Light and darkness together 5
Damien ha llegado al cielo, y pretende quedarse. Ángel siente angustia y odio al hijo de Satán, sin embargo... Éste decide ayudarle. No se lo pierdan.
Época de exámenes, supongo que algunos de vosotros también estaréis en ella, ¿verdad? Absorbe mi cuerpo y mi mente de una manera que apenas me queda inspiración, ¿por qué no dejo de escribir? Simple. Cuando escribo es cuando realmente puedo desconectar de toda esa vorágine de apuntes y lecciones. Así que he dejado los libros durante un rato para poder escribiros este relato. Espero que os guste.
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Light and darkness together
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Un relato del Enterrador
CAPÍTULO 5: ¿MI SALVADOR O MI PERDICIÓN?
Me quedé totalmente paralizado, él me miraba con una sonrisa tranquila analizándome, y yo no podía hacer otra cosa que temblar de miedo. El monstruo que me había destrozado la vida, que había matado a mis amigos… Estaba ante mí… Diciendo que iba a quedarse un tiempo en el cielo. ¿Y qué podía decir yo? Absolutamente nada.
-Es una lástima que nuestro anterior encuentro se viera truncado de una manera tan grosera, pero te aseguro que esta vez no habrá quien me aparte de tu lado-dijo tranquilamente.
-¿Q-qué l-les has hecho a m-mis p-padres?-atiné a decir.
-¿Eh? ¡Jajaja! Ha sido divertido. He llamado al timbre y esos dos han abierto, han preguntado quién era yo, y al decirles que era Damien, el hijo de Satanás, han caído al suelo redondos-dijo riéndose.
-M-monstruo… ¿Qué más quieres de mí?-dije con lágrimas en los ojos.
-Verás, mi dulce angelito. He sido expulsado del infierno por sodomizar a pequeños angelitos como tú-dijo agarrándome de la barbilla-Así que he decidido quedarme aquí en el cielo contigo hasta que se calmen los ánimos.
-Tsk-solté enfadado apartando su mano-¡Eres un idiota! ¡Si te encuentran aquí te matarán! La guardia de Dios no permitirá que el hijo del diablo ande por el cielo.
-Ahí es donde entras tú, mi dulce santurrón. Deberás protegerme para no ser descubierto-expuso con aires de grandeza.
-¡¿Por qué debería ayudarte?! ¡Me has destrozado la vida!-grité furioso.
Sonrió de nuevo y movió su dedo en forma de círculo. En ese momento empecé a sentir una excitación sobrehumana, un calor que inundaba mi cuerpo y que se centraba en mi polla. Caí de rodillas al suelo debido a la excitación y mi cuerpo jadeaba por sí solo.
-¿Q-qué has hecho?-solté jadeando.
-Ese anillo que tienes-dijo agachándose para quedar a mi nivel-Será tu perdición.
-¡N-no me i-importa!-grité como pude mirándole a los ojos desafiante-¡Y-ya me has d-destruido!
-Aburrido…-suspiró-En fin, pues tendrá que ser por las malas.
Se levantó y se dirigió junto a mis padres. Con una mano levantó a mi padre del cuello y me miró desafiante.
-¡Nooooooooo! ¡Detente!-grité.
-¿Vas a ser un niño obediente?-dijo apretando su mano en el cuello de mi padre.
En ese momento me acordé, ¡ja! Debido al miedo no había pensado en que aunque quisiera, ¡no podía ayudarle! ¡Iba a ser desterrado! ¡Jajaja!
-¡JAJAJAJAJAJA!-Comencé a reír-¡No puedo ayudarte!
-¿Qué?-me miró con asco.
-¡Me van a expulsar del cielo! ¡O incluso puede que me maten! ¡Jajajaja!-me partía de risa.
-Oh…-dijo soltando el cuerpo de mi padre con desprecio-¿Y eso?
-Resulta que saben que estuve en el infierno. ¡Jajajaja!-seguí partiéndome-¡Y todo ángel que esté en el infierno debe ser expulsado del cielo o ejecutado!
-Mmmm… Eso me cortaría todo el rollo-dijo pensativo.
Mientras yo no paraba de reír, él andó hacia mí en la oscuridad. Las lágrimas brotaban de mis ojos sin parar, y yo ya no sabía si era de tristeza o de risa. En ese momento se agachó de nuevo ante mí para quedar a mi altura, me agarró de la mejilla y me besó.
No lo entendía… Aquello… Aquello acabó con todo el dolor. No fue un beso lleno de lujuria y pecado, era… Un beso dulce, calmado. ¿Cómo podía un demonio dar un beso así? Su lengua no jugaba de manera lasciva con la mía, sino que parecía fusionarse con ella como si fueran una. Mis lágrimas cesaron y mis ojos se cerraron, entonces se alejó y me miró con una expresión dulce.
-No te preocupes, Ángel. Yo te protegeré.
Mi corazón comenzó a latir sin parar. Su mirada… Era como si viera a través de mí. ¿Qué se supone que tenía que responder después de eso? El miedo había desaparecido, ahora me invadía otra sensación. Una sensación que no podía descifrar.
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Mi amo, Satanás, me había pedido que fuera diariamente al círculo donde se hallaba el señor Damien para comprobar que cumplía su castigo. Como me dijo, me dirigí allí. Es muy molesto cruzar tantos y tantos círculos, pero como sirviente del diablo, debo cumplir con mi deber.
Al llegar encontré a Luxo subido sobre una montaña de almas sufrientes comiéndose un bocadillo hecho de cadáveres. A cada bocado la sangre salpicaba en todas direcciones, era algo desagradable de ver, pero en todos los años que lo conozco nunca me ha parecido que sea alguien que tenga asco a nada.
-¡Hey, Mephisto!-sonrió al verme mientras me saludaba con la mano.
-Ah, hola-dije algo seco por verle devorar carne muerta de personas.
Le dio un último bocado al bocadillo y extendió sus alas, después bajó volando hasta mí. Se colocó delante mía y me examinó de arriba a abajo.
-Vaya, cuánto has crecido-dijo satisfecho-Veo que ser el sirviente favorito del señor Satanás te ha hecho tener una buena vida.
-Sí, algo así... -sonreí avergonzado-Bueno, he venido a ver al señor Damien.
-Qué decepción-dijo haciéndose el triste-Yo que creía que mi pequeño Mephis había venido a verme a mí…
-¡¿M-mephis?!-dije sonrojado.
-Je-sonrió acercando su cara a la mía-En serio, nunca he conocido un demonio tan inocente como tú, pequeño Mephis.
-¡N-no soy inocente! ¡Y-y no t-tengo tiempo para tus t-tonterías! ¿Dónde está el amo?-intenté recuperar la compostura.
-Resulta que el señorito se ha ido al cielo por una apuesta que hemos hecho-dijo sin apenas inmutarse.
-Ah, vale-dije tranquilamente-¡¿Que quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!?
-Vamos, no seas tan estirado, Mephis. No pasa nada por jugar un poco.
-¡¿Cómo se lo has permitido?! ¡El señor Satanás te hará desaparecer por esto!-grité histérico.
-Si soy el príncipe de los demonios, no podrá hacerme nada-soltó sin más.
-Espera, ¡¿qué?!-dije sin entender nada.
-Si Damien pierde la apuesta, yo me convertiré en el príncipe de los demonios-sonrió.
Me iba a dar algo, ese tío era tonto. ¡El diablo jamás permitiría algo así! Que su hijo fuera destronado… ¡Era absurdo!
-El señor Satán estará al corriente-me miró fijamente.
-¿Eh? ¿Qué te hace pensar eso?
-Muy sencillo. El diablo lo sabe todo.
-E-eso es cierto, p-pero… Espera… ¿Entonces por qué no ha actuado?-dije confuso.
-Muy sencillo. Tiene tantas ganas de librarse de Damien como yo.
-¡I-Imposible!
-No hay otra explicación-dijo Luxo serio.
-¿Y tú por qué quieres librarte de Damien?
-Damien tiene algo que no merece…-dijo con rencor-Algo que me pertenece, pequeño Mephis. Algo que no sabe valorar
-¿Y ese algo es…?-dije curioso.
-No te lo digo-sonrió.
-¡Jo! Vamos… Ya has hecho que me pique la curiosidad-inflé los mofletes.
-Ve y dile al señor Satanás que si no está de acuerdo con la apuesta estoy dispuesto a traer a Damien de vuelta inmediatamente, pero si no… Que me permita jugar-prosiguió Luxo.
-Está bien-dije triste.
Alcé mis alas y tras despedirme de él, me alejé de allí volando, y entonces una vez que se quedó solo, Luxo se volvió a subir sobre la montaña de almas sufrientes.
-Si supieras cuanto me ha alegrado tu visita, quizás serías consciente de lo que le quiero arrebatar a Damien… Mephisto.
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Mis padres estaban temblando de miedo. Y no los culpo, es lo que tiene compartir mesa para la cena con el príncipe de las tinieblas, que no deja a nadie indiferente…
-¿Me pasas la sal, Ángel?-me sonrió Damien.
-¡Hijo, rápido! ¡O nos matara a todos!-gritó mi padre asustado.
Cogí la sal y se la di a Damien lo más rápido que pude. Ese monstruo parecía estar disfrutando de nuestro miedo. Nuestro dolor le causaba placer, cómo lo odiaba…
-Vaya sosos, ¿es que no habláis de cómo os ha ido el día durante la cena?-dijo Damien molesto.
-¡Oh, q-q-q-q-q-q-qué maleducados somos!-dijo mi madre trabándose-Nuestro i-i-i-i-invitado se aburre, l-l-l-le contaremos algo.
-Mejor que empiece papi-dijo Damien haciendo hincapié en la palabra “papi” mientras me miraba-Que mami tartamudea demasiado.
-Eh, si… Claro. Hoy en el trabajo he llevado una sandía a una anciana que me la ha pedido-dijo mi padre nervioso.
Damien se le quedó mirando durante unos segundos como si fuera un idiota, mientras solo había silencio.
-Vaya historia más estúpida-dijo pinchando en la ensalada-Mami, ¿qué tal tu día?
-Y-yo… Le he llevado a u-un viejo unas r-revistas p-porno-dijo asustada.
-¿En serio?-dijo Damien sorprendido-¡Vaya! Y yo que creía que en el cielo esas cosas estarían prohibidísimas.
-B-bueno, solo es-está permitido si la revista s-solo contiene fotos de su mujer d-desnuda-dijo asustada.
-Conclusión: el cielo es un petardo y vosotros también-suspiró Damien.
-(Sentimos no poder entretener a su malvada y amenazante majestad…)-pensé para mí.
-Puedo leer tus pensamientos, Angelito-dijo Damien mirándome.
-P-pues eso. Es normal que por el miedo las historias parezcan aburridas-dije por lo bajo.
-Esas historias no serían divertidas ni aunque las contara el mayor humorista de todos los tiempos. Hablemos de algo más interesante. Ejem… Papi, ¿cuándo fue la última vez que se la metiste a mami de tal manera que no podía más que pedir que la empalaras más y más con tu polla?-dijo Damien sonriendo.
Todos nos quedamos con los ojos como platos. A mí me entraron arcadas y ya no quería seguir cenando, pero aquello a Damien le parecía tan natural que apenas se turbaba. Miró a papá esperando una respuesta y el pobre no tuvo otra opción que contestar.
-Nosotros… Solo lo hemos hecho 1 vez, para concebir a Ángel-dijo avergonzado.
Damien los miró con lástima y bostezó.
-Cada vez me parece que el cielo es un sitio peor. Pues nada, ya lo sabes, mami. Si quieres probar a un hombre de verdad solo tienes que decírmelo. Te daré polla hasta que estés satisfecha-sonrió de nuevo Damien.
En ese momento golpeé la mesa con una furia absoluta.
-Yo ya he terminado, ¿me puedo ir?-dije sin expresión en la voz.
-Vaya, ¿ya te vas, Angelito? Pues me voy contigo-dijo alegremente.
-Pensaba que estabas demasiado ocupado queriendo hacerlo con mi madre como para venir conmigo-dije enfadado.
-Oh… ¿Acaso estás celoso?
Entonces reaccioné. ¿Qué me había pasado? Me había dejado llevar, no pude evitar enfadarme, pero… ¿Exactamente por qué me había enfadado? ¿Estaba celoso? ¡No! ¡Imposible! ¡Debía de ser porque…!
-¡Estabas hablando de follarte a mi madre! ¡No estaba celoso, es evidente que estaba molesto por eso!-grité furioso.
-Oh, lo siento mucho-mintió-No entiendo de estas cosas, yo nunca he conocido a mi madre. Ni siquiera sé quien es.
Otra vez ese sentimiento raro… ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué sentía pena por él?! Era una bestia y un monstruo, se merecía lo que le pasaba y más.
-Menos mal que ahora tengo a papi y a mami para que me den amor, ¿verdad?-sonrió a mis padres.
Me fui a mi cuarto sin decir nada.
-¡Espera, Ángel!-exclamó para llamar mi atención-Ah, una cosa antes de irme, queridísimos padres, aunque no esté aquí os estoy vigilando. Si osáis llamar a la policía no tendré piedad con vosotros y con vuestro hijo. Así que calladitos o traeré la perdición a esta familia.
Caminó tranquilamente hasta la puerta de mi cuarto, que estaba cerrada. Tocó pausadamente y dijo:
-¿Puedo entrar, Angelito?
-¡Vete! ¡Y no me llames así!-dije enfadado desde el otro lado.
-Vamos… Solo estaba jugando, ¿por qué te enfadas?
-¡Me enfado porque te odio!
-Bueno, al menos hemos avanzado algo. Del miedo al odio-se rió.
-Idiota…-solté.
-¿Me permites entrar? Quiero preguntarte algo-me pidió tranquilo.
No respondí, lo que él se tomó como una invitación. Entró en mi cuarto y yo estaba tumbado en la cama con la cabeza enterrada en la almohada. Se sentó a mi lado y empezó a hablar.
-¿Cuál es la diferencia entre amor y odio?
-¿Eh?-dije confundido-Pues está claro, cuando amas a una persona quieres lo mejor para ella y su sola presencia te causa felicidad, pero cuando la odias le deseas lo peor y estar cerca de ella te causa dolor e incluso asco.
-Mmmm… Yo creo que es lo mismo una cosa que otra. Cuando amas a una persona quieres que esa persona solo esté pendiente de ti, y es la única persona que existe para ti. Pero cuando la odias es igual, siempre estás pendiente de esa persona y solo existe ella para ti.
-¡Pero no es lo mismo!-saqué la cabeza de la almohada-Cuando amas estás pendiente de esa persona porque quieres que se fije en ti.
-Al odiar es lo mismo. ¿Nunca has odiado tanto a alguien que querías que te odiara también? Quieres que esa persona te odie tanto como tú la odias. Y tanto su indiferencia como que te trate bien, te molesta-siguió él.
-Eso… Eso…-dije confuso.
-En el fondo es lo mismo. Un sentimiento por el cual quieres acaparar a una persona solo para ti-dijo sonriendo.
-¡No es lo mismo!-grité indignado-¡Si amas no le deseas el mal a alguien!
-Y si odias tampoco-dijo serio-Puede que al principio lo creas así, pero una vez te deshaces de la persona que odias, la echas de menos. Quieres que sufra, pero no quieres deshacerte de ella. Al igual que hay veces en el amor que nos apetece castigar a nuestra pareja por algo.
Me quedé sin argumentos, aquello era una locura, pero… Lo decía tan serio que me lo estaba creyendo.
-Otro ejemplo más son los celos. Cuando odias a alguien no quieres que se pelee con otro, es tuyo. Y quieres que solo te odie a ti-sonrió de forma maligna.
-Yo… Yo…-dije sin palabras.
En ese momento acercó su cara a la mía y me miró a los ojos fijamente.
-Ódiame, Ángel. Pero ódiame solo a mí. Sé solamente mío. Deséame, anhélame, óodiame.
En ese momento me besó de nuevo. Cuando hacía eso solo podía rendirme, él… Tenía control sobre mí, sobre mi cuerpo… Y yo solo podía dejarme llevar. Unas lágrimas se deslizaron por mis mejillas, pero él las limpió con su mano.
-No te preocupes por el juicio de mañana, yo te protegeré, Ángel.
No sé si fue por la presión acumulada, por todos los problemas que tenía o porque me estaba volviendo loco, pero me abracé a él. Me aferré a él con fuerza y comencé a llorar. Él me comenzó a acariciar el pelo suavemente, y al cabo de un rato me quedé dormido en sus brazos.
-Je…-sonrió-Esto va a ser muuuy fácil. Fingir ser bueno es parte de los deberes de un demonio…
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Pocas veces en mi vida me he puesto traje y corbata. Los ángeles no lo solemos necesitar, pero ahí estaba yo, en un juzgado, rodeado de policías. Estaba en el banquillo de los acusados esperando a que llegara el juez. El fiscal de mi caso era un tal Heaven Payne, decían que era un gran fiscal que perdía muchos casos porque le gustaba perder.
Y mi abogado era Félix Skylawyer, un abogado de oficio de los más cutres, pero no tenía dinero para contratar a uno mejor. Esta mañana Damien había dicho que vendría la juicio más tarde, pero que no me preocupara, que iba a ganar. ¡¿Quién se creía?! ¡¿Sherlock Holmes?! ¡Además, cuando salí de casa lo vi que estaba en el salón viendo la tele!
-¡Atención!-gritó el alguacil-Preside este juicio el honorable juez y maestro, el señor Anteach.
-¡¿Quéeeeeeee!?-grité sorprendido.
El señor Anteach miró al banquillo de la defensa y saludó al abogado, y acto seguido miró al banquillo de la acusación.
-¿Ya vuelve a llegar tarde el señor Payne?-dijo Anteach enfadado.
De repente, la puerta del juzgado se abrió y apareció al otro lado Damien. ¡Pero estaba totalmente diferente! Se había cortado el pelo para dejárselo corto, se había puesto traje y parecía tener un aire bastante elegante.
-Señoría, me temo que el señor Payne no podrá venir hoy. Ha sufrido un “accidente”-dijo guiñándome un ojo al decir eso último.
-(Genial. Ha dicho que no me preocupara y empieza delinquiendo. Solo espero que no lo haya matado…)-pensé para mí.
-Para los que estén preocupados por el señor Payne, no ha muerto. Pero me temo que el camión cisterna que lo ha atropellado lo ha dejado estéril. Nada importante-dijo colocándose en el banquillo de la acusación.
-¿Usted es…?-dijo Antech pensativo.
-Me llamo Damgel Notademon, un simple siervo de Dios nuestro señor-sonrió.
-(Si su vida fuera una película se llamaría “Mentiroso compulsivo”)-pensé.
-Bien, señor Notademon, puede llamar a su primer testigo-dijo el señor Anteach.
-(¿Testigo? Pero si mató a mis amigos. Como no llame al perro-bestia asesina aquel…)
-En primer lugar declarará el agente que interrogó al señor Goodness, pase inspector Skyorder-dijo Damien tranquilo.
El inspector entró raudo como una bala y se colocó frente al juez para declarar.
-Muy bien, señor Skylawyer, interrogue al testigo-dijo el juez.
Después de un larguísimo interrogatorio en el que solo sacamos en claro que el inspector no suele usar calzoncillos la defensa dejó paso a la acusación para interrogar.
-Señor Skyorder, ¿es usted drogadicto?-dije Damien sin inmutarse.
-¡Señor Notademon! ¡Eso es una falta de respeto!-gritó el señor Anteach.
-Oh, ruego que me disculpe señoría. Ejem… ¿Podría decir si es usted drogadicto, por favor?-hizo énfasis en el “por favor”.
-(El problema no son las formas, sino la pregunta)-pensé para mí.
-Bueno-comenzó el inspector-Cuando era joven probé de todo, como todo el mundo…
-Ajá… ¡Señoría! ¿Podemos fiarnos de la declaración del inspector? Podría estar fumado ahora mismo-añadió Damien orgulloso.
-A ver, ¡¿qué broma es esta?! ¡En primer lugar! ¡El testigo es suyo, si no se fía, no haberlo traído! ¡Y en segundo lugar! ¡No creo que hayamos venido a juzgar al agente!
-Oh, tiene usted razón. Pues nada, agente. Díganos qué le hace pensar que hay que expulsar al señor Goodness-dijo Damien sonriendo.
-Pues que estuvo en el infierno. Según el código penal celestial página 237,4 artículo 22 barra A, ángel que toca el infierno, ángel que es desterrado o ejecutado-dijo el policía pensativo.
-¿Pe… Nal? Explique ahora mismo a este tribunal que tienen que ver los penes en todo esto-dijo Damien sorprendido.
-¡Señor Notademon! ¡Penal de pena, no de pene!-gritó Anteach.
-Seguro que el pene de este juez sí que es una pena-dijo Damien por lo bajo.
-El caso es que confesó haber estado en el infierno-dijo el inspector.
-¡PROTESTO!-gritó Skylawyer-¿Y si no dijo eso de verdad?
-Tenemos la confesión grabada, abogado. Por ahí no nos pillas-dijo el inspector.
-Mmmm… ¿Y si fuera una alucinación?-dijo Damien dándole vueltas al asunto.
-¿Qué quiere decir?-preguntó Anteach con curiosidad.
-A lo mejor el señor Goodness creyó ir al infierno, pero en realidad lo soñó o algo así-dijo Damien.
-No hay pruebas de eso-dijo el inspector-Ciñámonos a las pruebas.
-¡Protesto!-gritó Damien-Como fiscal no puedo permitir que se descarte algo posible tan fácilmente.
-Si quiere presentar otra teoría, tendrá que presentar pruebas, señor Notademon-dijo Anteach mosqueado.
-(Creo que nadie se ha dado cuenta de que el FISCAL me está DEFENDIENDO)-pensé para mí.
-Nunca hablo sin pruebas, señoría. ¡Voy a llamar a mi testigo estrella!-gritó Damien triunfal.
-¿De quién se trata?-dijo Anteach.
-De Anjelico God’s. El mejor amigo de Ángel que todos ustedes creían muerto-sonrió Damien.
-¡¿Que quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!?-gritaron todos.
¿Qué estaba pasando? ¿Anjelico estaba vivo? Entonces… ¿Realmente había sido un sueño? No, de lo contrario Damien no estaría aquí. ¡¿Qué estaba pasando?!
CONTINUARÁ…
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Y hasta aquí el capítulo de hoy. Hacía mucho que no metía un juicio, con lo que a mí me gustan xD En fin, espero que os haya gustado.
OS SALUDA
EL ENTERRADOR