Ligue en la ciudad de México (2)

¿Todo es lo que parece? Este NO ES UN RELATO EROTICO.

LIGUE EN LA CIUDAD DE MEXICO:

2

¿Todo es lo que parece?

Es domingo por la mañana, Pablo Emilio se despierta al escuchar el timbre del celular. Busca en la mesa donde normalmente lo deja antes de dormir pero no esta. Sigue el sonido hasta el bolsillo de la chamarra que usó la noche anterior. Cuando logra sacar el teléfono, marca llamada perdida. – El chico de negro.- Pablo sonríe, deja el teléfono sobre la mesa y se encierra en el baño.

Son las 12.20 cuando el teléfono de mi casa empieza a sonar, es Pablo Emilio, ¿vamos a comer? – Nos quedamos de ver a las 2.30 en un restaurante sobre Tamaulipas, en la Condesa. No me lo dice pero lo conozco, esta entusiasmado con el chico de negro, quiere contarme todo lo que pasó y que le de un diagnóstico.

Cuando llego al restaurante Pablo ya esta ahí, con una cerveza enfrente y una sonrisa delatora. Mientras camino hacia él lo observo, para sus 34 años se ve bastante joven, diría que no aparenta más de 28. Tiene el cabello castaño claro y los ojos verdes, usa una barba de candado que le favorece bastante aunque le sale bastante "güera".

Nos saludamos y por cortesía me pregunta de la boda. Respondo cualquier cosa, la verdad es que me urge que me cuente del misterioso chico de negro, es tan raro que Pablo Emilio se entusiasme con alguien...

Resulta que efectivamente el amigo anda bastante interesado, lo que mas me sorprendió fueron los datos que me dio, trabaja en Coca Cola, vive en la Colonia del Valle, se fue de vacaciones a Aspen...

No pregunté nada, dejé que Pablo Emilio siguiera contándome. Todo lo que le había llamado la atención (independientemente al físico) era material. El trabajo, el lugar donde vive, la loción y la marca de chamarra que usa. Me dio curiosidad de saber si él era consciente de esto.

¿Tiene pareja? Mi pregunta pareció sacarlo de balance. La sonrisa tonta que había acompañado la plática desapareció.

No se... no le pregunté.

Aparentemente no se le había ocurrido, pero fue obvio que la perspectiva de que la respuesta fuera afirmativa le preocupaba. Es bastante frecuente que gente supuestamente "comprometida" ligue igual que si fuera soltera.

Le hice 2 ó 3 preguntas mas de tipo personal, y comprobé que lo que mi amigo sabía del chico de negro era prácticamente nada.

Eran ya las 4.10 pm y acompañábamos la plática con café y cigarros. Sonó el teléfono de Pablo. Efectivamente era el chico de negro. Hablaron alrededor de 5 minutos, quedándose de ver a las 5 de la tarde.

Cuando cortó la llamada Pablo se quedó callado, pensando.

¿Qué piensas?

Me llama la atención no haberle preguntado si tiene pareja o por su familia.

Se me quedó mirando como si yo tuviera la respuesta escrita en la cara. No dejé que eso le preocupara demasiado, finalmente ambos solo estaban divirtiéndose. Hoy tendrían oportunidad de hablar de cosas mas personales.

Faltando 15 minutos para las cinco nos despedimos. Llevé a Pablo al lugar de su cita ya que no había sacado su coche. Mientras manejaba de regreso a casa me quedé pensando en la experiencia de Pablo. ¿Qué tanta importancia damos a lo material y al físico? ¿Estos valores han superado a la persona misma en estos tiempos? ¿Hoy en día basta con que alguien tenga un buen físico o buena posición económica para despertar nuestro interés?

Recordé las ultimas experiencias en bares. Era frecuente que la gente que no corresponde a los estándares impuestos en los lugares de moda fuera relegada, a nadie le interesaba conocer a un hombre mayor o a un chico pasado de peso, y peor aun, la gente cuya ropa no "corresponde" es todavía mas discriminada. ¿Llegará el día en que esto provocará una división? ¿Estará alguien ya pensando en poner un bar exclusivo para gente mayor de 45 años o pasados de 100 kgs en el que los demás no seamos bien recibidos? La respuesta no me sorprendería en lo absoluto.

Fueron pasando los días de la semana en el acostumbrado ir y venir cotidiano. Prácticamente me olvidé de Pablo Emilio y el Chico de negro, hasta el jueves por la noche cuando me llamó al consultorio. Lo escuché con poco ánimo desde que me saludo. Me contó que había visto 3 veces más al Chico de negro, pero en la última había pasado algo que quería contarme personalmente. Quedé de verlo en su casa algo mas tarde esa misma noche.

Llegué 20 minutos después de dejar el consultorio. Aunque esta cerca de casa de Pablo, el tráfico en esta Ciudad es cada vez mas difícil. Vi a mi amigo algo tristón aunque aparentaba estar bien. Su casa estaba como siempre, en perfecto orden. Estaba sonando una canción de Lenny Cravitz y había una botella de vino tinto y dos copas en la mesa de centro.

Después de abrir la botella y servir las copas, me contó lo que había pasado con el Chico de negro. El domingo, luego que lo deje en el centro comercial donde habían quedado de verse, tomaron un café, platicaron, y Pablo Emilio lo invitó a su casa.

Según me dijo, tuvieron sexo, el mejor sexo que Pablo Emilio había tenido en años. El Chico de negro resultó pasivo, con unas nalgas como de sueño, el cuerpo moreno, delgado, firme y lampiño, tal y como le gustan a mi amigo. Solamente la noche del domingo se lo cogió 3 veces. Para el amanecer del lunes todo iba como en la más romántica de las películas. Pablo me confesó que incluso llegó a pensar en llegar a algo formal con él, pues notó que era plenamente correspondido.

Pablo le prestó ropa para que fuera a trabajar y el también se fue a la oficina. Quedaron de llamarse en el transcurso del día. Pablo Emilio esperó la llamada pacientemente pero el Chico de negro no llamó. Mi amigo tiene muchos defectos, como cualquiera, pero el principal es el orgullo; y así orgulloso como es, tampoco lo llamo. En su mente construyo cualquier cantidad de historias, que iban desde el melodrama de "solo me uso para el sexo" (si, como de telenovela mexicana) hasta el "no soy suficiente para él" (como de telenovela mexicana y de TV Azteca), pasando por accidentes en los que el Chico de negro resultaba herido o muerto. Pablo Emilio lo imaginaba en una cama de la Cruz Roja o peor aun, del hospital de Xoco. Se imaginó parientes agónicos, abuelos moribundos que lo reclamaban a su lado. En fin... el lunes y el martes pasaron sin noticias del Chico de negro y Pablo Emilio inventándose todas las historias dramáticas del mundo. Para el martes en la noche, Pablo Emilio venció su orgullo y llamó al celular del Chico de negro, nadie contestó. Llamó varias veces esa noche y la mañana siguiente pero nadie contestaba, solo llamaba y llamaba hasta que la comunicación ser cortaba.

Finalmente, el miércoles a medio día, cuando Pablo Emilio interpretaba su papel de viuda mejor que Marga López, llamó el Chico de negro. No dio muchas explicaciones de su misteriosa desaparición ni de su extraño retorno. Citó a Pablo Emilio en un Vips de la Colonia Roma y colgó.

No era muy difícil imaginar que el amor no era tanto y que el Chico de negro desaparecería de su vida tan intempestivamente como había llegado. Una vez mas, Pablo Emilio se entregó al drama. Su única respuesta era "soy muy poco para él". A decir del Chico de negro, acababa de adquirir al contado un departamento en la Colonia del Valle, no sin antes vender uno en Polanco, debido a la "inseguridad". Planeaba un viaje de varias semanas a Europa, al cual, cuando se enteró, Pablo Emilio no esperaba ser invitado dado el costó del "paseo", ya que en ese momento seguía pagando su camioneta nueva y las tarjetas de crédito que siempre estaban hasta el tope. Así que si, esa era la cruel realidad, él no era nada para el Chico de negro, seguramente el buscaba alguien con quien compartir todas esas cosas y no un "prángana" que ni siquiera podía comprar un coche de contado.

Finalmente llegó la hora de la cita. Pablo estaba extrañamente nervioso, sentía las manos sudadas y la boca seca. Cuando llegó al Vips, el Chico de negro todavía no llegaba. Se sentó, pidió una coca cola y encendió un cigarro, tratando de adoptar una actitud "cool" y despreocupada.

15 minutos y 3 cigarros después llegó el Chico de negro, en una mano traía un portatrajes con la ropa prestada y en la otra una carta. Para entonces la actitud de Pablo ya no era ni "cool" ni despreocupada, por lo que me dijo, parecía mas bien la Tesorito en su peor escena de "Dos mujeres y un camino". Inmediatamente le reclamó su silencio de los días pasados, su retraso, su actitud... Cuando vio que el Chico de negro estaba todavía mas sacado de onda que él se calmó. Se sentaron y finalmente Pablo Emilio se enteró de la verdad.

Resultó que el Chico de negro efectivamente se sentía muy atraído y casi enamorado de mi amigo, y por lo mismo había desaparecido mientras buscaba ánimos para decir la verdad; y esta era que no trabajaba para Coca Cola sino para el área de atención telefónica del banco HSBC (lo cual en pocas palabras equivale a ser cajero), que no había estudiado administración en el Tec de Monterrey sino Contabilidad en la Universidad del Valle de México, y que el departamento de la Colonia del Valle no existía, vivía con una tía cerca del metro Constitución.

Pablo Emilio no lo podía creer. Cuando preguntó la razón, el Chico de negro contestó que si le hubiera dicho la verdad la noche que se conocieron mi amigo no le hubiera hecho caso.

El Chico de negro se disculpó no menos de 20 veces por sus mentiras, entregó a Pablo su ropa y la carta que llevaba en la mano y se retiró. Mi amigo seguía en shock tratando de entender lo que había sucedido. Media hora después pagó la cuenta y regresó a su casa.

Cuando terminó de contarme la historia, me preguntó mi opinión. No consideré que eso importara en ese momento así que mejor le hice otra pregunta.

¿Si él te hubiera dicho la verdad la noche que se conocieron, igual te hubiera interesado?

Pablo estaba muy serio, mirándome fijamente. Su respuesta me sorprendió aun más que la historia del Chico de negro.

A lo mejor el sábado pasado no le hubiera hecho caso. Con lo que aprendí de esta experiencia, tal vez al siguiente Chico de negro le de la oportunidad.

No se volvió a saber nada del Chico de negro, Pablo Emilio se recuperó muy pronto del golpe recibido y es el mismo de siempre. Hace poco fuimos juntos a un bar y noté que se ha vuelto menos intolerante, incluso estuvo platicando con un hombre como de 40 años y algo pasado de peso, no pasó ni pasará nada mas pero creo que finalmente aprendió a "darse la oportunidad".

Yo mientras tanto sigo preguntándome ¿Es tan importante lo material que incluso Pablo Emilio llegó a perder la seguridad en sí mismo y en sus logros, considerándose menos que el Chico de negro? ¿Qué habría hecho yo en el lugar de Pablo Emilio? ¿Será la mentira un mecanismo de defensa ante la cada vez más agresiva discriminación dentro del ambiente gay? ¿Qué habría hecho yo en el lugar del Chico de negro?... ¿y tu?

Gracias a todos por los muchos correos electrónicos que he recibido, prometo responder a todas las preguntas que me hacen y darles algún consejo en los casos que me plantean.

Por favor sigan escribiendo. Hasta la próxima.