Lidia y Vero

Como un chico hetero y dos chicas bi satisfacen sus deseos más profundos gracias a la red.

Allí estaba yo, ante la puerta que me iba a llevar a lo desconocido, a lo soñado, a lo deseado. Sólo hacía dos meses que las había conocido en una página de contactos de internet, harto de la monotonía de las discotecas y bares de Madrid. Solo hacía dos meses, pero conocía sus deseos más profundos tanto como conocía los míos. Lidia y Verónica eran dos chicas declaradamente bisexuales en busca de experiencias nuevas. Un mensaje fue suficiente para convencerme de que fuese a visitarlas a Valencia, los tres sabíamos que es lo que iba a pasar en esa fría noche del Sábado. Era el día elegido para realizar una de nuestras fantasías y yo estaba tan nervioso como la primera vez y es que en cierta forma era la primera vez.

Se abrió la puerta y vi a una chica tan nerviosa o más que yo, en ese momento no sabía que decir y me salió un ridículo "hola, soy Jesús". Ella se sonrió y dijo "lo se", a lo que añadió un "¿que tal el viaje?". El nerviosismo desapareció en cuestión de minutos. Lidia apareció minutos después. Es extraño como con personas que acabas de ver por primera vez puedes coger confianza tan rápidamente, ayudado del anonimato de la red las había conocido y deseado tanto como a cualquier otra chica que hubiese conocido otro sábado cualquiera.

La charla se alargó hasta las 9 que decidimos irnos a cenar. Por unos minutos olvidé a que es a lo que había ido a Valencia, unos minutos, lo que tardaron en cambiarse y aparecer ante mi las dos casi vestidas igual. Lidia con un vestido raso cuya falda terminaba justamente por encima de sus rodillas, Vero con una minifalda y una blusa a través de la cuál se trasparentaba ligeramente el sujetador.

En ese momento en el que las vi aparecer mi cuerpo me recordó cuanto las deseaba y tuve un amago de erección que intenté no se notara. La cena transcurrió tan afablemente como la charla que habíamos tenido en su casa y cuando terminamos decidieron llevarme a una de las abundantes discotecas de Valencia. Yo me fui a la barra a pedir tres copas, lo hice a posta, dándolas la oportunidad de que hablaran de mi, que comentaran entre ellas su primera impresión y que si se arrepentían lo dijeran cuanto antes. Cuando llegué donde estaban me las encontré besándose, se estaban dando un largo y profundo beso, ante esa visión la erección fue inevitable, mi mente empezó a maquinar sola, por si misma, deseos ocultos empezaron a aflorar. No sabía como reaccionar, ¿interrumpirlas? ¿dejarlas?, tal vez unirme a ellas. En medio de estos pensamientos ellas lo dejaron, me miraron las dos al tiempo y rieron. Se acercaron a mi, una por cada lado y las dos al tiempo me preguntaron susurrándome al oído si me había excitado, yo evidentemente las dije que si.

Comenzamos a bailar, en principio separados, pero no tardaron en ponerse una delante y otra detrás, yo estaba en la gloria, no me podía creer que dos chicas preciosas estuviesen bailando al tiempo conmigo, en ese momento me sentía el rey del mambo, me sentía afortunado, me sentía guapo, me sentía envidiado por todos aquellos tíos que miraban la escena, me sentía como la presa cuando el cazador la da caza, estaba viviendo una experiencia que no había tenido nunca y no quería que aquello pasara. Agarré a Vero y la puse entre Lidia y yo, me acerqué a ella por detrás, para que sintiera mi calor, para que sintiera mi respiración, para que sintiera mi paquete, bastante endurecido ya en ese momento y acercando mis labios lentamente la di un mordisquito en el cuello. Lidia se acercó igualmente y la empezó a comer en cuello por el otro lado. Estaba seguro de que en ese momento Vero estaba en el cielo.

Di un rodeo sobre ellas que seguían agarradas y empecé a comerla el cuello a Lidia, muy lentamente fui subiendo hacia su boca, deseaba sus labios, quería saber a que sabia su saliva y cuando llegué no me decepcionó, en ese momento Vero estaba detrás de Lidia dándola besitos por el cuello, cogí a Vero con mi mano izquierda por la nuca y la besé profundamente en los labios. El primer paso estaba dado y los tres estábamos ya calentitos.

Nos fuimos a su casa, todo el camino fuimos alternando caricias y besos. Cuando montamos en el ascensor yo me apoyé en la pared del fondo y ellas se acercaron delante de mí, besándome por el cuello, una por cada lado, yo levanté suavemente sus faldas con mis manos y empecé a darlas un suave masaje por los muslos hasta el culo, puede ver como las dos llevaban tanguita y eso me embruteció aún más de lo que estaba. Lidia abrió la puerta en lo que yo me besaba con Vero. Entramos y yo las dije que me apetecía ducharme. Cuando estaba dándome el jabón aparecieron las dos, completamente desnudas ante mi, se metieron en la ducha conmigo, una delante y otra detrás.

La erección fue inmediata. Lidia se colocó detrás mío y empezó a besarme por la espalda en lo que con una mano agarraba mi duro miembro y comenzaba a moverlo rítmicamente. Vero me besaba en los labios en lo que yo la masajeaba el culo. El agua caliente corría por nuestros cuerpos, dando si cabe más placer. Empecé a dar un suave masaje a Vero en sus pechos en lo que la besaba por el cuello para posteriormente bajar con mis labios hasta sus pezones y comenzar a mordisquearles suavemente. Podía sentir sus respiraciones. En ese momento me acordé de Lidia, ella no podía sentir menos placer que Vero y yo, la colocamos en el medio y yo empecé a besarla por la espalda en lo que Vero se entretenía con sus labios y sus pechos, mis manos se fijaron en su culo y mis dedos empezaron a entrar por los pliegues de se trasero hasta llegar a las puertas de su coñito, pero uno de mis dedos se adelantó al resto y se introdujo suavemente en su mojado orificio vaginal, en ese momento soltó un suspiro y yo comencé un mete-saca de ese dedo.

Vero centrada en sus pechos y boca, yo en su cuello y mi dedo en su coñito en lo que otro de los dedos que parecía tuviesen vida propia, masajeaba suavemente su clítoris. Lidia no tardó en sentir el orgasmo. Salimos de la ducha, y sin secarnos Tumbamos a Vero en la cama, esta vez era Lidia la que se centraba en el coñito de Vero en lo que yo recorría con mi lengua todo su cuerpo, desde su coñito, chocando las lenguas de Lidia y la mía muchas de las veces, hasta sus labios, entreteniéndome eso si en sus pezones que estaban duros como piedras. Vero estaba gozando como nunca al sentir las dos lenguas sobre su cuerpo.

De nuevo entraron en acción los dedos y en lo que uno de mis dedos se resbalaba hacia las profundidades de Vero, Lidia seguía con la lengua sobre su clítoris y a la vez la otra de mis manos estaba masajeando los pechos de Vero. Vero tardó unos pocos minutos en deleitarnos con un ruidoso orgasmo. Ahora me tocaba a mi pensé, y como si me hubiesen leído el pensamiento las dos vinieron a buscar mis labios. Yo estaba tumbado hacia arriba y sus lenguas resbalaban por mi cuerpo hacia mi pene. La lengua de Lidia ganó la carrera y se quedó con el glande de premio en lo que la lengua de Vero se entretendría con la base del pene y los testículos. Yo las pedí que se giraran para hacer un 69 doble y así poder tocar sus partes más intimas. En lo que ellas seguían a lo suyo, yo comencé a chupar alternadamente la parte de sus chochitos que se unía con sus anos en lo que mis dedos, siempre con vida propia, masajeaban sus clítoris y de vez en cuando algunos de esos dedos aventureros se introducían en sus cuevas. Sus jugos vaginales empapaban mis dedos, la respiración cada vez era más fuerte.

Cambio de posiciones, los dije. Lidia se situó encima mío, enfrente del pene, situando su punta a la entrada de su vagina. Vero se situó también encima pero con su coñito enfrente de mi boca, entonces, totalmente coordinadas bajaron las dos al tiempo. Mi polla se hundía en la vagina de Lidia en lo que yo chupaba el coñito de Vero deleitándome con su clítoris. Lidia se movía rítmicamente, a veces haciendo círculos con su culito y yo no aguanté mucho más y las dije que me iba a correr, entonces Vero acaparó todo mi pene, no pude más y me corrí en su cara. Lidia fue en su ayuda y la limpió con su propia lengua los chorretones de semen que la bajaban por el rostro. Después de unos minutos de recuperación continuamos casi toda la noche hasta que rendidos y entre caricias mutuas nos quedamos dormidos, yo en el medio y dos mujeres preciosas una a cada lado.