Lilim - 2. El Inicio
Un pequeño incidente trae de regreso a la vida de Miguel a alguien que creía haber podido dejar en el pasado, siendo el comienzo de la mayor parte de las futuras complicaciones de su actual vida
2 – LILIM
-El Inicio-
Estaba cenando en casa algo que me quedó de comida china del día anterior, era de madrugada, y pese al a sangre ingerida aún tenía hambre de comida normal para mi estómago. Unos meses antes había follado por última vez con Yolanda, como descosidos eso sí. También tomándome mi chupito de sangre durante el polvo, o más bien, mientras ella, según sus propias palabras textuales en esas situaciones, se corría como una puta perra viciosa descontrolada. Ya os expliqué lo que podía hacer con mis colmillos de Vampiro. Aquel día había terminado de desengancharla del placer del que era capaz de proporcionarla para que continuase su vida con su nuevo novio. Un chico que le gustaba muchísimo desde hacía un par de meses antes de empezar a salir con él, por lo que pretendió enseguida que dejásemos de ser amigos con derechos, algo para lo que mis colmillos con su especial característica para conceder placer sexual no eran nada buenos. No hubiese sido ni la primera, ni posiblemente la última vez que me hubiesen planteado problemas serios y de radical solución por mi parte.
Par fortuna suya, ya había pasado más veces por esto y en Yolanda no existía una fijación peligrosa, por eso sabía que tendría que ir desenganchándola poco a poco de ese placer que le daba al morderla, minimizándolo poco a poco... cosa que por fin parecía haber ocurrido dos meses atrás, aunque fueran en realidad como una docena de polvos mientras salía en serio con su novio lo que me llevó. Un par de meses después, se mudó con su novio a Valencia por trabajo, de la Gótica ya no quedaba absolutamente nada. Mantuve pese a todo el contacto con ella como amiga, con quien si fui soltando lastre poco a poco aprovechando la marcha de Yolanda, fue con Coral, la policía que nos “infiltraron” en la Universidad y que tan buenas migas había hecho con mi amiga. Logré que la relación entre ambos fuese finalmente limitada a unos pocos Whatssap de compromiso.
Ahora cuando necesitaba sangre recurría al tan trillado recurso de usar a chicas de una sola noche para ello, de hecho había dejado a una que me había ligado en una discoteca, dormida y completamente saciada de sexo en un hotel cercano a la discoteca donde la había conocido. El problema de conocer gente en ese tipo de sitios, es que mis presas por regla general y con suerte, como mínimo únicamente habrían bebido alcohol. Mi capacidad de transmutar mi sangre a bendita o maldita, me permitía purgar cualquier efecto nocivo sobre ella, como el alcohol por ejemplo, lo que me evitaba los efectos directos del mismo, aunque no los colaterales, de ahí aparte del hambre, el motivo de estar poniéndome como un cerdo con lo que encontré en la nevera… rebajar el alcohol lo suficiente en mi sangre con rapidez antes de purgarlo, para evitar al día siguiente la maldita resaca.
Pese a quedarme aun unos treinta o quizá incluso algún año más por delante con esta identidad de Miguel de Urquiza, ya iba empezando a planificar someramente la siguiente, estudiando incluso en cómo podía modificar mi cuerpo para hacerlo "diferente" de este y que por supuesto, perdiese casi todo su parecido con mi anterior “identidad” a esta de ahora. Uno de los poderes que me fue transferido por Lucifer consistió en la capacidad de mutar mi cuerpo, de transformarlo en lo que me diese la gana, aunque en esa época feliz de mi vida yo solo lo use como un juego, me gustaba cambiarme la cara o pequeñas cosillas en mi piel, modificar su pigmentación de un modo muy similar a lo que hoy serían los tatuajes, incluso jugué con el color de mi sangre, hacer aparecer o desparecer cicatrices, pelo, su color incluso, etc… Me encantaba usarlo para intentar asustar a mi madre, algo por cierto imposible del todo pese a que ella con benevolencia fingía sobresaltarse en muchas ocasiones. Esa época de inocencia por mi parte terminó cuando las *potestades entraron en liza, ese fue uno de tantas cosas que perdí. Para no hacer la explicación eterna sobre lo que perdí o no, os diré que básicamente en mí cuando finalizó la lucha por mi alma, tan solo quedaron dos habilidades innatas, una proporcionada por mi madre y la otra por la sangre pura de mi padre, Adán, el primero de los hombres.
Por parte de mi padre fue en dos aspectos principalmente, el primero mi capacidad mental para recordarlo todo, absolutamente todo lo que viviese, viese o sintiese, se podría decir que era como una memoria fotográfica en 3D solo que increíblemente mejorada hasta los extremos gracias a mis demás sentidos hiperdesarrollados. A esta “facultad” hoy en día se la conoce como “ Hyperthymesia”, aunque en realidad en mi caso es muchísimo más completo y complejo que todo eso. Por supuesto, siempre he procurado disimularlo lo mejor que he podido y he desarrollado mi propias técnicas con el fin de ocultarlo, incluso a fin de que no se note ni aun a nivel instintivo siquiera. Mis propios sentidos también están hiperdesarrollados por encima de los de cualquier humano normal, llegando al mismo nivel de los de un vampiro, una de las razas más poderosas.
El segundo Don que me quedo fue la misma capacidad de memoria en la parte física. Se trataba nuevamente de "recordar", solo que esta vez por parte de mi propio cuerpo. Uno de los ejemplos más claros para poder haceros entender que quiero deciros con esto, es que aun perdiendo el poder de transformarme, mi cuerpo si recordaba cómo se realizaban esos cambios que en su momento practiqué…. Del mismo modo, mi vida como Guerrero Espartano era perfectamente recordada por mi cuerpo, y al considerarlo junto con mi mente como la forma física optima, este se mantenía en ese estado, lo que me causaba ciertos problemas, ya que parecía la estatua de un dios Griego retornada a la vida.
Paradójicamente, este Don también tenía sus inconvenientes pese a permitirme camuflarme de modo optimo a través de los milenios, pues en mi cambio fisionómico por ejemplo, cuando perdí el poder también lo hice con la capacidad de modificarme sin sufrir dolor. Ahora con el único recuerdo de mi cuerpo de cómo se modificaban huesos, músculos, carne, piel, etc., debía de lograr controlar conscientemente el dolor que esto me producía, y dado que una vez que dicho proceso comenzaba ya no podía pararse hasta finalizar de completarlo, pues luego necesitaba años para poder volver a poder repetirlo, tenía que ser muy exacto y preciso con aquello que quería modificar. No conozco el motivo del porque tras el cambio mi cuerpo es incapaz de realizarlo durante un largo periodo de tiempo, sin embargo, esa particularidad unida al dolor, me obliga a definir muy bien que pocas partes de mi cuerpo modificar de modo que me parezca lo menos posible a mi anterior “personalidad”.
Pero toda esta capacidad podía ser aumentada y magnificada, aunque tenía necesidad de un motor que lo hiciese posible, y ese motor no era otro que la sangre humana, la Vitae, el alimento del Vampiro, la habilidad genética que me transfirió Lilith, mi madre. Tras la lucha entre Potestades y Demonios, en mi despertó esa parte de mi madre que hasta el momento había permanecido dormida, o quizá fue ella misma quien lo “activó” en mi al llevar su misma sangre, la habilidad meramente física de un hijo de la noche. Como ya he dicho, no únicamente es en el aspecto físico. Por un lado cuando hago uso del poder de la Vitae, tengo muchísima más fuerza física que un Vampiro, por otro mis sentidos están también extremadamente más desarrollados que los de ellos y mis ojos apoyados por la sangre tomada son capaces de distinguir perfectamente a las diferentes razas solo con ver a un individuo por muy camuflado que este en su entorno. Y para hacerlo aún más complicado todo, gracias a los “dones” de las potestades, la parte bendita de mi sangre impide que sufra de las restricciones de los hijos de la noche, permitiéndome caminar sin riesgos a pleno día. Como debería de ser obvio a poco que cualquiera lo piense detenidamente, llevo milenios destruyendo a todo aquel vampiro que tiene la mala suerte de descubrir este secreto o el mero hecho de mi existencia.
Además, como hijo de Adán y Lilith, los dos primeros humanos creados por Dios y concebido antes de su expulsión o huida del paraíso, según el caso u opinión personal de cada uno de ellos, y nuevamente todo gracias al enfrentamiento entre el bien y el mal, mi sangre tiene una característica que la hace única. Voluntariamente puedo convertirla en la más poderosa fuente de curación y recuperación existente, o en el más terrorífico y letal de los venenos para cualquiera de las múltiples Razas, humanos incluidos. Tan solo eso mantengo, junto con las capacidades de mis colmillos de proporcionar placer o dolor en mayor o menor medida según sea mi deseo, algo que irónicamente le debo a la propia evolución, y no a nadie más, ya que fue una “modificación” que fue surgiendo poco a poco a través de los siglos.
Todo esto ocurrió porque las mismísimas Potestades, en un intento de sellar en mi beneficio cualquier cosa en mi considerada por ellas como maligna, hicieron mi sangre bendita gracias al poder de Dios, mientras que los Demonios por su parte la hicieron maldita para tratar de contrarrestarlo y de ese modo agradar a mi madre, Lilith su gran amante, para la cual Dios no era precisamente lo más querido del universo. Lo que como ya habréis imaginado, hizo de mi algo completamente único en el mundo de las Razas. Por fortuna, mi memoria, mi inteligencia, la experiencia y mi capacidad de no olvidar, me sirvieron para ir preparándome unas nuevas identidades a lo largo de los siglos cada vez más elaboradas e ir preparándome para poder acceder a ellas en unas condiciones “optimas”. De este modo he podido ir pasando desapercibido durante todos estos milenios ante la razas, pero sobretodo, ante los ojos del *conclave.
En mi caso, a diferencia de algunas de las razas más poderosas, como los Vampiros, Los Licántropos, etc., protegidos en fuertes clanes, yo no me había ido quedando con Suvenires del devenir de mi vida a través del tiempo. Para mi nada de espadas, alhajas, propiedades, obras de arte, nada que me pueda relacionar con nadie de una vida anterior. No, yo no había guardado ningún objeto material identificable en ese sentido, eso era algo malo cuando se trataba de ocultarte ante todo el mundo y en especial de las razas. Como digo, tonto no soy, por lo que sí que pese a ello me había procurado los medios necesarios como para tener eso que ahora llamaríamos un magnifico colchón económico para mi siguiente vida, pero solo por si me fuese a ser necesario. Yo lo que si había acumulado de una a otra vida en diversos escondites, eran bienes fungibles, fácilmente canjeables por dinero. En muchas de mis vidas había atesorado oro en pequeños lingotes y piedras preciosas, independientes, pequeñas y no reconocibles que tenía debidamente escondido.
Esta época me resultaba adorable en ese sentido, todo estaba al alcance de la mano con un simple ordenador. Cierto es que crearte una nueva identidad hoy en día con tanto sistema interconectado, tantos datos tan repartidos sobre la gente, era teóricamente muy complicado. Bueno, en realidad, en mi caso, había desarrollado un método que precisamente usaba toda esa complejidad en mi beneficio y me hacía, paradójicamente, más sencillo crearme las identidades, cada vez con mayor discreción y menor riesgo de ser descubierto. A su vez, esta época también había facilitado enormemente mis quebraderos de cabeza sobre como guardar mi "colchón" económico y evitar pérdidas por el mismo devenir del tiempo. Durante el principio de la segunda mitad del siglo pasado, empleé casi la totalidad de una “vida” en recuperar casi todos esos “escondites”, alguno de los cuales ni los encontré pese a mi perfecta memoria por lo cambiado que estaba todo. Por fortuna, esos casos no fueron los más. Después de ello, tuve que canjear mis “fondos” por dinero, lo que era algo no muy difícil si sabias dónde y cómo hacerlo, todo ello sin perder excesivo valor al realizarlo.
El siguiente paso fue crearme un complejo entramado de cuentas secretas numeradas en diversos paraísos sin que nada quedase registrado en papel o cualquier otro soporte, todo ello a base únicamente de datos codificados, algo fácil de hacer en mi caso gracias a mi memoria, todo el entramado estaba a buen recaudo en mi cabeza. Actualmente mi "colchón" alcanzaría en conjunto unas cuantas decenas de cientos de millones de Dólares, y creciendo constantemente al tener diversas inversiones fijas puestas en marcha en empresas que de quebrar, seria porque más de medio mundo estaría en una completa ruina económica. Eso era todos estos miles de años de acumular en mis escondites todas las piedras preciosas posibles junto con oro... Lo cierto es que si se mira en perspectiva, con los milenios trascurridos y algunas de las vidas que viví, tampoco resulta tanto dinero para lo que podría haber conseguido con mis “habilidades”.
Nada más terminar la carrera me centré en buscar trabajo, y ya que entre mis dotes no estaba el manipular la mente o sugestionar a nadie, lo hice como cualquier otro, a base de “echar” currículums, de patear la calle, de hacer entrevistas y de acordarme de más de un hijo de puta que se aprovecha de la necesidad de la gente de trabajar. Con cada una de mis "identidades" procuraba aprender alguna cosa nueva que añadir a mis vastos conocimientos en casi todos los posibles campos de la ciencia, y en esta como Miguel de Urquiza, le había tocado a la programación informática con mayúsculas, algo que según observaba, en mi particular caso me seria vital conocer para el futuro si quería seguir pasando desapercibido. Pero para eso, tampoco me servía cualquier sitio, necesitaba una empresa donde gracias a mis “compañeros” fuese capaz de expandir mis dotes informáticas básicas desarrolladas en la universidad a un nuevo nivel de complejidad.
Al final encontré trabajo en una empresa dedicada a la programación, hacían de todo, desde simples gráficas aclaratorias o informativas para programas de aprendizaje de grandes empresas, complejos programas de trabajo, fichajes de personal, programación seria para imagen 3D en juegos, renderizados gráficos de alta calidad, motores para juegos, a incluso a seguridad informática de sistemas con mayúsculas, en definitiva lo que fuese que alguien pagase, ellos lo hacían. Lo cierto es que cuando entré me pagaban una cantidad realmente ridícula para lo que tenía que trabajar, todo en aras de “la integración laboral de los jóvenes”. Pero trague, pues para mis intenciones era el sitio perfecto donde poder aprender todos los secretos prácticos sobre la programación con mayúsculas. Mi problema para esto precisamente residía en mi “habilidad” memorística, con ver hacer algo a alguien o que me lo explicasen una única sola vez, ya era capaz de ejecutarlo e integrarlo con mis demás conocimientos, lo que me obligaba a ir con mucho cuidado con según que demostrar, ya que lo que no quería de ningún modo, era destacar.
Una de las cosas realmente divertidas de poseer ciertas capacidades Vampíricas, me refiero exactamente a ser capaz de usar mis sentidos para por ejemplo discernir el ritmo o el flujo de la sangre de una persona solo con observarla detenidamente, son las sorpresas que te llevas, y como no, la ventaja que tienes con ello a la hora de ligar. Por ejemplo cuando entré por primera vez en mi trabajo, y durante los dos primeros meses, lo primero que trate de saber es quien estaba por quien, a quien le gustaba quien, de que pie cojeaba cada uno, etc… El problema real es que buena parte de esto me resulto frustrante del todo, era un empresa de notorios inadaptados masculinos en su mayoría, a los que el pulso se les aceleraba tan solo con ponerle falda a una escoba. No digamos ya con simplemente pasar por delante o hablarles alguna de las mujeres que allí trabajaban, el pulso más que acelerárseles parecía que hacia carreras de fórmula 1 por sus venas.
Con la mujeres sin embargo, el resultado entró dentro de unos cauces digamos que… “normales”. Había alguna inadaptada también, pero en menor grado, a quienes con los hombres les pasaba exactamente lo mismo. A las demás, si bien también se les aceleraba el pulso en ocasiones, esto era dentro de los baremos “normales” y con alguien concreto, bien por gustarles, o bien por todo lo contrario, que era los dos más habituales. En otro nivel completamente al margen estaba la Sra. Helena. Doña Helena, la jefa y dueña de la empresa, de unos treinta y pocos años, fría como un glaciar en pleno Ártico en invierno, con una cara de palo que con verla era suficiente para caerse de culo del miedo. Con respecto a su físico, era un bombón, con unas tetas y un cuerpo de infarto, guapísima y con unos preciosos ojos negros que algunas veces al mirarte parecían los de una serpiente. Como digo, todo indicaba que era mejor tenerla lo más lejos posible.
Otra cosa que hice enseguida de empezar a trabajar, fue comprobar que "eran" todos mis supuestos compañeros, si entre ellos había algún representante de alguna de las razas, y cosa extraña, ninguno resulto ser otra cosa que simples humanos, de lo cual me alegre como no os hacéis una idea. En todo esto que os digo, emplee los seis primeros meses, en ese tiempo apliqué la máxima de aprender, ver, oír y sobre todo, callar, cerrar la boquita y no soltar ni media palabra más alta que otra. Me mantuve en una delgada franja de utilidad y simpatía, ni era muy bueno en nada, ni muy malo, ni excesivamente divertido o agradable, pero tampoco borde o un idiota, el mejor calificativo que podría describirme es “neutro”.
Con la perdida como follaamiga de Yolanda, tuve claro que me debía de buscar algún repuesto para un suministro sencillo de sangre, por ello no pude por menos que mirar golosamente a alguna que otra de mis nuevas compañeras de trabajo, aunque al ser muy consciente de aquello de “donde llenes la olla, no metas la polla”, mantuve las distancias. Por otro lado ya estaba más que acostumbrado a estas situaciones y a encontrar amigas cariñosas con cierta rapidez aun en los sitios más insospechados. Siempre procurando repetir lo menos posible en el mismo lugar o bien meterme entre amigas, especialmente si decidía repetir de forma espaciada con alguna o algunas. A lo largo de mi existencia, esto de evitar meterme entre medias de cualquier posible foco de problemas entre mujeres si podía esquivarlo, para mi había sido una constante. El género femenino, a lo largo de los siglos, cuando algo así ocurria tampoco había variado en sus “hábitos bélicos” más allá de un leve pulido de “civilización”, podían ser auténticamente salvajes y vengativas...
Fui consciente también en estos meses, que si bien le había echado el ojo a un par de compañeras o tres como posibles presas para un caso de extrema urgencia, también había quien me había echado el ojo a mí para un posible revolcón. La primera era una chica de pelo castaño bastante maja que bien podía ser aprovechable para mí en caso de necesidad por su modo de ser, y su interés me facilitaría la labor. Pero el verdadero problema para tener un desliz de oficina era la otra, mi misma jefa, ese perfectísimo tiburón con faldas y cuerpo de infarto. Tenía ya las suficientes tablas como para saber que si se empeñaba en catarme y ya hubiese metido la mano bajo las faldas de alguna otra del trabajo, tendría problemas para “escapar” luego de sus atenciones sin tener que marcharme de este trabajo, y aun tomando una decisión así de drástica, quizá incluso tuviese problemas con ella, pues era de las que no dejan escapar su presa fácilmente… Ojo que no digo que no me apeteciese también follármela bien folladita o darle un buen mordisquito, que no digo eso, es más, estaría encantado de poder empotrarla contra la pared. Pero era la jefa, controladora, posesiva, con muy mala hostia, y lo que yo quería de cualquier forma, era pasar desapercibido todo lo posible, al menos de momento… En cualquier caso, cualquiera de ellas podría llegar a ser para mí una buena fuente de sangre fresca “de confianza” en un momento dado, que era lo que siempre convenía tener lo más a mano posible.
Una vez que me estabilice en la empresa tras el primer año, fui progresivamente agregado a diferentes equipos de trabajo. El segundo año trajo consigo un aumento de sueldo, una mejora de mi contrato y que mi jefa empezase a otorgarme responsabilidades en solitario, fue cuando por fin pude comenzar a relajarme de verdad en mi nueva vida profesional como Miguel de Urquiza. Una de las primeras medidas al encontrar este trabajo y ver que efectivamente me convenía para mis planes, fue mudarme a un piso de tres habitaciones en una mancomunidad situada relativamente cerca. Finalmente por fin, y tras varias colaboraciones importantes con otros compañeros, fue cuando por fin decidieron darme mi primer trabajo independiente, uno que realmente dependía de mí. Bueno, de mí y de Andrea Gómez, una compañera con quien me emparejaron para este trabajo. Se trataba de un negocio de nueva inauguración, el cual por cierto no nos explicaron e incluso nuestra jefa nos respondió a nuestra pregunta que no nos interesaba lo más mínimo, en el que tendríamos que instalar toda una batería de software especialmente creado por nuestra empresa para ellos. Realmente, ni Andrea ni yo entendíamos bien porque razón teníamos que ir los dos, cuando para algo así con uno hubiese bastado.
El motivo de ir dos de nosotros fue obvio cuando llegamos al lugar. Si bien era cierto que únicamente habríamos de instalar los programas en un par de equipos, también existía un servidor principal, el cual tendríamos que dejar preparado para controlarlo todo, desde los pedidos de los clientes a las luces del entorno, ese ordenador manejaba completamente lo que parecía un selecto club pensado para gente pudiente. Solo tuve que echarle un primer vistazo al servidor y lo que ya tenía registrado, para entender a la primera el tipo de club que se iba a abrir allí dentro y cuál sería su negocio, aunque una cosa era cierta, indudablemente seria para gente muy, pero que muy pudiente. Aunque nosotros no teníamos acceso más que a unas pocas dependencias cuidadosamente escogidas para que no pudiésemos “intuir” nada de nada.
Ante nosotros parecía abrirse un local de copas muy exclusivo, aunque bastante “normal”, pero según lo visto en el servidor por las órdenes de pago a contratistas, etc., aquello tenía toda la pinta de ser la nueva Sodoma y Gomorra en versión moderna, un sitio en el que previo pago se podría obtener la satisfacción de cualquier tipo de fantasía. Obviamente no le comente nada sobre mis sospechas a Andrea, lo último que necesitaba era meterme en algún lio, y sabia por experiencia que este tipo de locales por lo general, solían pertenecer a gente poco recomendable para tratar. Nosotros a lo único que teníamos acceso era a la sala principal, donde se podía observar el vestidor para los abrigos, las dos barras, las mesas con sus sillas, algunos reservados divididos con gruesos cortinajes, una pequeña pista de baile. En esa gran sala existían tres puertas, y únicamente podíamos franquear una, que llevaba a un pasillo en el que se encontraba el almacén de bebidas, el despacho del gerente y la sala protegida que albergaba los sistemas de seguridad, cámaras, etc., junto con el servidor principal. Lo que hubiese tras las dos puertas restantes no lo sabíamos, pues no teníamos acceso a su interior, ni visto lo que había visto, era probable que nos lo concediesen.
Estábamos ambos sentados tras una de las barras, con nuestros portátiles sobre la misma, trabajando con el Wifi del local y una de las cámaras del local directamente sobre nuestras espaldas, controlando cada uno de nuestros movimientos. En esos instantes estábamos en el primer paso de la verificación del software de seguridad, Andrea estaba observando atentamente las protecciones que habíamos impuesto mientras yo trataba de hackearlas usando en un principio únicamente programas de “fácil” acceso a través de determinadas páginas de la red, verificando que no fuesen, no solo capaces de entrar, sino de que provocasen que el programa de protección que habíamos creado diese la alerta correspondiente al intento de intrusión. Creo que fue el seco golpe de la puerta metálica de entrada contra el fijador magnético situado en la pared tras ella lo que me hizo levantar la cabeza, mis sentidos agudizados entraron instintivamente en funcionamiento y mi cuerpo reacciono casi al segundo. Justo en el mismo instante en que ambos hombres se detenían en la entrada de la sala y bajo sus abrigos sacaban sendas armas…
Para cuando quisieron empezar a disparar yo ya me encontraba de viaje hacia el suelo y con uno de mis pies había empujado el extremo superior de la banqueta de mi compañera Andrea hacia el mismo sitio, solo que en dirección contraria a la mía. En las películas queda muy bien eso del hombre tirándose sobre la mujer protegiéndola con su cuerpo, pero en la vida real, en una situación como la nuestra, eso solo sería una majadería por mi parte. La barra en la que estábamos trabajando estaba asentada sobre un pilote de hormigón de unos treinta centímetros de altura, por la parte de fuera se había enfoscado con brillantes piedras de cuarcita ocultando a la vista el pilote, algo que no se habían molestado en hacer en el interior. Calculo que todo transcurrió en unos veinte o treinta segundos escasos, lo suficiente para que ambos hombres vaciaran un peine completo de sus armas automáticas.
Reconocí las armas en los escasos segundos que estuvieron a mi vista, eran dos Ingram Mac-10, con sendos silenciadores, por lo que si vaciaron los dos cargadores largos que llevaban puestos, habrían disparado como unas 30 balas con cada una de ellas. Gracias a mi finísimo oído escuche perfectamente el instante en que sus pasos retrocedieron a toda velocidad nuevamente hacia la puerta. Justo después de que esta se soltase del magnético cerrándose, escuche un seco clic y a los dos segundos un golpear metálico sobre la superficie del suelo, por el sonido calcule que en el centro de la pista de baile. Tan solo instantes después del golpe sobre el suelo, sonó la explosión, deduje que debían de haber lanzado algún tipo de granada de mano o explosivo de características similares. Ni que decir tiene el estado en que quedo el local, incluyendo nuestros portátiles, el de Andrea había sido desplazado por la onda expansiva y estaba sobre el suelo partido en dos. Si el mío se libró de su misma suerte, fue porque al menos dos de las balas habían impactado sobre él, destrozándolo antes, despanzurrándolo entre la barra y el suelo. Siete balas habían impactado sobre la parte superior de la barra tras la que estábamos atravesándola, yendo a impactar sobre los anaqueles de bebidas. Dos balas más hicieron blanco en mi ordenador haciéndolo saltar por el aire, una en la pantalla y la otra en la zona propiamente dicha del “ordenador·, atravesándola y dejándolo destrozado. Una de ellas impacto sobre la zona del pilote de hormigón donde había estado refugiada Andrea y dos sobre la mía, cuatro más rebotaron el al suelo, alcanzando nuevamente la barra sobre nosotros. Cinco balas más habían pasado sobre la barra impactando sobre los espejos y anaqueles de bebidas a nuestra espalda, destrozándolo todo junto con las siete que habían perforado la barra, bañándonos de alcohol además de llenarnos de cristalitos.
Según averiguaría luego, las balas empleadas eran de 9mm semiblindadas, decididamente la opinión de la policía fue que el pilote de hormigón nos había salvado la vida a mi compañera y a mí. En el local tras la marcha de los pistoleros quedaron tendidos dos muertos más tres heridos cuya gravedad desconocíamos. Tan solo nosotros dos y el encargado del local, que en esos instantes estaba en el almacén de bebidas, habíamos salido ilesos, que no indemnes. A los dos minutos escasos de terminar todo llegaron las primeras unidades de la policía, ese tiempo me ofreció la oportunidad de pensar en qué hacer cuando esta llegase y comenzase a preguntarnos por lo sucedido. Mientras atendíamos a los heridos hice una reconstrucción mental de la situación en la que me encontraba, que podía y debía o no decir… Tras ello comprendí que no contaba con muchas opciones, es más, en realidad tenia poquísimas, principalmente por mi “veloz” reacción y la cámara que teníamos sobre nuestras cabezas enfocándonos…
El local contaba con un buen número de cámaras de seguridad instaladas controlando el local desde diferentes ángulos, y que más que probablemente también habrían recogido nuestras reacciones ante la entrada de los individuos. No lo sabía de cierto, pero si suponía que esos dos habrían invalidado la cámara de la entrada con un espray de pintura o algo similar para que no pudiesen reconocerles fácilmente, puesto que habían entrado con sombrero y el cuello de sus abrigos alzado, pese a que desde mi posición pude ver perfectamente sus rostros. El principal problema es que las cámaras habrían recogido mi posición durante su irrupción así como mi rapidísima reacción, lo que señalaba bien a las claras que les había visto y bien visto. Fuesen poco o muchos segundos los que hubiesen estado ante mis ojos, sabía que existían técnicas para poder recuperar esos fragmentos de memoria y volverlos a traer a la superficie, por lo que fingirme en shock con pérdida de memoria para evitar decir nada no sería una opción válida. Eso no me serviría para otra cosa que para mantener más tiempo del necesario la atención de la policía sobre mí, incluido en ello el que tratarían de que me viesen varios doctores, etc., algo en lo que no estaba para nada interesado.
La policía, una vez que las asistencias sanitarias terminaron con nosotros por los pequeños cortes de cristales y el susto pasado, se interesaron en que les contásemos todo lo que recordamos. Si Andrea pudo decir poco más del hecho de que en un momento dado se encontró cayéndose de su banqueta por un empujón mío y que luego todo se llenó de ruido de cosas romperse o líquido cayéndole encima, en mi los agentes encontraron un auténtico filón. Les facilite suficiente información como para hacer un retrato robot bastante preciso de ambos hombres y les describí las armas lo suficiente como para darles una muy buena idea de cuales eran. Lo único que me callé, pues no veía forma de que desde donde estaba hubiese podido escucharles y por no “pasarme”, es que uno de ellos le dijo al otro algo en ruso, si entendí bien, fue algo así como “vámonos ya”.
Los agentes nos rogaron a ambos si podíamos pasarnos por la comisaria para completar nuestra declaración y quizá incluso ver algunas fotos. Los agentes que estuvieron hablando conmigo en comisaria pertenecían a la unidad contra el crimen organizado de la policía, algo que solo averigüé casi, casi de carambola y gracias a un inocuo comentario cerca mío, porque nadie se tomó la molestia de contármelo. En comisaria Andrea y yo estuvimos separados prestando declaración, a mi me mostraron varios álbumes de fotos entre las que encontré las de ambos tiradores. Luego de reconocer a ambos y de que entre un montón de fichas también diese con las armas, se despidieron con enorme amabilidad. Por supuesto, al escuchar eso y darme cuenta por su cara de que uno de los agentes fue consciente de que había escuchado que eran esos dos, fingí estar enormemente preocupado por mi salud dado que allí se estaba hablando de “mafia”, y todos sabemos cómo se ve algo así gracias a todas esas series que vemos en televisión. Los agentes me tranquilizaron y yo amablemente les deje hacer, puesto que lo que menos quería era tener a nadie cerca de mí siguiendo mis pasos. Según explicaron, esos dos eran sicarios, que una vez realizado el trabajo muy probablemente hubiesen abandonado el país, en eso instantes debían de estar viajando de vuelta hacia su país de origen.
En la oficina y tras pasar por comisaria, tanto a Andrea como a mí nos dieron un par de días libres para que nos relajásemos, al sitio en cuestión la jefa dijo que mandaría a otras personas en cuanto le dijesen que podían ponerse a trabajar. La noche del primer día de “descanso”, salí por algunos locales con la sana intención de aprovisionar mi cuerpo de sangre, tan solo por si la policía y yo estábamos equivocados. En uno de los locales a los que fui, me fije en una rubita que se encontraba con un grupito de amigas, en total cinco chicas con unas edades que estive entre los dieciocho y los veinte. Mi objetivo en cuestión vi que ya se había tomado un par de copas, cuando se acercó a la barra para pedir la tercera, lo hice por ella explicándole que yo la invitaba y no dejándola replicarme. Cuando hable con el camarero le pedí que rebajase la parte de alcohol y aumentase la del zumo en el combinado de la chica… luego de que la puso en la barra, se la entregué.
Cuando se lo puse en la mano, le dije que una chica tan bonita no tenía que excederse con la bebida para poder divertirse, para ello, solo tenía que salir un rato a bailar. Con una carcajada me replico que para eso necesitaría una pareja que estuviese dispuesta a ello. La tome de la mano, y dejando en la mesa de sus compañeras tanto su bebida como la mía la saque a la pista, estando los dos más de cuarenta minutos moviendo el esqueleto. Bailamos todo lo que nos pusieron, pero sin duda fueron dos canciones consecutivas las que me ayudaron a “ligármela” del todo, ya que pasamos de la inicial forma de bailar sensual, a una totalmente sexual y tórrida entre los dos. Por las expresiones de sus amigas cuando regresamos a su mesa, creo que también a las otras cuatro les había subido la temperatura solo con vernos movernos. De un modo nada discreto mi rubita esa noche me invito a su casa, que resulto que compartía con dos de sus amigas presentes, y a las que invito a llegar “tarde” esa noche. En esto si era una ventaja tener el cuerpo de un dios griego acompañado de una buena herramienta de trabajo, que durante ese tipo de bailes, cuando mi pareja palpaba, encontraba bajo mi ropa elementos la mar de sugerentes y que por lo general, provocaban que su boca y lo que no era su boca, se hiciesen agua.
Con una mujer, a la hora de practicar sexo, me comportaba acorde con la cantidad de sangre que iba a tomar de ella, contra mayor fuese esta, más placer les proporcionaba. Contra más débiles fuese a dejarlas por la falta de sangre, más debía de llevarlas a perder los papeles, a castigar sus músculos y su cuerpo durante su placer. De ese modo al día siguiente cuando se despertasen y se sintiesen como si una hormigonera hubiese pasado por encima de ellas, no se extrañarían de la situación en lo más mínimo. Por eso mismo, con mi acompañante me lo curre de lo lindo. Vivía en un tercero, al que llegamos subiendo a pie las escaleras, con sus piernas rodeando mi cintura, rebotando de descansillo en descansillo comiéndonos la boca de forma que no se escuchase ningún gemido, y por mi parte con dos de mis dedos ya en el interior de su empapado sexo. Una vez llegado a su descansillo, fue abrir su puerta, cerrarla con el pie, y empotrar a mi pareja contra la pared junto a la puerta. Hice a un lado su braguita, saque como pude mi polla, aún más complicado fue ponerme el preservativo. Una vez conseguido, sin piedad de ningún tipo se la encaje en el coño de un solo empujón, arrancándola un grito de placer ahogado en el interior de nuestras bocas, donde las lenguas seguían con su guerra particular.
Sin la mejor compasión con ella, estuve empotrándola contra la pared como un animal, reventándola el coño a pollazos mientras notaba como poco a poco se iba deshaciendo en mis brazos. Cuando la alcanzo por fin el orgasmo, abandono mi boca para hundir sus dientes en mi hombro, en un vano intento de ahogar el berrido de placer que escapo de sus labios. Segundos después, con ella aun rodeándome la cintura y mi polla dentro de su coño, hice que me indicase la dirección de su dormitorio, donde la deje caer sobre la cama. Ella empezó a quitarse ropa a toda velocidad mientras no perdía de vista como por mi parte poco a poco me iba desprendiendo de cada pieza, quedando a la vista mi cuerpo perfectamente musculado, fruto de mis años de entrenamiento o luchas como guerrero Espartano, pero más aún, como miembro de la Krypteia, un conjunto de Guerreros que hoy en día serían denominados como “Fuerzas Especiales”, pero que en aquella época éramos simplemente los más hábiles en matar de cualquier forma imaginable.
Una vez completamente desnudo, la hice levantarse e ir a por mí si quería seguir siendo follada, cosa que hico moviéndose seductoramente a cuatro patas sobre la cama. Al llegar junto a mí, empezó a escalar mi cuerpo, recorriendo cada musculo, cada parte de piel con su lengua en su ascenso, mientras sus ojos no perdían los míos de vista. Cuando por fin llego a mi boca poniéndose medio en pie sobre la cama, la tome por la cintura, alzándola y derribándola de espaldas nuevamente sobre su cama. Tome sus piernas por los tobillos, abriéndoselas por la fuerza hacia arriba, levantando su cintura hacia mi posición, con el coño en el sitio perfecto para poder perforárselo con mi polla nuevamente sin compasión. Son sus piernas completamente abiertas por sobre mi cabeza, con su espalda y sus hombros sobre el colchón, con un pequeño hilo de saliva escapando de la comisura de sus labios, gimiendo entrecortadamente mientras mi polla entraba y salía de su interior como si fuese un martillo neumático con absoluta brutalidad, en un momento dado se corrió a chorros, un espeso chorrito de líquido salió a presión de su coño en una de las brutales entradas de mi polla en su interior, corriéndome poco después en el preservativo.
Quedo sobre la cama completamente desmadejada, por mi parte y ante sus nublados ojos por el placer y la tensión, retire el condón, sustituyéndolo lentamente por otro. Al ver aquello se dio la vuelta tratando de escapar, rogándome que la dejase descansar, algo a lo que me negué. En esa posición me eche sobre ella, inmovilizándola bajo mi cuerpo, introduciendo uno de mis brazos bajo sus caderas, alzándoselas de ese modo. Cuando ella ya pensaba que nuevamente su coño seria barrenado nuevamente, se encontró con que en esa ocasión, era su otro orificio el blanco de mi ataque. Sin embargo, por el contrario a toda la brutalidad anterior, fue lo más delicado que pude al introducirle mi garrote por completo dentro de su recto. Sangro un poco y sus ojos se llenaron de lágrimas, insistió al principio también algo en que por favor se la sacase, aunque al final, se alegró de que no la hiciese el menor caso. Una vez que empecé a barrenarla con fuerza, estuve masturbándola, follándola con dos dedos mientras el pulgar se centraba en su clítoris. Comenzaba por fin a cambiar su incomodidad por placer, cuando por fin desnude mis colmillos, hundiéndoselos en el cuello, tomando ansiosamente su sangre a la vez que vertía en su torrente lo que fuese que provocase el placer tan intenso que sentían mis víctimas.
Al segundo escaso de empezar a drenar su sangre su cerebro fue alcanzado por el más brutal de los orgasmos, durante treinta segundos, fue como si su cuerpo sufriese una cadena de ellos, justo hasta el instante de retirar mis colmillos, cerrando la piel de su cuello en el proceso, dejando tan solo como una especie de puntitos rojizos que desaparecerían en unas pocas horas. Tras terminar de sufrir su orgasmo, y debido en parte a la perdida se sangre, la chica se amodorro en la cama, encogiéndose sobre si misma en posición fetal, quedándose profundamente dormida con cara de felicidad. Con mucho cuidado fui recogiendo mis cosas para marcharme, completamente saciado de sangre. Como solía ser habitual, ni la chica sabía quién era yo, ni yo quien era ella más allá de los nombres que nos habíamos dado al conocernos y que podían o no ser los auténticos. Anote mentalmente el nombre del local y la zona, consciente de que era un lugar a evitar durante los próximos meses. Esta era otra de las cosas que me gustaban de esta época, la inhibición de las mujeres y la facilidad de conseguir con quien follar, o en mi caso, de quien alimentarme sin los problemas “secundarios” de antaño en forma de padres, hermanos y demás familiares preocupados o directamente enfadados con la “perdida” de su familiar.
Tras los dos días que nos fueron concedidos de descanso, Andrea y yo regresamos al trabajo con energías renovadas. Del trabajo que inicialmente nos habían encargado, la jefa nos había retirado a los dos, dándoles el encargo a otros compañeros. A Andrea la asignaron a un grupo que estaba entretenido con la creación de un motor gráfico para una compañía de videojuegos, y a mí, me coloco de ayudante de una de las dos expertas en software de seguridad de la empresa, de una hacker para dejarlo más claro. Luna y Raquel, las dos “especialistas” de la empresa estaban trabajando en un programa muy especial, pues no era el típico Firewall encargado de defender un equipo, sino de un programa de alerta, que no detenía nada, pero sin embargo, en teoría debía de rastrear y tomar nota de la intrusión, tanto de donde se habían estado moviendo, como de donde procedía su origen. A lo largo de estos dos años, ya había colaborado con ambas unas cuantas veces, y realmente aprendido muchísimo de ambas, quienes por cierto por si alguno se lo pregunta, tenían más pinta de duras ejecutivas o de zorrones según como fuesen vestidas y sus actitudes, que de frikis de la informática. Luna y Raquel eran dos raras avis dentro de ese mundillo.
Tres días después de incorporarme nuevamente al trabajo, descubrí por las malas que los dos sicarios no se habían vuelto de regreso a su país como creía la policía cuando hablaron con Andrea y conmigo. Al vivir relativamente cerca de la oficina, tan solo unas pocas paradas de metros o de autobús, aunque de vez en cuando sí que me movía en bici. No tenía coche, había llegado a la conclusión, que si en algún momento quería o necesitaba hacer un viaje, me saldría más rentable alquilar uno y era un medio menos por el que preocuparme o que alguien pudiese usar para dar conmigo. El caso es que ese día me apetecía irme en metro, el día estaba un poco revuelto y en previsión, decidí irme en lo más resguardado. Siglos de ser un guerrero, de depender de mis sentidos para no ser sorprendido y con la costumbre de estar siempre en un mínimo de alerta, me sirvió para anticiparme los segundos justos al volar de las balas a mi alrededor. El sonido de una ventanilla bajándose, y el posterior reconocible de un arma cargando una bala en la recamara, hizo que tirase al suelo las llaves con las que estaba jugando en esos instantes haciéndolas rotar sobre el dedo índice de mi mano izquierda. Fue agacharme a recogerlas tras un coche y saltar los cristales de este hechos pedazos por el impacto de las balas que iban destinadas a mí y que me pasaron por encima, terminando incrustadas en la pared del edificio situado como a unos seis o siete metros de mí. En esos momentos había bastante gente en la calle, aunque por fortuna no cerca mío, por lo que estallo el pánico, que rápidamente degenero en caos cuando todo el mundo trato de escapar por cualquier sitio o en cualquier dirección que creyó conveniente.
La policía no tardo en personarse en el lugar, y evidentemente, tras los patrullas normales, no tardaron ni una hora en hacer acto de presencia los investigadores del caso del local donde nos ametrallaron. Si algo quedó claro, es que quien fuese que estuviese detrás del primer ataque, había decidido terminar con el molesto testigo que había identificado a sus hombres. Irónicamente, el único motivo por el que esos dos tipos aún seguían con vida, se lo debían a la cantidad de gente que había presente en este segundo ataque y que no me permitió “liberarme” de mis límites “humanos”. Tal y por donde su vehículo había virado tras dispararme, sabia de sobra que corriendo podría haberlo alcanzado dos calles más allá por culpa de unas obras que es habría obligado si o si a terminar en aquel sitio para escapar. Sin embargo no pude hacer nada, de haber hecho lo que hubiese deseado, habría sido difícil para mí explicar cómo podía haber batido el record mundial de velocidad en muchos segundos…
Lo peor no fue el ataque y no poder hacerle frente como me hubiese gustado, que era matar a los dos sicarios, terminado de ese modo con el problema de forma definitiva. Lo peor vino cuando la policía decidió ponerme niñeras y una de las dos escoltas que me asignaron resulto ser Coral, mi amiga, o más bien, la gran amiga de Yolanda. Fue verme y hacer un poco afortunado comentario sobre los hechos acaecidos en la universidad con los asesinatos, por fortuna sus compañeros lo atribuyeron simplemente a una casualidad, pero los de mi empresa, empezaron a verme como una especie de gafe… lo que no era especialmente divertido. Para más Inri, el compañero de Coral, Andrés, resulto ser una fuente de preocupaciones para mí, pues reconocí de inmediato lo que era, pertenecía a las razas, concretamente, era un* Lykos. Los Lykos no eran una raza fácil, tenían ciertas capacidades que podían ser extremadamente incomodas para mí, ya que el adquirir su forma humana no suponía perder muy pocas de sus habilidades en su forma natural. Y yo sabía, que para el finísimo sentido del olfato de un Lykos, olería extraño…
Mientras que Coral se mostraba de lo más efusiva y charlatana, podía sentir los ojos Marrón claro, casi dorados, de su compañero, fijos en mi espalda. Gracias a mi amiga, en un par de días conseguí obtener bastante información de lo que estaba ocurriendo, por lo visto, Andrea y yo nos habíamos involucrado en una guerra entre dos mafiosos rusos, cuyo principal campo de batalla estaba en su ciudad de origen en su país. El Club en construcción sería una importantísima fuente de ingresos para su propietario junto con varios locales dedicados a la prostitución que ya tenía en el país. Según parecía, su rival había decidido que para llevar su guerra a buen puerto, sería importante terminar con su fuente de ingresos en el extranjero, y parecía que finalmente el campo de batalla entre ambos se había movido hacia aquí con la presencia en España de ambos. El sujeto en cuestión, no parecía está acostumbrado a que en Rusia nadie se enfrentase a él, y mi declaración e identificación de sus hombres, se lo tomo por la tremenda. Deduje de todo ello, que estaba muy interesado en hacer un escarmiento conmigo, cosa que desde luego no pensaba consentir. Por Coral llegue a la conclusión de que la policía tenía muchos datos sobre esos dos hombres y sus respectivas organizaciones, aunque evidentemente, ninguna prueba que les permitiese ir a por ellos.
Durante toda una semana, soporte estoicamente el llevar pegado a los talones a los dos policías, peor aún, aguante el que Coral, a instancias de Yolanda se instalase en mi piso en la habitación de “invitados”, cosa que además, vi clarísimamente que a su compañero no le hizo la menor gracia. Por otro lado, en la empresa, el tener allí a pie de puerta a dos policías, tampoco es que les hiciese mucho tilín que dijésemos. Doña Helena, mi jefa, me llamo a su despacho ese mismo viernes para ofrecerme la posibilidad de que cogiese mis vacaciones y de ese modo estar más tranquilo y segundo con todo el asunto, cosa que obviamente, y también con mis mejores palabras, rechace. Ese mismo viernes, aproveche la ausencia de Luna y de Raquel por encontrarse trabajando en el exterior, para usar el ordenador de la primera e introducirme desde allí en la llamada red profunda, aquella donde no llegaban los navegadores convencionales. Una cosa cierta, es que en internet nada se pierde, solo se oculta más profundo, y esto fue así también con ciertos datos que logre arrastrar nuevamente hacia la superficie con referencia a quien estaba ordenando mi muerte.
Logré acceder a los ordenadores de varias entidades, penetrar en sus sistemas a escasa profundidad, lo suficiente como para conseguir información considerada como “poco importante” de servidores de fácil acceso creados para consultas de los clientes, por lo que no levante ningún tipo de alarma. Pero era una información que a mí me termino llevando hasta tres posibles localizaciones de la vivienda del mafioso en cuestión. Hice cosas como investigar las facturas de luz, agua y uso del teléfono de los lugares en cuestión, comprobando cuál de ellos había tenido un incremento sustancial desde el periodo en que la policía sabía que llevaba en el país, etc. Sabiendo los números de cuenta de domiciliación de facturas, tampoco me resulto “complicado” acceder al banco y verificar que tuviese acceso concedido a sus cuentas por internet, comprobando que asi era, por lo que pude también investigar otro tipo de facturas, como las tarjetas de crédito y donde repostaban sus coches… Todo este conjunto de datos para los que yo no necesite de una orden judicial a la hora de conseguirlos, me indico la vivienda más probable que debía de estar usando el susodicho.
El motivo de acceder ese viernes, no fue otro que el saber que mis dos escoltas tendrían el fin de semana libre, Coral se lamentó en varias ocasiones de tener compromisos ineludibles para ese sábado que le era imposible cancelar. Su compañero obviamente, no tenía ese problema, pero al librar Coral aprovecho, algo que desde luego me beneficiaba. El sábado por la mañana me presentaron a quienes iban a ser mis dos ángeles de la guarda durante ese día, ninguno de los cuales a diferencia de Coral, se pensaba quedar a dormir conmigo, aunque si que otro agente los sustituiría por la noche en un coche que aparcara justo frente al portal de mi bloque. En la comunidad que conformaba parte mi bloque, existía una particularidad que no había comunicado a nadie durante esta historia, y es que por el sótano, por la zona de los trasteros se comunicaban los diferentes portales, que si bien estaban unos junto a los otros, los dos extremos si estaban lo bastante distanciados como para permitir a alguien habilidoso el poder salir y entrar sin llegar a ser detectado. Por fortuna, en otra época y otra vida, una de mis profesiones fue la de cerrajero, si bien estaban un poco oxidado, por regla general las cosas útiles procuro someterlas a actualización, y las simples cerraduras normales de una puerta o de un portal, no suponían el menor problema para un pequeño juego de ganzúas hechas con horquillas y clips. Eran fáciles de abrir o cerrar nuevamente.
Espere hasta la una de la madrugada del sábado para salir de casa, mi principal problema era la nula disponibilidad de un vehículo de mi propiedad con el que poder moverme libremente. Durante mi planificación considere también que el robar uno era algo que no me convenía, y el usar mi bicicleta tampoco lo veía como una opción por si ere reconocida, sin embargo sí que sabía de un sitio relativamente cercano donde podía hacerme cómodamente con una. A una media hora andando, diez minutos corriendo con mi capacidad, vivía una chica que en su momento fue tan amable de suministrarme su sangre tras una apasionada noche, mientras nos devorábamos casi nos sorprendieron dos vecinos en bici, al escondernos para que no nos pillasen pude observar cómodamente donde las guardaban. Las bicis estaban bien protegidas entre barras de acero, eso sí, con una cerradura “de seguridad” que casi hizo que me riera al verla. Diez segundo después tenía una bicicleta de carreras a mi disposición, me cambie de ropa pasando a transformarme en un “deportista”.
El tiempo de desplazamiento lo tenía casi cronometrado, sabía lo que me llevaría ir y volver con un margen de tiempo amplio por si surgía algún problema. Una vez llegase a mi destino, tendría poco más de tres horas para hacer un reconocimiento completo del lugar con un equipo muy básico de “espionaje” que me había agenciado con el fin de luego poder regresar el Domingo por la noche y hacerles una educada visita. Cuando alcance mi objetivo en una de las mejores zonas de Madrid, estuve observando con calma el perímetro. Se trataba de un chalet independiente con algo de terreno libre rodeando la edificación, se veían cámaras en los muros controlando el perímetro, pero mirando hacia el interior, tal y como había podido también observar en las casa vecinas. Tarde diez minutos en observar un punto débil en la protección, una de las cámaras estaba completamente desprotegida, ninguna otra la enfocaba, y aparentemente, además era la única que cubría cierta sección del terreno. Tenía conmigo tres pequeñas cámaras Wifi y un mini ordenador en el que podía comprobar lo que estas veían. Adose una de ella a la parte baja de la cámara desprotegida, pudiendo ver de ese modo todo lo que esta observaba.
Saque en claro que había dos hombres de guardia por la noche, ni que decir tiene, que iban armados, al salir a dar una vuelta en camisa, no se ocultaba su funda sobaquera con una pistola descansando en su interior. De lo que no estaba tan seguro, es de que el mafioso en cuestión estuviese en esa vivienda, aunque por lo que observe, desde luego que si varios de sus hombres. Después de dos horas regrese a casa, deje nuevamente la bicicleta en su sitio tal y como estaba. Conseguí volver a pasar ante las narices del agente encargado de mi protección y regresar a casa sin ser descubierto por nadie. Estuve meditando seriamente que hacer y más importante aún, como hacerlo… Al final trace una especie de plan de acción con una idea muy clara de cómo acceder a la vivienda según todo lo observado, y que era exactamente lo que iba a necesitar llevarme para la visita. No esperaba encontrarme allí a ningún de los dos que habían intentado matarme, dada la presión policial tras el segundo atentado, esperaba que a estas alturas sí que de verdad estuviesen ambos ya en Rusia.
El Domingo por la noche hice la misma jugada, con el beneficio de que por las calles había muchísima menos gente que pudiese verme, aunque si que tenía el horario mucho más restringido porque al día siguiente la gente madrugaba para ir a trabajar. Esa noche como único equipo llevaba ropa cómoda, una capucha con un pañuelo tapándome la parte baja del rostro y dos cuchillos normales con hoja de fibra endurecida, nada que no fuese de lo más fácil de comprar y conseguir en cualquier sitio. Como supuse, los habitantes de la casa estaban completamente tranquilos y muy seguros de sí mismos, lo que era un error letal… Seguí mi planificación paso a paso con precisión…
- Entrar en el recinto exterior de la casa: Simplemente tuve que cortar el cable de la cámara y escalar el muro, entrando por el punto débil del sistema.
- Alcanzar con rapidez un lugar donde esconderme: Me desplace con rapidez tras saltar el muro, agazapándome en el punto muerto de la esquina de la casa.
- Esperar a que alguien saliese a ver que ocurria: Una vez que el guardia pasó ante mí, me ocupe de que no moleste más. En este caso fue salir por su espalda y aprovechando mí fuerza sobrehumana romperle el cuello con un solo giro de cabeza… Comprobación del arma, encontrándome con una Glock de 9mm
- Entrar en la casa y localizar a cualquier otro sujeto que estuviese de guardia: Algo que conseguí con solo hacer un poco de ruido nada más acceder al interior. De una habitación cercana me llego una voz ahogada en Ruso preguntándome que había visto… Cuando entré en la sala de vigilancia el tipo me daba la espalda, fue el segundo en caer con el cuello roto. Estudie el sistema de vigilancia, localizando de inmediato el grabador, del que obtuve los discos duros en tan solo un par de minutos de trabajo silencioso. Luego comprobé también el arma del muerto, nuevamente otra Glock de 9mm.
- Avanzar de dormitorio en dormitorio y finalmente revisar con rapidez la casa.
El primero de los dormitorios estaba vacío, con dos camas en su interior, supuse que sería el de ambos guardias, desde allí pase al siguiente, donde encontré a dos tipos roncando alegremente. Mano a la boca y puñalada en el pecho, directo al corazón, no llegaron ni a despertarse. En la siguiente habitación tampoco había nadie, parecía ser un despacho, tras esto seguí hacia la siguiente donde había otros dos hombres más durmiendo. El primero murió de otra puñalada en el corazón, el segundo se despertó, y medio dormido alzo la cabeza, tratando de despejarse, lo que aproveche para retorcerle literalmente la cabeza de un giro seco, rompiéndole sonoramente le cuello. Cuando llegué a la última, la puerta se abrió justo cuando yo iba a hacer lo mismo, el tipo abrió mucho los ojos al encontrarse de frente conmigo, no le di tiempo a más, uno de los cuchillos se enterró en su garganta, girándolo y tirando hacia el lateral, degollándolo brutalmente. El ultimo tipo tuvo aun peor suerte, cuando llegue hasta el ya tenía su arma en las manos, estaba en esos instantes ocupado cargando una bala en la recamara, murió de una cuchillada en el lateral de la cabeza justo cuando el cerrojo de a Glock recuperaba su posición, quedando en el proceso amartillada para disparar.
Revise toda la casa, encontrándome con una extraña anomalía en las medidas de la parte de debajo de la casa. Tuve la sensación de que la planta de abajo no era tan grande como la de arriba, pero no logre ser capaz de encontrar nada extraño. Más tarde y gracias a Coral, sabría que la diferencia era por la existencia de una habitación del pánico que el mafioso usaba como dormitorio, aunque en esos instantes hubiese estado vacío. En mi excursión, ni encontré a los tiradores, ni encontré al dichoso mafioso, pero al menos, había reducido en seis opciones el problema del sujeto a la hora de intentar matarme de nuevo. Tras revisar la casa rápidamente, no encontré nada que me pudiese llegar a ser útil en un momento dado, quizá si hubiese encontrado algún silenciador apta para alguna de las pistolas, me la hubiese llevado ocultándola en un lugar seguro, pero dado que no di con ninguno, no me pareció interesante la opción de hacerme con un arma tan ruidosa. De camino hacia casa, en primer lugar di un rodeo evitando usar una ruta directa, y en segundo, me deshice de los dos cuchillos, así como de la ropa que había llevado puesta, dejando una pieza por cubo de basura por calle.
No era lo que pretendía exactamente, pero mi golpe y el asesinato de los seis hombres del mafioso, debilito la posición de este al extremo de hacer que regresase a Rusia, perdiendo buena parte de sus negocios en España. Después de su marcha, la policía tardó quince días en retirarme mis niñeras, ya que consideraron que ya no corría peligro, pues los intereses del sujeto en el país se habían esfumado, y bastantes problemas tenía en casa como para ocuparse de algo tan secundario en un sitio donde ya no le podía afectar. Aunque eso ya es otra historia, no me gusta dejar enemigos a mis espaldas si lo puedo evitar, y tres meses después aproveche quince días de mis vacaciones para visitar Finlandia de vacaciones. Dada la “cercanía”, use mis habilidades físicas potenciadas por la Vitae para colarme por la frontera, dándome una vueltecita por cierta ciudad Rusa, solucionando mis diferencias de forma definitiva con dicho señor y los dos hombres que trataron de asesinarme, que desaparecieron sin dejar rastro.
Desafortunadamente para mí, aunque la parte que me tocaba en los problemas con esos sujetos terminaron, mis problemas no hicieron más que comenzar. Por una parte y gracias a mi queridísima Yolanda, casi por narices “renové” mi amistad con Coral, que a petición de mi otra “amiga” se arrojó la tarea de sacarme a divertirme y tratar de ligar, porque según creía, parecía una especie de ermitaño, trabajo-casa, casa-trabajo. La presencia de Coral de regreso en mi vida, trajo consigo la aún mucho menos agradable de Tony, su compañero, un Lykos procedente de algún Clan del Norte de la península al que gracias a sus particulares dotes parecía que yo no terminaba de encajarle. Si en algún momento llegué a pensar por un instante que estos dos únicamente serian una molesta esporádica y puntual, estaba claro que no sabía hasta qué punto me equivocaba.
CONTINUARA
*Potestades: Son entidades angélicas que forman parte, junto a las Dominaciones y las Virtudes, de la segunda jerarquía angélica. Las potestades permanecen en nuestro plano finito de realidad, y se encargan de mantener el equilibrio cósmico y las leyes físicas. Se les ha denominado por ello "custodias de las fronteras", en tanto que vigilan los márgenes del mundo espiritual con el mundo físico. Como guardianes celestiales, las Potestades están provistas de conciencia, que les evita hacer el mal.
*Conclave: Se trata de una especie de Gran Consejo. Han dirigido, legislado y mantenido bajo control a las razas a lo largo de la historia. Nadie sabe nada del Conclave, quienes son, quienes lo componen o donde están ubicados. Son una especie de entidad mítica sobre la que se cuentan leyendas entre las razas… Paradójicamente a lo anterior, el único conocimiento cierto que se tiene sobre él, es que existe de verdad, que pese a todo es algo muy real… y absolutamente despiadado. Hace milenios que nadie en las razas bromea con o en el nombre del Conclave…
*Lykos: Al contrario que los Licántropos, que eran hombres que se transformaban adquiriendo las capacidades y habilidades de los Lobos, los Lykos eran originalmente Lobos con la capacidad de adquirir forma humana. Originarios de las montañas de Europa, sus clanes eran muy cerrados y varios de ellos en conjunto solían conformar aldeas enteras, sin presencia humana entre ellos. Ligeramente más longevos que los humanos antiguamente protegían sus territorios con violencia extrema, en esta época sin embargo, solían formar cooperativas para dar salida a sus productos y ser capaces de protegerse económicamente, usando buena parte de dichas ganancias para ir recabando de su propiedad buena parte del territorio de sus alrededores. Procuran del mismo modo ocuparse de cubrir los principales puestos necesarios en sus aldeas, maestros, medico, etc., mandando estudiar a los más jóvenes según sus aptitudes y necesidades del Clan.