Life 2
-Y yo pensé que ya habías salido del clóset ¿Dónde te habías metido? Pregunté al separarme de ella-. No tengo idea de quiénes son tus amigos y me topo con una tipa que conoce mi nombre y mi apellido, sabe que vengo de Hong Kong y dice q tu casa fue construida sobre -Sobre un cementerio indio.lo se
XIAOMEI
Todo había sido muy extraño. Y no me refería al hecho de que mi madre, en un súbito y justificado ataque de ira, me hubiera mandado a vivir a un pueblito de Japón. Sino a que Amanda me llamara un domingo por la noche para invitarme a una fiesta, siendo mañana lunes, por lo tanto, mi primer día de clases en el Instituto. Las clases habían comenzado hacía ya dos meses, por lo que yo no podía darme el lujo de atrasarme más. Aún así no me importó trasnocharme, con tal de pasar un buen momento antes de empezar el instituto.
Su casa era casi tan grande como la de mi familia en Hong Kong, y debo admitir que me pareció bastante bonita. Eran cerca de las dos cuando llegué. Toqué el timbre mil veces, y llamé a Amanda otras mil, pero nadie respondió. Iba a retirarme cuando la puerta se abrió, dejando ver a una chica alta y de cabello negro y corto. Para mi sorpresa, la chica sabía mi nombre, de dónde venía y comenzó a hablarme como si nos conociéramos de toda la vida. Fue muy amable al guiarme hasta el patio y ofrecerme comida. Y también lo fue cuando me advirtió que la casa de Amanda había sido construida sobre las ruinas de un cementerio indio. Luego me dijo que mi amiga no tardaría en volver y se marchó.
La verdad no me importaba esperarla, ya que se suponía que debía haber llegado dos horas antes, así que me encogí de hombros y me dediqué a observar el lugar. Una enorme casa, con un enorme jardín y una enorme piscina; nada que no hubiese visto antes. La única diferencia, era el montón de gente que bailaba, gritaba y hablaba en los alrededores. Mi madre nunca me hubiera dado el permiso para hacer una fiesta como esa en casa, pero eso no me había impedido llevarla a cabo. No pude evitar sonreír ante el recuerdo de mi última travesura, y las consecuencias que ésta había traído. ¿De verdad mi madre pensaba que enviarme a vivir sola a un país extranjero era un castigo? Pues, no tenía idea. Supongo que fue la excusa perfecta para mantenerme lejos de sus asuntos y de sus amistades presuntuosas.
Ahora que no estaba en Hong Kong, podía hacer cosas que allá no se me estaban permitidas. Aunque tendría que despedirme de ciertos lujos, claro. Me limité a contemplar la mesa de comida, que estaba a mi derecha, llena de bolsas de patatas fritas, nachos con queso, un montón de bebidas raras y otras porquerías atrayentes, como chicharrones y salchichas.
Miré hacia otro lado, intentando entretenerme con alguna cosa que no fuera comida, y fue cuando me topé con algo digno de admirar, o debería decir, alguien.
Tenía el pelo mojado, probablemente por haber estado en la piscina, y vestía únicamente un exquisito bikini verde. Yo siempre he amado el color verde, pero juro que en ese momento me pareció el color más maravilloso del planeta. Sus piernas eran largas y bien formadas, de esas que se ven en revistas como Sports Illustrated. Estaba hablando por teléfono y al parecer la llamada no terminó muy bien que digamos, porque el precioso rostro de la sexy chica se contrajo en una mueca de furia, y luego cambió a una de dolor. Sentí la necesidad de acercarme a ella y preguntarle qué le ocurría, pero mis ganas se desvanecieron en el momento que una chica se le acercó y la apretó contra sí de una forma no muy delicada.
Y cuando iba a pasar a otra cosa, sus ojos se clavaron en mí. Noté como me escudriñaba con aquella mirada tan peculiar. Pero nuestro contacto visual duró poco, porque la otra chica hizo que volviera a fijar sus ojos en ella. La escena me pareció un poco extraña, al parecer, la chica de bikini verde no estaba muy interesada en lo que su novia, amiguita o lo que fuese la chica, le decía, porque volvió a mirarme y esta vez sentí como si sus ojos me hablaran. Y no pude evitar corresponderle.
-¡Xiaomei! –De repente, la voz de mi amiga Amanda hizo que me sobresaltara y me diera la vuelta- ¡Eh, aquí estoy! -Alcé la mirada y la vi llamándome desde un balcón en el segundo piso-. ¡Sube!
Decidí no hacerla esperar, y entré a la casa. No me costó mucho encontrar las escaleras, porque eran bastante grandes, y cuando llegué al segundo piso, Amanda me llamó nuevamente.
-¡Por aquí, en el armario!
¿El armario? Caminé hasta el pequeño cuarto donde se encontraba mi amiga, seleccionando unas botellas de vodka y otras bebidas alcohólicas que no conseguí identificar inmediatamente.
-¡Mei, mi amiga, al fin apareces! ¡Pensé que no vendrías! –Dejó las botellas sobre un banquito y me abrazó.
-Y yo pensé que ya habías salido del clóset… ¿Dónde te habías metido? –Pregunté al separarme de ella-. No tengo idea de quiénes son tus amigos y me topo con una tipa que conoce mi nombre y mi apellido, sabe que vengo de Hong Kong y dice que tu casa fue construida sobre…
-Sobre un cementerio indio. Lorena, lo sé. –Tomó las botellas que había dejado en el banquito segundos atrás, me extendió algunas, apagó la luz del cuartito y me indicó que saliera-. Simpática, ¿no?
Yo asentí con la cabeza y comenzamos a bajar las escaleras.
-Linda camiseta –dijo señalando mi pecho-, pero dime, ¿alguna chica te habló o te llamó la atención en mi ausencia? –Me preguntó con picardía-. ¿O quizá algún chico?
Fruncí el ceño mientras bajábamos las escaleras.
-Oye, no era yo la que estaba metida en un armario - ella se carcajeó-, pues, vi a una chica que…
-Bonitas, ¿verdad? Aunque lamento informarte que si la que te gustó fue Camila, ya conociste a su novia. –Me guió hasta la cocina, donde sacó un paquete de vasos rojos de un cajón.
No pude evitar fruncir el ceño ante el comentario de Amanda.
-¿Cómo se llama la que tiene un bikini verde? –Pregunté.
Amanda parpadeó un par de veces y me miró en el momento que salimos al jardín.
-¿Te refieres a Sakura?
Así que la belleza de piernas largas y bikini verde se llamaba Sakura.
Dos personas se nos acercaron para ayudarnos. Eran la tipa que estaba con Sakura y una chica muy bonita, de cabellos negros y largos, de piel muy pálida y ojos del color atrayente.
-Mei – Amanda nos guió hasta la mesa de la comida, y todas colocaron las botellas sobre la mesa, por lo que yo hice lo mismo-, ella es Isabell, mi novia.
-Al fin nos conocemos, -Dijo sonriéndome, luego de darme un beso en la mejilla-, Amanda nos ha hablado mucho de ti, ¡hasta siento que te conozco!
Alzando una ceja, miré a mi amiga-. Así que conseguiste hablar de otra cosa que no fuera de ti misma, ¿eh? -sonreí-, pues tendré que felicitarte.
Amanda ignoró mis palabras-. Ella es Helena, es una excelente defensa. Helena, ella es Xiaomei, una gran anotadora.
La chica me extendió la mano y justo en el momento en que iba a decirme algo, Isabell habló:
-¿Alguna de ustedes sabe dónde se metió Sakura?
-Se fue a cambiar al baño –Explicó Helena, quien yo supuse sería su novia-, le ardían los ojos por el cloro. Me dijo que te dijera que te estaba buscando. –Comentó dirigiéndose a Isabell.
Ella asintió con la cabeza-. Gusto en conocerte, Xiaomei –Me regaló una sonrisa y se marchó, probablemente en busca de su amiga.
-Entonces, ¿cuándo es el próximo juego? –Preguntó Amanda, para romper el hielo.
-Aún no lo sé, el entrenador no nos ha informado la fecha exacta. –La tal Helena se cruzó de brazos y su ceño se frunció ligeramente-. Espero que no lo haga en último minuto.
-Creo que podríamos conseguirte un lugarcillo en el equipo, ¿qué te parece ser la aguadora? –Comentó Amanda. Helena se rió por lo bajo-, Pero creo que el disfraz de mascota te sentará mejor, ¿a que sí, Mei?
Yo sólo me encogí de hombros.
-Supongo.
- Amanda podría presentarte a alguna de las porristas –Comentó Helena, con una sonrisa-, hay chicas muy buenas en nuestro instituto, no sé si sabes a lo que me refiero –Soltó una risita malévola, y miró a Amanda, que me sonrió.
Claro que sabía a que se refería, y por supuesto que le daba la razón. Era cierto que en su Instituto había chicas guapas. Aunque yo sólo pude pensar en una persona. En la dueña de aquellas piernas largas y bikini verde.
En Sakura.
SAKURA
-¡Dormilona, es tarde!
¡Cómo ya si no lo supiera!
Terminé de ponerme el uniforme a la velocidad del rayo e ignorando la voz de mi hermano, no tardé en bajar (por no decir rodar) por las escaleras. Si quería llegar a tiempo, tendría que tragar mi desayuno sin masticarlo. Generalmente, iba retrasada por algunos minutos, pero hoy estaba retrasa por muchos. Había llegado a mi casa a las tres y media de la mañana ,luego de darme cuenta que no estaba disfrutando la fiesta por culpa de una individua de rizos rubios cuyo nombre comienza por E y termina en len. Sólo había tenido tres horas para dormir.
Salí de casa como si el diablo estuviera pisándome los talones, como solía decir mi padre cada vez que me veía hacer lo mismo todas las mañanas. Cuando llegué al instituto, después de ser casi atropellada por dos autos y una bicicleta, tuve que detenerme a recuperar el aliento… lo que hizo que me retrasara unos minutos más. Pero qué más daba, ya era tarde.
Repasé el horario mentalmente mientras caminaba hacia el salón de clases. Matemáticas. Fuck my life. Aquello se sintió como un baldazo de agua en pleno invierno. Odiaba estar retrasada, odiaba al estúpido profesor, su horrible bigote y su tic de tocárselo a cada rato, y por sobre todas las cosas, odiaba las malditas matemáticas. Y el sentimiento parecía ser recíproco, porque ellas me odiaban a mí.
Cuando entré al salón, noté que mis queridísimas amigas lucían perfectamente. Amanda, Helena, Isabell, Lorena. ¿Cómo lo hacían? Casi podía escuchar la burla mental de Amanda acompasada por la risita de Isabell.
Desgraciadas. Mueran tres veces.
-¿Tiene idea de qué hora es, señorita Sakura? –El profesor me envió una mirada reprobadora y se peinó el bigote, en el momento que puse un pie en el aula.
Me disculpé en voz baja y el profesor me miró como si fuera el bicho más asqueroso de toda la naturaleza. Al menos yo no tenía un mostacho horrendo que parecía una mancha de tinta negra.
-¿Cuándo será el día que llegará temprano, Sakura?
Iba a contestarle que el día en que él no se tocara el bigote, cuando me indicó que me sentara. Yo suspiré aliviada. Agradecí mentalmente que no me pidiera una explicación.
Y había estado tan ocupada criticando el bigote del profesor que no fue sino hasta que llegué a mi puesto que noté algo diferente. El puesto vacío que estaba detrás del mío había sido ocupado por una persona cuya mirada se me hacía extrañamente familiar. Me quedé prácticamente inmóvil frente a mi escritorio, y por poco olvido dónde me encontraba y qué debía hacer. Era la chica de ayer, la amiga de Amanda. Tenía el ceño relajado y los brazos cruzados, y ahora que la veía de cerca podía decir que era realmente guapa. Sus ojos eran de un color muy especial… ¿a caso era ámbar?
Me senté antes de que el profesor me llamara la atención nuevamente y juro, por más increíble que parezca, que podía sentir el peso de aquella mirada ambarina atravesarme la nuca. El profesor continuó hablando sobre ángulos y otras cosas poco interesantes relacionadas con trigonometría analítica. Cuando comenzaba a concentrarme y a milagrosamente entender lo que estaba diciendo, un papelito me golpeó en la cabeza. Fruncí el ceño y me giré para ver quién había sido el gracioso, encontrándome con algo que no me esperaba. Elen estaba haciéndome señas para que leyera el papel. Cuando lo abrí, pude ver su perfecta caligrafía:
"Siento haberte colgado anoche pero de verdad no podía hablar. Espera que te cuente lo que pasó… morirás de risa."
Me volteé nuevamente y lo vi pasarse una mano por el pelo rubio. Me regaló una sonrisa ladina y yo comencé a escribir una respuesta.
Cosa que no hizo falta, porque el timbré sonó y el profesor salió del salón como si la muerte lo estuviera persiguiendo. Y lo mismo hizo el resto de mis compañeros, ya que nos tocaba clase de educación física. ¿En verdad había estado tan retrasada?
Me puse de pie y Elen se acercó a mi silla. Apoyó su peso en sus brazos, colocándolos sobre mi mesa.
-Pensé que no querías hablarme, ni ahora ni nunca. –Tomé mi mochila y comencé a caminar en dirección a la puerta.
Ella sonrió haciendo lo mismo-. Oh vamos, Saku, todo tiene una explicación.
-Escúpelo.
-Pues bien, anoche mientras estaba escapándome… me llamaste –hizo una pausa y después se rió-, mi celular comenzó a sonar y en un intento de callar el maldito teléfono, me tropecé con una lámpara –Me mostró el raspón en su codo-, y ahí fue cuando te contesté.
La historia de Elen comenzó a tener sentido. Eso explicaba porqué su voz había sido un susurro. Busqué la amiga de Amanda con los ojos y la encontré caminando junto con Lorena. Helena gritó algo que no entendí y todos rieron. Todos menos ella. La voz de Elen me trajo de vuelta al mundo real:
-Luego mi madre bajó las escaleras, encendió la luz y me atrapó a dos pasos de la puerta de entrada.
-Pero, ¿no le inventaste alguna excusa? –Intervine-. Como que querías sacar la basura o dar una vuelta, o que escuchaste unos ruidos.
Mi amiga negó con la cabeza.
-Ella sabía que estaba escapándome, Sakura, mi madre me conoce demasiado bien. Fue por eso que te dije que no podríamos hablar ni ahora ni nunca, porque sabía que iba a castigarme de por vida.
-¿Y lo hizo? –Pregunté curiosa.
-¿Tú que crees?
Suspiré al ver su mirada-. Elen… lo siento, fue mi culpa, pero es que…
-Nada de eso –Negó con la cabeza y me regaló una sonrisa-, no es tu culpa, de hecho yo tuve que haberte llamado para disculparme, fui una imbécil ayer.
Sin descruzarme de brazos, le di la razón.
-Lo fuiste.
Ella sonrió-. Mi madre piensa que eres una santa, me dijo que debería seguir tu ejemplo, Sakura jamás intentaría escaparse de casa y menos un domingo. Si ella supiera…
No pude evitar soltar una carcajada ante la perfecta imitación de su madre.
- Elen, tu madre tiene razón y creo que eres una mala influencia para mí, así que no podremos ser amigas… ni ahora ni nunca.
Ella me abrazó por la cintura mientras caminábamos.
-Ya te dije que lo siento, ¿volverás a llamarme en momentos inapropiados?
-¿Volverás a ser una imbécil?
-No lo creo. –Dijo, dándome un beso en la mejilla.
-Pues en ese caso, yo tampoco.
Lorena se nos acercó junto con Helena, sus sonrisas maquiavélicas me decían que estaban planeando alguna fechoría. Pude ver el brillo maligno en los ojos de ambas, y supe que no se trataba de nada bueno
-¿Qué tanto crees que se enoje la nueva si lo encerramos en los vestidores después de la clase? –Inquirió Lorena.
La sonrisa de Elen se amplió en menos de dos segundos, y se volteó hasta dar con la chica nueva, que estaba muy entretenida hablando con Amanda como para fijarse en nosotras.
-¿Por qué no hacemos la prueba? –Propuso Elen.
Entré al vestidor con un mal presentimiento. Estaba segura que nada bonito podía salir de esto.
XIAOMEI
La había visto entrar precipitadamente al aula de clases. Había llegado tarde. Muy tarde. El tono rojo de sus mejillas cuando el profesor le preguntó si sabía qué hora era la hizo verse adorable. Luego sus ojos verdes (aquel descubrimiento me había hecho brincar de emoción internamente) me miraron fijamente con lo que pareció ser interés. Y pensar que debajo de ese uniforme se escondía un cuerpo de película. Joder, de sólo imaginármela me olvidaba de que no debía tener esa clase de pensamientos.
Estuve observándola durante algunos minutos, y noté ciertos detalles que me llamaron la atención. Tenía las uñas pintadas con esmalte morado, el mismo color de su mochila. Parecía tener problemas para concentrarse con matemáticas.
Pronto llegó la hora de educación física y no puedo negar haberla disfrutado. Al final de la clase, el profesor me comentó algo sobre unirme al equipo de fútbol, y a juzgar por la cara de Helena, no debió gustarle. Me encogí de hombros mientras entraba a los vestidores, me importaba una mierda lo que esa tipa pensara.
Entré a una de las duchas, abrí el grifo y me relajé. ¿Qué estaría haciendo mi prima Li en este momento? Una sonrisa divertida se dibujó en mi rostro. Más que mi prima, era mi mejor amiga, mi cómplice. De hecho, la razón por la que me encontraba aquí había sido idea de ella. Sólo que ninguna de las dos imaginó que las consecuencias pudieran llevarme tan lejos, literalmente. Podía recordar sus palabras el último día que pasamos juntas…
-Xiao, lo siento tanto, ¡todo esto es culpa mía!
-No es tu culpa Li, lo hice porque quise hacerlo, no me obligaste.
-¡Pero ahora tendrás que irte a otro país! ¡No es justo, tía es muy cruel! ¿¡Por qué no me envían a Japón contigo?
Recuerdo que la abracé intentando consolarla, sabiendo que la extrañaría a ella y a sus locas ideas. Extrañaría su voz chillona y su risa escandalosa, que me llamara Xiao, nuestras escapadas a fiestas y otras travesuras. Extrañaría que mis hermanas se rieran de mis fechorías mientras mi madre estaba al borde de un colapso nervioso. Y extrañaría a mi padre y sus comentarios de cuán risueña y ocurrente era la juventud actual.
Cerré el grifo, tomé la toalla que había guindado en la percha de la puerta y salí de la ducha. Pero para mi sorpresa (y desgracia) no había nadie. Absolutamente nadie. ¿Cuánto me había demorado? Lo primero que hice fue mirar al lugar donde había dejado mis cosas, instintivamente. Pero no estaban. Mierda. Miré mi reloj, me había demorado un poco más de lo que debía. Caminé hacia la puerta e intenté abrirla, dándome cuenta de lo que estaba pasando. Estaba encerrada, o mejor dicho, me habían encerrado. Esas idiotas habían decidido gastarme una broma y se habían llevado mi ropa.
Respiré profundo para intentar calmarme. Muy gracioso, completamente gracioso; porque lo era, pero no cuando te lo hacían a ti. ¿Cómo mierda iba a salir? Encontraría la forma de hacerlo y patearía el trasero de la graciosa que me había hecho esto. Si casi podía escuchar las risas de LI en el teléfono, ¿Cómo estuvo tu primer día, Xiao?, y yo le respondería: muy bien Li, mis compañeras me encerraron en los vestidores y se llevaron mi ropa, ya sabes, lo usual.
El lugar sólo tenía una maldita ventana que estaba a la altura del techo, pero yo jamás cabría por allí. Así que eso reducía mis opciones a dos: la primera, gritar como una psicópata hasta que alguien viniera a mi rescate; la segunda, tumbar la asquerosa puerta; cosa que haría, porque no tenía pensado ponerme a gritar.
Le di varias patadas pero no funcionó. Miré a mi alrededor. No había ningún objeto que pudiera ayudarme a tirar la puerta, así que tendría que usar mi cuerpo. Me sentí estúpida, muy estúpida, pero tuve que hacerlo. Tomé un pequeño impulso y golpeé la puerta con mi hombro. Estaba vieja y no tardaría en caer si continuaba. Repetí la maniobra hasta que los hombros me dolieron terriblemente. Pero tenía que continuar, tenía que salir a vengarme, porque nadie encerraba a Xiaomei y se salía con la suya, no señor. Esta vez tomé un impulso mucho mayor y corrí hacia la puerta.
Lo que no preví fue que la fuerza que empleé fue tanta que la puerta no fue lo único que se calló. También yo y debo decirles que se sintió como la mierda. Me levanté rápidamente y me fijé en la herida sangrante que tenía en el brazo. Me había clavado un pedazo de madera vieja… oh no, esto era demasiado. Patearía un par de traseros.
En mi camino hacia la salida, algo en la piscina me llamó la atención: era un objeto verde que flotaba en el medio… un objeto verde que se parecía mucho a mi mochila de educa…
¡Hijas de p…!
Me quité la toalla de un tirón y me lancé a la piscina para rescatar mi mochila. Cuando la alcancé me di cuenta que toda mi ropa se había mojado. Sentí furia correr por mis venas. Nadie se metía conmigo y salía ileso. Nadie. Yo me encargaría de que eso siguiera así. ¿Qué podía ser peor? Nadé hasta la escalera y salí, pero antes de poder siquiera alcanzar la toalla que segundos antes había tirado, ocurrió lo peor. Sí, algo peor que eso. Recuérdenme también patearle el trasero a Murphy después de esto.
Un grupo que parecía ser uno o dos años anteriores al mío acababa de entrar. Sentí que mi cara se encendía y mis orejas se ponían tan rojas como la nariz de Rodolfo el reno. Algunos rieron, otros murmuraron. La puerta volvió a abrirse y alguien habló:
-¿Por qué siguen aquí? –El profesor de educación física fijó sus ojos en mí, y una expresión de horror se dibujó en su rostro-. Pero, ¿¡qué clase de broma es esta?
-¡Una de muy buen gusto, sin duda! –Exclamó una de las chicas. Los demás rieron.
Y en ese momento juré que le rompería la nariz a la imbécil que me había hecho esto.
Como que me llamaba Xiaomei, lo haría.
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Bueno les cuento un poco, eh estado viendo mucho anime y por eso la localizacion y los nombres de las protagonistas, aunque algunos son mas comunes y no tan extraños quise qe el de las protagonistas fuese diferente y resaltaran..