Lidia
Conocer a una chica en un bar a veces no es lo que pensamos...a veces es mejor
Esa noche la cosa no podía ir peor, mis amigos no salían, cada uno tenía un plan y yo me quedaba más solo que la una.
No me apetecía quedarme un sábado en casa muerto del asco, cenando alguna cosa precocinada para microondas y una cerveza viendo la tele. Hacía medio año que vivía solo, mi relación con una chica se fue al traste tras años de relación, y desde entonces vivía solo.
Me llamo Javier, tengo 34 años y vivo en una ciudad del norte de España. Soy normal, físicamente hablando, 1'75, 76 kilos, moreno, ojos marrones… Lo normal. Había empezado a hacer ejercicio habitual porque si volvía a estar en el mercado, prefería que fuera de la mejor forma posible .
Decidí que esa no iba a ser mi noche de sábado, así que me di una ducha y me vestí, unos vaqueros, camiseta y deportivas. No suelo usar ropa interior, me gusta llevar todo bien ventilado.
Me puse una chaqueta, que podría refrescar y salí. La noche estaba muy animada ya antes de entrar a ningún lugar, gente por todas partes, bebiendo tranquilamente, nubes de humo de tabaco y otras cosas y conversaciones animadas por todas partes. Aún a pesar de mi soledad me animaba todo eso. Hablamos de una época en la que la gente salía de fiesta porque no había ninguna pandemia.
Entré en uno de los bares y me fui a la barra, pedí una cerveza y me apoyé en la barra. Llevaba un rato mirando a la nada cuando una chica se sentó en el taburete de al lado. La verdad es ni me percaté de su presencia, al de un rato sí que me fijé en ella, puesto que me sentía observado. Era joven, unos veintipocos, tenía el pelo largo teñido de pelirrojo oscuro, era casi tan alta como yo, delgadita y unas tetas enormes asomaban por el escote de su vestido. Llevaba un vestido ceñido y corto de color verde botella ,se le notaban las formas del tanga y quedaba bastante claro que no llevaba sujetador. Por último me fijé en que tampoco era tan alta, llevaba unos tacones bastante majos. En conjunto era un belleza y la tenía tranquilamente sentada ahí delante, mirándome.
La saludé para romper el hielo, ella respondió, se llamaba Lidia y tenía 24 años, y era del sur, solo que había venido al norte a encontrar trabajo. Podía entender a la muchacha, había salido sin conocer a nadie y por eso se sentó en la barra, casi como yo, que por conocer sí que conocía gente, pero estaba más solo que la una.
El tiempo iba pasando y empezamos a acumular botellines vacíos en la barra. La cháchara estaba resultando muy amena y había perdido la noción del tiempo. Hablábamos de tonterías, anécdotas y cosas, no entramos en ningún momento en temas personales o familiares, ni yo le contaba que me había separado a unos meses de la boda ni ella me contaba los motivos de romper con todo y cruzarse la península de punta a punta para buscarse la vida.
Cada vez la notaba más cerca de mi, no sabía si era que yo me estuviera acercando a ella, ella a mi o los dos, no era que me preocupase mucho, esos ojitos verdes, esas mejillas redondas, esos labios carnosos a los que no podía quitar la vista…
Cuando me quise dar cuenta estábamos besándonos, no se quién se lanzó al final, pero no me importaba, sentía esos labios suaves, esa saliva de su lengua, el olor de su cuerpo. Era una sensación embriagadora.
No me corté ,mientras nos besabamos puse mi mano en su culo y comencé a sobarselo, ella me tocaba el paquete con suavidad. Me sentía tentado de tocarle yo también el coño pero ella me quitó la mano y me miró a los ojos:
-Si me acompañas al baño, te la chupo.
-Si me lo dices así, te sigo donde haga falta.
Ella me cogió de la mano y encabezó la marcha. El local estaba abarrotado, mediante codazos y empujones, llegamos a la zona de baños, había más gente que en una guerra, mujeres y hombres que formaban sendas colas se nos quedaron mirando. Fueron un par de tíos los que me dijeron que me quedaba sin follar en el baño, que estaba todo hasta los topes, putos farloperos.
Salimos fuera entre empujones y tirones. La calle también estaba abarrotada, Lidia me cogió de la mano y echó a andar hacia adelante. Tras un par de manzanas y un giro a la derecha vimos un almacén con un callejón a su lado, nos metimos en el y nos quedamos mirando, basura, contenedores, palés apilados… no había luces (salvo una tenue farola), ni gente ni cámaras. Lidia me besó, era un beso apasionado, muy baboso y con la lengua a tope, mientras sus manos iban soltándome los pantalones. Cuando los bajó, dejó mis bóxer al aire, Lidia se separó de mí y me miró de arriba abajo, colocó sus manos en la goma de mi calzoncillo y de un tirón me lo bajó, mi polla estaba erecta y babeando, Lidia acarició mi nalga izquierda mientras volvía a besarme.
Sentí cómo su mano iba hacia mi raja, con mi mano comencé a retirar la suya, ella me miró y me dijo que pronto le pediría que me metiera mano, yo no entendí nada, ella se acuclilló y se metió mi polla en la boca y comenzó una mamada como hacía tiempo que no me hacían.
Chupaba con pasión, mi polla aparecía y desaparecía con los envites de su cabeza. Acaricié su pelo y cerré los ojos. Me dejé llevar. Sentía su lengua en mis pelotas y su mano haciéndome una paja, se metió un cojón en la boca y succiona, provocándome otra oleada de placer. Se metió de nuevo mi rabo en la boca, con sus manos agarró mi culo y empezó a empujar mi cadera hacia ella, provocando que follase su boca. Al final decidí sujetar su cabeza con las manos y follé su boca con fuerza, notando sus arcadas. Así seguimos durante un minuto y pico hasta que la dejé que respirase. La miré, todas las babas habían jodido su pintalabios, estaba más sexy así.
Me miraba mientras me pajeaba, notaba que me faltaba poco, respiraba cada vez más rápido, ella lo notaba y aceleró el ritmo, finalmente, con un gemido leve, me corrí, el lechazo le dio en plena cara, en los labios, un ojo, la frente y el pelo.
Con un dedo se quitó las partes más gordas del pegote de semen de la cara y se las llevó a la boca. Se levantó y me dio un beso. Notaba mi semen en sus labios, tampoco me importaba demasiado.
Lidia me indicó que vivía cerca, y que me invitaba a una copa, se sacó las tetas mientras hacía su invitación. Eran unas tetas enormes y preciosas, tenían algo inusual, sus pezones y areolas eran pequeños de color marrón claro. Metí la cara entre ellas, olían a perfume, sin embargo sus tetas tenían una película de sudor que me estaba poniendo cerdisimo. Eché mi brazo alrededor de sus hombros y seguimos por el callejón, yo con el pantalón desabrochado y con la polla al aire y ella con la cara lefada y las tetas al aire.
La verdad es que no tardamos mucho en llegar, se trataba de un chalet solitario de dos plantas con jardín. Durante un instante pensé cómo podría pagarse eso, y si era conveniente entrar, ella me miró y me besó. Al final decidí que era inofensiva, muy guarra, pero inofensiva.
La casa era enorme, muy bien decorada, fuimos al salón, nos sentamos en un chaise long y ella sacó una botella de tequila, sin sal ni limón, ni nada bebimos tres rondas de chupitos hasta que ella me indicó que iba a “ponerse más cómoda” y que la esperase.
Ni corto ni perezoso me serví otro chupito, me desnudé a todo correr, y serví un par de chupitos para cuando Lidia regresase. Me recosté un poco, el alcohol estaba haciendo efecto. Oí su voz diciéndome que bebiera otro, cosa que hice, después que cerrase los ojos, los cerré.
Noté sus manos por mi pecho, acariciándome suavemente, sus labios se pegaron a los míos y me besó con ternura. Finalmente abrí los ojos, ahí estaba ella, se había vuelto a maquillar, tenía el pelo suelto sobre los hombros, sus tetas enormes me miraban, su vientre plano y sus curvas y bajando la mirada su…
Un momento, lo que tenía delante era una polla enorme y gorda, más que la mía, con dos huevos colgando enormes y depiladas, al igual que todo el falo.
-No soy gay.
-No, pero te vas a comer una polla.
-¿Y si me niego?
-Mirándome como me miras, hace rato que sé que la vas a chupar.
-Nunca he hecho nada similar.
-Bueno, yo te guío, aunque lo mejor es que te dejes llevar. Piensa que al menos tú no acabarás escupiendo pelos, para otro día voy a depilarte la polla y los huevos.
-¿Otro día?
-Si tu quieres esto puede ser nuestro primer día.
No hacía mucho que me había vaciado los huevos en el callejón, pero tenía el rabo duro como una estaca, sonreí y esperé a que se acercase. Permanecí sentado al borde del sofá y ella se quedó de pie ante mi, mirándome a los ojos. Me incliné y besé su vientre, besé un poco más abajo, mi mente daba mil vueltas, su polla olía a limpio y babeaba, le di un beso a la punta. Ella me animó con una caricia en la cabeza, cerré los ojos y abrí la boca y me abalancé sobre su polla, tenía buen tacto en la lengua y me gustaba su sabor.
Lidia me acarició la cabeza, me animé a mover mi cuello para meterme y sacarme la polla suavemente, intentaba que mis dientes no bajaran mucho para no hacerle daño. Inicié la mamada a mejor ritmo, aumenté la intensidad y miré a Lidia, tenía cara de estar disfrutando, se acariciaba las tetas y se relamía, parecía que lo estaba haciendo bien.
Me vine arriba al acelerar, me atraganté, tuve una arcada y tosí, ahora sabía lo que se sentía. Me saqué la polla de la boca y la empecé a pajear, le pedí que subiera una pierna al sofá y acompañé la paja con una lamida de huevos.
Mientras le comía las pelotas y le pajeaba, ella se metía un dedo por el culo, esa imagen me ponía más cachondo, volví a mamar con fuerza, seguí hasta que empezó a gemir.
Sentí que mi boca se llenaba de un líquido viscoso y caliente, sabía amargo y dulce a la vez, finalmente hice lo que me parecía más natural, tragué lo que tenía en la boca, me saqué la polla y me levanté. Lidia me abrazó y me besó, yo tenía la mandíbula cansada, pero me encantaba besarme sus labios.
-¿Te ha gustado?
-Mucho.
-Siéntate, que pasamos al siguiente nivel.
Me senté en el sofá y ella se arrodilló ante mí, separó mis piernas y me indicó que las elevara, noté su lengua en mi perineo haciendo círculos, era una gozada. Sus círculos ahora eran en el contorno de mi ojete, me estaba volviendo loco, al final la lengua entró, dándome buenas lametadas dentro de mi culo.
Me costó darme cuenta de cuál era el “siguiente nivel”, pero al final supe que me estaba preparando y para qué. Estaba ya tan guarro que me dio igual lo que hiciera, ella hacía un mete saca con la lengua.
Después sacó de debajo de una mesa un botecito que abrió y aplicó gel en sus dedos y esparció parte por mi culo, lo hizo con tanta suavidad que ni sentí el dedo entrar, solo lo noté porque la yema de su dedo había tocado la pared de mi próstata y me provocó un calambrazo de placer.
Movió el dedo con suavidad y ternura hacia dentro y luego hacia fuera, cuando se aseguró de que lo aceptaba bien metió otro más, hizo lo mismo, echó más gel y metió un tercero.
Cuando mi polla empezó a gotear sacó los dedos, aplicó gel a su polla dura, se enderezó un poco y me colocó la puntita en mi orificio. Me dijo que iría suave y, mientras me miraba a los ojos, deslizó su rabo hacia mi interior.
La sensación era de un dolor indescriptible, era como un calambrazo que no cesaba, cerré las manos sobre las de ella, me dijo que respirase y que procurase relajarme. Respiré hondo, ella empezó un suave bombeo, el dolor fue remitiendo poco a poco, al rato la sensación fue genial, oleadas de placer surgieron de mi culo, notaba su polla rozando mi próstata por dentro y me estaba encantando.
Ella aumentó el ritmo poco a poco, en un período, más bien breve, pasó de una penetración suave y tierna a ser una follada salvaje y bestia, embestía con fuerza y yo solo pedía que me diera más fuerte y que no parase, estaba fuera de mi. Lo notaba, me venía, en este caso era yo quien gemía como una zorra, un chorro de semen salió de mi polla y aterrizó sobre mi pecho y mi cuello.
Ella seguía y yo me sentía desfallecido, pero no quería que parase. Siguió jodiendome el culo hasta que clavó sus uñas en mis muslos y sentí un calor repentino en el culo, su semen inundaba mis intestinos.
Sin sacarla, ella se dejó caer sobre mi y me besó yo la abracé y seguí besándola, parecíamos dos colegiales. Ella se terminó separando de mi, saliendo su polla y unos goterones de leche de mi culo.
Sirvió un par de chupitos más y me dio uno.
-Se que estás soltero y que no te espera nadie, ya le he preguntado al camarero por ti, y hoy que venías solo, me he lanzado. Ahora nos vamos a ir a dormir, te voy a dar hidratante en el culo para que no se resienta, pero quiero que te quedes.
Yo no sabía qué coño contestar a eso, asi que dejé que continuase.
-Soy modelo y a veces scort , si no lo aceptas lo entenderé, hay fotos y vídeos porno en Internet, tengo mi propia página de pago para que la gente vea mis cosas. Quiero que formes parte de ellas…. Entré otras cosas.
-Me parece bien.
Ella sonrió, no era una sonrisa traviesa ni nada, era algo sincero. Me besó con suavidad y cariño, se notaba que quería un “si", y no era sólo por el sexo, puede que los tequilas la estuvieran haciendo efecto y que largase más de lo debido.
Cumpliendo con lo prometido, me echó una crema en el culo y me la aplicó bien aplicada para que no me doliese, después nos fuimos a su enorme y cómoda cama y nos abrazamos. Ella se durmió en pocos segundos, yo empecé a pensar en todo lo que había pasado y cómo había llegado hasta ahí en mi primera noche, la verdad es que no había mucho que pensar, esa chica había abierto un nuevo mundo ante mi y no me disgustaba la idea de andar por el.
Mis ojos se fueron cerrando hasta que no pude más, mi último pensamiento consciente fue que mañana sería otro día.