Lilim - 3. Coral
La vida de Miguel de Urquiza comienza a complicarse por culpa de su amiga Coral y una serie de hecho delictivos en los que está trabajando, que le obligan a tomar una difícil decisión para su forma acostumbrada de actuar
3 – LILIM
-Coral-
El inclusión de Coral tan repentinamente de nuevo en mi círculo cercano junto a una Yolanda que en realidad estaba a más de 300km, era un problema. Obligatoriamente me toco salir de ven en cuando con ella sola o con amigos y amigas suyas algún fin de semana que otro. El problema que veía es que Coral era policía, además de vocación, porque era lo que siempre le había gustado, y cuando se empezaba a liar alguna, para allá que iba Coral, arrastrando en cierta forma a todo el que estuviese con ella detrás. Sin embargo, cuando yo iba solo escapaba de los conflictos como de la peste, con alcohol de por medio, las peleas son muy problemáticas, te puedes esperar cualquier cosa. Mi problema residía, aun reside, en que mi cuerpo y mi mente estiman como mi estado de forma física y mental más óptimo el del tiempo que pase en Esparta. Y en esa época, no era un simple Hoplita, era un Krypteia y además de reaccionar tremendamente mal a las sorpresas, para estos su honor era vencer, a ser posible derramando la sangre del enemigo...
Otro factor para que no me gustase la cercanía de Coral, era la confianza. Creo que pocas veces habré estado tan de acuerdo como con ese que dice que… “la confianza da asco”. Tener un ordenador en casa para poder visitar la parte oscura de internet, o bien crearte tus propios programillas de Hack, incluye también el camuflar todo lo que hagas entre multitud de otras cosas, y a mí me dio por la botánica. En un ciclo o dos de mi vida, fui un Druida, sus conocimientos del mundo vegetal eran enormes de verdad, y con todo lo que internet hoy en día pone al alcance de la mano decidí aprovechar para actualizar mis conocimientos sobre tales cuestiones. Quería saber cuáles seguían, cuales se habían extinguido, que otras de similares características existían, etc., etc., etc…
Al primer vistazo al portátil en un descuido que tuve, Coral dio con mi “afición”, y su primera reacción fue partirse de la risa, más o menos me dijo que… “además de friki de la informática, un friki de las plantas, tío… es que no te pierdes una”… A eso y para seguir con el despiste, en el balcón de mi casa tenía una buena colección de diversas plantas, al igual que una de las alacenas de la cocina llena de botes con diversas especies compradas en herbolarios, algunas de ellas por cierto, nada agradables para según cuál de las razas. Digamos que ya que tenía que mostrar públicamente mi hobby, iba a aprovecharlo en todo lo posible. Lo que quiera que fuese de todo esto que tanto había hecho sonreír a Coral, debía de ser la mar de gracioso, porque su compañero me lo soltó en plan guasa el primer día que nos vimos tras el “cotilleo”. Y ese era otro problema, Tony.
Lo que Tony, el Lykos y compañero de Coral olía o sentía de extraño en mí, no me era nada difícil de entender. Los Lykos, del mismo modo que los Licántropos, no se solían llevar nada bien con los “noctámbulos”, que eran como muchas veces llamaban a los vampiros y ambas razas tenían una especial empatía a la hora de detectarlos en sus proximidades. En mi caso, es muy posible que su instinto notase al hijo de la noche que portaba en mi interior gracias a los dones de mi madre, pero sin duda alguna, mi habitual forma de moverme de día a pleno sol como un humano cualquiera sumado a su reciente descubrimiento de mi afición por la botánica, lo tenían completamente fuera de juego, pues ni el Clan Vampírico más resistente era capaz de algo semejante sin quedar incinerados o al menos con quemaduras gravísimas, problemas de lo más evidentes que yo no tenía, ni estarían perdiendo el tiempo con una afición tan “estúpida” para un inmortal de la noche, como la mía. Los Vampiros por lo general, con las evidentes excepciones de todo cualquier pueblo, preferían buscarse aficiones mucho más útiles que la simple botánica, para ellos o para su clan.
El siguiente problema con Coral, fue mi trabajo, y digo esto, porque no creo que a mucha de la gente que trabajaba conmigo le hiciese mucha gracia la presencia de vez en cuando de una policía de la brigada de investigación olfateando por las oficinas, como más de uno me había comentado ya en plan “colegas”. El día que mi propia jefa me sugirió lo inconveniente que eran sus visitas, con mi mejor sonrisa le dije que no se preocupase, que se lo explicaría para que no volviese a ir a buscarme… Lo malo es que le día que me lo dejo caer, no estaba para nada de buen humor con ella, ya que me había comido una bronca que no me correspondía, de forma que en vez del consabido “si bwana”, le contesté con toda la malicia que fui capaz…
- Me alegro que entienda usted lo que quería decirle… -sonrió la Sra. Helena, toda dulzura en su expresión de “te jodes”.
- Sin el menor problema, cuando vuelva a verla se lo explicaré, estoy seguro que lo entenderá…
- ¿Qué va usted a explicarle?, simplemente con decirla que no lo ve conveniente, arreglado… -me miró muy seria.
- Pero es que eso no es cierto, aquí vienen amigos, amigas, esposos, esposas, e incluso los amantes de más de uno o de dos, y mi queridísima amiga Coral lo sabe. Le explicare la verdad, que no quieren ustedes a una policía de la brigada centrar de investigación cerca de sus oficinas… -casi me reí al verla saltar de su silla como si tuviese un muelle en el culo.
- ¡¡Ehhh, oiga, que no es por eso!!... –no la deje seguir, aproveche que paraba para tomar aire y metí baza.
- ¡¡Ohhh, entiendo!! Perdone Sra. Helena, lo mal interprete, quiere decir que desde este momento no pueden volver a venir a esperar a la salida a ningún trabajador de esta empresa, ¿no es eso? –puse mi mejor cara de idiota.
- Si, era eso, pero ahora creo que sería una mala idea, que podría mal interpretarse y complicar más las cosas. Gracias por hacérmelo ver Miguel, ahora por favor, vuelva a su puesto…
- Claro, Sra. Helena, ahora mismo… -deje que mis labios mostrasen una media sonrisa irónica que fue perfectamente captada por mi jefa y que la hizo apretar los labios con furia…
El hecho en sí, es que a esas alturas la empresa ya tenía poco que ofrecerme a nivel de aprendizaje, pero sin embargo, sí que aún tenía mucha importancia para mí a nivel de “cobertura”. Tanto sus servidores como su red de fibra me eran muy necesarios para poder seguir con la siguiente fase de mi aprendizaje, y el poder mantener a los demás a una leve distancia gracias a la cercanía de Coral, me vino realmente bien, era más cómodo controlar a una sola persona amistosa acercándose excesivamente a mí, que no a una veintena de ellas, y que encima pudiesen terminar en alguna disputa de algún tipo… Sin embargo, como ya habréis podido descifrar de esta introducción, lo de “controlar” a Coral, era muchísimo más simple decirlo que hacerlo.
Los problemas comenzaron unos dos meses después de todo esto. Hasta ese instante, Coral estuvo de lo más “divertida” y “servicial”, incluso me “soplo” la muerte del mafioso que me tuvo en el punto de mira, junto con la de casi una decena de sus hombres en su ciudad Rusa de origen por un asesino desconocido. Según me explico, sospechaban de que alguno de sus rivales contrato a un profesional para quitarlo de en medio aprovechando su momentánea debilidad tras la pérdida en España de varios de sus hombres más importantes. Un día Coral llego a mi casa con su compañero, venia la mar de entusiasmada, pues según explico, les habían metido a ambos en un caso confidencial que estaban llevando algunos de los mejores investigadores de la brigada. De la noche a la mañana, Coral comenzó a mostrarse taciturna, pensativa y nada propensa a reírse o generar la misma “alegría” que antes.
Esto en el trabajo me vino bien, pues pese a la enganchada que tuve con la jefa, la repentina desaparición de Coral en ir a buscarme, lo tomo como que había hecho caso a su advertencia. Tras esas semanas, una noche, un sábado concretamente, justo cuando me disponía a salir para tomar un traguito de sangre de alguna voluntaria aprovechando que no tenía planes con ella, me la encontré de bruces según abrí para salir. Su estado era realmente lamentable, era visible la falta de descanso en su cara, su cuerpo presentaba síntomas de fatiga extrema y anímicamente no parecía estar mucho mejor. No me quedo otra que cancelar mis planes para quedarme con ella como “amigo” que era Miguel de Urquiza, pues otro comportamiento hubiese sido extraño en mi personalidad de esos instantes. Aproveche mis conocimientos sobre plantas para prepararle una infusión que la tumbase de forma inmediata y que a la vez la ayudase a regenerar su sangre con rapidez. Viendo como estaba, pensé en emplear un pequeño y sucio truco con ella, que no era otro que el tomar un poco de su sangre en cuanto se durmiese. El hacer esto suponía forzar a su cuerpo a reponerla, y quisiese ella o no, fuese oportuno su estado de ánimo o no, eso le dejaría con un hambre voraz, forzándola a comer en cuanto oliese lo más mínimo que le preparase antes de llamarla por la mañana. La pequeña cantidad de sangre que tome de Coral una vez se durmió, hizo que pegase un salto hacia atrás nada más “catarla” por no esperarme aquello, la sangre de Coral, era sangre de “Mago”.
Aunque alguien piense que es idéntica a la de cualquier otro humano, esto no es cierto, la vitae de un mago es muy poderosa, para un vampiro puede ser el mayor afrodisiaco, o la peor droga, según se mire. No existe forma de saber cómo de poderoso es un mago simplemente bebiendo su sangre, sin embargo, en mi caso debido a mi deambular por el mundo, si que era capaz de sacar ciertas conclusiones. La primera es que hasta ese momento el poder de Coral había permanecido latente pero sin “activarse”, y que hacía muy poco, que algo le había hecho surgir desde lo más profundo de su Psique. La segunda cosa que deduje basándome en mi experiencia, es que algo muy, pero que muy mala debía de haberle pasado para activar su poder de ese modo, el Shock debía de haber sido brutal. Su sangre estaba excesivamente cargada, digamos que si la magia fuese algún tipo de encima, su sangre estaría sobresaturada de ellas… más de las que sería aconsejable si no quería colapsar su cuerpo… Por fortuna para ella conocía un método que podía usar para ayudarle a pasar el trago, le prepare una infusión extremadamente cargada de cuanta planta de mal sabor encontré en mi “herbolario”, a la que añadí unas pocas gotas de mi sangre “santificada”, sabía que con eso sería suficiente para mantener su poder a raya, dejándolo contenido y controlado. El caso es que todo esto estaba genial, pero yo seguía con mis reservas de Vitae peligrosamente bajas…
Esa noche descansó bien, fue el sábado por la mañana cuando medio me empecé a dar cuenta de que podía encontrarme en medio de un serio problema, dados los síntomas que estaba captando. Al despertarse le pregunte por cómo había llegado, al decirme que en su coche, le ofrecí la opción me meterlo al parking del edificio y ocupar mi plaza, la cual había preferido no alquilar, tan solo por si en algún momento tuviese la necesidad de comprar o alquilar algún vehículo, pero se negó. Durante la mañana, y mientras veíamos no se ni que insulso programa en la tele en completo silencio, a Coral le sonó como cuatro veces el teléfono, sin que hiciese el menor intento de cogerlo. En la tercera llamada, por casualidad acababa de levantarme para ir a por algo de picar, por lo que pude ver que en la pantalla aparecía el nombre de “Tony”. Con la mejor intención le dije quién era y le pregunte si no lo iba a coger. Como respuesta me soltó un escueto no, aunque capte dos cosas, primero vi en ella un estremecimiento, y segundo, mis agudizados sentidos detectaron un violento aumento de los latidos de su corazón. Además, al morderse levemente el labio y hacerse sangre, mi olfato fue capaz de detectar levemente varios compuestos bastante acusados en su sangre, entre ellos la adrenalina, lo que suponía que su sangre fuese saturada de ella ya que de otro modo no hubiese podido “olfatearla”… Fue tras comer, mientras jugueteaba con la cuchara en el postre cuando Coral se decidió a hablar…
- Gracias por no preguntarme nada… -dijo sin mirarme.
- No hay de que, he supuesto que si querías decirme algo lo harías cuando te sintieses con ganas de ello.
- Oye Miguel, ¿tú crees en los monstruos? –me preguntó, nuevamente mientras miraba como jugaba con su postre.
- Parece mentira que esa pregunta me la hagas precisamente tú, que por tu trabajo tienes que tratar con lo peor que ha dado el ser humano… Ahora sí que te pregunto, esto es por alguien al que estáis tratando de capturar, ¿no? –dije, sabiendo de sobra porque venía la pregunta, como suelen decir, Blanco y en botella, es leche.
- Sí, estamos persiguiendo a su psicópata que ha matado ya a varias personas, pero no, no era por eso por lo que te preguntaba. Me refería a los típicos… ya sabes, hombres lobo y esas cosas… -vi cómo me miraba y repentinamente, nada más soltarlo se ponía tensa como la cuerda de una guitarra.
- Bueno, creo que en general las leyendas tienen siempre un pequeño trasfondo de verdad. Supongo que eso es un poco como lo de los extraterrestres, si es en base a cálculos estadísticos, bueno… con el número de planetas medio por estrella, el número de estas en una galaxia y la cantidad ya descubierta de estas, es evidente que si, que en algún lugar, ahí afuera, existe algún modo de vida. Sin embargo, en ambos casos, la falta de pruebas decide, hasta el momento de dar con alguna… solo son especulaciones o fantasías… como mejor te cuadre –le sonreí, viendo en sus labios una sonrisa forzada que desde luego no acompañaba para nada a sus ojos.
- Si claro, supongo que tienes algo de razón, las leyendas han tenido que tener algún tipo de referencia real.
Tras esto cambio radicalmente de tema, estuvimos más de tres o cuatro horas hablando, durante las cuales, el teléfono le sonó como media docena más de veces, sin que Coral hiciese la menor intención de cogerlo para contestar o tan solo para mirar si era importante. Estaba muy claro que sabía perfectamente de quien eran esas llamadas, porque cada vez que sonaba una, ella se estremecía y su ritmo sanguíneo se disparaba. Su pregunta más sus reacciones me indicaban que muy probablemente se debía de haber dado de bruces con la realidad de su compañero, de que era un Lykos, ahora estaba tratando de digerirlo y decidir cómo debía de lidiar con ello, con algo así, que se escapaba de cualquier pensamiento racional sobre el asunto. Lo peor de todo, es que todo esto parecía haber despertado, o cuanto menos, dejado en un estado latente muy superficial los poderes mágicos de Coral, que podían complicar muchísimo las cosas. Todo esto era un serio problema, me tocaba de cerca, de hecho, estaba muchísimo más cerca de lo que me haría sentir como simplemente “incomodo” , al extremo de tener que reconocer, de que muy probablemente de haber sido dos simples yonkies, delincuentes o “personas normales”, les habría eliminado a los dos y hecho desaparecer sus cadáveres. Por suerte para ellos, eran policías, se relacionaban conmigo, y si desaparecían, me traerían muchísimos más problemas que el tener que ver cómo lidiar con todo esto.
El lunes al salir para ir a trabajar, nos encontramos en la puerta del portal de mi casa, a Tony, aparcado en doble fila esperando a Coral, para ir los dos juntos a trabajar, como según supe luego, llevaban haciendo desde que los pusiesen juntos. Coral se negó, aduciendo que había quedado en acercarme a mi primero al trabajo y a que no quería dejar su coche allí. Tras decir eso me miro de reojo, mirándome muy seria y advirtiéndome de ese modo que no dijese nada, que ni abriese la boca, cosa que evidentemente hice, esperando para montarme hasta el momento en que me ladro una orden en tono seco para que lo hiciese de una vez. Aproveche el camino al trabajo para preguntarle a Coral si esa noche también se pensaba quedar en mi casa, me miro con expresión fría, preguntándome de inmediato “si molestaba”, a lo que aduje que no, pero que iba a salir tarde de trabajar y luego tenía que hacer un par de recados. En resumidas cuentas, que termine dejándole un segundo juego de llaves que tenía para que pudiese entrar y salir libremente sin depender de mí.
Que nadie se piense que eso fue algo gratuito o poco meditado, que no, considere que era la mejor forma de quitármela de encima y que no fuese a buscarme al trabajo, especialmente ese lunes. El tener a un Lykos y una maga potencial pegados al culo, no me hacía gracia, pero mucho menos, tratar con ellos con mi reserva de Vitae tan peligrosamente baja como la tenía. Ese lunes pensaba reponerla, empecé a mirar a mis compañeras detenidamente, a observar si alguna de ellas podría ser una buena presa para esta situación de urgencia. Sin embargo, precisamente ese puñetero lunes, por unas causas u otras, no encontré ninguna a quien poder follarme cómodamente y tomar su sangre mientras se corría por las patas abajo. Se me jodieron las opciones con ellas casi desde que entre, porque tuve a la Sra. Helena prácticamente subida sobre mi chepa. Dos meses antes había colaborado con la finalización de un proyecto muy importante para crear y desarrollar un nuevo motor gráfico para una empresa de videojuegos en colaboración con sus programadores. Justo en la entrega encontramos un bug en la programación, fallo que mis dos queridísimas compañeras Luna y Raquel, junto conmigo, nos apresuramos a parchear, dejándolo arreglado.
Según parecía por lo que la Sra. Helena explicó, en las Betas del juego para el que querían el motor, habían surgido un par de problemas en los códigos creados por sus programadores, pero visto lo eficaz de nuestro parche, habían decidido que seriamos nosotros quienes deberíamos de arreglarlo, y tenerlo listo “para el mes anterior”. De modo que teníamos que verificar los problemas, parchearlos, que quedasen perfectamente integrados sin perjudicar nada más a su alrededor, y a esas alturas, ya tendríamos que haber acabado con ello porque la empresa en cuestión estaba retrasándose en sus plazos de presentación del juego. Pensé en aprovechar la ocasión cuando saliésemos a cenar, obviamente no con mis compañeras, pues por lo que sabía de Luna y Raquel, en las presentes circunstancias si me follaba a una, seria porque también me estaría follando a la otra… Y no estaba tan desesperado por conseguir sangre como para correr el riesgo de morder a una de ella mientras hacíamos un trio con el riesgo de ser descubierto por la otra. Lo cierto es que ya tenía de antemano más o menos localizada a mi víctima, se trataba de la dueña de uno de los pequeños cafés-restaurantes que solíamos frecuentar para comer o cenar cuando nos quedábamos a trabajar fuera de horarios. Tenía unos cuarenta años, separada y cada quince días, sabía que su marido tenía a los niños el fin de semana completo de viernes a lunes, y ese tocaba, por lo que tenía la noche “libre”.
Fui a cenar a dicho lugar con Luna y Raquel, ambas se dieron cuenta del sano tonteo que nos estuvimos llevando, Ana, la dueña y yo durante todo el rato, entrando al trapo también como un elefante en una cacharrería, haciendo que a la pobre mujer incluso se le subiesen los colores alguna vez. Nos fuimos a la hora de cerrar. Esa vez me tocaba invitar a mí, aproveche que mis dos compañeras se habían alejado ya hacia la puerta pinchándose de buen humor la una a la otra, para disculparme con la dueña por alguna de las bromas subidas de tono.
- Ana, de verdad que siento mucho algunas de la burradas que han soltado mis compañeras… Son buena gente, pero se pasan… -le dije en voz baja para que no me escuchasen las otras dos.
- O sea, que entonces no es verdad que te gustaría comerte lo que ves, ¿no? –me dijo también en voz baja con sus manos en las caderas, moviéndose sensualmente durante unos pocos segundos, en tono de broma.
- Uyyy que no, por mi créeme que con gusto dejaba a estas dos en el trabajo terminando y con cualquier excusa me volvía aquí para disfrutar de tus curvas y saborearte… ñam, ñam… -puse mi mejor cara de pervertido haciéndole soltar una carcajada mientras me empujaba hacia la salida con las otras dos.
Aproveche el cachondeo y la forma en que me empujaba para dejar caer del bolsillo mi cartera y darle un golpecito bajo una de las mesas, pero de modo que al volver desde la puerta esta se viese. Una de las ventajas de mis “particularidades” es el hiperdesarrollado sentido del olfato, que me indico bien a las claras que sí, que Ana mucho cachondeo y muchas risas, pero se había puesto cachonda perdida con las tonterías, por el aroma que desprendía debía de estar bastante mojada. Una vez fuera metí prisa a mis compañeras para llegar cuanto antes a la oficina, en ella me las apañe para que fuese Luna quien atendiese el teléfono de mi escritorio, recogiendo ella el recado de que tenía la cartera en el restaurante. Las risas de ambas fueron escandalosas, también sus más que esperados y evidentes puyazos por la situación, pero a cambio, conseguí que ninguna de ambas sospechasen de que había sido todo preparado por mí. Cuando me acerque al restaurante este ya estaba cerrado, abriéndome Ana para que entrase, al pasar vi las llaves puestas, a la vez que me volvía para cerrar la puerta aproveche para echar la llave, siguiéndola luego hasta la barra donde tenía mi cartera.
Se alzó sobre la barra, dejando su tentador culo a mi alcance, luego dándose la vuelta me extendió la mano con la cartera. Tomándola lentamente sin dejar de mirarla a los ojos, me la guarde lentamente en el bolsillo interno de la cazadora, empecé a notar como su respiración se agitaba, fue lo único que necesite para lanzarme de lleno a por sus labios, poniendo los míos sobre los suyos e invadiendo su boca con mi lengua a la vez que mis manos se cerraban sobre su culo atrayéndola con fuerza contra mí. No hubo ni un solo instante de vacilación por su parte, sus brazos se cerraron sobre mis hombros y su lengua se enganchó con la mía en una batalla por ver quien controlaba el beso. Mientras que yo la apretaba, sujetándola con fuerza por sus glúteos, ella se restregaba contra mí ya más que evidente erección como si fuese una gata en celo, gimiendo suavemente. Cuando terminamos el beso para poder tomar aire, fuimos bastante escuetos y parcos en palabras…
- Te voy a follar… -le susurré al oído.
- Pues fóllame ya de una puta vez cabrón, que me tienes chorreando… -me replicó completamente excitada.
Fueron las únicas palabras coherentes entre nosotros que los dos pronunciamos antes de perder por completo los papeles. Solo un minuto después, mis pantalones estaban en el suelo junto con mi bóxer, un preservativo enfundaba mi polla mientras que la falda de Ana se enrollaba en su cintura y sus bragas colgaban de uno de sus tobillos rotas por un lado. Diez segundos después de eso, perforaba el coño de la dueña del restaurante mientras con mis labios impedía el grito que partió de su garganta al sentirse completamente empalada. Uno de sus brazos permanecía fuertemente apretado alrededor de mi cuello para fijar su posición, mientras con su otra mano recorría mi bien musculado cuerpo, aumentando de ese modo su grado de excitación, todo esto mientras no paraba de bombearla en el coño con fuerza, haciendo un sonido seco al chocar mi cintura contra su pelvis. Tardo poco menos de tres minutos en correrse tratando de gemir y gritar a la vez en el interior de mi boca, con la que tenía sellados sus labios. Pese a sus agotados gestos de “se acabó ya”, no solo no se lo permití, sino que arrecie en mis embestidas, haciéndolas más duras, con más fuerza, incluso con algún que otro azote cuando se ponía “tonta”. A la muy zorra y pese a sus “negativas”, solo la estaba faltando relinchar como una yegua en celo mientras el macho la monta.
En ese segundo polvo le mordí en el hombro imitando un “exceso de pasión”, y me refiero a con los dientes, no usando los colmillos. Me corrí casi a la vez que ella, jadeante me dijo que era una animal, pero sin contestarle, lo único que hice mientras que la miraba fijamente fue quitarme el preservativo y comenzar a sustituirlo por otro, ante lo que vi cómo se mordía el labio inferior, sus pezones volvía a recuperar su dureza y olfatee como su coño lentamente volvía a encharcarse nuevamente. Una vez cubierta la polla con el preservativo, me quite por completo la ropa, mostrando mi cuerpo de estatua griega desnudo, ante lo que Ana se fue acercando para terminar sobándome bien sobado por todos sitios. Esta vez la lleve contra otra de las mesas, tumbándola contra su superficie, dejando su culito en franca posición de ataque, si al principio temiéndoselo comenzó a agitarse, cuando sintió como mi verga se enterraba nuevamente en su coño se olvidó de todo lo que no volviese a ser disfrutar de una salvaje follada. Nuevamente empecé a embestirla como un animal, parecía un perro enganchado a su perra, moviéndose a toda velocidad lo más rápido y fuerte que podía.
Fue aquí cuando clave mis colmillos en su cuello, alcanzando con sumo cuidado su Arteria para que no bajase su presión arterial mientras tomaba la Vitae. En ese instante tire con fuerza de su pelo hacia atrás, para que su cara se alzase y sus ojos enfocasen en el techo, donde no había ningún elemento que pudiese devolverle bien o mal ningún reflejo de lo que estaba ocurriendo más abajo. Una vez mis colmillos comenzaron a drenar su sangre, a la vez comenzaron a verter una serie de encimas y hormonas al torrente sanguíneo que no era absorbido permitiéndosele seguir su camino a través de las venas. Este órganos que la alcanzo fue muy intenso, nada parecido a los dos anteriores, pero tampoco algo tan, tan bueno como para ser un problema futuro para mí. La toma que había hecho había sido corta pero suficiente para aguantar por un tiempo tranquilamente la presencia tan próxima de Coral. Tras terminar, ambos nos vestimos procurando mirarnos lo menos posible, o lo que es lo mismo, sin dejar de mirarnos de reojo con el debido disimulo. Ana me acompaño a la puerta, donde ella misma se despidió de mi con dos castos besos en las mejillas, estableciendo de ese modo un cierto toque de naturalidad y de excepcional a lo que había ocurrido entre los dos.
Regrese al trabajo encontrándome con casi todo el trabajo ya hecho, ni Luna y Raquel dijeron nada o parecieron haberse dado cuenta de que había desaparecido durante media hora más de lo estrictamente necesario para ir a recoger mi cartera al restaurante. Cuando llegue a casa, Coral estaba en el salón viendo la tele, entre, me fui a cambiar y salí a charlar un rato con ella, a ver si era capaz de sacarla algo en claro de cómo estaban las cosas. No me hacía nada de gracia tener a un Lykos preocupado por Coral pegado al culo… era el tipo de situaciones que por regla general sabía que terminaban mal para los implicados, y uno de esos, tenía claro que no sería yo. Tuve que esperar hasta el jueves cuando regrese y la sorprendí recogiendo todas las cosas que en los días anteriores había ido llevando de su casa, para enterarme de que todos los problemas con su compañero estaban ya olvidados y solucionados, que, según ella, tan solo había sido un error de interpretación de su parte. Para rematarlo, paso a recogerla el tal Tony, que no cejo de observarme como un doberman a su presa durante todo el tiempo que estuvo en mi piso esperando para acompañar a Coral a su casa. Antes de marcharse me estrecho la mano agradeciéndome el haber cuidado de su compañera durante su “discusión”, estrechar su mano fue sin duda un error mío al estar distraído con Coral. Por fortuna me di cuenta a tiempo de lo que estaba tratando de hacer, en cuanto note el apretón mucho más fuerte de lo recomendable para cualquier mortal, me doble hacia el suelo, retorciéndome a la vez que soltaba un chillido de dolor… Coral fue quien se encargó de su compañero por haberme hecho daño, solo le faltó llevárselo pillado de una oreja. La expresión dolorida de mi rostro desapareció en cuanto se cerró la puerta de la calle tras los dos. Iluso de mí, entonces pensé, que aquello seria todo y que volveríamos a la antigua rutina perfectamente controlable por mi parte… Casi diez días fue lo que duro la rutina.
El sábado de la semana siguiente, sobre las nueve y media, justo cuando terminaba de meter en el lavavajillas todos los elementos usados por mí para cenar, llamaron al timbre, quedándome con la boca abierta de par en par al abrir. Culpa mía por abrir sin hacer caso a mis sentidos que me indicaban que tras la puerta algo olía “extraño”, y eso raro, no era otra cosa que un enorme Lobo sostenido medio arrastras por una visiblemente agotada Coral, que jadeaba de cansancio, resollando que parecía que se iba a asfixiar. De sus labios, más como un gruñido que como un conjunto audible de palabras, escuche a duras penas un “ayúdame de una puta vez y no te quedes ahí quieto como un pasmarote”. Avance para arrebatarle parte del peso del Lykos que Coral llevaba en brazos, al usar la Vitae para potenciar mis fuerzas y sentidos, cuando me acerque a la cabeza del lobo, mi nariz fue perfectamente capaz de percibir un suave aroma a almendra amarga procedente del aire que exhalaban sus pulmones. Tras descubrir que el Lykos de algún modo había sido envenenado con Cianuro, no me quedo otra que tomar cartas en el asunto, no en vano, los Lykos tenían la pésima costumbre de poder morir en cualquiera de sus dos aspectos, como lobo, o como humanos. El tener un Lobo muerto en mi casa podría ser “problemático”, pero el tener a un agente de policía muerto por veneno en mi casa, podría llegar a ser una auténtica catástrofe. Tome de brazos de coral el peso completo del Lykos, alzándolo ante su cara de sorpresa como su fuese una pluma, justo al ir a cruzar el umbral de mi puerta, mire fijamente a los agonizantes ojos dorados que mi miraban desde la cara del lobo, susurrándole unas frases que solo él fue capaz de escuchar, y que provocaron en su cuerpo un estremecimiento. Una vez termine, cruce el umbral transportándolo hasta mi propia habitación.
Sabía que el Lykos no iba a durar mucho más tiempo, su cuerpo de Lobo y las habilidades innatas que le acompañaban como tal, estaban trabajado para mantenerle vivo… pero estaban perdiéndola partida a un ritmo cada vez más rápido. Tenía que actuar rápido, como en el caso anteriormente de Coral, hice acopio de una serie de hierbas que al mezclarlas en una infusión, quedaba un resultado realmente repugnante… incluso a mí al probar el resultado me provocaron arcadas, y eso que solamente lo “caté”. Tras eso me di un pequeño mordisco en la muñeca tras santificar mi sangre, permitiendo que unas pocas gotas de esta cayesen sobre la repugnante infusión antes de que la herida se cerrase por sí misma. Lleve con rapidez el líquido a Coral, ya que mi sangre una vez abandonaba mi cuerpo, tanto para bien como para mal, comenzaba a perder propiedades a un ritmo vertiginoso. Le deje bien claro que el Lobo debía de tomárselo todo sin que vomitase nada, y que si veía que iba a hacerlo, debía de obligarlo a tragárselo todo de nuevo, porque no tenía lo necesario para un segundo preparado. Coral me hizo caso, cumpliendo mis instrucciones a rajatabla, casi haciéndome reír cuando al ver como el Lobo empezaba a dar como arcadas, le sujeto con fuerza las quijadas para que fuese incapaz de vomitar y la cara de este de no saber que estar, si más ofendido que avergonzado por tratar de vomitar a Coral encima, o más avergonzado que ofendido. Cinco minutos después de esto, el Lobo pareció relajarse y sus capacidades innatas comenzaron a realizar su trabajo en su cuerpo, reparando lentamente el daño causado por el veneno.
Aduciendo sueño, deje a Coral a cargo del Lobo sin preguntarle nada absolutamente sobre que hacía con un animal así, cosa que vi en su mirada que me agradecía, y me marche a dormir tranquilamente a la habitación de invitados. El Sábado cuando me levante, obviamente en primer lugar fui a mi habitación, pues debía de coger muda y toallas para poder darme un ducha, encontrándome en mi cama con “Tony” tumbado en lugar de con el Lobo que yo había dejado la noche anterior. En ese momento, abrió los ojos Coral, que estaba hecha un ovillo a un ladito de la cama, no os digo el susto que se llevó cuando vio a su compañero de trabajo en lugar de al Lobo. Se levantó de un salto, empezando a dar las más inverosímiles de las escusas hasta que fue interrumpida por la voz forzada de Tony, su compañero de la policía, que hizo que girara la cabeza para mirarlo…
- Déjalo Coral, tu amigo sabe perfectamente que es lo que soy…
- ¿Lo sabes? –me preguntó, volviéndose nuevamente hacia mi mirándome sorprendida.
- Perfectamente, tu compañero es un Lykos… Un Lobo que se convierte en hombre si lo prefieres así…
- Y cuando me introdujo en su casa me dijo en voz baja las palabras rituales de bienvenida y protección de mi propio Clan… obligándome hacia él con ello… Y que yo sepa, hace al menos doscientos años que no se le conceden a ningún extraño…
- ¿Es verdad eso? –me preguntó Coral.
- Sí, es cierto, al pronunciar esas palabras tu compañero está obligado a protegerme y cuidarme, del mismo modo que yo lo haría con y ya he hecho por él.
- ¿Quién, o que eres? –pregunto Tony tratándose de incorporase mara mirarme bien-. Hueles a vampiro, a hijo de la noche, pero por cómo te mueves o las horas a las que lo haces, está claro que no eres uno de ellos, sin embargo estas demostrando tener conocimientos que no debería de tener un simple mortal…
- ¿Cómo yo? –pregunto tensa Coral.
- Ya te he dicho que tú no lo eres…
- Si claro, ya… -se cruzó de brazos Coral mirando muy seria a su compañero-. Soy una bruja… ¿no?
- Lo eres, concretamente una bruja instintiva –la sorprendí contestándola, provocando que soltase un respingo.
- ¿Cómo dices?...
- Digo, que eres una bruja instintiva o maga instintiva, aunque lo correcto en tu caso sería decir Bruja. De hecho, el único motivo por el que tu compañero ha logrado llegar vivo hasta aquí anoche, es porque tu poder junto con su fuerza vital de Lykos, le habéis estado sosteniendo.
- Y eso que quiere decir, ¿Qué al ser instintiva tendré qué estudiar para poder controlarlo? –preguntó sarcástica.
- Tú no controlas ni podrás controlar jamás tu poder, ya que no funciona de ese modo… Por lo que yo sé, es como una especie de mecanismo de ultimo recurso, solo se activa cuando ya no te queda nada por poder hacer y estas desesperada o consideras que estas en peligro mortal de un modo u otro.
- ¿Y tú quién coño eres y como sabes todas estas cosas? –se plantó ante mí, tensa como la cuerda de un violín, lista para entrar en acción a la mínima.
- En estos momentos, soy Miguel de Urquiza y estoy de tu parte, anteriormente, en otro tiempo u otra vida, he sido un Druid… por eso mi conocimiento de las plantas, y el que haya podido salvar del Cianuro a tu amigo, aquí presente –conteste tras meditar y sopesar cuidadosamente mis opciones.
- Ya, bueno, veremos, tu y yo tenemos que hablar de todo esto más adelante, no creas que me has convencido con lo que has dicho.
- ¿Crees que te he mentido? –pregunte irónico.
- No, sé que no me has mentido, pero también soy plenamente consciente de que no me has dicho toda la verdad y te has guardado muchas cosas para ti.
Decidí callarme y no continuar por ese camino, hice mutis, marchándome de la habitación camino de la ducha. Cuando salí al salón dos horas después, me encontré con ambos sentados en la mesa grande abierta en toda su extensión al haber usado los tableros alargadores, que ahora se podían ver en sus posiciones de apertura. Estaban mirando los dos un montón de informes, y tenían sobre la mesa desparramadas como más de centenar y medio de fotografías de lo que parecían varias escenas de crímenes. Al pasar mirando de reojo, una de ellas polarizo mi atención, al extremo de hacerme parar en seco, volverme y cogerla en mis manos para poder observarla atentamente… Se trataba de la foto de una especie de circulo con dibujos esotéricos en su interior y varias runas arcanas rodeándolo dibujado sobre el suelo. Lo que llamo mi atención no fue eso, sino la perfecta circunferencia que se veía en su interior encerrando una estrella de seis puntas con dos perfectos triángulos entrelazados, y entre cada una de las puntas se veía un pentagrama colocado en lo que parecían ser diferentes posiciones con una runa en el centro de cada uno. En la parte central de la estrella de seis puntas, aparecían más runas apena reconocibles dispuestas en un aparente caos.
Aquello solo lo había visto una vez en el pasado, y recordaba perfectamente las consecuencias que trajo consigo, se suponía que ese era un conocimiento nadie debería de poder poseer o ser capaz de usar hoy en día. Mi expresión se escapó de mi control, y lo que ambos vieron no debió de ser nada bueno, porque una Coral cauta y nerviosa me pregunto…
- Miguel, ¿pasa algo con esa foto?
- Sí, sí que pasa, ¿de dónde la habéis sacado?
- Del escenario de un crimen ritual. Mataron a la víctima sobre ese dibujo, por eso queda un poco borroso, porque tuvieron que limpiar la sangre para poder sacarle las fotos. ¿Por qué, que pasa con esa foto?
- Pasa que por ahí existe algún imbécil jugando con cosas que ni entiende, ni comprende… y más nos vale que no sea capaz de hacerlo bien.
- Curioso, un Druid con conocimientos que van más allá de las hierbas y la magia natural…
- Un Druid tiene conocimientos de muchas cosas diferentes, tantas como su interés le haga estudiar…
- Está bien, usemos tu “conocimiento”, y dinos, ¿cómo crees que es de grave? –preguntó con voz dolorida Tony, dejando la conversación ahí.
- Como para que los cinco consejos continentales intervengan en estrecha cooperación si se enterasen… y claro –añadí socarrón-, que también supiesen de que va todo esto.
- ¿El *Consejo Europeo de las Razas? –casi chillo nerviosa Coral para volverse a mirar a Tony, que estaba repentinamente muy serio-. Pero si tú me dijiste que… -La cortó.
- Se lo que te dije y lo mantengo. No sé qué es tu amigo, pero sé que está diciendo la verdad en todo lo que ha dicho hasta el momento, y si es lo bastante grave como para que el consejo meta sus narices, entonces tenemos un buen problema entre manos. ¿Qué es lo que has visto en esa foto? –me preguntó, dándome a mi vez cuenta por su afirmación, que no era solo un Lykos, era también un verificador, una rara excepción en su raza que les hacía distinguir sin errores la verdad de la mentira.
- Creemos que algún majadero cree estar realizando algún tipo de ritual satánico para convocar un demonio o algo así… Este es el tercer escenario que nos hemos encontrado, en cada uno de ellos, ha sacrificado a la víctima de forma diferente.
- ¿Y siempre pinta lo mismo sobre el suelo? –pregunte esperanzado.
- No, al igual que con las víctimas, también ahí realiza pequeñas variaciones de un dibujo a otro, pero en sí, todo el cuerpo central del mismo, eso de la estrella de seis puntas, es siempre idéntico. ¿Dinos qué opinas? –me preguntó Coral, pasando me fotos tanto de las víctimas, como de los dibujos.
- Opino dos cosas. Primera, que está afinándolo poco a poco, y segunda, que tenemos que pararle en seco cuanto antes.
- No pensaras igual que se psicópata, que es capaz de llamar de verdad a un Demonio con eso, ¿no? –preguntó divertido Tony señalando las fotos.
- No, ese es precisamente el problema, que ese imbécil no está tratando de llamar a un demonio por mucho que él se pueda creer que es así. Eso no sirve realmente para nada de nada, solo son estupideces, pero esa parte central es el *Sello de Salomón con una serie de características especiales mal colocadas, un sello ademas, que hoy por hoy nadie sería capaz de usar. Pero aun estando tan desviado de como deberían de estar, haciéndolo de ese modo –señale a las fotos de las victimas sacrificadas sobre los dibujos-, este gilipollas es muy capaz de terminar cansándole, atrayendo su atención hacia este plano y que termine viniendo por propia voluntad…
- ¿Según tu a quién podría ser capaz de atraer? –preguntó Coral como de pasada.
- Tenemos que ir a estos sitios, necesito verlos en persona. Mientras Tony se queda recuperándose, tu y yo podemos acercarnos… -le dije a Coral sin responderle.
- No has contestado a mi pregunta…
- No, no lo he hecho, bástate saber que es algo malo, muy, pero que muy malo…
- ¿Por qué no quieres decir que es lo que eso puede traer? –pregunto en tono serio Tony.
- Pues muy simple, porque es mejor que ciertos conocimientos perdidos en el limbo de la historia, permanezcan así, perdidos… y este es uno de ellos… Venga, vámonos… Hay que dar con ese majadero antes de que la lie bien liada…
Sinceramente, no sé el motivo por el que tanto Coral como Tony dejaron de insistir con esto y no volvieron a coserme a preguntas sobre lo que había dicho. Si una cosa tuve clara una vez recorrimos los escenarios de los crímenes, es que tanto Coral como su compañero sabían perfectamente que yo no había podido ser, pues en dos de las tres ocasiones en que este tío había matado, yo estaba precisamente con ellos dos, lo cual evidentemente me proporcionaba la más sólida de las coartadas. En los dos primeros escenarios me fue imposible sacar nada en claro, sin embargo, en el tercero, al ser tremendamente reciente, mi olfato potenciado por la Vitae logró aislar un montón de componentes diferentes en el ambiente, algunos de los cuales, no tenían por qué haber estado allí, y que podían transformarse en una pista bastante prometedora… Tony, el Lykos, aun estuvo en mi casa con Coral tres días más hasta que se recuperó totalmente, durante los cuales fue observado y prácticamente diseccionado por ambos en todos los aspectos que fueron capaces, sin lograr nada más que frustrarse. Lo que más le jodío a Tony fue mi contestación a su pregunta de cuál era mi edad… que simplemente respondí señalándome, “recuerda, Druid”.
El problema del Lykos con mi respuesta, es que un Druida podía ser de cualquiera de las razas vivas con alguna excepción concreta, y que independientemente de eso, y al igual que los magos, podían vivir tanto tres mil años, como poco más de un par de cientos, ya que su longevidad dependía de su poder, no de su procedencia. Estuvo haciéndome varias preguntas sobre el dibujo mientras Coral muy atenta nos escuchaba, sabia de sobra que muchas de ellas era para tratar de desentrañar algo sobre mi procedencia o edad, pero para su desgracia, llevaba mucho tiempo caminando sobre el mundo como para hacerme caer a estas alturas en cualquiera de sus burdos intentos por obtener información. Estábamos los tres en mi casa, con una nueva carpeta repleta de fotografías de los crímenes que yo aún no había visto cuando les llamaron por la aparición de un nuevo cadáver. Pese a mis reticencias, entre ambos consiguieron que les acompañase al escenario.
Confieso que por una fracción de segundo llegué a considerar la posibilidad de eliminarlos a ambos y encargarme por mi cuenta de resolver todo aquel lio. El único motivo de seguir adelante con ambos, es que estaba ya excesivamente ligado a ellos como para no traerme más perjuicios que beneficios su desaparición. Al llegar al sitio el panorama que me fui a encontrar resulto un tanto dantesco, con más de una persona vomitando tras salir de donde se encontró el cadáver. Allí cometí un nuevo error a los perspicaces ojos de mis “compañeros” de fatigas, al ver el escenario no mostré la menor de las reacciones ante el cuerpo medio descuartizado y eviscerado de la víctima. Mi única reacción fue ponerme en cuclillas, moviéndome en esa posición lentamente alrededor del circulo observando atentamente tanto el dibujo como la posición del cadáver, mientras dejaba fluir libremente la Vitae almacenada en mi cuerpo con el fin de potenciar mis sentidos dejando que me llegasen a ellos todo lo que flotase en el ambiente y lo que estaba empezando a descubrir no me hacia la menor de las gracias.
Gracias a mi potenciado sentido auditivo pude escuchar una muy interesantísima conversación entre Coral y su compañero, Tony sobre mí mientras me miraban actuar. Lo gracioso es que ambos se preguntaron un montón de cosas, y ninguno de ellos tenía la menor respuesta. Si les quedo claro sin embargo, que ese evidentemente a la vista de mi reacción no era el peor escenario que hubiese visto, que no era una persona “normal”, que parecía tener una amplia gama de conocimientos que quizá les pudiese llegar a ser útiles y además me quedo claro también lo que no pronunciaron, que ambos tenían interés en saber todo lo posible sobre mí. Estaban en medio de una especie de discusión, cuando llegó una mujer de unos cuarenta años a la cual identificaron ambos como Serena, la Inspectora Jefa de su departamento y que de inmediato les pregunto por mí, identificándome ambos como un amigo de Coral que tenía una amplia gama de conocimientos sobre todo tipo de temas esotéricos. Tras decir eso escuche los pasos acercándose de la Inspectora acercándose hasta donde yo me encontraba. Al llegar a mi espalda carraspeo para que me volviese a mirarla, cosa que hice, iniciando ella la conversación en cuanto lo hice, viendo tras ella a Coral y Tony, haciéndome gestos disimulados la primera de que mantuviese la calma.
- Me han informado dos de mis agentes que es usted una especie de experto en estos asuntos… ¿ha podido llegar a alguna conclusión de todo esto?.
- Pues sí, señora, a alguna conclusión sí que he llegado.
- ¿Y tiene pensado compartirla con nosotros en algún momento? –preguntó la Inspectora de forma abrupta.
- Bien, en primer lugar, lo que veo me indica que todo esto no es gratuito, que el sujeto cree que sabe lo que está haciendo, pero no por qué está fallándole y también, por el modo de tratar ese cuerpo, que está empezando a perder la calma. Todo este grafico que pinta centra su eje en el poder místico del dibujo central, tal y como a estas alturas usted misma ya ha sido capaz de percibir, por lo que también sabe que mi primera percepción es igualmente correcta.
- ¿Qué yo he percibido algo dice usted? –alzo una ceja, mirándome con gesto serio.
- Si señora, sabe tan bien como yo que un súcubo es tan capaz de percibir el aura energética que emana de aquí igual o mejor que un Druid. Y cada uno de nosotros, es lo que es… -vi como Tony y Coral retenían el aliento mirándome desconcertados, mientras que la Jefa de Inspectores se volvía rauda hacia ellos.
- ¿Ustedes…? –les señalo a ambos sin terminar la frase de la pregunta.
- No –conteste en su lugar-, ellos no me han dicho nada, no me hace falta, al igual que usted tengo mis propios medios para descubrir a los miembros de la Razas.
- Está bien, de momento. Y ahora, ¿dígame, que es lo que opina?
- Que realmente este hombre no sabe que es lo que está haciendo aunque el piense que sí. Por como lo ha dispuesto todo creo que trata de llamar a este plano a algún tipo de entidad que le conceda aquello que le pida.
- Se refiere a un Demonio, ¿no? –pregunto apretando los dientes, pues las tradiciones populares consideraban a los Súcubos e Íncubos como seres malignos.
- Muy probablemente, si, es muy posible que sea lo que esté buscando, aunque para querer conseguir eso lo está haciendo extremadamente mal.
- Lo dice por la presencia del *Sello de Salomón en el centro del dibujo, ¿no?. Hasta donde yo sé, en el mejor de los casos bloquearía cualquier intento de acceso de una entidad demoniaca a este plano. En el peor nada más aparecer lo devolvería nuevamente al infierno en medio de atroces dolores.
- Sí, es eso básicamente con respecto a la presencia del *Sello de Salomón en el centro del dibujo, actuara más como protección que otra cosa. Desgraciadamente, o le paramos pronto, o esto se nos marchara de las manos, porque todo parece indicar que va a tratar de seguir repitiendo hasta que lo consiga. Este cuerpo ha sido mutilado con una serie de herramientas que tienen que haber sido hechas por encargo, pues son muy especiales. Creo que eso nos dará una buena pista para poder capturarle antes de que vuelva a matar.
- Está bien… -tras decir eso dio media vuelta marchándose.
Tras la marcha de la Jefa de Inspectores, nos marchamos también nosotros, y evidentemente la primera pregunta de ambos, fue querer saber de qué modo había podido saber que su superior era un Súcubo, una de las razas más esquivas que existían. También obviamente, no hice el menor caso, limitándome a explicarles todo lo que había observado en el lugar del crimen, esquivando nuevamente también, la pregunta de a quién o que creía que ese desequilibrado podría atraer al final. Mi contestación a eso, era la misma de siempre, que era mejor que ellos no supiesen más de lo que ya conocían, pero en esta ocasión decidí añadir, que en caso de que algo ocurriese si el asesino volvía a matar otra vez y ocurriese algo de origen místico, siguiesen todas mis instrucciones a rajatabla sin hacer preguntas.
Con respecto a su jefa, conocía perfectamente la mentalidad de los Súcubos y los íncubos, tal y como decían las leyendas eran auténticos depredadores sexuales que agotaban la energía vital de sus víctimas, aunque de eso a matarlos mientras follaban había un abismo. Por el contrario a lo que todo el mundo creía, la energía vital se podía regenerar igual que la sangre, y ellos al igual que el vampiro, podían controlar lo que tomaban de su víctima. Eran una raza que a lo largo de los siglos había sido muy perseguida, tenían ciertas características innatas a su forma de ser, y yo ante ella había reaccionado del peor modo en que se podía hacer ante uno de ellos, sabiendo quien era e ignorándola conscientemente.
Esta mujer para mí era una nueva complicación que añadir al mapa de mi actual vida. El único motivo por el que no había caído rendido a sus pies meneando la colita como un perrito, fue gracias al uso de la Vitae que pude mantener el control. Entre unas cosas y otras, estaba empezando a preocuparme, antes de que todo acabase estaba claro que iba a necesitar una buena provisión de sangre que tomar. En esta época existían bancos de Vampiros a los que yo no tenía acceso, por lo que mi necesidad significaba que iba a tener que follar más a menudo y en unas condiciones algo lejanas de lo que consideraba seguro.
CONTINUARA
*Consejo de las Razas – El Consejo es el órgano director y controlador de las razas, impone una serie de normas de obligado cumplimiento y se encarga de que se respeten. Existe un consejo por cada continente, y a él pertenecen los miembros más preeminentes de los clanes más poderosos de las distintas razas en los diferentes continentes, por lo que es algo a tomar en cuenta cuando interviene. El consejo únicamente suele intervenir cuando las cosas se salen de control, poniendo “sanciones” muy duras, al extremo que pueden significar incluso la caída del más poderoso de los clanes, por lo que es muy temido. No hay que confundir el consejo con el Conclave, donde el consejo castiga, el mítico y misterioso conclave extermina sin piedad al instante...
*Súcubos e Íncubos – Tradicionalmente considerados como demonios sexuales, con un fuerte componente de atracción y necesidad física sobre el sexo contrario, que asesinaban a sus víctimas absorbiendo por completo su energía vital mientras follaban. En realidad eran más parecidos a los vampiros que a los demonios, Vivian gracias a esa energía que drenaban, aunque parte de ello podían compensarlo con comida, seguían necesitando de la absorción de ese otro componente humano. Ante un Súcubo o un Incubo en pleno uso de su poder sexual sobre alguien, solo existían dos formas conocidas de reaccionar para no caer en sus garras, atacar, o escapar. Cuando alguien como había hecho yo, se mostraba inmune, el miembro de la Raza sabía que estaba en problemas, desde la baja edad media, normalmente quien presentaba esa característica, solían ser casi en exclusiva los “cazadores” de la iglesia.
Sello de Salomón – Salomón fue según las escrituras el Rey más sabio que nunca haya existido. En realidad se trata del más poderoso Mago que la humanidad nunca haya dado. Su Sello es el elemento mágico más poderoso que se conoce y que nadie en su sano juicio trataría de usar como elemento centrar de ningún conjuro por ser incontrolable. La figura del Sello va asociado al nombre de Salomón, porque fue el único que pudo usarlo con todo su poder sin necesidad de intervención divina como había ocurrido en la única ocasión anterior que el Sello había sido usado por alguien en todo su terrible “esplendor”.