Ligando en la piscina
La natación es mi deporte preferido. Me gusta estar casi desnudo con un pequeño bañador tipo slip apenas cubriendo mi cuerpo. Me depilo para estar aún mejor, mi piel suave recorriendo la piscina de lado a lado. Aunque no me lo tomo muy en serio las horas de piscina se notan en mi cuerpo fibrado.
La natación es mi deporte preferido. Me gusta estar casi desnudo con un pequeño bañador tipo slip apenas cubriendo mi cuerpo. Me depilo para estar aún mejor, mi piel suave recorriendo la piscina de lado a lado. Aunque no me lo tomo muy en serio las horas de piscina se notan en mi cuerpo fibrado.
Era tarde y estuve nadando un buen rato, solo por el placer de hacer algo de ejercicio, estirar los músculos y sentirme bien. Relajado, tampoco tenia prisa, casi indolente. Cambiando de estilo cada vez que cambiaba de dirección.
Dos calles más alla otro chico nadaba con furia, un estilo completamente diferente, una mariposa cabreada, casi histérica, no se si por entrenarse, por quemar energía o por olvidar algún tipo de enfado. Pero su espalda poderosa saliendo del agua cada segundo era algo digno de verse. Casi asomando un culito duro y prieto que enseguida volvía a ocultarse bajo la superficie.
Cuando decidí encaminarme a las duchas el chico salía del agua y venía detrás de mi. Era tarde y quedaba muy poca gente en la instalación y en la habitación de las duchas no había nadie. Colgué la toalla y me saqué el bañador tipo slip que suelo usar. A mis veintidós años delgado, moreno, nadie me ha llamado feo pero tampoco nunca he levantado pasiones. El cuarto no estaba dividido, los caños y los mandos salía de una pared y el agua se iba por un canalón tapado por una rejilla.
Así que desde la puerta se dominaba toda la extensión de la habitación y a sus ocupantes. El único al que él vio al entrar fue a mí enjabonándome el cuerpo completamente desnudo. Saludó con un escueto hola al entrar en la sala. No pareció disgustarle mucho el espectáculo pues mientras se quitaba el ajustado bóxer no separaba los ojos de mi cuerpo.
Él es rubio, de piel clara, el cuerpo atlético, por su forma de nadar eso no me extrañaba lo más mínimo. Y casi nada de vello, depilado del cuello poderoso para abajo, pues al verlo completamente desnudo eso se apreciaba perfectamente. Se acercó y abrió uno de los grifos mas próximos al mio. Se remojó pasando las manos por toda su piel como en un descuido, acariciándose las tetillas y el vientre suavemente y bajando a la polla que tenía depilada del todo.
Cerró el grifo para echarse gel y champú. El espectáculo que me brindaba era de auténtico show porno y bajo el agua caliente mi polla empezaba a ponerse dura. No podía dejar de apreciarlo pues él me miraba a la pelvis. De pronto se giró dándome la espalda se agachó y poniendo el culo en pompa deslizando su mano por la raja abierta y jugueteando con un dedo en la abertura del ano. Si hasta ese momento había tenido alguna duda de que me estuviera provocando se habría disipado como un copo de nieve en el horno de un obrador.
Con una pícara sonrisa me miraba a los ojos entre sus piernas bien abiertas, sabiendo que yo miraba su culo. Toda la furia de la piscina se había disipado de su bonito rostro. Decidido por fin, me acerqué y le acaricié las nalgas enjabonadas, con suavidad. Se incorporó sin dejar de darme la espalda, bien pegado a mi cuerpo, mi polla resbalaba sola por el canal de su culo de pronto cerrado al ponerse de pie.
Mi pecho se pegaba a su espalda. Echó un brazo hacia arriba y atrás para sujetar mi cabeza mientras giraba la suya y me ofrecía la lengua para que se la chupara y lo que hice de inmediato, mientras mis manos pasaron a acariciar su pecho y su vientre, acariciando su axila por el camino, aprisionándolo aun mas contra mi cuerpo.
Aunque allí podían pillarnos, el punto de peligro le ponía aun mas morbo a la situación. Con voz enronquecida por el deseo le oí decir:
- quiero que me folles, te deseo.
Yo ni siquiera hablaba enmudecido por su repentina actitud de pasivo. Solo sentía como mi pene en posición vertical era apresado por sus duras nalgas y lubricado con el gel se deslizaba arriba y abajo. Su polla estaba dura también, se la agarré y lo masturbaba despacito acariciando sus huevos, sin dejar de besar su cuello y hombros. Dijo:
-métemela ya.
Y sujetándole con una mano apoyé el glande en la entrada y empujé suavemente. El gel hizo que entrara casi sin ofrecerme resistencia. Apoyó el antebrazo en la pared y la cabeza en él. Abrió las piernas para que pudiera follarmelo sin terminar ambos en el suelo de un mal resbalón. Recorría su cuerpo con las manos sobando su suave piel mientras bombeaba hasta que mis testículos golpeaban los suyos y mi vientre le llegaba a las nalgas. Él gemía suavemente y decía:
-sigue, follame.
Yo no abría la boca, me limitaba a seguir dándole polla hasta que me corrí dentro. Disfrutándolo, sintiendo como me apretaba el pene. Como el placer llegaba a mi cerebro cada vez que él cerraba el ano. Aprovechó para apretar el esfínter con mis últimos bombeos como queriendo exprimir la polla y sacar de ella todo el semen posible. De hecho apretó hasta que perdió la dureza y se salió sola de su apretadito ano. Pegué el torso a su poderosa espalda y le di un último beso en la nuca rodeando su cintura con mis brazos.
Ni siquiera sabíamos nada el uno del otro, ni los nombres ni un beso de cariño, solo intercambio salvaje de fluidos, de lenguas y de sexo. Yo ni siquiera había dicho nada, pero me había quedado con ganas de más. Lo giré y acorralándolo contra la pared con el agua cayendo sobre nuestros cuerpos desnudos lo besé de forma salvaje. Forzando sus labios con mi lengua, en realidad no hizo falta, no opuso ninguna resistencia buscando mi lengua con la suya con las mismas ganas. Sujetando sus brazos por encima de su cabeza contra la pared apreté mi cuerpo contra el suyo. Su polla todavía dura estaba apresada contra mi vientre.
Pronto respondió a mi beso con lengua juguetona. La piel mojada hacía el roce de nuestros cuerpos algo sensual y empezó a correrse echando el semen en nuestros estómagos pegados. Estábamos pringosos pero el agua se lo llevó antes de que pudiera saborearlo. Solo atiné a decir en su oído mientras se lo le lamía la oreja:
- Quiero más.
En ese momento se abrió la puerta y nos sorprendió en el caliente abrazo un hombre en el que ni nos fijamos. Pendientes estábamos el uno del otro. Nos separamos, pero sin mucha prisa, tampoco nos importaba lo que pensara, para terminar de limpiarnos. Nos corrimos con nuestras ropas y salimos de los vestuarios lo más rápido posible.
Ya en la puerta de salida lo volví a coger de la cintura y besarlo ya vestidos y casi en la calle. Deslizó en mi oreja un:
- te deseo.
-vente a casa, sino tienes nada que hacer.
Le respondí, mientras apretaba aún mas el abrazo. Conseguí llevarlo hasta mi casa sin dejar de besarlo y sobarlo por todo el camino. Sin importarnos lo que pensara la gente con la que nos cruzábamos. Seguíamos pegados incluso en el ascensor donde subíamos solos y nos comíamos los morros con auténtica pasión.
Conseguí cierta coherencia al presentarlo a mi madre a la que dije que íbamos a jugar a la consola. Y no es que ella no supiera lo que iba a hacer en realidad con un chico tan guapo encerrados en mi habitación. Una vez a salvo tras el pestillo de mi cuarto nos lanzamos el uno sobre el otro con verdadera sed y bebimos de nuestros labios y nuestras lenguas como si toda el agua de la piscina no hubiera sido bastante.
Fuimos interrumpidos por mi madre y su sonrisa socarrona que nos traía unos refrescos. Estaba convencido de que a ella no le hubiera importado quedarse con mi conquista. Desde su divorcio estaba muy disparada y le encantaba follar con jovencitos con pollas duras. No me quedó mas remedio que montar el ruidoso aparato para cubrir el resto de ruidos que en nuestra pasión íbamos a hacer, aunque seguro se haría un dedo a nuestra salud.
Por fin conseguí arrastrarlo hasta mi cama y una vez allí desnudarlo con lentitud. Al sacarle la camiseta, besar sus pequeños pezones rosa claro y muy duros lamerlos y morderlos. Sujetaba sus manos bajo su cabeza para que nada me impidiera gozarlo despacio.
Volvía a besarlo en los labios juguetón, unas veces suave y otras profundamente con la lengua o mordisqueando y chupando la suya cuando me la daba. Volvía a bajar hasta su vientre besándolo, lamiendo el ombligo como pozo de los deseos. Despacio le saqué los pantalones viendo que no se había puesto ropa interior al vestirse en la piscina. Nada me ocultaba ya su pubis depilado. Su polla saltó con voluntad propia directa a mi boca, que la recibió abierta para darle solo un par de lamidas.
Después seguí bajando besando sus muslos firme duros, las rodillas, incluso forzando la postura las corvas, y el resto de sus piernas hasta llegar a sus pies. A los que dediqué un buen rato lamiendo los dedos, la planta sin piedad de sus cosquillas. Le di la vuelta, boca abajo, y comencé a subir por la parte de atrás de sus pantorrillas, las rodillas y los muslos hasta volver de nuevo a su deseado culito. Sin separar la legua de su piel, mojándolo con mi saliva.
Morder sus glúteos, besarlos y deslizar la lengua por el interior de la raja buscando el ansiado premio de su ano. De nuevo fue solo una corta caricia pues deslizándome sobre él, reptando sobre su piel seguí besando la espalda lamiendo la linea de la columna hasta sus omóplatos donde se aprecia la musculatura de sus hombros.
Con la polla dura apretada de nuevo entre sus muslos, mi pecho en su espalda, besaba su nuca, lamia sus orejas y cuando giró la cabeza la mía su lengua con mi cuerpo desnudo sobre el suyo repitiendo lo de la piscina pero esta vez sobre mi cama. Me pidió:
- vuelve a follarme.
Y levantó mi peso a fuerza de bíceps y doblando las rodillas casi sin esfuerzo. Busqué una crema hidratante en mi cajón que es lo único que tenia para esto. Tras volver a lamerle el culito puesto a cuatro patas. Esta vez lo hice con toda la dedicación del mundo, paseando mi lengua por el ano y sus alrededores e intentando penetrarle con ella.
Le puse un buen chorro de pomada entre las nalgas y otro mas en mi polla y comencé a introducírselo lo mas posible con los dedos. Primero el indice después el pulgar después indice y medio retorciéndolo y girándolo para lubricar bien el agujerito. Volvía a oírle suspirar y a decir:
- dale, follame.
Asi que lubriqué también mi pene. Situándome tras él que a cuatro patas me esperaba ansioso. Le coloqué el glande en el musculoso arillo y presionando entraba casi del primer empujón hasta la mitad una vez salvado el glande.
Me movía despacio, disfrutando de cada penetración. Sintiendo cada entrada, cada salida de mi rabo.
-¿me quieres dentro otra vez?
-pues claro llename de ti. Dame tu semen déjamelo dentro.
Seguí clavándosela, moviendo mi pelvis cada vez mas fuerte sujetándolo por la cintura, más rápido. Oyendo sus gemidos y suspiros, a la vez que emitía los míos y tapados por los ruidos de la consola.
Por segunda vez en el día descargué mi semen en su culo duro que apretaba mi rabo como si quisiera exprimirlo.
Cada vez que llegaba al fondo de su recto mis huevos rozaban los suyos depilados y me quedaba un par de segundos notando ese toque que me encantaba.
Al fin casi desmadejado, tras correrme, me desplomé sobre su espalda mordisqueando sus hombros y nuca. Me dejé caer a su lado sobre mi cama mientras mi pene perdía su dureza. En cambio el suyo me apuntaba desafiante mientras su hermoso dueño me sonreía pícaro.
Besando y lamiendo su piel fui bajando por su cuerpo, su fino y elegante cuello poco apropiado para un nadador, pero ahí estaba.
Lamí sus suaves axilas y mordisqueé sus claros, pequeños y duros pezones. Mojé de mi saliva los duros músculos de su vientre jugando un rato con el ombligo.
Hasta alcanzar goloso la base de su polla tan suave como la piel de melocotón y que no había perdido nada de su dureza. Lascivo, me estaba recreando con su suave piel y él a punto de correrse. Mas cerca cuando humedecí sus huevos pelados con la lengua, cuando los metí en la boca y los chupé como caramelos. Mirando con cara de vicio a sus bonitos ojos azules y él me devolvía la sonrisa de gusto, de placer y de vicio.
Cuando subía lamiendo por el tronco de su polla notaba las contracciones que preceden al orgasmo. Así que tuve que darme mas prisa y meterme el glande en la boca para recibir en ella la carga de lefa y que esta vez no se perdiera llevada por el agua.
En cuanto tuve toda la que expulsó sobre mi lengua me incorporé y él se acercó a mí buscando mi boca con ansia. La compartimos en un beso lascivo cruzando las lenguas con su semen entre ellas.
Una vez saciados nuestros instintos nos derrumbamos sobre el colchón frente a frente sin dejar de besarnos. Tiernos picos dulces con apenas lengua. Me lo había follado dos veces, estaba en mi cama y apenas lo conocía. Pero por fin tuvimos la ocasión de compartir algunos datos sobre nuestras vidas cuando me confirmó que era pasivo. Que nadaba con esa furia no para entrenar sino para olvidar una mala ruptura a lo que también le estaba ayudando yo. Nos hemos vuelto a ver por supuesto y cada una de esas veces me follo su culito.