los Mrtyu-Mara o Sinigami, son parte de las siete razas ocultas de la Marca. En otro tiempo se decía que hacían magia, hoy con los avances de la ciencia se podría decir que tienen la habilidad de transitar entre los planos junto con los objetos que portan, controlan el paso de la materia entre uno y otro, de hecho, podrían estar en otro plano y traer a este únicamente la hoja de su espada acuchillando a cualquiera que estuviese a su alcance, de ellos procedía gran parte de la leyenda más fantástica sobre los Ninja. El tiempo en que un Mrtyu-Mara es capaz de permanecer en diferente plano depende de cada uno, de su poder, conocimientos, fuerza, entrenamiento y voluntad. Los Mrtyu-Mara muchas veces son confundidos con Shinigamis, sobrenombre que también adoptan cuando les conviene a sus propósitos. Cuando me levanté al día siguiente la Kunoichi ya no estaba en mi habitación, no sentí su presencia...
Dos días después al anochecer, la misma Kunoichi me paso un pendrive con los datos necesarios sobre al menos cinco nuevas operaciones de la Banda. En los cinco días siguientes las cinco operaciones fueron desmanteladas cuando pretendían realizar los asaltos, miembros de las fuerzas especiales de la policía de los diferentes países donde se iban a producir estuvieron esperándoles en el interior de sus objetivos. En total se produjeron cuatro muertos al intentar enfrentarse a la policía y al menos una treintena de detenidos. Por su parte que tuviésemos cierta constancia, la Marca dio cuenta de al menos otra veintena más de miembros, dejándolos prácticamente desarticulados, obtenido información precisa sobre seis miembros más que fueron puestos en busca y captura por Interpol.
EPILOGO
Mientras que yo aproveche para tratar de disfrutar de al menos unos pocos días de mis vacaciones antes de volver al trabajo, los cuatro miembros de la Brigada fueron de inmediato requeridos a costa de las detenciones de los miembros de la banda, ya que fueron ellos quienes dieron con la pista necesaria para "desarticularles". Si bien con el asunto de la Marca estuvieron de lo más insistentes, en cambio sobre Azrael, ni uno solo de ellos volvió a preguntarme tras la aparición del mismo ante ellos.
Sinceramente confiaba que, tras estas detenciones y la implicación de la Marca en la limpieza de la banda, por alguno de los dos sitios surgiera alguna pista sobre quien estaba detrás de los contratos, cada vez más claros, que habían hecho a la banda para varios de los robos que estos perpetraron...
Tras estos cortos días de descanso, volví a mi casa con nuevos bríos y más ganas aun de pillar por banda a mis vecinitas, también porque no decirlo, de tocar las narices un poco a los dos imbéciles que tenía por vecinos.
CONTINUARA
- La Marca – La Marca fue en su creación el brazo armado de la Alianza de Razas, el RATTS, estaba controlado por los Señores de la Marca, siete de los miembros más respetados de la alianza y miembros de las más poderosas de ellas. Cada uno de ellos portaba el sello del Dios-Hombre Asur, señor de Asiria y su fundador.
*Shinigami - (死神 Dios de la muerte) Son los dioses que invitan a los seres humanos hacia la muerte, o inducen sentimientos de querer morir en los seres humanos, tal como se aplica a los conceptos de religión japonesa, clásicos, religión popular o la cultura popular.