Lilim - 1. Ashur, el Maldito
Mi nombre es Ashur, y soy el primero de los llamados Lilim el primer hijo de mi madre, el verdadero primogénito de la raza humana.
1 – LILIM
-Ashur, el Maldito-
Los dos hombres se detuvieron nada más cruzar la puerta de la Biblioteca, miraron detenidamente, fijándose bien en todo el mundo, en donde estaban sentados, que hacían, con quien hablaban, etc. Solo unos segundos después, el hombre más bajo señalo a su compañero hacia una de las mesas, ocupada por lo que parecía un estudiante completamente enfrascado en sus estudios. Según los datos que tenían se trataba de un estudiante de Informática de tercer curso, moreno, ojos oscuros, sobre metro noventa, con un excelente expediente académico, sin antecedentes, sin muchos amigos, alguien al que se podría definir como un solitario.
Ambos hombre se dirigieron hacia él, deteniéndose junto a él, uno a cada lado, el primero en hablar fue el más alto de los dos...
- ¿Miguel de Urquiza?
- ¡¡Eh!!, sí, soy yo -respondió el joven.
- Soy el Inspector Torres, y él es el Subinspector Gómez, ¿podríamos hablar un momento con usted? -preguntó.
- Sí, claro, faltaba más... ¿y dígame, que quería?
- Podría ser en otro sitio, así no molestamos a nadie con nuestra conversación.
- Si, por supuesto, tiene razón, ¿la terraza trasera le parece bien?
- Sí, me parece un buen sitio, ¿vamos?
- Si claro, venga... -respondió levantándose y poniéndose en marcha en dirección hacia el lugar.
Cuando llegaron a la terraza, en realidad se trataba del acceso desde la Biblioteca al jardín de esta, ese solía ser el sitio elegido por los alumnos para salir a echar un cigarro o simplemente, para estirar un poco las piernas antes de regresar dentro a los estudios. El inspector Torres le tendió la foto de un chico más o menos de la misma edad, con gafas, algo regordete y con cara de buena persona...
- ¿Conoce usted a este chico?
- No, no lo conozco de nada- respondió Miguel tras observarla detenidamente.
- ¿Está seguro de ello? ¿Está usted completamente seguro de que no le conoce de nada?
- Si, completamente... -titubeó-, bueno, es decir, le he visto en la biblioteca, pero nunca he hablado con él.
- Luego sí que le conoce -repuso el Subinspector.
- De vista sí, pero si lo que quieren es saber algo sobre él, lo siento, pero como digo nunca he cambiado una palabra con ese chico, ni siquiera un simple buenos días.
- Entiendo...
- Y dígame, de las personas que estaban dentro cuando hemos salido, ¿a cuantas conoce usted? -pregunto el inspector como de pasada.
- Perdone... no comprendo... -dijo aparentemente un poco confuso y sorprendido por la pregunta.
- Lo que ha escuchado, ¿que con cuantas de esas personas se ha relacionado usted?
- Pues... -se quedó pensativo unos segundos-, creo que solo con el personal de la Biblioteca, puede que con alguno otro haya intercambiado algún saludo, ya sabe, un buenos días, buenas tardes y así, pero vamos, fuera de eso nada.
- Ya veo -dijo el subinspector.
- ¿Pero de vista sí que los conoce a todos incluido este chico, no? Luego nos podría quizá indicar que días solía venir este chico o si era asiduo... -dijo el inspector.
- Si claro, de vista si, aunque tampoco sé si les podría ser de ayuda con eso, verán, yo vengo y me centro en estudiar, no presto atención a nada a mí alrededor, lo siento, pero... -se encogió de hombros.
- Tranquilo señor de Urquiza, lo entendemos, pero es posible que tenga usted datos que incluso desconozca que posee, datos a los que no le da importancia pero que para nosotros sí puede que la tengan.
- Si claro, bien, lo que deseen...
La policía estuvo hablando con el joven durante aproximadamente hora y media, en ese tiempo, el joven no se había contradicho ni una sola vez, tampoco había sido impreciso en sus contestaciones a los policías. Cuando consideraron que habían terminado con él, se despidieron indicándole que podía regresar a sus estudios. Cuando el joven entro de nuevo en el edificio de la Biblioteca...
- ¿Qué opinas? -Pregunto el Inspector.
- Que no me gusta ese chico, es muy extraño, me mosquea.
- Pero no tenemos nada que le señale, es más, de lo único que le podríamos acusar es de estudiar demasiado o de ser poco sociable, pero en el primer caso eso sería una virtud, y en el segundo una actitud que no le mete en líos -repuso el Inspector encendiendo un cigarrillo.
- Tenemos que entrevistar aun a otros seis alumnos, espero que tengamos más suerte y demos pronto con el asesino.
- Ojala...
Ambos hombres estaban bastante preocupados con la posible dimensión de lo ocurrido. Tan solo tres semanas antes había aparecido un cuerpo desmembrado en un vertedero, había sido una suerte que apareciese en dicho lugar, habían peinado y removido todo lo que habían podido encontrado "casi todo" el cadáver. Se trataba de un alumno de la universidad, un estudiante de ingeniería de segundo año, todo un ratón de biblioteca, el problema real, había llegado cuando acudieron a esta e iniciaron las pesquisas, encontrándose que habían desaparecido otros doce alumnos más en los últimos cuatro meses. De esos doce, cinco habían aparecido vivos, únicamente habían dejado la universidad por las buenas y estaban localizados, los siete restantes sin embargo parecía que se les hubiese tragado la tierra. Tanto este último chico como los anteriores desaparecidos, todos tenían el mismo perfil, la situación cada vez pintaba peor.
Dos semanas después la policía regreso a la biblioteca para hablar de nuevo con todo el mundo. La cosa esta vez sí que cada vez pintaba peor, el día anterior la propia decana de la universidad había llamado a la brigada para notificar la posible desaparición de otro alumno, uno con el que habían estado ellos mismos hablando y que desde luego, no daba para nada el perfil de haber dejado los estudios o de haberse fugado con nadie. Tras la nueva ronda de entrevistas, de nuevo ambos se quedaron mirando al joven moreno que les daba la espalda.
- ¿Qué opinas?
- Que así no vamos a sacar nada de nada, no sé muy bien que pensar de esta gente, no sé si es que son de verdad tan poco hábiles socialmente o que alguno, o todos ellos, simplemente nos están vacilado.
- Todos los desaparecidos y el muerto están de algún modo relacionados con esta biblioteca, pero está claro que de esta gente vamos a sacar muy poquito si continuamos con esta táctica.
- Creo que tendremos que meter a alguien aquí para que intente acercase a esa gente, o no vamos a sacar nada en limpio, parecen atontados.
- Estoy casi seguro de que si le pegas fuego a esto no se salva ninguno por muchas alarmas que suenen, creo que únicamente se enterarían cuando el fuego les alcanzase, es... es... es algo ridículo, totalmente surrealista, aquí nadie ve, escucha u oye nada de nada, y de verdad además.
- Vámonos, veremos de cambiar de métodos.
Tan solo dos días después apareció por la biblioteca una nueva alumna que de inmediato atrajo la atención de Miguel de Urquiza. Era una chica realmente atractiva, del tipo de mujer que al pasar por su lado un chico siempre se volvería para echarle un último vistazo, pero no fue ese el motivo de fijarse en ella. El motivo fue que durante la primera semana de su presencia en la biblioteca aprovecho todos y cada uno de los descansos más o menos normales entre los estudiantes que andaban por allí de forma habitual para salir con ellos e ir entablando conversación. Pero Miguel se dio cuenta enseguida de una cosa en ella, nunca repetía conversación o salida con los mismos, eso más algo de conversación que le había escuchado de refilón, dedujo que debía de ser una agente de policía, detective privado o algo de ese estilo.
Como era normal en él. Miguel aprovecho también el fin de semana durante todo el tiempo posible para estudiar en casa, pero el lunes por la tarde le llego una desagradable sorpresa. Solo tenía dos personas a las que cualquiera podría llegar a definir al verle con ellos como amigos, o al menos algo muy parecido a eso, Yolanda y Fernando, pues bien, este último había aparecido muerto el domingo por la tarde en una zona de la sierra poco conocida, lo habían encontrado unos senderistas. Su cuerpo al igual que el anterior encontrado también presentaba signos de extrema violencia y también como el anterior aparecía brutalmente despedazado, aunque obviamente, la policía se debía de haber guardado muchos detalles de ambos casos.
La diferencia en esta ocasión con la anterior, es que la víctima estaba directamente relacionada con él, que el viernes había mediado en una discusión entre él y Yolanda, que no podía dar una coartada por haber estado solo estudiando en casa todo el fin de semana y el perfil que presentaba ante la policía como persona poco sociable, introvertida, etc... Para que explayarnos, Miguel era consciente de que daba un perfil muy, pero que muy malo, sin contar con el hecho de que tanto Yolanda como Fernando eran "Góticos"... Lo único bueno en todo esto eran sus notas y su “beca”.
Cuando Miguel les conoció el primer año de universidad eran dos personas más o menos normales, el entablo casi por accidente relación con Yolanda, y fue esta quien le llevo a relacionarse con Fernando, un chico inquieto, algo apocado pero muy inteligente, al igual que ella, que sin embargo era muy extrovertida. Los tres solían salir mucho juntos al cine, a comer pizza, a jugar a los bolos, a la discoteca, etc., hacían lo mismo que cualquier otro grupito de jóvenes de su edad, sin embargo todo eso cambio. El segundo año cuando reaparecieron a principios de curso llego la sorpresa, ambos llegaron vestidos de "Góticos", pero de "Góticos Vampiros", incluso llevaban pequeñas prótesis en los colmillos para alargárselos y parecerse a como lo que según las novelas describían que eran estos...
Miguel entendió que le gustase o no, ahora debería de tomar cartas en el asunto y solucionarlo. Alguien estaba metiéndose donde no le llamaban y acababan de colocarle a él ante la curiosidad de la policía, cosa que desde luego detestaba. Sabía el procedimiento, indagarían sobre su vida, encontrando una trayectoria perfectamente ordenada, clara y luminosa como la luz del sol. Sus notas, ninguna por debajo del 9.7 serían su mejor coartada para pasar casi todo su tiempo estudiando, esto vendría avalado por el hecho de que se estaba beneficiando de una beca privada y para mantener esta debía de aplicarse en sus notas, lo que le daba en sí mismo una coartada para su aparentemente falta de “interés por divertirse”.
No temía por su actual identidad, pese a todo a la policía le sería difícil dar con la tumba de Miguel de Urquiza, fallecido a la tierna edad de 2 años junto con sus padres en un trágico accidente en un pueblecito del Pirineo Navarro, y para eso haría falta mucho más que una investigación superficial o meras sospechas. Para empezar, porque en esa tumba ya no estaba Miguel de Urquiza, sino un tal Gabriel de Urquiza, hermano mellizo de Miguel, cuya documentación fue toda falsificada y depositada en los sitios adecuados, y cuyo nombre sustituyo al de Miguel en el certificado de defunción de este en el registro. De este modo si alguien investigaba su documentación seria total y absolutamente autentica, además nadie miraba la perteneciente a un muerto, porque para que falsificarla, no tendría sentido, ¿o no?. Pero estaba claro que no se podía permitir que la policía hurgase profundamente en su vida, porque difícil de descubrir o no, al final, podrían terminar por joderle por pura casualidad... Si quería indagar por su lado en todo esto, tendría que aprovechar la coyuntura que su “amiga” Yolanda le estaba ofreciendo…
Estuvo intentando animarla, encontrándose con que el viernes por la noche Yolanda no se atrevía a salir de marcha, tenía miedo, lo cual era malo, ya que cualquiera sabía que el mejor modo de superarlo era continuar con la rutina. Aprovechando esto, Miguel se ofreció a acompañarla el sábado durante toda la noche, incluyéndose también para esa misma noche si se animaba a salir también… Al final, acepto salir juntos el sábado por la noche, obviamente a Miguel no le quedó otra que dejar que Yolanda, o “Mysteria” como según parecía se hacía llamar en su mundo, le disfrazara como mejor considero. A saber… bueno, para no explayarnos, decir que parecía una copia de los Vampiros de la película Underworld, concretamente parecía un “Guerrero de la Muerte”. Cuando se miró al espejo tras ser “vestido” se pasó la mano por la cara y un pensamiento cruzo su mente… “Esto era justo lo que me faltaba…”
Con lo que no conto fue con que Yolanda se hubiese hecho aparentemente muy amiga de Sara, la chica nueva de la biblioteca y para Miguel, más que evidente policía encubierta. Esa fue su primera sorpresa del sábado por la noche al pasar a recoger a Yolanda, la segunda fue el local al que se dirigieron y que él no conocía. Según le contó Yolanda lo habían abierto tan solo año y medio antes, su nombre por otro lado era muy… “grafico”, ¡¡¡Vampiria!!!. Si el parecía un Guerrero de la Muerte de Underwold, la tal Sara parecía sacada de algún libro de “Crónicas Vampíricas”… Miguel se quedó pensando en que lo único que les faltaba era alguien disfrazado de “Lestat”, el protagonista de esos libros… Algo que por cierto, vio cumplido cuando se encontraron en el “Vampiria” con el “*Sire” de “Mysteria”.
Yolanda, o Mysteria, llevaba colgado de su cuello un colgante con un pequeño frasquito en el que llevaba unas gotas de su sangre mezclada con la de su “Sire”, según explico a Miguel, este era su señor en el mundo Vampírico donde se iban a meter al llegar al local. Cuando entraron y se encontraron con el tipo, los peores presentimientos de Miguel tomaron forma, el fantoche parecía una mala copia de “Tom Cruise” en la película que hicieron sobre este Vampiro y la saga de libros, sin contar con que le pareció un cretino de marca mayor.
Tardo escasamente diez minutos en darse cuenta de que “Blade” como este se hacía llamar para mayor escarnio aun, traficaba con Drogas tipo éxtasis, aunque eso si, por lo que observo en algún cliente a lo largo de la noche, sin duda esas pastillitas estaban muy… “diluidas”. Una cosa que también observo divertido, es que Sara también “marcó” a que se dedicaba el “Sire”, a Miguel le resulto gracioso que el muy gilipollas hiciese “negocios” en la misma cara de una agente de policía, que por muy infiltrada que estuviese, sin duda le pasaría cuenta a sus compañeros de narcóticos, que también sin duda, no tardarían en “visitar” a tan “gran señor”. Otra de las cosas negativas esa noche para Miguel fueron los colmillos falsos que tanto él como Sara se vieron “obligados” por un muy insistente Yolanda a ponerse antes de ir, y lo cierto es que le estuvieron molestando durante toda la noche.
En el “Vampiria” vio cosas muy desagradables para él, en primer lugar sorprendió, aunque nadie se diese cuenta de su presencia, a Mysteria en plena felación a su “Sire”, además, se la estaba haciendo mientras este estaba sentado junto dos amigos. No le agrado en nada ver así a su amiga, como la trataba de ese modo, aunque se quedó vigilando que nadie les sorprendiese en esa situación tan comprometida para ella. En otras circunstancias, en esta misma situación, por el mero hecho de meterse así en su “territorio”, le habría vigilado discretamente y en unos cuantos días, le hubiese eliminado y deshecho del cuerpo, algo que tampoco era tan difícil, pero con la policía rondando tan cerca de él en esos momentos, era algo que todavía no se podía permitir hacer voluntariamente…
Debería de solucionarlo de otro modo, pero tenía claro que no pensaba perder a Yolanda del mismo modo que había perdido a Fernando, ambos eran importantes y no se podía permitir el quedarse sin ninguno. Por otro lado tenía la impresión de que ese fulano sabía alguna cosa sobre los muertos, por lo que no sería ninguna tontería tratar de hablar con él e intentar sonsacarlo… Trataría de hacer eso como último recurso si no le quedaba otro remedio, con Sara sabiendo que traficaba y posiblemente estando avisados sus compañeros, ese tío era un muy serio peligro potencial para él.
El cretino de nombre real Jorge, estuvo durante gran parte de la noche tratando a Yolanda como si fuese una furcia de su propiedad o algo así, cosa que lamentablemente comprobó por sí mismo que realmente es lo que era y como esta se comportaba. De hecho le escucho hablar con sus amigos sobre ella, les dijo que en poco tiempo y a medida que le fuese subiendo las dosis de droga la tendría trabajando de puta para él, les ofreció en plan colegas ser los primeros en probarla por completo cuando estuviese lista para “trabajar”, les aseguro que podrían follársela a placer gratis y así de paso la entrenaban, todo esto entre risotadas de los tres. Miguel tuvo muchísimo cuidado de ocuparse de que Sara no se diese cuenta de nada de todo esto, evidentemente sobre el trato que recibía no pudo hacer mucho al respecto, pero sobre sus… “trabajos bucales” o los planes que ese gilipollas tenia para ella sí, sobre estos consiguió que no se enterase de nada.
En segundo lugar localizo en el local, concretamente en una de las llamadas salas Vip a alguien a quien había visto en el pasado, aunque afortunadamente para Miguel, siempre desde lo suficientemente lejos como para estar razonablemente seguro de no ser reconocido por él, de hecho siempre había procurado mantenerse lejos del poder, de cualquier tipo de poder. Para alguien en su situación, un solitario como él era, alguien con su pasado, alguien a quien todos temerían de saber su verdadero yo, el estar como se decía ahora, bajo el radar, era una necesidad imperiosa, aunque no siempre había sido capaz de evitar el tener que sacar la cabeza de su anonimato y mostrarse públicamente. Aunque eso era peligroso, eran épocas que algunas veces añoraba por lo emocionantes que resultaron…
La primera vez que vio a ese hombre fue bajo su verdadero nombre, Cayo Marco Vitelio. En esa época había sido recientemente nombrado Legado de la Legión XII Fulminata por el mismísimo Cesar, aunque nunca llegó a tomar posesión de su mando ya que desapareció en el camino y la Legión fue posteriormente deshonrada en la Capitulación de Rhandeia, algo que Miguel sabiendo el tipo de ser que era, estaba seguro, que siempre había tenido que escocerle. La segunda vez que le vio fue unos cuatrocientos años después, entonces era un poderoso comerciante en Bizancio, la entonces capital del Imperio Bizantino, y ya no era humano. La última vez fue cuando escapaba de la revolución Francesa y su… “gusto” por el afeitado en seco con la Guillotina. En las tres ocasiones le había visto desde lejos y tuvo muchísimo cuidado de no ponerse por delante, por lo que dudaba que se hubiese fijado en él. Cayo Marco era uno de esos hombres que difícilmente pasarían desapercibidos y que difícilmente pasaría por alto a alguien a quien considerase un peligro, por ínfimo que este le resultase.
Cayo Marco Vitelio era el Sire cuya prole poseía una gran influencia sobre Malta, Portugal, España, el Sur de Francia y la Península Itálica pese a ser estos países netamente territorio de los Clanes Licántropos. Cuando vio a Marco, Miguel empezó a tomarse la situación de otro modo, fue por esto que localizo lo que hacía Yolanda y su novio cuando pretendió que no se separase de su lado. También al verle y poner todos sus sentidos en marcha, fue por lo que pudo dar con los “hombres” de Marco distribuidos por el local. Además de otros individuos de lo más variopinto, allí dentro había una bonita colección de miembros de diversas razas diferente…
Según vio, Marco tenia consigo varios Ghoul y algunos Vampiros, sin duda de su propia estirpe, por cómo se comportaban estaba claro que cubrían el local, buscaban algo o a alguien. Miguel empezó a sospechar donde más coincidían esos chicos asesinados o desaparecidos además de en la Biblioteca de la Universidad. El llamar la atención de un Sire tan poderoso como era Cayo Marco Vitelio, desde luego no era la mejor idea del mundo si se quería seguir en él, fueses humano, Vampiro o de cualquier otra de las Razas Ancestrales, incluyendo a los Licántropos que pese a estar en su territorio le temían, y si estaba allí es que evidentemente alguien había llamado su atención.
Tuvo clara su línea de acción, en primer lugar debía de sacar a Yolanda de ese círculo en el que se había metido antes de que terminase trabajando como fulana para ese “sire” que tenia o algo mucho peor, muerta como Fernando. En cuanto vio que quedaba libre, que se separaba de su sire para ir a por bebidas la interceptó. Sujetándola del brazo con fuerza la arrastro hacia un lugar tranquilo del local, una vez allí pegándose a su oído…
- ¿Se puede saber qué coño haces Yolanda? Te he visto con ese idiota que dices que es tu sire y sus amigotes, además de consumiendo éxtasis… ¿Es que estas gilipollas o te falta algún tornillo?
- No, veras yo no… es que…
- Es que nada, ese tío es un proxeneta y tu eres su próximo proyecto de fulana, de hecho ya te está tratando como a una puta, ¿es que no te das cuenta de ello o qué? Hoy además de la mierda de éxtasis que ese tío vende, te has metido coca mezclada con ello.
- No, te juro que no, de verdad, yo no tomo nada de coca u otras drogas parecidas, solo un poco de éxtasis de vez en cuando, pero nada más –sus ojos eran sinceros.
- Lo se Yolanda, sé que “tú” voluntariamente no te la tomas, pero eso no quiere decir, que hoy, esta noche, hace un rato, no lo hayas hecho. Lo que te ha dado ese payaso, no solo era éxtasis…
- ¡¡¡Hijo de puta!!!, voy a matarlo… -cuando se disponía a irse muy enfadada, con uno de esos conatos de ira que le daban de vez en cuando, sintió como si la mano de Miguel se hubiese vuelto de acero, impidiéndole moverse.
- De eso nada, ahora vamos a ir con Sara que está allí bailando, y después, con calma, tranquilos, sin meter ruido, nos vamos a marchar de aquí. Esta noche te quedas en mi casa, y mañana, hablamos tranquilamente de todo esto, ¿hace?
- Sí, creo que sí, es lo mejor, además no me siento nada bien, empiezo a tener como nauseas…
- Pues entonces de acuerdo, venga, vamos a movernos por la pista como si bailásemos…
Tan solo diez minutos después los tres habían abandonado el “Vampiria”. Sara desde allí tomo un taxi alegando que ya que ambos iban juntos, se tendrían que desviar muchísimo para dejarla en su piso. En realidad, Miguel sospechaba que en lugar de dirigirse a su casa, Sara iría directa a la comisaria de la que dependiese. Cuando llegaron a casa de Miguel, Yolanda iba ya un poco mal, un poco “flipada”, la coca empezaba a hacerle efecto, estaba en el punto álgido de su “subidón”. Por su comportamiento, a Miguel le resulto claro que aparte de la coca y el éxtasis, le habían dado algo más, pues estaba desatada, completamente excitada…
Miguel desde que la sacó del “Vampiria” había pensado en meterla en su cama y follársela para poder ayudarla, por lo que esto le estaba viniendo muy bien, pero se estaba resistiendo a ella con el fin de que se volviese un poco más agresiva con lo que quería. Tardo casi cinco minutos en perder un poco el control, cuando Miguel le impidió que le desabrochase la camisa, Yolanda se la rompió de un solo tirón, hizo que saltasen todos los botones disparados, sus ojos estaban brillantes por el deseo y la excitación. El modo en que mejor podría en esos instantes describirla Miguel, es que estaba salida como una perra en celo…
Yolanda le derribo sobre el sofá, sentándose sobre él de inmediato, haciéndose hacia atrás para poder desabrocharle el pantalón y liberar la polla. Estaba como poseída, solo pensaba en follar, en metérsela hasta el fondo, en gozarla y disfrutarla como ya había hecho en más de una ocasión. Miguel por su parte hacia esfuerzos por controlarla, porque no se hiciese daño, y también por aumentar su deseo por él, sus ansias de follar y ser follada, la quería desesperada por recibir verga…
Cuando por fin la tuvo contra las cuerdas, desesperada por poder follárselo, la levanto en vilo como si fuese poco más que una pluma y con ella así sujeta se la llevó al dormitorio, lanzándola sobre la cama. Yolanda se retrepo hacia el cabecero, abriéndose bien de piernas, una de sus manos se situó sobre su coño abriéndose de forma obscena los labios del mismo, mostrándolo húmedo, muy húmedo y rosado, hambriento, un coño hambriento de polla. Miguel fue entonces cuando despacio se arrodillo sobre la cama, con la verga completamente tiesa, con una dureza como de acero, también obviamente muerto de ganas de follarse a esa zorrita de Yolanda.
Al final pudo más su deseo, Yolanda se incorporó abrazando a Miguel por el cuello y derribándolo sobre ella. Metió una mano entre ambos, alcanzando la polla del chico y dirigiéndola enseguida a la entrada de su encharcada gruta, una vez puso el glande en posición para poder perforarse ella misma usando sus caderas, sintió como este entraba en su interior como un misil, en ese instante, Miguel de un golpe seco le había clavado la polla hasta el mango, sorprendiéndola con el gesto. Empezó a moverse con fuerza, marcando un altísimo ritmo de bombeo, llevándola rápidamente a un primer orgasmo, sin ceder, sin amortiguar para nada la candencia de sus caderas sobre ella, machacando sin piedad su coño pese a lo sensible que debía de tenerlo tras correrse. Pero sin embargo, Yolanda nuevamente y casi en seguida, volvió a quedar dispuesta para continuar siendo follada de ese modo tan brutal.
Fue entonces, cuando a ella estaba empezando a alcanzarle el nuevo orgasmo, el momento elegido en que Miguel desenfundo sus colmillos, estos empezaron a crecerle desde las encías… Era algo ciertamente molesto, aunque no doloroso, algo a lo que pese al tiempo transcurrido ya, aun no terminaba de acostumbrarse, seguía encontrándolo tan incómodo de padecer como el primer día en que lo hizo… Tan solo unos segundos después de sacarlos a la luz, los clavo en el cuello de Yolanda… empezando a tomar su sangre al instante, esta tenía un sabor bastante desagradable, no le resultaba nada apacible, sin duda por las drogas que había tomado o más probablemente, por algo que le hubiesen echado en su bebida, pese a todo, se obligó a continuar tomándola.
Una de las habilidades de Miguel, consistía en proporcionar un intenso placer a sus víctimas, a mayor cantidad de sangre bebida, más placentera resultaba la experiencia para ellas… Aunque también tenía la capacidad inversa, podía provocar que un infierno de dolor, un terrible sufrimiento que se desencadenase sobre cada terminación nerviosa del cuerpo, e incluso posiblemente incluso de arrasar el alma de su víctima, tan solo de desearlo de ese modo. Era como si a sus presas el mismísimo infierno les creciese dentro del cuerpo. En otra época, esto hubiese sido explicado sin duda como algo mágico y maligno, en esta era de conocimientos y ciencia, sin duda, alguien diría que simplemente ocurría que sus colmillos al succionar la sangre, dejaban algún tipo de sustancia en el torrente restante que era lo que provocaba esas reacciones, en este caso además, tenían también la propiedad de reducir en mucho los efectos de determinadas sustancias, como buena parte de las drogas.
El caso es que según empezó a tomar la vitae procedente de Yolanda, en esta se desencadeno el mayor orgasmo de su vida. Su cuerpo se tensó, de su coño empezó a manar flujo, la polla de Miguel con cada embestida parecía sacarlo en riadas… empapando toda la ropa de la cama bajo ellos. Cuando dejo de sorber la sangre y retiro los colmillos, la piel se cerró nuevamente tras ellos, entonces Yolanda dejo escapar el orgasmo a los pocos segundos, quedando eso sí, completamente rota, molida, destrozada físicamente, tanto por la paliza sufrida con el brutal orgasmo, como por la misma pérdida de sangre. Pero esto hizo que fuese capaz de descansar tranquilamente durante toda la noche y purgar de su torrente sanguíneo los restos de drogas aun presentes en el mismo.
Miguel se levantó de la cama dirigiéndose al balcón, a la puerta de cristal del mismo, quedándose mirando pensativo hacia la noche. Hacía mucho que no se metía en esos líos, especialmente cuando por medio estaba una estirpe de Vampiros tan poderosa como la de Cayo Marco, casi ciento cincuenta años llevaba apartado, aunque en esta ocasión se veía obligado por las circunstancias a actuar… Estaba seguro de que los problemas aún no se habían terminado, el chulo de Yolanda era un problema, ya que posiblemente seria detenido en pocos días gracias a Sara, que le había visto trapichear ante sus morros. Cuando Yolanda no regresase con él o a seguir consumiendo gracias a que pensaba ocuparse de ella, ese imbécil querría recuperarla, y posiblemente, si descubría que él era quien la había sacado de allí, además de ayudarla a desengancharse… querría hablar seriamente con él. Si eso ocurría, Miguel era consciente de que no tendría otro remedio que matarle, y de paso una vez decidido eso, interrogarle, por ello debía de prepararse… pero incluso pensando eso, solo por si acaso, también ideo otro plan para intentar deshacerse legalmente de él.
Pero el principal problema para Miguel, mas allá de la policía, era la presencia de Cayo Marco Vitelio y sus *chiquillos, la ventaja es que estos tenían problemas con el sol, el en cambio no, podría moverse en unas horas en que ellos no estarían activos. Sus Ghouls eran una cuestión diferente, el principal poder vampírico del Estirpe de Marco tenía que ver con estos, su sangre los hacia más rápidos, más fuerte y más temibles que cualquier otro Ghoul de un Vampiro, pero además, les hacía ser leales a su Estirpe hasta la muerte, y eso no era un sentimiento, sino que creaba en ellos una necesidad patológica de serlo, lo que los hacia inmunes a cualquier tipo o intento de manipulación, fuese la que fuese. Buscase lo que buscase, y quizá fuese su misma presa, su presencia y perspicacia tan cerca suyo no dejaban de ser un problema. Aunque Miguel sabia que su principal ventaja es que no era un vampiro o uno cualquiera de las demás Razas Ancestrales…, él no tenía nada que ver con nadie en este mundo excepto su madre, si es que aún seguía viva, cosa que tampoco le extrañaría en lo más mínimo que así fuese.
En realidad Miguel era uno de esos seres conocidos como Lilim, de hecho, él era el primer Lilim, el primer hijo de su madre, de Lilith, la misma que le concedió sus habilidades Vampíricas, incluso antes de que lo hiciese con su hermanastro, Caín, el verdadero primer Vampiro de este mundo, y del que procedían todos los demás. Luego Dios le concedió a Seth, el tercer hijo de Eva el poder de la magia con el fin de proteger a los humanos de las Razas, y en especial, de los Cainitas… pero eso es otra historia.
Cuando su madre abandono a Adán, su padre, y dejo el paraíso para disgusto de Dios por su rebelión a sus designios, en su interior ya llevaba la semilla de su marido floreciendo, luego Dios la desterró definitivamente por su sublevación, cometiendo en su cólera la injusticia de desterrarle también a él, inocente en el vientre de su madre. Cuando nació recibió de su madre el nombre de Ashur… Con este nombre se le conocería luego como Dios de Asiria, y entre las Razas, como el maldito o el tres veces maldito. Lilith se hizo amante de demonios, incluso de los mismísimos Lucifer o Astaroth, los más poderosos de entre todos ellos.
Lilith tuvo hijos con estos, siendo condenada nuevamente por dios en las personas de estos vástagos medio demonios, maldiciéndolos a vivir únicamente un día. Dice la leyenda que los demonios les entrenaban por las mañanas para asesinar niños, por las tardes les mandaban para que se “divirtiesen” matando, y al llegar la noche, todos ellos morían sin excepción. En realidad, lo que estos hacían era mucho más simple y hoy en día mas fácil de explicar que entonces, cambiaban la genética de los niños atacados que sobrevivían, dando así inicio a las Razas Ancestrales, despertando parte de su código genético animal e incluso modificando este mas allá de lo permitido por el mismo Dios…
Así nacieron los Hombres Lobo, Hombres Jaguar, Hadas, duendes, Trasgos, Hombres Leopardo, y todas las demás razas… También sufrieron su ataque muchos animales, como los lobos, etc… ellos también al sobrevivir, dejaron de ser los mismos que siempre fueron. Todas la Razas Ancestrales nacieron de ese modo, con la excepción única de los Vampiros, los llamados Cainitas, conocidos así por haber sido creados desde los humanos por Caín, el Gran Sire, el primer Vampiro.
Lilith en un instante de lucidez entre sus amantes, en un intento de proteger a Ashur de ellos o del señor, le concedió sus dones, los mismos que luego concedería a Caín, la inmortalidad y el poder de los hijos de la noche. Los demonios, con la excusa de complacer a su amante, también quisieron hacer algo por él, quisieron concederle aún más poder, un poder procedente directamente de lo más profundo de las fosas infernales, con el único fin de atraerlo hacia ellos y alejarlo en lo posible de Dios. Sin embargo, este considero que con Ashur había cometido una injusticia, ya que él no tenía culpa de nada de lo que hiciese su madre, de que esta se lo llevase del paraíso obligándole a tratar con los Demonios, incluido el propio Lucifer, primer amante de su madre, poniendo de este modo en peligro su alma inmortal. Por todo esto, es que Dios envió a las potestades para hacer frente a los dones de los Demonios o de la misma Lilith… y las Potestades entonces, le concedieron sus propios dones, todos los necesarios para oponerse a los otros procedentes de sus adversarios.
El resultado de esa guerra a tres bandas por su alma inmortal, termino mal para él. Acabo convirtiéndolo en “Ashur el Maldito”, o en “el tres veces maldito”… Una por los dones de Lilith, otra por los de Lucifer y la última por los de Dios… Tras la lucha, todo a su alrededor cambio, no conservo poder alguno de los otorgados puesto que se compensaban entre si anulándose unos a otros. Únicamente se extremaron sus habilidades innatas o relacionadas con su ente físico o mental, todas ellas potenciadas por la dadivas de los tres enemigos en lucha. De hecho, gracias a todo ello, su alma es la única que no será juzgada en el día del juicio final… y deberá de usar su libre albedrio para decir su destino. Su mayor castigo realmente no fue perder sus poderes, el peor castigo que sufrió fue convertirse en un ser único, un ser que ni era humano, ni de ninguna de las demás Razas creadas por sus hermanastros o por su misma Madre. Desde ese mismo momento, supo que él era… “diferente a todos”, y por eso estaría condenado a la soledad de la eternidad... Todo muy solemne y una puñetera mierda que debía de agradecer tanto al cielo como al infierno, según pensaba Miguel.
Pero todo eso era historia pasada, de hecho había logrado que nadie la recordase a base de esconderse y pasar desapercibido para las razas durante los milenios de historia humana. Se había procurado mantener apartado del poder y de quienes lo ostentaban, aunque eso obviamente no siempre le había sido posible hacerlo, de ahí por ejemplo el ser conocido como Dios de Asiria. Su pasado, el quien era realmente, se perdía en las tinieblas del tiempo, y allí era donde pensaba mantenerlo para siempre, por eso la atención de un Vampiro tan poderoso como Cayo Marco, era justo lo que menos le convenía...
Por fortuna, una de las ventajas que tenía por culpa de su “maldición”, es que podía moverse a la luz de sol y alimentarse con comida humana normal, no necesitaba la sangre para ello, aunque si es cierto, que dado que parte del uso de sus “habilidades”, de poder potenciarlas, depende de ella, de vez en cuando, debía de saciarse, por eso alguien de confianza como Yolanda o Fernando, le eran tan… “necesarios”. Y ahora estaba seguro de que iba a necesitar sangre, si todo se desmandaba, la necesitaría en buena cantidad para poder protegerse…
El domingo por la mañana Miguel invito a Yolanda a quedarse también a comer, ella acepto, pero sobre media mañana recibió una llamada con la que pareció ponerse bastante contenta, con la otra mano tapando el teléfono, le pregunto a Miguel…
- Oye Miguel, ¿puede venirse Sara también a comer con nosotros?... Venga, porfa…
- Vale, de acuerdo, que venga si quiere, dile la dirección y que no hace falta que traiga nada, que ya tenemos aquí de todo…
- ¿Y pan?
- Bueno, una barra si llega el caso…
- Ok, se lo digo enseguida…
Realmente no es que le hiciese excesiva gracia a Miguel, eso de meter a una policía en su casa, especialmente a una que les estaba investigando, no entraba en sus planes. Lo cierto es que Sara era una chica que además de atractiva, resultaba muy simpática, estuvo contando un montón de anécdotas sobre sus estudios anteriores a transferirse de universidad, todo gracias a las preguntas de Yolanda, que parecía muy interesada en todo lo que ella contaba. Al igual que cualquier Vampiro, Miguel podía sentir la circulación sanguínea de las personas a su alrededor, y a Sara le había cambiado según empezó a preguntarle Yolanda, aunque se fue nuevamente estabilizando al ver que esta solo sentía curiosidad y no conocía nada sobre el otro lugar que ella describía.
Tras comer, mientras estaban los tres tomando café, Sara se levantó para admirar unos adornos que Miguel tenia colgados en la pared, se trataban de tres Katanas y cruzada tras ellas en sentido vertical, se encontraba otra espada de hoja bastante más corta. Se quedó un buen ratito observándola, incluso durante un par de segundo su rostro pareció especulativo…
- ¿Te gustan? –pregunto Miguel.
- Si, la verdad es que sí, me gustan las espadas y armas blancas –le sonrió Sara.
- Cógelas si quieres y las miras, aunque no son muy buenas, son de hecho bastante baratas, pero las compre porque como ves quedan geniales de adorno…
- ¿Puedo entonces…? –pregunto con su mejor sonrisa.
- Claro, no hay problema…
Sara descolgó una por una las Katanas y después la espada, al desenvainarlas se encontró con algo que sinceramente no se esperaba, unas hojas que daban risa. Eran de metal, pero metal extremadamente malo y sin el menor filo, era más efectivo si entraba alguien a robar, usarlas a modo de bate sin retirar las fundas, que eran metálicas, que usar esas hojas para hacer cualquier cosa…
- No están mal… -dijo Sara tras devolverlas a su sitio.
- ¿Qué no están mal? –pregunto perplejo y divertido Miguel…
- Bueno, vale, no es que sean muy buenas, pero quedan muy bien como decoración, ¿te salieron muy caras?
- No, la verdad es que no, para nada, el conjunto entero me salió por poco más de treinta euros, creo que treinta y tres sino recuerdo mal…
- ¿Dónde?, porque quedan preciosas para decorar –se interesó Sara.
- Esas fueron las del rastro, ¿no Miguel?
- Si, esas fueron las que vimos en el Rastro… Las vimos también en una tienda del centro, pero costaban casi cien euros, aunque eso sí, el metal de las hojas era mucho mejor… pero para que, si la gracia es que estén envainadas.
- Pues sí, la verdad es que la hoja te da igual, como si es de esas romas de aluminio… -admitió Sara.
- De todos modos, esa espada no la reconozco, será de fantasía, ¿no?
- Bueno, a mí me la vendieron como que era una espada Romana, ya sabes, de sus legionarios.
- Si ya, pero no, desde luego esa espada no es un “Gladius” que es como se llamaban, esa es diferente… Yo tiraría más por una espada Griega, quizá Macedonia, de la época de Alejandro Magno… aunque no lo se seguro.
- Vaya… -exclamaron a dúo Yolanda y Miguel-, cuanto sabes de esto…
- Bueno, es que como dije me gustan mucho –se sonrojo un poco para sorpresa de Miguel, que considero que era algo genuino y no premeditado por su parte.
Miguel no pudo evitar pensar que si, que no había estado errada para nada, en realidad era una copia de un Xifos, la espada de los ejércitos Espartanos, y esa era evidentemente falsa, pero la que el tenia oculta en su dormitorio, en un sitio especialmente construido para ella, desde luego que no, esa espada era autentica, era especial, y era “su” espada. Para la época actual además era la espada perfecta, de hoja muy corta, extremadamente afilada y en manos de un Guerrero experimentado en su manejo, era absolutamente letal. De hecho fue construida para él, siguiendo sus instrucciones, y con la mejor tecnología metalúrgica que se puede pagar hoy en día.
El domingo lo cierto es que se pasó rápido, incluso ambas chicas se quedaron también a cenar, aunque terminaron por pedir pizza, ninguno de los tres, y especialmente Miguel, tenían ganas de cocinar, estuvieron hablando de multitud de cosas. Sara no se anduvo mucho por las ramas, les lanzaba preguntas a ambos como si fuesen andanadas, una detrás de otra, sin parar, casi, casi, sin dejarles meter baza. Miguel no podía por menos que sonreírse a sí mismo por el gran trabajo que estaba haciendo la muchacha, a Yolanda la tenía completamente ganada y le respondía sin pensárselo, incluso inocentemente se le escaparon un par de cosas sobre su sire. En un momento dado, tras la pizza, Yolanda fue al servicio, y Sara se centró exclusivamente en Miguel, haciendo por primera vez la pregunta que este llevaba todo el día esperando…
- Oye Miguel, ¿tú conocías al chico ese que dicen que han asesinado, verdad?
- Si, te refieres a Fernando, si, le conocía, era amigo mío y de Yoli. Era un gran chaval…
- ¿Pero le conocías mucho? –pregunto como si le diese vergüenza.
- Te refieres… ¿a si sabía que era Gay? Sí, sí que lo sabía y no me importaba en lo más mínimo, yo no juzgo a la gente por sus gustos, sino por sus acciones.
- Ehhh, no, perdona, no me refería a eso, no era si sabias que era Gay, perdóname si te lo ha parecido… no era esa mi intención…
- Pues cualquiera lo diría –dijo Yolanda muy seria apareciendo de improviso-, porque también a mí me pareció que era eso lo que preguntabas.
- Lo siento Yolanda, no era eso, te lo aseguro, solo sentía curiosidad por saber qué clase de chico era…
- ¿Te refieres a si era como yo de raro? –pregunto tensa Yolanda.
- Venga ya Yoli, solo ha preguntado, sentía curiosidad… -dijo Miguel levantándose y abrazando a la chica, que enterró su cara en su pecho.
- Lo siento, de verdad, no pretendía…
- ¿Homicidios, no? –le pregunto directamente Miguel, destapando las cartas.
- ¿Cómo dices? –se sobresaltó Sara.
- Te pregunto si perteneces a homicidios o a otra rama de la policía…
- No, veras, yo… -Miguel la cortó mientras Yolanda la miraba sorprendida.
- Ahórratelo, estoy más que seguro de ello desde el primer día que te vi, has estado haciéndole preguntas a todo el mundo en la biblioteca, y desde luego, nunca has repetido con nadie, por lo menos hasta ahora con Yoli y conmigo… ¿Por qué?
- ¿Tu porque crees que sea? –pregunto seria Sara, cruzando las piernas y los brazos mientras les miraba a ambos fijamente.
- No lo sé, ninguno de los dos nos metemos en líos, Fernando tampoco lo hacía, creo que por algún motivo pensáis que la solución de todo esto está relacionada con los dos.
- No, de hecho es con ella en exclusiva, por eso la tenemos bajo vigilancia y yo me he acercado tanto –señalo a Yolanda, que palideció-. Y tranquila, estamos también seguros de que no has tenido nada que ver en todo ello.
- No lo entiendo… -dijo Yolanda.
- Si no sospechan de ti, supongo que temen que quizá te conviertas en la próxima víctima… o yo… -repuso Miguel.
- Lo de ella sí, lo tuyo… siento decírtelo, pero no, difícilmente serias víctima de nada que no sea quedarte ciego por tanto estudiar sin divertirte para nada. Chico, no tienes nada de vida social excluyéndola ahora mismo a ella, e incluso puede que hoy a mí…
- ¡¡Como dices!! –pareció sulfurarse Miguel.
- Venga no te enfades, sabes que tiene razón, eres como un ermitaño que no sale nunca, casa, universidad, biblioteca y vuelta a empezar. Esa es tu vida Miguel, sabes que Fernando y yo te hemos dicho mil veces que debías de salir más, que vas a perder tus mejores años…
- Ella tiene razón, deberías de tratar de salir un poco más, no creo que tus estudios se resientan por un par de días al mes que salgas…
- Tenemos razón y lo sabes –apuntilló Yolanda.
- Joder Yoli, tengo que estudiar, mi beca depende de ello…
- Venga ya, estamos en último curso, y desde primero llevas sacando sobresalientes, no sé si alguna vez has bajado de un 9.7. Sé cómo es tu beca, y no te pide más que buenas notas, no las mejores de toda la universidad… eso que haces, es pasarse…
De repente Miguel no sabía cómo había derivado la conversación hacia sus estudios y sus pocas ganas de salir de marcha, y dejado de lado el hecho de que Sara era una policía que les había estado investigando. De nuevo recondujo el tema hacia Sara y su profesión, de hecho tras hablar con ella durante un buen rato, Miguel decidió como buen amigo que era, que Yolanda se iría a vivir con él durante unos cuantos días, además de que la acompañaría a todos lados como si fuese su escolta particular, lo que a ella no es que le hiciese excesiva gracia que dijésemos. Luego las llevo a ambas a casa, dejando primero a Yolanda a que recogiese algunas cosas, luego pensaba llevar a Sara, para finalmente recoger nuevamente a Yolanda e irse con ella a su casa. Nada más asomarse al Balcón para indicarles que había llegado bien, Miguel arranco poniendo el coche en marcha hacia la dirección que le dio Sara…
- Oye Sara, sé que viste a ese idiota al que sigue Yolanda pasando pastillas en el Vampiria… ¿sabes que ella no tiene nada que ver con eso, verdad?
- Tranquilo, ya lo sé, y no te esfuerces, sé que esta liada con él, vi lo que estaba haciéndole delante de sus amigos… ¿Le dieron algo, no?
- Sí, creo que sí, anoche estuvo vomitando un buen rato después de llegar a mi casa, iba bastante mal. Creo que ese tipo hace más cosas que el pasar pastillas…
- Hable con unos compañeros de narcóticos y me contaron algunas cosas sobre él, procura mantener a Yolanda alejada de ese tío, es peligroso, créeme.
- Lo se… me di cuenta la otra noche… tratare de que no le vuelva a ver más, o si lo hace, que yo este delante…
- Eres un gran amigo, ¿podrías hacerme un favor?
- ¿El qué?
- Necesitamos saber algunas cosas, quizá Yolanda las sepa, pero no creo que nos las cuenta a ninguno de nosotros ni aunque la presionemos con encausarla…
- Quieres que yo le haga esas preguntas, ¿no?
- Si, a ti posiblemente te lo cuente. Necesitamos coger a quien sea que esté haciendo todo esto, y hacerlo antes de que nuevamente vuelva a matar a alguien más… Toma –le paso a Miguel una serie de fotos-, pregúntale a Yolanda si sabe algo de alguno de estos chicos, si los ha visto en el local con alguien.
- ¿También iba todos ellos allí?
- No lo sabemos seguro, algunos si pasaron algún fin de semana por allí…
- Entonces… -Sara le cortó.
- No, déjalo, no puedo hablar del caso con nadie, y mucho menos contigo o con ella, ambos estáis relacionados con una de las víctimas, y aunque en este momento no seáis sospechosos, entenderás que no pueda.
- Si, lo comprendo… Puedes tu decirme por favor, ¿si Fernando sufrió mucho al morir?
- No, lo siento…
- Ya…
- No, no me entendiste Miguel, no digo que no te lo pueda decir. Me refiero a que no lo sé, estaba totalmente desangrado y su cuerpo en un estado tal, que no hemos podido determinar exactamente, como murió o de qué forma murió.
Miguel se alegró de haberle hecho la pregunta, durante el resto del camino, Sara estuvo hablando, no dijo nada que no hubiese salido ya en la prensa, básicamente todo lo que le dijo lo podía haber leído tranquilamente en el periódico, pero hubo un par de datos, que hicieron que Miguel estuviese seguro casi al 100% de quien o que era el asesino, pero más aún, como y donde seleccionaba a sus víctimas. No es que fuese más inteligente que la policía, pero sí que recordaba que lo mismo ocurrió en Paris en los años 30 estando él cerca de los investigadores, y que en esa ocasión, identificaron al causante aunque logró escapar. En esa época mato a un amigo suyo de mucho tiempo, uno de los pocos que tenía y que sabían que no era un humano corriente pero no hacían preguntas, aceptándolo tal cual era. Ese amigo era un hijo de la noche, si no estaba errado, su asesino acababa de reaparecer aquí y lo quería muerto...
Tras dejar a Sara donde le indicó, y a quien por supuesto no vio entrar en portal alguno, ya que se quedó estática saludándolo hasta que se perdió de vista. Se dirigió rápido hacia casa de Yolanda… mientras conducía empezaba a fraguar un plan de acción, si tenía razón, además acababa de averiguar el motivo de la presencia de Cayo Marco en Madrid, y sus motivos eran idénticos a los suyos… En los años cincuenta, este sujeto estuvo en Roma, donde nuevos asesinatos se produjeron en sus universidades, varios de los miembros del Estirpe de Cayo Marco fueron destruidos en esa época, entre ellos un primo carnal que convirtiese en su tiempo en la lejana Roma, luego era obvio que este también estaba allí para buscar venganza por lo ocurrido…
El lunes todo transcurrió con normalidad, de hecho, todo fue así hasta el miércoles por la tarde tras las clases. Miguel estaba en la biblioteca estudiando junto con Yolanda y Sara, salió un momento a la terraza con estas a tomar el aire fresco y relajarse un poco de los estudios. Estando allí intensifico sus sentidos, descubriéndole algunas cosas interesantes. Esto provoco que decidiese hacer un descanso y dar un pequeño paseo por fuera, les dijo a ambas chicas que le dolía un poco la cabeza e iba a ver si se despejaba. En realidad lo que estuvo haciendo fue pasear y comprobar los alrededores, observar detenidamente cada palmo de terreno, intentando determinar, donde se producía el contacto entre las víctimas y su agresor. Cada vez anochecía más tarde, los finales se aproximaban y la gente acudía masivamente a las bibliotecas de la Universidad a estudiar para ellos, Miguel estaba casi seguro de que el asesino era un hijo de la noche, un Vampiro, y uno de un tipo muy concreto además, un solitario, uno sin sire que lo atase.
Durante su paseo detecto varios Ghoul en la zona en la que se encontraba, lo que quería decir que Cayo Marco debía de haber llegado a la misma conclusión que él. Aun había sol en el cielo por lo que los hijos de la noche seguirían “dormidos”, pero una vez este se pusiese, toda esa zona se iba a convertir en un coto de caza en potencia… Una de las habilidades de Miguel, o Ashur, era el poder distinguir a los miembros de las Razas, incluyendo a los vampiros, sin el menor esfuerzo, únicamente debía de prestarle más atención de la habitual en cualquier persona a la gente con quien se cruzaba, lo que normalmente, evitaba cuidadosamente, ya que implicaba tener que recurrir al consumo de vitae de forma más asidua de lo que a él le gustaría...
Cuando se marchaba el sol aun hacia fresco, por lo que solía llevar una chaqueta bastante liviana, en esta ocasión, ese día, bajo ella llevaba oculta un arma, su Xifo, íntegramente construido con una aleación especial basada en el Titanio reforzado, su filo cortaba del mismo modo que la cuchilla de un cúter... Esta aleación era muchísimo más liviana y resistente que el acero pudiendo incluso cortar este sin sufrir daños. Pero en este caso, el interés de Miguel por este material radicaba en el hecho de que la espada pesaba prácticamente lo que un teléfono móvil… Su talón de Aquiles en una espada, era precisamente ese, su peso. Una espada usa su peso junto con la fuerza de su usuario al golpear, en la mía el golpe únicamente dependía de la fuerza del brazo que la empuñaba, lo que en este caso concreto al tratarse de mí, implicaba una fuerza muy superior incluso a la de un Vampiro, que era como más de quinientas veces la de un humano normal.
Esa noche no ocurrió nada de nada, nos marchamos sobre las nueve y media de la noche los tres, sin ver nada raro o extraño, Yolanda decidió sobre la marcha que ella regresaba a su casa, que me lo agradecía pero prefería no quedarse conmigo y afrontar sus miedos. No intente convencerla de lo contrario, principalmente porque estando en mi casa restringía enormemente mi capacidad de maniobra, y quería salir por la noche a buscar a ese Vampiro con el que tenía algunas cuentas antiguas que ajustar. Acababa de beber recientemente sangre, por lo que sus reservas estaban al máximo, sus capacidades podrían brillar, pero cuanto más tardase en dar caza a ese Vampiro, más sangre necesitaría y más probabilidades había de que una vez, cambiase de territorio.
En la primera noche a Miguel le resulto difícil moverse por el campus de la universidad, había un notable exceso de Vampiros y Ghouls presentes, obviamente todos ellos del Estirpe de Cayo Marco, no tardó mucho en localizar a este con varios miembros más, por las pintas, la forma de mirar o de moverse, debían de pertenecer a la elite de sus guerreros. Estuve dando vueltas sin aparente sentido, con la intención de descubrir lo que estaban tramando todos esos, y no me resulto excesivamente difícil averiguar su plan. Cayo Marco estaba usando a sus mejores Ghoul y a los más jóvenes o bajos en rango de su Estirpe para crear una red, una malla que obligase a su presa a dirigirse hacia él, obviamente, se veía que deseaba matarle en persona por lo de su primo. Miguel decidió retirarse sobre las dos de la madrugada porque empezaba a llamar mucho la atención de la gente del Marco, no podía estar paseándose sin rumbo lata de refresco en mano de un sitio para otro.
El jueves desistió de salir por la noche, el problema que tendría seria el mismo que el del miércoles, sin embargo, al día siguiente todo sería muy diferente. El viernes por la noche en esa zona habría muchísima gente, fuera del recinto de las facultades había una zona muy concurrida de marcha, y las más discretas zonas verdes del campus se solían convertir muchas veces en picaderos improvisados. Acudió a la zona sobre las doce de la noche, intensificando sus sentidos, pizza en mano y lata de cerveza sin alcohol en la otra, sentándose en un banco de la zona que estimo como más probable en que podría ser atacado. Si bien uno de los Vampiros de Cayo y uno de sus Ghoul, chico y chica respectivamente, se fijaron en el según apareció, el hecho de estar comiéndose golosamente un buen trozo de pizza, y el que no oliese como ningún miembro de otra raza, provoco que lo calificasen de inmediato como humano.
Ambos resultaron atacados por sorpresa, la chica murió sin saber siquiera que le ocurría, el Vampiro por el contrario, supo perfectamente cuál sería su destino al sentir como los colmillos del ser de la noche que le atacó rasgaban la piel de su cuello, empezando a succionarle la sangre. Aun en un último gesto inconsciente, metió la mano bajo su chaqueta y sacando un cuchillo de considerables dimensiones apuñalo a su atacante…, cuya única reacción fue aumentar el ritmo de absorción de sangre de su presa. Cuando ya le quedaba muy poco para exterminar a su víctima, fue cuando Miguel se puso en marcha hacia él.
Cuando llego a su altura, el agresor acababa de dejar seco al Vampiro, su cuerpo empezó en cuestión de segundos a mostrar el paso del tiempo sobre él. Cuando un Vampiro o un Ghoul morían, sus restos empezaban rápidamente a acumular sobre ellos el paso de todo el tiempo vivido como tales criaturas, lo que habitualmente, suponía que quedasen reducidos a cenizas… Eso ocurrió en el caso del Vampiro, pero no en el de la chica, que prácticamente no sufrió apenas cambios, lo que indicaba que era un Ghoul “reciente”.
- Vaya, humano, mal hecho al venir hasta aquí… mi sed ya estaba saciada, pero ahora me voy a ver obligado a matarte… -sonrió maligno.
- No has cambiado en nada, Martuk –dijo Miguel agachándose sobre la mujer, buscándola el pulso en el cuello.
- ¿Quién te ha dicho ese nombre?... ¡¡¡Ahhh!!!, entiendo, eres otro Ghoul, ¿no? –vi como sus fosas nasales se movían rítmicamente oliendo el aire.
- Es inútil, con toda esta sangre tan cerca de ti, dudo que puedas oler la mía bajo la piel y determinar qué clase de ser soy…
- No, eso no influye, puedo concentrar mi olfato en un solo blanco, y no hueles a Ghoul o a Hijo de la Noche… Dado que no te sorprendiste cuando me viste, supongo que eres un… “Cazador”, ¿me equivoco?
- La verdad es que no, no te equivocas, estoy aquí para cazarte, como bien has dicho -Miguel se incorporó con el cuchillo de la chica en la mano.
- ¿Pretendes enfrentarte a mí…? –señalo divertido el cuchillo-, ¿con eso? –luego rompió a reír.
- No, realmente no, pretendo hacerlo con esto otro –replico Miguel sacando su Xifo de debajo de la cazadora.
- Ohhh, vaya, una espadita… Pero la mía… es más grande… -dijo nuevamente divertido sacando a su vez su propia espada.
- Vaya, bonito Yatagán, ¿así que es cierto que eres un Jenízaro del apogeo del Imperio Otomano? –dijo Miguel, haciendo que Marduk entrecerrase los ojos.
- ¿Quién eres tú?
- Alguien que te quiere muerto, mataste a un amigo mío en Paris, en la universidad…
- Creo que te equivocas, hace mucho que no he estado en Francia… aunque eso es igual, has cometido un error al venir a mí y te va a costar la vida…
- Le mataste en 1934… desde entonces, he esperado pacientemente volver a encontrarte de nuevo, y matarte…
- Creo que antes equivoque la pregunta, lo correcto si no me estas mintiendo, seria preguntarte, ¿qué demonios eres tú? Aunque de todos modos es igual, te voy a matar aquí y ahora, si tratabas de ganar tiempo para que acudiesen más lacayos de ese Romano estúpido, perdiste el tiempo… -se señaló con el dedo-. Sabes tenías razón, era de la elite entre los Jenízaros… no tienes posibilidades contra mi… Mantengo intacto su entrenamiento en mí, durante más de 500 años…
- Vaya, lo cierto, es que mi entrenamiento es… Espartano…
- Pues mala suerte, entonces, deberías de haber aprendido con quien debes de meterte y con quien no… -salto sobre Miguel blandiendo el Yatagán, enfilándolo con un tajo hacia su cuello.
Miguel vio venir el ataque, conocía esa maniobra suya, y de hecho la había provocado, en sus manos llevaba el Xifo y el cuchillo de la chica, uso el segundo para desviar el golpe, que paso a milímetros de su cuello, y el Xifo lo uso en un golpe alto, sobre el propio brazo de Martuk para clavárselo en el corazón. Martuk se dio cuenta de la trampa, solo que excesivamente tarde, así como el hecho de que Miguel no se movía con la velocidad de un humano o un Ghoul, sino que lo hacía mucho más rápido aun incluso que los hijos de la noche. El Xifo lo paralizo en el acto, haciéndole caer al suelo inmóvil. Miguel se situó sobre él, mirándolo desde arriba, clavando sus ojos en los enfurecidos ojos de Martuk…
- Sabes, creo que me malinterpretaste. Cuando te dije que mi entrenamiento era Espartano… lo decía en sentido literal. Yo fui uno de los compañeros del Rey Leónidas en el paso de las Termopilas, de hecho, podríamos decir que fui el único Guerrero Espartano que salió vivo de allí… y debes saber, que cuando aprendo algo, mi cuerpo, siempre recuerda como se hace y lo que se necesita para ello por muchos años, e incluso siglos que pasen…
Los ojos de Martuk se movieron asustados en sus orbitas, era evidente que querían preguntar muchas cosas, incluido también, el suplicar por su vida, consciente de que no sobreviviría, y que contra mas hablase Miguel sobre él, menos probabilidades de ello existían, pues nadie en su sano juicio revelaría tales cosas desconocidas para todo el mundo, y dejaría a nadie vivo para que pudiese contarlas o sacarles partido…
- Si, así es Martuk, no vas a salir vivo de aquí…
Miguel se agacho sobre él y lo degolló con el cuchillo de la chica, empapando su hoja con su sangre, dejando luego el cuchillo en la mano de ella, mientras que con la otra le taponaba la herida a Martuk. Cuando termino, le sonrió, con una sonrisa que daba escalofríos, y lentamente, para que lo viese bien, hizo salir sus colmillos de las fundas de sus encías, agachándose luego sobre su cuello, mordiéndolo y empezando a succionarle la vida. Al contrario que con Yolanda a la que hizo disfrutar, con Martuk empleo su otra habilidad, el Infierno en la Sangre, el cuerpo del Vampiro empezó a temblar pese a estar inmovilizado por la espada clavada en su corazón, incluso de su garganta escapaban quejidos guturales de terror, de miedo y de profundo dolor…
Dejándole a un solo paso de la muerte dejo de tomar su sangre, luego saco el Xifo de su cuerpo, y recogiendo de entre las ropas del Vampiro de Cayo Marco el Gladio que este escondía, decapito a Martuk matándolo en el acto. El cuerpo del Vampiro se convirtió en polvo en tan solo unos segundos, así como la sangre del suelo, únicamente quedo la que había sobre el acero de las espadas y el cuchillo de la chica. Miguel nuevamente se inclinó, colocando el Gladio en la otra mano de la joven como si ella lo hubiese eliminado antes de morir.
También reviso rápidamente los efectos personales tanto de las ropas de Martuk como de la chica, recogiendo varias cosas, marcando algunas huellas en el suelo, dejando un objeto muy particular junto al cadáver, y marchándose luego de allí, con mucho cuidado de no llamar la atención de nadie, ya que aún le quedaba algo más que hacer en esa noche... Y debía de hacerlo cuanto antes…, pensaba darle a la policía un culpable para esos crímenes, además de un colaborador de Martuk para Cayo Marco, y tenía muy claro, quien iba a cargar con todos “los muertos”, nunca mejor dicho.
La semana siguiente, el martes, tras los exámenes, Yolanda y Miguel se encontraron con Sara, que les tenía una noticia sorprendente que dar, algo que hizo que Yolanda se tambalease… Según parece, cuando la policía irrumpió en el domicilio del imbécil de Jorge, el llamado “Sire” de Yolanda en el Vampiria, había sido detenido. Encontraron en su casa junto a un número muy elevado de pastillas de éxtasis debidamente escondidas en un doble fondo de un armario, varias cosas pertenecientes a los asesinados, incluido un colgante perteneciente a una turista Italiana que por lo visto había desaparecido el fin de semana en la zona de la universidad y cuyo cuerpo había sido encontrado tirado en un descampado de las afueras de la ciudad, según parece apareció con las mismas señales e idénticas heridas a los anteriores, así como sin una sola gota de sangre…
La vida continuó tras los asesinatos de las universidades, Miguel y Yolanda terminaron sus respectivas carreras con una nota excelente y manteniendo su amistad igual de fuerte que siempre. Tras su vida estudiantil, les llego a ambos la hora de buscarse un trabajo y empezar a labrarse un futuro… sin que por ello dejasen de verse de modo regular como los mejores amigos que eran. Sara, aunque al final resulto llamarse de verdad Coral, mantuvo el contacto con ambos, pero especialmente con Yolanda, algo menos con Miguel, con quien en poco tiempo no pasó de ser una relación limitada a poco más que el Whassap… Por su parte el Sire de Yolanda no llegó al juicio, le mataron unos pocos días antes en la cárcel, un preso italiano, las sospechas se dirigieron hacia un ajuste de cuentas por asuntos de Drogas.
CONTINUARA
*Sire: En el mundo Vampírico el Sire es el primer Vampiro, el creador o usurpador de una estirpe, dueño y señor de la vida de todos los pertenecientes a ella. Se pude ser Sire por Creación o por Usurpación, la segunda obviamente es matando al Sire, para después ocupar su puesto. Por ello normalmente, el Sire, siempre es el Vampiro más poderoso de la Estirpe… Por todo ello, un Vampiro, contra mas años tiene como tal, más poderoso, taimado, desconfiado y peligroso resulta…
*Ghoul: Son humanos que han bebido sangre de un Vampiro. Lejos de lo que dicen los libros, esta no les concede la inmortalidad, pero sí que al mezclarse con la suya les otorga más años de vida sin enfermedades, mayor fuerza, agilidad, resistencia psíquica y física, reflejos… Dota a sus sentidos en general de una notable mejoría que puede llegar al 100% de los mejores en un humano en algunos casos, especialmente si estos ya eran hombres bien entrenados de antemano en algún tipo de disciplina.
*Estirpe: La estirpe Vampírica se determina por el vampiro que les convirtió originalmente así como por sus poderes. Las estirpes suelen ser piramidales con más o menos escalones, a más escalones, obviamente mayor número de Vampiros en ella. El número de estos depende directamente del poder e importancia del Sire y del territorio propio que controlen.
*Chiquillo: Nombre genérico dado por un Sire a los Vampiros de su propia estirpe, o directamente por el responsable de una nueva transformación al Vampiro por él creado…