Liliana. La sopresa de su vida

Una historia real de desenfreno fantasías y muchas sorpresas.

Esta historia es real, de las más interesantes que he escuchado, pertenece a mi hermana, ella en absoluta confidencialidad me la relató y yo quiero que se conozca porque es interesante y apasionante.

Soy una comerciante muy reconocida en mi ciudad, dueña de un negocio de lencería y bijouterie.

Tengo 30 años recién cumplidos, soy soltera por convicción y fanática del trabajo y la estética. Mi nombre es Liliana, de 1,73 de estatura, con un cuerpo muy cuidado, muy trabajado por el deporte; casi todo en mi es natural a excepción de mis lolas las cual hace un par de años las agrande un poco para que sean más acorde con mi figura y subsanen las diferencias con mi pequeña cintura y mi llamativo culo. Sé que soy muy bonita, y además muy llamativa. Mi cabello largo, con bucles y rubio (con ayudita de algo de tintura), ojos pardos y pese a mis 30 estoy para el infarto; dejo boquiabierta a más de una jovencita de veinte, cuando me ven de traje de baño en el verano. Me encanta estar esplendida y llamativa, un tanto por mí, otro poco por mi trabajo.

Tengo cliente de todo tipo, casi todas mujeres a las que les conozco todo los gustos. Se cuando la lencería es para sus maridos, o para sus amantes y no se imaginan lo osada que puede ser una mujer que aparenta muy clásica.

Entre todos mis clientes, tengo dos en particular, las cuales hace poco empezaron a frecuentar mi negocio. Ellas son Sandra y Carla, ambas bellísimas.

Sandra es muy delgada pero increíblemente formada, tiene largos y ondeados cabello negros, unos increíbles ojos oscuros que parecen encendidos en la palidez de su rostro. Tiene una piel privilegiadamente tersa y tan blanca como la nieve; labios carnosos y rosados, una boca sugerente y delicada. Algo más alta que yo, es dueña de todas las miradas cuando se muestra con su deslumbrante cuerpo, al que sabe vestir exponiendo a la vista de quien quiera sus mejores atributos que son: sus pechos, su culo y sus increíbles piernas.

Carla es su amiga y compañera, de exuberante cuerpo, pechos enormes, una cola grande pero perfectamente formada, pequeña cintura, bastante más alta que Sandra, un físico sin dudas modelado en el gimnasio, rubia pero tenida y si bien no es tan agraciada en la belleza de su rostro, no deja de ser una barby de infarto.

Pasaron unos meses en los que estrechamos vínculos, son muy abiertas y divertidas.

Según me contaron por cuestiones de trabajo llegan siempre sobre la hora en que el negocio está por cerrar y constantemente nos quedamos hablando de la vida y arreglando el mundo.

Así es que nuestra relación se hizo más y más estrecha. Por curiosa que soy, les voy preguntando cosas privadas porque de alguna manera considero que tienen actitudes llamativas. Vienen siempre juntas, gastan mucho dinero en compras, están impecablemente vestidas, a la ultimísima moda, son muy cultas y por lo que tengo entendido son solteras por convicción igual que yo. Pero sobre su trabajo nunca hablan, son absolutamente reservadas.

Es Lunes por la tarde, entrada la noche, poco movimiento de clientes, le digo a dos de las tres chicas que tengo de empleadas en el local que vayan acomodando las cosas para tener todo listo e irnos ni bien sea la hora del cierre. En eso que estamos con estas actividades, veo que llegan en un taxi las chicas: Sandra y Carla. Cuando veo que entran a mi negocio automáticamente pienso ¡Tengo el día salvado! (gastan mucho dinero cuando vienen).

Nos saludan como de costumbre, con un beso al tiempo que empezamos a charlar en forma distendida.

Veo que ya se hizo la hora de cerrar y les digo a mis empleadas:

  • cierren todo y retírense hasta mañana, que yo me quedo un rato mas.

Les agrego: - Bajen las cortinas y que parezca que no queda nadie así yo puedo atender como se debe a mis dos clientas.

Carla empieza a mirar unas conjuntos rojos de encaje, unas tanguitas diminutas que imaginadas en su cuerpo calientan hasta una mujer.

Sandra busca un culote, negro o azul.

  • ¿Cómo te quedó el conjunto rojo que te dejaste la semana pasada? – le pregunto a Carla

Yo estoy intrigada, era minúsculo para el culo que portaba de la joven.

¡Esplendido! - me contesta .

  • lo traigo puesto ¿si quieres te lo muestro?

-¡Pero no por favor! no hace falta, no te pongas en molestias –le respondo.

  • ¡No es molestia te lo muestro! Insiste.

  • ¡Que así sea! – respondí para no quedar como una mal educada.

Hace un par de pasos hacia el vestidor, deja la puerta abierta y se empieza a quitar la ropa.

Su cuerpo es monumental. La que me parecía grandota y menos agraciada, me deja sin aliento, parece una escultura tallada en mármol.

Yo me siento algo incomoda por tenerla ahí, medio en pelotas, casi desfilando para mí.

Impactada por la curiosidad me acerco hasta ella que me habla y me dice:

¿Crees que soy bonita? Mientras pasa sus manos por el contorno de su cuerpo y mira su figura en el espejo.

¡ Pero no hay dudas de que eres bella! Contesto

Insiste, en preguntarme si le parezco que es realmente bella. Yo aseguro, replicando que si lo es.

Entonces detrás de mí; desde el probador de enfrente escucho la vos de Sandra la que me preguntaba:

-¿Y yo que te parezco? ¿También me crees bonita?

Giro buscando su imagen y la veo también en ropa interior, con un corpiño azul y un culote negro bien pequeñito.

La verdad es que Sandra es bellísima, más delicada, delgada al punto que se les traslucían a través de la piel las costillas flotantes, una micro cintura un vientre plano, unas tetas y un culo que parecen hecho por los dioses. Me siento realmente envidiosa de esas dos guarras.

-¡Eres también muy bella! - le contesto a Sandra.

¡Chicas por favor paremos, estoy algo incomoda, parecemos lesbianas! Agregué a la conversación.

¡Lesbianas! - dice casi gritando Carla! ,

Sandra sonrió burlonamente.

¡No podemos ser lesbianas aunque quisiésemos!. ¿O no te has dado cuenta que nosotros somos travestis, transexuales? –me dijo casi increpándome

¡Somos chicos! Exclama Carla mientras ambas ríen a carcajadas.

Yo que estoy junto a ella enmudecí. Estoy atónita, impactada y sorprendida. Yo que soy una minuciosa de los detalles y de la estética no me había dado cuenta. ¡Por favor que momento!

¿Pero cómo? ¿Están operados? – solo se me ocurrió preguntar .

¡Si te refieres a nuestro miembro, está intacto y funcionando! ¡Eso sí, tenemos hechos los senos, y algún toque de lipo, colágeno y votox!

Y entonces me sale la bestia de adentro y mirándola fijamente le digo:

-¿Pero en donde escondes tu sexo?

Carla mientras se quita la minúscula bombachita me dice:

-¡Magia!

Con su mano retira, no sé bien de donde, su miembro que es increíblemente dotado.

Casi como poseída o quizás hipnotizada, estiro mi mano y lo tomo como agarrando algo que no era de ella, sus testículos y su pene rebalsa mi mano. Es increíblemente grande, en estado laxo tiene como quince centímetros.

Con mi mano y mis dedos lo acaricio. No sé bien que me pasa, tal vez la sorpresa, tal vez la situación. Solo sé que acaricio su miembro y Carla jadea mientras inclina su cabeza hacia atrás al tiempo que se desprende el corpiño y dejaba al aire sus enormes pechos.

Sigo masajeando su pene y ahora inclino mi cuerpo para que mi boca pudiera alcanzar sus pezones, a los que beso y lamo mientras cierro mis ojos y me dejo llevar por la situación y el dulce e hipnótico aroma de su perfume.

Desde atrás, siento que las manos de Sandra me quitan delicadamente la ropa. Primero es mi pollera, luego mi camisa, ahora desprende mi sutien. Acaricia mi espalda con sus tibias manos para bajar lentamente hasta mis caderas, quita mis bragas y desde atrás comienza a separar mis nalgas y a comerme la vagina.

Yo estoy entregada al placer, con unos gestos y movimientos hago que Carla se siente en una silla que está dentro del probador y me arrodillo entre sus piernas para comerle su poderosa verga.

Abro mi boca y empiezo a meterla delicadamente dentro de mí, cuidando el detalle de tener la boca bien llena de saliva, mientras tiendo mi mano para seguir acariciando los pechos de Carla, que sentada jadea y me dice:

  • ¡Liliana que caliente que estas!

Sandra desde atrás me sigue comiendo la raja sin piedad. Su lengua castiga mi clítoris, para luego incrustase en mi interior buscando mi punto G, ahora sube y baja, da unos suave golpecitos contra mi ano, y vuelve a castigar mi inflamado clítoris.

Así solo pude aguantar unos instantes hasta que siento que mi cuerpo se convulsiona, mi vientre se contrae y mis muslos se tensan para recibir un hermoso y largo orgasmo al cual acompaño con un grito que les anuncia a las "chicas" mi buena nueva.

Recuperado el aliento, me incorporo y veo mi reflejo en el espejo del probador, estoy casi desnuda, a no ser, que llevaba puesto las medias negras mis zapatos con tacones y mis alhajas. Miro a Carla que permanece sentada, bellamente en pelotas y con su enorme mástil bien erguido.

Sandra ya está parada y desde atrás ha empezado a acariciarme los pechos. Me giro para verla; no pude más que besarla e intentar quitarle los minúsculos trapitos que la cubren.

Le quito el corpiño y me detengo a lamer su pechos, hermosos, firmes, perfumados.

Escucho como su corazón lleva un agitado ritmo.

Bajo lentamente mientras atrapo con mis manos los bordes de su culotte, y mientras la despojo de él, recorro con mi lengua sus medias desde el liguero hasta los pies.

Meto mi mano entre sus piernas y retiro su miembro.

¡O por favor!- exclamo

¡Es tan grande como el de Carla!

Ella tan delgada y delicada, ¿Cómo puede tener semejante tranca? ¡Es desproporcionada!

Si dudarlo la meto en mi boca y comienzo a lamer. Pero Sandra muy suavemente me lo impide retirándome.

- Necesito algo de estimulación primero antes de complacerte. Me dice.

Se dirige hasta donde esta Carla, se agacha frente a ella y le da un par de lamidas al tronco erecto. Lo lubrica muy bien con su saliva y entonces se incorpora, gira dándole la espalda a Carla y empieza a agacharse, intenta sentarse sobre Carla y tomando el tronco, se lo llevo hasta su culo. Con un ágil movimiento se deja caer sobre él; el pene se desliza hasta lo más profundo de su culo, lo que le arranca un gemido intenso.

Yo quedo impactada. ¡Se mete toda esa enorme verga de un solo movimiento en el culo y sin quejarse!

De pronto me veo ahí, parada sola como una estatua, desnuda, mirando como mis amigas disfrutaban del sexo y yo solo atino a echar de ver, me siento una tonta. No tengo opción, debo actuar. Me pongo a gatas y me acerco hasta el pene de Sandra que goza horrores con el enorme falo de Carla.

¿Ahora te lo puedo lamer? - le digo a Sandra

Y mientras se sacude sobre la tranca:

¡Si por favor! .-me responde entrecortadamente.

Y me decido a comerle la pija. Estoy como loca se la chupo, se la babeo. Me hace perder la razón ver cómo crece y crece alcanzando un tamaño extraordinario mientras la atrapo en mi boca.

Es muy excitante ver mientras le chupo la pija, como Sandra, tan delicada, tan menudita, goza teniendo clavada tremenda verga en su culo.

Le chupo y le chupo la verga, en un apasionado frenesí. Me vagina es como una brasa encendida, estoy como un volcán a punto de explotar.

Escucho un murmullo que me dice:

-Ven Liliana, ven súbete aquí – es la vos de Carla

Sin dudar un segundo me incorporo y espero que Sandra se mueva. La joven se levanta pesadamente, mientras puedo ver como se libera lentamente de la pija en su culo.

Carla me vuelve a llamar ordenándome me siente sobre ella. Por un segundo lo dudo; le termina de sacar la verga del culo a Sandra, no voy a poner en mi vagina, esa pija sucia.

Tú tranca esta sucia ahora! – le exclamo a Carla.

-¡Para tu concha sí! Pero tráeme tu colita para aquí! – me ordena

Hipnotizada me dirijo a su pene, me paso la mano por mi estrecho culito, con un poco de saliva que tomo de mi boca intentando lubricarlo. Me trepo sobre el cuerpo de Carla dándole la espalda y pegó mi culo a su verga. Me dejo caer y siento como el enorme glande se pegaba a mi ano. Carla por detrás, pasa sus manos por mi cintura, y con un golpe de su pelvis hace que un pedazo de enorme pene se meta en mi apretado esfínter. Luego otro movimiento y otro pedazo y otro pedazo se va clavando en mi interior, haciéndome gritar, jadear y estremecer.

No era la primera vez que tengo sexo anal, pero nunca nunca nunca, me habían metido tremenda pija, no solo en el culo, sino en ningún orificio de mi cuerpo.

Es enorme su aparato, me duele mucho por no decir muchísimo. La sensación de su verga en mi culo es extrema, siento como mi esfínter se ajustaba a su talle, como parece desgarrarse cuando la arrancaba de mi interior y como mi culo se ajustaba milímetro a milímetro a medida que me lo vuelve a incrustar.

Sandra se arrodilla frente a mí y me lame la vagina, tan delicada pero persistentemente, que dejo de sentir dolor para comenzar a gozar de nuevo. Estoy así un instante hasta que Sandra me sujeta de la mano delicadamente y me dijo:

  • ¡ven conmigo!

Carla escucha el pedido de Sandra, deja de moverse y esto me permite tratar de levantarme. Intento hacer salir la verga de mi culo la cual tengo completamente clavada en lo más profundo de mí ser. La sensación de sentir esa pijota retirarse de mis entrañas me convulsiona. Cuando termino de retirarla miro el falo y no puedo creer que todo eso hubiera estado dentro de mí.

Sandra se acuesta de espalda sobre una alfombra; tiene muy parado su miembro. Con un gesto me hace entender sus intenciones. Me subo sobre su cuerpo, pudiendo mirarla de frente y con mi mano pongo su pene en contacto con mi vagina, cuando su glande separa mi humedecida e hirviente vulva, me da una pequeña convulsión. No puedo más y no aguanto más y me lo meto de un solo movimiento hasta el fondo de mi caverna.

Grito como loca, de placer y excitación. Nunca viví nada igual. Cabalgo sobre el cuerpo de Sandra, al tiempo que disfruto de besarla y de lamer sus hermosos, grandes y delicadamente perfumados pechos.

Un instante después, siento que Carla está detrás mío, arrodillada a mi retaguardia, me empuja sobre el cuerpo tendido de Sandra y con un hábil movimiento deja mi culo desprotegido y a su disposición. Vuelve a clavar su aparato en mi culo.

Me tienen rodeada, una hermosa pija en mi concha y otra gruesa y poderosa en mi culo, solo debo hacer una cosa y es gozar.

Las gozo al tiempo que gimo, grito y me sacudo. Me contorsiono como una víbora mientras me perforaban por mi frente y mi retaguardia.

Quiero sus vergas y las tengo. Quiero sus tetas y se las chupaba. Quiero sus perfumes y los curioseo. ¡Ahora quería su semen!

Cabalgo sobre esas pijas, me sacudo como loca, quiero que me llenen de leche. Necesito sus espermas.

Entonces hago un movimiento errático, se sale el tronco de mi culo y Carla exclama:

-¡Que enorme el agujero que te estoy dejando! ¡Te estoy barrenando bien el culo! ¡Lo tienes súper dilatado!

-¡Nadie te ha hecho el culo como te lo estoy haciendo yo! Exclamaba orgullosa.

Cuando toco el orificio de mi colita y noto que ahora era un señor agujero, me éxito como loca, me siento nuevamente desvirgada.

Le grito que me ponga de nuevo su tranca en el culo, y cuando aprecio que el caliente trozo se clava en mi esfínter no puede más y me convulsiono, tiemblo y me retuerzo en el orgasmo más caliente y estremecedor que he gozado en toda mi vida.

Sin más demoras, Sandra me llena con sus fluidos mi vagina, y Carla hace lo propio en mi culo mientras grita:

-¡Te lleno el culo de leche divina!

Me quedo reclinada sobre el pecho de Sandra que yace casi dormida; todavía con su miembro dentro de mí. Y sobre mi cuerpo, Carla que sigue con su tranca en mi culo.

Primero se mueve Carla, lentamente quita su pijota de mi maltrecha colita; luego y de malagana me salgo de encima de Sandra, mientras su pedazo abandona mi interior volviéndome a provocar un rica sensación de placer.

Yacemos las tres tendidas sobre la alfombra, mientras yo intento recuperar el aliento y captar todas las sensaciones del ambiente, escucho la reparación agitas de las chicas, el silencio de entrada ya la noche, el raro aroma del ambiente que mesclaba los delicados perfumes de nuestro cuerpos con los olores que deja el sexo.

Me apresuro a incorporarme cuando siento que los fluidos de Sandra y Carla intentan escapar de mi interior pero Carla me sujeta y me pone boca abajo.

Esto no termino mi querida Liliana –me dijo

Es que estoy perdiendo tu esperma! Se me sale del culo! Le replico en el apuro.

Quiero verte como los dejas salir – insistió

¿Qué dices? – la increpo

Si mi amor, lo que oyes. Quiero ver como se escapa mi leche de tu culo!

¡Ponte en cuatro patas aquí mismo y déjalo salir! Me dijo tiernamente.

La perversión es extrema, yo accedo y me pongo ahí, a gatas, con el culo al aire, dejando salir el enema de esperma que me había hecho Carla con su gigante cánula de carne.

Sandra también se pone tras de mí para ver. No lo puedo creer. Yo tan delicada y fina mostrando mi culo lleno de leche a estas dos depravadas. Estoy espantada, no tanto de la situación sino de no saber o conocer cuáles son mis limites.

Siento el esperma escapar de mi esfínter chorreando en generosa cantidad hasta el suelo. Carla mientras ve el espectáculo que les brindaba mi culo, se masturba su miembro y en unos segundos, ya está listo para el combate.

Por detrás me toman de la cintura, es Carla, que me dice:

¡No voy a deja que se te escape ni una sola gotita más! ¿Si quieres te pongo mi pene de tapón?

¡Si por favor! - grito yo.

¡Ahora!, ya no te demores. Insistí

Y nuevamente su pedazote de carne se clava en mi culo.

Carla es memos delicada, mas brutal. Me posee sin mucha piedad. Me pone el falo en el culo y empuja hasta el fondo de un solo golpe. Me duele un poco. Pero la excitación es indescriptible. Me posee como a una perra.

Ver sus pechos sacudirse al compas de sus embestidas, sus manos con largas uñas esculpida tomando mi cintura, su largo pelo rubio pegarse en su cara por la transpiración es un experiencia mágica.

La belleza de dos mujeres delicadas, que te hacen el amor como mujeres, pero con los mejores penes que he visto en mi vida y te gozan como hombres; es bellamente irreal. El mejor sueño que he tener en mi vida.

La belleza de Sandra se posa detrás de Carla y empieza a penetrarla también. Formando un tren de pasión y lujuria.

Mi culo esta a disposición de Carla y el de ella a disposición de Sandra. Todo en un vaivén de penetraciones profundas y potentes.

Caigo al piso desvanecida. Carla queda ahora en cuatro patas mientras la delicada figura de Sandra le introduce su briosa verga por el culo.

Veo el tremendo pedazo de verga de tiene Carla colgar como un badajo. Esta mi dura y rígida; pese a que Sandra la posee por detrás la tranca parase de madera firme y rígida.

Miro a Carla a los ojos y le digo:

- Mi amor ¡Quiero eso en mi concha!

Ahora no! No me pienso mover para irme a lavar! - Me contesta

-¡No importa la quiero así!, ¡la quiero así como está! -Insisto

Me tiendo de espaldas sobre la alfombra, separo todo lo que puedo mis piernas y Carla en un movimiento ágil, sin perder la verga que tiene en el culo, se acomoda frente a mí, me toma por los muslos y comienza a clavarme su barreno en mi mojada y caliente caverna.

Su aparato me llena con generosidad, mis labios vaginales se ajustan a su pene, acompañando cada movimiento.

Tan enorme, rígido, potente y caliente miembro no puede hacer otra cosa que darme un placer inconmensurable.

Las tetas de Carla en un irregular movimiento se sacuden a cada embestida que me da y a cada embestida que sobrelleva desde atrás por parte de Sandra.

Solo me dejo llevar por el placer y el escenario. Los gemidos, el perfume del ambiente, la rara situación me excita a límites nunca antes alcanzados. Ahora estallo en otro increíblemente intenso y desgarrador orgasmo.

Sin tiempo para recuperarme, Carla se recuesta a mi lado, queda tendida de espaldas y Sandra me ayuda a subirme sobre su amiga. Ahora en esta posición Carla me vuelve a penetrar por la vagina y yo estoy tendida, ya sin fuerza, sobre el pechos de ella, al tiempo que siento que Sandra lubrica mi esfínter anal para luego posicionar su bello y enorme miembro sobre mi culito empezando a clavármelo muy despacio pero sin pausa. Me arranca un gemido cuando la tengo toda adentro del culo.

Sandra se esmera en poseer mi cola imprimiendo un veloz vaivén, desde abajo, Carla me estimula a moverme. Yo solo saco fuerzas de mi excitación respondiendo desacompasadamente al estímulo.

Estoy por desfallecer, y las chicas me poseen sin piedad, pero con dulzura. Las manos de ambas son como tentáculos que se confunden tocando de mi cuerpo, estimulando mis tetas, acariciando mi espalda, mi pelo, mi cuello.

Escucho que Carla anuncia su orgasmo y Sandra grita que también está a punto de llegar. Y siento como sus calientes líquidos, como lava hirviendo, empiezan a invadir mi interior, quemándome de placer y lujuria. Y me dejo desmoronar en otro orgasmo que me hace perder la conciencia.

Algo adolorida pero repleta y satisfecha, intento acomodar mi ropa y mi pelo. Pienso en tomar un taxi para ir a dormir a casa.

Sandra me besa apasionadamente, Carla me acaricia los pechos, para luego detenerse en mis pezones, una mano no se de quien se detiene en mi entrepierna. Es Sandra que sonríe y me dice:

-¡Mi amor estas mojada de nuevo!

¡Estas lista para volver a empezar! –Agrega Carla

Y sin más caigo al piso, enredada en una maraña de brazos, piernas y cuerpos para disfrutar nuevamente de inimaginables dosis de sexo.